Folleto 6º :
Los Hechos de
los apóstoles y
las Cartas de
Pablo.
VIVIR Y
ANUNCIAR LA PALABRA :
LAS PRIMERAS COMUNIDADES
CRISTIANAS
1 ª p a r t e.
“LA VIDA ES TU PALABRA”, 2007.
PR.
ÍNDICE
1ª parte: a
continuación.
Presentación
Una clave de
lectura para los temas y comentarios
1ª parte:
Comunidad modelo (5 temas y comentarios)
-
Breve historia del comienzo de la Iglesia
-
Hechos de los Apóstoles
2ª parte: La Palabra se abre
camino (4 temas y comentarios)
1.
Breve historia del comienzo de la Iglesia
2.
Cuatro temas y comentarios
3ª parte: Las Iglesias en la
dispersión (4 temas y comentarios)
3.
Las primeras Comunidades frente al judaísmo
4.
Cartas a Santiago y a los Gálatas
4ª parte: Las Iglesia en Europa (5 temas y
comentarios)
5.
Breve historia de las Iglesias en el mundo griego
6.
Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses…
------------------------------------------------------------------------
2ª parte: en otro espacio.
7.
Carta a los Corintios y a los Colosenses.
5ª parte: Hasta los confines del
mundo (4 temas y
comentarios)
8.
Breve historia de la Iglesia en Roma
9.
Carta a los Romanos y a Filemón.
Anexos
-
Presentación de la 1ª parte: Comunidad modelo
-
La situación de las primeras Comunidades Cristianas
-
Oración maya
-
Fechas del tiempo de Jesucristo
-
Índice más detallado del folleto 7 (títulos de los
temas y comentarios)
------------------------------------------------------------------------------
P R E S E N T A C I Ó N
Con este 6°
folleto de la Colección ‘La Vida es tu Palabra’, vamos a profundizar el libro
de los Hechos de los Apóstoles, las cartas de San Pablo y la carta de Santiago.
Queremos acercarnos a la vivencia y espiritualidad de las primeras Comunidades
cristianas: Cómo vivían, expresaban y celebraban la gran herencia dejada por
Jesús, es decir el Reino. Nos van a llamar la atención la diversidad de carisma
ejercidos en la primitiva Iglesia y sus variadas formas de organización
eclesial, desde las muchas Comunidades. Que esta experiencia nos ayude a ser,
en los actuales momentos, testigos de esperanza, individual y colectivamente,
al ejemplo de los primeros cristianos.
CONTENIDO DEL
FOLLETO
Un pequeño resto, la
Comunidad de los seguidores de Jesús, empujado por la fuerza del Espíritu,
empezó a vivir el Reino anunciado por Jesús, a celebrarlo, comunicarlo y
extenderlo en todo el imperio romano, de Jerusalén hasta Roma. Se desarrolla la
experiencia concreta de la identidad de las Primeras Comunidades Cristianas,
donde descubrimos nuestra Eclesiología, o sea, nuestra manera de ser Iglesia,
al servicio del Reino, al ejemplo de Jesús.
Este folleto tiene una
breve presentación. Luego están los 22 temas y sus comentarios ordenados en 5
partes. Al final se nos informa de la situación histórica, tanto del entorno
socio-política, como de la Iglesia primitiva, mediante 3 ‘ventanas’ y una
puerta de entrada o clave de lectura.
1.
Presentación y puerta de entrada (claves de lectura para el conjunto de los 22
temas)
2. Los 22 temas y
sus comentarios respectivos
-
1ª parte: Los comienzos de la Primera
Comunidad Cristiana, o sea el modelo fundado sobre los 12 Apóstoles.
-
2ª parte: El crecimientos de las
Comunidades Cristianas y su progresiva organización, en medio de tensiones
internas y de persecuciones.
-
3ª parte: Las Iglesias nacientes fuera de
Palestina enfrentan retos de misión, comunión e inculturación.
-
4ª parte: Las respuestas a los desafíos
plantados por el mundo griego, en particular mediante las cartas de Pablo.
-
5ª parte: La llegada del Evangelio a Roma
y su entorno imperial.
3. Anexos: Tres
ventanas (la situación de las primeras Comunidades)
-
1ª ventana: Un recorrido histórico de los
años 30 a 100.
-
2ª ventana: Distintas tendencias al interior
de la Iglesia primitiva para enfrentar, fuera de Palestina, un ambiente
desconocido.
-
3ª ventana: La variedad en la doctrina y la
organización en la Iglesia primitiva.
Toda esta profundización nos va a
ayudar a encarnar el Reino en la realidad de hoy, la de nuestra Iglesia y la de
nuestro mundo, respondiendo a los desafíos actuales. El ejemplo de las Primeras
Comunidades Cristianas fortalecerá nuestra opción por los pobres como camino
del Reino, ayer, hoy y siempre.
PUERTA DE ENTRADA: Una clave de lectura para los temas y comentarios
A. EL EJE
CENTRAL Y LOS OBJETIVOS
El título de este
volumen “Vivir y Anunciar la Palabra: Las Primeras Comunidades”, resume el
objetivo y el contenido. Acentúa la difusión de la Palabra que hace camino y se difunde por la
fuerza del Espíritu. Es el Espíritu el que lleva a Vivir y Anunciar la Palabra. Fue la vivencia evangelizadora la que
marcó las primeras comunidades.
Es la expansión de la Palabra en el comienzo de la Iglesia lo que llama la
atención. Queremos saber: ¿Cómo sucedió? ¿Quiénes la llevaron? ¿De qué modo y
con qué medios fue divulgada? ¿Cuáles fueron los problemas que enfrentaron y
cuáles los resultados que obtuvieron? Así, la Palabra será luz para nuestros
pasos (Salmo 119,105).
Las guías y subsidios
de este volumen están divididos en cinco bloques, cada uno con una breve
introducción. La preocupación básica de esta división está orientada por cuatro
criterios.
- La Palabra camina
Como los primeros
cristianos, somos hoy una pequeña minoría dentro de un inmenso imperio que
domina el mundo. Mientras tanto, lo que más impresiona, tanto ayer como hoy, es
la rapidez con que la Palabra de Dios hace su camino entre los pobres, aquí en
América Latina, suscitando comunidades en todo rincón, haciendo crecer la
conciencia de las personas, a pesar del contexto de opresión en que vivimos.
Un primer objetivo de
este Volumen es obtener informaciones sobre la expansión de la Buena Nueva al
comienzo de la Iglesia. Queremos conocer mejor el proceso de evangelización que
fue suscitando las primeras comunidades, y descubrir cómo se dio el crecimiento
de la conciencia cristiana desde el año 30 al 70. Queremos no solo reconocer
los principales acontecimientos de este periodo, sino también comprender la
situación dentro del contexto económico, social, político e ideológico del
imperio romano. Estas informaciones podrán ayudarnos a leer y entender mejor la
actual coyuntura.
- El libro de las Comunidades
El libro de los Hechos
es uno de los libros más leídos en nuestras comunidades. Sirve de espejo para
lo que hoy vivimos y sufrimos. Además de ser un registro de las primeras
comunidades es también una teología de esta misma historia.
Un segundo objetivo es
leer y conocer mejor el libro de los Hechos; profundizarlo, haciendo de él un
eje central que entrelaza y une entre sí las guías de los cinco bloques de este
Volumen. El libro de los Hechos nos proporciona la línea del tiempo, que
permite situar a los otros libros dentro de su contexto. Limpiando así el
espejo, esperamos poder entender mejor el alcance de todo lo que Dios está
realizando en medio de nosotros.
- La inculturación
Vivimos hoy momentos
de tensión y de transición. Nuevos llamados y exigencias aparecen causados por
el renacer de las culturas oprimidas. La Conferencia Episcopal de Santo Domingo
nos convoca a todos para dar mayor atención a la inculturación de la Buena
Nueva.
Un tercer objetivo es
tener una visión global del proceso de encarnación y de inculturación del
mensaje cristiano en las culturas de los pueblos, tal como aparece en el libro
de los Hechos y en las cartas de Pablo y Santiago, escritas entre el año 30 y
70. Esto podrá ayudarnos en la tarea que tenemos hoy en preparación a la
llegada del tercer milenio.
- Profundizar lo cotidiano
Quien estudia mucho,
gusta de grandes teorías y de amplios marcos de referencia, para poder situarse
en la vida e iluminar los hechos. Quien vive envuelto por los problemas
concretos de cada día, no tiene tiempo ni mucho interés en profundizar las
teorías. Quiere saber qué hacer aquí y ahora. No siente gusto en estudiar la
sal. Prefiere salar la comida.
Un cuarto objetivo es ver
cómo Pablo en sus cartas, fue capaz de ayudar a los hermanos y a las hermanas a
clarificar los acontecimientos diarios de su marcha. Una de las cualidades de
Pablo fue la sabiduría con que supo combinar una amplia visión teórica de la
obra de Dios en Cristo con una capacidad práctica de profundizar e iluminar los
problemas concretos de cada día.
Estos cuatro objetivos
orientarán la elección de los temas de las Guías y Subsidios, para que puedan
favorecer un mejor conocimiento de la evolución de las primeras comunidades
cristianas en sus varios niveles y así, iluminar nuestra situación actual.
“Porque todo fue escrito para nuestra instrucción, para nosotros que estamos
viviendo en estos últimos tiempos” (1 Corintios 10,11).
B. LAS 5 PARTES
Y SUS PARTICULARIDADES
Cada parte de temas y
comentarios enfoca una etapa o un aspecto determinado de la historia de la
Iglesia del año 30 al 70:
- La comunidad modelo: el ideal del
comienzo.
- La Palabra se abre camino: el primer
arranque.
- Las Iglesias en la diáspora: la
difusión entre los judíos.
- Las
Iglesias en Europa: la difusión
en el mundo helénico.
- “Hasta los
confines del mundo”: la Iglesia en Roma.
Cada parte se inicia
con una breve introducción, que describe las características principales del
periodo o del aspecto de la historia que en él se aborda. La descripción de la
historia no es completa, sino selectiva. Acentuamos especialmente aquellos
puntos que pueden iluminar nuestro camino hoy. Cada bloque termina con una Guía
sobre la expansión misionera. Así, a lo largo de este Volumen se obtiene una
idea de los varios motivos y fuerzas que llevaron y aún llevan a la expansión
de la Buena Nueva por el mundo.
Cada vez que dentro de
los bloques se aborda un nuevo libro o carta, precede a la Guía en cuestión,
una breve introducción al respectivo libro o carta. Así, en este Volumen se
ofrecerá una clave de lectura para los siguientes once libros y cartas que
fueron escritos entre los años 30 y 70, o informan sobre este mismo periodo:
los Hechos, la carta de Santiago, la carta a los Gálatas, la carta a los Filipenses,
las dos cartas a los Tesalonicenses, las dos cartas a los Corintios, la carta a
los Romanos, la carta a los Colosenses y la carta a Filemón.
Quedan dudas sobre la
fecha y el autor de algunas cartas paulinas, de las que no se sabe si son
realmente de Pablo o de un discípulo que vivió después del 70, a saber: la
carta a los Efesios, la carta a los Colosenses, las dos cartas a Timoteo, la
carta a Tito y la así llamada carta a los Hebreos. Todas ellas, menos la carta
a los Colosenses, serán tratadas en el próximo volumen junto con los otros
libros y cartas escritas entre el año 70 y el 100.
C.
INFORMACIONES SOBRE CADA UNA DE LAS 5 PARTES
1ª parte: la
comunidad modelo (temas 1 a 5)
-
Objetivo: Observar en el espejo a la
comunidad ideal, que Lucas pone ante nosotros en los primeros cinco capítulos
del libro de los Hechos.
-
Contenido: Los temas y comentarios de este
bloque ayudan a la reflexión sobre los hechos que dieron vida a la Iglesia de
los Apóstoles e hicieron de ella una comunidad modelo para todos los tiempos:
La lectura orante de la Palabra de Dios, la acción del Espíritu, la
organización de la comunidad alrededor de: los apóstoles, la comunidad, la
fracción del pan y la oración y el anuncio de la Buena Nueva hecha por los
Apóstoles. Al final de esta parte, hay un Comentario que muestra la expansión
misionera como fruto del conflicto y de la persecución.
-
Introducción a los Hechos.
2ª parte: la
Palabra se abre camino (temas 6 a 9)
-
Objetivo: Reflexionar sobre el comienzo de
la Iglesia, sobre los factores que contribuyeron al primer arranque de la
marcha, descrita en los capítulos 6 a 15 de los Hechos.
-
Contenido: Los temas y comentarios de este
bloque ayudan a la reflexión sobre los hechos que hacen caminar y expandirse a
la Iglesia: la organización y la coordinación de las comunidades, la nueva
lectura del pasado o de la Biblia, el testimonio que no tiene miedo de romper
con lo que impide la manifestación del Reino, como por ejemplo el Templo. Al
final de esta parte un comentario muestra cómo la expansión misionera se
realiza a través del crecimiento de la conciencia, dinamizada por una
evangelización itinerante.
-
Textos claves de los Hechos.
3ª parte: Las
Iglesias de la diáspora (temas 10 a 13)
-
Objetivo: Reflexionar sobre la difusión de
la Iglesia entre los judíos de la diáspora, fuera de Palestina, y sobre las
dificultades y tensiones vividas en esta misión junto a los hermanos de una
misma raza.
-
Contenido: Los temas y comentarios de este
bloque abordan los problemas relacionados con la encarnación de la Buena Nueva
entre los judíos de la diáspora: la cuestión del valor de la fe y de las obras,
el tema de la nueva libertad en Cristo y de su alcance para la vida, el
problema debatido en el primer concilio ecuménico. Al final de esta parte, se
ve la expansión de la Buena Nueva como una respuesta a las necesidades que
vienen de la realidad, especialmente el esfuerzo de inculturación dentro de la
realidad de los grandes centros urbanos del mundo helenista.
-
Introducciones a la carta de Santiago y la carta a
los Gálatas.
4ª parte: La
Iglesia de Europa (temas 14 a 18)
-
Objetivo: Reflexionar sobre la difusión de
la Buena Nueva en el mundo griego y sobre los problemas y conflictos que trajo
consigo la inculturación del mensaje en el mundo helénico.
-
Contenido: Los temas y comentarios de este
bloque ayudan a la reflexión sobre los factores que contribuyeron a la
expansión de la Buena Nueva en el mundo de la cultura griega, y sobre las
dificultades y los conflictos que surgieron en este pasaje: el testimonio
personal de Pablo y el lugar de la mujer en la vida de las comunidades, el
problema de la parusía del Señor, que parecía no querer llegar y el trabajo
como medio de sustento de los misioneros, los dones y carismas y su
contribución para la vida comunitaria, las doctrinas extrañas y la religiosidad
popular. Al final de esta parte, se ve la expansión de la Buena Nueva como
consecuencia de la búsqueda de derechos civiles.
-
Introducciones a las cartas a los Tesalonicenses, a
los Corintios, a los Filipenses y a los Colosenses.
5ª parte:
“Hasta los confines del mundo”: la Iglesia en Roma (Temas 19 a
22)
-
Objetivo: Reflexionar sobre el ideal
universal que la Iglesia trata de alcanzar a través de su caminar por la
historia, y sobre el camino que conduce a este ideal.
-
Contenido: Los temas y comentarios de este
bloque ayudan a la reflexión sobre los hechos que hicieron que la Iglesia se
abra camino y se expanda, tanto geográfica como internamente, “hasta los
confines el mundo”, y se transformara así en una iglesia universal, internacional
y transcultural. Reflexiona de modo particular sobre la historia de la Iglesia
en Roma y mira de cerca los siguientes asuntos: los dolores de parto de la
nueva humanidad y el amor de Dios vivido en la cotidianidad, las iglesias
domésticas, la nueva relación con Cristo que produce una nueva conciencia
social. Al final del bloque, en el último comentario, la expansión misionera es
vista como expresión de la conciencia universal que la Buena Nueva del Reino
produjo en los cristianos.
-
Introducciones a las cartas a los Romanos y a
Filemón.
1ª PARTE: COMUNIDAD MODELO (5 Temas y Comentarios)
‘El Señor cada día agregaba
al grupo de los creyentes a aquellos que aceptaban la salvación’ (Hechos 2,47) La presentación de
esta 1ª parte está en el Anexo 1.
Tema 1:
PREPARAR EL NACIMIENTO DE LA COMUNIDAD.
“Es necesario que uno de ellos dé testimonio de la Resurrección” (Hechos 1,21-22)
Texto de estudio: Hechos 1,6.26;
de apoyo: Juan 17,1-26.
Mensaje
Hoy, la vida cristiana
está en una etapa de renovación. Sentimos que no podemos continuar viviendo
como antes, porque la Iglesia y el mundo han cambiado. Muchas veces no sabemos
bien cómo obrar. Hacemos lo que nos parece conveniente y viable. Generalmente,
la renovación comienza por el estudio y la profundización de nuestra historia y
de nuestra espiritualidad. Pero descubrimos que esto no basta. Hace falta unir
la espiritualidad con la vida. Y nuevamente descubrimos que aun no basta.
Nuestras comunidades tienen que optar por la pobreza digna y las causas de los pobres.
Pero también descubrimos que esta renovación nunca acaba; el proceso. ¡Estamos
siempre en camino, como las primeras comunidades!
El texto de hoy
describe los acontecimientos que ocurrieron entre la Ascensión y Pentecostés.
El grupo reunido es la semilla de la Iglesia. Lucas lo presenta como modelo
para toda comunidad que desea comenzar una vida nueva. Veamos el texto más de
cerca. La reunión de los apóstoles entre la Ascensión y Pentecostés era un
nuevo comienzo. La experiencia de la muerte y resurrección de Jesús que
tuvieron, modificó todo. Pero todavía no sabían cómo proceder (Hechos 1,6-11).
Hicieron lo que les parecía más conveniente y viable en aquel momento (Hechos
1,12-26).
Al iniciar la reunión,
Pedro recordó varias frases de la Biblia que los iluminaban en aquel momento. A
nosotros debe sucedernos lo mismo: varios textos de la Biblia deben haber
pasado por nuestra memoria durante el tiempo de estudio que acabamos de tener.
Hagamos como Pedro. Después de un momento de silencio, comuniquémonos unos a
otros las frases de la Biblia que despertaron nuestra memoria y la luz que
trajeron a nuestra vida. A través de este texto, Lucas trata de animar a las
comunidades que desean comenzar una vida nueva. Lo cual vale también para
nosotros y nuestras comunidades.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación.
Al iniciar esta nueva
etapa del Proyecto “La Vida es tu Palabra”, conviene hacer una buena
entronización de la Biblia, destacando la parte que se refiere a las
Comunidades. Es bueno también compartir nuestras expectativas en relación a la
lectura que vamos a hacer de los Hechos. Invoquemos las luces del Espíritu
Santo.
Nuestra
realidad: La historia de nuestra Comunidad.
- En
nuestras comunidades, ¿cuáles fueron las distintas etapas de nuestro
crecimiento?
- ¿Cuáles
fueron los mayores cambios que se dieron?
Palabra de
Dios. Hechos 1,6-26: Los pasos de la 1ª Comunidad cristiana.
- ¿Cuáles
son los episodios narrados en esta lectura?
- ¿Cuáles
eran los desafíos de aquel momento y cómo se los enfrentó?
Hoy nosotros: Reorientar
siempre nuestro caminar
- ¿Cómo
pueden iluminar a nuestras comunidades los criterios usados por los
primeros cristianos?
- ¿Por dónde
nos sentimos animados a caminar en nuestro grupo?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Rezar los unos
por los otros para que hagamos vida lo que hemos conversado. Salmo 23. Canto.
Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a leer y meditar el texto de los Hechos
2,1-41. Reflexionaremos sobre la manifestación del Espíritu Santo y su acción
en el surgimiento de las comunidades. Texto de apoyo: Juan 20,19-29.
-
Distribuir las tareas para la buena marcha de la reunión afín de que el
mayor número de personas participen en su buen desarrollo. Traer un símbolo acorde
al tema de la próxima reunión.
Comentario 1: Con María la madre de Jesús
A. LA PRÁCTICA
DE LA LECTURA ORANTE EN EL ORIGEN DE LA IGLESIA
Alrededor del año 85,
Lucas escribe su obra en dos volúmenes: Evangelio
y Hechos. Termina su evangelio mostrando cómo Jesús interpreta las
Escrituras a los discípulos de Emaús (Lucas 24,13-35) y cómo abre la mente de
los apóstoles para que entiendan las Escrituras (Lucas 24,45). El libro de los
Hechos comienza mostrando cómo los apóstoles imitan el ejemplo de Jesús y
buscan en la Escritura la luz para iluminar su camino.
Después de la
Introducción (Hechos 1,1-5), siguen tres hechos:
- La
despedida de Jesús, en que se acentúa la ignorancia y la perplejidad de
los discípulos (1,6-11).
- El
encuentro de oración de los apóstoles y “hermanos” de Jesús con María,
donde todos juntos esperan la venida del Espíritu Santo (1,12-14).
- La reunión
más amplia, en la que ciento veinte discípulos, guiados por la luz de la
Escritura, eligen un nuevo apóstol (1,15-26).
Los tres hechos están
unidos entre sí: la despedida de Jesús provoca el encuentro de oración, y el
encuentro de oración se prologan en la reunión de las ciento veinte personas.
Veamos de cerca los dos últimos hechos que nos interesan en estos Subsidios.
B. EL ENCUENTRO
DE ORACIÓN CON MARÍA, LA MADRE DE JESÚS (Hechos 1,12-14)
Se destaca la persona
de María. Desde el comienzo del evangelio, ella se presenta como la persona que
mejor realiza la meditación y reflexión sobre la Palabra. Ella recibe el elogio
del mismo Jesús: “Felices los que oyen la palabra y la practican” (Lucas
11,28). María conserva y medita todo lo que sucede (Lucas 2,19.51). Medita lo
que está escrito en la Biblia. Tanto medita la palabra de la Escritura, que en
su oración ya no distingue entre lo que es Palabra de Dios y lo que es palabra
de María (Lucas 1,46-55). Las cosas no siempre son claras para ella. Muchas
veces, la Palabra es fuente de duda y sufrimiento (Lucas 1,29.34; 2,35.48).
Pero insiste e investiga, y por eso, al final, consigue percibir el llamado de
Dios en los hechos y en las experiencias de su vida y decir: “Que se haga en mí
según tu Palabra” (Lucas 1,38).
Y ahora, al comienzo
de la Iglesia, María aparece como nexo de unión entre dos grupos: los
“hermanos” de Jesús y los apóstoles (Hechos 1,14). Cuando Lucas escribe, en el
85, la Iglesia vivía grandes pugnas internas. Existían varias corrientes. La
principal división era con los simpatizantes del judaísmo, centrados en torno a
los “hermanos de Jesús” y los cristianos venidos de la gentilidad, centrados en
torno a los apóstoles. Teniendo ante los ojos esta división, Lucas presenta el
comienzo de la Iglesia de tal modo que sea para sus lectores y lectoras un
llamado a la unidad. Los “hermanos” de Jesús y los apóstoles aparecen unidos.
Todos tienen un mismo sentir y perseveran en la oración (Hechos 1,14). El nexo
de unión entre los dos grupos es “María, la Madre de Jesús” (Hechos 1,14).
María aparece en
actitud de oración, para que se realice la promesa y venga el Espíritu que hace
nacer la Iglesia y revela el sentido de las palabras de Jesús para la vida de
las comunidades (Juan 14,26; 16,13). Ella contribuye a que la comunidad realice
el ideal de ser “unánime”, “un solo corazón y una sola alma”. Al comienzo del
evangelio, ella se convierte en la Madre de Jesús por la obediencia a la
Palabra. Ahora, en el comienzo de los Hechos, se convierte en madre de la
Iglesia por la misma actitud orante ante la Palabra.
Este encuentro de
oración de la comunidad con “María, la Madre de Jesús”, es el telón de fondo
del uso de la Biblia, hecho por Pedro en la reunión de los ciento veinte
discípulos y discípulas. Tres cualidades caracterizan al grupo reunido en
oración: están en actitud de espera, tienen los mismos sentimientos y
perseveran en la oración (Hechos 1,14).
C. LA LECTURA
ORANTE DE 120 DISCÍPULOS Y DISCÍPULAS (Hechos 1,15-26)
- El desarrollo de la reunión
Pedro comienza con una
reflexión sobre los hechos sucedidos recientemente, a saber, la traición de
Judas y su muerte (Hechos 1,16-20). Con la ayuda de la Biblia trata de
explicitar su significado. Insiste en afirmar que en ellos se cumplió la
Escritura (Hechos 1,16) para así situarlos dentro del plan de Dios. Enseguida
saca la conclusión y muestra la tarea que la Escritura les pide a ellos: elegir
alguien que sea testigo de la resurrección (Hechos 1,21-22). Al final, no es
Pedro, sino la comunidad quien asume la ejecución de la tarea (Hechos 1,23-26).
Y la ejecutan recurriendo a la oración. Encontramos aquí la misma secuencia
adoptada por el Proyecto “La Vida es Palabra”.
-
Partir de la realidad, de los problemas.
-
Lectura de la Biblia en vista a la iluminación de los problemas
-
Oración para que se pueda cumplir lo que la Palabra nos pide.
Lucas abre un paréntesis para
decir que el número de participantes de la reunión era de ciento veinte
personas (Hechos 1,15). Este número ciento veinte tiene un simbolismo. Evoca
las doce tribus de Israel. ¡Son diez veces doce! Es la representación perfecta
y acabada del pueblo de Dios. En esta reunión comienza la realización del nuevo
Israel.
- Mirando más de cerca el
desarrollo de la reunión de la comunidad
a). La lectura de los hechos a la luz de la Biblia (vv. 16-20)
La traición y
la muerte de Judas eran conocidas. Tiene que haber sido una muerte extraña que
provocaba comentarios de parte del pueblo. Con la ayuda de la Biblia los
cristianos tratan de comprender este hecho. No todos usaban los mismos textos.
La comunidad de Mateo (Mateo 27,9), por ejemplo, recurría a un texto de
Zacarías (Zacarías 11,12-13) y de Jeremías (Jeremías 32,6-15). Aquí en la
reunión, Pedro usa textos del libro de la Sabiduría (Sabiduría 4,19) y de los
Salmos (69,26; 109,8). Lo que importa no es si ellos usaban este o aquel texto,
sino el hecho de que recurrían a la Palabra de Dios para iluminar y entender el
significado y el llamado de los hechos. En la oscuridad, podemos usar una luz
amarilla o blanca; eso no es lo más importante. Se verá siempre lo mismo. Pero
el ambiente que se crea será un poco diferente. La diferencia de los textos
usados por Mateo y por Lucas, no cambia los hechos.
b). El mensaje del texto (vv. 21-22)
Leídos a la luz
de la Biblia, los hechos revelan el llamado de Dios; “Es necesario que uno de
estos hombres sea testigo de la resurrección”. La expresión “es necesario” es
usada también por Jesús en el encuentro con los discípulos de Emaús: “¿No era
necesario que el Cristo sufriera?” (Lucas 24,26). Eso indica que el hecho forma
parte del plan de Dios. La Biblia ayudó a percibir que, obedeciendo a la
voluntad de Dios, Judas debía ser sustituido por otro. La Biblia revela la
tarea pero no da la receta. En la ejecución, lo que importa es la experiencia
anterior. Es a partir de las experiencias vividas con Jesús que Pedro saca los
criterios para orientar la elección del sustituto de Judas (Hechos 1,21-22).
c). La ejecución de la tarea (vv. 23-26)
En el momento
de obrar, los discípulos usan la cabeza y el corazón. Todos los participantes
de la reunión se implican en la solución del problema. Es la comunidad quien
presenta los candidatos. Inmediatamente, rezan de nuevo, para que el Espíritu
esté presente en las deliberaciones que van a realizar para encontrar al
sustituto de Judas. El ambiente, el telón de fondo, ya era la oración (Hechos
1,14). Ahora hacen una oración espontánea. El método de sortear para elegir al
candidato es extraño para nosotros. Pero era el método que se usaba en aquel
tiempo. Hoy usaríamos el método de elegir por votación democrática, que sería
extraño para ellos.
RESUMIENDO: Los siguientes
elementos aparecen en la lectura orante hecha por los apóstoles.
1.
Atención a la
realidad. Teniendo bien presente los hechos que los desafían, los apóstoles
alimentan el deseo de percibir en ellos la voluntad de Dios.
2.
Respecto al
texto bíblico. Conocen la Escritura, Pedro sabe dónde encontrar los textos y cómo
traerlos a la reunión.
3.
Ambiente de
comunidad orante. Tratan de ser comunidad, tener la misma animación, ser un solo corazón y
una sola alma. Es lo que los mantiene unidos, a pesar de las diferencias. A
pesar de que el ambiente general es de oración, ellos, además de eso, tienen un
momento especial de oración.
4.
En la
realización de la tarea, que han descubierto con la ayuda de la Escritura,
usan la cabeza y el corazón y promueven la participación de todos.
Que estos puntos en la manera de
proceder de los primeros cristianos iluminen nuestra propia manera de
actuar en nuestra comunidad.
Tema 2:
PENTECOSTÉS: NACE LA IGLESIA.
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2,4).
Mensaje
Hoy también suceden
muchos Pentecostés, momentos fuertes dentro de la marcha, momentos en que se
toma conciencia, de lucha, de celebración, de descubrimientos, de testimonio.
¡Tantos momentos!
En los Hechos se
narran varios Pentecostés o manifestaciones del Espíritu Santo.
-
El primero, del que nació la Iglesia (2,1-13).
-
El de la época de la persecución, en que la Iglesia renace (4,31).
-
Aquel cuando Cornelio fue bautizado, en que la Iglesia se abrió para el
mundo (10,44-45).
-
El de Éfeso, cuando los discípulos de Juan Bautista fueron bautizados por
Pablo en que el Espíritu se manifiesta aún en aquellos que no lo conocen
(19,4-6).
Es el Espíritu de Jesús que,
siempre nuevo, sin parar, hace nacer y renacer la Iglesia, las comunidades.
El texto de hoy describe el
nacimiento de la Iglesia teniendo a la vista el ideal que ella debe realizar en
el mundo. Para poder percibir este mensaje cristalizado en el texto, primero
vamos a examinarlo de cerca. Se inicia con la descripción de un hecho (Hechos
2,1-13). Enseguida trae el resumen de un discurso que interpreta el mensaje del
hecho (2,14-36). Termina con la descripción de otro hecho, en el que aparece el
resultado de la aceptación del mensaje en la vida del pueblo (2,37-41).
En el día de
Pentecostés aparece el ideal que el Espíritu quiere realizar. Aparece la
novedad. Por ejemplo, de acuerdo a lo que enseñaba la clase sacerdotal de la
época, Dios acostumbraba manifestarse en el Templo. Aquí en cambio, todo es
diferente. La mentalidad antigua comienza a desintegrarse. En el día de
Pentecostés, los apóstoles no hablaban otros idiomas, sino que cada uno se
expresaba en su propia lengua y los demás lo entendían como si les hablasen en
la lengua de ellos. Hablaban el lenguaje del amor que todos entienden, aunque
sea en otro idioma.
Que sea un momento en
que dejemos al Espíritu de Jesús obrar en medio de nosotros; permitir que
produzca libertad, aceptación y comunicación sin miedo.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: El nacimiento de nuestra Comunidad
1.
¿Cuándo y de qué manera nació nuestra Comunidad?
2.
¿Cuáles fueron los momentos fuertes de nuestra
Comunidad?
Palabra de
Dios. Hechos 2,1-41: Los orígenes de la 1ª Comunidad cristiana.
3.
En esta lectura, ¿cuáles son los textos o hechos
del Antiguo Testamento?
4.
En esta lectura, ¿cuál es la novedad en esta
manifestación del Espíritu Santo?
Hoy nosotros: Seguir al
Espíritu Santo hoy
5.
¿Cómo pueden estas imágenes del viento y del fuego
ayudarnos hoy a percibir la acción del Espíritu Santo en la vida y la historia
de nuestra Comunidad?
6.
¿A qué compromiso nos sentimos llamados
personalmente y como Comunidad?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Insistamos en
la acción de gracias. Salmo. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a meditar los textos de Hechos 2,42-47;
4,32-37 y 5,12-16, que nos presentan la comunidad modelo. Texto de apoyo: 1
Corintios 13,1-13.
-
Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima
reunión.
Comentario 2: La acción del Espíritu Santo en el surgimiento y en la vida
de las comunidades
A. LA ACCIÓN
DEL ESPÍRITU SANTO EN LA HUMANIDAD Y EN LA VIDA DEL PUEBLO DE DIOS
El Espíritu Santo es
como el viento, como el aire (Juan 3,8). Llena la amplitud de la tierra (Sabiduría
8,1). Está en todos, como aliento de vida (Génesis 2,7). Cuando desaparece,
desaparece la vida (Salmo 104,29). Tiene fuerza creadora (Sal 104,30) y
consigue revitalizar los huesos secos por la muerte (Ezequiel 37,1-14). En el
día de la creación, ya flotaba sobre las aguas y llenaba de fuerza la Palabra
creadora (Génesis 1,2).
Desde el comienzo, el
Espíritu está presente en la vida y en la historia del Pueblo de Dios y lo guía
por el desierto hacia la tierra prometida (Números 11,25-29). Orienta a Moisés
en las decisiones (Números 17,16; 27,16; Deuteronomio 34,9). Suscita profetas,
los conduce a enfrentar a los reyes y a denunciar los errores de los poderosos
(Miqueas 3,8; Ezequiel 2,2; Isaías 42,1). Hace alegrar al pueblo en las fiestas
y lo lleva a producir sus salmos (Mateo 22,43). Es el que orienta los pasos de
los sabios para que encuentren la sabiduría divina distribuida por el universo
(Sabiduría 7,22-8,1). Muchas veces intentaron manipularlo, pero no lo
consiguieron (Deuteronomio 18,19-22; Jeremías 14,13-16). ¡Él es libre!
Por la acción del
Espíritu, la Palabra se hace carne (Lucas 1,35). Trae alegría a María e Isabel
(Lucas 1,41). Desciende sobre Jesús en la hora del bautismo (Marcos 1,10). Lo
unge para la misión de Mesías (Lucas 4,18). Lo lleva al desierto (Lucas 1,12).
Con la fuerza de este mismo Espíritu Jesús vuelve a Galilea y comienza la
acción evangelizadora (Lucas 4,14). Es en El que Jesús se alegra cuando ve que
los pobres aceptan la Palabra de Dios (Lucas 10,21). Es este mismo Espíritu el
que Jesús promete como gran don mesiánico (Hechos 1,5.8; Lucas 24,49; Juan
14,26; 16,13). El realiza la profecía de Joel (Hechos 2,17-18). “Ojalá todo el
pueblo de Yahvé fuese profeta y recibiese el Espíritu de Yahvé” (Números
11,29).
En el día de
Pentecostés, este Espíritu inaugura la nueva humanidad desde la Iglesia (Hechos
2,4.33; 4,31). A partir de este momento, es el Espíritu de Jesús el que anima
la vida y la historia de las comunidades. El dirige realmente todos sus pasos
hacia el Reino definitivo que comienza a construirse en muchos lugares.
B. LA ACCIÓN
DEL ESPÍRITU DE JESÚS RESUCITADO EN LA VIDA DE LAS COMUNIDADES
- La fuerza del Espíritu Santo
̵
En el día de Pentecostés fue El quien transformó a los Apóstoles.
Antes, eran miedosos (Juan 20,19). Ahora abren las puertas y enfrentan a la
multitud (Hechos 2,14). Antes, vivían aceptando la decisión del gobierno que
mató a Jesús (Lucas 24,20). Ahora, dicen: “Debemos obedecer más a Dios que a
los hombres” (Hechos 5,29). Antes, Pedro había negado a Jesús delante de una
empleada (Lucas 22,56). Ahora, da testimonio valiente delante de la multitud
(Hechos 2,32).
-
Este Espíritu está presente en las comunidades y trae alegría y
consolación en medio de las dificultades (Hechos 9,31; 13,52). El orienta en los
momentos decisivos de la historia: en la hora en que entran los gentiles
(Hechos 11,15; 10,44-45.47; 15,8), en la hora de tomar la iniciativa de la
misión y de enviar los misioneros (Hechos 13,2.4), en la hora de la
persecución, delante de los tribunales (Marcos 13,11; Hechos 4,31).
-
Está presente también en aquellos que coordinan las comunidades (Hechos
20,28); en los Apóstoles (Hechos 5,32; 15,28), en los diáconos (Hechos 6,3).
Por ejemplo, en Pedro, cuando lleno de coraje, enfrenta a las autoridades (Hechos
4,8); cuando toma la decisión de bautizar a los primeros gentiles (Hechos 10,9;
11,12) y de no imponerles la ley de Moisés (Hechos 15,8). Anima a Pablo cuando
enfrenta al mago Elimas (Hechos 13,9), cuando se levanta para anunciar la Buena
Nueva (Hechos 13,9), o cuando vuelve a Jerusalén, después de su último viaje,
donde será preso (20,22-23).
-
Está presente en los misioneros que van a anunciar la Buena Nueva (Hechos
13,4). Los acompaña en los viajes (Hechos 16,6.7), tanto a la ida como a la
vuelta (Hechos 20,22-23). En los viajes misioneros de Felipe y en su
conversación con el etíope (Hechos 8,29.39). Obra sobre Esteban hasta el punto
que nadie consigue resistir a sus palabras (Hechos 6,5.10; 7,55). Está presente
en tantas otras personas: en Bernabé, enviado para coordinar la primera
comunidad de paganos (Hechos 11,24). En Agabo el profeta, que anuncia hambre
para la región (Hechos 11,18) y prisión para Pablo (Hechos 21,11). En Ananías
cuando va a recibir a Pablo en la comunidad (Hechos 9,17). En las cuatro hijas
de Felipe que profetizaban (Hechos 21,9), como estuvo antes en María (Lucas
1,35) y en Isabel (Lucas 1,41).
-
En todas partes, el Espíritu es mayor que las instituciones. ¡Es
libre! No siempre obedece a las leyes y a las costumbres de la Iglesia. Llega a
despertar a los cristianos por medio de acciones de los que no son cristianos.
Por ejemplo, se manifiesta a Cornelio aún antes del bautismo (Hechos 10,44-48),
y a Apolo, cuando apenas tenía el bautismo de Juan Bautista (Hechos 18,25). Y
hoy, por medio de tantos luchadores no cristianos, despierta a muchos
cristianos a una dimensión social, política y económica de amor al prójimo. El
Espíritu no está solamente en la Iglesia, obra también fuera de ella. Llena la
amplitud de la tierra (Sabiduría 8,1; Salmo 104,29). Es como el viento: no
sabemos de dónde viene ni para donde va (Juan 3,8). El Espíritu obra con
libertad.
2. Los pecados contra el Espíritu Santo
Uno de los mayores
pecados es resistir al Espíritu (Hechos 7,51), tentarlo (Hechos 5,9), mentir contra
El (Hechos 5,3), querer comprarlo (Hechos 8,19). El Espíritu no se compra no se
vende (Hechos 8,20), pero se obtiene por la oración (Lucas 11,13). El se
comunica de muchas maneras, por ejemplo, por la imposición de las manos (Hechos
8,17.18; 19,6), por la conversión y por el bautismo (Hechos 2,38), por la
oración (Hechos 8,15). Traduciendo todo
esto a nuestra vida, podemos decir que el Espíritu se manifiesta a través de
las iniciativas y el testimonio de las comunidades, a través de las
celebraciones de la Palabra y de los Sacramentos, a través de las personas y
sus luchas por el bien de los otros, a través de los acontecimientos, de las
reuniones y encuentros, a través de los conflictos y las persecuciones, a
través de las decisiones tomadas en comunidad, a través de los animadores, a
través de la lectura e interpretación de la Biblia. Hasta hoy, los siete dones
(Isaías 11,2-3) orientan a las comunidades y animan a las personas. Todo lo
bueno que sucede en la vida de las Iglesias y en la historia de los pueblos es
fruto de la acción invisible del Espíritu.
C. LA ACCIÓN
DEL ESPÍRITU A TRAVÉS DE LA BIBLIA EN NUESTRA VIDA
La Biblia es el
diccionario que nos ayuda a leer lo que el Espíritu nos habla a través de la
vida. Pero no cualquier lectura de la Biblia. Solo la lectura que esté unida
con la vida y la historia del pueblo de Dios. La Biblia, sin comunidad es como
una rama cortada del árbol. ¡Seca! La lectura de la Biblia separada de la vida
de la comunidad hace que la vida quede seca. Diciendo lo mismo con palabras de
Pablo: “La letra mata, el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3,6).
- “La letra mata”
Esto
significaba: no querer percibir que la historia del Antiguo Testamento estaba
orientada para desembocar en Jesucristo (2 Corintios 3,13). Significa cerrarse
al mundo, dentro de la ideología dominante, y no querer percibir que dentro de
nuestra historia existe el hilo de oro de la acción de Dios que nos orienta
hacia la vida plena.
- “El Espíritu vivifica”
Esto
significaba leer el Antiguo Testamento a la luz de la resurrección de Jesús,
presente en la comunidad y en los ojos del lector (2 Corintios 3,14-16).
Significa tener conciencia que la Biblia fue escrita en la misma comunidad de
la que somos parte y en la que, hasta hoy, actúa el mismo Espíritu. Cuando
leemos la Biblia, el mismo Espíritu nos mueve y nos ayuda a ver nuestra
realidad con los ojos de la fe. Sin él, no es posible descubrir el sentido que
la Biblia tiene para nosotros (Juan 16,12-13; 14,26). El nos revela el sentido
“espiritual”.
D. ¿CON QUÉ
COMPARAREMOS LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO?
La acción del Espíritu
que está en el origen de la Biblia, puede ser comparada con la lluvia; cae
desde lo alto, penetra el suelo, y despierta a la semilla que produce la planta
(Isaías 55,10-11). La planta es el fruto de la lluvia y del suelo, del cielo y
de la tierra. La Biblia es fruto, al mismo tiempo, de la acción del Espíritu y
de nuestro esfuerzo. Es Palabra del Dios del Pueblo y palabra del Pueblo de
Dios.
La acción del Espíritu
en la Biblia es como un metro cúbico de agua dentro de un gran río. El metro
cúbico no puede ser analizado independientemente del resto del agua del río,
porque tiene exactamente las mismas cualidades que el río porque forma parte de
él. Así, la acción del Espíritu en la Biblia y a través de la Biblia no puede
ser analizada sin tener en cuenta la presencia del Espíritu en el universo, en
la historia, en Iglesia y en la vida.
La acción del Espíritu
puede ser comparada con el sol: sus rayos invisibles calientan la tierra y
hacen crecer las plantas. Puede ser comparado con el viento que no se ve. La
Biblia es fruto del viento invisible de Dios que mueve a los hombres y a las
mujeres a trabajar, a hablar o a escribir.
Como dijo alguien en
una reunión de comunidad en un barrio suburbano: “La acción del Espíritu es
como el fuego de un basurero, pasa quemando la basura todo el tiempo, aunque no
veamos el fuego. Viene la lluvia y parece que se apaga. Al día siguiente
aparece el humo. El fuego continúa vivo. Llega el camión recolector, echa la
basura dentro. Parece que se apaga. Al día siguiente, el hilo de humo es prueba
de que el fuego continúa escondido dentro de la basura. El Espíritu Santo es el
fuego de Dios en la basura de la humanidad. ¡Nadie consigue apagarlo!
Tema 3:
COMUNIDAD MODELO.
“La multitud de los fieles tenían un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4,32).
Mensaje
Para este encuentro
tenemos tres textos cortos, muy usados en las comunidades para la revisión de
vida. Antes de leer y meditar los textos, vamos a revisar nuestra vida
comunitaria. Así será más provechosa la comparación con el texto bíblico.
Son tres textos muy
semejantes. Con todo, cada uno tiene su característica propia. Cada uno acentúa
un determinado aspecto de la vida comunitaria. Vamos a verlo más de cerca. Los
tres resúmenes describen no tanto cómo fueron las comunidades, sino más bien
cómo deben ser. Pintan el ideal que se inspira en dos fuentes:
-
En la Ley del Antiguo Testamento: “Entre ustedes no habrá pobres”
(Deuteronomio 15,4). No habrá, esto es, no debe haber.
-
En el ideal presentado por Jesús: “Anda, vende todo lo que tienes, dalo a
los pobres y después, ven y sígueme” (Marcos 10,21).
Acabamos de ver el ideal que
Lucas presenta a las comunidades de su tiempo en el año 85. Allí ofrece
criterios para una vida comunitaria que sea fiel al evangelio.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: Las CEBs (Comunidades Eclesiales de Base) son una alternativa tanto para
la Iglesia como para la sociedad.
1.
¿Qué características tiene nuestra vida en
comunidad?
2.
¿En qué es nuestra vida en comunidad una
alternativa para la sociedad?
Palabra de
Dios. Hechos 2,42-47; 4,32-37 y 5,12-16: Descripciones de la 1ª comunidad
cristiana
3.
¿Qué tienen en común estas 3 lecturas?
4.
Según estas lecturas, ¿cuáles eran los ideales de
la 1ª comunidad cristiana?
Hoy nosotros: Evaluarnos y
mejorar
5.
De las características de las primeras comunidades
cristianas, ¿cuál es la que más nos hace falta?
6.
¿Qué vamos a hacer para mejorar nuestra comunidad?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Recemos a
partir de lo que más nos ha gustado en este encuentro. Salmo. Canto. Bendición
final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a leer y meditar el texto de hechos 3,11
hasta 4,22, donde aparece cómo anunciaban el Evangelio los primeros cristianos.
Texto de apoyo: 1 Corintios 1,17-31.
-
Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima
reunión.
Comentario 3: La comunidad modelo de los primeros cristianos
¿Cómo debe ser una
comunidad para que ella sea signo de vida nueva? El Nuevo Testamento trae
varios modelos. El álbum de la familia de Dios tiene muchas fotografías. Por
ejemplo, el evangelio de Mateo trae una propuesta en el discurso de la
comunidad (18,1-35) y otra en el Sermón de la Montaña (5 a 8). Marcos describe
un proyecto de comunidad a través de una serie de episodios que revelan el
objetivo de la Buena Nueva en la vida del pueblo (Marcos 1,16-45). Lucas a su
vez, propone un modelo al describir la vida de los primeros cristianos. Es un
modelo apoyado en cuatro columnas: “Perseveraban en la enseñanza de los
apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hechos
2,41). Vamos a examinarlo el modelo que nos propone Lucas.
1ª COLUMNA: LA
ENSEÑANZA DE LOS APÓSTOLES
Indica el nuevo cuadro
de referencias de la vida comunitaria. Esta enseñanza es la nueva
interpretación de la vida y de la Biblia, transmitida por los apóstoles a
partir de la experiencia que tuvieron de la resurrección. Como Jesús, los
cristianos tuvieron el coraje de romper con la enseñanza de los escribas. En
lugar de seguir la doctrina de los doctores de la época, siguen ahora la
doctrina de doce personas sin instrucción (Hechos 4,13).
Este nuevo liderazgo
no llegó de la tradición ni de la raza ni del poder o de otra fuerza ni de
algún discurso o diploma, sino de los signos realizados en la comunidad (Hechos
2,43; 4,33; 5,12.15-16) y de las órdenes dadas por Jesús resucitado: a
Magdalena, a los doce apóstoles, a los ciento veinte discípulos, a las mujeres,
a la multitud en el Monte de los Olivos (Mateo 28,18-20; Marcos 16,15; Lucas
24,44-49; Juan 20,23; 21,17). En el ejercicio de esta autoridad, con todo, los
animadores eran cuestionados por la comunidad (Gálatas 2,11-14; Hechos 11,3) y
debían dar cuentas (Hechos 11,4-18).
2ª COLUMNA: LA
COMUNIÓN
Indica el nuevo ideal
de vida comunitaria. La comunión nace del Padre (1 Juan 1,3), del Hijo (1
Corintios 1-9), y del Espíritu Santo (2 Corintios 13,13; Filipenses 2,1) y se
traduce en comunión fraterna, compartiendo los bienes. Los primeros cristianos
ponían todo en común, al punto de no haber más necesitados entre ellos (Hechos
2,44-45; 4,32.34-35). Así, cumplían la Ley de Dios que decía: “Entre ustedes no
debe haber pobres” (Deuteronomio 15,4). La comunión indicaba la actitud de
quien no se consideraba dueño de lo que poseía, sino que tenía el coraje de
compartir sus bienes con los demás (Romanos 15,26; 2 Corintios 9,13; Filemón 6
y 17).
El ideal de la comunión
era llegar a compartir no solo los bienes, sino también los sentimientos y la
experiencia de vida, al punto que todos fueran un solo corazón y una sola alma
(Hechos 4,32; 1,14,46). Llegar a una convivencia sin secretos (Juan 15,15) que
supera las barreras provenientes de religión, clase social, sexo o raza (Cf.
Gálatas 3,28; Colosenses 3,11; 1 Corintios 12,13).
Esta comunión es
sagrada. No puede ser profanada. Quien abusa de ella en su beneficio, muere
para la comunidad. Es la lección del episodio de Ananías y Safira (Hechos
2,1-11).
3ª COLUMNA: LA
FRACCIÓN DEL PAN
Indica la nueva fuente
de la vida comunitaria. La expresión proviene de las comidas judías, en las que
el padre compartía el pan con los hijos y con aquellos que no tenían nada. La
fracción del pan recordaba las muchas veces que Jesús había compartido con los
discípulos y con los pobres (Juan 6,11). Recordaba el gesto de compartir que
abrió los ojos de los discípulos a la presencia viva de Jesús en medio de la
comunidad (Lucas 24,30-35).
Significaba sobretodo
el gesto supremo del “amor hasta el fin” (Juan 13,1), la eucaristía, “la
comunión con la sangre y el cuerpo de Cristo” (1 Corintios 10,16), la Pascua
del Señor (1 Corintios 11,23-27), la memoria de su muerte y de su resurrección
(1 Corintios 11,26) que garantiza la vida a quienes dan la vida por los otros.
La fracción del pan se
hacía en las casas y no en la majestad del templo (Hechos 2,46; 20,7); era el
lugar de la liturgia “en Espíritu y en Verdad” (Juan 4,23). Muchas veces, con todo,
la realidad quedaba debajo del ideal. Pablo critica los abusos que sucedían en
la comunidad de Corinto (1 Corintios 11,18-22.29-34).
4ª COLUMNA: LAS
ORACIONES
Indica el nuevo
ambiente de la vida comunitaria. Los apóstoles tenían una tarea doble: “permanecer
asiduos en la Oración y al ministerio de la Palabra” (Hechos 6,4). A través de
la Oración, los cristianos permanecían unidos entre sí y con Dios (Hechos
5,12b) y se fortalecían en la hora de las persecuciones (Hechos 4,23-31). La
Palabra, la Biblia, era el libro de cabecera, el diccionario para poder leer y
entender lo que Dios estaba hablando por los hechos de vida; la luz que los
iluminaba en el camino.
A pesar de seguir una
doctrina diferente de la tradicional, no rompían con las costumbres de piedad
del pueblo, sino que continuaban frecuentando el templo (Hechos 2,46). Era allí
donde el pueblo expresaba y vivía su fe, e iba para rezar. Eran conocidos como
el grupo que se reunía en el pórtico de Salomón (Hechos 5,12). La Biblia era no
solo luz, sino también fuente de fortaleza.
CONCLUSIÓN: ¿ES
POSIBLE REALIZAR ESTE IDEAL?
El modelo que Lucas
presenta aquí, es muy elevado. Parece imposible de realizar. Lucas lo sabe.
Basta recordar el episodio de Ananías y Safira (Hechos 5,1-11). Entonces, ¿por
qué nos presenta un modelo tan difícil? La experiencia enseña lo siguiente…
Cuando una comunidad, que vive separada de las otras, se enfrenta con un modelo
elevado, se desanima. Pero cuando participa con otras comunidades de mismo
estilo y cuando se encuentra con ellas para compartir experiencias, se anima
con el modo de ser de las demás. Aún siendo un modelo elevado, vence el
cansancio y genera coraje. Un modelo así funciona como despertador. Anima a las
personas, pues hace ver que dentro de la vida de ellas existen señales y
semillas de este ideal. Es así, por ejemplo, que funciona el ideal de vida
presentado por los fundadores y fundadoras. Es siempre un ideal elevado, pero
no crea desánimo, porque las comunidades de la Congregación se animan mutuamente.
Lo mismo vale para el modelo presentado por Lucas en los Hechos. Debe ser
asumido comunitariamente por todas las comunidades.
Tema 4: EL
ANUNCIO DEL EVANGELIO.
“¡ Dios lo resucitó de entre los muertos ! Nosotros somos testigos de ello”
(Hechos 3,15).
Mensaje
Anunciar el Evangelio
es la razón de ser de nuestra vida de cristianos y religiosos. El fundamento y
la plataforma de donde parte este anuncio y que le da consistencia, es la
vivencia comunitaria del Evangelio. Sin el testimonio de vida, lo que se dice
con la boca, es como una vela bonita, pero apagada. Nos deja a oscuras. Muchas
veces, con todo, la Vida Religiosa nos hace caer en la rutina y nos acomoda a
una observancia estéril que mata el testimonio y que ya no tiene nada que ver
con la vivencia del Evangelio. A veces, por causa de las circunstancias de la
vida somos obligados a testimoniar y despertamos del sueño. Vamos a conversar
sobre esto.
El texto que vamos a
ver más de cerca es largo y trata de muchos asuntos diferentes. Sin embargo, a
pesar de las diferencias, hay algo que origina una unidad. Los varios asuntos
son como ladrillos que están unidos entre sí por la misma pared y por el mismo
dibujo del artista. El texto ubica el anuncio dentro de la realidad de la
época. Se trasluce la situación del pueblo. Por ejemplo, enfermedades (3,2),
religiosidad (3,10.12), control ejercido por las autoridades sobre el pueblo
(4,1-3). Vamos a completar este cuadro.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra realidad: Las CEBs somos
semillas de un mundo nuevo
1.
¿De qué maneras son nuestras Comunidades un
testimonio de Jesús?
2.
¿De qué maneras son nuestras Comunidades una
respuesta a las necesidades de hoy?
Palabra de
Dios. Hechos 3,1- 4,22: Las primeras Comunidades fueron presencia del Reino.
3.
¿Qué es lo que nos llama la atención de las
actividades de las primeras comunidades cristianas?
4.
¿Cómo respondían a la situación de la época las
vivencias de las primeras comunidades cristianas?
Hoy nosotros: Fortalece
nuestra organización comunitaria
5.
A partir de nuestras reflexiones, ¿qué debilidades
aparecen en nuestra Comunidad?
6.
¿Cómo nos vamos a organizar mejor para superar las
mayores debilidades encontradas en nuestra Comunidad?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Hagamos memoria
de los grandes evangelizadores latinoamericanos de ayer y de hoy. Salmo. Canto.
Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a leer y meditar los textos de Hechos 8,1-3;
11,19-21; 4,23-31; 13,44-42, donde vamos a ver cómo los primeros cristianos
enfrentaban el conflicto. Texto de apoyo: 2 Corintios 4,7-5,10.
-
Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima
reunión.
Comentario 4: La nueva evangelización y el anuncio hecho por los apóstoles
A. LA FUENTE DE
LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Nueva evangelización
no es solo una cuestión de nuevas técnicas de comunicación. Si fuera solamente
esto, bastaría colocar un satélite en el aire, entrenar un grupo de personas y,
dentro de algunos años, el mundo estaría totalmente cristianizado. Pero el
problema no es este.
Evangelizar es revelar
el rostro de Dios y hacer sentir que este rostro constituye el Bien Mayor para
la vida humana. “Haz brillar sobre nosotros tu rostro y seremos salvados”
(Salmo 80,4). Esto solo es posible a partir de una nueva experiencia de Dios,
dentro de la realidad que hoy vivimos. Sin esta experiencia, las palabras que
decimos, por más nuevas que sean, serán viejas y la evangelización, por más
nuevas que sean las técnicas, no será nueva.
Jesús vino a revelar
el rostro del Padre. “Quien me ve a mí, ve a mi Padre” (Juan 14,9). El rostro
de Dios es la luz de la vida humana, la raíz de la libertad. Es la eterna Buena
Nueva para el pueblo oprimido. Sin este rostro, todo queda oscuro. No existe
disciplina, ni ascesis, ni organización, ni rito, ni catecismo que pueda
sustituirlo. Quien no lo conozca, tal vez no sienta su falta. Así, hoy, mucha
gente no siente su falta. Viven cómodos. Pero quien lo encontró, ya no sabe vivir
sin El. El encuentro con El revoluciona la vida, produce libertad, hace
descubrir lo que está equivocado dentro de nosotros y alrededor nuestro, y
anima para la lucha, a fin de recolocar todo en su lugar, ‘como Dios manda’.
¿Cómo hacer para revelar el rostro de Dios?
B. LA DINÁMICA
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
El anuncio de la Buena
Nueva hecho por los apóstoles y descrito por Lucas en los varios discursos de
los Hechos, trae una secuencia o una dinámica que ayuda a entender lo que viene
a ser evangelización y ofrece pistas cómo realizarla hoy. Veamos.
1.
Los
acontecimientos
Los
hechos en que Dios se revela están ahí. Suceden. No dependen de nosotros. Nos
desafían: el ruido del viento (Hechos 2,12), la curación de un paralítico
(3,10), el coraje de los apóstoles (4,13), la historia del pueblo (13,17-25),
la religiosidad de los paganos (17,22-23). Son hechos que provocan preguntas y
suscitan interpretaciones variadas y hasta erróneas: “Están borrachos” (2,13).
Su mensaje no siempre es percibido y necesita ser revelado e interpretado. Hoy
también suceden muchos hechos en los que Dios está presente, libertando a su
pueblo, pero su mensaje no es percibido o es mal interpretado. Falta una
palabra de autoridad para interpretar los hechos y revelar, así, su mensaje.
2.
Una palabra
La
palabra de los apóstoles, usando el buen sentido y la razón, deshace la
interpretación errónea: “No estaban borrachos” (Hechos 2,15), “No es magia”
(3,12). Al mismo tiempo, ella quita el velo de los hechos y “revela” en ellos
la presencia de Dios. O sea, los apóstoles muestran que el hecho está
sucediendo porque Dios resucitó a Jesús y le concedió la plenitud del Espíritu.
Es el Espíritu Santo, enviado por Jesús, quien está realizando el hecho: el
viento (2,33), la curación del paralítico (3,15-16), la valentía de los
apóstoles (4,8.20), la historia (13,26-31), la religiosidad (17,23.31). Así,
gracias a la palabra de los evangelizadores, los acontecimientos dejan de ser
neutros y comienzan a interpelar a la gente.
3.
Un testimonio
La
palabra debe ser confirmada por el testimonio de vida de la persona que lo
comunica. De lo contrario, no tendría autoridad ni podría ser tomada en serio.
No basta hablar sobre Dios. Porque hablar de Dios sin testimonio es idolatría.
Es necesario que esta palabra aparezca encarnada en la vida de las personas y
que alguien tenga el coraje de sufrir y hasta morir por ella (Hechos 5,41;
7,55-59). Solo así merece crédito. Fue lo que hicieron los apóstoles. Daban
testimonio y confirmaban con su vida la verdad de lo que decían con la boca. El
estribillo es siempre el mismo: “¡Somos testigos!” (2,32; 3,15; 4,20; 5,32;
13,31). Lo mismo sucede hoy. ¡Tenemos el testimonio de tantas personas que
dieron y siguen dando su vida!
4.
Un proyecto
Además
de eso, los hechos, interpretados por la Palabra y confirmados por el
testimonio, eran presentados como la respuesta de Dios a la larga espera del
pueblo. Los apóstoles mostraban que todo sucedía conforme el proyecto de Dios,
descrito en la Biblia. Por eso, siempre insistían en decir que las cosas
sucedían “conforme a las Escrituras” (Hechos 2,16.25.34; 3,18.22.15; 4,11;
13,32-39). Las promesas de Dios a los padres estaban siendo realizadas. Así,
por la palabra de los apóstoles, los hechos se transformaban en Buena Nueva
para el pueblo. Con todo, hablando a los gentiles, Pablo no invocaba el Antiguo
Testamento de los judíos, sino el “antiguo testamento” de los gentiles, citando
frases significativas de la cultura griega (17,28). Lo mismo vale para
nosotros. Los hechos que hoy suceden también forman parte de un proyecto más
amplio, se sitúan dentro de una historia de promesas y de esperanzas del pueblo
al que pertenecemos. ¿Nosotros percibimos la presencia de Dios en nuestra
historia? ¿Cómo invocar hoy este nuestro “antiguo testamento”? ¿Cómo inculturar
hoy la Buena Nueva de Dios?
5.
Un llamado
Finalmente, los
apóstoles sacan conclusiones y muestran cómo los hechos interpelan a las
personas. Ellos no tienen miedo de incomodar la conciencia de los oyentes: Dios
resucitó a Jesús “que ustedes mataron” (Hechos 2,23-24; 3,13-15; 4,10; 13,27).
Piden que cambien de vida, a veces, de manera explícita (2,38-40; 3,19-20;
13,38-41; 17,30-31); otras veces, de manera implícita (4,11-12.19-20). Así, el
llamado de Dios ya no viene de un discurso bien hecho, sino de un hecho real,
observado por todos, cuyo velo fue quitado por las palabras de los apóstoles.
Este llamado es el objetivo del anuncio. ¿Cómo hacerlo hoy de modo que no sea
un discurso moralista, sino que provoque un cambio radical de vida y llegue a
las motivaciones más profundas de las personas? La Buena Nueva no es una
doctrina ni una moral, ni un catecismo, sino la presencia amiga de Yahvé, Dios
libertador, dentro de la historia.
RESUMIENDO
Esta secuencia
dinámica puede ser encontrada en casi todos los discursos de los Hechos. Supone
que, para poder anunciar la Buena Nueva, la persona debe:
1.
Ver la
realidad, la situación del pueblo, los hechos que suceden. Porque es allí dentro que
están las semillas del Reino que deben ser reveladas y anunciadas por la
palabra.
2.
Esta palabra
viva, con todo, no es un discurso ni una clase. Sino una palabra amiga y
confiable que hace que otro crea.
3.
Es palabra de autoridad no por causa del poder o de
la función que la persona ejerce, sino por causa del testimonio de su vida, porque ella vive lo que dice, encarna lo que
anuncia.
4.
Sin embargo, la fe no nace solo por causa del
testimonio. Nace también, porque el pueblo siente y percibe que este anuncio
viene a atender una larga espera,
viene a responder a un deseo, viene a completar lo que falta en la vida.
5.
Solo así quien anuncia puede pedir la conversión en Nombre de Dios y de
Jesucristo.
Finalmente, no
conviene olvidar que, en los Hechos, toda esta dinámica de acción
evangelizadora está animada por dentro por la acción del Espíritu Santo. El
está en el comienzo, en el medio y en el final. Sin El, no hay evangelización.
Tema 5: LA
EXPANSIÓN A TRAVÉS DE LA PERSECUCIÓN Y DE LOS CONFLICTOS.
“Una gran persecución contra la Iglesia los dispersó por las regiones de
Judea y Samaria”
(Hechos
8,1).
Mensaje
El conflicto no es un
accidente dentro la marcha. Es propiamente el camino. Forma parte de la vida.
Muchas veces sin solución. Todos tenemos amigos, parientes conocidos que se
encuentran comprometidos con la explotación y la corrupción. Son obispos,
sacerdotes, religiosos/as, laicos/as, gente buena, que viven la Iglesia de modo
diferente: optando por los ricos. El conflicto muchas veces es ambiguo y
confuso. Deja a la gente en una situación dolorosa, difícil, sin horizonte. Por
más que queremos, no conseguimos tener seguridad absoluta de su posición.
Además fallamos nosotros también: Caemos a veces en lo que denunciamos. Quizá
el desánimo y cansancio marcan el caminar actual de muchos cristianos. Es
necesario encontrar nuevas motivaciones para continuar la lucha y no
desanimarse ante los conflictos.
Estos textos revelan
algo sobre la composición y el objetivo del libro de los Hechos. Hablando de la
persecución, Lucas acentúa un elemento que siempre vuelve y que contribuye para
el crecimiento de las comunidades. Veremos esto más de cerca, examinar los
textos uno por uno. Las personas que persiguen no son las mismas. Las
situaciones no son las mismas. Los motivos que llevan a perseguir también no
son los mismos. Conflictos y tensiones no faltan en el camino. Para animar a
sus lectores y lectoras, Lucas conserva el ejemplo de las primeras comunidades.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: Los conflictos son el pan de cada día
1.
¿En qué situaciones de conflictos familiares y
sociales nos encontramos envueltos?
2.
¿Qué conflictos eclesiales nos están afectando?
Palabra de
Dios. Hechos 8,1-3; 11,19-21; 4,23-31; 13,44-52: Ejemplos de conflictos en la 1ª
Iglesia.
3.
¿Cómo aparece la persecución en estas 4 lecturas?
4.
¿Cómo resistían las primeras comunidades cristianos
los conflictos y las persecuciones?
Hoy nosotros: Ayudarnos para
hacer de los conflictos un reto a superar
5.
¿Qué enseñanzas nos dan las primeras comunidades
cristianas para enfrentar los conflictos?
6.
¿Cómo nos podemos ayudar para transformar los
conflictos en fuente de fe, esperanza y amor?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Orar por los que
perseguidos y maltratados de nuestra ciudad o país. Salmo. Canto. Bendición
final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a ver cómo los primeros cristianos
enfrentaban los conflictos. Texto de estudio: Hechos 8,1-3; 11,19-21 y
13,44-51. Texto de apoyo: 2 Corintios 4,7-5,10.
Repartámonos las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima
reunión. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.
Comentario 5: Espiritualidad en el conflicto
Por “espiritualidad en
el conflicto” entendemos la capacidad de transformar el mismo conflicto, las
crisis, las tensiones, la oscuridad, en fuente de fe, esperanza y amor. A la
Samaritana, Jesús le hizo notar la fuente estaba dentro de ella (Juan 4,13-14).
Como hizo con los discípulos de Emaús: transformó la cruz en señal de vida
(Lucas 24,13-35). ¿Cómo vivir el conflicto de manera que pueda servir para el
crecimiento y maduración personal, para el anuncio del Evangelio, y para
profundizar nuestra misión como cristianos comprometidos aquí en América
Latina?
A. EL GRAN
CONFLICTO Y LOS PEQUEÑOS CONFLICTOS
Al observar la
historia de la humanidad, percibimos en ella un gran conflicto: la organización
de la explotación contra la organización de la lucha en defensa de la vida.
Este conflicto no existe suelto en el aire, sino encarnado en muchos conflictos
que conocemos y vivimos diariamente. Frente a este gran conflicto, muchas veces
nos oponemos frontalmente. Pero el problema aparece cuando se trata de definir
posiciones con relación a los muchos conflictos que llenan el 90% de nuestra
vida. El gran conflicto, en sí tan claro y evidente, desaparece como la sal en
la comida, cuando se encarna en los conflictos diarios. Es difícil tener
claridad y una posición bien definida, por ejemplo: en una pelea callejera, en
la tensión entre dos personas de la misma comunidad, en una marcha de protesta,
en una huelga no aprobada por la ley, etc. El gran conflicto, la lucha por la
vida, pasa por los conflictos personales, en ellos se encarna y a través de
ellos busca soluciones. Lo importante es vivir el conflicto mayor a la luz del
pequeño y el pequeño a la luz del mayor. El peligro es separar los dos. Ahí es
cuando nos hundimos. El pequeño mundo de cada persona tiene la misma estructura
del gran mundo de la sociedad. En ambos se dan relaciones mutuas.
Todo esto suscita
muchas preguntas: ¿Cómo sustentar una posición cuando la misma gente reconoce
que el otro puede tener alguna razón? ¿Cómo mantener una posición firme sin
tener una certidumbre total al respecto? ¿Cómo impedir que las dudas paralicen
la acción de la gente? No es fácil responder. Es lo mismo que preguntar cómo la
oscuridad puede ser fuente de luz…
B. ALGUNAS
LUCES QUE NOS APORTAN LAS PRIMERAS COMUNIDADES
- Saber relativizar sin perder
la convicción
La
Biblia nos da una gran lección. Ella conserva una gran variedad de tradiciones,
muchas de ellas contradictorias y conflictivas entre sí. Por ejemplo, Pablo
insiste en la salvación por la fe y no por las obras (Romanos 4,1-25). Santiago
dice que la fe sin obras está muerta (Santiago 2,14-25). Entonces, para la
Biblia ¿todas las opiniones son buenas? ¡No! En la Biblia la verdad no es
excluyente, sino tolerante. No se impone, sino que se ofrece. No es el fruto de
la imposición, sino del descubrimiento progresivo. No procura vencer, sino
convencer, por medio de varios caminos. Pero para todos, ‘lo único absoluto es
el Reino’ (Pablo 6º, Mateo 6,33).
Nadie
es dueño de la lucha, ni comanda la historia. El dogmatismo y la intolerancia,
sea religiosa o ideológica, impide el diálogo, destruye la libertad del otro,
ciega a la persona e impide descubrir la parte de verdad que existe en el otro.
- Saber armonizar las dos
luchas: la social y la personal
A
veces, las personas se desintegran, porque no dan suficiente atención a lo que
pasa dentro de ellas mismas. No llegan a una entrega madura, porque no se
poseen a sí mismas. El primer conflicto básico a ser enfrentado es aceptarse a
sí mismo con todas las limitaciones, por más dolorosas que sean. De lo
contrario, la persona puede fracasar en la lucha y ser causa del fracaso de
muchos otros. La historia tiene ejemplos de ello (Cf. 2 Samuel 11,2-24).
Un
conflicto personal bien vivido nunca es solo personal. Pablo vivió un conflicto
personal muy grande (Cf. Romanos 7,14-24). Vivió en propia piel el conflicto de
su pueblo. Cuando encontró la solución para sí, la encontró también para el
pueblo. La vida personal debe ser una muestra de aquello que la persona quiere
realizar en los otros.
- Profundizar las motivaciones
más allá de la conciencia crítica
No
basta tener conciencia crítica para poder enfrentar el conflicto. Es necesario
tener instrumentos concretos para torearlo, aunque sea de modo imperfecto. De
lo contrario, nos colocamos y colocamos a la gente en la desesperación. El
sistema en que vivimos está tan bien organizado, que ya no tiene miedo de la
conciencia crítica. Ya no recurre a la censura para mantenerse. Todas las
formas de información son permitidas. En muchos ha logrado crear un sentimiento
de impotencia que paraliza y le hace decir: “Ya no puedo hacer nada para
remediar esta situación del mundo” Existe una cierta saturación de informarse.
También se escucha decir: “¡Basta de análisis de la realidad! Estamos cansados
de saber estas cosas”.
Algo
semejante sucedió con Pablo. Pensaba poder convertir al pueblo de Atenas con su
análisis y sus argumentos (Cf. Hechos 17,16-31). Fue derrumbado (17,32-34) y
quedó muy desanimado. Se recuperó cuando descubrió la fuerza y la sabiduría de
la Cruz en las afueras pobres de Corinto (Cf. 1 Corintios 1,17-2,5).
- Saber mantener la firmeza
sin perder la ternura
Sin
una gran firmeza no es posible conducir la lucha hasta el fin. Firmeza, con
todo, no es sinónimo de dureza. Muchas veces, la dureza apenas es un disfraz
para esconder justamente la falta de firmeza. La violencia es el arma de los
débiles y desesperados. Vence, pero no convence. Dentro de la firmeza debe
existir la ternura. El otro debe poder sentir que, a pesar del conflicto, no lo
están rechazando. Debe poder sentir que tiene el derecho de existir y que le
reconocemos este derecho. La firmeza que nace de la fuerza del amor y de la
gratuidad de querer el bien es mayor y más amplia que la de la divergencia que
separa y divide.
Esta
firmeza aparece en Jesús. El no se imponía por la fuerza, sino por el
testimonio de su vida y por la gratuidad de querer el bien. Cuando aún éramos
pecadores, El nos amó y se entregó por nosotros (Cf. Romanos 5,8; Gálatas 2,20;
1 Juan 4,10.19). No vencía, sino convencía. La causa que defendía no dependía
de una victoria alcanzada por la fuerza. Su firmeza era reconocida por los
pobres que decían: “¡Habla con autoridad! Todo lo hace bien (Marcos 1,27 y
7,37).
- Saber caminar y luchar en
comunidad
Nadie
aguanta solitario el conflicto. La soledad mata. El sistema nos quiere vencer
por el cansancio. Nuestras comunidades nos dan una lección. No permiten que una
persona se exponga sola. La profecía es más comunitaria que personal. La unión
de las personas en grupos y comunidades es un medio eficiente para neutralizar
el proceso de masificación en marcha a través de los medios de comunicación. Es
muy importante tener momentos de revisión para evaluar la manera cómo estamos
enfrentando el conflicto. Esta revisión es, al mismo tiempo, análisis de la
coyuntura y atención a la condición personal de cada uno.
Los
primeros cristianos tenían encuentros, en los que procuraban revisar la marcha
(Cf. Mateo 18,15-18). En las horas difíciles de la persecución, se reunían para
rezar y animarse mutuamente (Cf. Hechos 4,23-31). Por medio de sus cartas,
Pablo ayudaba a que las comunidades evalúen sus problemas y no perdieran el
rumbo de su camino. El mismo Jesús hacía evaluación con los discípulos (Lucas
10,17-20; Marcos 6,31).
- Saber tener racionalidad y
ser suficientemente astutos
Es
muy importante tener criterios precisos de análisis de la realidad. No ser
ingenuo, sino saber desenmascarar los engaños de la ideología dominante. Sin
racionalidad es imposible enfrentar los conflictos. La racionalidad nos permite
tomar una cierta distancia para percibir la situación con objetividad. Es
importante que esta racionalidad o conciencia crítica sea compartida en
comunidad y acompañada de una práctica, aunque sea pequeña. Esto evita que la
demasiada información crítica arroje a las gentes a la desesperación.
Jesús
recomendaba ser sencillos como paloma y astutos como serpiente (Mateo 10,16).
El sabía cómo comportarse en el conflicto. Practicaba lo que enseñaba. En las
discusiones no perdía la calma. Sabía responder y argumentar (Marcos 2,23-26).
No tenía miedo de meter el dedo en los puntos flacos de los adversarios (Marcos
3,1-6; 7,6-13). Era vivo y descubría las artimañas de sus enemigos (Juan 8,6;
Marcos 12,15). Nunca perdió una discusión (Marcos 11,27-33). Cuando era
necesario, huía y se escondía (Juan 11,53.54; 10,39), porque Dios manda ser
bueno pero no tonto.
- Saber situar el conflicto
actual en el conjunto total
Muchas
veces, perdemos de vista el conjunto y tomamos decisiones inmediatas. Una cosa
es vencer en una batalla, otra cosa es ganar la guerra. Por falta de visión de
conjunto, mucha gente ya se acomodó después de haber alcanzado la victoria.
Entrando en el desierto, el pueblo hebreo se desanimó y sintió nostalgias de la
comida en Egipto (Éxodo 16,3). El inmediatismo ya ha hecho muchos estragos.
Jesús
tenía una visión más amplia: “Pedro, lo que ahora hago, tu no lo comprendes, lo
entenderás después” (Cf. Juan 13,7). Ayudó a los discípulos de Emaús a superar
el conflicto situando la cruz como contexto más amplio de la historia (Lucas
24,13-35). Lo mismo hace Pablo cuando sitúa el conflicto con los judíos dentro
del conjunto más amplio del proyecto de Dios (Romanos 9 a 11).
- Saber que esta lucha
nuestra, es la lucha de Dios
La
frase es de David cuando se enfrentó con Goliat (1 Samuel 17,45-47). San Pablo
expresa la misma convicción: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará en
contra?” (Romanos 8,31). Esta certeza le da a una persona un sentimiento de
victoria aunque fracase y sea crucificada.
Es
necesario profundizar esta dimensión mística de la lucha. Solo ella es capaz de
ofrecer una motivación suficientemente fuerte para atravesar el desierto de
cuarenta años y llegar a la tierra prometida. La marcha en el conflicto exige
mucha renuncia. Todo aquello que antiguamente se hablaba sobre la ascesis debe
ser releído en vista de este nuevo objetivo. Aquí también debe ser valorizado
todo aquello que los místicos hablan sobre la lucha personal de cada uno, como
una noche oscura. Ellos nos ayudan a percibir “la noche oscura del pueblo y el
amanecer de la resurrección”, en el hoy de la realidad.
- Saber que el amor de Dios es
mayor que nuestra debilidad
Es
muy importante que la persona se sienta tranquila en medio de los demás que
están en la misma lucha. Pero esto no siempre es posible. A veces, se tiene la
sensación de estar perdiendo el tiempo, de ser débil y voluble, de no servir
para la lucha, de haber perdido oportunidades, de haber ofendido al otro. No
siempre es posible agradar a todos y vivir reconciliado con todos. ¿Cómo hacer?
Es
importante saberse amado por un amor mayor que la propia debilidad. Es el amor
de Dios. El amor de Dios nos hace sentir a cada momento que la vuelta siempre
es posible y que nunca podemos estar en una situación en que ya no sea posible
participar de la lucha con los otros. La Biblia recuerda el caso de Pedro que
consiguió creer en el amor de Jesús, lloró y se arrepintió. Judas no consiguió
creer en el amor de Jesús y se perdió. Perdió el sentido de la vida y de la
propia lucha. Pablo dice: “El me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2,20) y Juan
“El nos amó primero” (1 Juan 4,19).
- Tener algunos criterios
básicos para la espiritualidad en el conflicto
Hay valores que no
podemos abandonar jamás y que nos orientan en las decisiones a tomar:
-
La defensa de la vida humana, creada por Dios. Es el valor supremo.
-
La opción por las causas de los pobres y los excluidos. Esta opción marcó
la vida y la actividad de Jesús.
-
No pretender adueñarnos de la lucha. No somos dueños de la historia, sino
solamente servidores.
-
La defensa de la Alianza y de los derechos de los pobres. Marcó la
actividad de todos los profetas.
-
No permitir que la imagen de Dios sea manipulada. No transformar al Dios
libertador en un ídolo.
Los conflictos son el
pan cotidiano de la construcción del Reino. Sigamos intransigentes con el mal y
tiernos con todos.
2ª PARTE: LA PALABRA SE ABRE CAMINO (4 temas)
“Felipe anunciaba la Buena
Nueva en todas las ciudades”
(Hechos 8,40)
A. BREVE
HISTORIA DEL COMIENZO DE LA IGLESIA (Hechos 8,40)
El objetivo del libro
de los Hechos es relatar los acontecimientos de la Iglesia primitiva para las
comunidades cristianas de hoy, en una perspectiva histórico-teológica. Detrás
de los hechos de los principales protagonistas se hace visible la intervención
del Espíritu Santo. Se trata de los hechos que el Espíritu realiza a través de
la actuación de los misioneros. La Palabra se abre camino.
- De Jerusalén a Antioquia
Entre
los capítulos 6 al 5 tenemos la expresión progresiva de la Iglesia que, al
nacer en el seno del judaísmo y establecerse inicialmente en Jerusalén (6,7), y
se propaga por Judea, Samaria y Galilea (9,31). Se va difundiendo también en
las ciudades de Damasco y sobre todo de Antioquía (11,19) en Siria, país al
norte de Palestina. Rompe los límites del judaísmo y comienza a realizar su
vocación universal.
Inicialmente
el autor de los Hechos relata la institución de los siete, considerados como
diáconos (6,1-7). Enseguida muestra cómo los cristianos son perseguidos por los
judíos de Jerusalén (6,8-15) y salen después a pregonar en otros lugares de
Palestina y de Siria (8,1-14; 11,19). Se destaca la larga narración del
martirio de Esteban (7,1-60). Es evidente la presencia de Saulo (en lo futuro
Pablo) entre los ejecutores de Esteban (Cf. 7,58; 8,1-3). La actuación de
Felipe en el anuncio de la Buena Nueva en Samaria (8,4-25) y su actuación junto
al funcionario etíope (8,26-39) muestran la expansión progresiva de la Palabra
(Cf. 6,7; 8,4.25.40; 9,31; 12,24; 13,49; 14,7; 15,35). Sigue la narración del
llamado de Pablo relatado tres veces en el libro de los Hechos (9,3-16;
22,5-16; 26,9-18), indicando así la importancia que Lucas le atribuye. El
episodio de la narración del paralítico (9,32-35) y de la resurrección de
Tabita (9,36-43) destaca la persona de Pedro, figura central de la primera
parte del libro. Después será Pablo el principal protagonistas de los hechos.
El relato del bautismo de Cornelio, centurión romano, es la narración más larga
de los hechos (10,1-11,18). Pedro admite en la Iglesia a un “temeroso de Dios”,
mejor dicho a un no judío: a un ‘gentil’. Se trata de una pieza central, dado
que de ella el autor elabora la fundamentación teológica de la universalidad
eclesial.
La
llegada de la palabra a Antioquia y la consecuente conversión de los griegos
(11,9-26) muestran el camino de la Palabra. La narración de la prisión de Pedro
y su libertad (12,1-19) cierra el ciclo de Pedro en el libro de los Hechos
Apenas habrá una rápida referencia en el relato del Concilio (15).
A
continuación se inician los primeros viajes misioneros (13-15) y se narran los
hechos del equipo misionero en el Asia Menor, hoy Turquía, país al norte de
Siria. Se destaca la creciente oposición de los judíos (Cf. 13,45-50; 14,19;
15,1-2) y la adhesión de los paganos al mensaje cristiano (13,46-48). Pablo aún
realiza hechos que provocan reacciones diversas (13,8-12; 14,8-18). El Concilio
de Jerusalén (Cf. Hechos 15), corazón del libro de los Hechos, cierra este
bloque narrativo.
- Rumbo hacia una Iglesia para
el mundo
La
Palabra se abre camino desde “Jerusalén hasta los confines de la tierra”. Con
los capítulos 6 y 7 el autor de los Hechos elabora la caída de la “Iglesia de
Jerusalén” y preanuncia la misión de los helenistas. Serán ellos los
principales protagonistas en la difusión de la palabra en Samaria y después en
Antioquía.
La
narración del martirio de Esteban resalta una ruptura en el camino de la
palabra: por un lado la insensibilidad de los jefes religiosos de Israel y la
existencia de destinatarios con mejores disposiciones; por otro, los gentiles o
no judíos. La tarea es realizar el programa misionero indicado por el
resucitado: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta
los confines de la tierra” (1,8).
Son tres las etapas del camino de
la Palabra en esta fase de la Iglesia
a) Felipe, uno de los helenistas,
anuncia la Buena Nueva a los samaritanos, resto del antiguo
Israel (8,4-8); después bautiza a un prosélito, es decir, a un pagano que se
había hecho judío (8,26-40).
b) Pedro, forzado
por el Espíritu, bautiza a un “temeroso de Dios” (10,1-11,18), o sea, a un
pagano que se adhiere a la fe judaica pero sin adoptar todas sus
prácticas. Se trata de un “extranjero” respecto al pueblo judío y su contacto
con él lo hace impuro. Por lo tanto, Pedro aún estaba bajo la influencia del
judaísmo.
c) Bernabé y Pablo
pasan a predicar directamente a los gentiles (13,44-52). En
Antioquía, comunidad fundada por los helenistas, el modo de encarar la misión
sufre un cambio. Ante el rechazo de los judíos, con toda intrepidez, Pablo y
Bernabé dijeron: “Entonces Pablo y Bernabé les hablaron con coraje: "Era
necesario que la Palabra de Dios fuera anunciada a ustedes en primer lugar.
Pues bien, si ustedes la rechazan y se condenan a sí mismos a no recibir la
vida eterna, sepan que ahora nos dirigimos a los que no son judíos” (13,46). Al
regreso de Iconio y Listra llegan a Antioquía y dan testimonio de su misión:
“reunieron la Iglesia y se pusieron a referir todo lo que Dios había hecho con
ellos, especialmente abriendo a los gentiles la puerta de la fe” (14,27). La
última etapa del camino de la Palabra se cumple. Así la Iglesia llega
teológicamente a su mayor dimensión.
Este es el camino de la Palabra.
La Iglesia va descubriendo en la vida concreta y en los acontecimientos de la
historia, la acción del Espíritu Santo dejándose conducir por El.
En los temas de esta
2ª parte reflexionaremos sobre los servicios que la comunidad va asumiendo a
partir de las necesidades (tema 6). La nueva mirada de quien sigue a Jesús,
hace releer las Escrituras de una forma nueva (tema 7). Este seguimiento de
Jesús puede incluir el testimonio con derramamiento de sangre (tema 8), pero el
Espíritu suscita un nuevo ardor misionero en comunidades vivas y organizadas
(tema 9).
Tema 6:
ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES.
“La Palabra del Señor crecía” (Hechos
6,7).
Mensaje
Todo grupo que empieza
a crecer necesita con el tiempo de una mayor organización y coordinación. Es la
etapa de la institucionalización de las actividades y responsabilidades.
Las comunidades
cristianas son un espacio privilegiado para el ejercicio de la comunión y
participación. Lo que se observa es que no siempre las comunidades asumen ese
compromiso. En ellas existen discriminaciones de personas, centralización de
poderes y de funciones, personas que no participan de las opciones y las
decisiones. Por otro lado, se experimenta un exceso de actividades, de
programas y de decisiones. Hay más tareas que hacer que personas para
realizarlas. Se aumentan las estructuras y muchas personas están más al
servicio de las organizaciones que de la vida.
El texto de hoy narra
en pocas palabras la distribución de servicios en la Iglesia de Jerusalén,
considerado como la institución de los diáconos. La narración revela una crisis
en la comunidad de Jerusalén, antes alabada por la armonía que reinaba en ella
(2,42-47; 4,32-34). Existe un ala helenista en la comunidad, organizada
alrededor de los Siete, parece sentirse marginada; y otra, que es dirigida por
el grupo de los Doce. De hecho hay dos grupos organizados. El grupo de los Doce
representa a los hebreos fieles (judíos de lengua hebrea) y el grupo de los
Siete que representa a los fieles helenista (judíos de lengua griega).
Igualmente se distinguen dos servicios: la predicación de la Palabra
relacionada con los Doce y el servicio de las mesas entregado a los Siete.
Entretanto, obsérvese que los Siete a quienes se les entrega el servicio de las
mesas (6,2-3) salen a anunciar la Palabra de Dios del mismo modo que los Doce
(6,8-10.13-14; 7,1-53; 8,5-7.40). La crisis que aparece a nivel superficial, se
refiere a la disputa entre viudas hebreas y helenistas. Las viudas de los
helenistas están siendo descuidadas en el servicio diario de las mesas. El
problema es grave y afecta directamente a la vida y organización de la
comunidad. En verdad, el problema que se afronta es el de la autocomprensión de
la Iglesia: ¿es una simple secta judía o está abierta al mundo?
El episodio de la
institución de los diáconos muestra cómo los ministerios van surgiendo en la
Iglesia, en respuesta a las necesidades concretas de la comunidad. No fueron
instituidos por Jesús y son servicios necesarios para el bien de la comunidad.
Hoy, la Iglesia busca nuevamente ser una Iglesia toda ministerial, de comunión
y participación. Rescata nuevamente la comprensión del ministerio como servicio
dinámico. Y el Espíritu Santo viene suscitando muchas formas nuevas de
servicio.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: La organización de nuestra Comunidad
- Tomemos conciencia de cómo
está organizada nuestra Comunidad.
- ¿Qué actividades fijas
tenemos entre nosotros y con los demás?
Palabra de
Dios. Hechos 6,1-7: La elección de los 7 primeros diáconos.
- ¿Cuáles son los motivos que
llevaron la comunidad a asumir nuevos servicios?
- ¿Cómo se organizó la
elección de los diáconos y con qué criterios?
Hoy nosotros: Nuestros
servicios y ministerios
- ¿Qué ministerios y servicio
estamos prestando en el sector y en la parroquia?
- A partir de esta reflexión,
¿qué orientaciones sacamos para un mejor crecimiento de nuestra Comunidad?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Pidamos para
emprender nuevos servicios conformes a las necesidades. Salmo. Canto. Bendición
final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a reflexionar sobre el discurso de Esteban
(Hechos 7,1-54) en el que se hace una relectura de algunos textos del Antiguo
Testamento (Génesis, Éxodo, Amos e Isaías). Texto de apoyo: 1 Corintios
12,4-11.
-
Distribuir las tareas. El grupo puede preparar en forma creativa y
didáctica para presentar el texto. Traer un símbolo acorde al tema de la
próxima reunión.
Comentario 6: Organización y coordinación de las comunidades
El ser humano es un
ser social y necesita vivir en comunidad para el crecimiento y la realización
personal. Entre las formas de vida comunitaria, la comunidad cristiana es un
modo de realizar el proyecto de Dios, es una señal e instrumento del Reino de
Dios.
La comunidad, en
cuanto realidad humana y social, necesita una organización y coordinación, para
que pueda ser espacio de crecimiento y realización, y vivir relaciones de
igualdad y libertad.
Como signo e
instrumento del Reino, las comunidades realizan servicios de unión,
santificación, de paz y fraternidad, de defensa y promoción de la vida, de
alabanza y culto a Dios. Realizan además servicios en favor de los hermanos más
necesitados y se unen al anuncio de la Buena Nueva de Jesús.
“Servir” es lo que
caracteriza a la comunidad cristiana. Este servicio, usualmente designado como
ministerio, significa realizar tareas concretas que tratan de responder a las
necesidades, y se realizan dentro de tiempos y lugares ubicados. De este modo,
la organización y coordinación de las comunidades deben estar siempre
subordinadas a las necesidades personales, comunitarias, sociales y religiosas.
Así, atendiendo a los mandatos de Jesús y bajo la inspiración del Espíritu
Santo, aparecieron las más diversas formas de servicio y ministerios en las
comunidades cristianas.
A. LOS
“MANDATOS” DE JESÚS
Sin duda, que las
comunidades cristianas se inspiraron en la práctica de Jesús. Pero Jesús no
habló ni hizo de todo. El evangelista Juan dice que Jesús hizo muchas cosas que
no fueron escritas (Juan 20,30). Ante las diversas y nuevas situaciones que
iban surgiendo, las comunidades tuvieron que ser creativas. Otras veces
buscaban en la memoria o entre los “testigos oculares” (Lucas 1,2) las posibles
orientaciones que Jesús hubiera dado. Jesús dejó algunos mandatos. Están
registrados en los evangelios. Algunos son dirigidos a una persona determinada,
otros a la multitud en general. Ahora vamos a recordar tan solo algunos de
estos mandatos de Jesús. Otros podrán ser buscados en los evangelios.
- Mandamientos
El más conocido de
todos es el mandamiento nuevo (Cf. Juan 23,34; 15,12.17). Es el mayor mandato
de Jesús: “Esto les mandó: ámense unos a otros” (15,17). Jesús dio aún otros
mandatos respecto a diversos comportamientos de la práctica cristiana: el
perdón (Mateo 18,15-18; Lucas 6,37); el amor a los enemigos (Mateo 5,44; Lucas
6,27-35); ser perfecto (Mateo 5,48); ser misericordioso (Lucas 6,37); la
práctica de la justicia (Mateo 6,1); la oración (Mateo 6,5-13); la riqueza
(Mateo 6,24); el juzgar (Mateo 7,1; Lucas 6,37); el modo de evangelizar (Mateo
10,5-23) y mantener viva su memoria (Lucas 22,19).
- Orientaciones prácticas
Después de la
resurrección, Jesús dio varias orientaciones:
a) A las mujeres: “No teman.
Vayan y anuncien a mis hermanos que se dirijan a Galilea, allá me verán” (Mateo
28,10).
b) A los Once
antes de la ascensión: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones y
háganlas mis discípulos, bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”
(Mateo 28,19-20).
c) A María Magdalena, haciéndola
apóstola de los apóstoles: “Anda y dile a mis hermanos que voy a reunirme con
el que es mi Padre y Padre de ustedes” (Juan 20,17).
d) A los
discípulos: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se
los perdonará; y a quienes se los retenga, Dios se los retendrá” (Juan
20,22-23).
e)
A Pedro: “Apacienta
mis ovejas” (Juan 21,17).
Son mandatos de
Jesús dados tanto a mujeres como a hombres y en ellos se inspiraban las
comunidades cristianas
B. LOS
MINISTERIOS DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES
La Iglesia se auto
comprende como una realidad ministerial, o sea de servicios organizados. Jesús
anunció el Reino de Dios que es servicio; la Iglesia tradujo este servicio en
diversas formas de ministerios.
El término que más
caracteriza el servicio propio de la comunidad cristiana es la palabra
‘ministerio’ (o sea ‘diaconía’). No se trata solamente del sentido específico
de los diáconos, sino como realidad de servicio. Esa palabra griega,
considerada sinónimo de ‘esclavitud o servidumbre’, pasa a ser símbolo de
Cristo, el diácono del Padre y del ser humano (Cf. Hechos 1,17.25; 6,4; 20,24;
Romanos 11,13; 2 Corintios 4,1). Se aplica también al apostolado de la palabra
(Hechos 6,4) y de la reconciliación (2 Corintios 5,8). Este término “servicio”
que cualifica el ministerio cristiano, consigue evitar términos que en griego
significan: autoridad, poder, mandato. Razones históricas posteriores
transformaron las funciones eclesiásticas “ministeriales” (serviciales) en
funciones eclesiales “honoríficas” (privilegiadas y autoritarias).
En el Nuevo Testamento
encontramos una variedad de servicios o ministerios. Existe una cierta
imprecisión de términos y es difícil encontrar términos técnicos para la
variedad de ministerios. Esto revela la diversidad y la riqueza de formas de
atender las necesidades de las primeras comunidades, como también las
diferentes situaciones de las distintas iglesias. Lo que en un lugar
significaba una cosa, en otro era diferente. Como sucede en nuestras
comunidades actualmente. No existían ministerios instituidos, válidos para
todas las iglesias.
C. VARIEDAD DE
MINISTERIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
Se pueden distinguir
funciones eclesiales en las diversas comunidades o según el lugar de
pertenencia.
- Los ministros con
funciones más o menos universales o regionales son:
̵
Apóstoles: Comprende a los Doce y a otros
enviados más tarde, como Bernabé, Silas, Tito y Timoteo (Hechos 14,4). Pablo se
autodenomina “apóstol” (Romanos 1,1; 1 Corintios 1,1; Gálatas 1,1). Y en
Romanos 16,7, Andrónico y Junia son citados como “apóstoles distinguidos”.
̵
Profetas: Sin citar nombres, son una
presencia importante en las iglesias (Hechos 13,1; Romanos 12,6; 1 Corintios
12,28; 14,29).
̵
Maestros y doctores: Ejercen la
función de enseñar (Hechos 13,1; 1 Corintios 12,28).
- Otras funciones aparecen
y son de un sello más local:
-
Obispos: Los encontramos en Éfeso (Hechos
20,28; 1 Timoteo 3,2); en Filipos (Filipenses 1,1) y en Creta (Tito 1,7).
-
Presbíteros: En Jerusalén (Hechos 11,30); en
la diáspora (Santiago 5,14) y en Asia Menor (Hechos 14,23).
-
Diáconos: Además del término que indica el
servicio a Dios y a los hermanos (2 Corintios 6,4; 11,23; Efesios 6,2),
encontramos diáconos en Filipos (Filemón 1,1). Febe es “diaconisa de la iglesia
de Cencrea” (Romanos 16,1).
- Otras funciones
diversas aparecen al lado de los servicios anteriores en textos
neotestamentarios:
-
Colaboradores: Romanos
16,3.21; 2 Corintios 1,24; 8,23; Filemón 1,24 y 2,25.
-
Guías o líderes: Romanos 12,8;
1 Tesalonicenses 5,12; 1 Timoteo 3,4.5; Tito 3,8.
-
Pastores: Efesios 4,11; Hebreos 13,20; 1
Pedro 2,25.
D. DONES Y
CARISMAS
Entre las diversas
funciones, son indicadas las personas dotadas de carismas o dones para la
edificación de la comunidad, cuerpo de Cristo. Los dones son formas de servir a
la comunidad, según sus necesidades.
Tres listas
significativas de dones y servicios pueden ser destacadas en las cartas
paulinas:
a) Profecía, diaconía, enseñanza,
exhortación, distribución de bienes, presidencia y misericordia (Romanos
12,6-8).
b) Sabiduría,
ciencia, fe, curaciones, hacer milagros, profecía, discernimiento, hablar
idiomas, interpretar lenguas (1 Corintios 12,7-10).
c) En este texto Pablo establece una
jerarquía de dones y servicios: 1º Apóstoles; 2º profetas; 3º doctores; 4º don
de milagros; 5º don de curación; 6º don de asistir; 7º don de gobierno; 8º y
don de lenguas (1 Corintios 12,28-30).
El don o carisma por
excelencia, con todo, Pablo lo celebra en 1 Corintios 13, el famoso himno a la
caridad. Relativiza los diversos dones y servicios y los coloca a todos como
subordinados a la caridad. El ministerio de la caridad es un ministerio
universal.
E. LOS
SERVICIOS Y MINISTERIOS EN LA IGLESIA HOY
En Hechos 6,1-6,
tenemos la institución de los servicios para atender a las necesidades de una
determinada comunidad cristiana. La diversidad de dones y servicios en los
textos del Nuevo Testamento revelan que los ministerios no eran instituidos de
forma universal, a no ser el don de la caridad. Existe una riqueza de formas de
servir.
Hoy hay un renacer de
servicios y ministerios en la Iglesia, que buscan atender las nuevas
necesidades de la comunidad cristiana y de la misión. Son centenares de formas
nuevas de servicios que los cristianos encuentran para realizar el proyecto de
Dios. En nuestras parroquias y comunidades, particularmente en las CEBs, hay
una diversidad de formas de servir que hacen a la Iglesia bien próxima a la
época de su nacimiento.
Una mirada a los
servicios desempeñados en las comunidades hoy, muestra que la gran creatividad
es fruto del Espíritu. En el área de la Liturgia el pueblo ya descubrió más de
50 formas diferentes de ejercer el ministerio, que va desde encender la vela
del altar hasta promover y organizar la pastoral litúrgica en los diversos
niveles de la Iglesia. Lo mismo se puede constatar en las áreas de la
catequesis, de la formación de animadores, en los grupos de reflexión y tantos
otros. Donde más florecen estas nuevas formas de ministerios es en las
pastorales específicas como la pastoral del menor, de la mujer marginada, la
pastoral de los niños, de los abandonados en la calle, de los indios, de los
negros, etc.
Buscar responder a las
necesidades, fue el criterio para el surgimiento de los diversos servicios en
las comunidades cristianas primitivas. Este criterio continúa siendo válido
también hoy.
Tema 7: NUEVA
LECTURA DEL MISMO PASADO.
“En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces
y de muchas maneras por medio de los profetas” (Hebreos 1,1).
Mensaje
En momentos decisivos
e importantes de la vida, es necesario releer el pasado de nuestra historia
personal, social, de la Iglesia, para apoyar, iluminar, orientar nuestros pasos
futuros.
En la Biblia podemos
encontrar diversas relecturas del pasado (Cf. Deuteronomio 6,20-25; Josué
24,1-13; Salmo 105, 106, 107; Sabiduría 10,1-19,22). Conforme sea la situación
que se vive, o dependiendo del objetivo de la relectura, se focaliza uno u otro
aspecto de la vida o del pasado.
El discurso de Esteban
es el más largo de los Hechos de los Apóstoles. Sigue los criterios de la
oratoria antigua. En el versículo 2º comienza el discurso y en los versículos
51-53 está la acusación formal. Entre el inicio (introducción) y la acusación
(conclusión), tenemos una larga “narración” (vv. 2b-34) y una “argumentación”
(vv. 35-50). El discurso de Esteban revela el conflicto vivido por los
cristianos con los jefes de los judíos. Esteban se opone al templo, rompe con
el sistema y, como Jesús, es condenado a muerte. Negando la legitimidad de sus
jueces (el Sanedrín), Esteban recurre al pasado de Israel y denuncia la
infidelidad de los líderes de los judíos. Ellos se llaman a sí mismos
defensores de la Ley y de Moisés, pero son descendientes de los que persiguen y
matan a los profetas y de Salomón, que construyó el templo contra la voluntad
de Dios.
Releyendo el pasado,
el discurso de Esteban muestra que los seguidores de Jesús son los nuevos
intérpretes de las Escrituras. Son ellos quienes poseen el Espíritu que
posibilita comprender el proyecto de Dios. El Sanedrín traicionó este proyecto.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: Luces y sombras de nuestra Comunidad.
- Echando una mirada atrás,
digamos los momentos importantes de nuestra Comunidad.
- ¿Qué debilidades sentimos en
este momento en nuestra Comunidad?
Palabra de
Dios. Hechos 7,1-54: El largo discurso de Esteban.
- ¿Cuáles son las acusaciones
en contra de Esteban? ¿Cuál es la acusación central?
- ¿Por qué hace Esteban un
relectura del pasado para defenderse?
Hoy nosotros: Seguir adelante
- ¿Qué aspectos de nuestra
Iglesia ecuatoriana y latinoamericana estamos valorando más?
- ¿Cómo nos ayudan la lectura
de hoy y la mirada sobre nuestra propia historia a enfrentar las
dificultades?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Rezar a partir de las
dificultades en nuestras comunidades cristianas. Una parte de los Salmos 105 a
107. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro reflexionaremos sobre el martirio de Esteban. Los
textos son: Hechos 6,8-15 y 7,55-60. Texto de apoyo: Hebreos 11,1-40.
-
Traer nombres, símbolos y fotos de los héroes y mártires de nuestro país y
continente, con alguna información sobres ellos. Distribuir bien las tareas.
Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.
Comentario 7: Las comunidades cristianas reinterpretan la Escritura
A. UNA CLAVE DE
LECTURA para Hechos 7,1-54
Una de las cosas que
más llama la atención es la frecuencia y la manera con que los primeros
cristianos usaban e interpretaban la Biblia. Prácticamente no hay página del
Nuevo Testamento que no tenga una o más referencias a la Escritura de los
judíos, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento. Por ejemplo, Felipe aplica
a Jesús el texto del Siervo de Yahvé (Isaías 53,7-8; Hechos 8,27-38). La
comunidad de Jerusalén lee el Salmo 2 y lo aplica a la persecución que ellos
estaban sufriendo (Hechos 4,23-30). En los discursos de los Hechos, la Biblia
es utilizada para evangelizar (Cf. Hechos 2,14-36; 3,11-26; 4,8-12; 7,1-54;
13,16-41). Pablo dice que la usaba para sacar provecho (1 Corintios 10,6-11). Y
así podemos seguir. Para ellos, interpretar la Escritura era lo mismo que
juntar fe con vida. Porque la Escritura era la expresión de vida de ellos. Era
su historia, su memoria, la fuente de su identidad.
Veremos de cerca cómo
Esteban interpretó el Antiguo Testamento en el discurso dirigido a quienes lo
acusaban de estar contra el Templo y la Ley de Moisés (Hechos 6,13-14).
B. EL DISCURSO
DE ESTEBAN dentro del Libro de los Hechos
En el libro de los
Hechos, especialmente en la primera parte (vv. 1 a 15), los discursos ocupan un
lugar importante (Hechos 2,14-36; 3,11-26; 4,8-12; 7,1-54; 13,16-41). Son como
las flechas que indican la dirección, como los postes que sustentan el hilo de
la narración. El discurso atribuido a Esteban, es el más largo de todos. Es una
señal de su importancia dentro del conjunto del libro.
Releyendo el Antiguo
Testamento a la luz de su fe en Jesús, Esteban trataba de comunicar a los
oyentes lo que el mensaje de Jesús tenía que ver con la vida de ellos. Los
adversarios de Esteban, decían: “No tiene nada que ver. Es un error”. Impedían
que el mensaje de Jesús los tocase. Se quedaban con la religión anterior, que
les parecía más adecuada y más de acuerdo con la voluntad de Dios. Esteban y
sus compañeros, al contrario, decían: “¡Tiene que ver plenamente! La Buena
Nueva de Jesús es como la meta de llegada de nuestro camino”. Tanto Esteban
como sus adversarios, ambos buscaban la Biblia para defender sus posiciones.
Este problema es muy actual. Por dos motivos. 1) Ante la Iglesia que se
renueva, muchos prefieren la religión anterior. Apartan lo que incomoda del
mensaje del Evangelio que pide conversión y abandono de posiciones
conquistadas, para volver a ser un simple servidor o servidora de los pobres.
2) Hoy, todos usamos la Biblia, cada uno a su modo. Unos para defender su
posición conservadora, otros para iluminar su posición de apertura a las
exigencias del mundo de hoy. ¿Quién tiene razón?
C. RESUMEN
- El
discurso refleja la lectura que la comunidad de Lucas hacía de la
Escritura.
- Ellos
mezclaban la Biblia con la tradición popular, sobre todo con la tradición
samaritana.
- Citaban la
Biblia de acuerdo con la traducción más abierta de los Setenta.
- Acentuaban
la dimensión mesiánica que permitía unir el texto con Jesús.
- Tenían
familiaridad, creatividad y fidelidad en el uso de la Biblia.
- Hablaban
del pasado, pero pensaban en el presente. Usaban la Biblia para clarificar
el presente.
- Seleccionaban
los textos de acuerdo a las necesidades del momento, hacían una lectura
selectiva.
D. UNA “VISIÓN
GLOBAL” DE LA BIBLIA
El discurso de Esteban
ayuda a entender lo que viene a ser una visión global de la Biblia.
Generalmente, entendemos que sea una síntesis completa de todo lo que sucedió y
fue escrito en la Biblia. Si fuese así, todas las visiones generales deberían
ser iguales. Pero la misma Biblia trae muchas síntesis diferentes de la misma
historia del pueblo de Dios. Veamos algunas:
- El así llamado Credo
del Antiguo Testamento (Deuteronomio 26,4-9), el discurso de Josué en la
asamblea de Siquén (Josué 24,2-13),
-
La oración de los levitas en el libro de Nehemías (Nehemías 9,5-37),
-
El discurso de Aquior, el amonita, al general Holofernes (Judit 5,5-21),
-
La reflexión sobre el pasado de Israel con ocasión de la destrucción de
Samaria (2 Reyes 17,7-23),
-
Las meditaciones sapienciales sobre los antepasados, hechas por Jesús ben
Sirac (Eclesiástico 44 a 50) y por el libro de la Sabiduría (Sabiduría 10 a
19),
-
Varios salmos que meditan o celebran el pasado (Salmo 68; 77; 78; 105; 106;
107),
-
El discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia (Hechos 13,16-25),
-
La meditación de la carta a los Hebreos sobre la fe de los antepasados
(Hebreos 11,1-40).
Ninguna síntesis es
igual a otra. Cada libro o autor tiene su versión: acentúa o selecciona, corta
o aumenta, junta o separa, conforme a la necesidad del momento. La nueva
situación en que el pueblo se encontraba le comunicaba una nueva forma de ver
para realizar la relectura de su historia de otra manera. Así hoy, despertados
por la situación de opresión en que nos encontramos aquí en América Latina,
comenzamos a descubrir dimensiones en la Biblia que antes no percibíamos. Por
ejemplo, verlo a Jesús como Libertador. Lo mismo le sucedió a Esteban.
Despertado por la experiencia liberadora de la resurrección y por la situación
de enfrentamiento en que se encontraba, reacciona contra la presión de sus
adversarios que querían encerrar todo y a todos dentro de la ideología de la
Ley y del Templo. Por eso, en su interpretación de la historia, Esteban no
habla de la observancia de la Ley. Casi no habla del Templo. Apenas lo menciona
para criticarlo (Hechos 7,47-48). Omite toda la historia de los Reyes y no dice
nada de la reforma de Nehemías y Esdras, que era el fundamento de la ideología
de sus adversarios. Pero habla de la iniciativa gratuita de Dios que hace su
promesa a los Patriarcas y que llama a Moisés para liberar a su pueblo.
Tema 8: EL
MARTIRIO: TESTIMONIAR LA BUENA NOTICIA.
“Señor Jesús, recibe mi espíritu”
(Hechos 7,59).
Mensaje: Los mártires de América Latina
Es imposibles el
número de personas que, por su fe y sus ideales humanos, mueren asesinadas en
nuestra América Latina: Son decenas de miles (ver Agenda Latinoamericana). Son
vidas humanas que caen y que son consideradas mártires por vivir el Evangelio y
defender los Derechos Humanos. Con todo, sus muertes son un grito a la sociedad
sorda… Constituyen un testimonio… Las razones de las muertes son las más
diversas: secuestros, venganzas, narcotráfico, las llamadas “quemas de
archivos”, peleas, etc. Otras muertes son consecuencia de la fidelidad a una
opción de vida, al proyecto de Jesús. Son innumerables los mártires de ayer y
de hoy. A partir de la fe en Jesucristo, apoyados por la Palabra de Dios, estos
hermanos y hermanas son fieles hasta el fin.
En el Nuevo Testamento
encontramos la palabra “martirio” que significa testimonio (Cf. Marcos
14,55.59; Juan 1,7; Apocalipsis 1,2). Los seguidores de Jesús serán llamados a
“dar testimonio” de El (Mateo 10,18). Este testimonio llega a incluir
“derramamiento de sangre”. Hoy la palabra martirio significa casi siempre
muerte con derramamiento de sangre.
Las acusaciones que se
hacen contra Esteban son las mismas que fueron dirigidas contra Jesús:
subversión a la Ley y costumbres, crítica a las instituciones y las estructuras
de los judíos, particularmente al Templo. Esteban y los helenistas significan
lo nuevo en medio de los judíos. Los Apóstoles significaban aún una
continuación de cierto judaísmo, porque permanecían dentro de las prácticas
judaicas (Cf. Hechos 1,12; 2,46; 3,1; 5,42). Esteban y los Siete rompen esos
límites, cruzan las fronteras de la Ley y acentúan la novedad de Jesús. Su
predicación amenaza la existencia de las clases dirigentes de Israel y hace
aparecer la crítica radical que existe en la fe cristiana.
La muerte de Esteban
es un linchamiento que marcó profundamente a la comunidad cristiana, como
tantos linchamientos hoy. Las imágenes que aparecen en el relato muestran que
en la muerte del mártir el mundo es juzgado. “El justo que muere condena a los
impíos que viven” (Sabiduría 4,16). Repitiendo las palabras de Jesús, Esteban
muestra que el camino de Jesús es el camino del discípulo.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad:
1.
Compartamos nombres, símbolos, fotos y datos de la
vida de unos de los héroes y mártires que hemos traído.
2.
De estas personas, ¿a quienes celebramos personal o
colectivamente de una manera particular? Digamos en qué fecha y de qué manera.
Palabra de
Dios. Hechos 6,8-15; 7,55-60: El martirio de Esteban
3.
Según nuestro parecer, ¿cuáles son los motivos del
linchamiento de Esteban?
4.
¿Qué semejanzas encontramos con la pasión y muerte
de Jesús?
Hoy nosotros: Los mártires
son luz y camino para nosotros
5.
¿Qué relación hacemos entre el martirio de Esteban
y los mártires de hoy?
6.
¿Qué conclusiones y compromisos sacamos de toda
nuestra reflexión?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Celebremos
brevemente algún de nuestros mártires. Salmo 4,7-19. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a reflexionar sobre la dimensión misionera de
la Iglesia y de nuestra vocación religiosa. Texto de estudio: Hechos 13,1-12.
Texto de apoyo: 2 Corintios 11,1-33.
-
Hacer una lista de los documentos de la Iglesia sobre el mandato misionero
a partir del Vaticano 2º. Distribuir bien las tareas. Traer un símbolo acorde
al tema de la próxima reunión.
Comentario 8: Romper con el templo de la antigua alianza
A. EL TEMPLO Y
LA PIEDAD POPULAR EN EL TIEMPO DE JESÚS
El templo de Jerusalén
era el santuario nacional de los Judíos adonde acudían no sólo de todas partes
del país, sino también de otros países. Cada año con ocasión de las fiestas,
los peregrinos – todos los Judíos mayores de 12 años – subían a Jerusalén.
Cuando llegaban cerca de la ciudad santa, los peregrinos rezaban: “Nuestros
pasos ya se detienen a tus puertas, Jerusalén” (Salmo 122,2). Entonces, cuando
miraban hacia la ciudad, una construcción se destacaba en el paisaje,
provocando la admiración de todos: “Miren qué piedras. Vean qué construcción”
(Cf. Marcos 13,1). Esta construcción en mármol negro, blanco y amarillo, con
frisos en oro puro y puertas y ventanas revestidas de oro que brillaban al sol,
encantando a los peregrinos que llegaban del interior. ¡Era el Templo de
Jerusalén!
En la época de Jesús
el Templo estaba pasando por profundas reformas. Las obras habían sido
comenzadas por Herodes el Grande, en el año 20 aC. Los trabajos buscaban
ampliar, ornamentar y embellecer el edificio. Cerca de 18.000 obreros
trabajaban en las obras, que se prolongarían hasta el año 62 dC. Unos ocho años
después de la terminación de la reforma, lo que restaba del Templo era un monte
de ruinas humeantes. Fue destruido por los romanos, cuando reconquistaron
Jerusalén en la guerra con los judíos (70 dC.). La destrucción del Templo dejó
a todas las corrientes del judaísmo sumergidas en profunda crisis. Pues, para
todas estas corrientes, el Templo era la garantía de la presencia de Dios en
medio del pueblo. Y dentro de estas corrientes, hay que incluir los seguidores
de Jesús de Nazaret.
Sabemos de la
ambigüedad de un templo en una sociedad como la de Jesús. Por un lado, el
templo era el centro de la piedad popular para el pueblo. Hacia allá concurrían
en peregrinaciones, porque allí estaba el lugar privilegiado de liturgias
penitenciales, de perdón, de expiación, de purificación y de alabanzas. Todo
judío piadoso, aún viviendo en el extranjero, debería ir al templo una vez en
su vida (Cf. Éxodo 23,17). Aún en el lugar más distante, cuando rezaba, el fiel
debería orientar su cuerpo en dirección a Jerusalén y al Templo (Salmo 138,2).
El lugar dedicado a
Yahvé, el Dios liberador, punto de encuentro entre el cielo y la tierra
(Ezequiel 5,5; 38,12; 43,7), era un espacio en el centro del Templo, llamado
“Santo de los Santos”, o sea, “un lugar santísimo” (Cf. Éxodo 40,12). Una vez
por año, el sumo sacerdote entraba en este espacio y pedía perdón por los pecados
del pueblo, aún por los que vivían en los lugares más distantes, en la
Diáspora. Este ritual de expiación, hecho en el Día del Perdón, era la garantía
de salvación para el pueblo, que por una serie de garantías legales de
salvación para el pueblo. Este, por una serie de razones legales de pureza,
apenas podías acercarse al recinto sagrado. En el día anual en que entraba el
sumo sacerdote al lugar más sagrado, todos, purificados por el rito, estaban en
contacto con Yahvé, recuperando las fuerzas para continuar su camino, contando
con el perdón de Dios para todas sus faltas.
B. EL ASPECTO
NEGATIVO DEL TEMPLO
Al mismo tiempo, este
lugar de la presencia divina era también un centro de explotación. Siendo un
lugar de tanta importancia religiosa, el templo funcionaba también como centro
político, económico y administrativo del pueblo después que la ocupación
extranjera no permitía la figura de un rey. Centralizando la recaudación de los
tributos y de los diezmos pagados por el pueblo, el templo era el centro del
poder en Palestina, desde la vuelta del Exilio de Babilonia. Era al mismo
tiempo el tesoro del país, el supremo tribunal y el palacio de gobierno. Por
eso mismo, la mayor autoridad del pueblo pasó a ser el sumo sacerdote, que
ocupaba el lugar del rey ausente.
Sumando tantos
poderes, comenzó a haber disputas políticas por los principales cargos en la
administración del Templo de Jerusalén. Principalmente después de la ocupación
de los griegos seléucidas de Antioquía (200 aC.). Desde el gobierno de Salomón (970-930
aC.) hasta la intervención de Antíoco 4º (167 aC.), el templo era administrado
por la familia sacerdotal de los descendientes de Sadoc. Por mil años esta
familia proveyó los sumos sacerdotes y las principales figuras para la
administración del templo. Pero los griegos pasaron a rematar el cargo de sumo
sacerdote y varias familias sacerdotales lo disputaban. Los Macabeos, con el
nombre de Hasmoneos, controlaron el templo entre 150 aC. hasta el 40 aC.
Herodes, por ser un extranjero, no podía ser rey y al mismo tiempo sumo
sacerdote, como los Hasmoneos. Pero se nombraba el sumo sacerdote que le diese
mayor garantía de lealtad política. Con la caída de Arquelao (6 dC) el poder
pasó a la familia de Anás, que controló el templo en la época de los romanos a
través de sus hijos y yernos. En ocasión del proceso contra Jesús, el yerno de
Anás llamado Caifás, era el sumo sacerdote “en aquel año” como recuerda el
evangelio de Juan (11,49).
El mayor anhelo era
encontrar el dinero que provenía del trabajo del pueblo. Cada aldea de
Palestina estaba encuadrada en una de las 24 secciones o distritos sacerdotales
en que se dividían Judea y Galilea. Estos distritos eran responsables por el
pago de los tributos necesarios para la manutención del Estado judío, el templo
y la clase sacerdotal (Cf. Nehemías 10,33-40). Calculados para un periodo de
siete años, estos tributos incluyan:
- El impuesto de dos denarios o didracma, que cada
israelita mayor de 13 años debería pagar anualmente al templo (Cf. Mateo
17,24).
-
El “primer diezmo” o sea, la
décima parte de todo lo producido en la tierra durante un año corriente,
pertenecía a Yahvé y, por tanto, debería ser enviado al templo.
-
El “segundo diezmo”, la décima
parte de lo que era producido en un determinado año, después de haber pagado el
primer diezmo, debería ser gastado en Jerusalén, ya fuera en especie o en
dinero.
-
El “tercer diezmo” o “diezmo de
los pobres”. Se pagaba en el tercer y sexto año. Las aldeas, después de pagar
el primer y segundo diezmo, separaban la décima parte de lo que sobraba y lo
enviaban al templo. Era para ser distribuido a los pobres de Jerusalén (Cf.
Deuteronomio 14,28-29).
-
El producto de todos los árboles
frutales, de 4 en 4 años, debería ser enviado al templo.
Además de todos estos
tributos, el templo recaudaba mucho más con el movimiento continuo de los
sacrificios diarios (Cf. Levítico 1-7). La Ley exigía el rescate de los
primogénitos (Ex 13,2). Además, existían los ritos diarios de purificación y de
expiación. Estas exigencias legales abrían espacio al comercio con las víctimas
de las ofrendas que, para ser sacrificadas debían tener la garantía de pureza
que solo daba el templo. Algunos calculan que en cada Pascua eran sacrificados
20 mil corderos en el templo por los sacerdotes, que comercializaban el cuero y
la sangre, que eran vendidos como abono. Como todo debía ser pagado con dinero
propio, el templo también centralizaba las operaciones de cambio, ya que el
dinero que allá se usaba era la moneda de plata de la ciudad fenicia de Tiro.
Así, la entrada al Santuario era un gran comercio de vendedores de animales y
cambistas.
Este centro económico,
político, judicial, policial y religioso era codiciado por todos los grupos
religiosos en la época de Jesús. Cada grupo esperaba al Mesías a su modo, pero
esperaba también que el Mesías les diera el templo (Cf. Malaquía 3,1-5). Por
eso, existía el miedo en la clase sacerdotal a una revuelta armada contra el
poder romano que trajese una destrucción del templo (Cf. Juan 11,47-48).
C. JESÚS EN EL
TEMPLO
Nacido en una familia
judía, Jesús sigue la práctica religiosa de su gente. Fue presentado en el
templo cuando nació, por ser el primogénito de José y de María, y la Ley
mandaba rescatar el primogénito (Lucas 2,22-28). A los doce años, un año antes
de lo que prescribía la Ley, hizo el ritual del paso a la vida adulta, leyendo
y comentando un trozo de la Ley delante de los escribas en el templo (Lucas
2,41-45). Con su familia, participaba de las peregrinaciones anuales a
Jerusalén, en ocasión de la fiesta de Pascua o de otras fiestas (Lucas 2,41).
Durante su vida
pública, la actitud de Jesús con relación al templo, está dentro de la más
auténtica corriente profética en Israel. Jesús no era de una familia
sacerdotal. El gesto de Jesús al expulsar a los cambistas y a los vendedores de
palomas delante la puerta del santuario es un eco de las palabras de Miqueas
(3,12), de Jeremías (26,1-18) e Isaías (66,1-4). De la misma forma, los
evangelios no dicen que Jesús haya ofrecido un sacrificio en el templo. Jesús
revive las palabras de Oseas, “quiero misericordia y no sacrificios” (Oseas
6,6; Mateo 12,7-8).
La práctica de Jesús
muestra gestos de ruptura con el Templo de Jerusalén, no en cuanto Casa de
Dios, sino como centro regulador de la vida común del pueblo. Este gesto de
ruptura se concretaba en la orden dada por Jesús después de hacer una curación:
Jesús no envía al templo, sino que le dice a la persona que vaya a su casa (Cf.
Marcos 2,10; 8,26). Este gesto de ruptura se dirigía a libertar al pueblo de
las cadenas de la Ley de la pureza y de la observancia ciega del sábado.
La palabra de Jesús
dirigida contra el templo en ocasión de la expulsión de los cambistas marcó a
los discípulos. Fue releída más tarde cuando la comunidad se dividió ante esta
cuestión. Si Jesús no hubiese pronunciado una palabra contra el templo, hubiera
sido muy difícil que las comunidades superaran el santuario como centro
religioso, como Casa de Dios. Esta palabra de Jesús contra el templo le chocó a
la clase sacerdotal que vivía a costa de los sacrificios. Al hablar contra el
templo, Jesús no atacaba solamente a los cambistas y a los vendedores, sino que
atacaba todo un sistema de explotación religiosa mantenida por los sacerdotes.
La base de la acusación contra Jesús al ser juzgado, fue su palabra contra el
templo (Cf. Marcos 14,58; Juan 11,47-48).
D. LOS
CRISTIANOS Y EL TEMPLO
Al comienzo, los
seguidores y seguidoras de Jesús eran todos judíos. Y, según parece, ellos no
entendieron enseguida los gestos de Jesús rompiendo con el templo. El libro de
los Hechos nos muestra que estos cristianos continuaron frecuentando el
santuario (Cf. Hechos 2,46; 3,1). Hacían esto dentro de la piedad tradicional,
reuniéndose y rezando en la Casa de Dios. El libro de los Hechos tampoco dice
que los cristianos hayan ofrecido sacrificios en el templo.
El problema surgió
cuando los judíos helenistas y los samaritanos se adhirieron a la comunidad.
Estos dos grupos no le daban importancia al templo de Jerusalén. Los
helenistas, por ser de la Diáspora, relativizaban mucho el culto sacrificial
del templo, ya que la liturgia sinagogal les era suficiente y más abierta. Para
los judíos helenistas el templo era una dificultad que impedía que los gentiles
se convirtiesen al judaísmo. En aquella época, si un gentil se convertía al
judaísmo, no podía entrar en el templo por el hecho de haber nacido gentil. Los
cristianos venidos del helenismo no querían que la comunidad cristiana pasase
por esta misma dificultad. Para la corriente helenista, hablando por Esteban,
el sacrificio único de Jesús volvía inútiles los continuos sacrificios de
animales en el templo (Cf. Hechos 6,13-14). Con la muerte de Jesús, el Templo
de Jerusalén era un medio segundario y obsoleto.
Los samaritanos habían
roto con el judaísmo oficial desde la reforma de Esdras (alrededor del 350
aC.). Construyeron un santuario en lo alto del monte Garizim, cerca de Siquén,
y ahí centralizaron sus prácticas religiosas. Ese templo fue destruido por Juan
Hircano en el 128 aC., cuando los judíos reconquistaron Samaria. Este gesto
violento hizo que judíos y samaritanos se odiasen continuamente (Cf. Juan 4,9).
En el 35 dC. Pilato masacra a muchos samaritanos y nuevamente viola el
santuario. Los samaritanos que entraron en la comunidad cristiana trajeron su
doctrina contraria al Templo de Jerusalén. Conocemos estas posiciones de los
samaritanos en el diálogo entre Jesús y la samaritana en el Evangelio de Juan
(Juan 4,20-24).
Esta división dentro
de la comunidad en relación al Templo de Jerusalén debe haber durado hasta el año
70 dC, cuando las tropas romanas ocuparon y destruyeron Jerusalén. Con la
destrucción del santuario, las comunidades releyeron las palabras y los gestos
de Jesús con relación al templo y concluyeron: la divinidad ya no habita allí.
El templo ya pasó.
Este proceso no fue
repentino ni fácil. La conciencia llegó lentamente. Varios textos del Nuevo
Testamento reflejan esta posición conquistada por la comunidad:
-
En Jesús, Palabra de Dios hecha carne, reside la Gloria de Dios (Juan
1,14).
-
Jesús es el nuevo Templo. La realidad humana, el cuerpo de Jesús de Nazaret
es el lugar en que habita la plenitud de la divinidad (Juan 2,21-22).
-
El seguidor o seguidora de Jesús, entra también en esta nueva realidad. La
comunidad reunida es el verdadero Templo de Dios Vivo (1 Corintios 3,16-17;
6,19; 2 Corintios 6,14-18; Efesios 2,20-22; 1 Pedro 2,5).
-
Jesús es el verdadero sumo sacerdote y al mismo tiempo es el lugar
santísimo, la tienda verdadera, hecha por Dios y no por manos humanas (Hebreos
8,12).
-
Jesús es el verdadero cordero, sin manchas y sin defectos (1 Pedro 1,19). Y
sus seguidores y seguidoras son como piedras vivas, usadas en la construcción
de un Templo espiritual. Los propios cristianos son como sacerdotes, ofreciendo
a Dios por medio de Jesucristo, el verdadero sacrificio (1 Pedro 2,5-9). Todos
los que creen en la Palabra de Jesús de Nazaret forman parte del pueblo de
Dios, raza elegida, nación santa, sacerdocio regio.
-
Surgirán nuevo cielo y tierra, la Jerusalén celeste, la tienda de Dios en
medio de la humanidad. Dios habita en medio de la humanidad sin necesidad de
templo (Apocalipsis 21,1-3). El Templo de la Antigua Alianza perdió su
significado ya que en la Jerusalén celeste no hay ningún templo, “porque el
templo es el Señor y el Cordero” (Apocalipsis 21,22).
A través de las
palabras y la práctica liberadora de Jesús, la comunidad percibió que había una
ruptura con la Antigua Alianza. Esta ruptura queda clara ante el misterio del
sacrificio de Jesús en la cruz. El es al mismo tiempo el templo, el sacerdote,
el altar y la víctima. En El comienza una nueva etapa en el camino de la
salvación. Esta ruptura queda evidente, cuando en la muerte de Jesús, el velo
del templo que separaba el Santo de los Santos, el lugar santísimo donde
habitaba la divinidad, se rompe al morir Jesús en la Cruz (Marcos 15,38). En
aquel cuerpo torturado y retorcido habita la plenitud de la divinidad. El
soldado lo reconoce y dice: “De hecho este hombre era el hijo de Dios”. El
Templo de Jerusalén con sus sacrificios diarios ha sido superado.
Tema 9:
EXPANSIÓN A TRAVÉS DEL CRECIMIENTO DE LA CONCIENCIA MISIONERA.
“Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los
confines de la tierra” (Hechos 1,8).
Mensaje
Vivimos un periodo en
la Iglesia en que la conciencia misionera estaba como adormecida. En los
últimos años surge un “nuevo ardor misionero”, tanto a nivel de la Iglesia
universal, como en el seno de las Comunidades cristianas. Los horizontes de
comprensión de la acción misionera se amplían: no solamente en misiones de “más
allá de las fronteras”, sino también en la atención de nuevas situaciones
misioneras entre nosotros, tanto a nivel geográfico como social y cultural. La
modernidad, sin dudas, creó nuevos areópagos para los cuales somos enviados a
anunciar el “Dios desconocido”.
El texto de hoy se
divide en dos partes. En la primera (13,1-3) tenemos algunas informaciones
importantes sobre la Iglesia de Antioquia y el envío misionero de Bernabé y
Pablo. La segunda parte (13,4-12), además de informar sobre el itinerario de la
Palabra, muestra el enfrentamiento del anuncio con el mundo judío y el griego.
La comunidad de Antioquia se deja conquistar por el “nuevo amor misionero”. El
Espíritu Santo, a través de los líderes convertidos y organizados, conduce a la
comunidad a la gran decisión de anunciar el evangelio al mundo. La expansión de
la Palabra, hasta entonces, había sido casi accidental, con ocasión de
situaciones particulares. Ahora existe una nueva etapa en la Historia de la
Iglesia: los gentiles son los principales destinatarios de la salvación y los
cristianos se sienten empujados a proclamar la Buena Nueva.
La Iglesia de
Antioquía ya se presenta organizada: funciones compartidas y decisiones tomadas
por la asamblea, en clima de oración y discernimiento. La conciencia misionera
nace de una comunidad llena de vida, que elige y designa a personas para la
misión. Estas asumen un modo de vida itinerante y salen por las ciudades y
poblados proclamando el Evangelio.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: El compromiso misionero de todo bautizado
1.
¿De qué maneras somos misioneras y misioneros
nosotras y nosotros?
2.
¿A qué personas y grupos hace falta visitar más?
Palabra de
Dios. Hechos 13,1-12: El primer viaje misionero de Pablo.
3.
Según esta lectura, ¿qué obstáculos tienen que
vencer Pablo y sus compañeros?
4.
¿Qué novedades aportaban Pablo y sus compañeros?
Hoy nosotros:
5.
¿Qué orientaciones sacamos de esta lectura para el
compromiso misionero nuestro?
6.
¿De qué maneras vamos a demostrar que somos una
comunidad misionera?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Rezar por la misión al
servicio del Reino. Salmo. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro vamos a iniciar el estudio de la Iglesia en la
diáspora. Vamos a prepararnos leyendo la introducción a la 3ª parte y a la
carta de Santiago. Texto de estudio: Santiago 2,14-26. Texto de apoyo: Santiago
2,1-13 y 3,13-18.
-
Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima
reunión.
Comentario 9: La Evangelización itinerante
La itinerancia, en los
días de hoy, es una forma de vida que asumen innumerables personas de manera
libre o forzada. Millones de pobres en todos nuestros países viven como migrantes
en continuo vaivén, sin tener un lugar fijo. Existen también cristianos y
congregaciones religiosas que asumen esta forma de vida, junto a personas sin
tierra y sin techo. De esta manera, el evangelio sale a la calle y se hace
itinerante, para buscar nuevas expresiones de solidaridad.
- “Mi padre era un arameo
errante” (Deuteronomio 26,5)
A
lo largo de la historia, el pueblo de Dios recuerda sus orígenes y su
itinerancia. Prácticamente toda la historia del Antiguo Testamento se
caracteriza como una peregrinación de varios siglos hasta estabilizarse en un
suelo propio para vivir. Patriarcas y matriarcas, anduvieron de Mesopotamia a
Egipto, de Egipto a Canaán (o Palestina) en una vida nómada sin fin. Después,
sus descendientes fueron esclavizados en Egipto, atravesaron el Mar Rojo y se
enfrentaron con un largo peregrinar por el desierto, buscando establecerse en
la tierra prometida. El exilio fue la pérdida de todo: tierra, rey y templo,
desestructurando totalmente la nación. Como un retoño renacido de sus cenizas,
un resto vuelve, en un nuevo éxodo, por el desierto florecido, para reconstruir
la propia historia. La trayectoria del Antiguo Testamento aparece como un largo
viaje, con pueblos dispersos, esparcidos en continuo peregrinar, en una
diáspora continúa entre los grandes imperios internacionales de la época.
- “No lleven nada para el
camino” (Marcos 6,8)
El
mismo Jesús inauguró un nuevo estilo de vida, para el anuncio del Reino,
formando un movimiento itinerante de proclamación y vivencia de una nueva y
buena noticia. Este grupo de evangelizadores itinerantes habrían sido
responsables de la primera difusión del mensaje de Jesús, primero oralmente y
luego con los escritos de los Evangelios. Innumerables textos en los
evangelios, señalan este estilo de vida. Estas primeras personas que siguieron
a Jesús, vivían en la expectativa de un fin próximo, en el que se implantaría
la justicia. Por lo tanto, se caracterizaban como un grupo escatológico,
“milenarista”. Se trata de un grupo alternativo a la sociedad establecida, un
grupo marginal, en el que había mujeres, hombres, pecadores, enfermos,
subversivos.
Por
lo tanto, Jesús, estaba lanzando un estilo de vida independiente de la tierra
natal, sin familia, sin propiedades, sin seguridad. Esto se traduce como una
nueva costumbre social, de despego, abandono de la familia propia, crítica a la
riqueza y a las posesiones. Esto constituyó el ‘Movimiento de Jesús’ con la
doble dimensión religiosa y social.
La
época era de injusticia en una sociedad de excluidos. La familia era la única
instancia que garantizaba la seguridad de las personas. Por lo tanto, la opción
de Jesús, fue una opción radical por los inseguros, marginados, excluidos. No
se trata de una propuesta romántica, aventurera. Se trata de una elección
audaz, dando esperanza a los necesitados.
- “Al entrar en una ciudad,
traten de saber si hay alguien apto…” (Mateo 10,11)
El
llamado discurso de la misión (Mateo 10,9-14) ofrece un primer perfil de los
misioneros ambulantes, y revela su despego total, despego hasta a la propia
tierra natal. Muestra claramente una vida de errantes o caminantes que va de
ciudad en ciudad. Por eso Jesús puede decir: “No lleven oro ni plata ni dinero
en el bolsillo; ni morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bastón;
porque el obrero tiene derecho a su sustento. Cuando lleguen a cualquier
pueblo, averigüen quién hay en él apto para recibirlos y quédense en su casa
hasta que se vayan” (Mateo 10,9-11).
- “Los enemigos del hombre
serán sus propios familiares” (Mateo 10,36)
Existen
innumerables textos que hacen referencia al despego familiar, tales como: “El
Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza” (Mateo 8,22). “Sígueme y
deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8,22). “No piensen que
vine a traer la paz a la tierra. No vine a traer paz sino la espada. En efecto,
vine a contraponer el hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera
con su suegra. En suma, “los enemigos del hombre serán sus propios familiares”
(Mateo 10,34-36). “No existe profeta sin honra, sino en su patria y en su casa”
(Mateo 13,57). “Hay eunucos que así nacieron desde el vientre materno. Hay
eunucos que fueron hechos por los hombres. Y hay eunucos que se hicieron
eunucos por causa del Reino de los Cielos” (Mateo 19,12).
Frases
como estas, en la boca de Jesús, denotan un radicalismo total, y revelan un
estilo de vida profundamente innovador. Estaba lanzada la propuesta de un nuevo
grupo misionero alternativo, los predicadores ambulantes. Para vivir este
desafío era necesario ante todo desinstalarse. Sería imposible, en los esquemas
fijos de una casa propia, seguir tal propuesta.
- “Nosotros dejamos todo y te
seguimos” (Mateo 19,27)
Muchos
textos de los evangelios hacen referencia a la renuncia de la propiedad, como
el joven rico y el Reino de Dios (Mateo 19,16-22), o la recompensa a quien dejó
todo (Mateo 19,27-30). Ahora bien, tal estado de vida, sin propiedad ninguna,
solo es posible para quien hace una opción radical, considera al Reino como un
valor absoluto y se lanza confiado detrás del Maestro. En esta vida de pobreza
radical, los misioneros ambulantes dependían de las comunidades por las cuales
pasaban, ya que no podían llevan dinero ni provisiones. La promesa era la de
formar una nueva sociedad, ganando mucho más en “padres, hermanos, hermanas,
casas, hijos”.
- “Miren las aves del cielo…
miren los lirios del campo” (Mateo 6,26.28)
Otros
tantos textos nos hablan del despego de las amarras diarias. Tales textos se
comprenden más claramente dentro de un contexto de itinerancia. Basta leer, por
ejemplo, las instrucciones referentes a la despreocupación por el comer, por el
vestir, por el mañana (Mateo 6,25-34). Así también las promesas a quien recibe
a los misioneros, quienes tienen garantizada una recompensa hasta por un vaso
de agua ofrecido en nombre de Jesús (Mateo 10,42). La hospitalidad es el
elemento esencial en esta vida libre y totalmente desapegada.
- “Si alguno quiere venir
detrás de mí, renúnciese a sí mismo…” (Mateo 16,24)
Otro
texto clave dentro de la propuesta de Jesús, presenta las condiciones del
discipulado como renuncia radical (Mateo 16,24-26). Este trozo puede ser
aplicado a la vida de un misionero ambulante que optó de manera radical por
Cristo, y que experimenta las dificultades que esta opción implica cada día. De
ahí la necesidad de la renuncia total, negarse a sí mismo, cargar la cruz, y
hasta perder la vida para seguir fielmente a Jesús.
- “Los que anuncian el
Evangelio, vivan el Evangelio” (1 Corintios 9,14)
La
acción del Espíritu Santo suscitó, en el periodo más primitivo de la historia
de la Iglesia, apóstoles, profetas y maestros, que continuaran la misión
itinerante de Jesús. De esta forma el Evangelio se propagó rápidamente y la
conciencia misionera creció por las diversas comunidades. Ejemplo de ello es el
relato de Hechos 13,1-12. Los escritos paulinos destacan la función de los
profetas, con un papel reconocido en sus comunidades (1 Corintios 12,28;
14,29ss; Romanos 12,6.8).
La
presencia de los profetas itinerantes en estas iglesias, se nota con más
énfasis en la segunda carta a los Corintios, particularmente en los capítulos
10 a 13. Ahí Pablo polemiza con sus “enemigos”, misioneros itinerantes que
habían llegado a las comunidades y que tenían el don de la palabra. Entre las
acusaciones a Pablo, estaban justamente la de que él no vivía el mandato del
Señor, de que, “los que anuncian el Evangelio vivan del Evangelio” (1 Corintios
9,14). Esta “orden del Señor” indica una de las características de los
misioneros itinerantes, la de ir de comunidad en comunidad, viviendo del
sustento que ellas les proporcionaran.
- “Hice muchos viajes. Sufrí
peligros…” (2 Corintios 11,26)
La vida de Pablo, al
igual a la de otros apóstoles, está marcada por la itinerancia. Fueron estos
viajes lo que garantizaron la difusión del mensaje evangélico por el mundo de
la época. Pablo pasó doce o trece años viajando de ciudad en ciudad, haciendo
tres grandes viajes. Algunos de sus acompañantes de viaje fueron Bernabé, Juan
Marcos, Silvano, Timoteo, Lucas, Priscila y Aquila…
Viajar, en aquella
época, era difícil y peligroso. Los misioneros recorrían grandes trechos a pie,
solos o en caravanas, por tierra o por mar. Leemos un testimonio vivo de Pablo:
“Hice muchos viajes. Sufrí peligros en los ríos, peligros de parte de ladrones,
peligros en las ciudades, peligros en el desierto, peligros en el mar. Tres
veces naufragué. Pasé un día y una noche en alta mar” (2 Corintios 11,16.25).
Existía además la dificultad del idioma, teniendo que comunicarse en griego, a
veces en arameo o hebreo, y quién sabe si también no fue en latín, además de
los diversos dialectos regionales.
Había innumerables
problemas en relación al sustento, porque el ideal de ser sustentado por las
comunidades no siempre funcionaba. Pablo y su grupo optan por vivir de su
propio trabajo. No menos dificultades eran los riesgos de la salud, lo que le
hizo escribir a Pablo: “Muerto de cansancio, muchas noches sin dormir, con
hambre y sed, con muchos ayunos, con frío y sin abrigo” (2 Corintios 11,27).
Hoy, ¿qué significa
ser itinerante y misionero itinerante? La disponibilidad de vivir el Evangelio
responde la pregunta. Exige radicalismo: Renunciar a la tranquilidad personal,
estancia en medio de los ruidos de un barrio, escasez de los suburbios,
carencias de una choza. El atender a las personas ahí donde están caracteriza
la vida de una persona itinerante, siempre pronta a atender a quien le busca.
3ª PARTE: LAS IGLESIAS EN LA DISPERSIÓN (4 temas)
Las primeras Comunidades frente al judaísmo. Cartas
a Santiago y a los Gálatas
A. LAS PRIMERAS
COMUNIDADES FRENTE AL JUDAÍSMO
- Contexto histórico
Conviene
iniciar este tema con precisión terminológica. Hablando propiamente no de
religión, de raza o de cultura, sino de la entidad política, se entiende por
“judaísmo” el periodo de la historia en que, del pueblo de Israel, solamente la
tribu de Judá constituyó una organización política propia. Este periodo se
extiende del 538 aC. (decreto de Ciro, vuelta del exilio, restauración de
Jerusalén y de Juda) hasta el 135 dC. (segunda revuelta judía, de Bar Kokhba y
extinción total de Jerusalén). Pero el judaísmo, como realidad religiosa,
étnica y cultural, existe hasta hoy, así pues convendrá hablar de “judaísmo
antiguo” para denominar ese periodo. Dentro de él se distingue: un judaísmo
temprano, desde el 538 al 333, de dominio persa. Otro judaísmo antiguo medio,
que va del 332 aC. (conquista de Pal estina
por Alejandro Magno e incorporación de los judíos al mundo helénico) hasta el
63 aC. Y el judaísmo antiguo o final del año 63 al 135 dC. A nosotros, aquí nos
interesa el judaísmo del tercer momento, que corresponde al tiempo de Jesús y
de las primeras comunidades cristianas.
Para
visualizar todo eso, no sirve el siguiente esquema:
586: Exilio
de la élite de Jerusalén y de Judá (los “judíos”) a Babilonia.
538: Decreto
de Ciro y vuelta de los “judíos” a Jerusalén y alrededores.
520-515: Reconstrucción del Templo.
332: Conquista
de Alejandro magno; el helenismo.
175: Persecución
de los judíos por el rey heleno Antíoco Epifanes.
164: Reconquista
del Templo por los judíos liderada por Judas Macabeo; los reyes hasmoneos.
63: Ocupación de Palestina por los romanos.
48-4 Ac.: El rey Herodes.
cerca del 6 aC: Nacimiento de Jesús
cerca del 30 dC: Muerte de Jesús
48/49: Concilio de
Jerusalén
66/73: Revuelta de
los zelotes (“guerra judaica”)
70: Destrucción del Templo
132/135: Revuelta de Bar Kokhba
135: Aniquilación
total de Jerusalén
Después de la primera
Guerra Judaica (66/73) y de la caída de Jerusalén y del Templo (70 dC), la religión
judía se reorganizó sin templo y sin sacerdotes. Ahora está definitivamente
localizada en la sinagoga y en los rabinos de tradición farisaica. Esta nueva
organización religiosa es llamada “el judaísmo rabínico”. Se prolonga a través
del judaísmo medieval y moderno, hasta nuestros días. Ese judaísmo hace
oposición a las comunidades judeo-cristianas presentadas en los evangelios de
Mateo y Juan. El nacimiento de este nuevo judaísmo significó la ruptura, la
excomunión de los cristianos por el sínodo rabínico de Jamnia, alrededor del 85
dC.
Se discute cuál es la
principal razón de esta enemistad. Hay quienes dicen que sería el hecho de que
los cristianos no participaron en la guerra contra los romanos. Un análisis
objetivo del comportamiento de los rabinos de esa época, muestra que ellos no
mostraron mucha solidaridad con los zelotes revolucionarios. Se debe pensar,
más bien, que las raíces del conflicto son de orden religioso. Después de la
caída del Templo, las únicas formas de judaísmo que sobrevivieron fueron el
cristianismo y el rabinismo farisaico. Este, para afirmar su hegemonía como
judaísmo auténtico, tenía que excluir a la otra ala, muy abierta a los
gentiles, poco preocupada por las observancias rituales y desligadas de la
perspectiva mesiánica, ya cumplida en Jesús.
Antes de la crisis de
la Guerra Judaica, el cristianismo no era claramente distinto del judaísmo,
ciertamente no lo era a los ojos de los de fuera. Pero ya existía una práctica
cristiana no atada al judaísmo. Aquí, acompañando el itinerario narrado en los
Hechos, conviene que consideremos de cerca la relación de las comunidades
cristianas con el judaísmo antiguo, que va rumbo a su fin. En cuanto a las
comunidades cristianas en este periodo, debemos distinguir varias corrientes:
-
Las comunidades judeo-cristianas: la “Iglesia de la circuncisión”. Socio
lógicamente hablando, son comunidades judías: comunidades de judíos que creen
que Jesús fue el Mesías.
-
Las comunidades gentil-cristianas, que no provienen del judaísmo sino del mundo
pagano (desde el punto de vista judío): la gentilidad, los extranjeros al
Pueblo de Moisés. Creen que Jesús es el Salvador esperado por el judaísmo y por
el mundo, pero no se injertan en el judaísmo como organización socio-cultural o
religiosa.
-
Las comunidades “mixtas”, de judeo-cristianas y gentil-cristianas. Es
especialmente en éstas donde se hará sentir, con mayor dureza, el problema de
la convivencia.
- Las primeras comunidades y
el judaísmo en los escritos del Nuevo Testamento
El
libro de los Hechos y algunos otros escritos, nos iluminan sobre la relación
entre judaísmo y cristianismo en aquellos años, entre el 30 y el 70 dC.
a) La Iglesia de
los Doce y de Santiago: los “galileos” constituyen la comunidad de Jerusalén
Conforme
a Marcos 16,7 y copiado por Mateo y conforme a Juan 21,1-13, debemos pensar que
el movimiento cristiano después de la muerte de Jesús se rehízo en Galilea.
Lucas, sin embargo, termina su evangelio e inicia el libro de los Hechos
presentando la reconstitución en Jerusalén, luego de la muerte de Jesús, sin
salir de la ciudad (Lucas 24,49; Hechos 1,3ss). Podemos sospechar que Lucas
fuerza la historia para asegurar su visión teológica (Jerusalén como eje entre
la actividad de Jesús y la Iglesia).
De
todos modos, la primera comunidad era la de los “galileos” bajo la dirección de
los Doce, sea en Galilea, sea en Jerusalén. Lucas la presenta como reuniéndose
en el Templo (Hechos 2,46). Estaba integrada al judaísmo, que antes de la
Guerra Judaica estaba bastante diversificado. En determinado momento,
probablemente bien pronto, Santiago, “hermano del Señor”, sin pertenecer a los
Doce, se convirtió en uno de los líderes de la Iglesia de Jerusalén. Se trata
probablemente de “Santiago el Menor”, citado en Marcos 6,3; 15,40; Hechos
12,17; 15,13; 21,18; 1 Corintios 15,7; Gálatas 1,19; 2,9.12; Judas 1,1. Es él,
antes que Pedro, quien dirige la iglesia de Jerusalén en el año 48, cuando se
dio el Concilio de Jerusalén.
Si
la atribución de la carta de Santiago fuera auténtica, tendríamos ahí un
documento oriundo de esta comunidad madre, que es judeo-cristiana. De hecho,
encontramos en la carta de Santiago muchas semejanzas con las palabras de Jesús
que Mateo y Lucas encontraron en un documento que ellos consultaron para
escribir sus evangelios, los ‘Logia’ de Jesús. Este documento, que se puede
reconstruir por las citas de Mateo y de Lucas, es generalmente considerado como
originado en la comunidad de Jerusalén o la de Galilea. La comunidad que
respalda la carta de Santiago tiene las mismas características, y la ausencia
de cualquier referencia sea a la destrucción del Templo, sea al conflicto con
el judaísmo, lleva a situarla antes de la Guerra Judaica y la destrucción del
Templo.
Pero,
la atribución de la carta a Santiago puede ser ficticia. Si la “sinagoga cristiana”
de donde surgió la carta no fuera la propia comunidad madre de Jerusalén, debe
ser una comunidad judeo-cristiana de Galilea o de la región fronteriza de
Siria. Según los Hechos, cuando Pablo se encaminaba para perseguir a los
cristianos en Damasco, existía allí una comunidad de judeo-cristianos,
representada de modo ejemplar por lo figura de Ananías (Hechos 9,10). Una
comunidad “jacobina” (de Santiago = Jacob) fuera de Jerusalén podría tener
rasgos semejantes.
b) Las comunidades
fundadas por los “Siete”
Otro
tipo de comunidad, mencionada a partir de Hechos 6, es la de los Siete
(Esteban, etc.). Está constituida por judíos de cultura griega y se reúne en la
sinagoga de los “libertos”, es decir, de los judíos que fueron esclavos en las
ciudades del imperio (Hechos 6,9). Por lo que da a entender el discurso de
Esteban, este grupo no tenía tanto respeto por el Templo como el grupo anterior
(Hechos 7,47-50) y fue perseguido con el mismo pretexto que motivó la
condenación de Jesús: la crítica al Templo (Hechos 6,13-14). Es muy extraño ver
que la comunidad de los Siete, es perseguida, mientras que la de los Doce puede
permanecer en Jerusalén. Como consecuencia de la persecución, el grupo de los
Siete forma comunidades en Samaria, sin duda ajenas al judaísmo dominante en
Jerusalén.
c) La “revolución”
de Pedro
Según
Hechos 10-11, el mismo Pedro, bajo inspiración divina, va a romper el tabú de
la pureza en la alimentación y practicar la comunión de mesa con los no judíos,
soldados y otros que eran muy frecuentes en la Palestina de aquel tiempo. Tal
comunión de mesa era un logro fundamental para que el cristianismo pudiera
abrirse a los paganos, sin barreras ni discriminaciones; pues todos los
evangelistas, incluido Mateo, documentan abundantemente cómo Jesús superó las
barreras religiosas y rituales del judaísmo farisaico y rabínico.
Esta
práctica de Pedro, ofrece probablemente una muestra de lo que sucedía en las
comunidades mixtas. El “Concilio de Jerusalén”, en 48/49 dC, aparentemente
provocado por la práctica similar a la de Pablo, girará exactamente sobre eso y
establecerá reglas de convivencia para judeo-cristianos y gentil-cristianos en
el seno de las comunidades mixtas.
d) De la Iglesia
de la Circuncisión a la Iglesia de todos
El
presente 3ª parte presenta algunas muestras para iluminar la “ruptura del
cordón umbilical” que ataba la Iglesia al judaísmo. Ruptura del cordón
umbilical en el sentido de emancipación, en relación a los elementos
socio-culturales y religiosos del judaísmo, sin que esto signifique rechazo de
las raíces judías. Hoy, más que nunca, descubrimos el valor de estas raíces. Y
sería bueno que la herencia judeo-cristiana de la Iglesia de Jerusalén tuviese
mayor peso entre nosotros. Existen hoy, en Israel, apenas cuatro pequeñas
comunidades hebreas que pertenecen a la Iglesia católica. Los católicos latinos
estamos acostumbrados a entender “católico” o universal, como sociedad mundial,
“aldea global”, identificada con la cultura dominante. Sin embargo, las
comunidades judeo-cristianas realizan la catolicidad, la universalidad, de otra
manera: como pequeño resto, pueblo-testigo, luz de las naciones, al modo del
Siervo del Señor.
En
el tema 10 se presenta un discurso y la práctica cristiana, dentro de un
esquema mental judío: la carta de Santiago. En el tema 11, mostramos el tipo de
evangelización realizada por Pablo en el mundo no-judío –el de los Gálatas –
que ilustra las circunstancias del Concilio de Jerusalén. El concilio es
presentado en el tema 12. En el tema 13 se muestra el inicio liberador de la
evangelización paulina rumbo al mundo del imperio romano. Llama la atención el
carácter preponderamente urbano de ese mundo.
B. INTRODUCCIÓN
A LA CARTA DE SANTIAGO: FE Y OBRAS
La carta de Santiago,
a diferencia de las cartas de Pablo, no se dirige a una Iglesia específica,
sino “a las doce tribus de la Dispersión”. Generalmente se piensa que se trata
de las comunidades de cristianos que provienen del judaísmo y que se consideran
judíos. Eso explica que el contenido sea tan judaico, que se llegó a dudar que
se tratase de un escrito cristiano. Demoró en ser aceptada sin reservas en el
canon de la Escritura. Si se suprime el nombre de Jesús en 1,1 y 2,1, nada
queda de explícitamente cristiano. Pero, eso no quiere decir nada. Podríamos
decir lo mismo del… ¡Sermón de la Montaña! Esto se explica por una razón bien
simple: Jesús era judío, y judíos eran los primeros cristianos. Jesús no
hablaba de sí ni de la Iglesia cristiana, sino de la vida conforme a la
voluntad del Padre, en palabras sacadas de la tradición judaica.
La carta de Santiago,
aunque escrita en griego fluido y literalmente refinado, tiene un estilo judío.
La discusión a partir de la Ley de Moisés, las exhortaciones morales, las
expresiones figuradas, semejantes a las parábolas evangélicas, expresiones y
circunlocuciones visiblemente traducidas del hebreo, muestran que con esta
carta nos situamos en el ámbito de las iglesias de la Circuncisión, es decir,
del judaísmo.
a) El autor de la carta
La
carta circula bajo la autoridad de Santiago, el “hermano del Señor”. En el
Nuevo Testamento son mencionados como mínimo, tres Santiagos:
-
Santiago el “Mayor”, hijo de
Zebedeo, que pertenecía a los Doce (Marcos 3,17) e inclusive al núcleo de los
tres más íntimos de Jesús (Marcos 5,37; 9,2; Hechos 1,13), martirizado el año
44 (Hechos 12,2).
-
Santiago el
hijo de Alfeo, también de los
Doce (Marcos 3,18).
-
Santiago el “Menor”, pariente de
Jesús en Nazaret (de donde viene lo de “hermano del Señor”, (Santiago 1,1). El
clan de Jesús inicialmente no creía en él (Cf. Marcos 3,20-21.31-35; 6,3-4;
Juan 7,3-5), pero después de su muerte se adhirió a su movimiento; la presencia
de la madre de Santiago el Menor junto a la cruz y junto al sepulcro vacío en
la mañana de la resurrección registra los pasos de esta evolución (Marcos
15,40; 16,1). Este Santiago, testigo del Resucitado (1 Corintios 15,7) es
mencionado por Pablo y por Lucas como uno de los jefes de la Iglesia de
Jerusalén en los años 40-60, en Gálatas 1,19; 2,9.12 y Hechos 12,17; 15,13).
Debe ser este Santiago el Menor la persona a la que se le atribuye esta carta.
Otra carta es atribuida a otro miembro de la familia de Jesús, la carta de
Judas, “hermano de Santiago” (Judas 1; Cf. Marcos 6,3).
No
se excluye que Santiago el Menor (3) sea Santiago el hijo de Alfeo (2). En este
caso, habría pertenecido a los Doce. El Santiago al que se le atribuye la carta
no es necesariamente quien la escribió. En aquel tiempo era costumbre atribuir
un escrito a un personaje significativo para honrarlo y para exhibir el sello
apostólico, garantizando su autoridad y su unión con la Iglesia de los orígenes
(apostólico en el sentido amplio, no necesariamente refiriéndose a los Doce).
El verdadero escritor prefería quedar anónimo, como sucede con nuestros
artesanos y poetas populares.
El
que escribió la carta seguramente fue un judeo-cristiano, el cual, dado lo bien
que escribe el griego, no parece que haya sido natural de Nazaret. Con todo, la
atribución a “Santiago, hermano del Señor”, puede contener un indicio sobre la
comunidad que está detrás de la carta. La iglesia de Jerusalén, o los Doce,
representaba el grupo de los galileos que siguieron a Jesús, teniendo sus
exponentes en Pedro, Juan y Santiago el Mayor. Ya el grupo de los Siete, cuyo
nacimiento nos narra en Hechos 6-7, representa el judeo-helenismo, y
encontramos a sus integrantes en las regiones helenizadas de Samaria y de
Antioquía de Siria; es por intermedio de ellos que Pablo entra en contacto con
la Iglesia. Más tarde, después de la dispersión de los Doce, Santiago el Menor
se convirtió en el jefe de la Iglesia de Jerusalén. La carta de Santiago
tendría sus raíces en la Iglesia Madre de los Doce. Las semejanzas con la
tradición de los ‘logia’ de Jesús confirman eso.
b) Las comunidades de tradición judeo-cristianas
No
solo por su rúbrica, sino también por su contenido, la carta de Santiago se
revela de origen judeo-cristiano palestinense y, por eso mismo, de gran valor
testimonial de la más primitiva cuna del movimiento cristiano. Su cristología
es simple, pero fundamental: Jesús, es “Señor”, título que expresa la función
divina, es “(Señor) de la gloria”, término que resume la realidad de la
resurrección y entronización en el ‘cielo’, junto a Dios (1,1; 2,1). Por lo
tanto, no se puede dudar de la legitimidad cristiana de la carta.
Además
de eso, Jesús es la clave de interpretación de la vida práctica, que los judíos
resumen bajo el término de “Torá”, que acostumbramos traducir por “ley”, pero
mejor se traduciría por “orientación” o “enseñanza”. Así, 2,1 dice que no es
posible confesar la fe en “nuestro glorioso Señor Jesucristo y hacer diferencia
entre personas”. Desarrolla un raciocinio típicamente judío sobre la práctica
de la justicia y de la torá, práctica esa que se resume en el “mandamiento
regio” de la caridad (2,8, Cf. Levítico 19,18; Marcos 12,28-34 y paralelos:
Gálatas 5,13-24, etc.). En otros términos, la fe en Jesucristo es la clave de
interpretación de la Torá y del modo de vivir. Esto es muy judaico. Si el
espíritu griego se ocupa con la teoría, la ortodoxia, el espíritu judío se
preocupa más de la ética, la ortopraxis, con tal que sea respetada la unicidad
de Dios, en el sentido exactamente de su señorío, su autoridad práctica
exclusiva sobre nuestra vida.
La
carta de Santiago es, en este sentido, un buen ejemplo de cristianismo
práctico. No por casualidad son muy frecuentes las semejanzas con la tradición
sinóptica, especialmente con el Sermón de la Montaña.
c) División
No
se descubre un “plan” en el escrito de Santiago. Sigue típicamente el estilo
homielético donde “una palabra empuja a la otra…” Eso puede ser un indicio de
que su contexto vital sean las reuniones de la “sinagoga cristiana”. Sin
embargo, para organizar un poco la lectura, se puede proporcionar la siguiente
división:
a) Destinatarios y
saludo (1,1)
b) Los temas
relevantes: paciencia, oración, prueba, la fe práctica (1,2-27)
c) Desarrollo
sobre la práctica de la fe:
-
No hacer diferencia de personas (2,1-13)
-
La fe sin práctica está muerta (2,14-16)
d) Advertencias
-
A quienes quieren ser maestros (3,1-14)
-
Contra la rivalidad (3,14-18)
-
Contra la codicia (4,1-10)
-
Contra la maledicencia (4,11-12)
-
Contra la ganancia (4,13-17)
-
Contra la injusticia de los ricos (5,1-6)
e) Exhortaciones
finales, retomando los temas iniciales (5,7-20)
d) Clave de lectura: la fe práctica
a) La carta de Santiago muestra así
que se retoma la enseñanza del Maestro, bien próxima a los orígenes de la
tradición cristiana, y dirigiéndose a las comunidades judeo-cristianas fuera de
Tierra Santa (“las doce tribus en la Diáspora”: 1,1). Como las palabras de
Jesús en los evangelios sinópticos, percibimos que Jesús no habló de sí mismo,
sino de la voluntad del Padre y de su Reino, y de la “ley suprema” de la
caridad. Santiago llega a identificar prácticamente la religiosidad con la
caridad (1,27): “la religión pura y sin mancha a los ojos de Dios que es Padre,
es: visitar a los huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse puro de la
corrupción del mundo”.
b) En este
contexto entendemos el concepto original de la fe en la carta de Santiago.
Original, por representar los orígenes, la adhesión operativa a la enseñanza
práctica de Jesús. En este sentido, la fe no es, como muchas veces la
concebimos, la aceptación de teorías y doctrinas o un sentimiento de entrega,
sino un compromiso práctico.
c) La fe de
Abrahán, tema muy mencionado en las discusiones rabínicas, consiste para Santiago
en el hecho de que Abrahán se dispuso a una obediencia práctica externa, al
punto de ofrecer a su único hijo en sacrificio (Cf. Subsidio 10).
d) Podemos
considerar entonces la carta de Santiago como testimonio de un grupo muy
significativo en la Iglesia de los orígenes, emparentado con Jesús en persona,
y con la Iglesia-Madre de Jerusalén. Este testimonio mira a una situación
nueva, en que la comunidad incluye ricos –judíos comerciantes y propietarios en
las ciudades de la Diáspora– que no tienen el espíritu de la fe en Cristo, que
es práctica. Hay también otros abusos en la comunidad, como por ejemplo, la
tentación de querer ser maestro y abusar de la palabra.
e) El cuadro
general, visible sobre todo en el comienzo y en el final, está formado por la
insistencia en la paciencia, de donde deducimos que ya habían pasado algunas
décadas desde la muerte de Jesús y que la espera de su vuelta se estaba
volviendo problemática (Cf. 1 Tesalonicenses). A esta inquietud, la carta
responde con la seguridad de que la misericordia vence al juicio (2,23), o sea,
que para quién práctica el amor misericordioso, poco le importa cuando llegará
el día del juicio.
Tema 10:
COHERENCIA ENTRE FE Y VIDA.
“Te mostraré mi fe con mis hechos”
(Santiago 2,18).
Mensaje
¡Muchas palabras,
pocos hechos! La situación es conocida. Más concretamente: en nombre de nuestra
fe, hablamos del Reino de Dios, de justicia, de paz y amor. Pero sabemos muy
bien que, si no hiciéramos nada para que estas cosas sucedan, nuestras palabras
no tendrían valor. Con las características propias de la época actual, hoy
vivimos en constante contradicción entre la fe proclamada con palabras y la fe
concretada en hechos y en verdad. Se nos exige autenticidad y coherencia. La
opresión de los pobres por los ricos es cada vez más descarada. Llevan una vida
de derroche sin ninguna preocupación por los pobres.
Este fenómeno ya se
daba en tiempos de Santiago. En la misma Vida Religiosa existen
discriminaciones que contradicen lo que profesamos. En nuestra misma Iglesia se
dan situaciones de injusticia y discriminación. El amor no es garantizado por
nuestras hermosas palabras. Debe ser el resultado de la práctica coherente del
compartir y la igualdad que son exigidos por la misma fe. Coherencia entre el
escuchar, ver, creer, hablar y hacer.
El texto escogido para
hoy comienza con un ejemplo concreto, un “hecho de vida”, que nos hace
comprender profundamente el asunto fundamental (vv. 15-16). Más adelante, lo
refuerza con ejemplos sacados de la Escritura (vv. 21-25). La argumentación de
Santiago está apoyada en dos personajes conocidos del Antiguo Testamento. Por
el “hecho de vida” presentado, y también por el resto de la carta, notamos la
presencia del pobre en la comunidad, al lado del rico. Existen discriminaciones
y desigualdades evidentes (2,1-4.15-16; 5,1-6). Se observan ambigüedades e
incoherencias de los cristianos en su vida. Santiago acaba el segundo capítulo
con una conclusión: “En efecto, así como el cuerpo sin respiración está muerto,
así también la fe sin obras, está muerta”.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad: Vivimos y sufrimos muchas incoherencias
1.
¿Cómo se manifiestan las desigualdades en nuestro
país?
2.
¿Qué incoherencia notamos en nuestra Iglesia y
nuestra pequeña comunidad?
Palabra de
Dios. Santiago 2,14-26: La fe se demuestra por las obras.
3.
¿Cuáles son los personajes de que nos habla
Santiago?
4.
¿De qué tipos de obras nos habla Santiago?
Hoy nosotros:
5.
¿Cuál es el mensaje que sacamos de toda nuestra
reflexión?
6.
Para ser coherente con una fe viva, ¿qué vamos a
mejorar personalmente, en nuestra comunidad, nuestra Iglesia y la sociedad?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Pedir perdón por las
incoherencias, agradecer los avances con relación a la coherencia práctica
delante de los tiempos y problemas actuales. Salmo. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En el próximo encuentro abordaremos la Carta a los Gálatas. Para aprovechar
mejor, vamos a leer anticipadamente Gálatas 5,1-26 y la introducción a la
carta. Texto de apoyo: Juan 8,31-36.
-
Distribuir las tareas para el próximo encuentro. Traer un símbolo acorde al
tema de la próxima reunión.
Comentario 10: La fe de Abrahán
A. ABRAHÁN ES EL“PADRE DE LA FE” DE LAS COMUNIDADES
Al
igual que para todas las corrientes dentro del judaísmo, para los seguidores y
seguidoras de Jesús en las primeras comunidades, Abrahán también era
considerado el “padre de la fe”. Por fin, en las comunidades, se estaba
cumpliendo las promesas hechas a Abrahán (Gálatas 3,16; Romanos 4,13): Los que
entraban en las comunidades se transformaban en hermanos en la fe, la misma fe
de Abrahán (Romanos 9,6-8). Las comunidades consideraban a Abrahán como padre
de todos los fieles (Cf. Mateo 8,11; Lucas 19,9; Romanos 4,1.11; Gálatas
3,7.29). Era el modelo de todos los creyentes (Gálatas 3,6-29; Romanos 4,1-25;
Santiago 2,21-23).
Profundicemos cómo
consideraban las comunidades esta fe de Abrahán. ‘Fe’ aquí no tiene el sentido
normal de una mera aceptación de doctrinas o enseñanzas. Fe es un sí vital y
definitivo al llamado, a la invitación hecha por Dios a la novedad de una vida
diferente. Al escuchar la voz de Dios, Abrahán dejó todo, salió de su tierra y
se puso en camino (Génesis 12,4-5), teniendo como única certidumbre la palabra
que Dios le dirigió. Y cuando Dios le promete un descendiente, contra toda
probabilidad, Abrahán confía en esta promesa, cree y por eso es considerado
justo por Dios (Génesis 15,6). Este episodio, con todo, no es el calmen de un
proceso de crecimiento en la fe. Conforme a Santiago 2,21 y Hebreos 11,17, esta
fe solo alcanza su plenitud cuando Abrahán se pone en camino para ofrecer a
Isaac, su único e inesperado hijo, la garantía de la promesa, para cumplir la
voluntad de Dios. La Carta a los Hebreos expresa el fundamento de tal fe con
esta frase que solamente puede surgir de un corazón profundamente cristiano:
“Aún a un muerto, Dios puede resucitar” (Hebreos 11,19).
Así, recorriendo los
escritos del Nuevo Testamento, percibimos que las comunidades miraban la fe de
Abrahán dentro de un proceso, en el que la misma comunidad leía los pasos que
ella misma tuvo que dar. En este proceso observamos los siguientes paso: 1)
tener plena confianza en la palabra de Dios. 2) obrar obediente, que ejecuta el
llamado percibido. Para las comunidades, la fe de Abrahán es el obrar confiando
y obediente a Dios en la vida diaria.
La fe de Abrahán es
una fe que obra. En la carta de Santiago la fe se presenta como el sujeto de
las frases, y las obras como el complemento. Eso nos indica que solamente por
medio de las obras se revela lo que tenemos en nuestros corazones y en nuestras
convicciones. Es esto lo que se llama la “práctica de la fe”. Es algo mucho
mayor que los meros ejercicios de piedad u otras prácticas religiosas, que
estamos acostumbrados a observar. Aquí los cristianos beben de una tradición
que se origina en la crisis del Exilio.
B. LA ROCA DE
DONDE FUERON TALLADOS
En el 597 antes de Cristo,
sucedió la primera gran deportación para Babilonia. Diez años después, en el
587, fue la destrucción total de Jerusalén, de la Monarquía, del Templo. Un mes
después de aquel mismo año, sucedió la segunda deportación. El pueblo estaba de
vuelta en el lugar de donde Abrahán y Sara, más de mil años antes, habían
salido en busca de la tierra, del pueblo y de la bendición (Génesis 12). Ahora,
con todo, la tierra estaba destruida, el pueblo desintegrado, la bendición
perdida. Todo aquello que ellos habían iniciado con tanta esperanza como
respuesta a la promesa de Dios, había fracasado por falla humana. Habían
retrocedido al punto de partida.
Durante siglos, los
profetas habían luchado por llevar al pueblo a un compromiso mayor. Le habían
colocado en su delante a escoger entre el bien o el mal, entre la vida y la
muerte (Deuteronomio 30,15). Observando la Ley, eligieron la vida y no
observándola, la muerte (Deuteronomio 30,16-20). Poco o nada adelantó. El
exilio era la prueba de que se habían dejado envolver por la muerte. Quien
asume la Alianza como norma de su vida y, enseguida la traiciona, por ella será
condenado y recibirá el castigo que la Ley establece. Fue lo que sucedió. De
acuerdo con la lógica de la Ley, el exilio significaba el fin. No había otra
salida. Así pensaba mucha gente (Isaías 40,27; 49,14).
Pero junto a la Ley,
estaba el llamado, la promesa. La gratuidad de la promesa hecha a Abrahán ayudó
a los profetas del exilio a superar la lógica de la Ley y encontrar una salida
que diese esperanza al pueblo. De vuelta en la tierra de Abrahán, descubren que
el llamado ahora se dirige a ellos. Ahora son ellos quienes reciben de Dios la
misma promesa de tierra, de pueblo y de bendición. El pueblo se reconoce en
Abrahán y encuentra en él la fuente de su identidad: “Nosotros somos Abrahán”.
Esta experiencia de la gratuidad del llamado de Dios los desafía y los
despierta. Y así, en lo más profundo del pozo del exilio renace la fe de
Abrahán. Isaías convoca a los exiliados:
“Óiganme todos los que
quieren vivir con rectitud y me buscan –dice el Señor–. Miren la roca de donde
fueron cortados, la cantera de donde fueron sacados: miren a Abrahán, su padre,
y a Sara, que les dio la vida. Cuando yo lo llamé era uno solo. Pero le bendije
y le di muchos descendientes” (Isaías 51,1-2).
Estimulados por este
redescubrimiento de su identidad y misión, por este deseo de revivir la fe de
Abrahán, desentierran y organizan las tradiciones antiguas sobre Abrahán y
Sara, poco recordadas por los profetas anteriores al exilio. Como en un gran
espejo, contemplan ahí el modelo que ahora debe animar y orientar sus vidas. En
la frase divina que introduce el conjunto de estas tradiciones, se resume todo
un desafío de la fe redescubierta: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de
tu padre, y vete a la tierra que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo,
te bendeciré y haré famoso tu nombre, que será una bendición” (Génesis 12,1-2).
El pueblo exiliado reinicia el camino y vuelve a su tierra, apoyado no en la
certidumbre de la observancia, sino en la promesa de Dios que los atrae.
Con todo, en la medida
en que prevalece la línea de Nehemías y de Esdras, reaparece la tendencia de
colocar la seguridad no en aquello que Dios hizo por nosotros, sino en aquello
que nosotros hacemos por Dios. El acento cae nuevamente en la observancia de la
Ley. Más o menos en el año 200 aC., el Eclesiástico resume el mensaje de
Abrahán: “Abrahán cumplió la ley del Altísimo e hizo alianza con El; en su
carne selló esta alianza y en la prueba se mostró fiel. Por eso Dios le
prometió con juramento bendecir a las naciones” (Eclesiástico 44,20-21). Aquí,
se presenta a la promesa como recompensa de la observancia de la Ley. Estas dos
tendencias recorren toda la Biblia y reaparecen en el Nuevo Testamento. Unos,
animados por la gratuidad de la promesa, privilegian la fe viva. Otros,
deseosos de garantizar la promesa, insisten en la observancia de la Ley.
C. SANTIAGO Y
PABLO ¿FE U OBRAS?
En Gálatas 3,6-14 y en
Romanos 4,1-25, Pablo desarrolla su pensamiento respecto a la justificación de
Abrahán. Partiendo de Génesis 15,6, argumenta que Abrahán fue considerado justo
por Dios por causa de su fe y no por causa de las obras de la Ley, ya que
Abrahán era anterior a Moisés y por lo tanto aún no existía la Ley. Pablo
desarrolla este pensamiento, debido a las enseñanzas de los fariseos que
consideraban a Abrahán un fiel servidor de la Ley, aunque la Ley llegó después,
por intermedio de Moisés. Los fariseos no estaban preocupados por la fe de
Abrahán, sino por la observancia de la Ley.
Ahora bien, la
preocupación en estos textos paulinos no es la misma que encontramos en
Santiago o en Hebreos. Pablo quiere librar a los seguidores y seguidoras de
Jesús de observar el sistema de la Ley de Moisés. Pablo explica así: si la Ley
de Moisés que llegó mucho tiempo después de Abrahán, y sin embargo este fue
considerado justo de parte de Dios, eso significaría que Abrahán fue
justificado únicamente por la fe y no por la observancia de los preceptos
legales. Para Pablo, la Ley no era lo fundamental. La Ley servía más para
condenar que para salvar. Lo que salva es la vida, la práctica, la entrada en
la muerte y la resurrección de Jesús. En este proceso se asume la fe en
Jesucristo. Por eso Pablo enseña que Abrahán fue fundamentalmente justificado
por la fe (Gálatas 3,6-7; Romanos 4,3).
Existía otro punto muy
importante en la figura de Abrahán que ayudaba mucho a la práctica pastoral de
Pablo. Anunciaba su evangelio a los gentiles (Cf. Romanos 1,16-17). Para vencer
las resistencias de los judeo-cristianos más tradicionales, Pablo recuerda que
Abrahán, antes de ser llamado por Dios era también un pagano (Romanos 4,10-12;
Cf. Josué 24,2-3). Ahora bien, Dios llamó a Abrahán para ser el padre del
pueblo elegido en un gesto de pura gratuidad, cuando era aún incircunciso. De
esta forma, ahora Dios está llamando a los paganos para formar parte de este
mismo pueblo en la fe en Jesucristo. Por eso todos los paganos ahora se
convierten en miembros del pueblo de Dios, hijos de Abrahán en la fe. Y esto no
significa un gesto de ruptura con el pueblo elegido, sino que debe ser
considerado como un gesto de amor de parte de Dios (Romanos 11).
Entonces, ¿quién tiene
la razón? ¿Pablo, que sitúa la justificación de Abrahán en la fe? ¿O Santiago
que la sitúa en la práctica de obras producidas por la fe? Como lo vamos a ver,
no hay oposición, sino 2 aplicaciones distintas de un mismo mensaje.
-
Primero debemos tener bien claro lo que se pretende decir con “justificación”. En su etimología
significa “estar bien con Dios”, ser considerado por Dios como su amigo y en
comunión con El. Tanto para Pablo como para Santiago esta amistad con Dios se
basa en el crédito y en la adhesión que damos a su palabra y a sus promesas.
-
Pablo, por su parte, se preocupa
por el problema de cómo todos, paganos y judíos, llegan a esta amistad con
Dios. El dice: “No por la observancia irreprensible de la Ley de Moisés, sino
por la fe en la palabra de Dios que se cumple en Jesús”, llegamos a la plenitud
de nuestra amistad con Dios.
-
En cambio, Santiago y la Carta a los Hebreos se preocupan de los que ya están en la comunidad y dicen: “La fe de
Abrahán es la práctica, ella se comprueba en aquello que hacemos”. Por otra
parte, el mismo Pablo tiene el mismo pensamiento en Gálatas 5,6: “Lo que sí
vale es tener fe y que esta fe nos haga vivir con amor”.
INTRODUCCIÓN A
LA CARTA A LOS GÁLATAS: ‘LEY Y GRACIA’.
Pablo escribió la
Carta a los Gálatas durante el tercer viaje misionero, en el que nuevamente
visitó a las iglesias fundadas durante su segundo viaje al Asia Menor (Turquía)
y Europa (Grecia). Tal vez la haya escrito en el invierno del 57-58, en la
época en que escribió, desde Corinto, la Carta a los Romanos, que parece
exponer en forma más sistemática y menos pasional las mismas ideas que en
Gálatas.
Pablo visitó la
Galacia, en el interior del Asia Menor, durante el segundo viaje (año 50-52) y
en el comienzo del tercero (alrededor del año 54). La primera visita se produjo
por casualidad. La intensidad de su acogida se expresa en Gálatas 4,15: “hasta
se habrían sacado los ojos para dármelos a mí”. Muy significativo, sobre todo
si pensamos que la dolencia de Pablo mencionada en 4,13 fuese de la vista.
A. LOS GÁLATAS
Los Gálatas son un
pueblo desubicado del mapa. Su hábitat estaba en Europa occidental, en Galia
(hoy Francia), Galicia (España/Portu“gal”) y Gales (Gran Bretaña). En el siglo
3 aC, parte de ellos fueron atraídos como mercenarios al Asia Menor, la actual
Turquía. Allí se quedaron, desarraigados, hablando su lengua “bárbara”, como
decían los griegos que dominaban la región.
B. EL PROBLEMA
En el corto lapso de
tiempo transcurrido entre la segunda visita y la carta, la iglesia de los
Gálatas, según Pablo, “involucionó”. Los Gálatas deben haber recibido la visita
de propagandistas judíos tal vez hasta de judío-cristianos insuficientemente
conscientes de la novedad cristiana. Estos seducían a los Gálatas mediante la
propaganda por la circuncisión, aunque según 5,3 y 6,13, no observan la Ley
integralmente; al final, es más fácil dejarse circuncidar y observar ayunos y
fiestas, que observar la Ley en todos los momentos
Lo que Pablo no
acepta, es que alguien propague otro evangelio fuera del que él anuncia, el
Evangelio de Cristo. Para quien se adhirió a Cristo, éste es el único camino de
salvación, abierto a todos, en cualquier cultura. Pablo, que se hace judío con
los judíos, y gentil con los gentiles (Cf. 1 Corintios 9,20-21), no admite que
se obligue a los gentiles a hacerse judíos para recibir la salvación que viene
de Dios. En Cristo, no existe esa cuestión de ser o no judío. Es una u otra
cosa: o la salvación se da por Cristo, para todos, prescindiendo de la Ley, o
se da a través de la Ley para los que se le someten. En este último caso,
Cristo sería superfluo.
Si los cristianos de
Galacia fuesen de tradición judaica, su “tentación” de adoptar la Ley sería
bastante comprensible: el apego afectivo a su tradición es una cuestión
cultural. Pero siendo gentiles, que nada tenían que ver con las costumbres
judías, el hecho de adoptar la circuncisión y otras obligaciones del judaísmo,
era particularmente chocante. Es como si fuese un regreso a la idolatría de su
pasado pagano: volver a cosas meramente humanas, en detrimento de la libertad
ofrecida por Dios en Cristo (4,8-11). Era como si esquimales que hoy reciben el
Evangelio, mañana se esforzasen por aprender el latín o el canto gregoriano,
pensando que en estas hermosas tradiciones de la cristiandad occidental, se
encuentra la salvación…
¿Cómo se explica ese
retroceso de los Gálatas? Puede ser que esos Gálatas desarraigados, después de
ser liberados por Pablo de su paganismo, se impresionaran con la riqueza de la
tradición judaica que los judaizantes les hicieron conocer. En cierto modo, los
hermosos ritos del judaísmo eran más acogedores que el despojado mensaje
cristiano, “escándalo para los judíos y locura para los gentiles” (1 Corintios
1,23). Pero la razón que se transparenta del texto puede ser aún más profunda:
los Gálatas sentían necesidad de una religión que les diese “trabajo”, ritos y
observancias, que fuese más misteriosos que lo que el simple cristianismo que
giraba alrededor del amor. Tal vez sintiesen la necesidad de “hacer algo para
Dios…” mientras que El solo desea que amemos a nuestros hermanos (Gálatas
5,14).
Es difícil dejarse
salvar gratuitamente. Dios no está obligando a nadie, y nadie sería capaz de
pagar la salvación que El ofrece en Jesucristo. Los Gálatas fueron llamados de
gracia (1,6.15; Cf. 5,4). Eso no se paga. Eso se recibe, adhiriendo a la
palabra de Jesús, que irrumpe en la vida de Pablo. Y esta palabra es la palabra
del amor, que estamos llamados a practicar, no por obligación, sino libremente,
como hijos herederos en el sentido en que Israel fue una vez heredero del
patrimonio otorgado por Dios.
C. CONTENIDO Y
DIVISIÓN
Introducción: 1,1-5
destinatario, ya anunciando los dos temas de la primera parte: la misión de
Pablo (versículos 1-2) y su evangelio (versículo 3-4).
Primera parte:
1,6-2,21
- 1,6-10: Situación.
El único evangelio predicado por Pablo fue tergiversado.
- 1,11-2,10: La misión de Pablo.
-
1,11-24: Pablo recibió de Cristo resucitado la misión de
anunciar el Evangelio.
-
2,1-10: La salvación es concedida a todos, gratuitamente; los
paganos no deben ser sometidos a la circuncisión, como reconocieron Pedro y la
iglesia de Jerusalén.
- 2,11-21: El evangelio de Pablo, ilustrado por un
hecho de vida: Pedro se dejó doblegar por los mismos judaizantes que
presionan también a los Gálatas. Pablo mantiene “su presentación del
evangelio”: la salvación gratuita acogida por la fe; es necesario optar
entre la fe y la “Ley”.
Segunda parte:
3,1-6,18
1. Introducción. 3,1-5: Delante de Cristo
crucificado, Pablo censura a los Gálatas por volver a categorías humanas
superadas (la ‘carne’).
2. El régimen de
la fe y de la Ley. 3,6-4,7: Vistos en la historia de la salvación.
-
3,6-14: La promesa hecha a Abrahán
concierne a Cristo; la salvación prometida, se realiza por el don del Espíritu.
-
3,15-29: La Ley no es condición para
recibir este don, sino instrumento de educación para mostrar el pecado;
adhiriendo a Jesús se permanece libre en el Hijo de Dios.
-
4,1-7: “En Cristo” se da el paso
de la esclavitud del mundo a la libertad de los hijos de Dios, por el don del
Espíritu.
-
4,8-6,10: Exhortación: no volver a la esclavitud; la libertad cristiana.
-
4,8-20: Pablo angustiado, porque
intentan esclavizar a aquellos a quienes el Evangelio liberó.
-
4,21-31: Ser libre, “hijo de
Abrahán” no según la carne (circuncisión) sino según el Espíritu.
-
5,1-12: La nueva vida en Cristo, en
la fe y en la caridad.
-
5,13-25: Oposición radical entre la “carne” y el Espíritu.
-
5,26-6,10: El Espíritu libera del juramento, volviendo fiel a la Ley de
Cristo.
Conclusión: 6,11-18.
D. CLAVE DE
LECTURA
La carta a los Gálatas
es rica en temas fundamentales para la comprensión de la vida cristiana:
libertad cristiana, fe, “carne” y “espíritu”, tradición (Antiguo Testamento) y
novedad cristiana, igualdad en Cristo, frutos del Espíritu, etc.
En lugar de un puñado
de claves de lectura, tomamos la clave maestra, que sirve para todo el
conjunto; la irreducible unicidad de la salvación en Cristo, ofrecida
gratuitamente por Dios libertándonos de cualquier otro compromiso. Dios entró
en la vida de Pablo sin ningún mérito de su parte, por el contrario, ya que
Pablo era perseguidor de Cristo. Por eso Pablo no consideraba al judaísmo como
camino de salvación. Por otro lado, Jesús fue víctima de la Ley (3,12-13).
D.
ACTUALIZACIÓN
Al hablar de los
judaizantes de Galacia, pensamos también hoy en los que tratan de comprar la
felicidad y la seguridad aumentando las prácticas religiosas, tradicionales o
nuevas. Pero Dios no se deja comprar. La gran Tradición, que se expresó en el
Concilio Vaticano 2º, es la de la gracia y la gratuidad, de la fe que es
confianza, de la apertura al mundo, de la Ley que se cumple en el amor.
Pero aún existe otra
manera de faltar a la gracia, la de poner su confianza en elementos puramente
humanos. En nuestra vida cristiana, el compromiso exclusivo de la lucha por la
justicia puede darnos la sensación de que estamos salvando al mundo, de ser
nosotros los constructores del Reino de Dios, los libertadores de la humanidad.
Corremos el riesgo de olvidar la gratuidad. Ahora bien, los que de verdad se
esfuerzan por la justicia como exigencia del amor, no son personas arrogantes,
impositivas y autosuficientes. Se reconocen como “alcanzadas por Cristo”
(Filemón 3,12), humildes, capaces de recibir y de escuchar, capaces de gracia y
de gratuidad.
La libertad
fundamental no es aquella que conquistamos sino aquella que recibimos de
Cristo. Es en nombre de esta libertad recibida que luchamos por su encarnación
en las estructuras y en las prácticas de nuestra sociedad. Queremos liberación
porque ya hemos sido liberados. “Es para la libertad que Cristo nos liberó”
(Gálatas 5,1).
Tema 11: LA
LIBERTAD EN CRISTO: LIBRES PARA HACER EL BIEN.
“Nada me impusieron… solamente que
nos recordáramos de los pobres”
(Gálatas 2,6.10).
Mensaje
Un impresionante
testimonio de libertad humana nos dio el pianista Rubinstein, cuando tenía
“noventa y tantos” años, declaró que en su vida nunca había hecho nada contra
su voluntad contrariado. Era un hombre libre.
Nunca se habló tanto
de libertad como actualmente. Esta presente: en la propaganda de cigarrillos,
pantalones, gaseosas… “Free” (libre). En la teología (de la liberación). En la
política (neoliberalismo). Libertad aparece como una palabra mágica. Por otro
lado, no faltan casas religiosas en que no se tiene ni siquiera la libertad de
hacer el bien, y eso, no por interferencia de los superiores, sino por el
propio conformismo y desconfianza de los/las que ahí conviven.
Toda la carta revela
un gran conflicto. Pablo anunció el Evangelio, la liberación de la antigua
esclavitud de los cultos y supersticiones del paganismo, con todo lo que significan
de conformismo, de miedo y de sujeción. Por otro lado, surgieron los
“judaizantes” diciendo que se está bien con Dios cuando se practica la
circuncisión y algunas leyes judaicas. En medio de todo eso, Pablo reclama la
libertad de los hijos de Dios, que orientan su vida por la fe exclusivamente,
en Jesús y en su Padre y por la práctica de la caridad, que es el fruto de esta
fe.
Para los judaizantes y
para los Gálatas que se dejan tentar por el “sistema” de ellos, ser “salvo” o
“libre” consistía en observar la Ley hasta en los mínimos detalles. Eso daría
una garantía de estar bien con Dios: “Así quiere el patrón…” Pablo dice que la
salvación-liberación consiste en la fe/adhesión a Cristo y en sus consecuencias
prácticas, la caridad y los frutos del Espíritu. Vamos a sacar de ello un
mensaje para nosotros hoy.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad:
- ¿Cómo se
vive hoy la libertad, tanto negativa como positivamente?
- ¿De qué
nos sentimos esclavos nosotros?
Palabra de
Dios. Gálatas 5,1-26: La libertad según San Pablo
- Según esta
lectura, ¿qué es lo que aprisionaba a los Gálatas?
- ¿En qué
frases aparecen más claramente los mensajes que nos quiere comunicar San
Pablo?
Hoy nosotros: Una libertad
con responsabilidad
- ¿Cómo
aplicamos esta lectura a nuestra realidad?
- ¿Cómo nos
vamos a ayudar para liberarnos de lo que más nos esclaviza?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Demos gracias por las
señales de verdadera libertad. Salmo. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
Leer los textos de Hechos 15 y Gálatas 2,1-14, sobre el “Concilio de los
Apóstoles”. Textos de apoyo: Hechos 10. Investigar algo sobre lo que nos dejó
el Concilio Vaticano 2º.
-
Repartirnos las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima
reunión.
Comentario 11: “Para ser libres, nos ha liberado Cristo” (Gálatas 5,1)
A. “Y EN TUS
FRUTOS COSECHARÉ LIBERTAD”
La carta a los Gálatas
a veces es llamada el manifiesto de la libertad cristiana. Conviene entender
bien esta denominación. Como expusimos en la introducción a la carta, el
problema es la tentación de los Gálatas de seguir las prácticas de la Ley
judía. A los ojos de los de fuera, la predicación de Pablo se presentaba como
una variante del judaísmo. Los adversarios de Pablo representarían a los ojos
de los impresionables Gálatas, el “judaísmo legítimo”, con circuncisión y todo,
mientras Pablo pasaría por ser un judío extravagante que predicaba un judaísmo
diluido… Tal vez por eso Pablo observe que los propios opositores no cumplen la
Ley (5,3; 6,13).
No se sabe si esos
opositores de Pablo eran cristianos “judaizantes” o simplemente judíos en busca
de prosélitos (paganos que se convierten al judaísmo). Sea como fuera, a la
tentación de adoptar un judaísmo más completo, Pablo opone su evangelio, que es
el Evangelio de la salvación por la fe en Jesucristo, y no por las obras de la
Ley judía. Ahora conviene definir mejor estos conceptos: fe y libertad.
B. LA FE
Fe no es la aceptación
intelectual de verdades, decir “amén” a las fórmulas del catecismo, sino
significa, en primera lugar, adhesión personal y fiel a la persona de Jesús. Si
Pablo predica la salvación por la fe, eso no quiere decir un cristianismo que
se contente con repetir la profesión de fe, sino un cristianismo práctico, en
el que el fiel muestra por la práctica que él adhiere al modo de vida que Jesús
le mostró. Esa adhesión práctica, seguimiento a Jesús, es posible porque el
Espíritu de Jesús está en el corazón de aquel que a El se adhiere (Gálatas 4,6)
y produce sus frutos (5,22-23a).
Por otro lado, si
Pablo dice que las “obras” no salvan, esto no quiere decir que él rechaza la
praxis ética, pues la fe “actúa por la caridad” (Gálatas 5,6). El rechaza, sí a
las observancias específicamente religiosas o confesionales del judaísmo
“ortodoxo” (circuncisión, etc.) a las que se les diera la capacidad salvífica.
Eso, basado en dos intuiciones. La primera respecto a su propia historia: él se
encontró, en el camino de Damasco, con Cristo resucitado, el Señor vencedor. La
segunda intuición viene a completar la primera, este Cristo vencedor fue
condenado en base a la Ley de Moisés (Gálatas 3,13; Cf. Deuteronomio 21,23).
Por lo tanto, esa Ley está superada, aunque haya servido como “educador” (Gálatas
3,24), para mostrar la necesidad de la salvación.
La Ley (de Moisés) es
entendida por Pablo no como un código de mandamientos éticos, sino como un
sistema, hoy diríamos una ideología, que engloba toda la vida. Este sistema ya
no sirve, según juzga Pablo. Es esclarecedor ver que Santiago usa ese concepto
complexivo de la Ley en el sentido propuesto por Pablo. Santiago, hablando a
una comunidad de judeo-cristianos, resalta la coherencia ética de la Ley. Por
ejemplo, quien observa el mandamiento relativo al orden matrimonial – ¿y quién
se atrevería a infringirlo en aquel ambiente super rígido?– debe también
observar el mandamiento “supremo” que es el de la caridad (Santiago 2,8-13).
Asumir conscientemente esa coherencia “en Cristo” (Santiago 2,1) nos hace aptos
a ser juzgados conforme a la “ley de la libertad” (Santiago 2,12; Cf. 1,25).
Pablo, por otra parte, preconiza el mismo mandamiento de la caridad, pero como
resumen y sustitutivo de la Ley (Gálatas 5,13). Son dos maneras diferentes de
explicar la enseñanza de Jesús sobre el amor como supremo mandamiento que
resume toda la Ley (Cf. también Romanos 13,9; Marcos 12,28-34; Mateo 22,34-40;
Lucas 10,25-28).
C. LA LIBERTAD
Para Santiago, la Ley
observada coherentemente y “en Cristo”, es una ley de libertad (Santiago 1,25;
2,12); Pablo opone la libertad a la Ley, considerada como sistema de salvación
en sí misma (Gálatas 4,21-31). ¿Cuál es esa libertad que según Santiago se
encarna en la Ley y según Pablo está libre de ella?
La solución tal vez
nos venga de un tercer teólogo de la joven Iglesia: Juan nos dice que “la
verdad nos hace libres” (Juan 8,32). La verdad en Juan, es la adhesión a Dios
que se revela en Jesucristo, o también, la fidelidad, la lealtad práctica (Cf.
Juan 3,21; 1 Juan 1,6). Esa adhesión y práctica –no muy diferente de la “fe que
actúa en la caridad” de Gálatas 5,6 – que nos hace libres: asemejándonos al
hijo que, en comunión con el padre, dispone de la casa y por derecho permanece
en ella, en oposición al esclavo, que puede ser despedido, vendido, etc. Pablo
explica con imágenes semejantes en Gálatas 4,21-30, que ser libre es ser hijo
de mujer libre, que es la comunidad de la Nueva Alianza.
La libertad, en estos
textos, no es la libertad “negativa” de nuestro mundo moderno, la ausencia de
obligaciones y eventualmente de responsabilidad; no es la mera “libertad de”.
Es la “libertad para”, la libertad de quien tiene derecho y por lo tanto
responsabilidad sobre la casa y el patrimonio. Pues la casa y el patrimonio son
de Dios y de la comunidad. Libertad entonces es sinónimo de responsabilidad,
fraternidad, ciudadanía cristiana. En este sentido, la expresión “ley de
libertad” de Santiago significa la regla de conducta de esta ciudadanía.
Santiago presenta la coherencia de las normas éticas que los judeo-cristianos
heredan de sus padres, reinterpretadas “en Cristo”, como instrumento
garantizado para ejercer la ciudadanía del Reino; por eso, la ley de la caridad
es “ley suprema” (Santiago 2,8).
Pablo niega que la Ley
como sistema farisaico pueda garantizar tal ciudadanía. En este sentido, no
produce libertad o salvación de la esclavitud. Pablo propone el mandamiento del
amor como norma general para la “fe que actúa en la caridad” (Gálatas 5,6.13),
haciendo que ella produzca los “frutos del Espíritu” de Cristo en nosotros
(5,22-23), opuestos al egoísmo humano (= carne). En la carta a los Romanos, él
resume su visión en esta paradoja: “La Ley del Espíritu de vida te ha liberado
de la Ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8,2).
D. LIBRES PARA
SERVIR
En la Biblia, libertad
es ante todo libertad “para” – aunque la libertad “de” sea necesaria para que
exista la libertad “para”. Es una libertad que abre a la comunidad. No es
individualista y solitaria, sino solidaria. Es ser miembro del pueblo, de la
casa, y no esclavo, como fueron los israelitas en Egipto. Liberación significa
ser rescatado de la esclavitud y transformarse en pueblo fraternal.
La libertad cristiana
es, por lo tanto, para Pablo como para Santiago y Juan, mucho más que quedar
libre de la Ley de Moisés. Ciertamente, para los tres, la Ley de Moisés tiene
un valor relativo, como norma de comportamiento ético. Pablo, con todo, le
niega valor como sistema de salvación, porque deja a quienes la practican tan
esclavos como a los israelitas en Egipto. Un judeo-cristiano practicante, como
Santiago, difícilmente diría tal cosa, aunque critiquen a los que confían en
una observancia formalista de la Ley de Moisés. Ahora bien, lo importante,
tanto para Pablo como para Santiago y Juan, es la libertad positiva, no como
individualismo o veleidad arbitraria, sino como ejercicio responsable de la
ciudadanía del Reino de Dios por quien podemos decir: “el Reino es nuestro…” Y
este Reino tiene su Ley suprema: la caridad (Santiago 2,8).
La plenitud de esta visión
se expresa en las palabras de Jesús en su despedida, cuando El deja a los suyos
la misión de fructificar en el amor (Juan 15,16). Es el fruto del Espíritu que
crece en nuestra libertad cristiana, según Pablo (Gálatas 5,22-23). Y esta
libertad, en Juan, tiene el nombre de amistad: “Ya no los llamaré siervos, sino
amigos” (Juan 15,15).
Tema 12: EL
CONCILIO DE JERUSALÉN.
‘Nada me impusieron, solamente que nos recordáramos de los pobres’.
Mensaje
El Concilio Vaticano
2º, por sus documentos, pero sobre todo por el procedimiento audaz de Juan 23,
Pablo 6º y los obispos como Helder Cámara y otros, trató de “abrir las ventanas
de la Iglesia al mundo”. De modo semejante, las reuniones de los obispos
latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992)
realizados como consecuencia del Concilio, apuntaron en la misma dirección. La
Iglesia latinoamericana tradujo esta apertura en la opción por los pobres como
sujeto eclesial, después de largos siglos en que, en la mejor hipótesis, ellos
fueron tan solo objetos de beneficencia.
El Papa Juan Pablo 2º
confirmó el llamado de Juan 23 para que ‘seamos verdaderamente Iglesia de los
Pobres’ (El trabajo humano 8). El periodo post-conciliar hizo más palpable el
Reino de Dios para el pueblo, más concreto, más próximo. Pero continúa habiendo
divisiones, discriminaciones, exclusiones dentro y fuera de la Iglesia. Todavía
muchas cosas dificultaban el camino de la Palabra y la acción del Espíritu:
clero y religiosos separados del pueblo, liturgia inaccesible, derecho
anticuado, estrechez intelectual, elitismo, Iglesia-poder, cristiandad
constantiniana, distancia y aún enemistad con relación a los cristianos no
católicos.
En Antioquia de Siria
surgió el problema de la misión de Pablo y Bernabé, de parte de la gente de
Judea, cuya capital era Jerusalén. Se decidió enviar a Pablo y Bernabé a
Jerusalén para discutir el problema (Hechos 15,1-4). Esta discusión, el
“concilio de los apóstoles en Jerusalén”, constituye la parte central, el
relleno del sánduche (15,5-29). Al final Pablo y Bernabé vuelven a Antioquía,
donde continúan su misión, ahora respaldados por la decisión de Jerusalén. En
la parte central, tres “instancias” se manifiestan respecto a la práctica de
Pablo y Bernabé (identificadas en los vv. 7,13 y 22 respectivamente). Habiendo
identificado los pronunciamientos de Pedro y Santiago, debemos descubrir a qué
situación de las comunidades de entonces ellas se aplican. El hecho es que en
el ámbito de las comunidades cristianas hay también sinagogas judías, donde se
enseñan las leyes de la pureza. Pedro dirige una crítica a cierta tendencia (v.
10), Santiago, por otro lado, quiere preservar algo que él encuentra importante
(vv. 20-21). Debemos descubrir cuál es el razonamiento profundo en virtud del
cual Pedro se opone a los que levantan problemas contra la práctica apostólica
de Pablo y Bernabé. Ya el argumento de Santiago, bajo otro ángulo, viene a
completar el de Pedro.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra realidad:
1.
¿Qué cambios positivos se hicieron en nuestra
Iglesia después del Concilio?
2.
¿Qué obstáculos detienen actualmente el crecimiento
de la Iglesia de los pobres?
Palabra de
Dios. Hechos 15,1-35: El primer concilio de la Iglesia de Jesús
3.
¿Cómo podríamos resumir los argumentos de Pedro y
los de Santiago?
4.
¿A qué conclusiones llegó el Concilio de Jerusalén?
Hoy nosotros: Confirmar las
orientaciones del Concilio Vaticano 2º
5.
¿Qué nos enseñan hoy la práctica y las
orientaciones del Concilio de Jerusalén?
6.
¿Cómo vamos a seguir haciendo realidad las grandes
orientaciones del Concilio Vaticano 2º?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Rezar por una Iglesia
latinoamericana. Salmo 133. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
Preparar Hechos 16,4-40 y Filemón 4,10-19.
-
Repartirse las tareas de la próxima reunión. Traer un símbolo acorde al
tema de la próxima reunión.
Comentario 12: El primer Concilio ecuménico
El encuentro de los
apóstoles en Jerusalén, Hechos 15,1-35, a veces es llamado el Concilio de los
apóstoles o el primer concilio ecuménico. En Gálatas 2, tenemos, por así decir,
el relato vivo, escrito por el principal implicado, que es Pablo lo que es una
ventaja, pero también trae el riesgo de cierto subjetivismo.
A. EL EVANGELIO
DE PABLO EN MEDIO DE LOS GÁLATAS
Como vimos en el
encuentro anterior, la carta a los Gálatas es un escrito circunstancial,
provocado por la dificultad de poner en práctica la libertad cristiana en
relación a los mandamientos rituales de la Ley de Moisés. Los Gálatas, que eran
de origen pagano, influenciados por judaizantes no identificados, querían
asumir las prácticas rituales de la Ley de Moisés. Ahora bien, eso era una
negación de la práctica misionera de Pablo, que admite en la comunidad nuevos
miembros sin exigir observancias rituales de este tipo, especialmente la
circuncisión, símbolo de sumisión a la Ley judía. Pablo no quería que las
generosas comunidades de la diáspora excluyesen a alguien por no ser judío
según la sangre o al menos por la circuncisión.
En Gálatas 1, Pablo
expresa su decepción con los Gálatas que, habiendo sido encaminados del modo
“paulino”, de repente se entregan a las tendencias judaizantes. Pablo pone de
por medio su autoridad apostólica, explicando que él recibió “su” evangelio de
Cristo resucitado en persona. Sin duda se refiere al acontecimiento del camino
de Damasco (Cf. Hechos 9,3-6). Después relata los hechos sucesivos, su estadía
en Arabia y su paso por Jerusalén tres años más tarde (Cf. 9,26). Enseguida,
durante catorce años, Pablo predicó el Evangelio en el ámbito de la iglesia de
Antioquía, junto con Bernabé, en Siria y en Cilicia: es el desarrollo del
“primer viaje” apostólico de Pablo, resumido esquemáticamente en Hechos 13-14.
Finalmente, fue a Jerusalén, para compartir con los otros apóstoles su trabajo
misionero, y, probablemente, entregar una colecta para los pobres de la
comunidad. A esta visita, mencionada en Gálatas 2,1 correspondería el “Concilio
de Jerusalén” descrito en Hechos 15.
B. EL ENCUENTRO
DE JERUSALÉN SEGÚN PABLO (Gálatas 2)
En Gálatas 2,1 Pablo
explica el encuentro de Jerusalén en términos favorables para su actuación.
Quiere explicar su ministerio “a fin de no correr o no haber corrido en vano”
(2,2), esto es, fuera de la comunión fraterna, indispensable para propagar la
práctica de Cristo que es el núcleo del Evangelio. Constata que fue bien
aceptado. Nadie le impuso exigencias de tipo judaizante. No le exigieron, por
ejemplo, que Tito fuera circuncidado, aunque los judíos de la estricta
observancia ciertamente lo exigirían como condición indispensable para la
“comunión de mesa”. La comunión de mesa, tomar las comidas en conjunto, es una
forma de hospitalidad y señal de unidad. Ahora bien, los judíos observantes
debían comer alimentos “puros”, y el contacto con un incircunciso, es decir, un
impuro, convertía en impuro a los alimentos: compartir la mesa con
incircuncisos era problemático.
Pablo no se sometió a
aquellos que observaban con cuidado su libertad. Y las “columnas” de la
comunidad de Jerusalén no le pidieron nada en ese sentido. “Al contrario,
vieron que la evangelización de los incircuncisos (no judíos) me había sido
confiada, como a Pedro la de los circuncisos… Santiago, Cefas y Juan,
considerados las columnas, nos dieron sus manos a mí y a Bernabé, en señal de
comunión, a fin de que fuésemos nosotros a los paganos y ellos a los
circuncisos. Tendríamos apenas que acordarnos de los pobres, lo que tuve mucho
cuidado en hacer” (Gálatas 2,7-10).
Este breve relato del
encuentro de Jerusalén fundamentó el pasaje siguiente de la carta (2,11-21), en
el que Pablo relata su protesta contra Pedro por causa de su incoherencia
cuando visitó Antioquía: inicialmente participaba tranquilamente de la mesa con
los cristianos no circuncidados, pero desistió de esta práctica liberal, por
causa de algunos del grupo de Santiago, que querían imponer las observancias
judaicas (2,11-14).
C. LA REUNIÓN
DE JERUSALÉN SEGÚN LUCAS (Hechos 15)
El texto de Hechos 15
describe el encuentro de Jerusalén a la luz de la historia de la Salvación que
Lucas desenvuelve en sus escritos (Lucas - Hechos), Lucas da mucha mayor
importancia de lo que la carta a los Gálatas dejó entrever. Veamos lo que eso
significa en el conjunto de la doble obra de Lucas: el Evangelio y los Hechos.
El evangelio de Lucas
describe esencialmente una gran subida de Jesús, desde su tierra natal, Nazaret
de Galilea (4,16) hasta Jerusalén. El profeta Isaías anunció que “de Sión
saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor” (2,3; Cf. 24,47:
“comenzando desde Jerusalén”). Cuando Jesús realiza su misión en Jerusalén,
termina el primer libro de Lucas y comienza el segundo, que narra la
propagación de la palabra a partir de Jerusalén. El libro de los Hechos muestra
cómo, bajo la fuerza del Espíritu prometido y enviado por el Resucitado, se
realiza la palabra de Isaías 2,3: describe el testimonio en Jerusalén, en toda
Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra (Hechos 1,8).
Esto se realiza por
intermedio, en primer lugar, de la comunidad de los testigos del Resucitado en
Jerusalén, la comunidad-madre descrita al comienzo, (Hechos 1,12-14; 2,42-47;
4,32-34 y 5,12-16), presidida por los Doce, cuyo principal portavoz es Pedro
(2,14). Después la comunidad se diversifica mediante el grupo de los “Siete”
(Esteban etc.; Cf. 6-7); luego mediante la predicación del diácono Felipe en
Samaria (8); y sobretodo mediante la conversión de Pablo, seguida por su
actividad junto a Bernabé en el ámbito de la iglesia de Antioquía (9-14). Esta
ampliación siempre es ratificada por la presencia de los Doce, especialmente de
Pedro y Juan. Ellos dan aval a la institución de los Siete (Hechos 6,2), hacen
una visita apostólica a Samaria (8,14) y confirmarán también la práctica
misionera de Pablo, especialmente la admisión de incircuncisos en la comunión
de mesa (15). Aún más, el mismo Pedro aprendió por enseñanza divina que éste
era el camino a seguir. Eso nos los explica el largo episodio de la conversión
de Cornelio (10-11), que se entrecruza con la descripción de la primera
actividad de Pablo (9-14). En Hechos 15, en el “Concilio de Jerusalén”, Pedro
se basará en esta experiencia personal suya para defender la práctica de Pablo
(comparar 15,8-9 con 10,34.44-47; 11,15-17). En otros términos, la práctica de
Pablo no es solo suya, sino de la Iglesia bajo el impulso del Espíritu.
D. EL “DECRETO
APOSTÓLICO” (Hechos 15,22-29)
De acuerdo a Hechos
15, la deliberación de los Apóstoles es consecuencia del así llamado “decreto
apostólico”, fruto de la decisión colegial bajo la influencia del Espíritu
(15,28).
- Restricciones
-
Este decreto promulga 4 restricciones que, por respeto
para con los cristianos de origen judío, también los cristianos provenientes
del paganismo (los gentil-cristianos) deben observar. Abstenerse de:
-
La carne “contaminada por los ídolos” (es decir, la que sobró de los
sacrificios ofrecidos por los responsables paganos en honra a sus dioses);
-
Las “uniones ilegítimas” (casamiento en grado de parentesco prohibido por
el judaísmo);
-
Las carnes sin sangrar;
-
La sangre.
No
se impone, con todo, ni la circuncisión ni la separación de mesa, los puntos
polémicos de Gálatas 2. Por otro lado, las “restricciones” de Hechos 15 no son
mencionadas en Gálatas, pero textos como Romanos 15,20; 1 Corintios 8, muestran
que Pablo acostumbraba tener en consideración las sensibilidades peculiares de
este tipo y no se opondría a que se respetasen esos “tabús” judaicos en
comunidades mixtas, (esto es, de judeo-cristianos y gentil-cristianos).
- Confirmaciones
El
“decreto apostólico” reproducido en Hechos 15,23-29 refuerza y no disminuye el
respaldo a la práctica de Pablo, pues lo que Pablo defiende en Gálatas es la
comunión de mesa con cristianos no circuncidados, y el “decreto
apostólico” no prohíbe, sino que la supone. Si no hubiese incircuncisos en la
comunidad, no tendría sentido pedir que en la convivencia con los circuncisos
se respetasen esas reglas. Más aún, el principal protagonista del decreto,
Pedro, jefe de los Doce, bajo la guía del Espíritu Santo, ya había desarrollado
anteriormente una práctica análoga a la de Pablo en el episodio de Cornelio.
Podemos
entonces conceder a Hechos 15 el nombre de “primer concilio ecuménico” (es
decir, ‘universal’), en el sentido de que respalda simultáneamente a Pablo y,
en la persona de su jefe, al grupo de los Doce. De allí se sigue la máxima,
como en el más reciente concilio ecuménico Vaticano 2º: “En lo necesario,
unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad”.
E. NOSOTROS HOY
Hemos recibido del
Concilio Vaticano 2º una importante herencia, que debemos resguardar contra el
olvido y las tendencias de volver a la falsa seguridad de que “todo está
definido”. Unos permanecen tentados a ver en el Código de Derecho canónico o en
el Catecismo Universal, la solución de todos los problemas de la Iglesia y de
la evangelización. Una tentación semejante, con todo, también puede provenir de
un indefinidamente repetido “discurso libertador” o algo semejante. En ambos
casos, se manifiesta la tentación de desear fórmulas definitivas, que nos dispensen
de la creatividad exigida por un Evangelio que no se identifica con ningún
discurso u organización humana, con ninguna tradición o cultura, porque
pertenece a Cristo y a su Espíritu.
La apertura universal
del Evangelio exige que la evangelización esté dispuesta a relativizar todo
aquello que no pertenece estrictamente al Evangelio, que es la inauguración del
“reinado”, o sea, de la voluntad operativa del amor de Dios. Esto es universal
no por la fijación y rigidez de ritos y tabús, sino por el llamado al débil y
al pequeño. No depende de las más respetables costumbres judías, pero donde los
judíos representan un grupo débil, el Apóstol de los gentiles reclama respeto
por sus sensibilidades (Romanos 14). “El Reino de Dios no es un problema de
comida o bebida; es de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (14,17).
Tema 13:
EXPANSIÓN EN RESPUESTA A UN LLAMADO.
“Ven, socórrenos” (Hechos 16,9).
Mensaje
Al lanzarnos en una
Nueva Evangelización, el Papa Juan Pablo 2º nos ha dejado varios retos:
-
El Evangelio no ha calado hondo en la vida cristiana en general.
-
El trabajo pastoral se queda demasiado en la sola administración de
sacramentos.
-
Los medios de comunicación al servicio del sistema neoliberal promueven una
sociedad individualista, materialista y consumista.
-
Por el vacío misionero de los católicos, las sectas conquistan los sectores
populares.
-
No hay una pastoral urbana que enfrente los retos de hoy.
-
La jerarquía se fortalece en el tradicionalismo, perdiendo su voz profética
y liberadora…
Conocemos la expresión
“nuevas fronteras misioneras”. Algunas veces significa nuevas regiones
geográficas, donde la palabra aún no fue anunciada (nuevos grupos indígenas) o
donde por mucho tiempo estuvo prohibida (países del Este). Para Pablo, que
vivió en el mundo oriental, aunque no sin contacto con el Occidente (Roma), el
“grito que viene de la noche” (Dom Helder Cámara, Brasil) tenía un sentido
geográfico, era la visión de un macedonio, de un occidental, un europeo… Para
nosotros, hoy, podría ser un africano…
Pero la nueva frontera
misionera también puede estar en el plano sociológico: el grito que viene de
los suburbios. O tal vez resuene en la dimensión cultural, viniendo de los
ambientes en que la Palabra difícilmente entra; el centro urbano, el mundo de las
ciencias, sobre todo en los campos de la economía y de la biología, en los que
el hombre actualmente se porta como si fuese Dios o abandonado por Dios…
-
La narración de hoy comprende los siguientes momentos:
-
El fracasado viaje de Pablo y Silas a Tróade y la visión del macedonio que
los llama hacia otro rumbo (vv. 6-10).
-
La llegada a Filipos y la invitación de Lidia (vv. 11-15).
-
La participación en la comunidad, la curación de la “médium” y el conflicto
con los que se enriquecían con ella, terminando en prisión (vv. 16-24).
-
La liberación de la prisión y la acogida en la casa del carcelero (vv.
25-34).
-
El testimonio ante las autoridades romanas y la despedida (vv. 35-40).
En los versículos
10-17, nos sorprende el uso de la primera persona en plural, como sucede
también en Hechos 20,5-15; 21,11-8; 27,1; 28,16, siempre en relación con viajes
en barco. En estos pasajes, el narrador parece que se incluye en la comitiva de
Pablo. No sabemos exactamente por qué el macedonio llamó a Pablo en la noche,
pero al leer atentamente el texto podemos adivinar algunos elementos que
constituían su “noche”. Pablo quería seguir viajando por el mundo de Asia, que
ya conocía. Pero fracasó su viaje a Tróade. Volvamos a mirar nuestra propia
experiencia y los desafíos que estamos percibiendo o que tal vez no queremos
percibir…
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad:
1.
Según nuestro parecer, ¿cuáles son hoy los grandes
retos para nuestra Iglesia?
2.
¿Cómo estamos respondiendo nosotros a estos retos?
Palabra de
Dios. Hechos 16,6-40: El llamado a ir siempre más allá.
3.
¿Qué dicen y hacen los principales personajes de
esta lectura?
4.
¿Quién es el ‘madeconio’ y cuál es su mensaje?
Hoy nosotros: Ir siempre
adelante
5.
¿Qué luces nos da esta lectura para la tarea de la
evangelización?
6.
¿Qué tareas sacamos de toda nuestra reflexión?
Oraciones
comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.
Rezar para una
verdadera nueva evangelización. Salmo 8 o 19. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
El próximo encuentro tratará de las Iglesias de Europa, en el mundo
helénico. Vale la pena leer la introducción a la 4ª parte y la Carta a los
Filipenses. Profundizar Filipenses 3,1b-21. Textos de apoyo: Hechos 26,1-32 y
Romanos 8,28-39.
-
Definir la dinámica y la organización del próximo encuentro. Traer un
símbolo acorde al tema de la próxima reunión.
Comentario 13: La vida urbana y su influencia en la vida de las comunidades
Cuando el cristianismo
comenzó a difundirse, el Próximo y Medio Oriente estaban en un proceso de
anexión por el imperio romano. En muchas regiones, la organización metódica del
imperio ya estaba encaminada. Los territorios anexados eran transformados en
provincias imperiales, gobernadas directamente por un legado del emperador, y
senatoriales, administradas en nombre del senado. Las leyes existentes eran
respetadas, cuando no eran contrarias al derecho romano. Mientras tanto, las
provincias romanas requerían la presencia de tropas (legiones) y eran
administradas por un legado con poderes militares. En las áreas en que la
existencia de una monarquía local fuerte hacía innecesario o inoportuno
organizar una provincia, los mismos reyes locales se transformaban en
representantes del poder romano. En las regiones de conflicto, el emperador
nombraba un prefecto: era el caso de Judea.
El dominio romano
trataba de estructurarse en base a la solidaridad de las ciudades
autogobernadas. Era en las ciudades en que se concentraba el poder, y a partir
de ellas se llegaba al campo. Las ciudades constituían los espacios de los
cambios culturales y sociales encaminados hacia una cultura greco-romana común.
Roma inauguró una era de estabilidad y abrió nuevas oportunidades para la vida
urbana. Por otra parte, ya los griegos –particularmente Alejandro Magno– habían
descubierto que la ciudad era un vehículo privilegiado para la helenización del
mundo. En sus dominios, habían fundado o reorganizado ciudades con
instituciones griegas: la ciudadanía, la asamblea y la educación generalizada
de los niños. La organización urbana implicaba en la liturgia pública, el culto
al dios de la polis, y el acceso al tribunal. A quien no gozaba de estas
condiciones se lo contaba como población extranjera: así, los judíos y, con
ellos, los cristianos.
A. EL CRECIMIENTO
DE LAS CIUDADES
El emperador Augusto
(30 aC. - 14 dC.) continuó con la política griega de la urbanización y al mismo
tiempo creó un clima generalizado de estabilidad y seguridad para las ciudades
de las provincias romanas del imperio. Se respiraba la “paz romana”. Con los
romanos, la ciudad se volvió más compleja de lo que era en el mundo griego. Al
comienzo de la era cristiana, Roma se transformó en una ciudad gigantesca, cuya
población se calcula en más de un millón de habitantes, sucediendo lo mismo con
Alejandría en Egipto.
Con el tiempo, las
ciudades se llenaron de “residentes” sin ciudadanía: comerciantes, artesanos,
exiliados, etc. Esos residentes conservaban cierto sentido de identidad
étnico-religiosa, que se expresaba en el culto y en asociaciones voluntarias.
Entre los residentes extranjeros, los judíos ocupaban una posición especial:
acostumbraban estar organizados como comunidad específica, regida por sus
propias leyes e instituciones, siempre luchando por alcanzar la ciudadanía y la
igualdad de derechos con los ciudadanos. Aunque los diversos grupos de la
ciudad creasen medios de afirmación de su identidad étnico-religiosa, las
ciudades fueron al mismo tiempo el espacio de universalización de la cultura
greco-romana. El griego era la lengua común. No es por casualidad que todos los
escritos del Nuevo Testamento estén en griego, como prácticamente todos los
escritos cristianos de los primeros siglos.
La expansión de las
“vías romanas” y el combate a los bandidos y piratas, permitía una movilidad
por mar y por tierra que beneficiaba el desenvolvimiento urbano y las
comunicaciones. Eso se puede ejemplificar por medio del libro de los Hechos,
conforme al cual, las distancias recorridas por Pablo en sus viajes apostólicos
suman cerca de 16.000 kms. También en Romanos 16 –sin entrar en la autenticidad
paulina de este texto– aparece una lista numerosa de saludos a miembros de la
comunidad antes de la llegada de Pablo a Roma; se puede deducir de esta lista,
una presencia amplia y activa de cristianos que se trasladaban de un territorio
a otro.
La historia de la
expansión del cristianismo primitivo estuvo estrechamente unida a la movilidad
social. Los viajantes cristianos de la época, junto con sus mercaderías y
artesanías, llevaban como marca el impacto de Jesús de Nazaret en sus vidas.
B. ¿QUIÉNES SE
INCORPORABAN A LA FE CRISTIANA?
Los apóstoles y
misioneros cristianos predicaban a Jesús, narrando lo que Él había hecho y lo
que Dios hizo con El. Hablar de Dios Crucificado, para los griegos era una
estupidez (1 Corintios 1,23). Anunciar la resurrección del Crucificado, para
los atenienses, era charlatanería absurda (Hechos 21,32).
Con todo, sin duda,
para algunas personas, ese Jesús respondía a una esperanza. Todo nos hace
pensar que quienes acogían la fe cristiana, pertenecían a los estratos menos
favorecidos de la sociedad. Así nos lo da a entender Pablo en una censura que
le dirige a la comunidad de Corinto en 1 Corintios 1,26-29. Insiste en el
término “elegir” para señalar la opción de Dios por aquellos que no cuentan a
los ojos del mundo. En 1 Corintios 17-31, Pablo explicita con vigor una
teología que respira la mística de los “últimos”, relacionada con el carácter
marginal del Crucificado, expresión máxima de la debilidad humana y de la sabiduría
y fuerza de Dios. Sin embargo, algunas otras cartas muestran que no todos los
cristianos eran pobres (Filemón).
En una fase ulterior,
la presencia de los pobres y excluidos se aumentaría aún más notoriamente. En
los últimos decenios del primer siglo, la 1 Pe se dirige a los cristianos sin
ciudadanía, fuera de su patria, sin derechos, sin defensa, pero con conciencia
de sí mismos. No obstante su situación, estos cristianos tienen clara la idea
de su misión (Cf. 1 Pedro 2,9-10) y de la forma de realizarla (Cf. 2,11-25) en
las circunstancias concretas en que viven. La segregación de los cristianos aún
aumentaría por las resistencias insuperables en aceptar el culto imperial, como
lo muestra el Apocalipsis. Factor de la nueva marginación, este hecho les proporciona
también una identidad.
C. ¿CÓMO SE
SITUABAN ANTE EL IMPERIO?
Podemos preguntarnos
si la fe cristiana vivida en tales situaciones incentivaba algún compromiso con
transformaciones sociales profundas. Los primeros cristianos asumieron una
opción de vida que, sin pretender afrontar al imperio como tal, no deja de
cuestionarlo, provocando persecución y martirio.
El Jesús de la fe de
las primeras comunidades no es un líder social en el sentido moderno de la
palabra, pero sí, un transformador de las relaciones humanas a partir del
corazón y de la conciencia. Por encima de la permanencia de las estructuras
sociales, el abismo entre el esclavo y el patrón solo se supera por el amor,
que une a ambos con Jesús (la carta de Pablo a Filemón).
Estas comunidades,
viviendo y celebrando a Jesús resucitado, como fermento “levantan” preguntas y
provocan admiración. Plinio Joven dirá de ellas: “una superstición absurda y
extravagante, acompañada de perfecta inocencia en cuanto a las costumbres”.
D. IDENTIDAD,
MODELO SOCIAL
El cristianismo de los
orígenes, tenía profundas raíces judías. Por su fe, sus creencias y sus
prácticas religiosas, las primeras comunidades cristianas tienen rostro judío.
Y aunque el interés en un Mesías nacionalista haya sido suplantado por la
figura del Crucificado y las Escrituras sean reflexionadas a la luz de la
“Buena Nueva” de Jesús, es necesario un notable lapso de tiempo antes que el
cristianismo se presente como algo diferente del judaísmo. Tal distinción
tendrá importancia solamente a partir de la guerra judía y la caída de
Jerusalén (66-73 dC) y el conflicto con el judaísmo reconstituido por el sínodo
de Jamnia (a partir de los años 80).
Al mismo tiempo que se
afirmaba la identidad propia, las iglesias nacientes asumían el desafío del
anuncio del kerigma a los paganos y gentiles, es decir, a los no judíos
(Romanos 12,1-15,13). El medio urbano se vuelve esencialmente plural, no
solamente en el aspecto religioso, sino también en el aspecto étnico y
cultural. En ese ámbito, la fe en el Resucitado recrea la vida y las relaciones
sociales. La manera de enfrentar ese desafío suscitó muchos conflictos, en los
primeros años y eso continúa hasta hoy. En cuanto a la estructura social de la
esclavitud: por ejemplo, la práctica de las primeras comunidades cambiaba por
sí misma las normas vigentes que consideraban normal tal estratificación social
(Gálatas 3,22; 4,1).
Las primeras
comunidades cristianas que se extienden en el paisaje de la diáspora judía son
tributarias de la sinagoga, en cuanto a su modelo de comunidad (la asamblea del
pueblo del Israel, la configuración de la sinagoga judaica). Tanto para los
judíos, como para los cristianos, y hasta para los propios romanos
tradicionales, el culto al emperador era una abominación insoportable. En torno
a este culto, la administración romana buscaba el consenso popular. Dentro de
este marco social helenizado, las comunidades autónomas orientales, como por
ejemplo la sinagoga, siempre fueron vistas con sospecha por los romanos.
Las comunidades cristianas,
diferenciadas o no de la sinagoga judía, estaban constituidas con base en la
familia (1 Corintios 16,19), unidas en la fe y al mismo tiempo autónomas. A
través de ellas, por la fuerza del Espíritu, la Iglesia sobrevivió frente al
poder imperial y también creció, abriendo a partir de la fe compartida en
Jesús, un nuevo camino de vida (1 Pedro 3,8-9).
Virtudes que los
romanos no valorizaban, marcaron la conducta de los cristianos. La primacía del
amor hacia que la fraternidad crease espacios en los que se encontrasen a nivel
de igualdad: ciudadanos, libertos y esclavos, hombres y mujeres, judíos y
griegos (Gálatas 3,27-28), recordando, cada vez que celebraban la Cena del
Señor, que Jesús se hizo servidor de todos. Por otra parte, debemos reconocer
que la ciudad helenística romana no dejó de ofrecer al cristianismo elementos
para su organización. La entrada de ciudadanos romanos en la Iglesia, antiguos
militares y otros – como el mismo Pablo – influyó ciertamente en este sentido.
La ruptura con el judaísmo también debe haber facilitado la aproximación
popular urbana sin distinción de estatuto étnico. La iglesia doméstica
correspondía a la estructura greco-romana, en cuanto también la reunión de
diversos jefes de familia tenía su estructura, el collegium, y los términos
‘parroquia’, ‘diócesis’, ‘obispo’ provienen de la organización de las ciudades
helenísticas.
En medio de una nueva
cultura urbana, proveniente de una raíz judía y buscando una identidad propia,
el cristianismo privilegió la experiencia de Jesús vivo, muerto y resucitado, y
tiene la convicción de que el Espíritu está actuando dentro de la historia de
la humanidad toda, convicción esa que se manifiesta en el discernimiento de
aquellos que son los portadores de la memoria de Jesús. Sin duda, esta
experiencia única no inválida, para ellos, otras expresiones del Reino y de la
revelación de Dios en la historia, como reconoce la carta a los Hebreos: “De
modo fragmentario y de muchas maneras, habló Dios en el pasado a nuestros
padres por los profetas” (Hebreos 1,1).
4ª PARTE: LAS IGLESIA EN EUROPA (5 temas)
“Un macedonio estaba en pie
y le suplicaba: Ven a Macedonia a ayudarnos”
(Hechos 16,9).
Breve historia
de las Iglesias en el mundo griego.
Cartas a los
Filipenses, Tesalonicenses, a los Corintios y a los Colosenses.
A. BREVE
HISTORIA DE LAS IGLESIAS EN EL MUNDO HELÉNICO
En los cinco guiones y
subsidios del bloque cuarto continuamos examinando de cerca cómo la Palabra de
Dios se abre camino y se expande por el mundo. Veremos la expansión geográfica
de la Buena Noticia por Europa siguiendo los pasos señalados en los Hechos (Cf.
16-25) y su inculturación en el mundo helénico.
- La expansión geográfica en
Europa
Es
bueno recordar que Jesús era asiático y no europeo. Europa fue evangelizada a partir
de Asia y África. Del Asia Menor llegaron Pablo y sus compañeros (Hechos
16,6-10) y muchos otros misioneros y misioneras. Del África vino Apolo, nacido
en Alejandría, Egipto (Hechos 18,24; 19,1; 1 Corintios 1,12).
La
secuencia de los hechos por los que entró el Evangelio en Europa, tal como nos
lo narra Lucas en los Hechos es la siguiente: una travesía que parte de Tróade
y hace escala en Filipos donde se fundó la primera comunidad, animada por una
mujer, Lidia (16,11-40). Enseguida la fundación de una comunidad en Tesalónica
(17,1-9), una estadía breve en Berea (17,10-14) y Atenas, el centro del mundo
helénico (17,15-34), y la llegada a Corinto donde permanecieron año y medio
(18,1-18).
El
Evangelio no fue bien recibido en Europa. En Filipos Pablo fue preso y
flagelado (16,19-28). En Tesalónica y Berea fue amenazado y tuvo que huir
(17,5-10.13-14). En Atenas fue recibido con arrogancia, soberbia e indiferencia
(17,17-18.21.32). En Corinto con mucha oposición (18,6.12-17) y división (1
Corintios 1,12).
- La expansión cultural en el
mundo helénico
La
Iglesia ya se encontraba en un proceso de inculturación en el mundo
heleno-asiático, porque había comunidades en Antioquía, ciudad helenista de
Siria (Hechos 11,19-26) y en varias ciudades del Asia Menor como, por ejemplo,
Derbe, Listra, Iconio, Antioquía de Pisidia y Perge (14,20-25). La cuestión
central de la inculturación de la Buena Noticia es que nos exige a todos la
revisión de muchos conceptos, normas y preconceptos.
Por
eso, los judíos se vieron obligados por la fe en Jesús a hacer una seria
revisión de la manera cómo concebían la condición de pueblo elegido por Dios.
Tuvieron que revisar cómo concebían la observancia de la Ley de Moisés, todo quedó
relativizado desde Jesús.
Y
los griegos, por su parte, debieron superar el helenocentrismo y corregir la
soberbia en su concepción de la vida. Por ejemplo, tuvieron que desistir de la
ideología helénica. Ellos, que despreciaban el trabajo manual como propio de
esclavos, tuvieron que recibir el Evangelio de Pablo para quien era un honor
trabajar con sus propias manos y estimulaba a los integrantes de las
comunidades a hacer otro tanto (1 Corintios 4,12; 1 Tesalonicenses 4,11-12; 2
Tesalonicenses 3,8; Hechos 20,34). Tuvieron que compartir con los pobres pobladores
de las periferias (1 Corintios 1,26-30). La “sabiduría del mundo” fue
descalificada por la locura de Dios (1 Corintios 1,20-25). La Cruz de Cristo
era “escándalo para los judíos y locura para los griegos” (1 Corintios 1,23),
pero para los cristianos se convirtió en la expresión de la sabiduría de Dios
(1 Corintios 1,24).
- Las cartas y materia de la
4ª Parte
En
esta 4ª Parte veremos las cartas a los Filipenses, a los Tesalonicenses, a los
de Corinto y a los Colosenses. Los encuentros tratan respectivamente del
“Testimonio de Pablo” (14), de la cuestión de la venida del Señor o de la
Parusía (15), de los carismas en las comunidades (16) y de doctrinas extrañas
(17). En los subsidios se tratarán asuntos que ayuden a conocer mejor algunos
aspectos de la situación social, económica, política y religiosa de la época:
el lugar de la mujer en la vida de las comunidades (social) (14), del trabajo
del misionero (económico) (15), los carismas y el buen uso del poder (político)
(16), la religiosidad popular y el anuncio de la Buena Noticia (religiosa)
(17).
Finalmente,
en el encuentro 18, la expansión de la Palabra de Dios por el mundo se ve como
consecuencia de la defensa de los cristianos por sus derechos. Pablo llega a
Roma, “los confines de la tierra” (Hechos 1,8), porque había apelado al César
para defender su derecho de ser juzgado con objetividad y justicia (25,12).
B. INTRODUCCIÓN
A LA CARTA A LOS FILIPENSES
- La ciudad de Filipos
Filipos
es “la primera ciudad de la provincia de Macedonia” en Grecia, Europa (Hechos
16,12). Recibió este nombre porque su fundador fue Filipos 2º, rey de
Macedonia. Se destaca, en primer lugar, por su ubicación geográfica. Por la
ciudad de Filipos pasaba la vía 'egnatia', una de las más importantes de la
época, que unía Occidente con el Oriente. Era la puerta de entrada para el
continente europeo y la salida para Asia y el Oriente.
Filipos
era una colonia romana (Cf. Hechos 16,12). Sus moradores eran en gran parte
militares retirados del imperio romano. Por esto, Filipos gozaba de ciertos
privilegios políticos y económicos comparados con otras ciudades vecinas. La
desigualdad social se hace patente en el contexto donde unos lucran, tienen
privilegios y se enriquecen a costa de la esclavitud y la explotación de los
indefensos y pobres. Ejemplo típico es el caso de la joven esclava explotada en
su don de adivinación, para ganancia de sus dueños (Cf. Hechos 16,16-18). El
sincretismo religioso era notable en esta región, debido a la coexistencia del
ocultismo, las religiones mistéricas venidas de Oriente, y el culto al
emperador romano, obligatorio en todas las colonias romanas.
- Origen de la comunidad
cristiana: entrada en Europa
El
autor de los Hechos da mucha importancia a la llegada del Evangelio a Europa
(Macedonia). Cuenta el hecho como respuesta a una visión de Pablo. Pablo ve a
un macedonio de pie que le grita: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!”. Sensible a
este grito del macedonio percibe que es el mismo Dios que lo está llamando para
evangelizar (Hechos 16,9-10). De esta forma se abre camino la Palabra de Dios y
llega hasta Filipos, o sea en Europa, por 1ª vez. Pablo comienza su segundo
viaje misionero (Cf. 15,39-18,22) entre los años 50 a 52 dC. El estilo
literario “nosotros” (Cf. Hechos 16,10ss) nos indica que cuando Pablo llegó a
Filipos estaba acompañado por Silas, Timoteo y Lucas. Estos misioneros
itinerantes son los instrumentos de la expansión del Evangelio bajo el impulso
del Espíritu Santo (Cf. 16,6-15).
La
acogida del mensaje de los misioneros y el nacimiento de la comunidad se
realiza por un grupo de mujeres. Este hecho hoy no nos sorprende, cuando vemos
que muchas comunidades eclesiales nacen a partir de las mujeres. Pero en aquel
entonces (50-52 dC) los judíos consideraban
miembros de la sinagoga solo a los hombres. A las mujeres no se las
tenía en cuenta. Por eso, leyendo los Hechos (16,13-15) nos da la impresión de
que en Filipos no había sinagoga porque no existía un grupo consistente de
hombres, como lo exigía el judaísmo.
Las
mujeres se reunían en un lugar junto al río y rezaban (Cf. 16,13). Entre ellas
se destaca Lidia, trabajadora en púrpura. Originaria de Tiatira, Lidia
participaba de las oraciones con un grupo de mujeres filipenses. El sábado,
Pablo y sus compañeros se dirigen al lugar donde oraban y comienzan a hablar
con el grupo de mujeres. Después de escuchar con atención la Palabra anunciada
y recibir el bautismo, Lidia, con toda su “casa”, acoge a los misioneros. Ahí
nació la nueva comunidad cristiana que Pablo quiere más y a quien dedica el
mayor afecto y ternura de su corazón (Cf. Filipenses 1,3-8). Era la primicia de
su misión en tierra europea. Solo de esta comunidad acepta que comparta sus
bienes, para proveer a sus necesidades (Cf. 4,15-16). Pablo visitó varias veces
a la comunidad de Filipos (Cf. Hechos 20,1.3).
- La carta
La
ternura y el cariño que Pablo siente por la comunidad de Filipos hacen que la
carta a los Filipenses sea la más afectuosa entre todas sus cartas. El Apóstol
ardoroso del Evangelio de Jesucristo lleva en su corazón a la comunidad (Cf.
1,7). Dios mismo es testigo de su añoranza y de su ternura por esta comunidad
(Cf. 1,8). Esta carta paulina es una de las consideradas auténticas. Fue
escrita cuando Pablo estaba en la prisión (1,13). La carta de un prisionero
apasionado por Jesucristo, que no permite que el Evangelio también esté
prisionero (Cf. 1,12-14).
a) ¿Qué motivó a
Pablo para escribir la carta?
Los
Filipenses supieron de la prisión de Pablo y le enviaron saludos, regalos por
intermedio de Epafrodito, compañero y colaborador, miembro de la comunidad.
Este se enfermó de gravedad. Pero una vez restablecido, Pablo lo envía a
Filipos con una carta de agradecimiento.
El
principal motivo de la carta es, ciertamente, la ternura, el afecto, el amor
que tiene Pablo a la comunidad de Filipos. La carta es una comunicación
personal.
También
hay preocupaciones relacionadas con la comunidad que está en peligro por causa
de unos misioneros judeo-cristianos llegados a la ciudad macedónica (Cf.
Filipenses 3,1-4,1). Pablo cambia de tono. De la ternura pasa a un lenguaje
áspero y fuerte para advertir a la comunidad contra los intrusos, llamándolos
“perros”, “chapuceros” y “mutiladores” (3,2).
Prevalece,
sin embargo, en toda la carta un tono afectuoso de gran estima que el autor
quiere expresar para la comunidad de los Filipenses.
Los
principales motivos de la carta se pueden resumir así: compartir su experiencia
de Cristo en su condición de prisionero, agradecer la solidaridad de los
Filipenses y denunciar a los falsos hermanos que confunden a la comunidad.
b) ¿Dónde y cuándo
fue escrita la carta a los Filipenses?
Todo lleva a
creer que el texto de la carta, tal como la encontramos hoy en la Biblia, no
fue escrito de una vez.
En
el capítulo tercero (3,1a) parece que finaliza la carta. Luego Pablo, por lo
mismo, comienza un tema nuevo y lo desarrolla en tono polémico alertando a la
comunidad de algunos peligros que le acechan (Cf. Filipenses 3,2ss).
Lo
mismo sucede en 4,8-9 que es una conclusión y saludo final. Debido a esto
podemos pensar en una colección de cartas escritas en situaciones y lugares
distintos.
Tenemos tres
posibilidades de fechas y lugares en que fueron escritas partes de la carta:
-
En la prisión en Éfeso, durante su tercer viaje misionero (56-57);
-
En la prisión en Cesarea del 58-60 (Cf. Hechos 24,23-26.32);
-
En la prisión en Roma del 61-63 (Cf. Hechos 28,16ss).
En resumen, de acuerdo
con la mayoría de los exegetas, podemos decir que la carta a los Filipenses
está formada por 3 cartitas que fueron integradas en una sola carta por la comunidad:
1. Una cartita de
agradecimiento (4,10-23)
2. La carta principal
sobre su situación (1,1-3, 1a + 4,4-7)
3. Una carta más
breve, contra los enemigos de la comunidad (3,16-4,3 + 4,8-9).
c) La división de
la carta
La carta a los
Filipenses es corta. Consta tan solo de cuatro capítulos. Como corresponde al
estilo epistolar, la carta a los Filipenses no tiene muchas divisiones
temáticas. Podemos leerla como una gran unidad en la cual encontramos los
destinatarios y el saludo inicial, seguida por el cuerpo de la carta, con sus
diversos temas y, al final, los saludos con los deseos de bendición.
-
Introducción,
dirección y saludo inicial. (1,1-2)
-
Cuerpo de la
carta:
Oración de acción de
gracias por la comunidad (1,3-11)
Situación personal y
expansión del Evangelio (1,12-16)
Llamado a la unidad y
perseverancia fiel en la lucha (1.27-2,18)
Proyectos y
recomendaciones a los colaboradores (2,19-3,1a)
Advertencia a los
cristianos y testimonio personal (3,1b-21)
Consejos y animación
(4,1-9)
-
Agradecimiento
y revisión de vida (4,10-20)
-
Conclusión, saludos
finales y voto de bendición (4,21-23)
- Claves de lectura
La carta a los
Filipenses puede ser leída y meditada desde diversas claves de lectura. Aquí
proponemos algunas:
a) Alegría
La alegría es
una característica de las primeras comunidades cristianas (Hechos 2,46). La
“alegría” es un hilo de ternura y amistad que teje la carta a los Filipenses:
“siempre que me acuerdo de ustedes, doy gracias a mi Dios y siempre que pido
cualquier cosa por todos ustedes, lo hago con gozo…” (Filipenses 1,3-4; 1,18;
4,1.10).
La
carta a los Filipenses fue escrita como manifestación efusiva de sentimientos
humanos de querer bien, de afecto y amistad. Por eso debe leerse con los mismos
sentimientos de ternura, alegría y gratitud.
b) Opción radical
por Jesucristo: mantenerse en el camino
Jesucristo es
el centro de la comunidad. Pablo insiste en que Jesús debe experimentarse
cercano. La relación personal con El es la primera condición radical del
seguimiento: “todo lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo,
pérdida… todo lo considero pérdida comparado con el superior conocimiento de
Cristo Jesús mi Señor; por el cual doy todo por perdido y lo considero basura
con tal de ganarme a Cristo y estar unido con El” (3,7-9).
El
seguimiento de Cristo no es un “estado de perfección”, sino un camino dinámico,
un proceso: “No es que lo haya conseguido ya ni que sea ya consumado; yo
continúo para alcanzarlo como Cristo me alcanzó… Únicamente, olvidando lo que
queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta,
hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús”
(3,12-14). Lo más importante no es el pasado, sino mantener la dirección.
c) Perseverar en
la lucha
Seguir a Jesús
significa tener los mismos sentimientos y ser militante en la causa de la fe.
La comunidad debe estar “unidos en espíritu y corazón, luchando juntos por la
fe en la Buena Noticia” (1,27). Se requiere coraje para no asustarse ante los
adversarios (1,28).
d) Himno
cristológico: Vaciamiento para asumir condición de siervo y alcanzar la
bendición de Dios
Uno de los
textos más conocidos de la carta a los Filipenses es el himno cristológico
(2,6-11). Algunos lo llaman la “piedra preciosa incrustada en la carta”.
Ciertamente es la clave principal para penetrar en la carta y comprender dos
interrogantes: ¿quién es Jesús? ¿Cómo es la praxis del seguimiento de Jesús?
Jesús es presentado
como el “Hijo de Dios” que no se apegó a su condición divina (2,6), sino que se
anonadó y se vació hasta el punto de hacerse “Siervo de Dios” (2,7). Por esto
justamente, por su actitud de total despojo y aniquilamiento con la que Jesús
llegó a la máxima solidaridad con la persona humana desfigurada, es por lo que
Dios lo exalta constituyéndolo Señor de la Historia.
Tema 14: EL
TESTIMONIO DE PABLO.
“Lo que para mí era ganancia lo
consideré, por Cristo, pérdida”
(Filipenses 3,7).
Mensaje
En la sociedad
capitalista en que vivimos se habla y se piensa poco de gratuidad y mucho de
ganancias y lucro. Pablo pensaba así antes de dejarse conquistar por el amor de
Cristo Jesús. Después todo cambió en su vida. Sus búsquedas eran orientadas por
nuevos criterios y nuevos valores. Por eso nos da un testimonio muy lindo: “lo
que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida” (Filipenses 3,7).
El texto de hoy nos
trae el mensaje de Pablo a través de su testimonio. Al fin, Pablo nos presenta
su vida como modelo e invita a los Filipenses a que lo imiten. La comunidad de
Filipos merecía el afecto y la ternura de Pablo. Su celo por esta comunidad era
grande y, por eso, los alerta sobre algunos peligros. “Olvidando lo que queda
atrás me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta, hacia el
premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús”
(Filipenses 3,13-14).
– En nuestra próxima
reunión trataremos de conocer algo sobre la comunidad de Tesalónica. El texto
que estudiaremos será 1 Tesalonicenses 4,1-5,11. Para nuestro mayor provecho
conviene leer toda la primera carta a los Tesalonicenses.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad:
1. Al profundizar
la meta de nuestros trabajos y nuestras fatigas, en definitiva, ¿qué buscamos
lograr?
2. ¿Qué valores
humanos y criterios cristianos nos ayudan a priorizar ciertas metas?
Palabra de
Dios. Filipenses 3,1-21: ‘Alégrense en el Señor’.
3. ¿Qué buscaba
Pablo con la Comunidad de Filipos al darles su testimonio personal?
4. ¿Cuál es la
parte des testimonio de Pablo que más nos llama la atención? Expliquemos por
qué.
Hoy nosotros: Cuidar la
ternura en nuestras relaciones humanas
5. Digámonos qué
signos de la ternura hay en nuestra vida y nuestra pequeña comunidad.
6. ¿Qué entusiasmo
para enfrentar las dificultades y los retos estamos sacando de esta reunión?
Oraciones comunitarias. Poner el
símbolo en medio de nosotros.
Hagamos una relación
llena de ternura. Salmo. Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En la próxima reunión vamos a profundizar las cartas a los Tesalonicenses.
Leamos la introducción a la carta y el texto del próximo encuentro: 1
Tesalonicenses 4,1-5,11. Texto de apoyo: Marcos 13,28-37.
-
Organicemos la dinámica del próximo encuentro, distribuyendo las tareas
entre los participantes. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.
Comentario 14: El lugar de las mujeres en la vida de las comunidades
cristianas
El libro de los Hechos
de los Apóstoles y las cartas paulinas mencionan varias veces la presencia de
mujeres en la organización y en la animación de la vida de las primeras
comunidades. Estos escritos nos presentan a mujeres en diferentes contextos o
situaciones. No existe un lenguaje uniforme y homogéneo sobre ellas. Lo cual es
un reflejo de la realidad. Revela la existencia de conflictos sobre la
presencia y el ministerio de las mujeres en las comunidades nacientes.
Los Hechos nos narran
fragmentos de experiencias que muestran la presencia decisiva de mujeres, como
parte de un mosaico, dentro del cuadro mayor de la expansión del Evangelio. A
través de ella continuaba vivo el Espíritu de Pentecostés (Hechos 1,8).
A. MUJERES
REUNIDAS PARA CELEBRAR Y ALABAR A YAHVÉ EL DÍA DEL SÁBADO
La comunidad de
Filipos, que abrió las puertas de Europa al Evangelio, surgió a partir de un
grupo de mujeres de la religión judía que se reunían para rezar a la orilla de
un río. Tal vez estas mujeres porque no satisfacían plenamente los criterios de
los Judíos: Para poder constituir y construir se sinagoga que requería un grupo
estable de 10 varones. Las mujeres solo podían acompañar a los hombres en las
asambleas y oraciones, calladas y ubicadas en lugares especiales reservados
para ellas.
La historia de Lidia
(Hechos 16,11ss) nos mostraría que se daban, dentro del judaísmo, grupos de
mujeres que practicaban su religión y alababan a Yahvé independientemente de
los hombres. La expresión “estaban reunidas” significa algo más que una oración
ocasional. Podemos pensar en una acción litúrgica, por ejemplo una celebración
sabática, en la que Pablo y sus compañeros vienen a participar. Sin ellos la celebración
se hubiera hecho.
B. LIDIA Y SU
CASA ABRAZAN LA FE CRISTIANA, ABRIENDO LAS PUERTAS DE EUROPA AL EVANGELIO
Tenemos la noticia de
que Lidia abrazó la fe cristiana y fue bautizada con toda su casa (Hechos
16,14-15), después de haber oído atentamente la Palabra anunciada por los
misioneros. El texto calla sobre la reacción de las otras mujeres. Toda la
atención se concentra en Lidia, la mujer que trabajaba con púrpura, natural de
Tiatira, del Asia Menor. Ahora bien, el trabajo con púrpura requería el trabajo
de un grupo de personas. Tales empresas se percibían como “casa”.
Históricamente no es necesario entender “su casa” por familia, en el sentido
actual. Aquí (Hechos 16,15) el término “casa” puede interpretarse con la
significación de un grupo de personas, en nuestro caso, de mujeres trabajadoras
en púrpura, lideradas por Lidia.
C. UNA
INVITACIÓN EXIGENTE: “¡ENTREN EN MI CASA!”
“Vengan a hospedarse
en mi casa” (Hechos 16,15; Cf. Lucas 24,28-32). Esta invitación de Lidia es
también una exigencia, porque la narración continúa diciendo: “y les insistía”.
No se trata en este texto de la invitación de una mujer rica que insiste en
hospedar a los misioneros en su casa. Es más bien un gesto de solidaridad
cristiana, como consecuencia de su fe. El motivo de la invitación está
explícitamente dicho: “si me tienen por creyente en el Señor”. Ofrecer
hospedaje en casa es más que dar una posada. Es asumir un doble compromiso con
los hermanos. Por una parte, es ofrecer protección y abrigo para quien está
sufriendo o puede sufrir persecución y amenazas. Con esta protección Lidia
asume la responsabilidad de los misioneros ante la autoridad local, como lo
hizo también Jasón en Tesalónica (Hechos 17,6ss). Por otra parte, era para
Pablo y sus compañeros entrar a formar parte de esta ‘casa’, de esta Comunidad.
Si Lucas, narrador, da
importancia a este hecho es porque, con la decisión de invitar a los misioneros
de una manera insistente por parte de Lidia, surgió la comunidad de Filipos. En
esta casa, como en la de Tabita (Hechos 9,36ss) y de María (12,12ss) no
encontramos la figura de un hombre con la función de “padre de familia”, sino
la de una mujer. Por medio de la información de los Hechos 16,40 sabemos que
también hombres se adhirieron a la fe en Cristo Jesús, lo que se supone fruto
del trabajo misionero de Lidia y su casa.
D. MUJERES QUE
RECIBEN LA FE CRISTIANA Y COLABORAN EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES
El libro de los Hechos
nos informa sobre muchas mujeres que, como Lidia y su casa (16,11ss), se
convirtieron a la fe cristiana y dieron un aporte significativo para el
desarrollo de la primitiva Iglesia. Recorriendo las páginas de los Hechos nos
vamos a encontrar con pasajes donde la presencia de la mujer y su apertura al
Evangelio abre camino para que la palabra anunciada por los apóstoles eche raíz
y encuentre consistencia en una comunidad concreta (Cf. Tabita: 9,36ss;
17,12-34; Priscila: 18,1ss).
-
1,14 “Todos ellos, con
algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la
oración…”.
-
5,14 “Se les iba
agregando un número creciente de creyentes en el Señor, hombres y mujeres…”.
-
8,12 “Hombres y mujeres
se bautizaban…”.
-
9,36 “En Jafa vivía una
discípula, llamada Tabita (que significa gacela); repartía muchas limosnas y
hacía obras de caridad…”. A semejanza de Lidia, también Tabita aparece como
discípula del Señor liderando un grupo de viudas. Con ellas se reúne para
confeccionar ropas y para orar.
-
9,1-2 “Para llevar
presos a Jerusalén a cuantos secuaces del Camino encontrase, hombres y mujeres”.
-
12,12ss “Se dirigió a casa de
la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde estaban unos cuantos reunidos
rezando…”. Nos encontramos con una comunidad reunida para celebrar la memoria
pascual en casa de María en Jerusalén. Pedro, el líder de la Iglesia
Apostólica, conocía este local, por eso se dirigió allí para celebrar con la
comunidad su liberación de la cárcel.
-
16,11ss Es el relato vivaz
del comienzo de la comunidad cristiana en casa de Lidia.
-
17,4 “No pocas mujeres
influyentes” de Tesalónica se adhirieron a la fe y se unieron a Pablo y Silas.
-
17,12 “Algunos de ellos
abrazaron la fe, lo mismo que algunas mujeres nobles…”.
-
17,34 “Una mujer llamada
Dámaris” se destaca en el grupo de hombres que abrazan la fe.
-
18,1ss “Priscila y Aquila,
su marido, son mencionados como cristianos que orientaban a otros hacia el
“Camino”.
Las mujeres aparecen
como hilos vivos de una corriente que va construyendo la red de las primeras
comunidades cristianas. Son colaboradas fieles del ministerio apostólico en la
expansión del Evangelio y su encarnación en comunidades concretas. No solo
ayudan, sino que lideran la organización y la animación de estas comunidades de
mujeres y hombres.
E. LA
LIBERACIÓN DE LA MUJER: UN CAMINO POR HACER…
Los escritos
neotestamentarios reflejan la realidad de la mujer cristiana en la vida de la
comunidad bajo los más diversos ángulos. Desde la perspectiva más liberadora
hasta la condición más esclavizante de la mujer. Los mismos escritos que
afirman el principio igualitario: “no hay hombre ni mujer” (Gálatas 3,28),
admiten también el principio de sumisión de la mujer al hombre: “mujeres,
sométanse a sus maridos” (Colosenses 3,18); “Las mujeres se deben callar en las
asambleas” (1 Corintios 14,34-35).
La valoración y
liberación de la mujer es siempre un proceso de confrontación permanente. La
actitud y la práctica histórica de Jesús de Nazaret será siempre el referente
absoluto para la actitud y práctica de la Iglesia.
F. JESÚS ES LA
REFERENCIA DEFINITIVA
Debemos admitir que
las comunidades cristianas no lograron asimilar y traducir plenamente, con
relación a la mujer, el principio liberador instaurado por Jesús. En lugar de
una ética legalista, discriminatoria e inflexible con relación a la mujer,
Jesús crea una ética de responsabilidad, de amor y de relación fraterna.
-
La adúltera, condenada por la ley de los escribas y fariseos, es motivo de
reflexión para los hombres sobre sus propias acciones y un llamado a la
conversión (Cf. Juan 8,1-11).
-
La mujer que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas, los enjugó con su
cabellera y los ungió con perfume es considerada pecadora por los judíos. A los
ojos de Jesús, por el contrario, ella es la “que ha amado mucho” (Cf. Lucas
7,36-50).
Esta tarea aún
continúa, porque la semilla arrojada por Jesús todavía está por germinar y
mostrar toda su fuerza generadora de vida y liberación en las manos y el
corazón de la mujer. Hace bien contemplar a las mujeres de las primeras
comunidades cristianas para encontrar renovado ánimo y coraje.
Como ayer, encontramos
también hoy en muchos rincones de América Latina, mujeres dedicadas a la
animación a las comunidades cristianas y de las celebraciones litúrgicas.
Actúan, por lo general, en el anonimato y en la gratuidad total, en lugares
periféricos, con pocos recursos, pero con mucho entusiasmo, ternura y amor. Así
se unen a la corriente de mujeres que, como hilos vivos, van tejiendo la gran
red de comunidades eclesiales de base. Por medio de ellas continúa vivo el
Espíritu de Pentecostés, de acuerdo al programa de los Hechos: “Recibirán la
fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán testigos míos en
Jerusalén, Judea y Samaria y hasta el confín del mundo” (Hechos 1,8).
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS A
LOS TESALONICENSES
La comunidad de
Tesalónica tiene en su haber el privilegio de haber recibido la primera carta
de Pablo, Silvano y Timoteo. Y es el primer escrito del Nuevo Testamento,
anterior a los evangelios. Sobre la segunda carta a los Tesalonicenses hay
muchas controversias. Sin tener en cuenta estas discusiones vamos a tratar aquí
de las dos cartas en conjunto.
A. LA CIUDAD DE
TESALÓNICA
Está situada a la
orilla del mar, junto a una cadena de colinas. La ciudad siempre fue blanco de
la codicia imperial. Después de la conquista en 146 aC los romanos la
convirtieron en capital de Macedonia. La urbanización y los favoritismos
impulsaron su desarrollo. Hasta el nombre de Tesalónica fue puesto en homenaje
a Tesalia, hermana de Alejandro y esposa de Casandro, fundador de la ciudad en
el 315 aC. Además de tener uno de los mejores puertos naturales del mar Egeo, a
Tesalónica la atravesaba la vía egnatia, una carretera que unía a Oriente con
Roma.
Después de la batalla
de Filipos en el 42 aC Augusto le concedió el título de ciudad libre, lo que le
permitió que Tesalónica poseyera su Asamblea popular y sus magistrados,
llamados politarcas (Cf. Hechos 17,8). Aunque jurídicamente libre, la ciudad
dependía ideológicamente de Roma. De hecho, en los años de la evangelización en
la ciudad, estaba desarticulada la asamblea popular. Desde el punto de vista
religioso, Tesalónica era una típica ciudad sincretista del imperio romano.
Tenía los antiguos cultos locales, las divinidades del Olimpo griego (Atis,
Cibeles), las divinidades egipcias (Serapis, Isis, Osiris, Anubis) y también
los cultos romanos (a Roma y al emperador).
Una revolución era
impensable a pesar de que la mayoría, quizás dos tercios, eran esclavos. Estos
sostenían a la clase superior de la población: funcionarios públicos,
comerciantes, industriales, grandes terratenientes, militares retirados… De
esta forma se comprenden los graves conflictos que se reflejan en las dos
cartas.
B. LOS
COMIENZOS DE LA COMUNIDAD CRISTIANA
La llegada del
Evangelio a Tesalónica y los inicios de la comunidad están narrados en Hechos
17,1-9, en una exposición resumida y esquemática. La fuente más directa para
comprender el proceso son las cartas a los Tesalonicenses.
Ciudad de negociantes
y puerto próspero, habitualmente al ir y venir de las gentes, Tesalónica poseía
una comunidad judía bastante numerosa, hecho atestiguado por la sinagoga del
lugar (Cf. 1 Tesalonicenses 2,14-16; Hechos 17,1). A ésta se dirigen Pablo y
Silas, en el segundo viaje misionero, viniendo de Filipos. Durante tres sábados
predican a los judíos (Hechos 17,1-2). Ante la posibilidad de éxito convocan a
los fieles a la casa de Jasón. Fue allí donde lo buscaron los amotinados para
entregarlos al senado de la ciudad (Cf. Hechos 17,5). En la fuga nocturna se
dirigieron a Berea y luego pasaron a Atenas.
Este viaje duró unos
dos meses. En Atenas, Pablo temeroso “no pudiendo aguantar más” (1
Tesalonicenses 3,1), envió a Timoteo a Tesalónica quedándose solo.
C. MOTIVACIÓN
DE LAS CARTAS
El fracaso ya conocido
de Pablo en Atenas lo lleva a Corinto, donde es absorbido por el trabajo y
durante un año y medio intenta acompañar el crecimiento de una comunidad pobre.
Fue en Corinto donde Timoteo alcanzó a Pablo, trayéndole noticias de
Tesalónica. En general la situación era satisfactoria: se mantenían firmes en
la fe, a pesar de las persecuciones; conservaban un gran afecto por los
misioneros y hasta ansiedad por volver a verlos a pesar de algunas calumnias.
Pero había sombras en
el horizonte: el paganismo ganaba terreno en algunos sectores, sobre todo en el
moral; otros no trabajaban y esta ociosidad comprometía a la comunidad
naciente. Corría el rumor de que Cristo estaba a punto de llegar y esto traía
serias consecuencias. Para esclarecer la situación escribe la primera carta a
los Tesalonicenses hacia el final del año 51 o al principio del 52. Pero la
situación no se arregló. La persecución cerraba el círculo y amenazaba a la
firmeza de la fe; por eso algunos pedían encarecidamente la venida inmediata de
Cristo para poner fin a los padecimientos. Ante esto, otros querían abandonar
las preocupaciones diarias y el trabajo. Tal vez algunos meses después llega la
segunda carta más breve y más categórica.
D. CONTENIDO DE
LAS CARTAS A LOS TESALONICENSES
Primera carta a
los Tesalonicenses
Destinatario (1,1)
1ª Parte: Los comienzos
de la comunidad (1,2-3,13)
-
Acción de gracias y felicitaciones (1,2-10)
-
Evangelización y aliento (2,1-12)
-
Actitud de los Tesalonicenses (2,13-18)
-
La misión de Timoteo (3,1-5)
-
Alegría por los informes recibidos (3,6-13)
2ª Parte:
recomendaciones para la vida comunitaria (4,1-5,28)
-
Recomendaciones (4,1-12)
-
La venida del Señor (4,13-5,11)
-
Exigencias de la vida comunitaria (5,12-22)
-
Oración final y despedida (5,23-28)
Segunda carta a
los Tesalonicenses
Saludo (1,1-2)
- Agradecimiento,
valoración y motivación (1,3-12)
- Animación
para perseverar (2,1-3,5)
- Propuesta
de trabajar (3,6-15)
Saludo final (3,16-18)
E. ALGUNAS
CLAVES DE LECTURA
- Los conflictos se destacan
en estas cartas. Hay persecuciones y tribulaciones por parte del imperio (Cf. 1
Tesalonicenses 3,7; 2 Tes 1,4); dificultades con los paganos (Cf. 1 Tes
4,3-8); enfrentamientos con la sinagoga (Cf. 1 Tes 2,14-16). La segunda
carta distingue una oposición abierta entre lo que llama “Iglesia de los
Tesalonicenses” (1,1) y la “fuerza oculta de la iniquidad” (2,7),
destinados los primeros a la participación en la gloria de Cristo (Cf.
1,10.12; 2,14) y los segundos a la ruina eterna (Cf. 1,9).
- La cuestión de la
escatología constituye otro núcleo de dificultades. La primera carta parece
apuntar hacia una venida inminente de Jesús (Cf. 4,13-5,11). Pero en la
segunda cualquier expectativa es alejada con vehemencia: “por la venida
del Señor nuestro Jesucristo y nuestra reunión con El, les pedimos que no
pierdan fácilmente la cabeza…” (2 Tes 2,1-2).
- El tema del trabajo
constituye una de las mejores riquezas de las dos cartas. Queda claro el
sentido cristiano del trabajo, del trabajo con las propias manos (Cf. 1
Tes 4,11; 2 Tes 3,6-12). Ya los misioneros habían evangelizado la ciudad
por medio del trabajo e insistían en su propuesta como alternativa, en
contra de la mentalidad de la época para la cual el trabajo era actividad
de esclavos. Por eso la carta dignifica el valor del trabajo manual y
rompe con el sistema romano esclavista.
Tema 15: LA
PARUSÍA: EL REENCUENTRO CON EL SEÑOR.
“No durmamos como los demás, sino vigilemos” (1 Tes 5,6).
Mensaje
Dicen los
historiadores que el año 1000 fue de gran carestía porque el año anterior,
esperando el fin del mundo, muchos no trabajaron. ¡Y el mundo no acabó! Ahora
por la llegada del año 2000, reaparecieron ideas parecidas sobre la venida de
Jesús. Algunas personas y movimientos se especializaron en anunciar la vuelta
de Jesús, solo que no acertaron. Los pobres y las personas que sufren,
fácilmente son enredadas con estas ideas y viven un proceso de alienación.
El texto de hoy trata
dos temas íntimamente ligados entre sí: 1 Tesalonicenses 4,1-12 habla sobre
cómo el cristiano vive en el mundo, inclusive trabajando. Y 4,13-5,11 habla
sobre los muertos ante la venida de Jesús esperada como cercana. ¿Los que ya
murieron no participarán del encuentro con el Señor? Pablo responde: si Dios
resucitó a Cristo, resucitará también a los que son de Cristo para ir a su
encuentro juntamente con los que aún viven. Y entre estos se cuenta Pablo a sí
mismo. Después sigue describiendo el reencuentro con las conocidas imágenes del
judaísmo. En fin, volviendo a la tierra concluye que debemos llevar una vida
consciente, regulada y pronta para el reencuentro.
Pensar en la vuelta de
Cristo no significa necesariamente desinteresarse de este mundo. Nuestra
esperanza del reencuentro tiene un efecto animador.
Bienvenida. Canto. Acogida
y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.
Nuestra
realidad:
1. ¿Qué nos
parecen los anuncios regulares del fin del mundo?
2. ¿Qué decimos
nosotros de tales anuncios?
Palabra de
Dios. 1 Tesalonicenses 4,1 hasta 5,11: El regreso de Cristo.
3. ¿Con qué
imágenes describió Pablo la vida cristiana (4,1-12) y la Parusía del Señor al
fin del mundo (4,13-5,11)?
4. ¿Qué consejos
daba Pablo a los Tesalonicenses?
Hoy nosotros: Testigos de un
Cristo vivo y liberador
5. ¿De qué manera
es nuestra vida un testimonio de alegría y esperanza en la resurrección?
6. ¿Cómo nos
podemos preparar al nuestro encuentro definitivo con Cristo?
Oraciones comunitarias. Poner el
símbolo en medio de nosotros.
Recordemos personas
parientes o amigos que ya participan de la resurrección con Cristo. Salmo.
Canto. Bendición final.
Preparación del
próximo encuentro
-
En la próxima reunión conoceremos a la comunidad de Corinto. Leamos la
introducción a las cartas a los Corintios. Texto de estudio: 1 Corintios
14,1-33a. Texto de apoyo: 1 Corintios 12,31-13,13.
-
Para aprovechar bien el próximo encuentro. distribuir las tareas. Traer un
símbolo acorde al tema de la próxima reunión.
Comentario 15: El trabajo
Trabajar es
ciertamente una actividad ligada a la existencia humana. Junto a la vocación a
la vida está la vocación al trabajo. Pero muchas veces, en fuente de felicidad,
el trabajo se convierte en un castigo sin fin. Digamos que es por el trabajo
que se esclaviza y también que por él se libera. Por esto se puede decir “Hay
quien trabaja esclavo del dinero y hay quien trabaja por el mundo mejorar”. En
los sistemas políticos actuales la explotación del trabajo humano conseguirá
cada vez más situaciones de inestabilidad con el creciente desempleo, el
subempleo y el empleo esclavizante.
A. ¿CÓMO
TRABAJABA JESÚS?
Una curiosidad es
conocer cuál era la profesión de Jesús durante su vida en Nazaret. Mateo
(13,55) dice que Jesús era hijo de un carpintero y Marcos (6,3) trabajaba como
carpintero (ver Lucas 4,22). En una aldea pobre como Nazaret, su lenguaje tan
simple y su vocabulario campestre lo manifiestan como campesino. Fuera de estas
afirmaciones y conjeturas los evangelios prácticamente no nos dicen nada sobre
Jesús como trabajador. En otro sentido y en un contexto diferente El afirma:
“Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (Juan 5,1-8).
Al llamar a otros para
colaborar con Él, el Maestro los saca aún de sus trabajos, de forma que dejan
su fuente de sustento, las redes, y lo siguen (Cf. Marcos 1,18.20). El insinúa
que su discipulado dispensa del trabajo porque “el obrero tiene derecho al
sustento” (Mateo 10,10). Aún más, en otro contexto Jesús llama la atención sobre
las aves del cielo y los lirios del campo (Cf. Mateo 6,26-29), que, además de
vivir sin sembrar ni segar, superan a Salomón en esplendor y gloria.
B. LA PROPUESTA
DE PABLO
Pablo y los otros
misioneros inauguran una forma original: Vivían el Evangelio trabajando.
Evangelizar trabajando y trabajar evangelizando es el desafío que nos plantean.
En ese tiempo sólo trabajaban las mujeres y los esclavos. Tanto en su vida como
en sus escritos Pablo se presenta como un trabajador manual incansable. El gran
apóstol puede enorgullecerse, con frecuencia, de sus manos encallecidas y
presentarlas en su predicación como argumento. Cuando se despide en Éfeso de
los líderes afirma: “Ustedes saben que trabajé con mis manos para conseguir lo
necesario para mí y mis compañeros” (Hechos 20,34). La garantía de la propia
subsistencia no era solamente un detalle en la vida de Pablo y de sus
compañeros. Sin honorarios, en condiciones precarias, su actividad
evangelizadora era también incansable. “Noche y día trabajamos para no ser una
carga a ustedes, mientras les proclamábamos la Buena Noticia de Dios” (1 Tes
2,9; Cf. 2 Tes 3,8).
C. TRABAJAR CON
LAS MANOS
En varios textos
paulinos sobre el tema subraya el trabajo manual. En 1 Corintios 4,12, por
ejemplo, se lee: “nos fatigamos trabajando con nuestras manos”. La propuesta,
por lo tanto, no se refiere a cualquier trabajo, sino específicamente a
trabajar con las manos. ¿Por qué tanta insistencia sobre este modo de trabajar?
Porque en aquella época no se valoraba el trabajo manual. La mentalidad griega
de entonces consideraba el trabajo con las manos como una actividad indigna, de
segunda categoría, reservada a los esclavos. Al contrario, los predicadores
cristianos insistían en valorizar el trabajo manual.
Pablo mismo, según consta,
ejercía una profesión difícil, porque exigía tiempo, paciencia y dedicación
manual. Fabricante de carpas (Cf. Hechos 18,3) debía tejer la cobertura espesa
de las tiendas de campaña. Era un trabajo insalubre que deformaba las costillas
y las manos, además de forzar la vista y ser naturalmente poco higiénico.
D. NECESIDAD Y
DERECHO AL TRABAJO
Se requerían motivos
de peso para que Pablo y los demás misioneros, como Aquila, Priscila, Silvano,
Timoteo, optaran por una evangelización a partir del mundo del trabajo. Veamos
algunos de sus motivos:
1.
Evangelizar. Participando
en el trabajo como los demás, los predicadores pueden llevar la Buena Noticia a
los obreros de su tiempo, pues, identificándose con ellos, comprenden mejor sus
necesidades. De esta forma, crean situaciones alternativas dentro del sistema
imperial, gracias a la nueva orientación cristiana (Cf. 1 Tesalonicenses 2,9).
2.
Ser ejemplo. Antes de
mandar a los otros a trabajar, los evangelizadores trabajan. Por eso dicen:
“quisiéramos dar un ejemplo que imitar” (2 Tes 3,9). Se trata de una manera de
vivir, un modo de proceder natural (Cf. 2 Tes 3,6).
3.
Renunciar a un
derecho. Pablo y sus colaboradores podrían vivir sin trabajar, porque deberían ser
retribuidos por la predicación del Evangelio; pero ellos aclaran: “no usamos
este derecho” (1 Corintios 9,12; Cf. 9,15-18) y lo hacemos para no poner
obstáculos a la Palabra de Dios. En aquel entonces muchos predicadores y
filósofos se peleaban por hablar debido a la paga que se les daba. Los
misioneros cristianos intentaban crear un sistema nuevo de predicación,
renunciando a ese derecho (Cf. 1 Corintios 9,6; 2 Tes 3,9). Naturalmente este
modo de proceder daba más credibilidad al Evangelio.
4.
No ser una
carga para nadie. Las comunidades no eran ricas y poco se les podía exigir en su pobreza.
Los misioneros cristianos no querían vivir de donaciones; por el contrario, “no
pedimos el pan a nadie y nos fatigamos día y noche para no ser una carga para
ninguno de ustedes” (2 Tes 3,8; Cf. 1 Tes 2,9; 2 Corintios 12,13-14).
5.
Ganarse el pan. La motivación
más inmediata es trabajar para vivir dignamente. Cualquiera quiere tener el
honor de ganarse su propio pan (Cf. 1 Tes 4,11-12). Pablo lo tiene como “título
de gloria” (1 Corintios 9,15). De su esfuerzo depende su sobrevivencia. De ahí
la norma: “quien se niegue a trabajar que no coma” (2 Tes 3,10).
6.
Trabajar con
comunidades pobres. El trabajo del que se habla en las cartas paulinas es siempre arduo,
penoso, “con fatiga y esfuerzo” (2 Tes 3,8). El trabajo manual, como ya se ha dicho,
es un trabajo duro, de pobres, en donde prima el desinterés por enriquecerse (1
Corintios 4,11-12; 2 Corintios 11,7-12; Hechos 20,33-34).
7.
Compartir. “El que robaba
no robe más, antes trabaje con sus manos para ganar algo y poder socorrer al
que tiene necesidad” (Efesios 4,28). El compartir es esencial en el modo
cristiano de vivir, porque ayudando a los débiles (Cf. Hechos 20,35), es como
se crea comunión. La explotación y acumulación de bienes contradicen la vida de
comunidad e igualdad cristiana.
E. CONCLUSIÓN
Por su modo de vivir y
por su doctrina, Pablo y demás colaboradores crearon una nueva praxis y una
nueva mística en relación al trabajo. En la sociedad de esa época el trabajo
era despreciado y sólo para los esclavos. El filósofo Platón codificó
explícitamente esta comprensión. Los primeros evangelizadores invalidaron esta
ideología yendo al encuentro de los trabajadores y convirtiéndose ellos mismos
en trabajadores como los demás.
Esta propuesta es
actual y desafiante, porque nos estimula a ir al encuentro de la clase
trabajadora, a identificarnos con el mundo de los pobres y, a partir de ahí,
vivir y predicar la doctrina cristiana. La forma de vida de las primeras
comunidades subvierte el orden establecido en el imperio romano hasta el punto
de provocar la persecución violenta. También el actual orden vigente con su
sistema social injusto y explotador, nos invita a tomar posiciones nuevas para
denunciar esta situación y crear relaciones humanas nuevas.
Pablo y los otros
misioneros nos presentan una nueva espiritualidad, viviendo el Evangelio en el
mundo del trabajo. Es allí, junto a los otros artesanos, que se hace realidad
la predicación cristiana. Esta mística los hace resistentes a las presiones del
imperio y crean una fe arraigada y transformadora. Lo central no es el lucro,
ni el capital, sino la persona que con su trabajo va construyendo un mundo
nuevo.