martes, 10 de julio de 2012

FOLLETO LOS HECHOS 1ª parte


Folleto  6º :  Los  Hechos  de  los  apóstoles  y  las  Cartas  de  Pablo.
VIVIR  Y  ANUNCIAR  LA  PALABRA :  LAS  PRIMERAS  COMUNIDADES  CRISTIANAS



 1 ª   p a r t e.

“LA VIDA ES TU PALABRA”, 2007. PR.

ÍNDICE

1ª parte: a continuación.

Presentación

Una clave de lectura para los temas y comentarios

1ª parte: Comunidad modelo (5 temas y comentarios)

-          Breve historia del comienzo de la Iglesia

-          Hechos de los Apóstoles

2ª parte: La Palabra se abre camino (4 temas y comentarios)

1.       Breve historia del comienzo de la Iglesia

2.       Cuatro temas y comentarios

3ª parte: Las Iglesias en la dispersión (4 temas y comentarios)

3.       Las primeras Comunidades frente al judaísmo

4.       Cartas a Santiago y a los Gálatas

4ª parte: Las Iglesia en Europa (5 temas y comentarios)

5.       Breve historia de las Iglesias en el mundo griego

6.       Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses…

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2ª parte: en otro espacio.

7.       Carta a los Corintios y a los Colosenses.

5ª parte: Hasta los confines del mundo (4 temas y comentarios)

8.       Breve historia de la Iglesia en Roma

9.       Carta a los Romanos y a Filemón.

Anexos

-          Presentación de la 1ª parte: Comunidad modelo

-          La situación de las primeras Comunidades Cristianas

-          Oración maya

-          Fechas del tiempo de Jesucristo

-          Índice más detallado del folleto 7 (títulos de los temas y comentarios)

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P R E S E N T A C I Ó N

                Con este 6° folleto de la Colección ‘La Vida es tu Palabra’, vamos a profundizar el libro de los Hechos de los Apóstoles, las cartas de San Pablo y la carta de Santiago. Queremos acercarnos a la vivencia y espiritualidad de las primeras Comunidades cristianas: Cómo vivían, expresaban y celebraban la gran herencia dejada por Jesús, es decir el Reino. Nos van a llamar la atención la diversidad de carisma ejercidos en la primitiva Iglesia y sus variadas formas de organización eclesial, desde las muchas Comunidades. Que esta experiencia nos ayude a ser, en los actuales momentos, testigos de esperanza, individual y colectivamente, al ejemplo de los primeros cristianos.

CONTENIDO DEL FOLLETO

                Un pequeño resto, la Comunidad de los seguidores de Jesús, empujado por la fuerza del Espíritu, empezó a vivir el Reino anunciado por Jesús, a celebrarlo, comunicarlo y extenderlo en todo el imperio romano, de Jerusalén hasta Roma. Se desarrolla la experiencia concreta de la identidad de las Primeras Comunidades Cristianas, donde descubrimos nuestra Eclesiología, o sea, nuestra manera de ser Iglesia, al servicio del Reino, al ejemplo de Jesús.

                Este folleto tiene una breve presentación. Luego están los 22 temas y sus comentarios ordenados en 5 partes. Al final se nos informa de la situación histórica, tanto del entorno socio-política, como de la Iglesia primitiva, mediante 3 ‘ventanas’ y una puerta de entrada o clave de lectura.

1.       Presentación y puerta de entrada (claves de lectura para el conjunto de los 22 temas)

2.       Los 22 temas y sus comentarios respectivos

-          1ª parte: Los comienzos de la Primera Comunidad Cristiana, o sea el modelo fundado sobre los 12 Apóstoles.

-          2ª parte: El crecimientos de las Comunidades Cristianas y su progresiva organización, en medio de tensiones internas y de persecuciones.

-          3ª parte: Las Iglesias nacientes fuera de Palestina enfrentan retos de misión, comunión e inculturación.

-          4ª parte: Las respuestas a los desafíos plantados por el mundo griego, en particular mediante las cartas de Pablo.

-          5ª parte: La llegada del Evangelio a Roma y su entorno imperial.

3.       Anexos: Tres ventanas (la situación de las primeras Comunidades)

-          1ª ventana: Un recorrido histórico de los años 30 a 100.

-          2ª ventana: Distintas tendencias al interior de la Iglesia primitiva para enfrentar, fuera de Palestina, un ambiente desconocido.

-          3ª ventana: La variedad en la doctrina y la organización en la Iglesia primitiva.

Toda esta profundización nos va a ayudar a encarnar el Reino en la realidad de hoy, la de nuestra Iglesia y la de nuestro mundo, respondiendo a los desafíos actuales. El ejemplo de las Primeras Comunidades Cristianas fortalecerá nuestra opción por los pobres como camino del Reino, ayer, hoy y siempre.



PUERTA DE ENTRADA: Una clave de lectura para los temas y comentarios

A. EL EJE CENTRAL Y LOS OBJETIVOS

                El título de este volumen “Vivir y Anunciar la Palabra: Las Primeras Comunidades”, resume el objetivo y el contenido. Acentúa la difusión de la Palabra que hace camino y se difunde por la fuerza del Espíritu. Es el Espíritu el que lleva a Vivir y Anunciar la Palabra. Fue la vivencia evangelizadora la que marcó las primeras comunidades. Es la expansión de la Palabra en el comienzo de la Iglesia lo que llama la atención. Queremos saber: ¿Cómo sucedió? ¿Quiénes la llevaron? ¿De qué modo y con qué medios fue divulgada? ¿Cuáles fueron los problemas que enfrentaron y cuáles los resultados que obtuvieron? Así, la Palabra será luz para nuestros pasos (Salmo 119,105).

                Las guías y subsidios de este volumen están divididos en cinco bloques, cada uno con una breve introducción. La preocupación básica de esta división está orientada por cuatro criterios.

  1. La Palabra camina

                Como los primeros cristianos, somos hoy una pequeña minoría dentro de un inmenso imperio que domina el mundo. Mientras tanto, lo que más impresiona, tanto ayer como hoy, es la rapidez con que la Palabra de Dios hace su camino entre los pobres, aquí en América Latina, suscitando comunidades en todo rincón, haciendo crecer la conciencia de las personas, a pesar del contexto de opresión en que vivimos.

                Un primer objetivo de este Volumen es obtener informaciones sobre la expansión de la Buena Nueva al comienzo de la Iglesia. Queremos conocer mejor el proceso de evangelización que fue suscitando las primeras comunidades, y descubrir cómo se dio el crecimiento de la conciencia cristiana desde el año 30 al 70. Queremos no solo reconocer los principales acontecimientos de este periodo, sino también comprender la situación dentro del contexto económico, social, político e ideológico del imperio romano. Estas informaciones podrán ayudarnos a leer y entender mejor la actual coyuntura.

  1. El libro de las Comunidades

                El libro de los Hechos es uno de los libros más leídos en nuestras comunidades. Sirve de espejo para lo que hoy vivimos y sufrimos. Además de ser un registro de las primeras comunidades es también una teología de esta misma historia.

                Un segundo objetivo es leer y conocer mejor el libro de los Hechos; profundizarlo, haciendo de él un eje central que entrelaza y une entre sí las guías de los cinco bloques de este Volumen. El libro de los Hechos nos proporciona la línea del tiempo, que permite situar a los otros libros dentro de su contexto. Limpiando así el espejo, esperamos poder entender mejor el alcance de todo lo que Dios está realizando en medio de nosotros.

  1. La inculturación

                Vivimos hoy momentos de tensión y de transición. Nuevos llamados y exigencias aparecen causados por el renacer de las culturas oprimidas. La Conferencia Episcopal de Santo Domingo nos convoca a todos para dar mayor atención a la inculturación de la Buena Nueva.

                Un tercer objetivo es tener una visión global del proceso de encarnación y de inculturación del mensaje cristiano en las culturas de los pueblos, tal como aparece en el libro de los Hechos y en las cartas de Pablo y Santiago, escritas entre el año 30 y 70. Esto podrá ayudarnos en la tarea que tenemos hoy en preparación a la llegada del tercer milenio.

  1. Profundizar lo cotidiano

                Quien estudia mucho, gusta de grandes teorías y de amplios marcos de referencia, para poder situarse en la vida e iluminar los hechos. Quien vive envuelto por los problemas concretos de cada día, no tiene tiempo ni mucho interés en profundizar las teorías. Quiere saber qué hacer aquí y ahora. No siente gusto en estudiar la sal. Prefiere salar la comida.

                Un cuarto objetivo es ver cómo Pablo en sus cartas, fue capaz de ayudar a los hermanos y a las hermanas a clarificar los acontecimientos diarios de su marcha. Una de las cualidades de Pablo fue la sabiduría con que supo combinar una amplia visión teórica de la obra de Dios en Cristo con una capacidad práctica de profundizar e iluminar los problemas concretos de cada día.

                Estos cuatro objetivos orientarán la elección de los temas de las Guías y Subsidios, para que puedan favorecer un mejor conocimiento de la evolución de las primeras comunidades cristianas en sus varios niveles y así, iluminar nuestra situación actual. “Porque todo fue escrito para nuestra instrucción, para nosotros que estamos viviendo en estos últimos tiempos” (1 Corintios 10,11).

B. LAS 5 PARTES Y SUS PARTICULARIDADES

                Cada parte de temas y comentarios enfoca una etapa o un aspecto determinado de la historia de la Iglesia del año 30 al 70:

  1. La comunidad modelo: el ideal del comienzo.
  2. La Palabra se abre camino: el primer arranque.
  3. Las Iglesias en la diáspora: la difusión entre los judíos.
  4. Las Iglesias en Europa: la difusión en el mundo helénico.
  5. “Hasta los confines del mundo”: la Iglesia en Roma.

                Cada parte se inicia con una breve introducción, que describe las características principales del periodo o del aspecto de la historia que en él se aborda. La descripción de la historia no es completa, sino selectiva. Acentuamos especialmente aquellos puntos que pueden iluminar nuestro camino hoy. Cada bloque termina con una Guía sobre la expansión misionera. Así, a lo largo de este Volumen se obtiene una idea de los varios motivos y fuerzas que llevaron y aún llevan a la expansión de la Buena Nueva por el mundo.

                Cada vez que dentro de los bloques se aborda un nuevo libro o carta, precede a la Guía en cuestión, una breve introducción al respectivo libro o carta. Así, en este Volumen se ofrecerá una clave de lectura para los siguientes once libros y cartas que fueron escritos entre los años 30 y 70, o informan sobre este mismo periodo: los Hechos, la carta de Santiago, la carta a los Gálatas, la carta a los Filipenses, las dos cartas a los Tesalonicenses, las dos cartas a los Corintios, la carta a los Romanos, la carta a los Colosenses y la carta a Filemón.

                Quedan dudas sobre la fecha y el autor de algunas cartas paulinas, de las que no se sabe si son realmente de Pablo o de un discípulo que vivió después del 70, a saber: la carta a los Efesios, la carta a los Colosenses, las dos cartas a Timoteo, la carta a Tito y la así llamada carta a los Hebreos. Todas ellas, menos la carta a los Colosenses, serán tratadas en el próximo volumen junto con los otros libros y cartas escritas entre el año 70 y el 100.

C. INFORMACIONES SOBRE CADA UNA DE LAS 5 PARTES

1ª parte: la comunidad modelo (temas 1 a 5)

-          Objetivo: Observar en el espejo a la comunidad ideal, que Lucas pone ante nosotros en los primeros cinco capítulos del libro de los Hechos.

-          Contenido: Los temas y comentarios de este bloque ayudan a la reflexión sobre los hechos que dieron vida a la Iglesia de los Apóstoles e hicieron de ella una comunidad modelo para todos los tiempos: La lectura orante de la Palabra de Dios, la acción del Espíritu, la organización de la comunidad alrededor de: los apóstoles, la comunidad, la fracción del pan y la oración y el anuncio de la Buena Nueva hecha por los Apóstoles. Al final de esta parte, hay un Comentario que muestra la expansión misionera como fruto del conflicto y de la persecución.

-          Introducción a los Hechos.

2ª parte: la Palabra se abre camino (temas 6 a 9)

-          Objetivo: Reflexionar sobre el comienzo de la Iglesia, sobre los factores que contribuyeron al primer arranque de la marcha, descrita en los capítulos 6 a 15 de los Hechos.

-          Contenido: Los temas y comentarios de este bloque ayudan a la reflexión sobre los hechos que hacen caminar y expandirse a la Iglesia: la organización y la coordinación de las comunidades, la nueva lectura del pasado o de la Biblia, el testimonio que no tiene miedo de romper con lo que impide la manifestación del Reino, como por ejemplo el Templo. Al final de esta parte un comentario muestra cómo la expansión misionera se realiza a través del crecimiento de la conciencia, dinamizada por una evangelización itinerante.

-          Textos claves de los Hechos.

3ª parte: Las Iglesias de la diáspora (temas 10 a 13)

-          Objetivo: Reflexionar sobre la difusión de la Iglesia entre los judíos de la diáspora, fuera de Palestina, y sobre las dificultades y tensiones vividas en esta misión junto a los hermanos de una misma raza.

-          Contenido: Los temas y comentarios de este bloque abordan los problemas relacionados con la encarnación de la Buena Nueva entre los judíos de la diáspora: la cuestión del valor de la fe y de las obras, el tema de la nueva libertad en Cristo y de su alcance para la vida, el problema debatido en el primer concilio ecuménico. Al final de esta parte, se ve la expansión de la Buena Nueva como una respuesta a las necesidades que vienen de la realidad, especialmente el esfuerzo de inculturación dentro de la realidad de los grandes centros urbanos del mundo helenista.

-          Introducciones a la carta de Santiago y la carta a los Gálatas.

4ª parte: La Iglesia de Europa (temas 14 a 18)

-          Objetivo: Reflexionar sobre la difusión de la Buena Nueva en el mundo griego y sobre los problemas y conflictos que trajo consigo la inculturación del mensaje en el mundo helénico.

-          Contenido: Los temas y comentarios de este bloque ayudan a la reflexión sobre los factores que contribuyeron a la expansión de la Buena Nueva en el mundo de la cultura griega, y sobre las dificultades y los conflictos que surgieron en este pasaje: el testimonio personal de Pablo y el lugar de la mujer en la vida de las comunidades, el problema de la parusía del Señor, que parecía no querer llegar y el trabajo como medio de sustento de los misioneros, los dones y carismas y su contribución para la vida comunitaria, las doctrinas extrañas y la religiosidad popular. Al final de esta parte, se ve la expansión de la Buena Nueva como consecuencia de la búsqueda de derechos civiles.

-          Introducciones a las cartas a los Tesalonicenses, a los Corintios, a los Filipenses y a los Colosenses.

5ª parte: “Hasta los confines del mundo”: la Iglesia en Roma (Temas 19 a 22)

-          Objetivo: Reflexionar sobre el ideal universal que la Iglesia trata de alcanzar a través de su caminar por la historia, y sobre el camino que conduce a este ideal.

-          Contenido: Los temas y comentarios de este bloque ayudan a la reflexión sobre los hechos que hicieron que la Iglesia se abra camino y se expanda, tanto geográfica como internamente, “hasta los confines el mundo”, y se transformara así en una iglesia universal, internacional y transcultural. Reflexiona de modo particular sobre la historia de la Iglesia en Roma y mira de cerca los siguientes asuntos: los dolores de parto de la nueva humanidad y el amor de Dios vivido en la cotidianidad, las iglesias domésticas, la nueva relación con Cristo que produce una nueva conciencia social. Al final del bloque, en el último comentario, la expansión misionera es vista como expresión de la conciencia universal que la Buena Nueva del Reino produjo en los cristianos.

-          Introducciones a las cartas a los Romanos y a Filemón.



1ª PARTE: COMUNIDAD MODELO (5 Temas y Comentarios)
‘El Señor cada día agregaba al grupo de los creyentes a aquellos que aceptaban la salvación’ (Hechos 2,47) La presentación de esta 1ª parte está en el Anexo 1.



 Tema 1: PREPARAR EL NACIMIENTO DE LA COMUNIDAD.



“Es necesario que uno de ellos dé testimonio de la Resurrección” (Hechos 1,21-22)

Texto de estudio: Hechos 1,6.26; de apoyo: Juan 17,1-26.

Mensaje

                Hoy, la vida cristiana está en una etapa de renovación. Sentimos que no podemos continuar viviendo como antes, porque la Iglesia y el mundo han cambiado. Muchas veces no sabemos bien cómo obrar. Hacemos lo que nos parece conveniente y viable. Generalmente, la renovación comienza por el estudio y la profundización de nuestra historia y de nuestra espiritualidad. Pero descubrimos que esto no basta. Hace falta unir la espiritualidad con la vida. Y nuevamente descubrimos que aun no basta. Nuestras comunidades tienen que optar por la pobreza digna y las causas de los pobres. Pero también descubrimos que esta renovación nunca acaba; el proceso. ¡Estamos siempre en camino, como las primeras comunidades!

                El texto de hoy describe los acontecimientos que ocurrieron entre la Ascensión y Pentecostés. El grupo reunido es la semilla de la Iglesia. Lucas lo presenta como modelo para toda comunidad que desea comenzar una vida nueva. Veamos el texto más de cerca. La reunión de los apóstoles entre la Ascensión y Pentecostés era un nuevo comienzo. La experiencia de la muerte y resurrección de Jesús que tuvieron, modificó todo. Pero todavía no sabían cómo proceder (Hechos 1,6-11). Hicieron lo que les parecía más conveniente y viable en aquel momento (Hechos 1,12-26).

                Al iniciar la reunión, Pedro recordó varias frases de la Biblia que los iluminaban en aquel momento. A nosotros debe sucedernos lo mismo: varios textos de la Biblia deben haber pasado por nuestra memoria durante el tiempo de estudio que acabamos de tener. Hagamos como Pedro. Después de un momento de silencio, comuniquémonos unos a otros las frases de la Biblia que despertaron nuestra memoria y la luz que trajeron a nuestra vida. A través de este texto, Lucas trata de animar a las comunidades que desean comenzar una vida nueva. Lo cual vale también para nosotros y nuestras comunidades.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación.

                Al iniciar esta nueva etapa del Proyecto “La Vida es tu Palabra”, conviene hacer una buena entronización de la Biblia, destacando la parte que se refiere a las Comunidades. Es bueno también compartir nuestras expectativas en relación a la lectura que vamos a hacer de los Hechos. Invoquemos las luces del Espíritu Santo.

Nuestra realidad: La historia de nuestra Comunidad.

  1. En nuestras comunidades, ¿cuáles fueron las distintas etapas de nuestro crecimiento?
  2. ¿Cuáles fueron los mayores cambios que se dieron?

Palabra de Dios. Hechos 1,6-26: Los pasos de la 1ª Comunidad cristiana.

  1. ¿Cuáles son los episodios narrados en esta lectura?
  2. ¿Cuáles eran los desafíos de aquel momento y cómo se los enfrentó?

Hoy nosotros: Reorientar siempre nuestro caminar

  1. ¿Cómo pueden iluminar a nuestras comunidades los criterios usados por los primeros cristianos?
  2. ¿Por dónde nos sentimos animados a caminar en nuestro grupo?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar los unos por los otros para que hagamos vida lo que hemos conversado. Salmo 23. Canto. Bendición final.



Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a leer y meditar el texto de los Hechos 2,1-41. Reflexionaremos sobre la manifestación del Espíritu Santo y su acción en el surgimiento de las comunidades. Texto de apoyo: Juan 20,19-29.

-          Distribuir las tareas para la buena marcha de la reunión afín de que el mayor número de personas participen en su buen desarrollo. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 1: Con María la madre de Jesús

A. LA PRÁCTICA DE LA LECTURA ORANTE EN EL ORIGEN DE LA IGLESIA

                Alrededor del año 85, Lucas escribe su obra en dos volúmenes: Evangelio y Hechos. Termina su evangelio mostrando cómo Jesús interpreta las Escrituras a los discípulos de Emaús (Lucas 24,13-35) y cómo abre la mente de los apóstoles para que entiendan las Escrituras (Lucas 24,45). El libro de los Hechos comienza mostrando cómo los apóstoles imitan el ejemplo de Jesús y buscan en la Escritura la luz para iluminar su camino.

                Después de la Introducción (Hechos 1,1-5), siguen tres hechos:



  1. La despedida de Jesús, en que se acentúa la ignorancia y la perplejidad de los discípulos (1,6-11).
  2. El encuentro de oración de los apóstoles y “hermanos” de Jesús con María, donde todos juntos esperan la venida del Espíritu Santo (1,12-14).
  3. La reunión más amplia, en la que ciento veinte discípulos, guiados por la luz de la Escritura, eligen un nuevo apóstol (1,15-26).

                Los tres hechos están unidos entre sí: la despedida de Jesús provoca el encuentro de oración, y el encuentro de oración se prologan en la reunión de las ciento veinte personas. Veamos de cerca los dos últimos hechos que nos interesan en estos Subsidios.

B. EL ENCUENTRO DE ORACIÓN CON MARÍA, LA MADRE DE JESÚS (Hechos 1,12-14)

                Se destaca la persona de María. Desde el comienzo del evangelio, ella se presenta como la persona que mejor realiza la meditación y reflexión sobre la Palabra. Ella recibe el elogio del mismo Jesús: “Felices los que oyen la palabra y la practican” (Lucas 11,28). María conserva y medita todo lo que sucede (Lucas 2,19.51). Medita lo que está escrito en la Biblia. Tanto medita la palabra de la Escritura, que en su oración ya no distingue entre lo que es Palabra de Dios y lo que es palabra de María (Lucas 1,46-55). Las cosas no siempre son claras para ella. Muchas veces, la Palabra es fuente de duda y sufrimiento (Lucas 1,29.34; 2,35.48). Pero insiste e investiga, y por eso, al final, consigue percibir el llamado de Dios en los hechos y en las experiencias de su vida y decir: “Que se haga en mí según tu Palabra” (Lucas 1,38).

                Y ahora, al comienzo de la Iglesia, María aparece como nexo de unión entre dos grupos: los “hermanos” de Jesús y los apóstoles (Hechos 1,14). Cuando Lucas escribe, en el 85, la Iglesia vivía grandes pugnas internas. Existían varias corrientes. La principal división era con los simpatizantes del judaísmo, centrados en torno a los “hermanos de Jesús” y los cristianos venidos de la gentilidad, centrados en torno a los apóstoles. Teniendo ante los ojos esta división, Lucas presenta el comienzo de la Iglesia de tal modo que sea para sus lectores y lectoras un llamado a la unidad. Los “hermanos” de Jesús y los apóstoles aparecen unidos. Todos tienen un mismo sentir y perseveran en la oración (Hechos 1,14). El nexo de unión entre los dos grupos es “María, la Madre de Jesús” (Hechos 1,14).

                María aparece en actitud de oración, para que se realice la promesa y venga el Espíritu que hace nacer la Iglesia y revela el sentido de las palabras de Jesús para la vida de las comunidades (Juan 14,26; 16,13). Ella contribuye a que la comunidad realice el ideal de ser “unánime”, “un solo corazón y una sola alma”. Al comienzo del evangelio, ella se convierte en la Madre de Jesús por la obediencia a la Palabra. Ahora, en el comienzo de los Hechos, se convierte en madre de la Iglesia por la misma actitud orante ante la Palabra.

                Este encuentro de oración de la comunidad con “María, la Madre de Jesús”, es el telón de fondo del uso de la Biblia, hecho por Pedro en la reunión de los ciento veinte discípulos y discípulas. Tres cualidades caracterizan al grupo reunido en oración: están en actitud de espera, tienen los mismos sentimientos y perseveran en la oración (Hechos 1,14).

C. LA LECTURA ORANTE DE 120 DISCÍPULOS Y DISCÍPULAS (Hechos 1,15-26)

  1. El desarrollo de la reunión

                Pedro comienza con una reflexión sobre los hechos sucedidos recientemente, a saber, la traición de Judas y su muerte (Hechos 1,16-20). Con la ayuda de la Biblia trata de explicitar su significado. Insiste en afirmar que en ellos se cumplió la Escritura (Hechos 1,16) para así situarlos dentro del plan de Dios. Enseguida saca la conclusión y muestra la tarea que la Escritura les pide a ellos: elegir alguien que sea testigo de la resurrección (Hechos 1,21-22). Al final, no es Pedro, sino la comunidad quien asume la ejecución de la tarea (Hechos 1,23-26). Y la ejecutan recurriendo a la oración. Encontramos aquí la misma secuencia adoptada por el Proyecto “La Vida es Palabra”.

-          Partir de la realidad, de los problemas.

-          Lectura de la Biblia en vista a la iluminación de los problemas

-          Oración para que se pueda cumplir lo que la Palabra nos pide.

Lucas abre un paréntesis para decir que el número de participantes de la reunión era de ciento veinte personas (Hechos 1,15). Este número ciento veinte tiene un simbolismo. Evoca las doce tribus de Israel. ¡Son diez veces doce! Es la representación perfecta y acabada del pueblo de Dios. En esta reunión comienza la realización del nuevo Israel.

  1. Mirando más de cerca el desarrollo de la reunión de la comunidad

a).   La lectura de los hechos a la luz de la Biblia (vv. 16-20)

La traición y la muerte de Judas eran conocidas. Tiene que haber sido una muerte extraña que provocaba comentarios de parte del pueblo. Con la ayuda de la Biblia los cristianos tratan de comprender este hecho. No todos usaban los mismos textos. La comunidad de Mateo (Mateo 27,9), por ejemplo, recurría a un texto de Zacarías (Zacarías 11,12-13) y de Jeremías (Jeremías 32,6-15). Aquí en la reunión, Pedro usa textos del libro de la Sabiduría (Sabiduría 4,19) y de los Salmos (69,26; 109,8). Lo que importa no es si ellos usaban este o aquel texto, sino el hecho de que recurrían a la Palabra de Dios para iluminar y entender el significado y el llamado de los hechos. En la oscuridad, podemos usar una luz amarilla o blanca; eso no es lo más importante. Se verá siempre lo mismo. Pero el ambiente que se crea será un poco diferente. La diferencia de los textos usados por Mateo y por Lucas, no cambia los hechos.

b).   El mensaje del texto (vv. 21-22)

Leídos a la luz de la Biblia, los hechos revelan el llamado de Dios; “Es necesario que uno de estos hombres sea testigo de la resurrección”. La expresión “es necesario” es usada también por Jesús en el encuentro con los discípulos de Emaús: “¿No era necesario que el Cristo sufriera?” (Lucas 24,26). Eso indica que el hecho forma parte del plan de Dios. La Biblia ayudó a percibir que, obedeciendo a la voluntad de Dios, Judas debía ser sustituido por otro. La Biblia revela la tarea pero no da la receta. En la ejecución, lo que importa es la experiencia anterior. Es a partir de las experiencias vividas con Jesús que Pedro saca los criterios para orientar la elección del sustituto de Judas (Hechos 1,21-22).

c).   La ejecución de la tarea (vv. 23-26)

En el momento de obrar, los discípulos usan la cabeza y el corazón. Todos los participantes de la reunión se implican en la solución del problema. Es la comunidad quien presenta los candidatos. Inmediatamente, rezan de nuevo, para que el Espíritu esté presente en las deliberaciones que van a realizar para encontrar al sustituto de Judas. El ambiente, el telón de fondo, ya era la oración (Hechos 1,14). Ahora hacen una oración espontánea. El método de sortear para elegir al candidato es extraño para nosotros. Pero era el método que se usaba en aquel tiempo. Hoy usaríamos el método de elegir por votación democrática, que sería extraño para ellos.

RESUMIENDO: Los siguientes elementos aparecen en la lectura orante hecha por los apóstoles.

1.       Atención a la realidad. Teniendo bien presente los hechos que los desafían, los apóstoles alimentan el deseo de percibir en ellos la voluntad de Dios.

2.       Respecto al texto bíblico. Conocen la Escritura, Pedro sabe dónde encontrar los textos y cómo traerlos a la reunión.

3.       Ambiente de comunidad orante. Tratan de ser comunidad, tener la misma animación, ser un solo corazón y una sola alma. Es lo que los mantiene unidos, a pesar de las diferencias. A pesar de que el ambiente general es de oración, ellos, además de eso, tienen un momento especial de oración.

4.       En la realización de la tarea, que han descubierto con la ayuda de la Escritura, usan la cabeza y el corazón y promueven la participación de todos.

Que estos puntos en la manera de proceder de los primeros cristianos iluminen nuestra propia manera de actuar  en nuestra comunidad.



 Tema 2: PENTECOSTÉS: NACE LA IGLESIA.



“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2,4).

Mensaje

                Hoy también suceden muchos Pentecostés, momentos fuertes dentro de la marcha, momentos en que se toma conciencia, de lucha, de celebración, de descubrimientos, de testimonio. ¡Tantos momentos!

                En los Hechos se narran varios Pentecostés o manifestaciones del Espíritu Santo.

-          El primero, del que nació la Iglesia (2,1-13).

-          El de la época de la persecución, en que la Iglesia renace (4,31).

-          Aquel cuando Cornelio fue bautizado, en que la Iglesia se abrió para el mundo (10,44-45).

-          El de Éfeso, cuando los discípulos de Juan Bautista fueron bautizados por Pablo en que el Espíritu se manifiesta aún en aquellos que no lo conocen (19,4-6).

Es el Espíritu de Jesús que, siempre nuevo, sin parar, hace nacer y renacer la Iglesia, las comunidades.

El texto de hoy describe el nacimiento de la Iglesia teniendo a la vista el ideal que ella debe realizar en el mundo. Para poder percibir este mensaje cristalizado en el texto, primero vamos a examinarlo de cerca. Se inicia con la descripción de un hecho (Hechos 2,1-13). Enseguida trae el resumen de un discurso que interpreta el mensaje del hecho (2,14-36). Termina con la descripción de otro hecho, en el que aparece el resultado de la aceptación del mensaje en la vida del pueblo (2,37-41).

                En el día de Pentecostés aparece el ideal que el Espíritu quiere realizar. Aparece la novedad. Por ejemplo, de acuerdo a lo que enseñaba la clase sacerdotal de la época, Dios acostumbraba manifestarse en el Templo. Aquí en cambio, todo es diferente. La mentalidad antigua comienza a desintegrarse. En el día de Pentecostés, los apóstoles no hablaban otros idiomas, sino que cada uno se expresaba en su propia lengua y los demás lo entendían como si les hablasen en la lengua de ellos. Hablaban el lenguaje del amor que todos entienden, aunque sea en otro idioma.

                Que sea un momento en que dejemos al Espíritu de Jesús obrar en medio de nosotros; permitir que produzca libertad, aceptación y comunicación sin miedo.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: El nacimiento de nuestra Comunidad

1.       ¿Cuándo y de qué manera nació nuestra Comunidad?

2.       ¿Cuáles fueron los momentos fuertes de nuestra Comunidad?

Palabra de Dios. Hechos 2,1-41: Los orígenes de la 1ª Comunidad cristiana.

3.       En esta lectura, ¿cuáles son los textos o hechos del Antiguo Testamento?

4.       En esta lectura, ¿cuál es la novedad en esta manifestación del Espíritu Santo?

Hoy nosotros: Seguir al Espíritu Santo hoy

5.       ¿Cómo pueden estas imágenes del viento y del fuego ayudarnos hoy a percibir la acción del Espíritu Santo en la vida y la historia de nuestra Comunidad?

6.       ¿A qué compromiso nos sentimos llamados personalmente y como Comunidad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Insistamos en la acción de gracias. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a meditar los textos de Hechos 2,42-47; 4,32-37 y 5,12-16, que nos presentan la comunidad modelo. Texto de apoyo: 1 Corintios 13,1-13.

-          Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 2: La acción del Espíritu Santo en el surgimiento y en la vida de las comunidades

A. LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA HUMANIDAD Y EN LA VIDA DEL PUEBLO DE DIOS

                El Espíritu Santo es como el viento, como el aire (Juan 3,8). Llena la amplitud de la tierra (Sabiduría 8,1). Está en todos, como aliento de vida (Génesis 2,7). Cuando desaparece, desaparece la vida (Salmo 104,29). Tiene fuerza creadora (Sal 104,30) y consigue revitalizar los huesos secos por la muerte (Ezequiel 37,1-14). En el día de la creación, ya flotaba sobre las aguas y llenaba de fuerza la Palabra creadora (Génesis 1,2).

                Desde el comienzo, el Espíritu está presente en la vida y en la historia del Pueblo de Dios y lo guía por el desierto hacia la tierra prometida (Números 11,25-29). Orienta a Moisés en las decisiones (Números 17,16; 27,16; Deuteronomio 34,9). Suscita profetas, los conduce a enfrentar a los reyes y a denunciar los errores de los poderosos (Miqueas 3,8; Ezequiel 2,2; Isaías 42,1). Hace alegrar al pueblo en las fiestas y lo lleva a producir sus salmos (Mateo 22,43). Es el que orienta los pasos de los sabios para que encuentren la sabiduría divina distribuida por el universo (Sabiduría 7,22-8,1). Muchas veces intentaron manipularlo, pero no lo consiguieron (Deuteronomio 18,19-22; Jeremías 14,13-16). ¡Él es libre!

                Por la acción del Espíritu, la Palabra se hace carne (Lucas 1,35). Trae alegría a María e Isabel (Lucas 1,41). Desciende sobre Jesús en la hora del bautismo (Marcos 1,10). Lo unge para la misión de Mesías (Lucas 4,18). Lo lleva al desierto (Lucas 1,12). Con la fuerza de este mismo Espíritu Jesús vuelve a Galilea y comienza la acción evangelizadora (Lucas 4,14). Es en El que Jesús se alegra cuando ve que los pobres aceptan la Palabra de Dios (Lucas 10,21). Es este mismo Espíritu el que Jesús promete como gran don mesiánico (Hechos 1,5.8; Lucas 24,49; Juan 14,26; 16,13). El realiza la profecía de Joel (Hechos 2,17-18). “Ojalá todo el pueblo de Yahvé fuese profeta y recibiese el Espíritu de Yahvé” (Números 11,29).

                En el día de Pentecostés, este Espíritu inaugura la nueva humanidad desde la Iglesia (Hechos 2,4.33; 4,31). A partir de este momento, es el Espíritu de Jesús el que anima la vida y la historia de las comunidades. El dirige realmente todos sus pasos hacia el Reino definitivo que comienza a construirse en muchos lugares.

B. LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU DE JESÚS RESUCITADO EN LA VIDA DE LAS COMUNIDADES

  1. La fuerza del Espíritu Santo

̵            En el día de Pentecostés fue El quien transformó a los Apóstoles. Antes, eran miedosos (Juan 20,19). Ahora abren las puertas y enfrentan a la multitud (Hechos 2,14). Antes, vivían aceptando la decisión del gobierno que mató a Jesús (Lucas 24,20). Ahora, dicen: “Debemos obedecer más a Dios que a los hombres” (Hechos 5,29). Antes, Pedro había negado a Jesús delante de una empleada (Lucas 22,56). Ahora, da testimonio valiente delante de la multitud (Hechos 2,32).

-          Este Espíritu está presente en las comunidades y trae alegría y consolación en medio de las dificultades (Hechos 9,31; 13,52). El orienta en los momentos decisivos de la historia: en la hora en que entran los gentiles (Hechos 11,15; 10,44-45.47; 15,8), en la hora de tomar la iniciativa de la misión y de enviar los misioneros (Hechos 13,2.4), en la hora de la persecución, delante de los tribunales (Marcos 13,11; Hechos 4,31).

-          Está presente también en aquellos que coordinan las comunidades (Hechos 20,28); en los Apóstoles (Hechos 5,32; 15,28), en los diáconos (Hechos 6,3). Por ejemplo, en Pedro, cuando lleno de coraje, enfrenta a las autoridades (Hechos 4,8); cuando toma la decisión de bautizar a los primeros gentiles (Hechos 10,9; 11,12) y de no imponerles la ley de Moisés (Hechos 15,8). Anima a Pablo cuando enfrenta al mago Elimas (Hechos 13,9), cuando se levanta para anunciar la Buena Nueva (Hechos 13,9), o cuando vuelve a Jerusalén, después de su último viaje, donde será preso (20,22-23).

-          Está presente en los misioneros que van a anunciar la Buena Nueva (Hechos 13,4). Los acompaña en los viajes (Hechos 16,6.7), tanto a la ida como a la vuelta (Hechos 20,22-23). En los viajes misioneros de Felipe y en su conversación con el etíope (Hechos 8,29.39). Obra sobre Esteban hasta el punto que nadie consigue resistir a sus palabras (Hechos 6,5.10; 7,55). Está presente en tantas otras personas: en Bernabé, enviado para coordinar la primera comunidad de paganos (Hechos 11,24). En Agabo el profeta, que anuncia hambre para la región (Hechos 11,18) y prisión para Pablo (Hechos 21,11). En Ananías cuando va a recibir a Pablo en la comunidad (Hechos 9,17). En las cuatro hijas de Felipe que profetizaban (Hechos 21,9), como estuvo antes en María (Lucas 1,35) y en Isabel (Lucas 1,41).

-          En todas partes, el Espíritu es mayor que las instituciones. ¡Es libre! No siempre obedece a las leyes y a las costumbres de la Iglesia. Llega a despertar a los cristianos por medio de acciones de los que no son cristianos. Por ejemplo, se manifiesta a Cornelio aún antes del bautismo (Hechos 10,44-48), y a Apolo, cuando apenas tenía el bautismo de Juan Bautista (Hechos 18,25). Y hoy, por medio de tantos luchadores no cristianos, despierta a muchos cristianos a una dimensión social, política y económica de amor al prójimo. El Espíritu no está solamente en la Iglesia, obra también fuera de ella. Llena la amplitud de la tierra (Sabiduría 8,1; Salmo 104,29). Es como el viento: no sabemos de dónde viene ni para donde va (Juan 3,8). El Espíritu obra con libertad.

2.       Los pecados contra el Espíritu Santo

                Uno de los mayores pecados es resistir al Espíritu (Hechos 7,51), tentarlo (Hechos 5,9), mentir contra El (Hechos 5,3), querer comprarlo (Hechos 8,19). El Espíritu no se compra no se vende (Hechos 8,20), pero se obtiene por la oración (Lucas 11,13). El se comunica de muchas maneras, por ejemplo, por la imposición de las manos (Hechos 8,17.18; 19,6), por la conversión y por el bautismo (Hechos 2,38), por la oración (Hechos 8,15).   Traduciendo todo esto a nuestra vida, podemos decir que el Espíritu se manifiesta a través de las iniciativas y el testimonio de las comunidades, a través de las celebraciones de la Palabra y de los Sacramentos, a través de las personas y sus luchas por el bien de los otros, a través de los acontecimientos, de las reuniones y encuentros, a través de los conflictos y las persecuciones, a través de las decisiones tomadas en comunidad, a través de los animadores, a través de la lectura e interpretación de la Biblia. Hasta hoy, los siete dones (Isaías 11,2-3) orientan a las comunidades y animan a las personas. Todo lo bueno que sucede en la vida de las Iglesias y en la historia de los pueblos es fruto de la acción invisible del Espíritu.

C. LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU A TRAVÉS DE LA BIBLIA EN NUESTRA VIDA

                La Biblia es el diccionario que nos ayuda a leer lo que el Espíritu nos habla a través de la vida. Pero no cualquier lectura de la Biblia. Solo la lectura que esté unida con la vida y la historia del pueblo de Dios. La Biblia, sin comunidad es como una rama cortada del árbol. ¡Seca! La lectura de la Biblia separada de la vida de la comunidad hace que la vida quede seca. Diciendo lo mismo con palabras de Pablo: “La letra mata, el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3,6).

  1. “La letra mata”

        Esto significaba: no querer percibir que la historia del Antiguo Testamento estaba orientada para desembocar en Jesucristo (2 Corintios 3,13). Significa cerrarse al mundo, dentro de la ideología dominante, y no querer percibir que dentro de nuestra historia existe el hilo de oro de la acción de Dios que nos orienta hacia la vida plena.

  1.  “El Espíritu vivifica”

        Esto significaba leer el Antiguo Testamento a la luz de la resurrección de Jesús, presente en la comunidad y en los ojos del lector (2 Corintios 3,14-16). Significa tener conciencia que la Biblia fue escrita en la misma comunidad de la que somos parte y en la que, hasta hoy, actúa el mismo Espíritu. Cuando leemos la Biblia, el mismo Espíritu nos mueve y nos ayuda a ver nuestra realidad con los ojos de la fe. Sin él, no es posible descubrir el sentido que la Biblia tiene para nosotros (Juan 16,12-13; 14,26). El nos revela el sentido “espiritual”.

D. ¿CON QUÉ COMPARAREMOS LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO?

                La acción del Espíritu que está en el origen de la Biblia, puede ser comparada con la lluvia; cae desde lo alto, penetra el suelo, y despierta a la semilla que produce la planta (Isaías 55,10-11). La planta es el fruto de la lluvia y del suelo, del cielo y de la tierra. La Biblia es fruto, al mismo tiempo, de la acción del Espíritu y de nuestro esfuerzo. Es Palabra del Dios del Pueblo y palabra del Pueblo de Dios.

                La acción del Espíritu en la Biblia es como un metro cúbico de agua dentro de un gran río. El metro cúbico no puede ser analizado independientemente del resto del agua del río, porque tiene exactamente las mismas cualidades que el río porque forma parte de él. Así, la acción del Espíritu en la Biblia y a través de la Biblia no puede ser analizada sin tener en cuenta la presencia del Espíritu en el universo, en la historia, en Iglesia y en la vida.

                La acción del Espíritu puede ser comparada con el sol: sus rayos invisibles calientan la tierra y hacen crecer las plantas. Puede ser comparado con el viento que no se ve. La Biblia es fruto del viento invisible de Dios que mueve a los hombres y a las mujeres a trabajar, a hablar o a escribir.

                Como dijo alguien en una reunión de comunidad en un barrio suburbano: “La acción del Espíritu es como el fuego de un basurero, pasa quemando la basura todo el tiempo, aunque no veamos el fuego. Viene la lluvia y parece que se apaga. Al día siguiente aparece el humo. El fuego continúa vivo. Llega el camión recolector, echa la basura dentro. Parece que se apaga. Al día siguiente, el hilo de humo es prueba de que el fuego continúa escondido dentro de la basura. El Espíritu Santo es el fuego de Dios en la basura de la humanidad. ¡Nadie consigue apagarlo!



 Tema 3: COMUNIDAD MODELO.



“La multitud de los fieles tenían un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4,32).

Mensaje

                Para este encuentro tenemos tres textos cortos, muy usados en las comunidades para la revisión de vida. Antes de leer y meditar los textos, vamos a revisar nuestra vida comunitaria. Así será más provechosa la comparación con el texto bíblico.

                Son tres textos muy semejantes. Con todo, cada uno tiene su característica propia. Cada uno acentúa un determinado aspecto de la vida comunitaria. Vamos a verlo más de cerca. Los tres resúmenes describen no tanto cómo fueron las comunidades, sino más bien cómo deben ser. Pintan el ideal que se inspira en dos fuentes:

-          En la Ley del Antiguo Testamento: “Entre ustedes no habrá pobres” (Deuteronomio 15,4). No habrá, esto es, no debe haber.

-          En el ideal presentado por Jesús: “Anda, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y después, ven y sígueme” (Marcos 10,21).

Acabamos de ver el ideal que Lucas presenta a las comunidades de su tiempo en el año 85. Allí ofrece criterios para una vida comunitaria que sea fiel al evangelio.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Las CEBs (Comunidades Eclesiales de Base) son una alternativa tanto para la Iglesia como para la sociedad.

1.                   ¿Qué características tiene nuestra vida en comunidad?

2.                   ¿En qué es nuestra vida en comunidad una alternativa para la sociedad?

Palabra de Dios. Hechos 2,42-47; 4,32-37 y 5,12-16: Descripciones de la 1ª comunidad cristiana

3.                   ¿Qué tienen en común estas 3 lecturas?

4.                   Según estas lecturas, ¿cuáles eran los ideales de la 1ª comunidad cristiana?

Hoy nosotros: Evaluarnos y mejorar

5.                   De las características de las primeras comunidades cristianas, ¿cuál es la que más nos hace falta?

6.                   ¿Qué vamos a hacer para mejorar nuestra comunidad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Recemos a partir de lo que más nos ha gustado en este encuentro. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a leer y meditar el texto de hechos 3,11 hasta 4,22, donde aparece cómo anunciaban el Evangelio los primeros cristianos. Texto de apoyo: 1 Corintios 1,17-31.

-          Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 3: La comunidad modelo de los primeros cristianos

                ¿Cómo debe ser una comunidad para que ella sea signo de vida nueva? El Nuevo Testamento trae varios modelos. El álbum de la familia de Dios tiene muchas fotografías. Por ejemplo, el evangelio de Mateo trae una propuesta en el discurso de la comunidad (18,1-35) y otra en el Sermón de la Montaña (5 a 8). Marcos describe un proyecto de comunidad a través de una serie de episodios que revelan el objetivo de la Buena Nueva en la vida del pueblo (Marcos 1,16-45). Lucas a su vez, propone un modelo al describir la vida de los primeros cristianos. Es un modelo apoyado en cuatro columnas: “Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hechos 2,41). Vamos a examinarlo el modelo que nos propone Lucas.

1ª COLUMNA: LA ENSEÑANZA DE LOS APÓSTOLES

                Indica el nuevo cuadro de referencias de la vida comunitaria. Esta enseñanza es la nueva interpretación de la vida y de la Biblia, transmitida por los apóstoles a partir de la experiencia que tuvieron de la resurrección. Como Jesús, los cristianos tuvieron el coraje de romper con la enseñanza de los escribas. En lugar de seguir la doctrina de los doctores de la época, siguen ahora la doctrina de doce personas sin instrucción (Hechos 4,13).

                Este nuevo liderazgo no llegó de la tradición ni de la raza ni del poder o de otra fuerza ni de algún discurso o diploma, sino de los signos realizados en la comunidad (Hechos 2,43; 4,33; 5,12.15-16) y de las órdenes dadas por Jesús resucitado: a Magdalena, a los doce apóstoles, a los ciento veinte discípulos, a las mujeres, a la multitud en el Monte de los Olivos (Mateo 28,18-20; Marcos 16,15; Lucas 24,44-49; Juan 20,23; 21,17). En el ejercicio de esta autoridad, con todo, los animadores eran cuestionados por la comunidad (Gálatas 2,11-14; Hechos 11,3) y debían dar cuentas (Hechos 11,4-18).

2ª COLUMNA: LA COMUNIÓN

                Indica el nuevo ideal de vida comunitaria. La comunión nace del Padre (1 Juan 1,3), del Hijo (1 Corintios 1-9), y del Espíritu Santo (2 Corintios 13,13; Filipenses 2,1) y se traduce en comunión fraterna, compartiendo los bienes. Los primeros cristianos ponían todo en común, al punto de no haber más necesitados entre ellos (Hechos 2,44-45; 4,32.34-35). Así, cumplían la Ley de Dios que decía: “Entre ustedes no debe haber pobres” (Deuteronomio 15,4). La comunión indicaba la actitud de quien no se consideraba dueño de lo que poseía, sino que tenía el coraje de compartir sus bienes con los demás (Romanos 15,26; 2 Corintios 9,13; Filemón 6 y 17).

                El ideal de la comunión era llegar a compartir no solo los bienes, sino también los sentimientos y la experiencia de vida, al punto que todos fueran un solo corazón y una sola alma (Hechos 4,32; 1,14,46). Llegar a una convivencia sin secretos (Juan 15,15) que supera las barreras provenientes de religión, clase social, sexo o raza (Cf. Gálatas 3,28; Colosenses 3,11; 1 Corintios 12,13).

                Esta comunión es sagrada. No puede ser profanada. Quien abusa de ella en su beneficio, muere para la comunidad. Es la lección del episodio de Ananías y Safira (Hechos 2,1-11).

3ª COLUMNA: LA FRACCIÓN DEL PAN

                Indica la nueva fuente de la vida comunitaria. La expresión proviene de las comidas judías, en las que el padre compartía el pan con los hijos y con aquellos que no tenían nada. La fracción del pan recordaba las muchas veces que Jesús había compartido con los discípulos y con los pobres (Juan 6,11). Recordaba el gesto de compartir que abrió los ojos de los discípulos a la presencia viva de Jesús en medio de la comunidad (Lucas 24,30-35).

                Significaba sobretodo el gesto supremo del “amor hasta el fin” (Juan 13,1), la eucaristía, “la comunión con la sangre y el cuerpo de Cristo” (1 Corintios 10,16), la Pascua del Señor (1 Corintios 11,23-27), la memoria de su muerte y de su resurrección (1 Corintios 11,26) que garantiza la vida a quienes dan la vida por los otros.

                La fracción del pan se hacía en las casas y no en la majestad del templo (Hechos 2,46; 20,7); era el lugar de la liturgia “en Espíritu y en Verdad” (Juan 4,23). Muchas veces, con todo, la realidad quedaba debajo del ideal. Pablo critica los abusos que sucedían en la comunidad de Corinto (1 Corintios 11,18-22.29-34).

4ª COLUMNA: LAS ORACIONES

                Indica el nuevo ambiente de la vida comunitaria. Los apóstoles tenían una tarea doble: “permanecer asiduos en la Oración y al ministerio de la Palabra” (Hechos 6,4). A través de la Oración, los cristianos permanecían unidos entre sí y con Dios (Hechos 5,12b) y se fortalecían en la hora de las persecuciones (Hechos 4,23-31). La Palabra, la Biblia, era el libro de cabecera, el diccionario para poder leer y entender lo que Dios estaba hablando por los hechos de vida; la luz que los iluminaba en el camino.

                A pesar de seguir una doctrina diferente de la tradicional, no rompían con las costumbres de piedad del pueblo, sino que continuaban frecuentando el templo (Hechos 2,46). Era allí donde el pueblo expresaba y vivía su fe, e iba para rezar. Eran conocidos como el grupo que se reunía en el pórtico de Salomón (Hechos 5,12). La Biblia era no solo luz, sino también fuente de fortaleza.

CONCLUSIÓN: ¿ES POSIBLE REALIZAR ESTE IDEAL?

                El modelo que Lucas presenta aquí, es muy elevado. Parece imposible de realizar. Lucas lo sabe. Basta recordar el episodio de Ananías y Safira (Hechos 5,1-11). Entonces, ¿por qué nos presenta un modelo tan difícil? La experiencia enseña lo siguiente… Cuando una comunidad, que vive separada de las otras, se enfrenta con un modelo elevado, se desanima. Pero cuando participa con otras comunidades de mismo estilo y cuando se encuentra con ellas para compartir experiencias, se anima con el modo de ser de las demás. Aún siendo un modelo elevado, vence el cansancio y genera coraje. Un modelo así funciona como despertador. Anima a las personas, pues hace ver que dentro de la vida de ellas existen señales y semillas de este ideal. Es así, por ejemplo, que funciona el ideal de vida presentado por los fundadores y fundadoras. Es siempre un ideal elevado, pero no crea desánimo, porque las comunidades de la Congregación se animan mutuamente. Lo mismo vale para el modelo presentado por Lucas en los Hechos. Debe ser asumido comunitariamente por todas las comunidades.



 Tema 4: EL ANUNCIO DEL EVANGELIO.



“¡ Dios lo resucitó de entre los muertos ! Nosotros somos testigos de ello” (Hechos 3,15).

Mensaje

                Anunciar el Evangelio es la razón de ser de nuestra vida de cristianos y religiosos. El fundamento y la plataforma de donde parte este anuncio y que le da consistencia, es la vivencia comunitaria del Evangelio. Sin el testimonio de vida, lo que se dice con la boca, es como una vela bonita, pero apagada. Nos deja a oscuras. Muchas veces, con todo, la Vida Religiosa nos hace caer en la rutina y nos acomoda a una observancia estéril que mata el testimonio y que ya no tiene nada que ver con la vivencia del Evangelio. A veces, por causa de las circunstancias de la vida somos obligados a testimoniar y despertamos del sueño. Vamos a conversar sobre esto.

                El texto que vamos a ver más de cerca es largo y trata de muchos asuntos diferentes. Sin embargo, a pesar de las diferencias, hay algo que origina una unidad. Los varios asuntos son como ladrillos que están unidos entre sí por la misma pared y por el mismo dibujo del artista. El texto ubica el anuncio dentro de la realidad de la época. Se trasluce la situación del pueblo. Por ejemplo, enfermedades (3,2), religiosidad (3,10.12), control ejercido por las autoridades sobre el pueblo (4,1-3). Vamos a completar este cuadro.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Las CEBs somos semillas de un mundo nuevo

1.                   ¿De qué maneras son nuestras Comunidades un testimonio de Jesús?

2.                   ¿De qué maneras son nuestras Comunidades una respuesta a las necesidades de hoy?

Palabra de Dios. Hechos 3,1- 4,22: Las primeras Comunidades fueron presencia del Reino.

3.                   ¿Qué es lo que nos llama la atención de las actividades de las primeras comunidades cristianas?

4.                   ¿Cómo respondían a la situación de la época las vivencias de las primeras comunidades cristianas?

Hoy nosotros: Fortalece nuestra organización comunitaria

5.                   A partir de nuestras reflexiones, ¿qué debilidades aparecen en nuestra Comunidad?

6.                   ¿Cómo nos vamos a organizar mejor para superar las mayores debilidades encontradas en nuestra Comunidad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Hagamos memoria de los grandes evangelizadores latinoamericanos de ayer y de hoy. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a leer y meditar los textos de Hechos 8,1-3; 11,19-21; 4,23-31; 13,44-42, donde vamos a ver cómo los primeros cristianos enfrentaban el conflicto. Texto de apoyo: 2 Corintios 4,7-5,10.

-          Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 4: La nueva evangelización y el anuncio hecho por los apóstoles



A. LA FUENTE DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

                Nueva evangelización no es solo una cuestión de nuevas técnicas de comunicación. Si fuera solamente esto, bastaría colocar un satélite en el aire, entrenar un grupo de personas y, dentro de algunos años, el mundo estaría totalmente cristianizado. Pero el problema no es este.

                Evangelizar es revelar el rostro de Dios y hacer sentir que este rostro constituye el Bien Mayor para la vida humana. “Haz brillar sobre nosotros tu rostro y seremos salvados” (Salmo 80,4). Esto solo es posible a partir de una nueva experiencia de Dios, dentro de la realidad que hoy vivimos. Sin esta experiencia, las palabras que decimos, por más nuevas que sean, serán viejas y la evangelización, por más nuevas que sean las técnicas, no será nueva.

                Jesús vino a revelar el rostro del Padre. “Quien me ve a mí, ve a mi Padre” (Juan 14,9). El rostro de Dios es la luz de la vida humana, la raíz de la libertad. Es la eterna Buena Nueva para el pueblo oprimido. Sin este rostro, todo queda oscuro. No existe disciplina, ni ascesis, ni organización, ni rito, ni catecismo que pueda sustituirlo. Quien no lo conozca, tal vez no sienta su falta. Así, hoy, mucha gente no siente su falta. Viven cómodos. Pero quien lo encontró, ya no sabe vivir sin El. El encuentro con El revoluciona la vida, produce libertad, hace descubrir lo que está equivocado dentro de nosotros y alrededor nuestro, y anima para la lucha, a fin de recolocar todo en su lugar, ‘como Dios manda’. ¿Cómo hacer para revelar el rostro de Dios?

B. LA DINÁMICA DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

                El anuncio de la Buena Nueva hecho por los apóstoles y descrito por Lucas en los varios discursos de los Hechos, trae una secuencia o una dinámica que ayuda a entender lo que viene a ser evangelización y ofrece pistas cómo realizarla hoy. Veamos.

1.       Los acontecimientos

        Los hechos en que Dios se revela están ahí. Suceden. No dependen de nosotros. Nos desafían: el ruido del viento (Hechos 2,12), la curación de un paralítico (3,10), el coraje de los apóstoles (4,13), la historia del pueblo (13,17-25), la religiosidad de los paganos (17,22-23). Son hechos que provocan preguntas y suscitan interpretaciones variadas y hasta erróneas: “Están borrachos” (2,13). Su mensaje no siempre es percibido y necesita ser revelado e interpretado. Hoy también suceden muchos hechos en los que Dios está presente, libertando a su pueblo, pero su mensaje no es percibido o es mal interpretado. Falta una palabra de autoridad para interpretar los hechos y revelar, así, su mensaje.

2.       Una palabra

        La palabra de los apóstoles, usando el buen sentido y la razón, deshace la interpretación errónea: “No estaban borrachos” (Hechos 2,15), “No es magia” (3,12). Al mismo tiempo, ella quita el velo de los hechos y “revela” en ellos la presencia de Dios. O sea, los apóstoles muestran que el hecho está sucediendo porque Dios resucitó a Jesús y le concedió la plenitud del Espíritu. Es el Espíritu Santo, enviado por Jesús, quien está realizando el hecho: el viento (2,33), la curación del paralítico (3,15-16), la valentía de los apóstoles (4,8.20), la historia (13,26-31), la religiosidad (17,23.31). Así, gracias a la palabra de los evangelizadores, los acontecimientos dejan de ser neutros y comienzan a interpelar a la gente.

3.       Un testimonio

        La palabra debe ser confirmada por el testimonio de vida de la persona que lo comunica. De lo contrario, no tendría autoridad ni podría ser tomada en serio. No basta hablar sobre Dios. Porque hablar de Dios sin testimonio es idolatría. Es necesario que esta palabra aparezca encarnada en la vida de las personas y que alguien tenga el coraje de sufrir y hasta morir por ella (Hechos 5,41; 7,55-59). Solo así merece crédito. Fue lo que hicieron los apóstoles. Daban testimonio y confirmaban con su vida la verdad de lo que decían con la boca. El estribillo es siempre el mismo: “¡Somos testigos!” (2,32; 3,15; 4,20; 5,32; 13,31). Lo mismo sucede hoy. ¡Tenemos el testimonio de tantas personas que dieron y siguen dando su vida!

4.       Un proyecto

        Además de eso, los hechos, interpretados por la Palabra y confirmados por el testimonio, eran presentados como la respuesta de Dios a la larga espera del pueblo. Los apóstoles mostraban que todo sucedía conforme el proyecto de Dios, descrito en la Biblia. Por eso, siempre insistían en decir que las cosas sucedían “conforme a las Escrituras” (Hechos 2,16.25.34; 3,18.22.15; 4,11; 13,32-39). Las promesas de Dios a los padres estaban siendo realizadas. Así, por la palabra de los apóstoles, los hechos se transformaban en Buena Nueva para el pueblo. Con todo, hablando a los gentiles, Pablo no invocaba el Antiguo Testamento de los judíos, sino el “antiguo testamento” de los gentiles, citando frases significativas de la cultura griega (17,28). Lo mismo vale para nosotros. Los hechos que hoy suceden también forman parte de un proyecto más amplio, se sitúan dentro de una historia de promesas y de esperanzas del pueblo al que pertenecemos. ¿Nosotros percibimos la presencia de Dios en nuestra historia? ¿Cómo invocar hoy este nuestro “antiguo testamento”? ¿Cómo inculturar hoy la Buena Nueva de Dios?

5.       Un llamado

                Finalmente, los apóstoles sacan conclusiones y muestran cómo los hechos interpelan a las personas. Ellos no tienen miedo de incomodar la conciencia de los oyentes: Dios resucitó a Jesús “que ustedes mataron” (Hechos 2,23-24; 3,13-15; 4,10; 13,27). Piden que cambien de vida, a veces, de manera explícita (2,38-40; 3,19-20; 13,38-41; 17,30-31); otras veces, de manera implícita (4,11-12.19-20). Así, el llamado de Dios ya no viene de un discurso bien hecho, sino de un hecho real, observado por todos, cuyo velo fue quitado por las palabras de los apóstoles. Este llamado es el objetivo del anuncio. ¿Cómo hacerlo hoy de modo que no sea un discurso moralista, sino que provoque un cambio radical de vida y llegue a las motivaciones más profundas de las personas? La Buena Nueva no es una doctrina ni una moral, ni un catecismo, sino la presencia amiga de Yahvé, Dios libertador, dentro de la historia.

RESUMIENDO

                Esta secuencia dinámica puede ser encontrada en casi todos los discursos de los Hechos. Supone que, para poder anunciar la Buena Nueva, la persona debe:

1.       Ver la realidad, la situación del pueblo, los hechos que suceden. Porque es allí dentro que están las semillas del Reino que deben ser reveladas y anunciadas por la palabra.

2.       Esta palabra viva, con todo, no es un discurso ni una clase. Sino una palabra amiga y confiable que hace que otro crea.

3.       Es palabra de autoridad no por causa del poder o de la función que la persona ejerce, sino por causa del testimonio de su vida, porque ella vive lo que dice, encarna lo que anuncia.

4.       Sin embargo, la fe no nace solo por causa del testimonio. Nace también, porque el pueblo siente y percibe que este anuncio viene a atender una larga espera, viene a responder a un deseo, viene a completar lo que falta en la vida.

5.       Solo así quien anuncia puede pedir la conversión en Nombre de Dios y de Jesucristo.

                Finalmente, no conviene olvidar que, en los Hechos, toda esta dinámica de acción evangelizadora está animada por dentro por la acción del Espíritu Santo. El está en el comienzo, en el medio y en el final. Sin El, no hay evangelización.



 Tema 5: LA EXPANSIÓN A TRAVÉS DE LA PERSECUCIÓN Y DE LOS CONFLICTOS.



“Una gran persecución contra la Iglesia los dispersó por las regiones de Judea y Samaria”

(Hechos 8,1).

Mensaje

                El conflicto no es un accidente dentro la marcha. Es propiamente el camino. Forma parte de la vida. Muchas veces sin solución. Todos tenemos amigos, parientes conocidos que se encuentran comprometidos con la explotación y la corrupción. Son obispos, sacerdotes, religiosos/as, laicos/as, gente buena, que viven la Iglesia de modo diferente: optando por los ricos. El conflicto muchas veces es ambiguo y confuso. Deja a la gente en una situación dolorosa, difícil, sin horizonte. Por más que queremos, no conseguimos tener seguridad absoluta de su posición. Además fallamos nosotros también: Caemos a veces en lo que denunciamos. Quizá el desánimo y cansancio marcan el caminar actual de muchos cristianos. Es necesario encontrar nuevas motivaciones para continuar la lucha y no desanimarse ante los conflictos.

                Estos textos revelan algo sobre la composición y el objetivo del libro de los Hechos. Hablando de la persecución, Lucas acentúa un elemento que siempre vuelve y que contribuye para el crecimiento de las comunidades. Veremos esto más de cerca, examinar los textos uno por uno. Las personas que persiguen no son las mismas. Las situaciones no son las mismas. Los motivos que llevan a perseguir también no son los mismos. Conflictos y tensiones no faltan en el camino. Para animar a sus lectores y lectoras, Lucas conserva el ejemplo de las primeras comunidades.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Los conflictos son el pan de cada día

1.                   ¿En qué situaciones de conflictos familiares y sociales nos encontramos envueltos?

2.                   ¿Qué conflictos eclesiales nos están afectando?

Palabra de Dios. Hechos 8,1-3; 11,19-21; 4,23-31; 13,44-52: Ejemplos de conflictos en la 1ª Iglesia.

3.                   ¿Cómo aparece la persecución en estas 4 lecturas?

4.                   ¿Cómo resistían las primeras comunidades cristianos los conflictos y las persecuciones?

Hoy nosotros: Ayudarnos para hacer de los conflictos un reto a superar

5.                   ¿Qué enseñanzas nos dan las primeras comunidades cristianas para enfrentar los conflictos?

6.                   ¿Cómo nos podemos ayudar para transformar los conflictos en fuente de fe, esperanza y amor?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Orar por los que perseguidos y maltratados de nuestra ciudad o país. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a ver cómo los primeros cristianos enfrentaban los conflictos. Texto de estudio: Hechos 8,1-3; 11,19-21 y 13,44-51. Texto de apoyo: 2 Corintios 4,7-5,10.

Repartámonos las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 5: Espiritualidad en el conflicto

                Por “espiritualidad en el conflicto” entendemos la capacidad de transformar el mismo conflicto, las crisis, las tensiones, la oscuridad, en fuente de fe, esperanza y amor. A la Samaritana, Jesús le hizo notar la fuente estaba dentro de ella (Juan 4,13-14). Como hizo con los discípulos de Emaús: transformó la cruz en señal de vida (Lucas 24,13-35). ¿Cómo vivir el conflicto de manera que pueda servir para el crecimiento y maduración personal, para el anuncio del Evangelio, y para profundizar nuestra misión como cristianos comprometidos aquí en América Latina?

A. EL GRAN CONFLICTO Y LOS PEQUEÑOS CONFLICTOS

                Al observar la historia de la humanidad, percibimos en ella un gran conflicto: la organización de la explotación contra la organización de la lucha en defensa de la vida. Este conflicto no existe suelto en el aire, sino encarnado en muchos conflictos que conocemos y vivimos diariamente. Frente a este gran conflicto, muchas veces nos oponemos frontalmente. Pero el problema aparece cuando se trata de definir posiciones con relación a los muchos conflictos que llenan el 90% de nuestra vida. El gran conflicto, en sí tan claro y evidente, desaparece como la sal en la comida, cuando se encarna en los conflictos diarios. Es difícil tener claridad y una posición bien definida, por ejemplo: en una pelea callejera, en la tensión entre dos personas de la misma comunidad, en una marcha de protesta, en una huelga no aprobada por la ley, etc. El gran conflicto, la lucha por la vida, pasa por los conflictos personales, en ellos se encarna y a través de ellos busca soluciones. Lo importante es vivir el conflicto mayor a la luz del pequeño y el pequeño a la luz del mayor. El peligro es separar los dos. Ahí es cuando nos hundimos. El pequeño mundo de cada persona tiene la misma estructura del gran mundo de la sociedad. En ambos se dan relaciones mutuas.

                Todo esto suscita muchas preguntas: ¿Cómo sustentar una posición cuando la misma gente reconoce que el otro puede tener alguna razón? ¿Cómo mantener una posición firme sin tener una certidumbre total al respecto? ¿Cómo impedir que las dudas paralicen la acción de la gente? No es fácil responder. Es lo mismo que preguntar cómo la oscuridad puede ser fuente de luz…

B. ALGUNAS LUCES QUE NOS APORTAN LAS PRIMERAS COMUNIDADES

  1. Saber relativizar sin perder la convicción

        La Biblia nos da una gran lección. Ella conserva una gran variedad de tradiciones, muchas de ellas contradictorias y conflictivas entre sí. Por ejemplo, Pablo insiste en la salvación por la fe y no por las obras (Romanos 4,1-25). Santiago dice que la fe sin obras está muerta (Santiago 2,14-25). Entonces, para la Biblia ¿todas las opiniones son buenas? ¡No! En la Biblia la verdad no es excluyente, sino tolerante. No se impone, sino que se ofrece. No es el fruto de la imposición, sino del descubrimiento progresivo. No procura vencer, sino convencer, por medio de varios caminos. Pero para todos, ‘lo único absoluto es el Reino’ (Pablo 6º, Mateo 6,33).

        Nadie es dueño de la lucha, ni comanda la historia. El dogmatismo y la intolerancia, sea religiosa o ideológica, impide el diálogo, destruye la libertad del otro, ciega a la persona e impide descubrir la parte de verdad que existe en el otro.

  1. Saber armonizar las dos luchas: la social y la personal

        A veces, las personas se desintegran, porque no dan suficiente atención a lo que pasa dentro de ellas mismas. No llegan a una entrega madura, porque no se poseen a sí mismas. El primer conflicto básico a ser enfrentado es aceptarse a sí mismo con todas las limitaciones, por más dolorosas que sean. De lo contrario, la persona puede fracasar en la lucha y ser causa del fracaso de muchos otros. La historia tiene ejemplos de ello (Cf. 2 Samuel 11,2-24).

        Un conflicto personal bien vivido nunca es solo personal. Pablo vivió un conflicto personal muy grande (Cf. Romanos 7,14-24). Vivió en propia piel el conflicto de su pueblo. Cuando encontró la solución para sí, la encontró también para el pueblo. La vida personal debe ser una muestra de aquello que la persona quiere realizar en los otros.

  1. Profundizar las motivaciones más allá de la conciencia crítica

        No basta tener conciencia crítica para poder enfrentar el conflicto. Es necesario tener instrumentos concretos para torearlo, aunque sea de modo imperfecto. De lo contrario, nos colocamos y colocamos a la gente en la desesperación. El sistema en que vivimos está tan bien organizado, que ya no tiene miedo de la conciencia crítica. Ya no recurre a la censura para mantenerse. Todas las formas de información son permitidas. En muchos ha logrado crear un sentimiento de impotencia que paraliza y le hace decir: “Ya no puedo hacer nada para remediar esta situación del mundo” Existe una cierta saturación de informarse. También se escucha decir: “¡Basta de análisis de la realidad! Estamos cansados de saber estas cosas”.

        Algo semejante sucedió con Pablo. Pensaba poder convertir al pueblo de Atenas con su análisis y sus argumentos (Cf. Hechos 17,16-31). Fue derrumbado (17,32-34) y quedó muy desanimado. Se recuperó cuando descubrió la fuerza y la sabiduría de la Cruz en las afueras pobres de Corinto (Cf. 1 Corintios 1,17-2,5).

  1. Saber mantener la firmeza sin perder la ternura

        Sin una gran firmeza no es posible conducir la lucha hasta el fin. Firmeza, con todo, no es sinónimo de dureza. Muchas veces, la dureza apenas es un disfraz para esconder justamente la falta de firmeza. La violencia es el arma de los débiles y desesperados. Vence, pero no convence. Dentro de la firmeza debe existir la ternura. El otro debe poder sentir que, a pesar del conflicto, no lo están rechazando. Debe poder sentir que tiene el derecho de existir y que le reconocemos este derecho. La firmeza que nace de la fuerza del amor y de la gratuidad de querer el bien es mayor y más amplia que la de la divergencia que separa y divide.

        Esta firmeza aparece en Jesús. El no se imponía por la fuerza, sino por el testimonio de su vida y por la gratuidad de querer el bien. Cuando aún éramos pecadores, El nos amó y se entregó por nosotros (Cf. Romanos 5,8; Gálatas 2,20; 1 Juan 4,10.19). No vencía, sino convencía. La causa que defendía no dependía de una victoria alcanzada por la fuerza. Su firmeza era reconocida por los pobres que decían: “¡Habla con autoridad! Todo lo hace bien (Marcos 1,27 y 7,37).

  1. Saber caminar y luchar en comunidad

        Nadie aguanta solitario el conflicto. La soledad mata. El sistema nos quiere vencer por el cansancio. Nuestras comunidades nos dan una lección. No permiten que una persona se exponga sola. La profecía es más comunitaria que personal. La unión de las personas en grupos y comunidades es un medio eficiente para neutralizar el proceso de masificación en marcha a través de los medios de comunicación. Es muy importante tener momentos de revisión para evaluar la manera cómo estamos enfrentando el conflicto. Esta revisión es, al mismo tiempo, análisis de la coyuntura y atención a la condición personal de cada uno.

        Los primeros cristianos tenían encuentros, en los que procuraban revisar la marcha (Cf. Mateo 18,15-18). En las horas difíciles de la persecución, se reunían para rezar y animarse mutuamente (Cf. Hechos 4,23-31). Por medio de sus cartas, Pablo ayudaba a que las comunidades evalúen sus problemas y no perdieran el rumbo de su camino. El mismo Jesús hacía evaluación con los discípulos (Lucas 10,17-20; Marcos 6,31).

  1. Saber tener racionalidad y ser suficientemente astutos

        Es muy importante tener criterios precisos de análisis de la realidad. No ser ingenuo, sino saber desenmascarar los engaños de la ideología dominante. Sin racionalidad es imposible enfrentar los conflictos. La racionalidad nos permite tomar una cierta distancia para percibir la situación con objetividad. Es importante que esta racionalidad o conciencia crítica sea compartida en comunidad y acompañada de una práctica, aunque sea pequeña. Esto evita que la demasiada información crítica arroje a las gentes a la desesperación.

        Jesús recomendaba ser sencillos como paloma y astutos como serpiente (Mateo 10,16). El sabía cómo comportarse en el conflicto. Practicaba lo que enseñaba. En las discusiones no perdía la calma. Sabía responder y argumentar (Marcos 2,23-26). No tenía miedo de meter el dedo en los puntos flacos de los adversarios (Marcos 3,1-6; 7,6-13). Era vivo y descubría las artimañas de sus enemigos (Juan 8,6; Marcos 12,15). Nunca perdió una discusión (Marcos 11,27-33). Cuando era necesario, huía y se escondía (Juan 11,53.54; 10,39), porque Dios manda ser bueno pero no tonto.

  1. Saber situar el conflicto actual en el conjunto total

        Muchas veces, perdemos de vista el conjunto y tomamos decisiones inmediatas. Una cosa es vencer en una batalla, otra cosa es ganar la guerra. Por falta de visión de conjunto, mucha gente ya se acomodó después de haber alcanzado la victoria. Entrando en el desierto, el pueblo hebreo se desanimó y sintió nostalgias de la comida en Egipto (Éxodo 16,3). El inmediatismo ya ha hecho muchos estragos.

        Jesús tenía una visión más amplia: “Pedro, lo que ahora hago, tu no lo comprendes, lo entenderás después” (Cf. Juan 13,7). Ayudó a los discípulos de Emaús a superar el conflicto situando la cruz como contexto más amplio de la historia (Lucas 24,13-35). Lo mismo hace Pablo cuando sitúa el conflicto con los judíos dentro del conjunto más amplio del proyecto de Dios (Romanos 9 a 11).

  1. Saber que esta lucha nuestra, es la lucha de Dios

        La frase es de David cuando se enfrentó con Goliat (1 Samuel 17,45-47). San Pablo expresa la misma convicción: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará en contra?” (Romanos 8,31). Esta certeza le da a una persona un sentimiento de victoria aunque fracase y sea crucificada.

        Es necesario profundizar esta dimensión mística de la lucha. Solo ella es capaz de ofrecer una motivación suficientemente fuerte para atravesar el desierto de cuarenta años y llegar a la tierra prometida. La marcha en el conflicto exige mucha renuncia. Todo aquello que antiguamente se hablaba sobre la ascesis debe ser releído en vista de este nuevo objetivo. Aquí también debe ser valorizado todo aquello que los místicos hablan sobre la lucha personal de cada uno, como una noche oscura. Ellos nos ayudan a percibir “la noche oscura del pueblo y el amanecer de la resurrección”, en el hoy de la realidad.

  1. Saber que el amor de Dios es mayor que nuestra debilidad

        Es muy importante que la persona se sienta tranquila en medio de los demás que están en la misma lucha. Pero esto no siempre es posible. A veces, se tiene la sensación de estar perdiendo el tiempo, de ser débil y voluble, de no servir para la lucha, de haber perdido oportunidades, de haber ofendido al otro. No siempre es posible agradar a todos y vivir reconciliado con todos. ¿Cómo hacer?

        Es importante saberse amado por un amor mayor que la propia debilidad. Es el amor de Dios. El amor de Dios nos hace sentir a cada momento que la vuelta siempre es posible y que nunca podemos estar en una situación en que ya no sea posible participar de la lucha con los otros. La Biblia recuerda el caso de Pedro que consiguió creer en el amor de Jesús, lloró y se arrepintió. Judas no consiguió creer en el amor de Jesús y se perdió. Perdió el sentido de la vida y de la propia lucha. Pablo dice: “El me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2,20) y Juan “El nos amó primero” (1 Juan 4,19).

  1. Tener algunos criterios básicos para la espiritualidad en el conflicto

                Hay valores que no podemos abandonar jamás y que nos orientan en las decisiones a tomar:

-          La defensa de la vida humana, creada por Dios. Es el valor supremo.

-          La opción por las causas de los pobres y los excluidos. Esta opción marcó la vida y la actividad de Jesús.

-          No pretender adueñarnos de la lucha. No somos dueños de la historia, sino solamente servidores.

-          La defensa de la Alianza y de los derechos de los pobres. Marcó la actividad de todos los profetas.

-          No permitir que la imagen de Dios sea manipulada. No transformar al Dios libertador en un ídolo.

                Los conflictos son el pan cotidiano de la construcción del Reino. Sigamos intransigentes con el mal y tiernos con todos.



2ª PARTE: LA PALABRA SE ABRE CAMINO (4 temas)
“Felipe anunciaba la Buena Nueva en todas las ciudades” (Hechos 8,40)



A. BREVE HISTORIA DEL COMIENZO DE LA IGLESIA (Hechos 8,40)

                El objetivo del libro de los Hechos es relatar los acontecimientos de la Iglesia primitiva para las comunidades cristianas de hoy, en una perspectiva histórico-teológica. Detrás de los hechos de los principales protagonistas se hace visible la intervención del Espíritu Santo. Se trata de los hechos que el Espíritu realiza a través de la actuación de los misioneros. La Palabra se abre camino.

  1. De Jerusalén a Antioquia

        Entre los capítulos 6 al 5 tenemos la expresión progresiva de la Iglesia que, al nacer en el seno del judaísmo y establecerse inicialmente en Jerusalén (6,7), y se propaga por Judea, Samaria y Galilea (9,31). Se va difundiendo también en las ciudades de Damasco y sobre todo de Antioquía (11,19) en Siria, país al norte de Palestina. Rompe los límites del judaísmo y comienza a realizar su vocación universal.

        Inicialmente el autor de los Hechos relata la institución de los siete, considerados como diáconos (6,1-7). Enseguida muestra cómo los cristianos son perseguidos por los judíos de Jerusalén (6,8-15) y salen después a pregonar en otros lugares de Palestina y de Siria (8,1-14; 11,19). Se destaca la larga narración del martirio de Esteban (7,1-60). Es evidente la presencia de Saulo (en lo futuro Pablo) entre los ejecutores de Esteban (Cf. 7,58; 8,1-3). La actuación de Felipe en el anuncio de la Buena Nueva en Samaria (8,4-25) y su actuación junto al funcionario etíope (8,26-39) muestran la expansión progresiva de la Palabra (Cf. 6,7; 8,4.25.40; 9,31; 12,24; 13,49; 14,7; 15,35). Sigue la narración del llamado de Pablo relatado tres veces en el libro de los Hechos (9,3-16; 22,5-16; 26,9-18), indicando así la importancia que Lucas le atribuye. El episodio de la narración del paralítico (9,32-35) y de la resurrección de Tabita (9,36-43) destaca la persona de Pedro, figura central de la primera parte del libro. Después será Pablo el principal protagonistas de los hechos. El relato del bautismo de Cornelio, centurión romano, es la narración más larga de los hechos (10,1-11,18). Pedro admite en la Iglesia a un “temeroso de Dios”, mejor dicho a un no judío: a un ‘gentil’. Se trata de una pieza central, dado que de ella el autor elabora la fundamentación teológica de la universalidad eclesial.

        La llegada de la palabra a Antioquia y la consecuente conversión de los griegos (11,9-26) muestran el camino de la Palabra. La narración de la prisión de Pedro y su libertad (12,1-19) cierra el ciclo de Pedro en el libro de los Hechos Apenas habrá una rápida referencia en el relato del Concilio (15).

        A continuación se inician los primeros viajes misioneros (13-15) y se narran los hechos del equipo misionero en el Asia Menor, hoy Turquía, país al norte de Siria. Se destaca la creciente oposición de los judíos (Cf. 13,45-50; 14,19; 15,1-2) y la adhesión de los paganos al mensaje cristiano (13,46-48). Pablo aún realiza hechos que provocan reacciones diversas (13,8-12; 14,8-18). El Concilio de Jerusalén (Cf. Hechos 15), corazón del libro de los Hechos, cierra este bloque narrativo.

  1. Rumbo hacia una Iglesia para el mundo

        La Palabra se abre camino desde “Jerusalén hasta los confines de la tierra”. Con los capítulos 6 y 7 el autor de los Hechos elabora la caída de la “Iglesia de Jerusalén” y preanuncia la misión de los helenistas. Serán ellos los principales protagonistas en la difusión de la palabra en Samaria y después en Antioquía.

        La narración del martirio de Esteban resalta una ruptura en el camino de la palabra: por un lado la insensibilidad de los jefes religiosos de Israel y la existencia de destinatarios con mejores disposiciones; por otro, los gentiles o no judíos. La tarea es realizar el programa misionero indicado por el resucitado: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (1,8).

Son tres las etapas del camino de la Palabra en esta fase de la Iglesia

a)                      Felipe, uno de los helenistas, anuncia la Buena Nueva a los samaritanos, resto del antiguo Israel (8,4-8); después bautiza a un prosélito, es decir, a un pagano que se había hecho judío (8,26-40).

b)       Pedro, forzado por el Espíritu, bautiza a un “temeroso de Dios” (10,1-11,18), o sea, a un pagano que se adhiere a la fe judaica pero sin adoptar todas sus prácticas. Se trata de un “extranjero” respecto al pueblo judío y su contacto con él lo hace impuro. Por lo tanto, Pedro aún estaba bajo la influencia del judaísmo.

c)       Bernabé y Pablo pasan a predicar directamente a los gentiles (13,44-52). En Antioquía, comunidad fundada por los helenistas, el modo de encarar la misión sufre un cambio. Ante el rechazo de los judíos, con toda intrepidez, Pablo y Bernabé dijeron: “Entonces Pablo y Bernabé les hablaron con coraje: "Era necesario que la Palabra de Dios fuera anunciada a ustedes en primer lugar. Pues bien, si ustedes la rechazan y se condenan a sí mismos a no recibir la vida eterna, sepan que ahora nos dirigimos a los que no son judíos” (13,46). Al regreso de Iconio y Listra llegan a Antioquía y dan testimonio de su misión: “reunieron la Iglesia y se pusieron a referir todo lo que Dios había hecho con ellos, especialmente abriendo a los gentiles la puerta de la fe” (14,27). La última etapa del camino de la Palabra se cumple. Así la Iglesia llega teológicamente a su mayor dimensión.

Este es el camino de la Palabra. La Iglesia va descubriendo en la vida concreta y en los acontecimientos de la historia, la acción del Espíritu Santo dejándose conducir por El.

                En los temas de esta 2ª parte reflexionaremos sobre los servicios que la comunidad va asumiendo a partir de las necesidades (tema 6). La nueva mirada de quien sigue a Jesús, hace releer las Escrituras de una forma nueva (tema 7). Este seguimiento de Jesús puede incluir el testimonio con derramamiento de sangre (tema 8), pero el Espíritu suscita un nuevo ardor misionero en comunidades vivas y organizadas (tema 9).



 Tema 6: ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES.



“La Palabra del Señor crecía” (Hechos 6,7).

Mensaje

                Todo grupo que empieza a crecer necesita con el tiempo de una mayor organización y coordinación. Es la etapa de la institucionalización de las actividades y responsabilidades.

                Las comunidades cristianas son un espacio privilegiado para el ejercicio de la comunión y participación. Lo que se observa es que no siempre las comunidades asumen ese compromiso. En ellas existen discriminaciones de personas, centralización de poderes y de funciones, personas que no participan de las opciones y las decisiones. Por otro lado, se experimenta un exceso de actividades, de programas y de decisiones. Hay más tareas que hacer que personas para realizarlas. Se aumentan las estructuras y muchas personas están más al servicio de las organizaciones que de la vida.

                El texto de hoy narra en pocas palabras la distribución de servicios en la Iglesia de Jerusalén, considerado como la institución de los diáconos. La narración revela una crisis en la comunidad de Jerusalén, antes alabada por la armonía que reinaba en ella (2,42-47; 4,32-34). Existe un ala helenista en la comunidad, organizada alrededor de los Siete, parece sentirse marginada; y otra, que es dirigida por el grupo de los Doce. De hecho hay dos grupos organizados. El grupo de los Doce representa a los hebreos fieles (judíos de lengua hebrea) y el grupo de los Siete que representa a los fieles helenista (judíos de lengua griega). Igualmente se distinguen dos servicios: la predicación de la Palabra relacionada con los Doce y el servicio de las mesas entregado a los Siete. Entretanto, obsérvese que los Siete a quienes se les entrega el servicio de las mesas (6,2-3) salen a anunciar la Palabra de Dios del mismo modo que los Doce (6,8-10.13-14; 7,1-53; 8,5-7.40). La crisis que aparece a nivel superficial, se refiere a la disputa entre viudas hebreas y helenistas. Las viudas de los helenistas están siendo descuidadas en el servicio diario de las mesas. El problema es grave y afecta directamente a la vida y organización de la comunidad. En verdad, el problema que se afronta es el de la autocomprensión de la Iglesia: ¿es una simple secta judía o está abierta al mundo?

                El episodio de la institución de los diáconos muestra cómo los ministerios van surgiendo en la Iglesia, en respuesta a las necesidades concretas de la comunidad. No fueron instituidos por Jesús y son servicios necesarios para el bien de la comunidad. Hoy, la Iglesia busca nuevamente ser una Iglesia toda ministerial, de comunión y participación. Rescata nuevamente la comprensión del ministerio como servicio dinámico. Y el Espíritu Santo viene suscitando muchas formas nuevas de servicio.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: La organización de nuestra Comunidad

  1. Tomemos conciencia de cómo está organizada nuestra Comunidad.
  2. ¿Qué actividades fijas tenemos entre nosotros y con los demás?

Palabra de Dios. Hechos 6,1-7: La elección de los 7 primeros diáconos.

  1. ¿Cuáles son los motivos que llevaron la comunidad a asumir nuevos servicios?
  2. ¿Cómo se organizó la elección de los diáconos y con qué criterios?

Hoy nosotros: Nuestros servicios y ministerios

  1. ¿Qué ministerios y servicio estamos prestando en el sector y en la parroquia?
  2. A partir de esta reflexión, ¿qué orientaciones sacamos para un mejor crecimiento de nuestra Comunidad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Pidamos para emprender nuevos servicios conformes a las necesidades. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a reflexionar sobre el discurso de Esteban (Hechos 7,1-54) en el que se hace una relectura de algunos textos del Antiguo Testamento (Génesis, Éxodo, Amos e Isaías). Texto de apoyo: 1 Corintios 12,4-11.

-          Distribuir las tareas. El grupo puede preparar en forma creativa y didáctica para presentar el texto. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 6: Organización y coordinación de las comunidades

                El ser humano es un ser social y necesita vivir en comunidad para el crecimiento y la realización personal. Entre las formas de vida comunitaria, la comunidad cristiana es un modo de realizar el proyecto de Dios, es una señal e instrumento del Reino de Dios.

                La comunidad, en cuanto realidad humana y social, necesita una organización y coordinación, para que pueda ser espacio de crecimiento y realización, y vivir relaciones de igualdad y libertad.

                Como signo e instrumento del Reino, las comunidades realizan servicios de unión, santificación, de paz y fraternidad, de defensa y promoción de la vida, de alabanza y culto a Dios. Realizan además servicios en favor de los hermanos más necesitados y se unen al anuncio de la Buena Nueva de Jesús.

                “Servir” es lo que caracteriza a la comunidad cristiana. Este servicio, usualmente designado como ministerio, significa realizar tareas concretas que tratan de responder a las necesidades, y se realizan dentro de tiempos y lugares ubicados. De este modo, la organización y coordinación de las comunidades deben estar siempre subordinadas a las necesidades personales, comunitarias, sociales y religiosas. Así, atendiendo a los mandatos de Jesús y bajo la inspiración del Espíritu Santo, aparecieron las más diversas formas de servicio y ministerios en las comunidades cristianas.

A. LOS “MANDATOS” DE JESÚS

                Sin duda, que las comunidades cristianas se inspiraron en la práctica de Jesús. Pero Jesús no habló ni hizo de todo. El evangelista Juan dice que Jesús hizo muchas cosas que no fueron escritas (Juan 20,30). Ante las diversas y nuevas situaciones que iban surgiendo, las comunidades tuvieron que ser creativas. Otras veces buscaban en la memoria o entre los “testigos oculares” (Lucas 1,2) las posibles orientaciones que Jesús hubiera dado. Jesús dejó algunos mandatos. Están registrados en los evangelios. Algunos son dirigidos a una persona determinada, otros a la multitud en general. Ahora vamos a recordar tan solo algunos de estos mandatos de Jesús. Otros podrán ser buscados en los evangelios.



  1. Mandamientos

                El más conocido de todos es el mandamiento nuevo (Cf. Juan 23,34; 15,12.17). Es el mayor mandato de Jesús: “Esto les mandó: ámense unos a otros” (15,17). Jesús dio aún otros mandatos respecto a diversos comportamientos de la práctica cristiana: el perdón (Mateo 18,15-18; Lucas 6,37); el amor a los enemigos (Mateo 5,44; Lucas 6,27-35); ser perfecto (Mateo 5,48); ser misericordioso (Lucas 6,37); la práctica de la justicia (Mateo 6,1); la oración (Mateo 6,5-13); la riqueza (Mateo 6,24); el juzgar (Mateo 7,1; Lucas 6,37); el modo de evangelizar (Mateo 10,5-23) y mantener viva su memoria (Lucas 22,19).



  1. Orientaciones prácticas

                Después de la resurrección, Jesús dio varias orientaciones:

a)                      A las mujeres: “No teman. Vayan y anuncien a mis hermanos que se dirijan a Galilea, allá me verán” (Mateo 28,10).

b)       A los Once antes de la ascensión: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones y háganlas mis discípulos, bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28,19-20).

c)                      A María Magdalena, haciéndola apóstola de los apóstoles: “Anda y dile a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes” (Juan 20,17).

d)       A los discípulos: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retenga, Dios se los retendrá” (Juan 20,22-23).

e)       A Pedro: “Apacienta mis ovejas” (Juan 21,17).

                Son mandatos de Jesús dados tanto a mujeres como a hombres y en ellos se inspiraban las comunidades cristianas



B. LOS MINISTERIOS DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES

                La Iglesia se auto comprende como una realidad ministerial, o sea de servicios organizados. Jesús anunció el Reino de Dios que es servicio; la Iglesia tradujo este servicio en diversas formas de ministerios.

                El término que más caracteriza el servicio propio de la comunidad cristiana es la palabra ‘ministerio’ (o sea ‘diaconía’). No se trata solamente del sentido específico de los diáconos, sino como realidad de servicio. Esa palabra griega, considerada sinónimo de ‘esclavitud o servidumbre’, pasa a ser símbolo de Cristo, el diácono del Padre y del ser humano (Cf. Hechos 1,17.25; 6,4; 20,24; Romanos 11,13; 2 Corintios 4,1). Se aplica también al apostolado de la palabra (Hechos 6,4) y de la reconciliación (2 Corintios 5,8). Este término “servicio” que cualifica el ministerio cristiano, consigue evitar términos que en griego significan: autoridad, poder, mandato. Razones históricas posteriores transformaron las funciones eclesiásticas “ministeriales” (serviciales) en funciones eclesiales “honoríficas” (privilegiadas y autoritarias).

                En el Nuevo Testamento encontramos una variedad de servicios o ministerios. Existe una cierta imprecisión de términos y es difícil encontrar términos técnicos para la variedad de ministerios. Esto revela la diversidad y la riqueza de formas de atender las necesidades de las primeras comunidades, como también las diferentes situaciones de las distintas iglesias. Lo que en un lugar significaba una cosa, en otro era diferente. Como sucede en nuestras comunidades actualmente. No existían ministerios instituidos, válidos para todas las iglesias.

C. VARIEDAD DE MINISTERIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO

                Se pueden distinguir funciones eclesiales en las diversas comunidades o según el lugar de pertenencia.

  1. Los ministros con funciones más o menos universales o regionales son:

̵            Apóstoles: Comprende a los Doce y a otros enviados más tarde, como Bernabé, Silas, Tito y Timoteo (Hechos 14,4). Pablo se autodenomina “apóstol” (Romanos 1,1; 1 Corintios 1,1; Gálatas 1,1). Y en Romanos 16,7, Andrónico y Junia son citados como “apóstoles distinguidos”.

̵            Profetas: Sin citar nombres, son una presencia importante en las iglesias (Hechos 13,1; Romanos 12,6; 1 Corintios 12,28; 14,29).

̵            Maestros y doctores: Ejercen la función de enseñar (Hechos 13,1; 1 Corintios 12,28).

  1. Otras funciones aparecen y son de un sello más local:

-          Obispos: Los encontramos en Éfeso (Hechos 20,28; 1 Timoteo 3,2); en Filipos (Filipenses 1,1) y en Creta (Tito 1,7).

-          Presbíteros: En Jerusalén (Hechos 11,30); en la diáspora (Santiago 5,14) y en Asia Menor (Hechos 14,23).

-          Diáconos: Además del término que indica el servicio a Dios y a los hermanos (2 Corintios 6,4; 11,23; Efesios 6,2), encontramos diáconos en Filipos (Filemón 1,1). Febe es “diaconisa de la iglesia de Cencrea” (Romanos 16,1).

  1. Otras funciones diversas aparecen al lado de los servicios anteriores en textos neotestamentarios:

-          Colaboradores: Romanos 16,3.21; 2 Corintios 1,24; 8,23; Filemón 1,24 y 2,25.

-          Guías o líderes: Romanos 12,8; 1 Tesalonicenses 5,12; 1 Timoteo 3,4.5; Tito 3,8.

-          Pastores: Efesios 4,11; Hebreos 13,20; 1 Pedro 2,25.

D. DONES Y CARISMAS

                Entre las diversas funciones, son indicadas las personas dotadas de carismas o dones para la edificación de la comunidad, cuerpo de Cristo. Los dones son formas de servir a la comunidad, según sus necesidades.

                Tres listas significativas de dones y servicios pueden ser destacadas en las cartas paulinas:

a)                      Profecía, diaconía, enseñanza, exhortación, distribución de bienes, presidencia y misericordia (Romanos 12,6-8).

b)       Sabiduría, ciencia, fe, curaciones, hacer milagros, profecía, discernimiento, hablar idiomas, interpretar lenguas (1 Corintios 12,7-10).

c)                      En este texto Pablo establece una jerarquía de dones y servicios: 1º Apóstoles; 2º profetas; 3º doctores; 4º don de milagros; 5º don de curación; 6º don de asistir; 7º don de gobierno; 8º y don de lenguas (1 Corintios 12,28-30).

                El don o carisma por excelencia, con todo, Pablo lo celebra en 1 Corintios 13, el famoso himno a la caridad. Relativiza los diversos dones y servicios y los coloca a todos como subordinados a la caridad. El ministerio de la caridad es un ministerio universal.

E. LOS SERVICIOS Y MINISTERIOS EN LA IGLESIA HOY

                En Hechos 6,1-6, tenemos la institución de los servicios para atender a las necesidades de una determinada comunidad cristiana. La diversidad de dones y servicios en los textos del Nuevo Testamento revelan que los ministerios no eran instituidos de forma universal, a no ser el don de la caridad. Existe una riqueza de formas de servir.

                Hoy hay un renacer de servicios y ministerios en la Iglesia, que buscan atender las nuevas necesidades de la comunidad cristiana y de la misión. Son centenares de formas nuevas de servicios que los cristianos encuentran para realizar el proyecto de Dios. En nuestras parroquias y comunidades, particularmente en las CEBs, hay una diversidad de formas de servir que hacen a la Iglesia bien próxima a la época de su nacimiento.

                Una mirada a los servicios desempeñados en las comunidades hoy, muestra que la gran creatividad es fruto del Espíritu. En el área de la Liturgia el pueblo ya descubrió más de 50 formas diferentes de ejercer el ministerio, que va desde encender la vela del altar hasta promover y organizar la pastoral litúrgica en los diversos niveles de la Iglesia. Lo mismo se puede constatar en las áreas de la catequesis, de la formación de animadores, en los grupos de reflexión y tantos otros. Donde más florecen estas nuevas formas de ministerios es en las pastorales específicas como la pastoral del menor, de la mujer marginada, la pastoral de los niños, de los abandonados en la calle, de los indios, de los negros, etc.

                Buscar responder a las necesidades, fue el criterio para el surgimiento de los diversos servicios en las comunidades cristianas primitivas. Este criterio continúa siendo válido también hoy.



 Tema 7: NUEVA LECTURA DEL MISMO PASADO.



“En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces

y de muchas maneras por medio de los profetas” (Hebreos 1,1).

Mensaje

                En momentos decisivos e importantes de la vida, es necesario releer el pasado de nuestra historia personal, social, de la Iglesia, para apoyar, iluminar, orientar nuestros pasos futuros.

                En la Biblia podemos encontrar diversas relecturas del pasado (Cf. Deuteronomio 6,20-25; Josué 24,1-13; Salmo 105, 106, 107; Sabiduría 10,1-19,22). Conforme sea la situación que se vive, o dependiendo del objetivo de la relectura, se focaliza uno u otro aspecto de la vida o del pasado.

                El discurso de Esteban es el más largo de los Hechos de los Apóstoles. Sigue los criterios de la oratoria antigua. En el versículo 2º comienza el discurso y en los versículos 51-53 está la acusación formal. Entre el inicio (introducción) y la acusación (conclusión), tenemos una larga “narración” (vv. 2b-34) y una “argumentación” (vv. 35-50). El discurso de Esteban revela el conflicto vivido por los cristianos con los jefes de los judíos. Esteban se opone al templo, rompe con el sistema y, como Jesús, es condenado a muerte. Negando la legitimidad de sus jueces (el Sanedrín), Esteban recurre al pasado de Israel y denuncia la infidelidad de los líderes de los judíos. Ellos se llaman a sí mismos defensores de la Ley y de Moisés, pero son descendientes de los que persiguen y matan a los profetas y de Salomón, que construyó el templo contra la voluntad de Dios.

                Releyendo el pasado, el discurso de Esteban muestra que los seguidores de Jesús son los nuevos intérpretes de las Escrituras. Son ellos quienes poseen el Espíritu que posibilita comprender el proyecto de Dios. El Sanedrín traicionó este proyecto.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Luces y sombras de nuestra Comunidad.

  1. Echando una mirada atrás, digamos los momentos importantes de nuestra Comunidad.
  2. ¿Qué debilidades sentimos en este momento en nuestra Comunidad?

Palabra de Dios. Hechos 7,1-54: El largo discurso de Esteban.

  1. ¿Cuáles son las acusaciones en contra de Esteban? ¿Cuál es la acusación central?
  2. ¿Por qué hace Esteban un relectura del pasado para defenderse?

Hoy nosotros: Seguir adelante

  1. ¿Qué aspectos de nuestra Iglesia ecuatoriana y latinoamericana estamos valorando más?
  2. ¿Cómo nos ayudan la lectura de hoy y la mirada sobre nuestra propia historia a enfrentar las dificultades?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar a partir de las dificultades en nuestras comunidades cristianas. Una parte de los Salmos 105 a 107. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro reflexionaremos sobre el martirio de Esteban. Los textos son: Hechos 6,8-15 y 7,55-60. Texto de apoyo: Hebreos 11,1-40.

-          Traer nombres, símbolos y fotos de los héroes y mártires de nuestro país y continente, con alguna información sobres ellos. Distribuir bien las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 7: Las comunidades cristianas reinterpretan la Escritura

A. UNA CLAVE DE LECTURA para Hechos 7,1-54

                Una de las cosas que más llama la atención es la frecuencia y la manera con que los primeros cristianos usaban e interpretaban la Biblia. Prácticamente no hay página del Nuevo Testamento que no tenga una o más referencias a la Escritura de los judíos, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento. Por ejemplo, Felipe aplica a Jesús el texto del Siervo de Yahvé (Isaías 53,7-8; Hechos 8,27-38). La comunidad de Jerusalén lee el Salmo 2 y lo aplica a la persecución que ellos estaban sufriendo (Hechos 4,23-30). En los discursos de los Hechos, la Biblia es utilizada para evangelizar (Cf. Hechos 2,14-36; 3,11-26; 4,8-12; 7,1-54; 13,16-41). Pablo dice que la usaba para sacar provecho (1 Corintios 10,6-11). Y así podemos seguir. Para ellos, interpretar la Escritura era lo mismo que juntar fe con vida. Porque la Escritura era la expresión de vida de ellos. Era su historia, su memoria, la fuente de su identidad.

                Veremos de cerca cómo Esteban interpretó el Antiguo Testamento en el discurso dirigido a quienes lo acusaban de estar contra el Templo y la Ley de Moisés (Hechos 6,13-14).

B. EL DISCURSO DE ESTEBAN dentro del Libro de los Hechos

                En el libro de los Hechos, especialmente en la primera parte (vv. 1 a 15), los discursos ocupan un lugar importante (Hechos 2,14-36; 3,11-26; 4,8-12; 7,1-54; 13,16-41). Son como las flechas que indican la dirección, como los postes que sustentan el hilo de la narración. El discurso atribuido a Esteban, es el más largo de todos. Es una señal de su importancia dentro del conjunto del libro.

                Releyendo el Antiguo Testamento a la luz de su fe en Jesús, Esteban trataba de comunicar a los oyentes lo que el mensaje de Jesús tenía que ver con la vida de ellos. Los adversarios de Esteban, decían: “No tiene nada que ver. Es un error”. Impedían que el mensaje de Jesús los tocase. Se quedaban con la religión anterior, que les parecía más adecuada y más de acuerdo con la voluntad de Dios. Esteban y sus compañeros, al contrario, decían: “¡Tiene que ver plenamente! La Buena Nueva de Jesús es como la meta de llegada de nuestro camino”. Tanto Esteban como sus adversarios, ambos buscaban la Biblia para defender sus posiciones.

Este problema es muy actual. Por dos motivos. 1) Ante la Iglesia que se renueva, muchos prefieren la religión anterior. Apartan lo que incomoda del mensaje del Evangelio que pide conversión y abandono de posiciones conquistadas, para volver a ser un simple servidor o servidora de los pobres. 2) Hoy, todos usamos la Biblia, cada uno a su modo. Unos para defender su posición conservadora, otros para iluminar su posición de apertura a las exigencias del mundo de hoy. ¿Quién tiene razón?

C. RESUMEN

  1. El discurso refleja la lectura que la comunidad de Lucas hacía de la Escritura.
  2. Ellos mezclaban la Biblia con la tradición popular, sobre todo con la tradición samaritana.
  3. Citaban la Biblia de acuerdo con la traducción más abierta de los Setenta.
  4. Acentuaban la dimensión mesiánica que permitía unir el texto con Jesús.
  5. Tenían familiaridad, creatividad y fidelidad en el uso de la Biblia.
  6. Hablaban del pasado, pero pensaban en el presente. Usaban la Biblia para clarificar el presente.
  7. Seleccionaban los textos de acuerdo a las necesidades del momento, hacían una lectura selectiva.

D. UNA “VISIÓN GLOBAL” DE LA BIBLIA

                El discurso de Esteban ayuda a entender lo que viene a ser una visión global de la Biblia. Generalmente, entendemos que sea una síntesis completa de todo lo que sucedió y fue escrito en la Biblia. Si fuese así, todas las visiones generales deberían ser iguales. Pero la misma Biblia trae muchas síntesis diferentes de la misma historia del pueblo de Dios. Veamos algunas:

-              El así llamado Credo del Antiguo Testamento (Deuteronomio 26,4-9), el discurso de Josué en la asamblea de Siquén (Josué 24,2-13),

-          La oración de los levitas en el libro de Nehemías (Nehemías 9,5-37),

-          El discurso de Aquior, el amonita, al general Holofernes (Judit 5,5-21),

-          La reflexión sobre el pasado de Israel con ocasión de la destrucción de Samaria (2 Reyes 17,7-23),

-          Las meditaciones sapienciales sobre los antepasados, hechas por Jesús ben Sirac (Eclesiástico 44 a 50) y por el libro de la Sabiduría (Sabiduría 10 a 19),

-          Varios salmos que meditan o celebran el pasado (Salmo 68; 77; 78; 105; 106; 107),

-          El discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia (Hechos 13,16-25),

-          La meditación de la carta a los Hebreos sobre la fe de los antepasados (Hebreos 11,1-40).

                Ninguna síntesis es igual a otra. Cada libro o autor tiene su versión: acentúa o selecciona, corta o aumenta, junta o separa, conforme a la necesidad del momento. La nueva situación en que el pueblo se encontraba le comunicaba una nueva forma de ver para realizar la relectura de su historia de otra manera. Así hoy, despertados por la situación de opresión en que nos encontramos aquí en América Latina, comenzamos a descubrir dimensiones en la Biblia que antes no percibíamos. Por ejemplo, verlo a Jesús como Libertador. Lo mismo le sucedió a Esteban. Despertado por la experiencia liberadora de la resurrección y por la situación de enfrentamiento en que se encontraba, reacciona contra la presión de sus adversarios que querían encerrar todo y a todos dentro de la ideología de la Ley y del Templo. Por eso, en su interpretación de la historia, Esteban no habla de la observancia de la Ley. Casi no habla del Templo. Apenas lo menciona para criticarlo (Hechos 7,47-48). Omite toda la historia de los Reyes y no dice nada de la reforma de Nehemías y Esdras, que era el fundamento de la ideología de sus adversarios. Pero habla de la iniciativa gratuita de Dios que hace su promesa a los Patriarcas y que llama a Moisés para liberar a su pueblo.



 Tema 8: EL MARTIRIO: TESTIMONIAR LA BUENA NOTICIA.



“Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hechos 7,59).

Mensaje: Los mártires de América Latina

                Es imposibles el número de personas que, por su fe y sus ideales humanos, mueren asesinadas en nuestra América Latina: Son decenas de miles (ver Agenda Latinoamericana). Son vidas humanas que caen y que son consideradas mártires por vivir el Evangelio y defender los Derechos Humanos. Con todo, sus muertes son un grito a la sociedad sorda… Constituyen un testimonio… Las razones de las muertes son las más diversas: secuestros, venganzas, narcotráfico, las llamadas “quemas de archivos”, peleas, etc. Otras muertes son consecuencia de la fidelidad a una opción de vida, al proyecto de Jesús. Son innumerables los mártires de ayer y de hoy. A partir de la fe en Jesucristo, apoyados por la Palabra de Dios, estos hermanos y hermanas son fieles hasta el fin.

                En el Nuevo Testamento encontramos la palabra “martirio” que significa testimonio (Cf. Marcos 14,55.59; Juan 1,7; Apocalipsis 1,2). Los seguidores de Jesús serán llamados a “dar testimonio” de El (Mateo 10,18). Este testimonio llega a incluir “derramamiento de sangre”. Hoy la palabra martirio significa casi siempre muerte con derramamiento de sangre.

                Las acusaciones que se hacen contra Esteban son las mismas que fueron dirigidas contra Jesús: subversión a la Ley y costumbres, crítica a las instituciones y las estructuras de los judíos, particularmente al Templo. Esteban y los helenistas significan lo nuevo en medio de los judíos. Los Apóstoles significaban aún una continuación de cierto judaísmo, porque permanecían dentro de las prácticas judaicas (Cf. Hechos 1,12; 2,46; 3,1; 5,42). Esteban y los Siete rompen esos límites, cruzan las fronteras de la Ley y acentúan la novedad de Jesús. Su predicación amenaza la existencia de las clases dirigentes de Israel y hace aparecer la crítica radical que existe en la fe cristiana.

                La muerte de Esteban es un linchamiento que marcó profundamente a la comunidad cristiana, como tantos linchamientos hoy. Las imágenes que aparecen en el relato muestran que en la muerte del mártir el mundo es juzgado. “El justo que muere condena a los impíos que viven” (Sabiduría 4,16). Repitiendo las palabras de Jesús, Esteban muestra que el camino de Jesús es el camino del discípulo.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.                   Compartamos nombres, símbolos, fotos y datos de la vida de unos de los héroes y mártires que hemos traído.

2.                   De estas personas, ¿a quienes celebramos personal o colectivamente de una manera particular? Digamos en qué fecha y de qué manera.

Palabra de Dios. Hechos 6,8-15; 7,55-60: El martirio de Esteban

3.                   Según nuestro parecer, ¿cuáles son los motivos del linchamiento de Esteban?

4.                   ¿Qué semejanzas encontramos con la pasión y muerte de Jesús?

Hoy nosotros: Los mártires son luz y camino para nosotros

5.                   ¿Qué relación hacemos entre el martirio de Esteban y los mártires de hoy?

6.                   ¿Qué conclusiones y compromisos sacamos de toda nuestra reflexión?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Celebremos brevemente algún de nuestros mártires. Salmo 4,7-19. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a reflexionar sobre la dimensión misionera de la Iglesia y de nuestra vocación religiosa. Texto de estudio: Hechos 13,1-12. Texto de apoyo: 2 Corintios 11,1-33.

-          Hacer una lista de los documentos de la Iglesia sobre el mandato misionero a partir del Vaticano 2º. Distribuir bien las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 8: Romper con el templo de la antigua alianza

A. EL TEMPLO Y LA PIEDAD POPULAR EN EL TIEMPO DE JESÚS

                El templo de Jerusalén era el santuario nacional de los Judíos adonde acudían no sólo de todas partes del país, sino también de otros países. Cada año con ocasión de las fiestas, los peregrinos – todos los Judíos mayores de 12 años – subían a Jerusalén. Cuando llegaban cerca de la ciudad santa, los peregrinos rezaban: “Nuestros pasos ya se detienen a tus puertas, Jerusalén” (Salmo 122,2). Entonces, cuando miraban hacia la ciudad, una construcción se destacaba en el paisaje, provocando la admiración de todos: “Miren qué piedras. Vean qué construcción” (Cf. Marcos 13,1). Esta construcción en mármol negro, blanco y amarillo, con frisos en oro puro y puertas y ventanas revestidas de oro que brillaban al sol, encantando a los peregrinos que llegaban del interior. ¡Era el Templo de Jerusalén!

                En la época de Jesús el Templo estaba pasando por profundas reformas. Las obras habían sido comenzadas por Herodes el Grande, en el año 20 aC. Los trabajos buscaban ampliar, ornamentar y embellecer el edificio. Cerca de 18.000 obreros trabajaban en las obras, que se prolongarían hasta el año 62 dC. Unos ocho años después de la terminación de la reforma, lo que restaba del Templo era un monte de ruinas humeantes. Fue destruido por los romanos, cuando reconquistaron Jerusalén en la guerra con los judíos (70 dC.). La destrucción del Templo dejó a todas las corrientes del judaísmo sumergidas en profunda crisis. Pues, para todas estas corrientes, el Templo era la garantía de la presencia de Dios en medio del pueblo. Y dentro de estas corrientes, hay que incluir los seguidores de Jesús de Nazaret.

                Sabemos de la ambigüedad de un templo en una sociedad como la de Jesús. Por un lado, el templo era el centro de la piedad popular para el pueblo. Hacia allá concurrían en peregrinaciones, porque allí estaba el lugar privilegiado de liturgias penitenciales, de perdón, de expiación, de purificación y de alabanzas. Todo judío piadoso, aún viviendo en el extranjero, debería ir al templo una vez en su vida (Cf. Éxodo 23,17). Aún en el lugar más distante, cuando rezaba, el fiel debería orientar su cuerpo en dirección a Jerusalén y al Templo (Salmo 138,2).

                El lugar dedicado a Yahvé, el Dios liberador, punto de encuentro entre el cielo y la tierra (Ezequiel 5,5; 38,12; 43,7), era un espacio en el centro del Templo, llamado “Santo de los Santos”, o sea, “un lugar santísimo” (Cf. Éxodo 40,12). Una vez por año, el sumo sacerdote entraba en este espacio y pedía perdón por los pecados del pueblo, aún por los que vivían en los lugares más distantes, en la Diáspora. Este ritual de expiación, hecho en el Día del Perdón, era la garantía de salvación para el pueblo, que por una serie de garantías legales de salvación para el pueblo. Este, por una serie de razones legales de pureza, apenas podías acercarse al recinto sagrado. En el día anual en que entraba el sumo sacerdote al lugar más sagrado, todos, purificados por el rito, estaban en contacto con Yahvé, recuperando las fuerzas para continuar su camino, contando con el perdón de Dios para todas sus faltas.

B. EL ASPECTO NEGATIVO DEL TEMPLO

                Al mismo tiempo, este lugar de la presencia divina era también un centro de explotación. Siendo un lugar de tanta importancia religiosa, el templo funcionaba también como centro político, económico y administrativo del pueblo después que la ocupación extranjera no permitía la figura de un rey. Centralizando la recaudación de los tributos y de los diezmos pagados por el pueblo, el templo era el centro del poder en Palestina, desde la vuelta del Exilio de Babilonia. Era al mismo tiempo el tesoro del país, el supremo tribunal y el palacio de gobierno. Por eso mismo, la mayor autoridad del pueblo pasó a ser el sumo sacerdote, que ocupaba el lugar del rey ausente.

                Sumando tantos poderes, comenzó a haber disputas políticas por los principales cargos en la administración del Templo de Jerusalén. Principalmente después de la ocupación de los griegos seléucidas de Antioquía (200 aC.). Desde el gobierno de Salomón (970-930 aC.) hasta la intervención de Antíoco 4º (167 aC.), el templo era administrado por la familia sacerdotal de los descendientes de Sadoc. Por mil años esta familia proveyó los sumos sacerdotes y las principales figuras para la administración del templo. Pero los griegos pasaron a rematar el cargo de sumo sacerdote y varias familias sacerdotales lo disputaban. Los Macabeos, con el nombre de Hasmoneos, controlaron el templo entre 150 aC. hasta el 40 aC. Herodes, por ser un extranjero, no podía ser rey y al mismo tiempo sumo sacerdote, como los Hasmoneos. Pero se nombraba el sumo sacerdote que le diese mayor garantía de lealtad política. Con la caída de Arquelao (6 dC) el poder pasó a la familia de Anás, que controló el templo en la época de los romanos a través de sus hijos y yernos. En ocasión del proceso contra Jesús, el yerno de Anás llamado Caifás, era el sumo sacerdote “en aquel año” como recuerda el evangelio de Juan (11,49).

                El mayor anhelo era encontrar el dinero que provenía del trabajo del pueblo. Cada aldea de Palestina estaba encuadrada en una de las 24 secciones o distritos sacerdotales en que se dividían Judea y Galilea. Estos distritos eran responsables por el pago de los tributos necesarios para la manutención del Estado judío, el templo y la clase sacerdotal (Cf. Nehemías 10,33-40). Calculados para un periodo de siete años, estos tributos incluyan:

-              El impuesto de dos denarios o didracma, que cada israelita mayor de 13 años debería pagar anualmente al templo (Cf. Mateo 17,24).

-          El “primer diezmo” o sea, la décima parte de todo lo producido en la tierra durante un año corriente, pertenecía a Yahvé y, por tanto, debería ser enviado al templo.

-          El “segundo diezmo”, la décima parte de lo que era producido en un determinado año, después de haber pagado el primer diezmo, debería ser gastado en Jerusalén, ya fuera en especie o en dinero.

-          El “tercer diezmo” o “diezmo de los pobres”. Se pagaba en el tercer y sexto año. Las aldeas, después de pagar el primer y segundo diezmo, separaban la décima parte de lo que sobraba y lo enviaban al templo. Era para ser distribuido a los pobres de Jerusalén (Cf. Deuteronomio 14,28-29).

-          El producto de todos los árboles frutales, de 4 en 4 años, debería ser enviado al templo.

                Además de todos estos tributos, el templo recaudaba mucho más con el movimiento continuo de los sacrificios diarios (Cf. Levítico 1-7). La Ley exigía el rescate de los primogénitos (Ex 13,2). Además, existían los ritos diarios de purificación y de expiación. Estas exigencias legales abrían espacio al comercio con las víctimas de las ofrendas que, para ser sacrificadas debían tener la garantía de pureza que solo daba el templo. Algunos calculan que en cada Pascua eran sacrificados 20 mil corderos en el templo por los sacerdotes, que comercializaban el cuero y la sangre, que eran vendidos como abono. Como todo debía ser pagado con dinero propio, el templo también centralizaba las operaciones de cambio, ya que el dinero que allá se usaba era la moneda de plata de la ciudad fenicia de Tiro. Así, la entrada al Santuario era un gran comercio de vendedores de animales y cambistas.

                Este centro económico, político, judicial, policial y religioso era codiciado por todos los grupos religiosos en la época de Jesús. Cada grupo esperaba al Mesías a su modo, pero esperaba también que el Mesías les diera el templo (Cf. Malaquía 3,1-5). Por eso, existía el miedo en la clase sacerdotal a una revuelta armada contra el poder romano que trajese una destrucción del templo (Cf. Juan 11,47-48).

C. JESÚS EN EL TEMPLO

                Nacido en una familia judía, Jesús sigue la práctica religiosa de su gente. Fue presentado en el templo cuando nació, por ser el primogénito de José y de María, y la Ley mandaba rescatar el primogénito (Lucas 2,22-28). A los doce años, un año antes de lo que prescribía la Ley, hizo el ritual del paso a la vida adulta, leyendo y comentando un trozo de la Ley delante de los escribas en el templo (Lucas 2,41-45). Con su familia, participaba de las peregrinaciones anuales a Jerusalén, en ocasión de la fiesta de Pascua o de otras fiestas (Lucas 2,41).

                Durante su vida pública, la actitud de Jesús con relación al templo, está dentro de la más auténtica corriente profética en Israel. Jesús no era de una familia sacerdotal. El gesto de Jesús al expulsar a los cambistas y a los vendedores de palomas delante la puerta del santuario es un eco de las palabras de Miqueas (3,12), de Jeremías (26,1-18) e Isaías (66,1-4). De la misma forma, los evangelios no dicen que Jesús haya ofrecido un sacrificio en el templo. Jesús revive las palabras de Oseas, “quiero misericordia y no sacrificios” (Oseas 6,6; Mateo 12,7-8).

                La práctica de Jesús muestra gestos de ruptura con el Templo de Jerusalén, no en cuanto Casa de Dios, sino como centro regulador de la vida común del pueblo. Este gesto de ruptura se concretaba en la orden dada por Jesús después de hacer una curación: Jesús no envía al templo, sino que le dice a la persona que vaya a su casa (Cf. Marcos 2,10; 8,26). Este gesto de ruptura se dirigía a libertar al pueblo de las cadenas de la Ley de la pureza y de la observancia ciega del sábado.

                La palabra de Jesús dirigida contra el templo en ocasión de la expulsión de los cambistas marcó a los discípulos. Fue releída más tarde cuando la comunidad se dividió ante esta cuestión. Si Jesús no hubiese pronunciado una palabra contra el templo, hubiera sido muy difícil que las comunidades superaran el santuario como centro religioso, como Casa de Dios. Esta palabra de Jesús contra el templo le chocó a la clase sacerdotal que vivía a costa de los sacrificios. Al hablar contra el templo, Jesús no atacaba solamente a los cambistas y a los vendedores, sino que atacaba todo un sistema de explotación religiosa mantenida por los sacerdotes. La base de la acusación contra Jesús al ser juzgado, fue su palabra contra el templo (Cf. Marcos 14,58; Juan 11,47-48).

D. LOS CRISTIANOS Y EL TEMPLO

                Al comienzo, los seguidores y seguidoras de Jesús eran todos judíos. Y, según parece, ellos no entendieron enseguida los gestos de Jesús rompiendo con el templo. El libro de los Hechos nos muestra que estos cristianos continuaron frecuentando el santuario (Cf. Hechos 2,46; 3,1). Hacían esto dentro de la piedad tradicional, reuniéndose y rezando en la Casa de Dios. El libro de los Hechos tampoco dice que los cristianos hayan ofrecido sacrificios en el templo.

                El problema surgió cuando los judíos helenistas y los samaritanos se adhirieron a la comunidad. Estos dos grupos no le daban importancia al templo de Jerusalén. Los helenistas, por ser de la Diáspora, relativizaban mucho el culto sacrificial del templo, ya que la liturgia sinagogal les era suficiente y más abierta. Para los judíos helenistas el templo era una dificultad que impedía que los gentiles se convirtiesen al judaísmo. En aquella época, si un gentil se convertía al judaísmo, no podía entrar en el templo por el hecho de haber nacido gentil. Los cristianos venidos del helenismo no querían que la comunidad cristiana pasase por esta misma dificultad. Para la corriente helenista, hablando por Esteban, el sacrificio único de Jesús volvía inútiles los continuos sacrificios de animales en el templo (Cf. Hechos 6,13-14). Con la muerte de Jesús, el Templo de Jerusalén era un medio segundario y obsoleto.

                Los samaritanos habían roto con el judaísmo oficial desde la reforma de Esdras (alrededor del 350 aC.). Construyeron un santuario en lo alto del monte Garizim, cerca de Siquén, y ahí centralizaron sus prácticas religiosas. Ese templo fue destruido por Juan Hircano en el 128 aC., cuando los judíos reconquistaron Samaria. Este gesto violento hizo que judíos y samaritanos se odiasen continuamente (Cf. Juan 4,9). En el 35 dC. Pilato masacra a muchos samaritanos y nuevamente viola el santuario. Los samaritanos que entraron en la comunidad cristiana trajeron su doctrina contraria al Templo de Jerusalén. Conocemos estas posiciones de los samaritanos en el diálogo entre Jesús y la samaritana en el Evangelio de Juan (Juan 4,20-24).

                Esta división dentro de la comunidad en relación al Templo de Jerusalén debe haber durado hasta el año 70 dC, cuando las tropas romanas ocuparon y destruyeron Jerusalén. Con la destrucción del santuario, las comunidades releyeron las palabras y los gestos de Jesús con relación al templo y concluyeron: la divinidad ya no habita allí. El templo ya pasó.

                Este proceso no fue repentino ni fácil. La conciencia llegó lentamente. Varios textos del Nuevo Testamento reflejan esta posición conquistada por la comunidad:

-          En Jesús, Palabra de Dios hecha carne, reside la Gloria de Dios (Juan 1,14).

-          Jesús es el nuevo Templo. La realidad humana, el cuerpo de Jesús de Nazaret es el lugar en que habita la plenitud de la divinidad (Juan 2,21-22).

-          El seguidor o seguidora de Jesús, entra también en esta nueva realidad. La comunidad reunida es el verdadero Templo de Dios Vivo (1 Corintios 3,16-17; 6,19; 2 Corintios 6,14-18; Efesios 2,20-22; 1 Pedro 2,5).

-          Jesús es el verdadero sumo sacerdote y al mismo tiempo es el lugar santísimo, la tienda verdadera, hecha por Dios y no por manos humanas (Hebreos 8,12).

-          Jesús es el verdadero cordero, sin manchas y sin defectos (1 Pedro 1,19). Y sus seguidores y seguidoras son como piedras vivas, usadas en la construcción de un Templo espiritual. Los propios cristianos son como sacerdotes, ofreciendo a Dios por medio de Jesucristo, el verdadero sacrificio (1 Pedro 2,5-9). Todos los que creen en la Palabra de Jesús de Nazaret forman parte del pueblo de Dios, raza elegida, nación santa, sacerdocio regio.

-          Surgirán nuevo cielo y tierra, la Jerusalén celeste, la tienda de Dios en medio de la humanidad. Dios habita en medio de la humanidad sin necesidad de templo (Apocalipsis 21,1-3). El Templo de la Antigua Alianza perdió su significado ya que en la Jerusalén celeste no hay ningún templo, “porque el templo es el Señor y el Cordero” (Apocalipsis 21,22).

                A través de las palabras y la práctica liberadora de Jesús, la comunidad percibió que había una ruptura con la Antigua Alianza. Esta ruptura queda clara ante el misterio del sacrificio de Jesús en la cruz. El es al mismo tiempo el templo, el sacerdote, el altar y la víctima. En El comienza una nueva etapa en el camino de la salvación. Esta ruptura queda evidente, cuando en la muerte de Jesús, el velo del templo que separaba el Santo de los Santos, el lugar santísimo donde habitaba la divinidad, se rompe al morir Jesús en la Cruz (Marcos 15,38). En aquel cuerpo torturado y retorcido habita la plenitud de la divinidad. El soldado lo reconoce y dice: “De hecho este hombre era el hijo de Dios”. El Templo de Jerusalén con sus sacrificios diarios ha sido superado.



 Tema 9: EXPANSIÓN A TRAVÉS DEL CRECIMIENTO DE LA CONCIENCIA MISIONERA.



“Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1,8).

Mensaje

                Vivimos un periodo en la Iglesia en que la conciencia misionera estaba como adormecida. En los últimos años surge un “nuevo ardor misionero”, tanto a nivel de la Iglesia universal, como en el seno de las Comunidades cristianas. Los horizontes de comprensión de la acción misionera se amplían: no solamente en misiones de “más allá de las fronteras”, sino también en la atención de nuevas situaciones misioneras entre nosotros, tanto a nivel geográfico como social y cultural. La modernidad, sin dudas, creó nuevos areópagos para los cuales somos enviados a anunciar el “Dios desconocido”.

                El texto de hoy se divide en dos partes. En la primera (13,1-3) tenemos algunas informaciones importantes sobre la Iglesia de Antioquia y el envío misionero de Bernabé y Pablo. La segunda parte (13,4-12), además de informar sobre el itinerario de la Palabra, muestra el enfrentamiento del anuncio con el mundo judío y el griego. La comunidad de Antioquia se deja conquistar por el “nuevo amor misionero”. El Espíritu Santo, a través de los líderes convertidos y organizados, conduce a la comunidad a la gran decisión de anunciar el evangelio al mundo. La expansión de la Palabra, hasta entonces, había sido casi accidental, con ocasión de situaciones particulares. Ahora existe una nueva etapa en la Historia de la Iglesia: los gentiles son los principales destinatarios de la salvación y los cristianos se sienten empujados a proclamar la Buena Nueva.

                La Iglesia de Antioquía ya se presenta organizada: funciones compartidas y decisiones tomadas por la asamblea, en clima de oración y discernimiento. La conciencia misionera nace de una comunidad llena de vida, que elige y designa a personas para la misión. Estas asumen un modo de vida itinerante y salen por las ciudades y poblados proclamando el Evangelio.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: El compromiso misionero de todo bautizado

1.                   ¿De qué maneras somos misioneras y misioneros nosotras y nosotros?

2.                   ¿A qué personas y grupos hace falta visitar más?

Palabra de Dios. Hechos 13,1-12: El primer viaje misionero de Pablo.

3.                   Según esta lectura, ¿qué obstáculos tienen que vencer Pablo y sus compañeros?

4.                   ¿Qué novedades aportaban Pablo y sus compañeros?

Hoy nosotros:

5.                   ¿Qué orientaciones sacamos de esta lectura para el compromiso misionero nuestro?

6.                   ¿De qué maneras vamos a demostrar que somos una comunidad misionera?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar por la misión al servicio del Reino. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro vamos a iniciar el estudio de la Iglesia en la diáspora. Vamos a prepararnos leyendo la introducción a la 3ª parte y a la carta de Santiago. Texto de estudio: Santiago 2,14-26. Texto de apoyo: Santiago 2,1-13 y 3,13-18.

-          Distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 9: La Evangelización itinerante

                La itinerancia, en los días de hoy, es una forma de vida que asumen innumerables personas de manera libre o forzada. Millones de pobres en todos nuestros países viven como migrantes en continuo vaivén, sin tener un lugar fijo. Existen también cristianos y congregaciones religiosas que asumen esta forma de vida, junto a personas sin tierra y sin techo. De esta manera, el evangelio sale a la calle y se hace itinerante, para buscar nuevas expresiones de solidaridad.

  1. “Mi padre era un arameo errante” (Deuteronomio 26,5)

        A lo largo de la historia, el pueblo de Dios recuerda sus orígenes y su itinerancia. Prácticamente toda la historia del Antiguo Testamento se caracteriza como una peregrinación de varios siglos hasta estabilizarse en un suelo propio para vivir. Patriarcas y matriarcas, anduvieron de Mesopotamia a Egipto, de Egipto a Canaán (o Palestina) en una vida nómada sin fin. Después, sus descendientes fueron esclavizados en Egipto, atravesaron el Mar Rojo y se enfrentaron con un largo peregrinar por el desierto, buscando establecerse en la tierra prometida. El exilio fue la pérdida de todo: tierra, rey y templo, desestructurando totalmente la nación. Como un retoño renacido de sus cenizas, un resto vuelve, en un nuevo éxodo, por el desierto florecido, para reconstruir la propia historia. La trayectoria del Antiguo Testamento aparece como un largo viaje, con pueblos dispersos, esparcidos en continuo peregrinar, en una diáspora continúa entre los grandes imperios internacionales de la época.

  1. “No lleven nada para el camino” (Marcos 6,8)

        El mismo Jesús inauguró un nuevo estilo de vida, para el anuncio del Reino, formando un movimiento itinerante de proclamación y vivencia de una nueva y buena noticia. Este grupo de evangelizadores itinerantes habrían sido responsables de la primera difusión del mensaje de Jesús, primero oralmente y luego con los escritos de los Evangelios. Innumerables textos en los evangelios, señalan este estilo de vida. Estas primeras personas que siguieron a Jesús, vivían en la expectativa de un fin próximo, en el que se implantaría la justicia. Por lo tanto, se caracterizaban como un grupo escatológico, “milenarista”. Se trata de un grupo alternativo a la sociedad establecida, un grupo marginal, en el que había mujeres, hombres, pecadores, enfermos, subversivos.

        Por lo tanto, Jesús, estaba lanzando un estilo de vida independiente de la tierra natal, sin familia, sin propiedades, sin seguridad. Esto se traduce como una nueva costumbre social, de despego, abandono de la familia propia, crítica a la riqueza y a las posesiones. Esto constituyó el ‘Movimiento de Jesús’ con la doble dimensión religiosa y social.

        La época era de injusticia en una sociedad de excluidos. La familia era la única instancia que garantizaba la seguridad de las personas. Por lo tanto, la opción de Jesús, fue una opción radical por los inseguros, marginados, excluidos. No se trata de una propuesta romántica, aventurera. Se trata de una elección audaz, dando esperanza a los necesitados.

  1. “Al entrar en una ciudad, traten de saber si hay alguien apto…” (Mateo 10,11)

        El llamado discurso de la misión (Mateo 10,9-14) ofrece un primer perfil de los misioneros ambulantes, y revela su despego total, despego hasta a la propia tierra natal. Muestra claramente una vida de errantes o caminantes que va de ciudad en ciudad. Por eso Jesús puede decir: “No lleven oro ni plata ni dinero en el bolsillo; ni morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bastón; porque el obrero tiene derecho a su sustento. Cuando lleguen a cualquier pueblo, averigüen quién hay en él apto para recibirlos y quédense en su casa hasta que se vayan” (Mateo 10,9-11).

  1. “Los enemigos del hombre serán sus propios familiares” (Mateo 10,36)

        Existen innumerables textos que hacen referencia al despego familiar, tales como: “El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza” (Mateo 8,22). “Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8,22). “No piensen que vine a traer la paz a la tierra. No vine a traer paz sino la espada. En efecto, vine a contraponer el hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra. En suma, “los enemigos del hombre serán sus propios familiares” (Mateo 10,34-36). “No existe profeta sin honra, sino en su patria y en su casa” (Mateo 13,57). “Hay eunucos que así nacieron desde el vientre materno. Hay eunucos que fueron hechos por los hombres. Y hay eunucos que se hicieron eunucos por causa del Reino de los Cielos” (Mateo 19,12).

        Frases como estas, en la boca de Jesús, denotan un radicalismo total, y revelan un estilo de vida profundamente innovador. Estaba lanzada la propuesta de un nuevo grupo misionero alternativo, los predicadores ambulantes. Para vivir este desafío era necesario ante todo desinstalarse. Sería imposible, en los esquemas fijos de una casa propia, seguir tal propuesta.

  1. “Nosotros dejamos todo y te seguimos” (Mateo 19,27)

        Muchos textos de los evangelios hacen referencia a la renuncia de la propiedad, como el joven rico y el Reino de Dios (Mateo 19,16-22), o la recompensa a quien dejó todo (Mateo 19,27-30). Ahora bien, tal estado de vida, sin propiedad ninguna, solo es posible para quien hace una opción radical, considera al Reino como un valor absoluto y se lanza confiado detrás del Maestro. En esta vida de pobreza radical, los misioneros ambulantes dependían de las comunidades por las cuales pasaban, ya que no podían llevan dinero ni provisiones. La promesa era la de formar una nueva sociedad, ganando mucho más en “padres, hermanos, hermanas, casas, hijos”.

  1. “Miren las aves del cielo… miren los lirios del campo” (Mateo 6,26.28)

        Otros tantos textos nos hablan del despego de las amarras diarias. Tales textos se comprenden más claramente dentro de un contexto de itinerancia. Basta leer, por ejemplo, las instrucciones referentes a la despreocupación por el comer, por el vestir, por el mañana (Mateo 6,25-34). Así también las promesas a quien recibe a los misioneros, quienes tienen garantizada una recompensa hasta por un vaso de agua ofrecido en nombre de Jesús (Mateo 10,42). La hospitalidad es el elemento esencial en esta vida libre y totalmente desapegada.

  1. “Si alguno quiere venir detrás de mí, renúnciese a sí mismo…” (Mateo 16,24)

        Otro texto clave dentro de la propuesta de Jesús, presenta las condiciones del discipulado como renuncia radical (Mateo 16,24-26). Este trozo puede ser aplicado a la vida de un misionero ambulante que optó de manera radical por Cristo, y que experimenta las dificultades que esta opción implica cada día. De ahí la necesidad de la renuncia total, negarse a sí mismo, cargar la cruz, y hasta perder la vida para seguir fielmente a Jesús.

  1. “Los que anuncian el Evangelio, vivan el Evangelio” (1 Corintios 9,14)

        La acción del Espíritu Santo suscitó, en el periodo más primitivo de la historia de la Iglesia, apóstoles, profetas y maestros, que continuaran la misión itinerante de Jesús. De esta forma el Evangelio se propagó rápidamente y la conciencia misionera creció por las diversas comunidades. Ejemplo de ello es el relato de Hechos 13,1-12. Los escritos paulinos destacan la función de los profetas, con un papel reconocido en sus comunidades (1 Corintios 12,28; 14,29ss; Romanos 12,6.8).

        La presencia de los profetas itinerantes en estas iglesias, se nota con más énfasis en la segunda carta a los Corintios, particularmente en los capítulos 10 a 13. Ahí Pablo polemiza con sus “enemigos”, misioneros itinerantes que habían llegado a las comunidades y que tenían el don de la palabra. Entre las acusaciones a Pablo, estaban justamente la de que él no vivía el mandato del Señor, de que, “los que anuncian el Evangelio vivan del Evangelio” (1 Corintios 9,14). Esta “orden del Señor” indica una de las características de los misioneros itinerantes, la de ir de comunidad en comunidad, viviendo del sustento que ellas les proporcionaran.

  1. “Hice muchos viajes. Sufrí peligros…” (2 Corintios 11,26)

                La vida de Pablo, al igual a la de otros apóstoles, está marcada por la itinerancia. Fueron estos viajes lo que garantizaron la difusión del mensaje evangélico por el mundo de la época. Pablo pasó doce o trece años viajando de ciudad en ciudad, haciendo tres grandes viajes. Algunos de sus acompañantes de viaje fueron Bernabé, Juan Marcos, Silvano, Timoteo, Lucas, Priscila y Aquila…

                Viajar, en aquella época, era difícil y peligroso. Los misioneros recorrían grandes trechos a pie, solos o en caravanas, por tierra o por mar. Leemos un testimonio vivo de Pablo: “Hice muchos viajes. Sufrí peligros en los ríos, peligros de parte de ladrones, peligros en las ciudades, peligros en el desierto, peligros en el mar. Tres veces naufragué. Pasé un día y una noche en alta mar” (2 Corintios 11,16.25). Existía además la dificultad del idioma, teniendo que comunicarse en griego, a veces en arameo o hebreo, y quién sabe si también no fue en latín, además de los diversos dialectos regionales.

                Había innumerables problemas en relación al sustento, porque el ideal de ser sustentado por las comunidades no siempre funcionaba. Pablo y su grupo optan por vivir de su propio trabajo. No menos dificultades eran los riesgos de la salud, lo que le hizo escribir a Pablo: “Muerto de cansancio, muchas noches sin dormir, con hambre y sed, con muchos ayunos, con frío y sin abrigo” (2 Corintios 11,27).

                Hoy, ¿qué significa ser itinerante y misionero itinerante? La disponibilidad de vivir el Evangelio responde la pregunta. Exige radicalismo: Renunciar a la tranquilidad personal, estancia en medio de los ruidos de un barrio, escasez de los suburbios, carencias de una choza. El atender a las personas ahí donde están caracteriza la vida de una persona itinerante, siempre pronta a atender a quien le busca.



3ª PARTE: LAS IGLESIAS EN LA DISPERSIÓN (4 temas)
Las primeras Comunidades frente al judaísmo. Cartas a Santiago y a los Gálatas



A. LAS PRIMERAS COMUNIDADES FRENTE AL JUDAÍSMO

  1. Contexto histórico

        Conviene iniciar este tema con precisión terminológica. Hablando propiamente no de religión, de raza o de cultura, sino de la entidad política, se entiende por “judaísmo” el periodo de la historia en que, del pueblo de Israel, solamente la tribu de Judá constituyó una organización política propia. Este periodo se extiende del 538 aC. (decreto de Ciro, vuelta del exilio, restauración de Jerusalén y de Juda) hasta el 135 dC. (segunda revuelta judía, de Bar Kokhba y extinción total de Jerusalén). Pero el judaísmo, como realidad religiosa, étnica y cultural, existe hasta hoy, así pues convendrá hablar de “judaísmo antiguo” para denominar ese periodo. Dentro de él se distingue: un judaísmo temprano, desde el 538 al 333, de dominio persa. Otro judaísmo antiguo medio, que va del 332 aC. (conquista de Pal       estina por Alejandro Magno e incorporación de los judíos al mundo helénico) hasta el 63 aC. Y el judaísmo antiguo o final del año 63 al 135 dC. A nosotros, aquí nos interesa el judaísmo del tercer momento, que corresponde al tiempo de Jesús y de las primeras comunidades cristianas.

        Para visualizar todo eso, no sirve el siguiente esquema:

586:                         Exilio de la élite de Jerusalén y de Judá (los “judíos”) a Babilonia.

538:                         Decreto de Ciro y vuelta de los “judíos” a Jerusalén y alrededores.

520-515: Reconstrucción del Templo.

332:                         Conquista de Alejandro magno; el helenismo.

175:                         Persecución de los judíos por el rey heleno Antíoco Epifanes.

164:                         Reconquista del Templo por los judíos liderada por Judas Macabeo; los reyes hasmoneos.

63:                          Ocupación de Palestina por los romanos.

48-4 Ac.:                El rey Herodes.

cerca del 6 aC:      Nacimiento de Jesús

cerca del 30 dC:    Muerte de Jesús

48/49:                     Concilio de Jerusalén

66/73:                     Revuelta de los zelotes (“guerra judaica”)

70:                          Destrucción del Templo

132/135: Revuelta de Bar Kokhba

135:                         Aniquilación total de Jerusalén

                Después de la primera Guerra Judaica (66/73) y de la caída de Jerusalén y del Templo (70 dC), la religión judía se reorganizó sin templo y sin sacerdotes. Ahora está definitivamente localizada en la sinagoga y en los rabinos de tradición farisaica. Esta nueva organización religiosa es llamada “el judaísmo rabínico”. Se prolonga a través del judaísmo medieval y moderno, hasta nuestros días. Ese judaísmo hace oposición a las comunidades judeo-cristianas presentadas en los evangelios de Mateo y Juan. El nacimiento de este nuevo judaísmo significó la ruptura, la excomunión de los cristianos por el sínodo rabínico de Jamnia, alrededor del 85 dC.

                Se discute cuál es la principal razón de esta enemistad. Hay quienes dicen que sería el hecho de que los cristianos no participaron en la guerra contra los romanos. Un análisis objetivo del comportamiento de los rabinos de esa época, muestra que ellos no mostraron mucha solidaridad con los zelotes revolucionarios. Se debe pensar, más bien, que las raíces del conflicto son de orden religioso. Después de la caída del Templo, las únicas formas de judaísmo que sobrevivieron fueron el cristianismo y el rabinismo farisaico. Este, para afirmar su hegemonía como judaísmo auténtico, tenía que excluir a la otra ala, muy abierta a los gentiles, poco preocupada por las observancias rituales y desligadas de la perspectiva mesiánica, ya cumplida en Jesús.

                Antes de la crisis de la Guerra Judaica, el cristianismo no era claramente distinto del judaísmo, ciertamente no lo era a los ojos de los de fuera. Pero ya existía una práctica cristiana no atada al judaísmo. Aquí, acompañando el itinerario narrado en los Hechos, conviene que consideremos de cerca la relación de las comunidades cristianas con el judaísmo antiguo, que va rumbo a su fin. En cuanto a las comunidades cristianas en este periodo, debemos distinguir varias corrientes:

-          Las comunidades judeo-cristianas: la “Iglesia de la circuncisión”. Socio lógicamente hablando, son comunidades judías: comunidades de judíos que creen que Jesús fue el Mesías.

-          Las comunidades gentil-cristianas, que no provienen del judaísmo sino del mundo pagano (desde el punto de vista judío): la gentilidad, los extranjeros al Pueblo de Moisés. Creen que Jesús es el Salvador esperado por el judaísmo y por el mundo, pero no se injertan en el judaísmo como organización socio-cultural o religiosa.

-          Las comunidades “mixtas”, de judeo-cristianas y gentil-cristianas. Es especialmente en éstas donde se hará sentir, con mayor dureza, el problema de la convivencia.

  1. Las primeras comunidades y el judaísmo en los escritos del Nuevo Testamento

        El libro de los Hechos y algunos otros escritos, nos iluminan sobre la relación entre judaísmo y cristianismo en aquellos años, entre el 30 y el 70 dC.

a)       La Iglesia de los Doce y de Santiago: los “galileos” constituyen la comunidad de Jerusalén

        Conforme a Marcos 16,7 y copiado por Mateo y conforme a Juan 21,1-13, debemos pensar que el movimiento cristiano después de la muerte de Jesús se rehízo en Galilea. Lucas, sin embargo, termina su evangelio e inicia el libro de los Hechos presentando la reconstitución en Jerusalén, luego de la muerte de Jesús, sin salir de la ciudad (Lucas 24,49; Hechos 1,3ss). Podemos sospechar que Lucas fuerza la historia para asegurar su visión teológica (Jerusalén como eje entre la actividad de Jesús y la Iglesia).

        De todos modos, la primera comunidad era la de los “galileos” bajo la dirección de los Doce, sea en Galilea, sea en Jerusalén. Lucas la presenta como reuniéndose en el Templo (Hechos 2,46). Estaba integrada al judaísmo, que antes de la Guerra Judaica estaba bastante diversificado. En determinado momento, probablemente bien pronto, Santiago, “hermano del Señor”, sin pertenecer a los Doce, se convirtió en uno de los líderes de la Iglesia de Jerusalén. Se trata probablemente de “Santiago el Menor”, citado en Marcos 6,3; 15,40; Hechos 12,17; 15,13; 21,18; 1 Corintios 15,7; Gálatas 1,19; 2,9.12; Judas 1,1. Es él, antes que Pedro, quien dirige la iglesia de Jerusalén en el año 48, cuando se dio el Concilio de Jerusalén.

        Si la atribución de la carta de Santiago fuera auténtica, tendríamos ahí un documento oriundo de esta comunidad madre, que es judeo-cristiana. De hecho, encontramos en la carta de Santiago muchas semejanzas con las palabras de Jesús que Mateo y Lucas encontraron en un documento que ellos consultaron para escribir sus evangelios, los ‘Logia’ de Jesús. Este documento, que se puede reconstruir por las citas de Mateo y de Lucas, es generalmente considerado como originado en la comunidad de Jerusalén o la de Galilea. La comunidad que respalda la carta de Santiago tiene las mismas características, y la ausencia de cualquier referencia sea a la destrucción del Templo, sea al conflicto con el judaísmo, lleva a situarla antes de la Guerra Judaica y la destrucción del Templo.

        Pero, la atribución de la carta a Santiago puede ser ficticia. Si la “sinagoga cristiana” de donde surgió la carta no fuera la propia comunidad madre de Jerusalén, debe ser una comunidad judeo-cristiana de Galilea o de la región fronteriza de Siria. Según los Hechos, cuando Pablo se encaminaba para perseguir a los cristianos en Damasco, existía allí una comunidad de judeo-cristianos, representada de modo ejemplar por lo figura de Ananías (Hechos 9,10). Una comunidad “jacobina” (de Santiago = Jacob) fuera de Jerusalén podría tener rasgos semejantes.

b)       Las comunidades fundadas por los “Siete”

        Otro tipo de comunidad, mencionada a partir de Hechos 6, es la de los Siete (Esteban, etc.). Está constituida por judíos de cultura griega y se reúne en la sinagoga de los “libertos”, es decir, de los judíos que fueron esclavos en las ciudades del imperio (Hechos 6,9). Por lo que da a entender el discurso de Esteban, este grupo no tenía tanto respeto por el Templo como el grupo anterior (Hechos 7,47-50) y fue perseguido con el mismo pretexto que motivó la condenación de Jesús: la crítica al Templo (Hechos 6,13-14). Es muy extraño ver que la comunidad de los Siete, es perseguida, mientras que la de los Doce puede permanecer en Jerusalén. Como consecuencia de la persecución, el grupo de los Siete forma comunidades en Samaria, sin duda ajenas al judaísmo dominante en Jerusalén.

c)       La “revolución” de Pedro

        Según Hechos 10-11, el mismo Pedro, bajo inspiración divina, va a romper el tabú de la pureza en la alimentación y practicar la comunión de mesa con los no judíos, soldados y otros que eran muy frecuentes en la Palestina de aquel tiempo. Tal comunión de mesa era un logro fundamental para que el cristianismo pudiera abrirse a los paganos, sin barreras ni discriminaciones; pues todos los evangelistas, incluido Mateo, documentan abundantemente cómo Jesús superó las barreras religiosas y rituales del judaísmo farisaico y rabínico.

        Esta práctica de Pedro, ofrece probablemente una muestra de lo que sucedía en las comunidades mixtas. El “Concilio de Jerusalén”, en 48/49 dC, aparentemente provocado por la práctica similar a la de Pablo, girará exactamente sobre eso y establecerá reglas de convivencia para judeo-cristianos y gentil-cristianos en el seno de las comunidades mixtas.

d)       De la Iglesia de la Circuncisión a la Iglesia de todos

        El presente 3ª parte presenta algunas muestras para iluminar la “ruptura del cordón umbilical” que ataba la Iglesia al judaísmo. Ruptura del cordón umbilical en el sentido de emancipación, en relación a los elementos socio-culturales y religiosos del judaísmo, sin que esto signifique rechazo de las raíces judías. Hoy, más que nunca, descubrimos el valor de estas raíces. Y sería bueno que la herencia judeo-cristiana de la Iglesia de Jerusalén tuviese mayor peso entre nosotros. Existen hoy, en Israel, apenas cuatro pequeñas comunidades hebreas que pertenecen a la Iglesia católica. Los católicos latinos estamos acostumbrados a entender “católico” o universal, como sociedad mundial, “aldea global”, identificada con la cultura dominante. Sin embargo, las comunidades judeo-cristianas realizan la catolicidad, la universalidad, de otra manera: como pequeño resto, pueblo-testigo, luz de las naciones, al modo del Siervo del Señor.

        En el tema 10 se presenta un discurso y la práctica cristiana, dentro de un esquema mental judío: la carta de Santiago. En el tema 11, mostramos el tipo de evangelización realizada por Pablo en el mundo no-judío –el de los Gálatas – que ilustra las circunstancias del Concilio de Jerusalén. El concilio es presentado en el tema 12. En el tema 13 se muestra el inicio liberador de la evangelización paulina rumbo al mundo del imperio romano. Llama la atención el carácter preponderamente urbano de ese mundo.

B. INTRODUCCIÓN A LA CARTA DE SANTIAGO: FE Y OBRAS

                La carta de Santiago, a diferencia de las cartas de Pablo, no se dirige a una Iglesia específica, sino “a las doce tribus de la Dispersión”. Generalmente se piensa que se trata de las comunidades de cristianos que provienen del judaísmo y que se consideran judíos. Eso explica que el contenido sea tan judaico, que se llegó a dudar que se tratase de un escrito cristiano. Demoró en ser aceptada sin reservas en el canon de la Escritura. Si se suprime el nombre de Jesús en 1,1 y 2,1, nada queda de explícitamente cristiano. Pero, eso no quiere decir nada. Podríamos decir lo mismo del… ¡Sermón de la Montaña! Esto se explica por una razón bien simple: Jesús era judío, y judíos eran los primeros cristianos. Jesús no hablaba de sí ni de la Iglesia cristiana, sino de la vida conforme a la voluntad del Padre, en palabras sacadas de la tradición judaica.

                La carta de Santiago, aunque escrita en griego fluido y literalmente refinado, tiene un estilo judío. La discusión a partir de la Ley de Moisés, las exhortaciones morales, las expresiones figuradas, semejantes a las parábolas evangélicas, expresiones y circunlocuciones visiblemente traducidas del hebreo, muestran que con esta carta nos situamos en el ámbito de las iglesias de la Circuncisión, es decir, del judaísmo.

a)       El autor de la carta

        La carta circula bajo la autoridad de Santiago, el “hermano del Señor”. En el Nuevo Testamento son mencionados como mínimo, tres Santiagos:

-          Santiago el “Mayor”, hijo de Zebedeo, que pertenecía a los Doce (Marcos 3,17) e inclusive al núcleo de los tres más íntimos de Jesús (Marcos 5,37; 9,2; Hechos 1,13), martirizado el año 44 (Hechos 12,2).

-          Santiago el hijo de Alfeo, también de los Doce (Marcos 3,18).

-          Santiago el “Menor”, pariente de Jesús en Nazaret (de donde viene lo de “hermano del Señor”, (Santiago 1,1). El clan de Jesús inicialmente no creía en él (Cf. Marcos 3,20-21.31-35; 6,3-4; Juan 7,3-5), pero después de su muerte se adhirió a su movimiento; la presencia de la madre de Santiago el Menor junto a la cruz y junto al sepulcro vacío en la mañana de la resurrección registra los pasos de esta evolución (Marcos 15,40; 16,1). Este Santiago, testigo del Resucitado (1 Corintios 15,7) es mencionado por Pablo y por Lucas como uno de los jefes de la Iglesia de Jerusalén en los años 40-60, en Gálatas 1,19; 2,9.12 y Hechos 12,17; 15,13). Debe ser este Santiago el Menor la persona a la que se le atribuye esta carta. Otra carta es atribuida a otro miembro de la familia de Jesús, la carta de Judas, “hermano de Santiago” (Judas 1; Cf. Marcos 6,3).

        No se excluye que Santiago el Menor (3) sea Santiago el hijo de Alfeo (2). En este caso, habría pertenecido a los Doce. El Santiago al que se le atribuye la carta no es necesariamente quien la escribió. En aquel tiempo era costumbre atribuir un escrito a un personaje significativo para honrarlo y para exhibir el sello apostólico, garantizando su autoridad y su unión con la Iglesia de los orígenes (apostólico en el sentido amplio, no necesariamente refiriéndose a los Doce). El verdadero escritor prefería quedar anónimo, como sucede con nuestros artesanos y poetas populares.

        El que escribió la carta seguramente fue un judeo-cristiano, el cual, dado lo bien que escribe el griego, no parece que haya sido natural de Nazaret. Con todo, la atribución a “Santiago, hermano del Señor”, puede contener un indicio sobre la comunidad que está detrás de la carta. La iglesia de Jerusalén, o los Doce, representaba el grupo de los galileos que siguieron a Jesús, teniendo sus exponentes en Pedro, Juan y Santiago el Mayor. Ya el grupo de los Siete, cuyo nacimiento nos narra en Hechos 6-7, representa el judeo-helenismo, y encontramos a sus integrantes en las regiones helenizadas de Samaria y de Antioquía de Siria; es por intermedio de ellos que Pablo entra en contacto con la Iglesia. Más tarde, después de la dispersión de los Doce, Santiago el Menor se convirtió en el jefe de la Iglesia de Jerusalén. La carta de Santiago tendría sus raíces en la Iglesia Madre de los Doce. Las semejanzas con la tradición de los ‘logia’ de Jesús confirman eso.

b)       Las comunidades de tradición judeo-cristianas

        No solo por su rúbrica, sino también por su contenido, la carta de Santiago se revela de origen judeo-cristiano palestinense y, por eso mismo, de gran valor testimonial de la más primitiva cuna del movimiento cristiano. Su cristología es simple, pero fundamental: Jesús, es “Señor”, título que expresa la función divina, es “(Señor) de la gloria”, término que resume la realidad de la resurrección y entronización en el ‘cielo’, junto a Dios (1,1; 2,1). Por lo tanto, no se puede dudar de la legitimidad cristiana de la carta.

        Además de eso, Jesús es la clave de interpretación de la vida práctica, que los judíos resumen bajo el término de “Torá”, que acostumbramos traducir por “ley”, pero mejor se traduciría por “orientación” o “enseñanza”. Así, 2,1 dice que no es posible confesar la fe en “nuestro glorioso Señor Jesucristo y hacer diferencia entre personas”. Desarrolla un raciocinio típicamente judío sobre la práctica de la justicia y de la torá, práctica esa que se resume en el “mandamiento regio” de la caridad (2,8, Cf. Levítico 19,18; Marcos 12,28-34 y paralelos: Gálatas 5,13-24, etc.). En otros términos, la fe en Jesucristo es la clave de interpretación de la Torá y del modo de vivir. Esto es muy judaico. Si el espíritu griego se ocupa con la teoría, la ortodoxia, el espíritu judío se preocupa más de la ética, la ortopraxis, con tal que sea respetada la unicidad de Dios, en el sentido exactamente de su señorío, su autoridad práctica exclusiva sobre nuestra vida.

        La carta de Santiago es, en este sentido, un buen ejemplo de cristianismo práctico. No por casualidad son muy frecuentes las semejanzas con la tradición sinóptica, especialmente con el Sermón de la Montaña.

c)       División

        No se descubre un “plan” en el escrito de Santiago. Sigue típicamente el estilo homielético donde “una palabra empuja a la otra…” Eso puede ser un indicio de que su contexto vital sean las reuniones de la “sinagoga cristiana”. Sin embargo, para organizar un poco la lectura, se puede proporcionar la siguiente división:

a)       Destinatarios y saludo (1,1)

b)       Los temas relevantes: paciencia, oración, prueba, la fe práctica (1,2-27)

c)       Desarrollo sobre la práctica de la fe:

-          No hacer diferencia de personas (2,1-13)

-          La fe sin práctica está muerta (2,14-16)

d)       Advertencias

-          A quienes quieren ser maestros (3,1-14)

-          Contra la rivalidad (3,14-18)

-          Contra la codicia (4,1-10)

-          Contra la maledicencia (4,11-12)

-          Contra la ganancia (4,13-17)

-          Contra la injusticia de los ricos (5,1-6)

e)       Exhortaciones finales, retomando los temas iniciales (5,7-20)

d)       Clave de lectura: la fe práctica

a)       La carta de Santiago muestra así que se retoma la enseñanza del Maestro, bien próxima a los orígenes de la tradición cristiana, y dirigiéndose a las comunidades judeo-cristianas fuera de Tierra Santa (“las doce tribus en la Diáspora”: 1,1). Como las palabras de Jesús en los evangelios sinópticos, percibimos que Jesús no habló de sí mismo, sino de la voluntad del Padre y de su Reino, y de la “ley suprema” de la caridad. Santiago llega a identificar prácticamente la religiosidad con la caridad (1,27): “la religión pura y sin mancha a los ojos de Dios que es Padre, es: visitar a los huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse puro de la corrupción del mundo”.

b)       En este contexto entendemos el concepto original de la fe en la carta de Santiago. Original, por representar los orígenes, la adhesión operativa a la enseñanza práctica de Jesús. En este sentido, la fe no es, como muchas veces la concebimos, la aceptación de teorías y doctrinas o un sentimiento de entrega, sino un compromiso práctico.

c)       La fe de Abrahán, tema muy mencionado en las discusiones rabínicas, consiste para Santiago en el hecho de que Abrahán se dispuso a una obediencia práctica externa, al punto de ofrecer a su único hijo en sacrificio (Cf. Subsidio 10).

d)       Podemos considerar entonces la carta de Santiago como testimonio de un grupo muy significativo en la Iglesia de los orígenes, emparentado con Jesús en persona, y con la Iglesia-Madre de Jerusalén. Este testimonio mira a una situación nueva, en que la comunidad incluye ricos –judíos comerciantes y propietarios en las ciudades de la Diáspora– que no tienen el espíritu de la fe en Cristo, que es práctica. Hay también otros abusos en la comunidad, como por ejemplo, la tentación de querer ser maestro y abusar de la palabra.

e)       El cuadro general, visible sobre todo en el comienzo y en el final, está formado por la insistencia en la paciencia, de donde deducimos que ya habían pasado algunas décadas desde la muerte de Jesús y que la espera de su vuelta se estaba volviendo problemática (Cf. 1 Tesalonicenses). A esta inquietud, la carta responde con la seguridad de que la misericordia vence al juicio (2,23), o sea, que para quién práctica el amor misericordioso, poco le importa cuando llegará el día del juicio.



 Tema 10: COHERENCIA ENTRE FE Y VIDA.



“Te mostraré mi fe con mis hechos” (Santiago 2,18).

Mensaje

                ¡Muchas palabras, pocos hechos! La situación es conocida. Más concretamente: en nombre de nuestra fe, hablamos del Reino de Dios, de justicia, de paz y amor. Pero sabemos muy bien que, si no hiciéramos nada para que estas cosas sucedan, nuestras palabras no tendrían valor. Con las características propias de la época actual, hoy vivimos en constante contradicción entre la fe proclamada con palabras y la fe concretada en hechos y en verdad. Se nos exige autenticidad y coherencia. La opresión de los pobres por los ricos es cada vez más descarada. Llevan una vida de derroche sin ninguna preocupación por los pobres.

                Este fenómeno ya se daba en tiempos de Santiago. En la misma Vida Religiosa existen discriminaciones que contradicen lo que profesamos. En nuestra misma Iglesia se dan situaciones de injusticia y discriminación. El amor no es garantizado por nuestras hermosas palabras. Debe ser el resultado de la práctica coherente del compartir y la igualdad que son exigidos por la misma fe. Coherencia entre el escuchar, ver, creer, hablar y hacer.

                El texto escogido para hoy comienza con un ejemplo concreto, un “hecho de vida”, que nos hace comprender profundamente el asunto fundamental (vv. 15-16). Más adelante, lo refuerza con ejemplos sacados de la Escritura (vv. 21-25). La argumentación de Santiago está apoyada en dos personajes conocidos del Antiguo Testamento. Por el “hecho de vida” presentado, y también por el resto de la carta, notamos la presencia del pobre en la comunidad, al lado del rico. Existen discriminaciones y desigualdades evidentes (2,1-4.15-16; 5,1-6). Se observan ambigüedades e incoherencias de los cristianos en su vida. Santiago acaba el segundo capítulo con una conclusión: “En efecto, así como el cuerpo sin respiración está muerto, así también la fe sin obras, está muerta”.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Vivimos y sufrimos muchas incoherencias

             1.      ¿Cómo se manifiestan las desigualdades en nuestro país?

             2.      ¿Qué incoherencia notamos en nuestra Iglesia y nuestra pequeña comunidad?

Palabra de Dios. Santiago 2,14-26: La fe se demuestra por las obras.

             3.      ¿Cuáles son los personajes de que nos habla Santiago?

             4.      ¿De qué tipos de obras nos habla Santiago?

Hoy nosotros:

             5.      ¿Cuál es el mensaje que sacamos de toda nuestra reflexión?

             6.      Para ser coherente con una fe viva, ¿qué vamos a mejorar personalmente, en nuestra comunidad, nuestra Iglesia y la sociedad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Pedir perdón por las incoherencias, agradecer los avances con relación a la coherencia práctica delante de los tiempos y problemas actuales. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro abordaremos la Carta a los Gálatas. Para aprovechar mejor, vamos a leer anticipadamente Gálatas 5,1-26 y la introducción a la carta. Texto de apoyo: Juan 8,31-36.

-          Distribuir las tareas para el próximo encuentro. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 10: La fe de Abrahán

A. ABRAHÁN ES EL“PADRE DE LA FE” DE LAS COMUNIDADES

                               Al igual que para todas las corrientes dentro del judaísmo, para los seguidores y seguidoras de Jesús en las primeras comunidades, Abrahán también era considerado el “padre de la fe”. Por fin, en las comunidades, se estaba cumpliendo las promesas hechas a Abrahán (Gálatas 3,16; Romanos 4,13): Los que entraban en las comunidades se transformaban en hermanos en la fe, la misma fe de Abrahán (Romanos 9,6-8). Las comunidades consideraban a Abrahán como padre de todos los fieles (Cf. Mateo 8,11; Lucas 19,9; Romanos 4,1.11; Gálatas 3,7.29). Era el modelo de todos los creyentes (Gálatas 3,6-29; Romanos 4,1-25; Santiago 2,21-23).

                Profundicemos cómo consideraban las comunidades esta fe de Abrahán. ‘Fe’ aquí no tiene el sentido normal de una mera aceptación de doctrinas o enseñanzas. Fe es un sí vital y definitivo al llamado, a la invitación hecha por Dios a la novedad de una vida diferente. Al escuchar la voz de Dios, Abrahán dejó todo, salió de su tierra y se puso en camino (Génesis 12,4-5), teniendo como única certidumbre la palabra que Dios le dirigió. Y cuando Dios le promete un descendiente, contra toda probabilidad, Abrahán confía en esta promesa, cree y por eso es considerado justo por Dios (Génesis 15,6). Este episodio, con todo, no es el calmen de un proceso de crecimiento en la fe. Conforme a Santiago 2,21 y Hebreos 11,17, esta fe solo alcanza su plenitud cuando Abrahán se pone en camino para ofrecer a Isaac, su único e inesperado hijo, la garantía de la promesa, para cumplir la voluntad de Dios. La Carta a los Hebreos expresa el fundamento de tal fe con esta frase que solamente puede surgir de un corazón profundamente cristiano: “Aún a un muerto, Dios puede resucitar” (Hebreos 11,19).

                Así, recorriendo los escritos del Nuevo Testamento, percibimos que las comunidades miraban la fe de Abrahán dentro de un proceso, en el que la misma comunidad leía los pasos que ella misma tuvo que dar. En este proceso observamos los siguientes paso: 1) tener plena confianza en la palabra de Dios. 2) obrar obediente, que ejecuta el llamado percibido. Para las comunidades, la fe de Abrahán es el obrar confiando y obediente a Dios en la vida diaria.

                La fe de Abrahán es una fe que obra. En la carta de Santiago la fe se presenta como el sujeto de las frases, y las obras como el complemento. Eso nos indica que solamente por medio de las obras se revela lo que tenemos en nuestros corazones y en nuestras convicciones. Es esto lo que se llama la “práctica de la fe”. Es algo mucho mayor que los meros ejercicios de piedad u otras prácticas religiosas, que estamos acostumbrados a observar. Aquí los cristianos beben de una tradición que se origina en la crisis del Exilio.

B. LA ROCA DE DONDE FUERON TALLADOS

                En el 597 antes de Cristo, sucedió la primera gran deportación para Babilonia. Diez años después, en el 587, fue la destrucción total de Jerusalén, de la Monarquía, del Templo. Un mes después de aquel mismo año, sucedió la segunda deportación. El pueblo estaba de vuelta en el lugar de donde Abrahán y Sara, más de mil años antes, habían salido en busca de la tierra, del pueblo y de la bendición (Génesis 12). Ahora, con todo, la tierra estaba destruida, el pueblo desintegrado, la bendición perdida. Todo aquello que ellos habían iniciado con tanta esperanza como respuesta a la promesa de Dios, había fracasado por falla humana. Habían retrocedido al punto de partida.

                Durante siglos, los profetas habían luchado por llevar al pueblo a un compromiso mayor. Le habían colocado en su delante a escoger entre el bien o el mal, entre la vida y la muerte (Deuteronomio 30,15). Observando la Ley, eligieron la vida y no observándola, la muerte (Deuteronomio 30,16-20). Poco o nada adelantó. El exilio era la prueba de que se habían dejado envolver por la muerte. Quien asume la Alianza como norma de su vida y, enseguida la traiciona, por ella será condenado y recibirá el castigo que la Ley establece. Fue lo que sucedió. De acuerdo con la lógica de la Ley, el exilio significaba el fin. No había otra salida. Así pensaba mucha gente (Isaías 40,27; 49,14).

                Pero junto a la Ley, estaba el llamado, la promesa. La gratuidad de la promesa hecha a Abrahán ayudó a los profetas del exilio a superar la lógica de la Ley y encontrar una salida que diese esperanza al pueblo. De vuelta en la tierra de Abrahán, descubren que el llamado ahora se dirige a ellos. Ahora son ellos quienes reciben de Dios la misma promesa de tierra, de pueblo y de bendición. El pueblo se reconoce en Abrahán y encuentra en él la fuente de su identidad: “Nosotros somos Abrahán”. Esta experiencia de la gratuidad del llamado de Dios los desafía y los despierta. Y así, en lo más profundo del pozo del exilio renace la fe de Abrahán. Isaías convoca a los exiliados:

                “Óiganme todos los que quieren vivir con rectitud y me buscan –dice el Señor–. Miren la roca de donde fueron cortados, la cantera de donde fueron sacados: miren a Abrahán, su padre, y a Sara, que les dio la vida. Cuando yo lo llamé era uno solo. Pero le bendije y le di muchos descendientes” (Isaías 51,1-2).

                Estimulados por este redescubrimiento de su identidad y misión, por este deseo de revivir la fe de Abrahán, desentierran y organizan las tradiciones antiguas sobre Abrahán y Sara, poco recordadas por los profetas anteriores al exilio. Como en un gran espejo, contemplan ahí el modelo que ahora debe animar y orientar sus vidas. En la frase divina que introduce el conjunto de estas tradiciones, se resume todo un desafío de la fe redescubierta: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nombre, que será una bendición” (Génesis 12,1-2). El pueblo exiliado reinicia el camino y vuelve a su tierra, apoyado no en la certidumbre de la observancia, sino en la promesa de Dios que los atrae.

                Con todo, en la medida en que prevalece la línea de Nehemías y de Esdras, reaparece la tendencia de colocar la seguridad no en aquello que Dios hizo por nosotros, sino en aquello que nosotros hacemos por Dios. El acento cae nuevamente en la observancia de la Ley. Más o menos en el año 200 aC., el Eclesiástico resume el mensaje de Abrahán: “Abrahán cumplió la ley del Altísimo e hizo alianza con El; en su carne selló esta alianza y en la prueba se mostró fiel. Por eso Dios le prometió con juramento bendecir a las naciones” (Eclesiástico 44,20-21). Aquí, se presenta a la promesa como recompensa de la observancia de la Ley. Estas dos tendencias recorren toda la Biblia y reaparecen en el Nuevo Testamento. Unos, animados por la gratuidad de la promesa, privilegian la fe viva. Otros, deseosos de garantizar la promesa, insisten en la observancia de la Ley.

C. SANTIAGO Y PABLO ¿FE U OBRAS?

                En Gálatas 3,6-14 y en Romanos 4,1-25, Pablo desarrolla su pensamiento respecto a la justificación de Abrahán. Partiendo de Génesis 15,6, argumenta que Abrahán fue considerado justo por Dios por causa de su fe y no por causa de las obras de la Ley, ya que Abrahán era anterior a Moisés y por lo tanto aún no existía la Ley. Pablo desarrolla este pensamiento, debido a las enseñanzas de los fariseos que consideraban a Abrahán un fiel servidor de la Ley, aunque la Ley llegó después, por intermedio de Moisés. Los fariseos no estaban preocupados por la fe de Abrahán, sino por la observancia de la Ley.

                Ahora bien, la preocupación en estos textos paulinos no es la misma que encontramos en Santiago o en Hebreos. Pablo quiere librar a los seguidores y seguidoras de Jesús de observar el sistema de la Ley de Moisés. Pablo explica así: si la Ley de Moisés que llegó mucho tiempo después de Abrahán, y sin embargo este fue considerado justo de parte de Dios, eso significaría que Abrahán fue justificado únicamente por la fe y no por la observancia de los preceptos legales. Para Pablo, la Ley no era lo fundamental. La Ley servía más para condenar que para salvar. Lo que salva es la vida, la práctica, la entrada en la muerte y la resurrección de Jesús. En este proceso se asume la fe en Jesucristo. Por eso Pablo enseña que Abrahán fue fundamentalmente justificado por la fe (Gálatas 3,6-7; Romanos 4,3).

                Existía otro punto muy importante en la figura de Abrahán que ayudaba mucho a la práctica pastoral de Pablo. Anunciaba su evangelio a los gentiles (Cf. Romanos 1,16-17). Para vencer las resistencias de los judeo-cristianos más tradicionales, Pablo recuerda que Abrahán, antes de ser llamado por Dios era también un pagano (Romanos 4,10-12; Cf. Josué 24,2-3). Ahora bien, Dios llamó a Abrahán para ser el padre del pueblo elegido en un gesto de pura gratuidad, cuando era aún incircunciso. De esta forma, ahora Dios está llamando a los paganos para formar parte de este mismo pueblo en la fe en Jesucristo. Por eso todos los paganos ahora se convierten en miembros del pueblo de Dios, hijos de Abrahán en la fe. Y esto no significa un gesto de ruptura con el pueblo elegido, sino que debe ser considerado como un gesto de amor de parte de Dios (Romanos 11).

                Entonces, ¿quién tiene la razón? ¿Pablo, que sitúa la justificación de Abrahán en la fe? ¿O Santiago que la sitúa en la práctica de obras producidas por la fe? Como lo vamos a ver, no hay oposición, sino 2 aplicaciones distintas de un mismo mensaje.

-          Primero debemos tener bien claro lo que se pretende decir con “justificación”. En su etimología significa “estar bien con Dios”, ser considerado por Dios como su amigo y en comunión con El. Tanto para Pablo como para Santiago esta amistad con Dios se basa en el crédito y en la adhesión que damos a su palabra y a sus promesas.

-          Pablo, por su parte, se preocupa por el problema de cómo todos, paganos y judíos, llegan a esta amistad con Dios. El dice: “No por la observancia irreprensible de la Ley de Moisés, sino por la fe en la palabra de Dios que se cumple en Jesús”, llegamos a la plenitud de nuestra amistad con Dios.

-          En cambio, Santiago y la Carta a los Hebreos se preocupan de los que ya están en la comunidad y dicen: “La fe de Abrahán es la práctica, ella se comprueba en aquello que hacemos”. Por otra parte, el mismo Pablo tiene el mismo pensamiento en Gálatas 5,6: “Lo que sí vale es tener fe y que esta fe nos haga vivir con amor”.



 INTRODUCCIÓN A LA CARTA A LOS GÁLATAS: ‘LEY Y GRACIA’.



                Pablo escribió la Carta a los Gálatas durante el tercer viaje misionero, en el que nuevamente visitó a las iglesias fundadas durante su segundo viaje al Asia Menor (Turquía) y Europa (Grecia). Tal vez la haya escrito en el invierno del 57-58, en la época en que escribió, desde Corinto, la Carta a los Romanos, que parece exponer en forma más sistemática y menos pasional las mismas ideas que en Gálatas.

                Pablo visitó la Galacia, en el interior del Asia Menor, durante el segundo viaje (año 50-52) y en el comienzo del tercero (alrededor del año 54). La primera visita se produjo por casualidad. La intensidad de su acogida se expresa en Gálatas 4,15: “hasta se habrían sacado los ojos para dármelos a mí”. Muy significativo, sobre todo si pensamos que la dolencia de Pablo mencionada en 4,13 fuese de la vista.

A. LOS GÁLATAS

                Los Gálatas son un pueblo desubicado del mapa. Su hábitat estaba en Europa occidental, en Galia (hoy Francia), Galicia (España/Portu“gal”) y Gales (Gran Bretaña). En el siglo 3 aC, parte de ellos fueron atraídos como mercenarios al Asia Menor, la actual Turquía. Allí se quedaron, desarraigados, hablando su lengua “bárbara”, como decían los griegos que dominaban la región.

B. EL PROBLEMA

                En el corto lapso de tiempo transcurrido entre la segunda visita y la carta, la iglesia de los Gálatas, según Pablo, “involucionó”. Los Gálatas deben haber recibido la visita de propagandistas judíos tal vez hasta de judío-cristianos insuficientemente conscientes de la novedad cristiana. Estos seducían a los Gálatas mediante la propaganda por la circuncisión, aunque según 5,3 y 6,13, no observan la Ley integralmente; al final, es más fácil dejarse circuncidar y observar ayunos y fiestas, que observar la Ley en todos los momentos

                Lo que Pablo no acepta, es que alguien propague otro evangelio fuera del que él anuncia, el Evangelio de Cristo. Para quien se adhirió a Cristo, éste es el único camino de salvación, abierto a todos, en cualquier cultura. Pablo, que se hace judío con los judíos, y gentil con los gentiles (Cf. 1 Corintios 9,20-21), no admite que se obligue a los gentiles a hacerse judíos para recibir la salvación que viene de Dios. En Cristo, no existe esa cuestión de ser o no judío. Es una u otra cosa: o la salvación se da por Cristo, para todos, prescindiendo de la Ley, o se da a través de la Ley para los que se le someten. En este último caso, Cristo sería superfluo.

                Si los cristianos de Galacia fuesen de tradición judaica, su “tentación” de adoptar la Ley sería bastante comprensible: el apego afectivo a su tradición es una cuestión cultural. Pero siendo gentiles, que nada tenían que ver con las costumbres judías, el hecho de adoptar la circuncisión y otras obligaciones del judaísmo, era particularmente chocante. Es como si fuese un regreso a la idolatría de su pasado pagano: volver a cosas meramente humanas, en detrimento de la libertad ofrecida por Dios en Cristo (4,8-11). Era como si esquimales que hoy reciben el Evangelio, mañana se esforzasen por aprender el latín o el canto gregoriano, pensando que en estas hermosas tradiciones de la cristiandad occidental, se encuentra la salvación…

                ¿Cómo se explica ese retroceso de los Gálatas? Puede ser que esos Gálatas desarraigados, después de ser liberados por Pablo de su paganismo, se impresionaran con la riqueza de la tradición judaica que los judaizantes les hicieron conocer. En cierto modo, los hermosos ritos del judaísmo eran más acogedores que el despojado mensaje cristiano, “escándalo para los judíos y locura para los gentiles” (1 Corintios 1,23). Pero la razón que se transparenta del texto puede ser aún más profunda: los Gálatas sentían necesidad de una religión que les diese “trabajo”, ritos y observancias, que fuese más misteriosos que lo que el simple cristianismo que giraba alrededor del amor. Tal vez sintiesen la necesidad de “hacer algo para Dios…” mientras que El solo desea que amemos a nuestros hermanos (Gálatas 5,14).

                Es difícil dejarse salvar gratuitamente. Dios no está obligando a nadie, y nadie sería capaz de pagar la salvación que El ofrece en Jesucristo. Los Gálatas fueron llamados de gracia (1,6.15; Cf. 5,4). Eso no se paga. Eso se recibe, adhiriendo a la palabra de Jesús, que irrumpe en la vida de Pablo. Y esta palabra es la palabra del amor, que estamos llamados a practicar, no por obligación, sino libremente, como hijos herederos en el sentido en que Israel fue una vez heredero del patrimonio otorgado por Dios.

C. CONTENIDO Y DIVISIÓN

Introducción: 1,1-5 destinatario, ya anunciando los dos temas de la primera parte: la misión de Pablo (versículos 1-2) y su evangelio (versículo 3-4).

Primera parte: 1,6-2,21

  1. 1,6-10:                    Situación. El único evangelio predicado por Pablo fue tergiversado.
  2. 1,11-2,10:               La misión de Pablo.

-          1,11-24:                  Pablo recibió de Cristo resucitado la misión de anunciar el Evangelio.

-          2,1-10:                    La salvación es concedida a todos, gratuitamente; los paganos no deben ser sometidos a la circuncisión, como reconocieron Pedro y la iglesia de Jerusalén.

  1. 2,11-21:  El evangelio de Pablo, ilustrado por un hecho de vida: Pedro se dejó doblegar por los mismos judaizantes que presionan también a los Gálatas. Pablo mantiene “su presentación del evangelio”: la salvación gratuita acogida por la fe; es necesario optar entre la fe y la “Ley”.

Segunda parte: 3,1-6,18

1.     Introducción. 3,1-5: Delante de Cristo crucificado, Pablo censura a los Gálatas por volver a categorías humanas superadas (la ‘carne’).

2.     El régimen de la fe y de la Ley. 3,6-4,7: Vistos en la historia de la salvación.

-          3,6-14:    La promesa hecha a Abrahán concierne a Cristo; la salvación prometida, se realiza por el don del Espíritu.

-          3,15-29:  La Ley no es condición para recibir este don, sino instrumento de educación para mostrar el pecado; adhiriendo a Jesús se permanece libre en el Hijo de Dios.

-          4,1-7:      “En Cristo” se da el paso de la esclavitud del mundo a la libertad de los hijos de Dios, por el don del Espíritu.

-          4,8-6,10: Exhortación: no volver a la esclavitud; la libertad cristiana.

-          4,8-20:    Pablo angustiado, porque intentan esclavizar a aquellos a quienes el Evangelio liberó.

-          4,21-31:  Ser libre, “hijo de Abrahán” no según la carne (circuncisión) sino según el Espíritu.

-          5,1-12:    La nueva vida en Cristo, en la fe y en la caridad.

-          5,13-25: Oposición radical entre la “carne” y el Espíritu.

-          5,26-6,10: El Espíritu libera del juramento, volviendo fiel a la Ley de Cristo.

Conclusión: 6,11-18.

D. CLAVE DE LECTURA

                La carta a los Gálatas es rica en temas fundamentales para la comprensión de la vida cristiana: libertad cristiana, fe, “carne” y “espíritu”, tradición (Antiguo Testamento) y novedad cristiana, igualdad en Cristo, frutos del Espíritu, etc.

                En lugar de un puñado de claves de lectura, tomamos la clave maestra, que sirve para todo el conjunto; la irreducible unicidad de la salvación en Cristo, ofrecida gratuitamente por Dios libertándonos de cualquier otro compromiso. Dios entró en la vida de Pablo sin ningún mérito de su parte, por el contrario, ya que Pablo era perseguidor de Cristo. Por eso Pablo no consideraba al judaísmo como camino de salvación. Por otro lado, Jesús fue víctima de la Ley (3,12-13).



D. ACTUALIZACIÓN

                Al hablar de los judaizantes de Galacia, pensamos también hoy en los que tratan de comprar la felicidad y la seguridad aumentando las prácticas religiosas, tradicionales o nuevas. Pero Dios no se deja comprar. La gran Tradición, que se expresó en el Concilio Vaticano 2º, es la de la gracia y la gratuidad, de la fe que es confianza, de la apertura al mundo, de la Ley que se cumple en el amor.

                Pero aún existe otra manera de faltar a la gracia, la de poner su confianza en elementos puramente humanos. En nuestra vida cristiana, el compromiso exclusivo de la lucha por la justicia puede darnos la sensación de que estamos salvando al mundo, de ser nosotros los constructores del Reino de Dios, los libertadores de la humanidad. Corremos el riesgo de olvidar la gratuidad. Ahora bien, los que de verdad se esfuerzan por la justicia como exigencia del amor, no son personas arrogantes, impositivas y autosuficientes. Se reconocen como “alcanzadas por Cristo” (Filemón 3,12), humildes, capaces de recibir y de escuchar, capaces de gracia y de gratuidad.

                La libertad fundamental no es aquella que conquistamos sino aquella que recibimos de Cristo. Es en nombre de esta libertad recibida que luchamos por su encarnación en las estructuras y en las prácticas de nuestra sociedad. Queremos liberación porque ya hemos sido liberados. “Es para la libertad que Cristo nos liberó” (Gálatas 5,1).



 Tema 11: LA LIBERTAD EN CRISTO: LIBRES PARA HACER EL BIEN.



 “Nada me impusieron… solamente que nos recordáramos de los pobres” (Gálatas 2,6.10).

Mensaje

                Un impresionante testimonio de libertad humana nos dio el pianista Rubinstein, cuando tenía “noventa y tantos” años, declaró que en su vida nunca había hecho nada contra su voluntad contrariado. Era un hombre libre.

                Nunca se habló tanto de libertad como actualmente. Esta presente: en la propaganda de cigarrillos, pantalones, gaseosas… “Free” (libre). En la teología (de la liberación). En la política (neoliberalismo). Libertad aparece como una palabra mágica. Por otro lado, no faltan casas religiosas en que no se tiene ni siquiera la libertad de hacer el bien, y eso, no por interferencia de los superiores, sino por el propio conformismo y desconfianza de los/las que ahí conviven.

                Toda la carta revela un gran conflicto. Pablo anunció el Evangelio, la liberación de la antigua esclavitud de los cultos y supersticiones del paganismo, con todo lo que significan de conformismo, de miedo y de sujeción. Por otro lado, surgieron los “judaizantes” diciendo que se está bien con Dios cuando se practica la circuncisión y algunas leyes judaicas. En medio de todo eso, Pablo reclama la libertad de los hijos de Dios, que orientan su vida por la fe exclusivamente, en Jesús y en su Padre y por la práctica de la caridad, que es el fruto de esta fe.

                Para los judaizantes y para los Gálatas que se dejan tentar por el “sistema” de ellos, ser “salvo” o “libre” consistía en observar la Ley hasta en los mínimos detalles. Eso daría una garantía de estar bien con Dios: “Así quiere el patrón…” Pablo dice que la salvación-liberación consiste en la fe/adhesión a Cristo y en sus consecuencias prácticas, la caridad y los frutos del Espíritu. Vamos a sacar de ello un mensaje para nosotros hoy.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

  1. ¿Cómo se vive hoy la libertad, tanto negativa como positivamente?
  2. ¿De qué nos sentimos esclavos nosotros?

Palabra de Dios. Gálatas 5,1-26: La libertad según San Pablo

  1. Según esta lectura, ¿qué es lo que aprisionaba a los Gálatas?
  2. ¿En qué frases aparecen más claramente los mensajes que nos quiere comunicar San Pablo?

Hoy nosotros: Una libertad con responsabilidad

  1. ¿Cómo aplicamos esta lectura a nuestra realidad?
  2. ¿Cómo nos vamos a ayudar para liberarnos de lo que más nos esclaviza?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Demos gracias por las señales de verdadera libertad. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          Leer los textos de Hechos 15 y Gálatas 2,1-14, sobre el “Concilio de los Apóstoles”. Textos de apoyo: Hechos 10. Investigar algo sobre lo que nos dejó el Concilio Vaticano 2º.

-          Repartirnos las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 11: “Para ser libres, nos ha liberado Cristo” (Gálatas 5,1)

A. “Y EN TUS FRUTOS COSECHARÉ LIBERTAD”

                La carta a los Gálatas a veces es llamada el manifiesto de la libertad cristiana. Conviene entender bien esta denominación. Como expusimos en la introducción a la carta, el problema es la tentación de los Gálatas de seguir las prácticas de la Ley judía. A los ojos de los de fuera, la predicación de Pablo se presentaba como una variante del judaísmo. Los adversarios de Pablo representarían a los ojos de los impresionables Gálatas, el “judaísmo legítimo”, con circuncisión y todo, mientras Pablo pasaría por ser un judío extravagante que predicaba un judaísmo diluido… Tal vez por eso Pablo observe que los propios opositores no cumplen la Ley (5,3; 6,13).

                No se sabe si esos opositores de Pablo eran cristianos “judaizantes” o simplemente judíos en busca de prosélitos (paganos que se convierten al judaísmo). Sea como fuera, a la tentación de adoptar un judaísmo más completo, Pablo opone su evangelio, que es el Evangelio de la salvación por la fe en Jesucristo, y no por las obras de la Ley judía. Ahora conviene definir mejor estos conceptos: fe y libertad.

B. LA FE

                Fe no es la aceptación intelectual de verdades, decir “amén” a las fórmulas del catecismo, sino significa, en primera lugar, adhesión personal y fiel a la persona de Jesús. Si Pablo predica la salvación por la fe, eso no quiere decir un cristianismo que se contente con repetir la profesión de fe, sino un cristianismo práctico, en el que el fiel muestra por la práctica que él adhiere al modo de vida que Jesús le mostró. Esa adhesión práctica, seguimiento a Jesús, es posible porque el Espíritu de Jesús está en el corazón de aquel que a El se adhiere (Gálatas 4,6) y produce sus frutos (5,22-23a).

                Por otro lado, si Pablo dice que las “obras” no salvan, esto no quiere decir que él rechaza la praxis ética, pues la fe “actúa por la caridad” (Gálatas 5,6). El rechaza, sí a las observancias específicamente religiosas o confesionales del judaísmo “ortodoxo” (circuncisión, etc.) a las que se les diera la capacidad salvífica. Eso, basado en dos intuiciones. La primera respecto a su propia historia: él se encontró, en el camino de Damasco, con Cristo resucitado, el Señor vencedor. La segunda intuición viene a completar la primera, este Cristo vencedor fue condenado en base a la Ley de Moisés (Gálatas 3,13; Cf. Deuteronomio 21,23). Por lo tanto, esa Ley está superada, aunque haya servido como “educador” (Gálatas 3,24), para mostrar la necesidad de la salvación.

                La Ley (de Moisés) es entendida por Pablo no como un código de mandamientos éticos, sino como un sistema, hoy diríamos una ideología, que engloba toda la vida. Este sistema ya no sirve, según juzga Pablo. Es esclarecedor ver que Santiago usa ese concepto complexivo de la Ley en el sentido propuesto por Pablo. Santiago, hablando a una comunidad de judeo-cristianos, resalta la coherencia ética de la Ley. Por ejemplo, quien observa el mandamiento relativo al orden matrimonial – ¿y quién se atrevería a infringirlo en aquel ambiente super rígido?– debe también observar el mandamiento “supremo” que es el de la caridad (Santiago 2,8-13). Asumir conscientemente esa coherencia “en Cristo” (Santiago 2,1) nos hace aptos a ser juzgados conforme a la “ley de la libertad” (Santiago 2,12; Cf. 1,25). Pablo, por otra parte, preconiza el mismo mandamiento de la caridad, pero como resumen y sustitutivo de la Ley (Gálatas 5,13). Son dos maneras diferentes de explicar la enseñanza de Jesús sobre el amor como supremo mandamiento que resume toda la Ley (Cf. también Romanos 13,9; Marcos 12,28-34; Mateo 22,34-40; Lucas 10,25-28).



C. LA LIBERTAD

                Para Santiago, la Ley observada coherentemente y “en Cristo”, es una ley de libertad (Santiago 1,25; 2,12); Pablo opone la libertad a la Ley, considerada como sistema de salvación en sí misma (Gálatas 4,21-31). ¿Cuál es esa libertad que según Santiago se encarna en la Ley y según Pablo está libre de ella?

                La solución tal vez nos venga de un tercer teólogo de la joven Iglesia: Juan nos dice que “la verdad nos hace libres” (Juan 8,32). La verdad en Juan, es la adhesión a Dios que se revela en Jesucristo, o también, la fidelidad, la lealtad práctica (Cf. Juan 3,21; 1 Juan 1,6). Esa adhesión y práctica –no muy diferente de la “fe que actúa en la caridad” de Gálatas 5,6 – que nos hace libres: asemejándonos al hijo que, en comunión con el padre, dispone de la casa y por derecho permanece en ella, en oposición al esclavo, que puede ser despedido, vendido, etc. Pablo explica con imágenes semejantes en Gálatas 4,21-30, que ser libre es ser hijo de mujer libre, que es la comunidad de la Nueva Alianza.

                La libertad, en estos textos, no es la libertad “negativa” de nuestro mundo moderno, la ausencia de obligaciones y eventualmente de responsabilidad; no es la mera “libertad de”. Es la “libertad para”, la libertad de quien tiene derecho y por lo tanto responsabilidad sobre la casa y el patrimonio. Pues la casa y el patrimonio son de Dios y de la comunidad. Libertad entonces es sinónimo de responsabilidad, fraternidad, ciudadanía cristiana. En este sentido, la expresión “ley de libertad” de Santiago significa la regla de conducta de esta ciudadanía. Santiago presenta la coherencia de las normas éticas que los judeo-cristianos heredan de sus padres, reinterpretadas “en Cristo”, como instrumento garantizado para ejercer la ciudadanía del Reino; por eso, la ley de la caridad es “ley suprema” (Santiago 2,8).

                Pablo niega que la Ley como sistema farisaico pueda garantizar tal ciudadanía. En este sentido, no produce libertad o salvación de la esclavitud. Pablo propone el mandamiento del amor como norma general para la “fe que actúa en la caridad” (Gálatas 5,6.13), haciendo que ella produzca los “frutos del Espíritu” de Cristo en nosotros (5,22-23), opuestos al egoísmo humano (= carne). En la carta a los Romanos, él resume su visión en esta paradoja: “La Ley del Espíritu de vida te ha liberado de la Ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8,2).

D. LIBRES PARA SERVIR

                En la Biblia, libertad es ante todo libertad “para” – aunque la libertad “de” sea necesaria para que exista la libertad “para”. Es una libertad que abre a la comunidad. No es individualista y solitaria, sino solidaria. Es ser miembro del pueblo, de la casa, y no esclavo, como fueron los israelitas en Egipto. Liberación significa ser rescatado de la esclavitud y transformarse en pueblo fraternal.

                La libertad cristiana es, por lo tanto, para Pablo como para Santiago y Juan, mucho más que quedar libre de la Ley de Moisés. Ciertamente, para los tres, la Ley de Moisés tiene un valor relativo, como norma de comportamiento ético. Pablo, con todo, le niega valor como sistema de salvación, porque deja a quienes la practican tan esclavos como a los israelitas en Egipto. Un judeo-cristiano practicante, como Santiago, difícilmente diría tal cosa, aunque critiquen a los que confían en una observancia formalista de la Ley de Moisés. Ahora bien, lo importante, tanto para Pablo como para Santiago y Juan, es la libertad positiva, no como individualismo o veleidad arbitraria, sino como ejercicio responsable de la ciudadanía del Reino de Dios por quien podemos decir: “el Reino es nuestro…” Y este Reino tiene su Ley suprema: la caridad (Santiago 2,8).

                La plenitud de esta visión se expresa en las palabras de Jesús en su despedida, cuando El deja a los suyos la misión de fructificar en el amor (Juan 15,16). Es el fruto del Espíritu que crece en nuestra libertad cristiana, según Pablo (Gálatas 5,22-23). Y esta libertad, en Juan, tiene el nombre de amistad: “Ya no los llamaré siervos, sino amigos” (Juan 15,15).



 Tema 12: EL CONCILIO DE JERUSALÉN.



‘Nada me impusieron, solamente que nos recordáramos de los pobres’.

Mensaje

                El Concilio Vaticano 2º, por sus documentos, pero sobre todo por el procedimiento audaz de Juan 23, Pablo 6º y los obispos como Helder Cámara y otros, trató de “abrir las ventanas de la Iglesia al mundo”. De modo semejante, las reuniones de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992) realizados como consecuencia del Concilio, apuntaron en la misma dirección. La Iglesia latinoamericana tradujo esta apertura en la opción por los pobres como sujeto eclesial, después de largos siglos en que, en la mejor hipótesis, ellos fueron tan solo objetos de beneficencia.

                El Papa Juan Pablo 2º confirmó el llamado de Juan 23 para que ‘seamos verdaderamente Iglesia de los Pobres’ (El trabajo humano 8). El periodo post-conciliar hizo más palpable el Reino de Dios para el pueblo, más concreto, más próximo. Pero continúa habiendo divisiones, discriminaciones, exclusiones dentro y fuera de la Iglesia. Todavía muchas cosas dificultaban el camino de la Palabra y la acción del Espíritu: clero y religiosos separados del pueblo, liturgia inaccesible, derecho anticuado, estrechez intelectual, elitismo, Iglesia-poder, cristiandad constantiniana, distancia y aún enemistad con relación a los cristianos no católicos.

                En Antioquia de Siria surgió el problema de la misión de Pablo y Bernabé, de parte de la gente de Judea, cuya capital era Jerusalén. Se decidió enviar a Pablo y Bernabé a Jerusalén para discutir el problema (Hechos 15,1-4). Esta discusión, el “concilio de los apóstoles en Jerusalén”, constituye la parte central, el relleno del sánduche (15,5-29). Al final Pablo y Bernabé vuelven a Antioquía, donde continúan su misión, ahora respaldados por la decisión de Jerusalén. En la parte central, tres “instancias” se manifiestan respecto a la práctica de Pablo y Bernabé (identificadas en los vv. 7,13 y 22 respectivamente). Habiendo identificado los pronunciamientos de Pedro y Santiago, debemos descubrir a qué situación de las comunidades de entonces ellas se aplican. El hecho es que en el ámbito de las comunidades cristianas hay también sinagogas judías, donde se enseñan las leyes de la pureza. Pedro dirige una crítica a cierta tendencia (v. 10), Santiago, por otro lado, quiere preservar algo que él encuentra importante (vv. 20-21). Debemos descubrir cuál es el razonamiento profundo en virtud del cual Pedro se opone a los que levantan problemas contra la práctica apostólica de Pablo y Bernabé. Ya el argumento de Santiago, bajo otro ángulo, viene a completar el de Pedro.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.         ¿Qué cambios positivos se hicieron en nuestra Iglesia después del Concilio?

2.         ¿Qué obstáculos detienen actualmente el crecimiento de la Iglesia de los pobres?

Palabra de Dios. Hechos 15,1-35: El primer concilio de la Iglesia de Jesús

3.         ¿Cómo podríamos resumir los argumentos de Pedro y los de Santiago?

4.         ¿A qué conclusiones llegó el Concilio de Jerusalén?

Hoy nosotros: Confirmar las orientaciones del Concilio Vaticano 2º

5.         ¿Qué nos enseñan hoy la práctica y las orientaciones del Concilio de Jerusalén?

6.         ¿Cómo vamos a seguir haciendo realidad las grandes orientaciones del Concilio Vaticano 2º?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar por una Iglesia latinoamericana. Salmo 133. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          Preparar Hechos 16,4-40 y Filemón 4,10-19.

-          Repartirse las tareas de la próxima reunión. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 12: El primer Concilio ecuménico

                El encuentro de los apóstoles en Jerusalén, Hechos 15,1-35, a veces es llamado el Concilio de los apóstoles o el primer concilio ecuménico. En Gálatas 2, tenemos, por así decir, el relato vivo, escrito por el principal implicado, que es Pablo lo que es una ventaja, pero también trae el riesgo de cierto subjetivismo.

A. EL EVANGELIO DE PABLO EN MEDIO DE LOS GÁLATAS

                Como vimos en el encuentro anterior, la carta a los Gálatas es un escrito circunstancial, provocado por la dificultad de poner en práctica la libertad cristiana en relación a los mandamientos rituales de la Ley de Moisés. Los Gálatas, que eran de origen pagano, influenciados por judaizantes no identificados, querían asumir las prácticas rituales de la Ley de Moisés. Ahora bien, eso era una negación de la práctica misionera de Pablo, que admite en la comunidad nuevos miembros sin exigir observancias rituales de este tipo, especialmente la circuncisión, símbolo de sumisión a la Ley judía. Pablo no quería que las generosas comunidades de la diáspora excluyesen a alguien por no ser judío según la sangre o al menos por la circuncisión.

                En Gálatas 1, Pablo expresa su decepción con los Gálatas que, habiendo sido encaminados del modo “paulino”, de repente se entregan a las tendencias judaizantes. Pablo pone de por medio su autoridad apostólica, explicando que él recibió “su” evangelio de Cristo resucitado en persona. Sin duda se refiere al acontecimiento del camino de Damasco (Cf. Hechos 9,3-6). Después relata los hechos sucesivos, su estadía en Arabia y su paso por Jerusalén tres años más tarde (Cf. 9,26). Enseguida, durante catorce años, Pablo predicó el Evangelio en el ámbito de la iglesia de Antioquía, junto con Bernabé, en Siria y en Cilicia: es el desarrollo del “primer viaje” apostólico de Pablo, resumido esquemáticamente en Hechos 13-14. Finalmente, fue a Jerusalén, para compartir con los otros apóstoles su trabajo misionero, y, probablemente, entregar una colecta para los pobres de la comunidad. A esta visita, mencionada en Gálatas 2,1 correspondería el “Concilio de Jerusalén” descrito en Hechos 15.

B. EL ENCUENTRO DE JERUSALÉN SEGÚN PABLO (Gálatas 2)

                En Gálatas 2,1 Pablo explica el encuentro de Jerusalén en términos favorables para su actuación. Quiere explicar su ministerio “a fin de no correr o no haber corrido en vano” (2,2), esto es, fuera de la comunión fraterna, indispensable para propagar la práctica de Cristo que es el núcleo del Evangelio. Constata que fue bien aceptado. Nadie le impuso exigencias de tipo judaizante. No le exigieron, por ejemplo, que Tito fuera circuncidado, aunque los judíos de la estricta observancia ciertamente lo exigirían como condición indispensable para la “comunión de mesa”. La comunión de mesa, tomar las comidas en conjunto, es una forma de hospitalidad y señal de unidad. Ahora bien, los judíos observantes debían comer alimentos “puros”, y el contacto con un incircunciso, es decir, un impuro, convertía en impuro a los alimentos: compartir la mesa con incircuncisos era problemático.

                Pablo no se sometió a aquellos que observaban con cuidado su libertad. Y las “columnas” de la comunidad de Jerusalén no le pidieron nada en ese sentido. “Al contrario, vieron que la evangelización de los incircuncisos (no judíos) me había sido confiada, como a Pedro la de los circuncisos… Santiago, Cefas y Juan, considerados las columnas, nos dieron sus manos a mí y a Bernabé, en señal de comunión, a fin de que fuésemos nosotros a los paganos y ellos a los circuncisos. Tendríamos apenas que acordarnos de los pobres, lo que tuve mucho cuidado en hacer” (Gálatas 2,7-10).

                Este breve relato del encuentro de Jerusalén fundamentó el pasaje siguiente de la carta (2,11-21), en el que Pablo relata su protesta contra Pedro por causa de su incoherencia cuando visitó Antioquía: inicialmente participaba tranquilamente de la mesa con los cristianos no circuncidados, pero desistió de esta práctica liberal, por causa de algunos del grupo de Santiago, que querían imponer las observancias judaicas (2,11-14).

C. LA REUNIÓN DE JERUSALÉN SEGÚN LUCAS (Hechos 15)

                El texto de Hechos 15 describe el encuentro de Jerusalén a la luz de la historia de la Salvación que Lucas desenvuelve en sus escritos (Lucas - Hechos), Lucas da mucha mayor importancia de lo que la carta a los Gálatas dejó entrever. Veamos lo que eso significa en el conjunto de la doble obra de Lucas: el Evangelio y los Hechos.

                El evangelio de Lucas describe esencialmente una gran subida de Jesús, desde su tierra natal, Nazaret de Galilea (4,16) hasta Jerusalén. El profeta Isaías anunció que “de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor” (2,3; Cf. 24,47: “comenzando desde Jerusalén”). Cuando Jesús realiza su misión en Jerusalén, termina el primer libro de Lucas y comienza el segundo, que narra la propagación de la palabra a partir de Jerusalén. El libro de los Hechos muestra cómo, bajo la fuerza del Espíritu prometido y enviado por el Resucitado, se realiza la palabra de Isaías 2,3: describe el testimonio en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra (Hechos 1,8).

                Esto se realiza por intermedio, en primer lugar, de la comunidad de los testigos del Resucitado en Jerusalén, la comunidad-madre descrita al comienzo, (Hechos 1,12-14; 2,42-47; 4,32-34 y 5,12-16), presidida por los Doce, cuyo principal portavoz es Pedro (2,14). Después la comunidad se diversifica mediante el grupo de los “Siete” (Esteban etc.; Cf. 6-7); luego mediante la predicación del diácono Felipe en Samaria (8); y sobretodo mediante la conversión de Pablo, seguida por su actividad junto a Bernabé en el ámbito de la iglesia de Antioquía (9-14). Esta ampliación siempre es ratificada por la presencia de los Doce, especialmente de Pedro y Juan. Ellos dan aval a la institución de los Siete (Hechos 6,2), hacen una visita apostólica a Samaria (8,14) y confirmarán también la práctica misionera de Pablo, especialmente la admisión de incircuncisos en la comunión de mesa (15). Aún más, el mismo Pedro aprendió por enseñanza divina que éste era el camino a seguir. Eso nos los explica el largo episodio de la conversión de Cornelio (10-11), que se entrecruza con la descripción de la primera actividad de Pablo (9-14). En Hechos 15, en el “Concilio de Jerusalén”, Pedro se basará en esta experiencia personal suya para defender la práctica de Pablo (comparar 15,8-9 con 10,34.44-47; 11,15-17). En otros términos, la práctica de Pablo no es solo suya, sino de la Iglesia bajo el impulso del Espíritu.

D. EL “DECRETO APOSTÓLICO” (Hechos 15,22-29)

                De acuerdo a Hechos 15, la deliberación de los Apóstoles es consecuencia del así llamado “decreto apostólico”, fruto de la decisión colegial bajo la influencia del Espíritu (15,28).

  1. Restricciones

-          Este decreto promulga 4 restricciones que, por respeto para con los cristianos de origen judío, también los cristianos provenientes del paganismo (los gentil-cristianos) deben observar. Abstenerse de:

-          La carne “contaminada por los ídolos” (es decir, la que sobró de los sacrificios ofrecidos por los responsables paganos en honra a sus dioses);

-          Las “uniones ilegítimas” (casamiento en grado de parentesco prohibido por el judaísmo);

-          Las carnes sin sangrar;

-          La sangre.

        No se impone, con todo, ni la circuncisión ni la separación de mesa, los puntos polémicos de Gálatas 2. Por otro lado, las “restricciones” de Hechos 15 no son mencionadas en Gálatas, pero textos como Romanos 15,20; 1 Corintios 8, muestran que Pablo acostumbraba tener en consideración las sensibilidades peculiares de este tipo y no se opondría a que se respetasen esos “tabús” judaicos en comunidades mixtas, (esto es, de judeo-cristianos y gentil-cristianos).

  1. Confirmaciones

        El “decreto apostólico” reproducido en Hechos 15,23-29 refuerza y no disminuye el respaldo a la práctica de Pablo, pues lo que Pablo defiende en Gálatas es la comunión de mesa con cristianos no circuncidados, y el “decreto apostólico” no prohíbe, sino que la supone. Si no hubiese incircuncisos en la comunidad, no tendría sentido pedir que en la convivencia con los circuncisos se respetasen esas reglas. Más aún, el principal protagonista del decreto, Pedro, jefe de los Doce, bajo la guía del Espíritu Santo, ya había desarrollado anteriormente una práctica análoga a la de Pablo en el episodio de Cornelio.

        Podemos entonces conceder a Hechos 15 el nombre de “primer concilio ecuménico” (es decir, ‘universal’), en el sentido de que respalda simultáneamente a Pablo y, en la persona de su jefe, al grupo de los Doce. De allí se sigue la máxima, como en el más reciente concilio ecuménico Vaticano 2º: “En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad”.

E. NOSOTROS HOY

                Hemos recibido del Concilio Vaticano 2º una importante herencia, que debemos resguardar contra el olvido y las tendencias de volver a la falsa seguridad de que “todo está definido”. Unos permanecen tentados a ver en el Código de Derecho canónico o en el Catecismo Universal, la solución de todos los problemas de la Iglesia y de la evangelización. Una tentación semejante, con todo, también puede provenir de un indefinidamente repetido “discurso libertador” o algo semejante. En ambos casos, se manifiesta la tentación de desear fórmulas definitivas, que nos dispensen de la creatividad exigida por un Evangelio que no se identifica con ningún discurso u organización humana, con ninguna tradición o cultura, porque pertenece a Cristo y a su Espíritu.

                La apertura universal del Evangelio exige que la evangelización esté dispuesta a relativizar todo aquello que no pertenece estrictamente al Evangelio, que es la inauguración del “reinado”, o sea, de la voluntad operativa del amor de Dios. Esto es universal no por la fijación y rigidez de ritos y tabús, sino por el llamado al débil y al pequeño. No depende de las más respetables costumbres judías, pero donde los judíos representan un grupo débil, el Apóstol de los gentiles reclama respeto por sus sensibilidades (Romanos 14). “El Reino de Dios no es un problema de comida o bebida; es de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (14,17).



 Tema 13: EXPANSIÓN EN RESPUESTA A UN LLAMADO.



“Ven, socórrenos” (Hechos 16,9).

Mensaje

                Al lanzarnos en una Nueva Evangelización, el Papa Juan Pablo 2º nos ha dejado varios retos:

-          El Evangelio no ha calado hondo en la vida cristiana en general.

-          El trabajo pastoral se queda demasiado en la sola administración de sacramentos.

-          Los medios de comunicación al servicio del sistema neoliberal promueven una sociedad individualista, materialista y consumista.

-          Por el vacío misionero de los católicos, las sectas conquistan los sectores populares.

-          No hay una pastoral urbana que enfrente los retos de hoy.

-          La jerarquía se fortalece en el tradicionalismo, perdiendo su voz profética y liberadora…

                Conocemos la expresión “nuevas fronteras misioneras”. Algunas veces significa nuevas regiones geográficas, donde la palabra aún no fue anunciada (nuevos grupos indígenas) o donde por mucho tiempo estuvo prohibida (países del Este). Para Pablo, que vivió en el mundo oriental, aunque no sin contacto con el Occidente (Roma), el “grito que viene de la noche” (Dom Helder Cámara, Brasil) tenía un sentido geográfico, era la visión de un macedonio, de un occidental, un europeo… Para nosotros, hoy, podría ser un africano…

                Pero la nueva frontera misionera también puede estar en el plano sociológico: el grito que viene de los suburbios. O tal vez resuene en la dimensión cultural, viniendo de los ambientes en que la Palabra difícilmente entra; el centro urbano, el mundo de las ciencias, sobre todo en los campos de la economía y de la biología, en los que el hombre actualmente se porta como si fuese Dios o abandonado por Dios…

-          La narración de hoy comprende los siguientes momentos:

-          El fracasado viaje de Pablo y Silas a Tróade y la visión del macedonio que los llama hacia otro rumbo (vv. 6-10).

-          La llegada a Filipos y la invitación de Lidia (vv. 11-15).

-          La participación en la comunidad, la curación de la “médium” y el conflicto con los que se enriquecían con ella, terminando en prisión (vv. 16-24).

-          La liberación de la prisión y la acogida en la casa del carcelero (vv. 25-34).

-          El testimonio ante las autoridades romanas y la despedida (vv. 35-40).

                En los versículos 10-17, nos sorprende el uso de la primera persona en plural, como sucede también en Hechos 20,5-15; 21,11-8; 27,1; 28,16, siempre en relación con viajes en barco. En estos pasajes, el narrador parece que se incluye en la comitiva de Pablo. No sabemos exactamente por qué el macedonio llamó a Pablo en la noche, pero al leer atentamente el texto podemos adivinar algunos elementos que constituían su “noche”. Pablo quería seguir viajando por el mundo de Asia, que ya conocía. Pero fracasó su viaje a Tróade. Volvamos a mirar nuestra propia experiencia y los desafíos que estamos percibiendo o que tal vez no queremos percibir…

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.                   Según nuestro parecer, ¿cuáles son hoy los grandes retos para nuestra Iglesia?

2.                   ¿Cómo estamos respondiendo nosotros a estos retos?

Palabra de Dios. Hechos 16,6-40: El llamado a ir siempre más allá.

3.                   ¿Qué dicen y hacen los principales personajes de esta lectura?

4.                   ¿Quién es el ‘madeconio’ y cuál es su mensaje?

Hoy nosotros: Ir siempre adelante

5.                   ¿Qué luces nos da esta lectura para la tarea de la evangelización?

6.                   ¿Qué tareas sacamos de toda nuestra reflexión?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar para una verdadera nueva evangelización. Salmo 8 o 19. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          El próximo encuentro tratará de las Iglesias de Europa, en el mundo helénico. Vale la pena leer la introducción a la 4ª parte y la Carta a los Filipenses. Profundizar Filipenses 3,1b-21. Textos de apoyo: Hechos 26,1-32 y Romanos 8,28-39.

-          Definir la dinámica y la organización del próximo encuentro. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 13: La vida urbana y su influencia en la vida de las comunidades

                Cuando el cristianismo comenzó a difundirse, el Próximo y Medio Oriente estaban en un proceso de anexión por el imperio romano. En muchas regiones, la organización metódica del imperio ya estaba encaminada. Los territorios anexados eran transformados en provincias imperiales, gobernadas directamente por un legado del emperador, y senatoriales, administradas en nombre del senado. Las leyes existentes eran respetadas, cuando no eran contrarias al derecho romano. Mientras tanto, las provincias romanas requerían la presencia de tropas (legiones) y eran administradas por un legado con poderes militares. En las áreas en que la existencia de una monarquía local fuerte hacía innecesario o inoportuno organizar una provincia, los mismos reyes locales se transformaban en representantes del poder romano. En las regiones de conflicto, el emperador nombraba un prefecto: era el caso de Judea.

                El dominio romano trataba de estructurarse en base a la solidaridad de las ciudades autogobernadas. Era en las ciudades en que se concentraba el poder, y a partir de ellas se llegaba al campo. Las ciudades constituían los espacios de los cambios culturales y sociales encaminados hacia una cultura greco-romana común. Roma inauguró una era de estabilidad y abrió nuevas oportunidades para la vida urbana. Por otra parte, ya los griegos –particularmente Alejandro Magno– habían descubierto que la ciudad era un vehículo privilegiado para la helenización del mundo. En sus dominios, habían fundado o reorganizado ciudades con instituciones griegas: la ciudadanía, la asamblea y la educación generalizada de los niños. La organización urbana implicaba en la liturgia pública, el culto al dios de la polis, y el acceso al tribunal. A quien no gozaba de estas condiciones se lo contaba como población extranjera: así, los judíos y, con ellos, los cristianos.

A. EL CRECIMIENTO DE LAS CIUDADES

                El emperador Augusto (30 aC. - 14 dC.) continuó con la política griega de la urbanización y al mismo tiempo creó un clima generalizado de estabilidad y seguridad para las ciudades de las provincias romanas del imperio. Se respiraba la “paz romana”. Con los romanos, la ciudad se volvió más compleja de lo que era en el mundo griego. Al comienzo de la era cristiana, Roma se transformó en una ciudad gigantesca, cuya población se calcula en más de un millón de habitantes, sucediendo lo mismo con Alejandría en Egipto.

                Con el tiempo, las ciudades se llenaron de “residentes” sin ciudadanía: comerciantes, artesanos, exiliados, etc. Esos residentes conservaban cierto sentido de identidad étnico-religiosa, que se expresaba en el culto y en asociaciones voluntarias. Entre los residentes extranjeros, los judíos ocupaban una posición especial: acostumbraban estar organizados como comunidad específica, regida por sus propias leyes e instituciones, siempre luchando por alcanzar la ciudadanía y la igualdad de derechos con los ciudadanos. Aunque los diversos grupos de la ciudad creasen medios de afirmación de su identidad étnico-religiosa, las ciudades fueron al mismo tiempo el espacio de universalización de la cultura greco-romana. El griego era la lengua común. No es por casualidad que todos los escritos del Nuevo Testamento estén en griego, como prácticamente todos los escritos cristianos de los primeros siglos.

                La expansión de las “vías romanas” y el combate a los bandidos y piratas, permitía una movilidad por mar y por tierra que beneficiaba el desenvolvimiento urbano y las comunicaciones. Eso se puede ejemplificar por medio del libro de los Hechos, conforme al cual, las distancias recorridas por Pablo en sus viajes apostólicos suman cerca de 16.000 kms. También en Romanos 16 –sin entrar en la autenticidad paulina de este texto– aparece una lista numerosa de saludos a miembros de la comunidad antes de la llegada de Pablo a Roma; se puede deducir de esta lista, una presencia amplia y activa de cristianos que se trasladaban de un territorio a otro.

                La historia de la expansión del cristianismo primitivo estuvo estrechamente unida a la movilidad social. Los viajantes cristianos de la época, junto con sus mercaderías y artesanías, llevaban como marca el impacto de Jesús de Nazaret en sus vidas.

B. ¿QUIÉNES SE INCORPORABAN A LA FE CRISTIANA?

                Los apóstoles y misioneros cristianos predicaban a Jesús, narrando lo que Él había hecho y lo que Dios hizo con El. Hablar de Dios Crucificado, para los griegos era una estupidez (1 Corintios 1,23). Anunciar la resurrección del Crucificado, para los atenienses, era charlatanería absurda (Hechos 21,32).

                Con todo, sin duda, para algunas personas, ese Jesús respondía a una esperanza. Todo nos hace pensar que quienes acogían la fe cristiana, pertenecían a los estratos menos favorecidos de la sociedad. Así nos lo da a entender Pablo en una censura que le dirige a la comunidad de Corinto en 1 Corintios 1,26-29. Insiste en el término “elegir” para señalar la opción de Dios por aquellos que no cuentan a los ojos del mundo. En 1 Corintios 17-31, Pablo explicita con vigor una teología que respira la mística de los “últimos”, relacionada con el carácter marginal del Crucificado, expresión máxima de la debilidad humana y de la sabiduría y fuerza de Dios. Sin embargo, algunas otras cartas muestran que no todos los cristianos eran pobres (Filemón).

                En una fase ulterior, la presencia de los pobres y excluidos se aumentaría aún más notoriamente. En los últimos decenios del primer siglo, la 1 Pe se dirige a los cristianos sin ciudadanía, fuera de su patria, sin derechos, sin defensa, pero con conciencia de sí mismos. No obstante su situación, estos cristianos tienen clara la idea de su misión (Cf. 1 Pedro 2,9-10) y de la forma de realizarla (Cf. 2,11-25) en las circunstancias concretas en que viven. La segregación de los cristianos aún aumentaría por las resistencias insuperables en aceptar el culto imperial, como lo muestra el Apocalipsis. Factor de la nueva marginación, este hecho les proporciona también una identidad.

C. ¿CÓMO SE SITUABAN ANTE EL IMPERIO?

                Podemos preguntarnos si la fe cristiana vivida en tales situaciones incentivaba algún compromiso con transformaciones sociales profundas. Los primeros cristianos asumieron una opción de vida que, sin pretender afrontar al imperio como tal, no deja de cuestionarlo, provocando persecución y martirio.

                El Jesús de la fe de las primeras comunidades no es un líder social en el sentido moderno de la palabra, pero sí, un transformador de las relaciones humanas a partir del corazón y de la conciencia. Por encima de la permanencia de las estructuras sociales, el abismo entre el esclavo y el patrón solo se supera por el amor, que une a ambos con Jesús (la carta de Pablo a Filemón).

                Estas comunidades, viviendo y celebrando a Jesús resucitado, como fermento “levantan” preguntas y provocan admiración. Plinio Joven dirá de ellas: “una superstición absurda y extravagante, acompañada de perfecta inocencia en cuanto a las costumbres”.

D. IDENTIDAD, MODELO SOCIAL

                El cristianismo de los orígenes, tenía profundas raíces judías. Por su fe, sus creencias y sus prácticas religiosas, las primeras comunidades cristianas tienen rostro judío. Y aunque el interés en un Mesías nacionalista haya sido suplantado por la figura del Crucificado y las Escrituras sean reflexionadas a la luz de la “Buena Nueva” de Jesús, es necesario un notable lapso de tiempo antes que el cristianismo se presente como algo diferente del judaísmo. Tal distinción tendrá importancia solamente a partir de la guerra judía y la caída de Jerusalén (66-73 dC) y el conflicto con el judaísmo reconstituido por el sínodo de Jamnia (a partir de los años 80).

                Al mismo tiempo que se afirmaba la identidad propia, las iglesias nacientes asumían el desafío del anuncio del kerigma a los paganos y gentiles, es decir, a los no judíos (Romanos 12,1-15,13). El medio urbano se vuelve esencialmente plural, no solamente en el aspecto religioso, sino también en el aspecto étnico y cultural. En ese ámbito, la fe en el Resucitado recrea la vida y las relaciones sociales. La manera de enfrentar ese desafío suscitó muchos conflictos, en los primeros años y eso continúa hasta hoy. En cuanto a la estructura social de la esclavitud: por ejemplo, la práctica de las primeras comunidades cambiaba por sí misma las normas vigentes que consideraban normal tal estratificación social (Gálatas 3,22; 4,1).

                Las primeras comunidades cristianas que se extienden en el paisaje de la diáspora judía son tributarias de la sinagoga, en cuanto a su modelo de comunidad (la asamblea del pueblo del Israel, la configuración de la sinagoga judaica). Tanto para los judíos, como para los cristianos, y hasta para los propios romanos tradicionales, el culto al emperador era una abominación insoportable. En torno a este culto, la administración romana buscaba el consenso popular. Dentro de este marco social helenizado, las comunidades autónomas orientales, como por ejemplo la sinagoga, siempre fueron vistas con sospecha por los romanos.

                Las comunidades cristianas, diferenciadas o no de la sinagoga judía, estaban constituidas con base en la familia (1 Corintios 16,19), unidas en la fe y al mismo tiempo autónomas. A través de ellas, por la fuerza del Espíritu, la Iglesia sobrevivió frente al poder imperial y también creció, abriendo a partir de la fe compartida en Jesús, un nuevo camino de vida (1 Pedro 3,8-9).

                Virtudes que los romanos no valorizaban, marcaron la conducta de los cristianos. La primacía del amor hacia que la fraternidad crease espacios en los que se encontrasen a nivel de igualdad: ciudadanos, libertos y esclavos, hombres y mujeres, judíos y griegos (Gálatas 3,27-28), recordando, cada vez que celebraban la Cena del Señor, que Jesús se hizo servidor de todos. Por otra parte, debemos reconocer que la ciudad helenística romana no dejó de ofrecer al cristianismo elementos para su organización. La entrada de ciudadanos romanos en la Iglesia, antiguos militares y otros – como el mismo Pablo – influyó ciertamente en este sentido. La ruptura con el judaísmo también debe haber facilitado la aproximación popular urbana sin distinción de estatuto étnico. La iglesia doméstica correspondía a la estructura greco-romana, en cuanto también la reunión de diversos jefes de familia tenía su estructura, el collegium, y los términos ‘parroquia’, ‘diócesis’, ‘obispo’ provienen de la organización de las ciudades helenísticas.

                En medio de una nueva cultura urbana, proveniente de una raíz judía y buscando una identidad propia, el cristianismo privilegió la experiencia de Jesús vivo, muerto y resucitado, y tiene la convicción de que el Espíritu está actuando dentro de la historia de la humanidad toda, convicción esa que se manifiesta en el discernimiento de aquellos que son los portadores de la memoria de Jesús. Sin duda, esta experiencia única no inválida, para ellos, otras expresiones del Reino y de la revelación de Dios en la historia, como reconoce la carta a los Hebreos: “De modo fragmentario y de muchas maneras, habló Dios en el pasado a nuestros padres por los profetas” (Hebreos 1,1).



4ª PARTE: LAS IGLESIA EN EUROPA (5 temas)
“Un macedonio estaba en pie y le suplicaba: Ven a Macedonia a ayudarnos” (Hechos 16,9).
Breve historia de las Iglesias en el mundo griego.
Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses, a los Corintios y a los Colosenses.



A. BREVE HISTORIA DE LAS IGLESIAS EN EL MUNDO HELÉNICO

                En los cinco guiones y subsidios del bloque cuarto continuamos examinando de cerca cómo la Palabra de Dios se abre camino y se expande por el mundo. Veremos la expansión geográfica de la Buena Noticia por Europa siguiendo los pasos señalados en los Hechos (Cf. 16-25) y su inculturación en el mundo helénico.

  1. La expansión geográfica en Europa

        Es bueno recordar que Jesús era asiático y no europeo. Europa fue evangelizada a partir de Asia y África. Del Asia Menor llegaron Pablo y sus compañeros (Hechos 16,6-10) y muchos otros misioneros y misioneras. Del África vino Apolo, nacido en Alejandría, Egipto (Hechos 18,24; 19,1; 1 Corintios 1,12).

        La secuencia de los hechos por los que entró el Evangelio en Europa, tal como nos lo narra Lucas en los Hechos es la siguiente: una travesía que parte de Tróade y hace escala en Filipos donde se fundó la primera comunidad, animada por una mujer, Lidia (16,11-40). Enseguida la fundación de una comunidad en Tesalónica (17,1-9), una estadía breve en Berea (17,10-14) y Atenas, el centro del mundo helénico (17,15-34), y la llegada a Corinto donde permanecieron año y medio (18,1-18).

        El Evangelio no fue bien recibido en Europa. En Filipos Pablo fue preso y flagelado (16,19-28). En Tesalónica y Berea fue amenazado y tuvo que huir (17,5-10.13-14). En Atenas fue recibido con arrogancia, soberbia e indiferencia (17,17-18.21.32). En Corinto con mucha oposición (18,6.12-17) y división (1 Corintios 1,12).

  1. La expansión cultural en el mundo helénico

        La Iglesia ya se encontraba en un proceso de inculturación en el mundo heleno-asiático, porque había comunidades en Antioquía, ciudad helenista de Siria (Hechos 11,19-26) y en varias ciudades del Asia Menor como, por ejemplo, Derbe, Listra, Iconio, Antioquía de Pisidia y Perge (14,20-25). La cuestión central de la inculturación de la Buena Noticia es que nos exige a todos la revisión de muchos conceptos, normas y preconceptos.

        Por eso, los judíos se vieron obligados por la fe en Jesús a hacer una seria revisión de la manera cómo concebían la condición de pueblo elegido por Dios. Tuvieron que revisar cómo concebían la observancia de la Ley de Moisés, todo quedó relativizado desde Jesús.

        Y los griegos, por su parte, debieron superar el helenocentrismo y corregir la soberbia en su concepción de la vida. Por ejemplo, tuvieron que desistir de la ideología helénica. Ellos, que despreciaban el trabajo manual como propio de esclavos, tuvieron que recibir el Evangelio de Pablo para quien era un honor trabajar con sus propias manos y estimulaba a los integrantes de las comunidades a hacer otro tanto (1 Corintios 4,12; 1 Tesalonicenses 4,11-12; 2 Tesalonicenses 3,8; Hechos 20,34). Tuvieron que compartir con los pobres pobladores de las periferias (1 Corintios 1,26-30). La “sabiduría del mundo” fue descalificada por la locura de Dios (1 Corintios 1,20-25). La Cruz de Cristo era “escándalo para los judíos y locura para los griegos” (1 Corintios 1,23), pero para los cristianos se convirtió en la expresión de la sabiduría de Dios (1 Corintios 1,24).

  1. Las cartas y materia de la 4ª Parte

        En esta 4ª Parte veremos las cartas a los Filipenses, a los Tesalonicenses, a los de Corinto y a los Colosenses. Los encuentros tratan respectivamente del “Testimonio de Pablo” (14), de la cuestión de la venida del Señor o de la Parusía (15), de los carismas en las comunidades (16) y de doctrinas extrañas (17). En los subsidios se tratarán asuntos que ayuden a conocer mejor algunos aspectos de la situación social, económica, política y religiosa de la época: el lugar de la mujer en la vida de las comunidades (social) (14), del trabajo del misionero (económico) (15), los carismas y el buen uso del poder (político) (16), la religiosidad popular y el anuncio de la Buena Noticia (religiosa) (17).

        Finalmente, en el encuentro 18, la expansión de la Palabra de Dios por el mundo se ve como consecuencia de la defensa de los cristianos por sus derechos. Pablo llega a Roma, “los confines de la tierra” (Hechos 1,8), porque había apelado al César para defender su derecho de ser juzgado con objetividad y justicia (25,12).

B. INTRODUCCIÓN A LA CARTA A LOS FILIPENSES

  1. La ciudad de Filipos

        Filipos es “la primera ciudad de la provincia de Macedonia” en Grecia, Europa (Hechos 16,12). Recibió este nombre porque su fundador fue Filipos 2º, rey de Macedonia. Se destaca, en primer lugar, por su ubicación geográfica. Por la ciudad de Filipos pasaba la vía 'egnatia', una de las más importantes de la época, que unía Occidente con el Oriente. Era la puerta de entrada para el continente europeo y la salida para Asia y el Oriente.

        Filipos era una colonia romana (Cf. Hechos 16,12). Sus moradores eran en gran parte militares retirados del imperio romano. Por esto, Filipos gozaba de ciertos privilegios políticos y económicos comparados con otras ciudades vecinas. La desigualdad social se hace patente en el contexto donde unos lucran, tienen privilegios y se enriquecen a costa de la esclavitud y la explotación de los indefensos y pobres. Ejemplo típico es el caso de la joven esclava explotada en su don de adivinación, para ganancia de sus dueños (Cf. Hechos 16,16-18). El sincretismo religioso era notable en esta región, debido a la coexistencia del ocultismo, las religiones mistéricas venidas de Oriente, y el culto al emperador romano, obligatorio en todas las colonias romanas.

  1. Origen de la comunidad cristiana: entrada en Europa

        El autor de los Hechos da mucha importancia a la llegada del Evangelio a Europa (Macedonia). Cuenta el hecho como respuesta a una visión de Pablo. Pablo ve a un macedonio de pie que le grita: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!”. Sensible a este grito del macedonio percibe que es el mismo Dios que lo está llamando para evangelizar (Hechos 16,9-10). De esta forma se abre camino la Palabra de Dios y llega hasta Filipos, o sea en Europa, por 1ª vez. Pablo comienza su segundo viaje misionero (Cf. 15,39-18,22) entre los años 50 a 52 dC. El estilo literario “nosotros” (Cf. Hechos 16,10ss) nos indica que cuando Pablo llegó a Filipos estaba acompañado por Silas, Timoteo y Lucas. Estos misioneros itinerantes son los instrumentos de la expansión del Evangelio bajo el impulso del Espíritu Santo (Cf. 16,6-15).

        La acogida del mensaje de los misioneros y el nacimiento de la comunidad se realiza por un grupo de mujeres. Este hecho hoy no nos sorprende, cuando vemos que muchas comunidades eclesiales nacen a partir de las mujeres. Pero en aquel entonces (50-52 dC) los judíos consideraban  miembros de la sinagoga solo a los hombres. A las mujeres no se las tenía en cuenta. Por eso, leyendo los Hechos (16,13-15) nos da la impresión de que en Filipos no había sinagoga porque no existía un grupo consistente de hombres, como lo exigía el judaísmo.

        Las mujeres se reunían en un lugar junto al río y rezaban (Cf. 16,13). Entre ellas se destaca Lidia, trabajadora en púrpura. Originaria de Tiatira, Lidia participaba de las oraciones con un grupo de mujeres filipenses. El sábado, Pablo y sus compañeros se dirigen al lugar donde oraban y comienzan a hablar con el grupo de mujeres. Después de escuchar con atención la Palabra anunciada y recibir el bautismo, Lidia, con toda su “casa”, acoge a los misioneros. Ahí nació la nueva comunidad cristiana que Pablo quiere más y a quien dedica el mayor afecto y ternura de su corazón (Cf. Filipenses 1,3-8). Era la primicia de su misión en tierra europea. Solo de esta comunidad acepta que comparta sus bienes, para proveer a sus necesidades (Cf. 4,15-16). Pablo visitó varias veces a la comunidad de Filipos (Cf. Hechos 20,1.3).

  1. La carta

        La ternura y el cariño que Pablo siente por la comunidad de Filipos hacen que la carta a los Filipenses sea la más afectuosa entre todas sus cartas. El Apóstol ardoroso del Evangelio de Jesucristo lleva en su corazón a la comunidad (Cf. 1,7). Dios mismo es testigo de su añoranza y de su ternura por esta comunidad (Cf. 1,8). Esta carta paulina es una de las consideradas auténticas. Fue escrita cuando Pablo estaba en la prisión (1,13). La carta de un prisionero apasionado por Jesucristo, que no permite que el Evangelio también esté prisionero (Cf. 1,12-14).

a)       ¿Qué motivó a Pablo para escribir la carta?

        Los Filipenses supieron de la prisión de Pablo y le enviaron saludos, regalos por intermedio de Epafrodito, compañero y colaborador, miembro de la comunidad. Este se enfermó de gravedad. Pero una vez restablecido, Pablo lo envía a Filipos con una carta de agradecimiento.

        El principal motivo de la carta es, ciertamente, la ternura, el afecto, el amor que tiene Pablo a la comunidad de Filipos. La carta es una comunicación personal.

        También hay preocupaciones relacionadas con la comunidad que está en peligro por causa de unos misioneros judeo-cristianos llegados a la ciudad macedónica (Cf. Filipenses 3,1-4,1). Pablo cambia de tono. De la ternura pasa a un lenguaje áspero y fuerte para advertir a la comunidad contra los intrusos, llamándolos “perros”, “chapuceros” y “mutiladores” (3,2).

        Prevalece, sin embargo, en toda la carta un tono afectuoso de gran estima que el autor quiere expresar para la comunidad de los Filipenses.

        Los principales motivos de la carta se pueden resumir así: compartir su experiencia de Cristo en su condición de prisionero, agradecer la solidaridad de los Filipenses y denunciar a los falsos hermanos que confunden a la comunidad.

b)       ¿Dónde y cuándo fue escrita la carta a los Filipenses?

        Todo lleva a creer que el texto de la carta, tal como la encontramos hoy en la Biblia, no fue escrito de una vez.

        En el capítulo tercero (3,1a) parece que finaliza la carta. Luego Pablo, por lo mismo, comienza un tema nuevo y lo desarrolla en tono polémico alertando a la comunidad de algunos peligros que le acechan (Cf. Filipenses 3,2ss).

        Lo mismo sucede en 4,8-9 que es una conclusión y saludo final. Debido a esto podemos pensar en una colección de cartas escritas en situaciones y lugares distintos.

                Tenemos tres posibilidades de fechas y lugares en que fueron escritas partes de la carta:

-          En la prisión en Éfeso, durante su tercer viaje misionero (56-57);

-          En la prisión en Cesarea del 58-60 (Cf. Hechos 24,23-26.32);

-          En la prisión en Roma del 61-63 (Cf. Hechos 28,16ss).

                En resumen, de acuerdo con la mayoría de los exegetas, podemos decir que la carta a los Filipenses está formada por 3 cartitas que fueron integradas en una sola carta por la comunidad:

                1. Una cartita de agradecimiento (4,10-23)

                2. La carta principal sobre su situación (1,1-3, 1a + 4,4-7)

                3. Una carta más breve, contra los enemigos de la comunidad (3,16-4,3 + 4,8-9).

c)       La división de la carta

        La carta a los Filipenses es corta. Consta tan solo de cuatro capítulos. Como corresponde al estilo epistolar, la carta a los Filipenses no tiene muchas divisiones temáticas. Podemos leerla como una gran unidad en la cual encontramos los destinatarios y el saludo inicial, seguida por el cuerpo de la carta, con sus diversos temas y, al final, los saludos con los deseos de bendición.

-          Introducción, dirección y saludo inicial. (1,1-2)

-          Cuerpo de la carta:

                Oración de acción de gracias por la comunidad (1,3-11)

                Situación personal y expansión del Evangelio (1,12-16)

                Llamado a la unidad y perseverancia fiel en la lucha (1.27-2,18)

                Proyectos y recomendaciones a los colaboradores (2,19-3,1a)

                Advertencia a los cristianos y testimonio personal (3,1b-21)

                Consejos y animación (4,1-9)

-          Agradecimiento y revisión de vida (4,10-20)

-          Conclusión, saludos finales y voto de bendición (4,21-23)

  1. Claves de lectura

                La carta a los Filipenses puede ser leída y meditada desde diversas claves de lectura. Aquí proponemos algunas:

a)       Alegría

        La alegría es una característica de las primeras comunidades cristianas (Hechos 2,46). La “alegría” es un hilo de ternura y amistad que teje la carta a los Filipenses: “siempre que me acuerdo de ustedes, doy gracias a mi Dios y siempre que pido cualquier cosa por todos ustedes, lo hago con gozo…” (Filipenses 1,3-4; 1,18; 4,1.10).

        La carta a los Filipenses fue escrita como manifestación efusiva de sentimientos humanos de querer bien, de afecto y amistad. Por eso debe leerse con los mismos sentimientos de ternura, alegría y gratitud.

b)       Opción radical por Jesucristo: mantenerse en el camino

        Jesucristo es el centro de la comunidad. Pablo insiste en que Jesús debe experimentarse cercano. La relación personal con El es la primera condición radical del seguimiento: “todo lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida… todo lo considero pérdida comparado con el superior conocimiento de Cristo Jesús mi Señor; por el cual doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme a Cristo y estar unido con El” (3,7-9).

        El seguimiento de Cristo no es un “estado de perfección”, sino un camino dinámico, un proceso: “No es que lo haya conseguido ya ni que sea ya consumado; yo continúo para alcanzarlo como Cristo me alcanzó… Únicamente, olvidando lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús” (3,12-14). Lo más importante no es el pasado, sino mantener la dirección.

c)       Perseverar en la lucha

        Seguir a Jesús significa tener los mismos sentimientos y ser militante en la causa de la fe. La comunidad debe estar “unidos en espíritu y corazón, luchando juntos por la fe en la Buena Noticia” (1,27). Se requiere coraje para no asustarse ante los adversarios (1,28).

d)       Himno cristológico: Vaciamiento para asumir condición de siervo y alcanzar la bendición de Dios

        Uno de los textos más conocidos de la carta a los Filipenses es el himno cristológico (2,6-11). Algunos lo llaman la “piedra preciosa incrustada en la carta”. Ciertamente es la clave principal para penetrar en la carta y comprender dos interrogantes: ¿quién es Jesús? ¿Cómo es la praxis del seguimiento de Jesús?

                Jesús es presentado como el “Hijo de Dios” que no se apegó a su condición divina (2,6), sino que se anonadó y se vació hasta el punto de hacerse “Siervo de Dios” (2,7). Por esto justamente, por su actitud de total despojo y aniquilamiento con la que Jesús llegó a la máxima solidaridad con la persona humana desfigurada, es por lo que Dios lo exalta constituyéndolo Señor de la Historia.



 Tema 14: EL TESTIMONIO DE PABLO.



 “Lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida” (Filipenses 3,7).

Mensaje

                En la sociedad capitalista en que vivimos se habla y se piensa poco de gratuidad y mucho de ganancias y lucro. Pablo pensaba así antes de dejarse conquistar por el amor de Cristo Jesús. Después todo cambió en su vida. Sus búsquedas eran orientadas por nuevos criterios y nuevos valores. Por eso nos da un testimonio muy lindo: “lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida” (Filipenses 3,7).

                El texto de hoy nos trae el mensaje de Pablo a través de su testimonio. Al fin, Pablo nos presenta su vida como modelo e invita a los Filipenses a que lo imiten. La comunidad de Filipos merecía el afecto y la ternura de Pablo. Su celo por esta comunidad era grande y, por eso, los alerta sobre algunos peligros. “Olvidando lo que queda atrás me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús” (Filipenses 3,13-14).

             En nuestra próxima reunión trataremos de conocer algo sobre la comunidad de Tesalónica. El texto que estudiaremos será 1 Tesalonicenses 4,1-5,11. Para nuestro mayor provecho conviene leer toda la primera carta a los Tesalonicenses.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.       Al profundizar la meta de nuestros trabajos y nuestras fatigas, en definitiva, ¿qué buscamos lograr?

2.       ¿Qué valores humanos y criterios cristianos nos ayudan a priorizar ciertas metas?

Palabra de Dios. Filipenses 3,1-21: ‘Alégrense en el Señor’.

3.       ¿Qué buscaba Pablo con la Comunidad de Filipos al darles su testimonio personal?

4.       ¿Cuál es la parte des testimonio de Pablo que más nos llama la atención? Expliquemos por qué.

Hoy nosotros: Cuidar la ternura en nuestras relaciones humanas

5.       Digámonos qué signos de la ternura hay en nuestra vida y nuestra pequeña comunidad.

6.       ¿Qué entusiasmo para enfrentar las dificultades y los retos estamos sacando de esta reunión?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Hagamos una relación llena de ternura. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En la próxima reunión vamos a profundizar las cartas a los Tesalonicenses. Leamos la introducción a la carta y el texto del próximo encuentro: 1 Tesalonicenses 4,1-5,11. Texto de apoyo: Marcos 13,28-37.

-          Organicemos la dinámica del próximo encuentro, distribuyendo las tareas entre los participantes. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 14: El lugar de las mujeres en la vida de las comunidades cristianas

                El libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas paulinas mencionan varias veces la presencia de mujeres en la organización y en la animación de la vida de las primeras comunidades. Estos escritos nos presentan a mujeres en diferentes contextos o situaciones. No existe un lenguaje uniforme y homogéneo sobre ellas. Lo cual es un reflejo de la realidad. Revela la existencia de conflictos sobre la presencia y el ministerio de las mujeres en las comunidades nacientes.

                Los Hechos nos narran fragmentos de experiencias que muestran la presencia decisiva de mujeres, como parte de un mosaico, dentro del cuadro mayor de la expansión del Evangelio. A través de ella continuaba vivo el Espíritu de Pentecostés (Hechos 1,8).

A. MUJERES REUNIDAS PARA CELEBRAR Y ALABAR A YAHVÉ EL DÍA DEL SÁBADO

                La comunidad de Filipos, que abrió las puertas de Europa al Evangelio, surgió a partir de un grupo de mujeres de la religión judía que se reunían para rezar a la orilla de un río. Tal vez estas mujeres porque no satisfacían plenamente los criterios de los Judíos: Para poder constituir y construir se sinagoga que requería un grupo estable de 10 varones. Las mujeres solo podían acompañar a los hombres en las asambleas y oraciones, calladas y ubicadas en lugares especiales reservados para ellas.

                La historia de Lidia (Hechos 16,11ss) nos mostraría que se daban, dentro del judaísmo, grupos de mujeres que practicaban su religión y alababan a Yahvé independientemente de los hombres. La expresión “estaban reunidas” significa algo más que una oración ocasional. Podemos pensar en una acción litúrgica, por ejemplo una celebración sabática, en la que Pablo y sus compañeros vienen a participar. Sin ellos la celebración se hubiera hecho.

B. LIDIA Y SU CASA ABRAZAN LA FE CRISTIANA, ABRIENDO LAS PUERTAS DE EUROPA AL EVANGELIO

                Tenemos la noticia de que Lidia abrazó la fe cristiana y fue bautizada con toda su casa (Hechos 16,14-15), después de haber oído atentamente la Palabra anunciada por los misioneros. El texto calla sobre la reacción de las otras mujeres. Toda la atención se concentra en Lidia, la mujer que trabajaba con púrpura, natural de Tiatira, del Asia Menor. Ahora bien, el trabajo con púrpura requería el trabajo de un grupo de personas. Tales empresas se percibían como “casa”. Históricamente no es necesario entender “su casa” por familia, en el sentido actual. Aquí (Hechos 16,15) el término “casa” puede interpretarse con la significación de un grupo de personas, en nuestro caso, de mujeres trabajadoras en púrpura, lideradas por Lidia.

C. UNA INVITACIÓN EXIGENTE: “¡ENTREN EN MI CASA!”

                “Vengan a hospedarse en mi casa” (Hechos 16,15; Cf. Lucas 24,28-32). Esta invitación de Lidia es también una exigencia, porque la narración continúa diciendo: “y les insistía”. No se trata en este texto de la invitación de una mujer rica que insiste en hospedar a los misioneros en su casa. Es más bien un gesto de solidaridad cristiana, como consecuencia de su fe. El motivo de la invitación está explícitamente dicho: “si me tienen por creyente en el Señor”. Ofrecer hospedaje en casa es más que dar una posada. Es asumir un doble compromiso con los hermanos. Por una parte, es ofrecer protección y abrigo para quien está sufriendo o puede sufrir persecución y amenazas. Con esta protección Lidia asume la responsabilidad de los misioneros ante la autoridad local, como lo hizo también Jasón en Tesalónica (Hechos 17,6ss). Por otra parte, era para Pablo y sus compañeros entrar a formar parte de esta ‘casa’, de esta Comunidad.

                Si Lucas, narrador, da importancia a este hecho es porque, con la decisión de invitar a los misioneros de una manera insistente por parte de Lidia, surgió la comunidad de Filipos. En esta casa, como en la de Tabita (Hechos 9,36ss) y de María (12,12ss) no encontramos la figura de un hombre con la función de “padre de familia”, sino la de una mujer. Por medio de la información de los Hechos 16,40 sabemos que también hombres se adhirieron a la fe en Cristo Jesús, lo que se supone fruto del trabajo misionero de Lidia y su casa.

D. MUJERES QUE RECIBEN LA FE CRISTIANA Y COLABORAN EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES

                El libro de los Hechos nos informa sobre muchas mujeres que, como Lidia y su casa (16,11ss), se convirtieron a la fe cristiana y dieron un aporte significativo para el desarrollo de la primitiva Iglesia. Recorriendo las páginas de los Hechos nos vamos a encontrar con pasajes donde la presencia de la mujer y su apertura al Evangelio abre camino para que la palabra anunciada por los apóstoles eche raíz y encuentre consistencia en una comunidad concreta (Cf. Tabita: 9,36ss; 17,12-34; Priscila: 18,1ss).

-          1,14                “Todos ellos, con algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la oración…”.

-          5,14                “Se les iba agregando un número creciente de creyentes en el Señor, hombres y mujeres…”.

-          8,12                “Hombres y mujeres se bautizaban…”.

-          9,36                “En Jafa vivía una discípula, llamada Tabita (que significa gacela); repartía muchas limosnas y hacía obras de caridad…”. A semejanza de Lidia, también Tabita aparece como discípula del Señor liderando un grupo de viudas. Con ellas se reúne para confeccionar ropas y para orar.

-          9,1-2               “Para llevar presos a Jerusalén a cuantos secuaces del Camino encontrase, hombres y mujeres”.

-          12,12ss          “Se dirigió a casa de la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde estaban unos cuantos reunidos rezando…”. Nos encontramos con una comunidad reunida para celebrar la memoria pascual en casa de María en Jerusalén. Pedro, el líder de la Iglesia Apostólica, conocía este local, por eso se dirigió allí para celebrar con la comunidad su liberación de la cárcel.

-          16,11ss          Es el relato vivaz del comienzo de la comunidad cristiana en casa de Lidia.

-          17,4                “No pocas mujeres influyentes” de Tesalónica se adhirieron a la fe y se unieron a Pablo y Silas.

-          17,12              “Algunos de ellos abrazaron la fe, lo mismo que algunas mujeres nobles…”.

-          17,34              “Una mujer llamada Dámaris” se destaca en el grupo de hombres que abrazan la fe.

-          18,1ss            “Priscila y Aquila, su marido, son mencionados como cristianos que orientaban a otros hacia el “Camino”.

                Las mujeres aparecen como hilos vivos de una corriente que va construyendo la red de las primeras comunidades cristianas. Son colaboradas fieles del ministerio apostólico en la expansión del Evangelio y su encarnación en comunidades concretas. No solo ayudan, sino que lideran la organización y la animación de estas comunidades de mujeres y hombres.

E. LA LIBERACIÓN DE LA MUJER: UN CAMINO POR HACER…

                Los escritos neotestamentarios reflejan la realidad de la mujer cristiana en la vida de la comunidad bajo los más diversos ángulos. Desde la perspectiva más liberadora hasta la condición más esclavizante de la mujer. Los mismos escritos que afirman el principio igualitario: “no hay hombre ni mujer” (Gálatas 3,28), admiten también el principio de sumisión de la mujer al hombre: “mujeres, sométanse a sus maridos” (Colosenses 3,18); “Las mujeres se deben callar en las asambleas” (1 Corintios 14,34-35).

                La valoración y liberación de la mujer es siempre un proceso de confrontación permanente. La actitud y la práctica histórica de Jesús de Nazaret será siempre el referente absoluto para la actitud y práctica de la Iglesia.

F. JESÚS ES LA REFERENCIA DEFINITIVA

                Debemos admitir que las comunidades cristianas no lograron asimilar y traducir plenamente, con relación a la mujer, el principio liberador instaurado por Jesús. En lugar de una ética legalista, discriminatoria e inflexible con relación a la mujer, Jesús crea una ética de responsabilidad, de amor y de relación fraterna.

-          La adúltera, condenada por la ley de los escribas y fariseos, es motivo de reflexión para los hombres sobre sus propias acciones y un llamado a la conversión (Cf. Juan 8,1-11).

-          La mujer que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas, los enjugó con su cabellera y los ungió con perfume es considerada pecadora por los judíos. A los ojos de Jesús, por el contrario, ella es la “que ha amado mucho” (Cf. Lucas 7,36-50).

                Esta tarea aún continúa, porque la semilla arrojada por Jesús todavía está por germinar y mostrar toda su fuerza generadora de vida y liberación en las manos y el corazón de la mujer. Hace bien contemplar a las mujeres de las primeras comunidades cristianas para encontrar renovado ánimo y coraje.

                Como ayer, encontramos también hoy en muchos rincones de América Latina, mujeres dedicadas a la animación a las comunidades cristianas y de las celebraciones litúrgicas. Actúan, por lo general, en el anonimato y en la gratuidad total, en lugares periféricos, con pocos recursos, pero con mucho entusiasmo, ternura y amor. Así se unen a la corriente de mujeres que, como hilos vivos, van tejiendo la gran red de comunidades eclesiales de base. Por medio de ellas continúa vivo el Espíritu de Pentecostés, de acuerdo al programa de los Hechos: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaria y hasta el confín del mundo” (Hechos 1,8).



INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS A LOS TESALONICENSES



                La comunidad de Tesalónica tiene en su haber el privilegio de haber recibido la primera carta de Pablo, Silvano y Timoteo. Y es el primer escrito del Nuevo Testamento, anterior a los evangelios. Sobre la segunda carta a los Tesalonicenses hay muchas controversias. Sin tener en cuenta estas discusiones vamos a tratar aquí de las dos cartas en conjunto.

A. LA CIUDAD DE TESALÓNICA

                Está situada a la orilla del mar, junto a una cadena de colinas. La ciudad siempre fue blanco de la codicia imperial. Después de la conquista en 146 aC los romanos la convirtieron en capital de Macedonia. La urbanización y los favoritismos impulsaron su desarrollo. Hasta el nombre de Tesalónica fue puesto en homenaje a Tesalia, hermana de Alejandro y esposa de Casandro, fundador de la ciudad en el 315 aC. Además de tener uno de los mejores puertos naturales del mar Egeo, a Tesalónica la atravesaba la vía egnatia, una carretera que unía a Oriente con Roma.

                Después de la batalla de Filipos en el 42 aC Augusto le concedió el título de ciudad libre, lo que le permitió que Tesalónica poseyera su Asamblea popular y sus magistrados, llamados politarcas (Cf. Hechos 17,8). Aunque jurídicamente libre, la ciudad dependía ideológicamente de Roma. De hecho, en los años de la evangelización en la ciudad, estaba desarticulada la asamblea popular. Desde el punto de vista religioso, Tesalónica era una típica ciudad sincretista del imperio romano. Tenía los antiguos cultos locales, las divinidades del Olimpo griego (Atis, Cibeles), las divinidades egipcias (Serapis, Isis, Osiris, Anubis) y también los cultos romanos (a Roma y al emperador).

                Una revolución era impensable a pesar de que la mayoría, quizás dos tercios, eran esclavos. Estos sostenían a la clase superior de la población: funcionarios públicos, comerciantes, industriales, grandes terratenientes, militares retirados… De esta forma se comprenden los graves conflictos que se reflejan en las dos cartas.

B. LOS COMIENZOS DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

                La llegada del Evangelio a Tesalónica y los inicios de la comunidad están narrados en Hechos 17,1-9, en una exposición resumida y esquemática. La fuente más directa para comprender el proceso son las cartas a los Tesalonicenses.

                Ciudad de negociantes y puerto próspero, habitualmente al ir y venir de las gentes, Tesalónica poseía una comunidad judía bastante numerosa, hecho atestiguado por la sinagoga del lugar (Cf. 1 Tesalonicenses 2,14-16; Hechos 17,1). A ésta se dirigen Pablo y Silas, en el segundo viaje misionero, viniendo de Filipos. Durante tres sábados predican a los judíos (Hechos 17,1-2). Ante la posibilidad de éxito convocan a los fieles a la casa de Jasón. Fue allí donde lo buscaron los amotinados para entregarlos al senado de la ciudad (Cf. Hechos 17,5). En la fuga nocturna se dirigieron a Berea y luego pasaron a Atenas.

                Este viaje duró unos dos meses. En Atenas, Pablo temeroso “no pudiendo aguantar más” (1 Tesalonicenses 3,1), envió a Timoteo a Tesalónica quedándose solo.

C. MOTIVACIÓN DE LAS CARTAS

                El fracaso ya conocido de Pablo en Atenas lo lleva a Corinto, donde es absorbido por el trabajo y durante un año y medio intenta acompañar el crecimiento de una comunidad pobre. Fue en Corinto donde Timoteo alcanzó a Pablo, trayéndole noticias de Tesalónica. En general la situación era satisfactoria: se mantenían firmes en la fe, a pesar de las persecuciones; conservaban un gran afecto por los misioneros y hasta ansiedad por volver a verlos a pesar de algunas calumnias.

                Pero había sombras en el horizonte: el paganismo ganaba terreno en algunos sectores, sobre todo en el moral; otros no trabajaban y esta ociosidad comprometía a la comunidad naciente. Corría el rumor de que Cristo estaba a punto de llegar y esto traía serias consecuencias. Para esclarecer la situación escribe la primera carta a los Tesalonicenses hacia el final del año 51 o al principio del 52. Pero la situación no se arregló. La persecución cerraba el círculo y amenazaba a la firmeza de la fe; por eso algunos pedían encarecidamente la venida inmediata de Cristo para poner fin a los padecimientos. Ante esto, otros querían abandonar las preocupaciones diarias y el trabajo. Tal vez algunos meses después llega la segunda carta más breve y más categórica.

D. CONTENIDO DE LAS CARTAS A LOS TESALONICENSES

Primera carta a los Tesalonicenses

Destinatario (1,1)

1ª Parte: Los comienzos de la comunidad (1,2-3,13)

-          Acción de gracias y felicitaciones (1,2-10)

-          Evangelización y aliento (2,1-12)

-          Actitud de los Tesalonicenses (2,13-18)

-          La misión de Timoteo (3,1-5)

-          Alegría por los informes recibidos (3,6-13)

2ª Parte: recomendaciones para la vida comunitaria (4,1-5,28)

-          Recomendaciones (4,1-12)

-          La venida del Señor (4,13-5,11)

-          Exigencias de la vida comunitaria (5,12-22)

-          Oración final y despedida (5,23-28)

Segunda carta a los Tesalonicenses

Saludo (1,1-2)

  1. Agradecimiento, valoración y motivación (1,3-12)
  2. Animación para perseverar (2,1-3,5)
  3. Propuesta de trabajar (3,6-15)

Saludo final (3,16-18)



E. ALGUNAS CLAVES DE LECTURA

  1. Los conflictos se destacan en estas cartas. Hay persecuciones y tribulaciones por parte del imperio (Cf. 1 Tesalonicenses 3,7; 2 Tes 1,4); dificultades con los paganos (Cf. 1 Tes 4,3-8); enfrentamientos con la sinagoga (Cf. 1 Tes 2,14-16). La segunda carta distingue una oposición abierta entre lo que llama “Iglesia de los Tesalonicenses” (1,1) y la “fuerza oculta de la iniquidad” (2,7), destinados los primeros a la participación en la gloria de Cristo (Cf. 1,10.12; 2,14) y los segundos a la ruina eterna (Cf. 1,9).
  2. La cuestión de la escatología constituye otro núcleo de dificultades. La primera carta parece apuntar hacia una venida inminente de Jesús (Cf. 4,13-5,11). Pero en la segunda cualquier expectativa es alejada con vehemencia: “por la venida del Señor nuestro Jesucristo y nuestra reunión con El, les pedimos que no pierdan fácilmente la cabeza…” (2 Tes 2,1-2).
  3. El tema del trabajo constituye una de las mejores riquezas de las dos cartas. Queda claro el sentido cristiano del trabajo, del trabajo con las propias manos (Cf. 1 Tes 4,11; 2 Tes 3,6-12). Ya los misioneros habían evangelizado la ciudad por medio del trabajo e insistían en su propuesta como alternativa, en contra de la mentalidad de la época para la cual el trabajo era actividad de esclavos. Por eso la carta dignifica el valor del trabajo manual y rompe con el sistema romano esclavista.



 Tema 15: LA PARUSÍA: EL REENCUENTRO CON EL SEÑOR.



“No durmamos como los demás, sino vigilemos” (1 Tes 5,6).

Mensaje

                Dicen los historiadores que el año 1000 fue de gran carestía porque el año anterior, esperando el fin del mundo, muchos no trabajaron. ¡Y el mundo no acabó! Ahora por la llegada del año 2000, reaparecieron ideas parecidas sobre la venida de Jesús. Algunas personas y movimientos se especializaron en anunciar la vuelta de Jesús, solo que no acertaron. Los pobres y las personas que sufren, fácilmente son enredadas con estas ideas y viven un proceso de alienación.

                El texto de hoy trata dos temas íntimamente ligados entre sí: 1 Tesalonicenses 4,1-12 habla sobre cómo el cristiano vive en el mundo, inclusive trabajando. Y 4,13-5,11 habla sobre los muertos ante la venida de Jesús esperada como cercana. ¿Los que ya murieron no participarán del encuentro con el Señor? Pablo responde: si Dios resucitó a Cristo, resucitará también a los que son de Cristo para ir a su encuentro juntamente con los que aún viven. Y entre estos se cuenta Pablo a sí mismo. Después sigue describiendo el reencuentro con las conocidas imágenes del judaísmo. En fin, volviendo a la tierra concluye que debemos llevar una vida consciente, regulada y pronta para el reencuentro.

                Pensar en la vuelta de Cristo no significa necesariamente desinteresarse de este mundo. Nuestra esperanza del reencuentro tiene un efecto animador.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.     ¿Qué nos parecen los anuncios regulares del fin del mundo?

2.     ¿Qué decimos nosotros de tales anuncios?

Palabra de Dios. 1 Tesalonicenses 4,1 hasta 5,11: El regreso de Cristo.

3.     ¿Con qué imágenes describió Pablo la vida cristiana (4,1-12) y la Parusía del Señor al fin del mundo (4,13-5,11)?

4.     ¿Qué consejos daba Pablo a los Tesalonicenses?

Hoy nosotros: Testigos de un Cristo vivo y liberador

5.     ¿De qué manera es nuestra vida un testimonio de alegría y esperanza en la resurrección?

6.     ¿Cómo nos podemos preparar al nuestro encuentro definitivo con Cristo?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Recordemos personas parientes o amigos que ya participan de la resurrección con Cristo. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En la próxima reunión conoceremos a la comunidad de Corinto. Leamos la introducción a las cartas a los Corintios. Texto de estudio: 1 Corintios 14,1-33a. Texto de apoyo: 1 Corintios 12,31-13,13.

-          Para aprovechar bien el próximo encuentro. distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 15: El trabajo

                Trabajar es ciertamente una actividad ligada a la existencia humana. Junto a la vocación a la vida está la vocación al trabajo. Pero muchas veces, en fuente de felicidad, el trabajo se convierte en un castigo sin fin. Digamos que es por el trabajo que se esclaviza y también que por él se libera. Por esto se puede decir “Hay quien trabaja esclavo del dinero y hay quien trabaja por el mundo mejorar”. En los sistemas políticos actuales la explotación del trabajo humano conseguirá cada vez más situaciones de inestabilidad con el creciente desempleo, el subempleo y el empleo esclavizante.

A. ¿CÓMO TRABAJABA JESÚS?

                Una curiosidad es conocer cuál era la profesión de Jesús durante su vida en Nazaret. Mateo (13,55) dice que Jesús era hijo de un carpintero y Marcos (6,3) trabajaba como carpintero (ver Lucas 4,22). En una aldea pobre como Nazaret, su lenguaje tan simple y su vocabulario campestre lo manifiestan como campesino. Fuera de estas afirmaciones y conjeturas los evangelios prácticamente no nos dicen nada sobre Jesús como trabajador. En otro sentido y en un contexto diferente El afirma: “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (Juan 5,1-8).

                Al llamar a otros para colaborar con Él, el Maestro los saca aún de sus trabajos, de forma que dejan su fuente de sustento, las redes, y lo siguen (Cf. Marcos 1,18.20). El insinúa que su discipulado dispensa del trabajo porque “el obrero tiene derecho al sustento” (Mateo 10,10). Aún más, en otro contexto Jesús llama la atención sobre las aves del cielo y los lirios del campo (Cf. Mateo 6,26-29), que, además de vivir sin sembrar ni segar, superan a Salomón en esplendor y gloria.

B. LA PROPUESTA DE PABLO

                Pablo y los otros misioneros inauguran una forma original: Vivían el Evangelio trabajando. Evangelizar trabajando y trabajar evangelizando es el desafío que nos plantean. En ese tiempo sólo trabajaban las mujeres y los esclavos. Tanto en su vida como en sus escritos Pablo se presenta como un trabajador manual incansable. El gran apóstol puede enorgullecerse, con frecuencia, de sus manos encallecidas y presentarlas en su predicación como argumento. Cuando se despide en Éfeso de los líderes afirma: “Ustedes saben que trabajé con mis manos para conseguir lo necesario para mí y mis compañeros” (Hechos 20,34). La garantía de la propia subsistencia no era solamente un detalle en la vida de Pablo y de sus compañeros. Sin honorarios, en condiciones precarias, su actividad evangelizadora era también incansable. “Noche y día trabajamos para no ser una carga a ustedes, mientras les proclamábamos la Buena Noticia de Dios” (1 Tes 2,9; Cf. 2 Tes 3,8).

C. TRABAJAR CON LAS MANOS

                En varios textos paulinos sobre el tema subraya el trabajo manual. En 1 Corintios 4,12, por ejemplo, se lee: “nos fatigamos trabajando con nuestras manos”. La propuesta, por lo tanto, no se refiere a cualquier trabajo, sino específicamente a trabajar con las manos. ¿Por qué tanta insistencia sobre este modo de trabajar? Porque en aquella época no se valoraba el trabajo manual. La mentalidad griega de entonces consideraba el trabajo con las manos como una actividad indigna, de segunda categoría, reservada a los esclavos. Al contrario, los predicadores cristianos insistían en valorizar el trabajo manual.

                Pablo mismo, según consta, ejercía una profesión difícil, porque exigía tiempo, paciencia y dedicación manual. Fabricante de carpas (Cf. Hechos 18,3) debía tejer la cobertura espesa de las tiendas de campaña. Era un trabajo insalubre que deformaba las costillas y las manos, además de forzar la vista y ser naturalmente poco higiénico.

D. NECESIDAD Y DERECHO AL TRABAJO

                Se requerían motivos de peso para que Pablo y los demás misioneros, como Aquila, Priscila, Silvano, Timoteo, optaran por una evangelización a partir del mundo del trabajo. Veamos algunos de sus motivos:

1.         Evangelizar. Participando en el trabajo como los demás, los predicadores pueden llevar la Buena Noticia a los obreros de su tiempo, pues, identificándose con ellos, comprenden mejor sus necesidades. De esta forma, crean situaciones alternativas dentro del sistema imperial, gracias a la nueva orientación cristiana (Cf. 1 Tesalonicenses 2,9).

2.         Ser ejemplo. Antes de mandar a los otros a trabajar, los evangelizadores trabajan. Por eso dicen: “quisiéramos dar un ejemplo que imitar” (2 Tes 3,9). Se trata de una manera de vivir, un modo de proceder natural (Cf. 2 Tes 3,6).

3.         Renunciar a un derecho. Pablo y sus colaboradores podrían vivir sin trabajar, porque deberían ser retribuidos por la predicación del Evangelio; pero ellos aclaran: “no usamos este derecho” (1 Corintios 9,12; Cf. 9,15-18) y lo hacemos para no poner obstáculos a la Palabra de Dios. En aquel entonces muchos predicadores y filósofos se peleaban por hablar debido a la paga que se les daba. Los misioneros cristianos intentaban crear un sistema nuevo de predicación, renunciando a ese derecho (Cf. 1 Corintios 9,6; 2 Tes 3,9). Naturalmente este modo de proceder daba más credibilidad al Evangelio.

4.         No ser una carga para nadie. Las comunidades no eran ricas y poco se les podía exigir en su pobreza. Los misioneros cristianos no querían vivir de donaciones; por el contrario, “no pedimos el pan a nadie y nos fatigamos día y noche para no ser una carga para ninguno de ustedes” (2 Tes 3,8; Cf. 1 Tes 2,9; 2 Corintios 12,13-14).

5.         Ganarse el pan. La motivación más inmediata es trabajar para vivir dignamente. Cualquiera quiere tener el honor de ganarse su propio pan (Cf. 1 Tes 4,11-12). Pablo lo tiene como “título de gloria” (1 Corintios 9,15). De su esfuerzo depende su sobrevivencia. De ahí la norma: “quien se niegue a trabajar que no coma” (2 Tes 3,10).

6.         Trabajar con comunidades pobres. El trabajo del que se habla en las cartas paulinas es siempre arduo, penoso, “con fatiga y esfuerzo” (2 Tes 3,8). El trabajo manual, como ya se ha dicho, es un trabajo duro, de pobres, en donde prima el desinterés por enriquecerse (1 Corintios 4,11-12; 2 Corintios 11,7-12; Hechos 20,33-34).

7.         Compartir. “El que robaba no robe más, antes trabaje con sus manos para ganar algo y poder socorrer al que tiene necesidad” (Efesios 4,28). El compartir es esencial en el modo cristiano de vivir, porque ayudando a los débiles (Cf. Hechos 20,35), es como se crea comunión. La explotación y acumulación de bienes contradicen la vida de comunidad e igualdad cristiana.

E. CONCLUSIÓN

                Por su modo de vivir y por su doctrina, Pablo y demás colaboradores crearon una nueva praxis y una nueva mística en relación al trabajo. En la sociedad de esa época el trabajo era despreciado y sólo para los esclavos. El filósofo Platón codificó explícitamente esta comprensión. Los primeros evangelizadores invalidaron esta ideología yendo al encuentro de los trabajadores y convirtiéndose ellos mismos en trabajadores como los demás.

                Esta propuesta es actual y desafiante, porque nos estimula a ir al encuentro de la clase trabajadora, a identificarnos con el mundo de los pobres y, a partir de ahí, vivir y predicar la doctrina cristiana. La forma de vida de las primeras comunidades subvierte el orden establecido en el imperio romano hasta el punto de provocar la persecución violenta. También el actual orden vigente con su sistema social injusto y explotador, nos invita a tomar posiciones nuevas para denunciar esta situación y crear relaciones humanas nuevas.

                Pablo y los otros misioneros nos presentan una nueva espiritualidad, viviendo el Evangelio en el mundo del trabajo. Es allí, junto a los otros artesanos, que se hace realidad la predicación cristiana. Esta mística los hace resistentes a las presiones del imperio y crean una fe arraigada y transformadora. Lo central no es el lucro, ni el capital, sino la persona que con su trabajo va construyendo un mundo nuevo.