jueves, 25 de diciembre de 2014

Saludos y Memoria de un Taller sobre el PADRENUESTRO

Guayaquil, jueves 25 de diciembre de 2014.

Estimadas/os amigas/os y compañeras/os de camino: buenas noches.
Esperando que estén bien.

Entre mis actividades sigo dando talleres de formación allí dónde las CEBs me llaman... Es siempre una experiencia fuerte y enriquecedora.

He aquí el tema del Padrenuestro a partir perincipalmente de los aportes de Carlos Merters sobre el mismo.

¡Feliz lectura para un mejor servicio para hace acontecer el Reino entre nosotras y nosotros.

Muy fraternalmente.
Pedro Pierre.

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Padrenuestro: Contenido.
-       -  Introducción a las reuniones de grupos.
-        - El Padrenuestro es la oración del Reino (9 peticiones).


 INTRODUCCIÓN  A  LAS  REUNIONES  DE  GRUPOS.

Quito, 2006. Revisado 2011. PR.

A. Título: “LA ORACIÓN DEL PADRENUESTRO ES LA ORACIÓN DEL REINO”.

B. EL ÁRBOL DEL REINO O EL SUEÑO DE DIOS.

1.      El sueño de Dios es la armonía total
-        Primero la armonía con uno mismo: Eso es lograr cada vez mayor dignidad personal (Señor, dame la sabiduría).
-        Luego la armonía con los demás: Eso es el respeto y la fraternidad, mediante la justicia, la paz y la no violencia (Juan 13, 35).
-        También la armonía con la naturaleza: Eso es la convivencia con ella, mediante el cuidado y el cultivo (Génesis 2,15).
-        En fin la armonía con Dios: Eso es la comunión mediante la fe y la práctica del amos (‘La vida eterna, Padre, es que te conozcan’ )

2.      El dibujo explicado del Árbol del Reino
            El proyecto de Dios abarca toda la vida: personal, colectiva y ecológica. En lo colectivo, o sea, en la organización social, están: la Economía, la Política y lo Socio-cultural-religioso. Todo grupo, toda institución, todos los países tienen esta triple organización. Si el libro del Génesis nos presenta el proyecto de Dios sobre la creación, ahí vamos a encontrar los criterios que Dios nos propone para que estas 3 estructuras sociales - la economía, la política y las ideologías - sean conforme a su sueño, a su proyecto. Veamos.

            El dibujo del Árbol de Reino explica como el proyecto de Dios comenzó a proyectarse en la creación. Al dibujar un árbol, nos inspiramos de los 2 primeros capítulos del Génesis.

Descripción: apocalipsis1- Dios está a la raíz y al origen de toda la creación.
 - Al crear, Dios comparte lo que es, o sea, vida, amor y comunidad. Para él y a su imagen, la armonía es el eje y la meta de todo el universo.
- Dios creó primero los 4 elementos, luego los vegetales y animales: eso es la NATURALEZA cuyo destino es, según Dios, ser compartida para el beneficio de todos. Todo esto va a ser el campo de la ECONOMÍA, que es la organización de las relaciones del ser humano con la naturaleza, mediante el compartir de todas las riquezas nacionales. En esta parte, el pecado está en la acumulación. Ver Éxodo 16,14; Mateo 20,1; Hechos 2, 42...
- Luego, Dios creó a la HUMANIDAD cuyo objetivo es el convivir. Esto va a ser el campo de la POLÍTICA, que es la organización de las relaciones entre todas las personas, o sea del convivir entre sí y con todos los grupos étnicos de la nación. El pecado está en el dominar. Ver Éxodo 18,13; 1° Samuel 8; Marcos 10,42…
- En fin, Dios comunicó al ser humano su SABIDURÍA para que nos podamos expresarnos de múltiples maneras y, así, enriquecernos con el aporte de todos y todas. Esto va a ser el campo de las IDEOLOGÍAS, que es la organización de las distintas propuestas para expresarnos y organizar la economía y la política. El pecado está en el engaño y la mentira. Ver Daniel 2; Lucas 4,16; 1° Corintios 1,27…

Esto es el SUEÑO DE DIOS, su plan de vida, amor y felicidad. Es el Reino que Jesús hará presente y que nos entregará para continuarlo, completarlo, actualizarlo.

C. LAS 2 PARTES COMPLEMENTARIAS DE LA ORACIÓN DE JESÚS
            La oración de Jesús está compuesta de 2 partes: Una que se refiere a Dios y otra que se refiere a la humanidad. Si Jesús ha unido esas 2 partes en una única oración, nosotros no podemos nunca separarlas. No hay competencia entre las 2 partes: Es la misma oración en la unión entre lo material y lo espiritual, entre lo humano y lo divino porque tanto en la encarnación como en el Reino de Dios son las 2 caras de la misma medalla.

1.      La 1ª parte nos hace tomar en cuenta que la causa de Dios es nuestra causa
En la primera parte, la mirada e dirigía hacia el cielo: Se trataba de la causa de Dios.
2.      La 2ª parte del Padrenuestro nos hace caer en cuenta que la causa de Dios es la humanidad
En esta 2ª parte, donde la mirada se vuelve a la tierra y al hombre en sus necesidades, se trata de la causa del hombre: el pan necesario para la vida, el perdón de la ruptura de la fraternidad, la fuerza contra la tentación y la liberación del mal. Es la vida humana siempre amenazada. Todo esto no preocupa sólo al hombre; también le interesa a Dios.

D. REUNIONES POR GRUPOS
-        El tiempo es de media hora.
-        Se elegirá un/a secretario/a y un/a coordinador/a.
-        Cada grupo con una de las peticiones de la oración del Padrenuestro. Nos enumeramos del 1 al 9, o si hay 2 noches: del 1 al 4 en la primera noche, y del 5 al 9 en la 2ª noche.

Texto según Mateo
Texto según Lucas
Padre nuestro del cielo,
Proclámese que tú eres santo,
Llegue tu reinado,
Realícese tu designo en la tierra como en el cielo;
Nuestro pan de cada día dánoslo hay,
Y perdona nuestras deudas
Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores
Y no nos dejes caer en la prueba,
Sino libéranos del Malo.

Padre,
Proclámese que tú eres santo,
Llegue tu reinado;

Nuestro pan necesario, dánoslo cada día,
Y perdona nuestros pecados
Que también nosotros perdonamos a todo deudor nuestro
Y no nos dejes caer en la prueba.


E L   P A D R E N U E S T R O   E S   L A  O R A C I Ó N   D E L   R E I N O
Para  9  reuniones  de  grupos

A partir del libro de Leonardo Boff: ‘El Padrenuestro, la oración de la liberación integral’.


Í N D I C E

Introducción
1ª parte: Una oración de liberación integral
2ª parte: Las 8 invocaciones del Padrenuestro
1.      ‘Padrenuestro que estás en los cielos’
2.      ‘Santificado sea tu nombre’
3.      ‘Venga a nosotros tu Reino’
4.      ‘Hágase tu voluntad,…’
5.      ‘El pan nuestro de cada día dánoslo hoy’
6.      ‘Perdona nuestras deudas,…’
7.      ‘Y no nos dejes caer en la tentación’
8.      ‘Más líbranos del mal’
Conclusión: ‘Amén’
3ª parte: Cuando la oración del Padrenuestro recobra todo su sentido

Quito, julio de 2006. Revisado 2011. PR.

 I N T R O D U C C I Ó N.


               En la oración del Padrenuestro, encontramos, de manera ejemplar, la justa relación entre Dios y el Hombre, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político. En ella se da la unidad de la encarnación. La 1ª parte celebra a Dios: el Padre de todos, la santificación de su nombre, su Reino, su santa voluntad. La 2ª parte se refiere al Hombre: el pan necesario, el perdón indispensable, la tentación siempre presente y el mal continuamente amenazante. Estas 2 partes juntas constituyen una sola y única oración.
               En la oración de Jesús, la causa de Dios no es distinta de la causa del hombre, y la causa del Hombre no es extraña a la de Dios. El movimiento por el cual el hombre se eleva hacia el cielo para suplicar a Dios regresa a la tierra y toma en consideración las necesidades humanas. Se trata del mismo movimiento en el interior de una unidad profunda y es esta misma unidad que produce la transparencia de la oración del Señor. ‘Lo que Dios ha unido – la preocupación por él y por nuestras necesidades – nadie debe separarlo’. Estas 2 dimensiones son la materia misma de la oración. Por esta razón podemos considerar el Padrenuestro como la oración de la liberación integral.

‘Padre, tú que no eres en primer lugar nuestro Juez y Señor,
Sino nuestro Padre porque oyes el clamor de tus hijos oprimidos,
Estás en los cielos hacia donde se dirige nuestra mirada en medio de la lucha,
Santificado sea tu actuar liberador contra lo que nos oprimen, tal vez en tu nombre,
Venga a nosotros tu justicia, o sea tu Reino, comenzando por los más empobrecidos,
Hágase tu voluntad, o sea tu liberación que empieza en la tierra y termina en el cielo
El pan de cada día que producimos todos juntos, dánoslo a comer juntos,
Perdónanos nuestro egoísmo en la medida en que combatimos el egoísmo colectivo,
Y no nos dejes caer en la tentación de explotar a los demás, acumulando riquezas,
Más líbranos de la venganza y del odio contra los malos que nos oprimen y reprimen.
Amén, así sea.’

EL  SIGNIFICADO  DEL  REINO

               El Reino abarca toda la vida tanto en lo personal y espiritual como en lo social y estructural. Eso es el proyecto de Dios que se describe en los 2 primeros capítulos del Génesis, se intuye en la decisión de Abraham de seguir a Dios, en la liberación de Moisés y la organización del Pueblo de Dios, en la voz de los Profetas y de los Sabios, y sobre todo en Jesús. Él es el hombre nuevo que representa la Humanidad reconciliada con ella misma y con Dios. En Jesús, el Reino está ganado. Nos hace falta entrar en él, personal y colectivamente. Miramos las ‘relaciones armoniosas’ a las que estamos llamados. El sueño de Dios es la armonía total, a imagen de un solo árbol, que abarca 4 dimensiones.
1.      Primero la armonía con uno mismo: Eso es lograr cada vez mayor dignidad personal (‘Señor, dame la sabiduría’ 1 Reyes 2,9).
2.      Luego la armonía con los demás: Eso es el respeto y la fraternidad, mediante la justicia, la paz y la no violencia (Juan 15,12 y 17).
3.      También la armonía con la naturaleza: Eso es la convivencia con ella, mediante el cuidado y el cultivo (Génesis 2,15).
4.      En fin la armonía con Dios: Eso es la comunión mediante la fe y la práctica del amor (‘La vida eterna, Padre, es que te conozcan’ Juan 17,3).


 Primera  parte :  UNA  ORACIÓN  DE  LIBERACIÓN  INTEGRAL.


‘Señor, si dejo de amar o si dejo de ser justo, me separo inevitablemente de ti, mi Dios,
Y mi culto hacia ti no es más que idolatría.
Para creer en ti, hay que practicar el amor y vivir en la justicia
Y hay que hacer primero esto para pronunciar tu nombre.
Fuera del amor y de la justicia, me sería imposible encontrarte algún día.
Pero los que tomamos por guía el amor y la justicia
Estamos contigo en el camino de tu Reino.’

A. LA NOVEDAD DE LA ENCARNACIÓN: Dios presente en la realidad
               La encarnación inaugura no solo la fe cristiana sino una nueva manera de entender la realidad. La encarnación manifiesta lo divino en lo humano, la eternidad en el tiempo. Estas 2 dimensiones están presentes bajo la misma unidad. Aparece una nueva realidad: la transparencia. Lo divino se realiza en lo humano y lo humano es imagen de lo divino. De la misma manera que Jesús lo asumió todo para liberarlo todo, la fe cristiana se encarna en todo para transfigurarlo todo. El cristianismo continúa la experiencia de la encarnación de Jesucristo. Toda la creación está llamada a participar del Reino. La fe cristiana no se puede limitar a las realidades espirituales y sobrenaturales, abarca también las realidades materiales e históricas. La consecuencia es que la Comunidad cristiana está comprometida en estos 2 aspectos de la realidad - acción y contemplación - para integrase en el Reino de Dios.

B. DOS PELIGROS A EVITAR: Separar lo espiritual y lo social
-        El primer peligro consiste en reducir la fe y la Iglesia a tareas espirituales. El cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluido la dimensión política. Para ser auténtica, la fe cristiana se transforma en amor y en práctica de la justicia en la vida real.
-        El segundo peligro consiste en limitar la acción de la fe y de la Iglesia a un compromiso meramente político que olvida la dimensión religiosa y sacramental.
La fe posee una dimensión social y política, y no puede prescindir ella. Su mirada está dirigida hacia lo divino en lo humano. Anuncia y hace realidad una salvación de la realidad humana que ésta no puede generar por sí sola. La salvación de Cristo abarca todas las dimensiones de la creación: la corporal y la espiritual, la personal y la colectiva, la histórica y la trascendental. Al caer en una de estas 2 reducciones, destruimos la unidad del ser humano, atropellamos el proyecto de Dios, somos infieles al mensaje de Jesús: el Reino de Dios. Damos testimonio de una liberación integral que nace y se hace en la realidad.

C. EL PADRENUESTRO DA LA ARTICULACIÓN CORRECTA ENTRE LO RELIGIOSO Y LO SOCIAL

  1. La causa de Dios es la causa del hombre
       La oración del Padrenuestro manifiesta el sentido de la encarnación. En ella aparece la relación perfecta entre Dios y el hombre, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político. La 1ª parte se refiere a Dios para alabarlo, y la 2ª al hombre para suplicar a Dios. Unidas, las 2 partes conforman ‘la oración de Jesús’. Según Jesús, a Dios no le interesa solamente lo que se refiere a él, sino también lo que es primordial para el hombre. Para Jesús, el hombre no se queda sólo en lo que le es materialmente necesario sino que se abre a la voluntad de Dios: Un horizonte de eternidad. En la oración de Jesús, la causa de Dios es la causa del hombre, y la causa del hombre es la causa de Dios, en un mismo movimiento. ¡A no separar lo que Dios ha unido!, afín de no traicionarlo.

  1. La realidad conflictiva es el lugar de nuestro encuentro con Dios
       La realidad es de por sí conflictiva y contrapuesta. Y así la refleja el Padrenuestro. El Reino de Dios es contrario al de Satanás.
-        El ‘Padre’ es, a la vez cercano (Padre nuestro) y distante (en el cielo).
-        Las palabras humanas están llamadas a santificar a Dios, pero se llenan de maldad.
-        El camino hacia el Reino está lleno de pecados.
-        A la voluntad de Dios oponemos nuestras propias decisiones.
-        Pedimos el pan para todos porque unos lo acaparan.
-        Imploramos el perdón de Dios y no somos capaces de perdonarnos.
-        Solicitamos la fuerza afín de no caer en la tentación que nos asecha.
-        Gritamos para ser liberados del mal que anida en nuestro propio corazón.
       Estas tensiones son los espacios de nuestro encuentro con Dios. Por eso, la oración del Padrenuestro respira la lucha tenaz y el abandono tranquilo.

  1. La esencia del Padrenuestro
       La oración de Jesús toca las grandes preocupaciones de los hombres de todos los tiempos. Por una parte, notamos que no hay referencia ni a Jesús, ni a la Iglesia. Por otra, el centro de la oración es Dios relacionado con las necesidades humanas. Para nosotros, se trata de abrirnos más allá de nuestros límites y pecados.
       El orden de las peticiones no es arbitrario: Se comienza por Dios para luego pasar al hombre. Se mira primero el punto de vista de Dios para llegar a nuestras necesidades. En medio de nuestras miserias debemos preocuparnos de Dios. La pasión por la tierra pasa por la pasión por el cielo. La lucha por la liberación nace de Dios y el encuentro con Dios nace del compromiso por el amor y la justicia. Ahí está la esencia del mensaje de Jesús: no en una declaración doctrinal, sino en una oración de fe comprometida.

  1. Los 3 niveles del Padrenuestro
               El Padrenuestro se articula según 3 niveles.
-        El sentido que dio Jesús al Padrenuestro: El Padrenuestro es el resumen del mensaje de Jesús.
-        El sentido de las primeras Comunidades cristianas cuando rezaban el Padrenuestro: Por eso, las palabras utilizadas por Mateo no las mismas que las de Lucas.
-        El sentido que tenemos que dar al Padrenuestro hoy: Lo rezamos a partir de nuestra situación local y de nuestra realidad global, buscando vivir la fe en medio de en un mundo de injusticias organizadas.

               Se trata no únicamente de repetir fórmulas del pasado, sino de actualizarlas, para hacer del Padrenuestro una oración que integre a Jesús, a las primeras Comunidades y la voluntad de Dios hoy.



Segunda  parte :  LAS  8  INVOCACIONES  DEL  PADRENUESTRO.


Primera petición: ‘PADRENUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: La invocación inicial del Padrenuestro nos invita a mirar quién es Dios. Es a la vez cercano como un padre que conoce nuestras situaciones humanas, pero también distante porque es nuestro creador y liberador.
Diálogo inicial: Los padres como amigos para la fraternidad.
  1. ¿Qué nuevo sentido tiene hoy la relación de los padres con los hijos?
Palabra de Dios. Éxodo 3,7-15: Yahvé es un Dios liberador.
2.      ¿En qué circunstancias se dio a conocer Dios a Moisés?
3.      ¿Por qué utilizó Dios la imagen de la zarza ardiendo para manifestarse a la vez cercano y distante?
Compromiso: Dios grande en el cielo y liberador en la tierra con nuestros esfuerzos personales y mancomunados.
4.      ¿A qué nueva experiencia de Dios nos sentimos llamado?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 1: DIOS ES CERCANO Y DISTANTE, PERO SIEMPRE LIBERADOR

               La oración del Padrenuestro nació de la misión de Jesús en hacer presente el Reino de Dios en un ambiente de miseria y de dominación tanto de los romanos y de los terratenientes como de las autoridades religiosas. Jesús venía a revelar el verdadero rostro de Dios y la exigencia de una fraternidad universal.

1.      La originalidad de la experiencia de Jesús con Dios, padre bueno
        Casi todas las religiones hablan de la paternidad de Dios y llaman a la fraternidad. Nuestros hermanos indígenas conservan esta costumbre de llamar a Dios ‘Padre y Madre’. Llamar a Dios ‘Padre’ es reconocer su cercanía, nuestra dependencia con él y la confianza que le podemos tener.
        El Antiguo Testamento poco se dirige a Dios como ‘Padre’: Apenas 15 veces. Los profetas son los que más profundizaron esta relación con Dios Padre. Por una parte, lo presentaban como el Dios de la Alianza, el defensor de los pobres, el liberador de los esclavos. ‘Tú eres nuestro Padre; tu nombre de siempre es nuestro redentor’ (Isaías 63,15).
        A Jesús le tocó revelarnos la verdadera relación que nos une con Dios. Para dárnosla a entender, utilizó la palabra más familiar y cariñosa del niño con su padre: ‘¡Abba!’, o sea ‘papito, papito Dios’. Y llama la atención la cantidad de veces que el Nuevo Testamento utiliza la palabra ‘Padre’: Más de 170 veces. Jesús la utilizó en todas sus oraciones; San Juan la pone 109 veces en la boca de Jesús; San Pablo la utiliza en su término original (‘Abba’: Romanos 8,15 y Gálatas 4,6). Con Jesús, la palabra ‘Padre’ pasa a ser el nombre propio de Dios.
        Esta cercanía íntima de Dios está ligada a la venida del Reino. El Dios del Reino es este padre bueno, cuya bondad y misericordia debemos manifestar por nuestras relaciones de fraternidad. Este Padre cercano se revela mediante el testimonio de una Comunidad decidida a vivir una fraternidad sin fronteras.

2.      Rezamos el Padrenuestro en un mundo lleno de contradicciones
        En su misión, Jesús no pensó primero en revelarnos a un Dios creador, misterioso, omnipotente, sino en un Padre bueno con todos nosotros, que conoce nuestras dificultades y nos anima para liberarnos. Con Jesús, se da a conocer la relación íntima que puede haber entre el ser humano y ese Dios Padre. Con Jesús, nuestro ‘hermano mayor’, podemos llamarlo también nosotros ‘¡Papito Dios!’.
        Este Padre nuestro ‘está en el cielo’. Al rezarle así, según la versión de San Mateo, estamos haciendo un acto de fe. Nuestro Dios es a la vez cercano y distante. No está ligado a ningún lugar sagrado ni ningún grupo humano particular. Su Reino no es como los de este mundo y se construye contra el de Satanás. Rezar el Padrenuestro es hacer un acto de fe: Dios es Padre a pesar de las contradicciones de este mundo, a pesar del odio entre los seres humanos, a pesar de la desesperanza y fatalidad que invaden a muchos.

3.      Dios es cercano y distante, pero siempre liberador
Rezar el Padrenuestro es también comprometernos a manifestar a este Dios bueno y liberador: Es hacer presente su Reino luchando para que haya menos miseria, menos injusticias, menos maldad. Esa lucha es la lucha de Dios con nosotros, así como Jesús nos dio el ejemplo. Sólo Dios es capaza de transformar la maldad del mundo en un Reino de vida y de fraternidad. Se nos pide un nuevo éxodo: Sustituir la derrota del ‘¡Hay de nosotros los pobres!’ en la lucha alegre de ‘¡Felices nosotros los pobres!’.
               Rezar el Padrenuestro es invocar a ‘Papito Dios’ en medio de los conflictos, las contradicciones y los fracasos. Por esa osadía, las tinieblas no son menores, pero sí menos absurdas; los peligros no desaparecen, pero sí nuestro ánimo queda reforzado; las cruces no dejan de existir, pero sí Dios puede transformar en éxito los fracasos bien reales. Así lo invocaron Jesús y los primeros mártires. No pedían a ese ‘Padre bien-amado’ que los liberara de las pruebas y del cáliz de amarguras, sino lo suplicaban de la fidelidad a su voluntad de construir el Reino. No hay que mirar hacia atrás un paraíso perdido, sino hacia delante construyendo el Reino y hacia arriba confiando en ese Padre, liberador con nosotros.

Segunda petición: ‘SANTIFICADO SEA TU NOMBRE’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: Vamos a reconocer que el nombre de Dios está inscrito en nosotros, que lo santificamos cuando luchamos por una mayor dignidad personal, una mayor fraternidad entre todos y cuando lo celebramos como el Dios del Reino.
Diálogo inicial: Nuestro nombre manifiesta nuestra personalidad.
  1. ¿Cuándo hacemos honor a nuestro nombre y al nombre de los demás?
Palabra de Dios. Marcos 2,1-12: La curación corporal y espiritual del paralítico.
2.      ¿De qué maneras devolvió Jesús la dignidad al paralítico?
3.      ¿Por qué fue esta doble curación de Jesús una manera de glorificar el nombre de Dios?
Compromiso: Vivir en dignidad, fraternidad y comunión con Dios.
4.      Según el ejemplo de Jesús, ¿cómo vamos a santificar el nombre de Dios?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 2: ‘SANTIFICADO SEA TU NOMBRE’

  1. El grito de una súplica
Esta petición del Padrenuestro arranca de un convencimiento y de un deseo.
-        El convencimiento es que, en nuestro mundo, Dios-Padre no es santificado ni glorificado como se lo merece. Nuestra organización niega el honor a Dios por las profundas distorsiones que rompen la fraternidad entre los hombres. Esto blasfema el santo nombre de Dios.
-        Un deseo: De esta constatación de indigencia brota la súplica: ‘Santificado sea tu nombre’. Es un grito dirigido tanto a Dios con a los hombres: ¡Que podamos vivir de tal forma que honremos su nombre y tengamos valor para transformar el mundo y hacerlo digno de ser su Reino!

  1. El significado de los términos ‘santificar’ y ‘nombre’
a).   Bíblicamente, ‘santificar’ significa alabar, bendecir y glorificar; es hacer santo
-        ‘Santo’ equivale a justo, perfecto, bueno y puro. Aplicado a Dios, el término quiere expresar que Dios es el totalmente ‘Otro’. Él es una ‘Realidad otra’ que rompe con nuestro ser y nuestro actuar. La única actitud ante ‘el Santo’ es de respeto, escucha y obediencia. Estamos ante lo inefable, ante una palabra sin sinónimo, ante una luz sin sombra, ante una inmensidad sin término (Éxodo 3,3-6). Pero este Dios tan santo y tan distante, no es neutro ni imparcial. ‘Tiene ojos y oídos’ porque ve la opresión de su Pueblo y oye sus gemidos. Toma partido a favor de los débiles y en contra de los opresores. Ama la justicia y aborrece la iniquidad.
-        Dios santo quiere que los hombres seamos ‘santos como él es santo’ (Lucas 11,14 y Mateo 5,48). La fe en Dios exige ruptura con este mundo y nos proyecta hacia una realización trascendente. El último destino del hombre es Dios. No se trata de abdicar de las tareas históricas; al contrario se debe llevar la tierra y la historia al supremo ideal de Dios. La manera de llegar a ello es siendo ‘santos’, o sea, siendo justos, buenos, perfectos y puros como Dios.
b).   Bíblicamente el ‘nombre’ significa la persona en su naturaleza íntima
En la Biblia, ‘conocer el nombre’ de alguien es conocerlo profundamente (Números 1,2-42 y Apocalipsis 3,4 y 11,34). Esa fue la experiencia de Moisés (Éxodo 3,3) e Isaías (6,3), y más definitivamente la de Jesús. Por eso conocieron a Dios como ‘Padre santo’ que es siempre ‘más allá’ (Juan 17,11) y ‘Padre justo’ que se compadece de nosotros (17,26) y planta su tienda en medio de nosotros. Es ‘Emmanuel’, o sea, Dios con nosotros.

  1. Se trata de una santificación liberadora
               La petición ‘Santificado sea tu nombre’ quiere decir que Dios sea respetado, venerado y honrado tal como es.
a).   No santificamos el nombre de Dios en los casos siguientes:
-        Deshonramos a Dios cuando lo reducimos a alguien que satisficiera nuestros deseos. Esto se da porque no hemos encontrado a Dios tal como es; creemos todavía en un falso dios.
-        No santificamos a Dios cuando sólo nos quedamos en adorarlo y venerarlo como si fuera un Dios distante. Encerramos a Dios en lo espiritual y las prácticas religiosas, en la Iglesia. Nos olvidamos que es el Dios del Reino, el cual que se hace realidad entre nosotros y en nuestro mundo.
b).   Santificamos el nombre de Dios cuando:
-        Reconocemos y dignificamos su ‘imagen y semejanza’; y nosotros y todos los seres humanos somos llamados a ser su imagen y semejanza. Nos es suficiente limitarnos a una vida personal digna, responsable, espiritual. El esfuerzo por gestar un mundo que tenga calidad de vida personal y fraternidad de sus miembros es la mejor manera de alabar a Dios.
-        Cuando logramos aumentar la santidad social. La santidad no es sólo el esfuerzo personal de dominio, responsabilidad, entrega, piedad. Es también la santificación de la realidad social, quitando la violencia, el individualismo, la opresión, la dominación, la mentira, y sustituyéndolas por la convivencia, la solidaridad, la equidad, la participación y la creatividad.
-        Cuando, como Iglesia, celebramos la presencia, grandeza y victoria de Dios en nuestra vida y los acontecimientos gozosos que nos toca vivir. A pesar de todo, la manifestación de Dios se da entre nosotros: Por eso hay que identificarlo, acogerlo y glorificarlo, en particular en la eucaristía.

Tercera petición: ‘VENGA A NOSOTROS TU REINO’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: ‘El Reino es lo único absoluto’, afirmaba el Papa Pablo 6º. Jesús fue el Profeta del Reino: Esa fue su misión primordial y la que nos dejó a nosotros. Todo debe ser orientado al servicio del Reino.
Diálogo inicial: Constructores del Reino
1.      ¿Quiénes estamos construyendo actualmente el Reino de Dios y de qué maneras?
Palabra de Dios. Palabra de Dios. Éxodo 23,1-8: Por una sociedad solidaria.
2.      ¿Cuál de estas orientaciones nos llama más la atención?
3.      ¿Dónde más se destruye el Reino de Dios entre nosotros hoy?
Compromiso: Construir personal y comunitariamente el Reino de Dios.
4.      Después de esta reflexión, ¿a qué nos sentimos llamados con relación al Reino de Dios?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario: 3: ‘VENGA A NOSOTROS TU REINO’

               Esta petición ‘Venga a nosotros tu Reino’ es el corazón del Padrenuestro, porque es la intención última del mensaje, de la misión y de la vida y muerte de Jesús. Esta súplica proviene de lo más hondo de nuestra angustia y de nuestra esperanza. Veamos.

1.      ¿Qué es lo más grandioso y radical en el ser humano?
       Hay en nosotros una apertura que nada ni nadie en la tierra pueden agotar. Estamos orientados esencialmente hacia el absoluto, hacia Dios. Cada meta alcanzada se vuelve un nuevo comienzo. Soñamos con relaciones humanas cada vez más fraternales y justas, y con ‘un mundo nuevo y un cielo nuevo’. Son estas utopías que impiden lo absurdo de apoderarse de nuestro corazón y de la historia. La esperanza nos habita como lo más radical de nuestro ser. Creemos posible un mundo reconciliado. Se trata de una múltiple reconciliación: consigo mismo, con las personas, con la naturaleza y con Dios (Isaías 11,6-8; Jeremías 31,34; Apocalipsis 7,16; Juan 16,23).
       Estas esperanzas son tantas más ardientes cuantas más crudas son las contradicciones de nuestro mundo (Romanos 1,18-25). El pequeño es despojado, el débil es aplastado, el honesto es ridiculizado, el ladrón es honrado, el violento es puesto como ejemplo, y las estructuras cada vez más globalizadas se construyen sobre la injusticia, la muerte y el pecado.
       En el Antiguo Testamento, se pensaba que el Reino de Dios se iba a manifestar por un rey que haría justicia al pobre, restituiría el derecho de la viuda y defendería al huérfano, librando así el mundo de sus principales iniquidades. Pero los vicios del poder hicieron que los reyes y, después del exilio, los sacerdotes lo pervirtieron todo. Pero los profetas y los sabios denunciaron el atropello a los pobres, el culto sin corazón, el templo sin justicia y la ley sin misericordia. Mientras los apocalípticos pensaban que el Reino vendría por sí mismo, los zelotes o fanáticos decidieron anticiparlo por la violencia. Sin embargo no venía el Reino de Dios por estos caminos.

2.      ‘¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!’ (Lucas 10,23)
       Jesús retomó este trasfondo de angustia y esperanza: ‘Se ha cumplido el plazo, ya llega el Reino de Dios’ (Marcos 1,15). Y indicó las señales de su presencia: ‘Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia’ (Lucas 7,22). El Reino que realiza Jesús no es un territorio sino un nuevo corazón y nuevas relaciones humanas que transforman lo viejo en nuevo, lo injusto en justo, lo enfermo en sano, lo malo en bueno. Es como un tesoro oculto (Mateo 13,44), una perla preciosa (13,45), una semilla que se hace grande (13,31), un fermento que lo transforma todo (13,33). El signo más concreto del Reino es la comida compartida, donde todos conviven y se reparten en torno al dueño de casa, sin límite: ‘Vendrán muchos de Oriente y Occidente’ (8,11). Este Reino inaugurado por Jesús tiene 4 características:
-        Es universal. Todo lo abarca, sin reducirse a una dimensión meramente espiritual o política o milagrera (Mateo 4,1-11). Implica liberación de todas las limitaciones y ataduras como la enfermedad, la pobreza, el hambre, la muerte y el pecado.
-        Es estructural. Modifica la realidad no sólo ‘en las ramas’, sino desde la raíz. Se trata de una liberación integral, no sólo de los límites, las falencias y el mal, sino del pecado enraizado en el corazón, las estructuras y los sistemas.
-        Es definitivo. El Reino define la voluntad última de Dios. Las más arraigadas esperanzas humanas empiezan a realizarse. Hay que entender el Reino como un proceso sin retorno ni fracaso definitivo.
-        Es excluyente. Hay que decir también que el Reino se construye contra el reino de Satanás y sus estructuras diabólicas hasta lograr su destrucción y su sustitución. Toda persona está apremiada a tomar partido.
El Reino llegó de una manera plena en la vida y la resurrección de Jesús porque en él aparecieron el hombre nuevo, las relaciones justas entre los hombres y con la naturaleza, la perfecta comunión con Dios. La petición ‘Venga tu Reino’ completa la anterior: ‘Santificado sea tu nombre’. Cuando se hayan sometido todas las situaciones distorsionadas de la creación, se habrá completado el Reino y su nombre podrá ser bendito por los siglos. Todo esto está en marcha: Es Reino es a la vez una realidad y una promesa, un don y una tarea. Y esto exige entrega, renuncia y hasta el don de la propia vida, lenta o violentamente. ‘Gracias, Señor Dios, soberano de todo, por haber asumido tu gran potencia y haber empezado a reinar’ (Apocalipsis 11,17).

Cuarta petición: ‘HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: El cielo es como la utopía realizada, es decir todo lo mejor que soñamos realizado. Mientras tanto, hay que luchar con confianza en Dios y paciencia tenaz para que la tierra sea un poco más el espacio de esta utopía celestial.
Diálogo inicial: Alejados de Dios
1.      ¿Cuándo nos alejamos de la voluntad de Dios?
Palabra de Dios. Las 3 últimas palabras de Jesús en la cruz:            ‘No se realice mi voluntad sino la tuya’ (Lucas 22,42). ‘Padre, ¿por qué me has abandonado?’ ‘En tus manos encomiendo mi espíritu’.
2.      ¿Qué comentarios hacemos de estas 3 palabras con relación al cumplimiento de la voluntad de Dios por parte de Jesús?
Compromiso: Realizar lo que soñamos juntos
3.      ¿Qué lecciones sacamos para nosotros con relación al cumplimiento de la voluntad de Dios?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 4: ‘HÁGASE TU VOLUNTAD, EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO’

               Por más que pedimos y construimos el Reino, su presencia mayoritaria no es una realidad. Nos puede ganar el desánimo. El desafío es combinar la voluntad de Dios con la paciencia histórica.

  1. ¿Cuál es la voluntad de Dios?
       Al pedir ‘Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo’, afirmamos que este mundo no cumple la voluntad de Dios. La miseria de millones de personas clama por el escándalo de la situación en que se encuentran y que no va a cambiar de inmediato. Invocar la voluntad de Dios implica creer en la fuerza del amor de Dios, descubrir señales del Reino en la malicia humana y confiar que podemos vencer la mala voluntad gracias a la fuerza de Dios. La perspectiva de Jesús con relación a la voluntad de Dios nos puede animar.
-        Para Jesús, la voluntad de Dios es la instauración del Reino. Jesús vino ‘no para hacer su voluntad sino la del que lo envió’ (Juan 5,30). San Pablo escribe que ‘Dios nos ha revelado su secreto, conforme a su voluntad: Que Jesús lleve la historia a su plenitud, haciendo la unidad del universo por medio de él como Mesías, de lo terrestre y lo celeste’ (Efesios 1,9-10). Dios, para ser verdaderamente Señor de su creación y poder llevar todo a su plenitud, colabora con nosotros para que se someten a su voluntad todos los elementos desordenados: enfermedades, injusticias, abuso de poder, muerte, pecado. Estos manifiesten el reinado de Satanás.
-        Para Jesús, la voluntad de Dios es que ‘el hombre viva’. Dios quiere para el hombre la vida plena ‘en abundancia’ (Juan 10,10). El Reinado de Dios es un don, un ofrecimiento. ‘Dios nos amó primero’ (1 Juan 4,19). Estamos llamados a abrirnos al don de Dios. Eso es la conversión. Dios nos asocia a esta tarea. No basta decir ‘Señor, Señor’ para entrar en el Reino, sino ‘poner por obra el designo del Padre’ (Mateo 7,21). Jesús nos enseñó el camino: Salvarnos es vivir el seguimiento de Jesús, tener ‘la misma actitud’ que él tuvo (Filipenses 2,5), orientarnos por el espíritu de la Bienaventuranzas (Mateo 5-7). Se trata de ‘nacer de nuevo’ (Juan 3,3). Pedir que se ‘haga la voluntad de Dios’ significa que nos mantengamos fieles al ofrecimiento de su Reinado, esforzándonos por vivir la novedad del mensaje, de las actitudes y de la vida de Jesús.
-        Para Jesús, la voluntad de Dios entraña el abandonarse activa y confiadamente. La historia sigue su pesado zigzaguear con avatares absurdos, con mecanismos de injusticia y pecado. ‘Solo el Padre sabe la hora del final de la historia’. Dios nos pide paciencia activa y confianza serena para este aplazamiento de la llegada del Reino en su plenitud. Aceptar los caminos de Dios exige de nosotros que renunciemos a nuestros propios deseos y trabajemos por el Reino en la realidad que nos ha tocado vivir. Hay que reconocer la finitud de nuestros puntos de vista y entregarnos a quien conduce el destino de la historia, buscando moldearnos en él, a la manera de Jesús. Pues, esta fue la actitud de Jesús: ‘No te agradan los sacrificios y holocaustos, entonces dijo: Aquí estoy para realizar tu voluntad’ (Hebreos 10,5-7). Jesús participó de nuestras angustias y nos dio el mayor ejemplo de fidelidad y confianza. Jesús se entregó, en total libertad, a uno Mayor que tiene el sentido supremo de todas las cosas y que sabe el para qué de los fracasos.

2.      ‘Así en la tierra como en el cielo
       ‘El cielo’ es el lugar donde ‘Dios reina’ porque todos sus habitantes cumplen su voluntad. En contraposición, la tierra es el lugar donde todavía la voluntad de Dios encuentra hostilidades y destrucciones. En el Medio Oriente, la expresión ‘cielo y tierra’ significa la totalidad de la creación de Dios (Mateo 5,8; 11,25; 24,35; 28,18). Entonces rezar esta petición del Padrenuestro equivale a desear que la voluntad de Dios se haga ‘en todos los lugares y siempre’. Nuestra petición es para que el Reinado de Dios, ya victorioso en el cielo, venga a instalarse también en la tierra. Eso es parte de nuestra lucha: la reconciliación plena hasta que ‘Dios sea todo en todos’ (1 Corintios 15,28).


Quinta petición: ‘EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLO HOY’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: El pan representa alimento y fraternidad. Los 2 aspectos deben estar siempre ligados para que la comunión eucarística no sea una hipocresía.
Diálogo inicial: ‘¡Hambre de Dios, sí; hambre de pan, no!’.
1.      ¿Por qué motivos falta el pan en tantas mesas?
Palabra de Dios. Lucas 16,19-31: Lázaro y el rico epulón.
2.      ¿Por qué termina condenado el rico epulón?
3.      ¿Por qué termina salvado el pobre mendigo?
Compromiso. El pan para cada día: Una tarea colectiva.
4.      ¿Qué lecciones sacamos de esta reflexión?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 5: ‘EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY’

               Con esta petición se produce un cambio en la oración de Jesús. En la primera parte, la mirada se dirigía hacia el cielo: Se trataba de la causa de Dios. En esta 2ª parte, donde la mirada se vuelve a la tierra y al hombre en sus necesidades. Se trata de la causa del hombre. Pero no son más que las 2 caras de la misma medalla.
  1. ‘El pan…’ representa la dimensión divina de la materia
       El pan simboliza el alimento necesario para la vida humana. Donde hay pan, está en reinado de Dios presentado como una gran cena. El pan conlleva a la plenitud de la vida: Es sacramento del Reino de Dios. Sabemos por Jesús que estamos juzgados según nuestra actitud con el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo, el encarcelado (Mateo 25,31-46). Dios asocia la perdición y la salvación al uso justo y fraternal o no, que hacemos del pan. En definitiva las 2 causas son una sola lucha.
  1. ‘… nuestro’: Es el pan que trae la felicidad
       La necesidad del pan es individual, pero su satisfacción es comunitaria. ‘Parte tu pan con el hambriento’ (Isaías 58,7 y Lucas 3,10). Con Jesús se llegó a la plena conciencia de la fraternidad humana. No se salva aquel que come solito mientras los ‘lázaros’ (Lucas 16,19) se mueren de hambre a su puerta, esperando las sobras de la mesa del egoísta.
       El pan producido en compañía tiene que repartirse en compañía también. Si es fruto de la explotación, el pan no es bendecido por Dios. El pan, para ser alimento de la vida, tiene ser un pan de justicia y de hermandad. El pan de la injusticia no es nuestro pan, es fruto de un robo: Pertenece a otro. Los miles de desnutridos de nuestras ciudades y los millones de hambrientos de nuestro mundo claman contra la mala calidad de nuestro pan. Para ser nuestro, el pan nos exige que transformemos el mundo y liberemos nuestra sociedad de sus mecanismos que hacen que unos se enriquezcan a costa del empobrecimiento de muchos. El pan nos convoca a la conversión y al compromiso.
  1. ‘… de cada día’: El pan necesario para el tiempo y la eternidad
       Al pan nuestro, Jesús le añadió un calificativo de gran importancia: ‘de cada día’, cotidiano. El pan nuestro de cada día es el pan realizado por la Comunidad que vive el ideal propuesto por Jesús. Hay también otro pan para la dimensión religiosa del hombre: Es el mismo Jesús. ‘Yo soy el pan de vida: El que come de este pan vivirá para siempre’ (Juan 6,48). En el pan cotidiano está resonando otro alimento, el de la Eucaristía. El Reino es del cielo y de la tierra, como el pan.
       No se puede tener el pan del cielo si no se tiene le pan de la tierra. Pedimos simultáneamente el uno y el otro, confiando en la Providencia que quiere que nos preocupemos sólo por el hoy (Mateo 6,25). ‘No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan’ (Proverbios 30,8 y Eclesiastés 40,28). Se mira las necesidades fundamentales, siendo el pan no sólo el alimento sino también el signo de la fraternidad y de la presencia de Jesús.
  1. ‘… dánoslo hoy’: El trabajo y la Providencia
       Todo alimento es regalo de Dios. Pues, es Dios quien nos da las estaciones, el sol y la lluvia; él que hace crecer la semilla. En cada pedazo de pan hay mucha presencia de Dios. ¿Cómo entender entonces el trabajo que trae el pan a la mesa? El pan es don de Dios y tarea nuestra. Jesús sabía de la importancia del trabajo que San Pablo expresa fuertemente: ‘El que no quiera trabajar, que no coma’ (2 Tesalonicenses 3,10).
       Hoy, lastimosamente, hay millones que escarban en la basura buscando lo mínimo necesario para alimentarse. El espectro de la desnutrición y del hambre amordaza a la mayor parte de la humanidad. La petición del pan adquiere un sentido concreto y solidario: ¡Cuánto hace falta el pan material y el pan de la fraternidad! No podemos hacer esta petición sin compartir ni dejar de hacer que nuestro mundo comparta más y más.
  1. Conclusión: La santidad del pan
       En la memoria de todos los pueblos, el pan es una realidad sagrada. Se lo trata con respeto y veneración: Se lo bendice y se lo besa. Si el pan se tira a la basura, es porque hemos perdido el sentido de lo sagrado y la referencia a lo sublime, o sea, a Dios. El pan está asociado al misterio de la vida: Por eso es santo. La Biblia lo refiere siempre a Dios: Es señal de su amor. Para los cristianos, el pan simboliza la fraternidad y la reconciliación definitiva en el Reino. Es el símbolo real de Jesús, pan de vida. Unamos todos estos sentidos en nuestra petición del Padrenuestro para que crezca y se multiplique la vida mediante la fraternidad y la confianza en Dios.

Sexta petición: ‘PERDONA NUESTRAS DEUDAS,…’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: A imagen de la Trinidad, nuestra vida es comunitaria. El mal nos divide, nos destruye y nos aparta de Dios. Mediante el perdón, restablecemos la comunión en nosotros, entre nosotros y con Dios
Diálogo inicial: La necesidad de hacer las paces
1.      ¿Cómo nos sentimos cuando nos estamos en paz con los demás?
Palabra de Dios. Mateo 18,23-35: La compasión es fuente de perdón.
2.      ¿Por qué demostró compasión el rey de la parábola con el primer servidor?
3.      ¿Por qué luego demostró dureza el rey de la parábola con este su mismo servidor?
Compromiso: Romper el círculo de la violencia.
4.      ¿Qué lecciones sacamos de toda nuestra reflexión?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 6: ‘PERDONA NUESTRAS DEUDAS, ASÍ COMO PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES’

  1. Una doble experiencia: la de la ofensa y la de la deuda
a).   La experiencia de la deuda
  1. Ya al nacer estamos en deuda con muchas personas, porque venimos a un mundo hecho, aunque no derecho. Sentimos semejante experiencia igualmente con Dios quien nos dio el existir, una familia, la salud, la inteligencia, amistades…
  2. Al descubrirnos deudores, surge en nosotros un sentimiento de gratitud y de exigencia de ‘pagar estas deudas’, sabiendo que no lo vamos a lograr totalmente.
b).   La experiencia de la ofensa. Hay un tipo de deuda que no es inocente sino culpable. Se trata de una relación destructora del encuentro, del amor y de la colaboración. No se hizo lo que se debía hacer: Mi semejante necesitaba ayuda y se la negué… Otras veces se trata de la explotación del débil, de la violencia contra el inocente, de la eliminación de los excluidos… Esta deuda se llama ofensa contra el hermano y pecado contra Dios. Esta clase de deuda exige ser rescatada.
Descubrimos también que existen situaciones y estructuras de pecado en las que estamos envueltos y de las cuales somos responsables. Este reconocimiento nos exige ir hasta las causas de la maldad institucionalizada para poder combatirlas personal y colectivamente afín de sentirnos limpios de esta complicidad o este encubrimiento. No basta corregir sólo unos gestos y actuaciones individuales, sino transformar un sistema de estructuras pecaminosas. Hay que engendrar no sólo ‘un hombre nuevo’, sino ‘una sociedad nueva’.

  1. ‘Perdona nuestras deudas…, nuestros pecados’
a).   Mateo usa la palabra ‘deuda’ (6,12). Es una expresión que hace referencia a la ley sabática: ‘Cada 7 años, ustedes perdonarán las deudas… Pues, no debe haber pobres en medio de ti… Yahvé tu Dios te bendecirá’ (Deuteronomio 15,1,4 y 6). Alcanzamos el perdón de Dios en la medida en que nosotros también ‘perdonamos a nuestros deudores’. El mantenimiento de las deudas y del no perdonarlas crea, por una parte, una situación de dominación y de empobrecimiento, y, por otra parte, nos impide recibir la bendición de Dios y su perdón. Nos alejamos de la fraternidad y de la comunión con Dios.
b).   Lucas dice: ‘Perdónanos nuestros pecados, que también nosotros perdonamos a todo deudor nuestro’ (11,4). Lucas cambia ‘deudas’ por ‘pecados’ para facilitar la comprensión de sus oyentes, no judíos sino griegos. Pero conserva la palabra ‘deudores’ afín de recordar que el proyecto de Dios es un Pueblo libre de esclavitud, fraternal e igualitario. El perdón de los pecados se alcanza si vivimos el proyecto de Dios.
c).   La buena nueva del perdón anunciada y practicada por Jesús. Con Jesús, el perdón llega a los pobres considerados como pecadores y empobrecidos por un sistema de deudas contrario al proyecto de Dios. Las principales parábolas de Jesús sobre el perdón y la misericordia de Dios están dirigidas no a los ‘pecadores’, sino a los ‘piadosos que se creían los exclusivos amados de Dios’ (Marcos 2,17). Para Jesús, Dios es el ‘Dios de los pecadores’ o considerados y que se consideran como tales.
d).   El perdón de Dios presupone el restablecimiento de la relación entre el ofendido y el ofensor.        El perdón no es automático. Hay que buscar el perdón para recibirlo. El fariseo de la parábola (Lucas 18,9-14) está en una gran ilusión. No ha comprendido que Dios ‘quiere la misericordia y no sacrificios’ (Mateo 9,13). Sólo con la conciencia del mal y la petición de perdón se restablece la relación entre las personas y por lo mismo con Dios. Jesús nos dio el ejemplo. Perdonó hasta a sus verdugos. Además asumió la situación de todos los culpables y pecadores y pidió para ellos el perdón de Dios, (Lucas 23,34). El Padre lo escuchó y reconcilió el mundo consigo.
  1. ‘Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores’
       El perdón de Dios se cumple con nosotros con una condición: Si ‘nosotros también perdonamos a nuestros deudores’ tal como lo vemos en la parábola del siervo endeudado (Mateo 18,23-35). Nuestra experiencia de Dios misericordioso, nos lleva a ser misericordiosos también nosotros (Lucas 6,36), y sin límites, como Dios: ‘Hasta 77 veces 7’ (Mateo 18,22). ‘El Señor les ha perdonado, hagan ustedes lo mismo’ (Colosenses 3,33).

Séptima petición: ‘Y NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: Hay que ver las tentaciones no sólo como momento de pruebas, sino como desafíos que nos orientan al servicio del Reino o contra él. De hecho, nuestros pequeños actos nos orientan hacia el Reino o nos alejan de él.
Diálogo inicial. Ir a lo esencial: Un proyecto de vida o de muerte.
1.      ¿De dónde provienen las tentaciones?
Palabra de Dios. Mateo 4,1-11: A favor o en contra del Reino.
2.      ¿Cómo analizamos las tentaciones de Jesús?
3.      ¿De qué manera relacionamos las tentaciones de Jesús con el Reino?
Compromiso: Juntos desenmascarar y sustituir el mal.
4.      ¿Qué conclusiones sacamos de nuestras reflexiones?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 7: ‘Y NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN’

  1. Como personas, somos sujetos a la tentación
a).   Los 2 caminos de la vida humana: Proyecto de vida o proyecto de muerte. La vida humana se enrumba según 2 caminos: el uno que se limita a la tierra y el otro que, los pies en la tierra, tiende al cielo. ‘Mira te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte… Escoge pues la vida’ (Deuteronomio 30,15-20).
-        Camino que se limita a la tierra. El ser humano es capaz de grandes logros, de grandes calamidades y de grandes dudas… ‘Todo se nos escapa. ¿Cómo gozará el hombre de todo aquello por lo cual ha trabajado bajo el sol, en medio de tantas fatigas y preocupaciones? (Eclesiastés 2,22). Además consciente o inconscientemente colaboramos en proyectos de muerte, colectivos, organizados, institucionalizados. Nuestros obispos llamaron estas actuaciones ‘injusticias institucionalizadas’ y situaciones de ‘pecado social’ (Documento de Puebla 173 y 186). Se trata de un egoísmo colectivo, un individualismo social y una ruptura de la fraternidad. Son situaciones que hay que combatir y superar, personal y colectivamente.
-        Camino en la tierra hacia el cielo. Como seres humanos, nos sentimos llamados a sobrepasar todos los límites y superar todas las dependencias. Un impulso, un espíritu interior nos hace tener hambre de infinito y sed de absoluto (Eclesiástico 18,7). ‘Sólo el espíritu da vida’ (Juan 6,63). Es posible unir la dimensión terrena con la espiritual, enfocándola desde la óptica de Dios y su proyecto revelado en la Biblia y encarnado por Jesucristo. Se trata de un proyecto de fraternidad, libertad y equidad.
c).   El espacio para la tentación. Dios ha permitido que coexistieran los 2 proyectos. Como seres humanos, somos tentados de elegir el proyecto de muerte, y de hecho unos lo eligen y se quedan con él. De alguna manera, todos pasamos por esa prueba y estamos a veces en el uno y en el otro. La tentación es el precio a pagar por demostrar nuestra fidelidad al proyecto de vida (1 Pedro 1,6). Lo malo no es ser tentado, sino caer en la tentación de rechazar a Dios y su Reino.

  1. Habiendo sido tentado, Jesús nos puede ayudar en la tentación
a).   Las tentaciones de Jesús. Jesús ‘ha sido probado en todo igual que nosotros’ (Hebreos 4,15). Vivió como todos nosotros en la penumbra de la existencia, buscando y desvelando la voluntad de Dios a lo largo de su vida. Las tentaciones de Jesús fueron el precio de la búsqueda de su fidelidad a Dios y al Reino.
  1. La de ser sólo un ‘político’ (1ª tentación): El Reino incluye dimensión política, pero no se limita a esta.
  2. La de ser sólo ‘espiritualista’ (2ª): El Reino abarca todas las dimensiones humanas.
  3. La de ser sólo ‘milagrero’ o asistencialista (3ª): El Reino se vive en lo cotidiano y hay que construirlo juntos.
b).   El enfrentamiento con Satanás. Las tentaciones no fueron sólo un momento de la vida de Jesús, sino una sombra oscura que lo acompañó a lo largo de toda su vida. El Reinado de Dios se construye contra el reino de Satanás. Este no queda nunca quieto, propicia ‘el misterio de la iniquidad’. Para Jesús, triunfar de las tentaciones era comenzar a derrotar el mal: Esta fue su lucha permanente. La grandeza de Jesús no reside en haber sido tentado, sino haber superado todas las tentaciones y persecuciones de Satanás.

  1. De la gran tentación, ¡libéranos, Señor!
       Cada uno de nosotros estamos expuestos a la tentación de elegir un proyecto de muerte. Pero sabemos que Dios ha vencido la muerte por Jesucristo: ‘¡Ánimo, yo he vencido al mundo!’ (Juan 16,33) y que escucha su oración: ‘No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del Maligno’ (Juan 17,15). Unidos a Cristo y a la Comunidad de sus seguidores, estamos fortalecidos contra los embates del pecado del mundo.
       El fantasma del mal, como para Jesús hasta la cruz, nos seguirá hasta el momento de nuestra muerte. Por eso, hay que prepararnos a esta gran prueba, viviendo ya la realidad del Reino, pidiendo a María que ruegue ‘por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte’ y suplicando al Padre: ‘No nos dejes caer en la tentación’, afín de participar de la totalidad del Reino, junto a los que, con Jesús y como él, han triunfado de las seducciones del mundo y de Satanás.


Octava petición: ‘MÁS LÍBRANOS DEL MAL’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: El mal anida en cada uno de nosotros. Anida también en grupos de personas, en organizaciones e instituciones destructoras de la naturaleza y de los seres humanos. Para vencer el mal necesitamos de la fuerza de Dios.
Diálogo inicial: El mal personal y el mal social.
1.      ¿Qué formas toma el mal en nosotros y entre nosotros?
Palabra de Dios. Génesis 4,1-16: El primer asesinato.
2.      ¿Cómo se justifica Caín delante de Dios después de haber matado a Abel?
3.      En esta lectura, ¿cuáles son las distintas intervenciones de Dios?
Compromiso: Ser responsables los unos de los otros.
4.      ¿Qué conclusiones sacamos de estas reflexiones?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 8: ‘MÁS LÍBRANOS DEL MAL’

               El mal no es algo abstracto, es real y personalizado. No es sólo personal, es también social y estructural.

  1. La cruda realidad del mal
a).   Una realidad erigida en sistema organizado y programado
-        Se concreta en una organización económica que acumula a costa del saqueo de la naturaleza y la muerte de millones de seres humanos; la deuda externa es el mejor y mayor ejemplo actual.
-        Tiene sus estructuras políticas que se manifiestan en la explotación descarada, la corrupción campante, las globalizaciones neoliberal, las invasiones armadas mal llamadas ‘humanitarias’ y preventivas.
-        Se justifica ideológicamente’ en defensa de una supuesta civilización cristiana, utilizando hasta el nombre de Dios para matar, distrayendo nuestra atención por medio de la televisión y sus programas deshumanizantes.
       Esta situación no era fatal, pero se volvió fatal por la maldad de unos pocos y la complicidad de otros muchos. Es un sistema de egoísmo colectivo, de insolidaridad y de muerte, erigido en modelo de vivir. Es ‘el ideal de vida norteamericano’ (“American way life”), o sea el sistema capitalista neoliberal, del que participamos.
b).   Las personificaciones del mal
¿Quién será el causante de la maldad? La Biblia es muy clara y le da muchos nombres. Hay un ‘ser espiritual’ llamado ‘el tentador’ (Marcos 4,3), el ‘enemigo’ (Lucas 10,19), el ‘homicida y mentiroso’ (Juan 8,4), el ‘diablo’ (Mateo 13,39), ‘Satanás’ (Marco 3,23), ‘Belcebú príncipe de los demonios’ (Mateo 12,24), el ‘jefe del mundo’ (Juan 12,31), el ‘gran dragón, la serpiente primordial’ (Apocalipsis 12,3-9). Se trata del ‘Maligno’ que, directa o indirectamente, causa la mentira, el odio, las enfermedades y la muerte. Y la Biblia nos advierte: Quien no ama a su hermano se revela como hijo del diablo, al igual que Caín (1 Juan 3,12) o Judas Iscariote (Juan 6,70). Según Jesús la ‘cizaña’ representa a los hijos del Maligno que se oponen a los hijos de Dios (Mateo 13,38).
c).   La Biblia da cuenta de la realidad del mal
-        En el Antiguo Testamento. Los profetas fueron los que más denunciaron la maldad organizada por los grandes de su tiempo.
-        En el Nuevo Testamento. ‘Quien desee ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios’ (Santiago 4,4). El ‘mundo’ así llamado en la Biblia es una categoría histórica, llevada adelante por hombres y mujeres capaces de ‘sofocar la verdad por el mal mediante todas sus maldades e injusticias’ (Romanos 1,18).

  1. Jesús y la victoria sobre el mal
       Jesús es el gran liberador frente al poder de Satanás. Era ‘el más fuerte que vence al fuerte’ (Lucas 11,22). El Reinado de Dios se construye sustituyendo el reino de Satanás. Los milagros de Jesús son una anticipación de su derrota. Jesús denunció lo que impide al hombre entrar en el Reino: la riqueza (Lucas 6,24), las preocupaciones excesivas por lo material (Mateo 6,19), el orgullo (Mateo 9,43), la dureza de juicio (Mateo 7,1), la ansia de poder, honra y gloria (Marcos 10,35), la piedad estéril (Marcos 11,15)… Todos estos vicios son frutos del diablo en el corazón humano.
       Seguir a Jesús es crear un nuevo corazón, una nueva mentalidad y unas nuevas estructuras que  manifiesten una manera de vivir y organizarse conforme a los valores del Reino. Estos valores se resumen en un solo mandamientos: ‘Se amarán unos a otros como yo los he amado’ (Juan 13,34 y 15,17). ‘Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?’ (Romanos 8,31-18).

3.      El mayor grito humano: ‘Padre nuestro: ¡Líbranos del mal!’
       El nombre mismo de Dios es ‘Liberador’. Es el sentido de ‘Yahvé’ y de ‘Jesús-Emmanuel: ‘Dios liberador con nosotros’ los pobres. En la Biblia, la palabra ‘liberar’ tiene 2 sentidos:
̵          Dios es aquel que libera: Libera ‘al Pueblo’ de la esclavitud (Éxodo 3,8), ‘libera la vida’ hasta de la muerte (Proverbios 14,25), libera del Maligno (Mateo 6,13)… con más de 200 utilizaciones de esta palabra en la Biblia.
̵          También, la palabra ‘liberar’ tiene sentido de arrancar de la inminencia de caer en el abismo, proteger de los percances en el camino, defender de las trampas tendidas en los senderos… (Salmo 1419-10; 69,15 y 91,3). Esto es lo que hace el Maligno.
Los caminos de Dios son ‘un modo de andar’ orientado hacia la justicia, la verdad, la fraternidad: Esos son los caminos del Reino.
CONCLUSIÓN: ‘AMÉN’

Bienvenida. Saludos. Canto. Breve oración al Espíritu Santo.
Mensaje: Al terminar estas reuniones sobre el Padrenuestro, sentimos que el Reino es nuestro sueño, nuestra utopía, nuestro anhelo más profundo. Ayudémonos a conseguir algo de lo que hemos sentido más importante.
Diálogo inicial: Si soñamos, es que algo es posible lograr.
1.      ¿Qué soñamos para nosotros, nuestra familia, nuestro país?
Palabra de Dios. Apocalipsis 21,1-5: El cielo nuevo y la tierra nueva.
2.      ¿Cuáles son las características del cielo nuevo y de la tierra nueva descritos en esta lectura?
3.      ¿Cuándo nos estamos acercando a esta tierra nueva?
Compromiso: ‘Pasar de condiciones inhumanas a condiciones más humanas…’
4.      ¿A qué nos sentimos llamados después de estas reflexiones y al terminar estas reuniones sobre el Padrenuestro?
Oraciones comunitarias. Padrenuestro y Dios te salve. Canto. Bendición final.

Comentario 9: ‘A M É N'

               La oración del Padrenuestro termina con un gran ‘Amén’. Es una palabra hebrea que significa ‘fe, verdad, seguridad, firmeza y confianza’. Bíblicamente, tener fe es más que creer en unas verdades, es confiar indefectiblemente que el mundo y la realidad tienen un sentido escondido y feliz. Por esto, lo opuesto a la fe es el miedo, la duda y la incapacidad de entregarse a esta tarea de hacernos felices los unos con los otros. Más, el Sentido de los sentidos es Dios, nuestro Padre común lleno de bondad y amor. ‘Amén’ significa ‘así sea’ o ‘sí, así debe ser’. Con el Amén, confirmamos y reforzamos lo que pedimos en una oración o afirmamos en una alabanza (Romanos 1,25 y 11,36; Gálatas 1,5; Filipenses 4,20 y 1 Corintios 16,24). Poder decir ‘Amén’ significa poder confiar y estar seguros de que todo se encuentra en las manos del Padre, es haber superado la desconfianza y el miedo, a pesar de todo.
               La oración del Padrenuestro encierra toda la existencia humana en su impulso hacia el cielo y su enrizamiento en la tierra. En ella se expresa los momentos de luz y también los de las tinieblas. A todo esto decimos ‘Amén’. Y sólo podemos decir Sí y Amén al peligro del mal, a las solicitaciones de la tentación, a las ofensas recibidas y a la búsqueda pesada del pan común porque tenemos la certeza de que Dios es Padre, de que estamos consagrados a su nombre santo, que confiamos en la venida de su Reino y estamos seguros de que su voluntad se hará así en la tierra como en el cielo. La oración del Padrenuestro comenzó con la confianza de quien levanta su mirada al cielo de donde viene la liberación. Y luego, en medio de las opresiones y destrucciones humanas, termina nuevamente en la confianza, diciendo ‘Amén’.
               Semejante actitud tiene su fundamento en Jesucristo que no enseñó a rezar el Padrenuestro. Él asumió todas las contradicciones de nuestra torcida existencia, liberándola totalmente. San Pablo escribió con intuición precisa: ‘En él no hubo más que un sí’ (1 Corintios 1,19). Todo lo que Dios prometió a los hombres – y el Padrenuestro enumera las promesas de Dios, las hechas para la vida eterna y las para la vida terrena – ‘en él (Jesucristo), todas las promesas de Dios han llegado a ser un sí, y por eso decimos ‘Amén’ en su nombre’ (2 Corintios 1,20). Así también lo aseguró San Juan: Jesús es ‘el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios’ (Apocalipsis 3,14). Si, de veras, Jesucristo es el ‘Amén’ que ponemos al final de nuestras súplicas y alabanzas, entonces tenemos la certeza absoluta de que Dios nos está escuchando. Mayor que la certeza de nuestras necesidades, es la certeza de nuestra confianza colmada: Nos atiende nuestro Padre común. ¡Amén, así es!


CONCLUSIÓN

-        Una cosa es el sueño de Dios y otra la tarea nuestra.
-        Una cosa es pedir a Dios y otra realizar lo que nos corresponde.
-        Cuando hacemos lo nuestro, todo lo nuestro, Dios contribuye a su buen éxito
-        Para que logremos la plenitud de la vida, de la fraternidad y de la alegría para todos.
-        Eso es el Reino, en la tierra como en el cielo: Ya viene y vendrá en su totalidad.
-        Amén, así es y así será.


3ª parte: REFLEXIONES FINALES.

PARA QUE LA ORACIÓN DEL PADRENUESTRO RECOBRE TODO SU SENTIDO


               La oración no es la primera acción del hombre. Lo primero es la realidad de la vida. De allí nace la oración como súplica, acción de gracias, perdón, adoración. La oración de Jesús nació de la misma manera. Conozcamos la experiencia de Jesús para comprender su oración. Conozcamos nuestra realidad.
‘Nuestro barrio está formado por gente que vinieron de las provincias.
Somos un grupo humano desintegrado, no somos un Pueblo.
Las instituciones no sirven para ayudarnos a resolver nuestras necesidades.
Nadie se propone para defender nuestros derechos y tener un sueldo justo.
Nuestra realidad es dura, triste, desalentadora.’

A. ‘LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA’
               Al mirar la realidad de nuestro continente, estamos frente a unas grandes injusticias. Por una parte, nos llaman la atención la belleza de la creación, los progresos de la técnica, los logros del arte, la grandeza de ciertos personajes. Por otra, nos golpean la miseria que está junto al lujo más agresivo, el hambre junto al derroche incontrolado, la violencia ciega contra niñas y niños, las catástrofes naturales… Parece que sólo rige la terrible ley de la jungla: ‘Tu muerte para mi crecimiento’. En cuantas partes corren sangre inocente y muertes prematuras. Esa es América Latina con ‘las venas abiertas’ de muchísimos de sus hijas e hijos, desde más de 500 años.
               Ya lo reconocía San Pablo en su tiempo: ‘La creación entera gime y sufre dolores de parto’ (Romanos 8,22). Ayer como hoy el mundo está como preso de fuerzas diabólicas: ¡Cuántos masacres y crímenes colectivos a lo largo de un año! La creación no descansa bajo un arco iris de paz por estar sometida a ídolos que sustituyen y destruyen al Dios de la Vida y del Amor. Pero, al mismo tiempo miramos toda esta situación a la manera de San Pablo, como un gran parto colectivo en el que nacemos a una vida nueva.

B. ¡POBRE DE MÍ! ¿QUIÉN ME LIBRARÁ DE ESTE CUERPO O DE ESA MUERTE?' (Romanos 7,24)
               Al nivel personal, la dureza de la vida nos golpea muy fuerte. El mismo grito de los falsos amigos de Job (3,3) sigue subiendo al cielo desde la boca de millones, punzando los oídos de todos. Quienes buscamos relaciones fraternales con los demás, la justicia en el trabajo, la transparencia en las instituciones, la verdad en las comunicaciones, el amor como ley de la vida, somos minoría muy minoritaria. Y hasta en nosotros mismos anidan a veces las contradicciones: ‘No hago el bien que yo quiero, sino el mal que no quiero’ (Romanos 7,19). La historia del dolor sin sentido y de la violencia contra el inocente nos golpea sin que, en nuestra Iglesia, grandes esfuerzos se hagan para limitarlo. Y tenemos la tentación de maldecir la vida; hasta tambaleamos en nuestra fe: ‘¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?’ (Mateo 15,34).

C. ‘ALGO ENTRETIENE LA INQUIETUD DEL UNIVERSO’ (Romanos 8,19)
               Frente a tal situación agobiante, se dan 3 actitudes principales: rebelión, resignación y esperanza.

1.      La rebelión estéril
Hay quienes se indignan contra lo trágico del mundo y de la vida, y levantan el puño contra todo y contra el cielo, culpando a Dios de todos los males. ‘Dios no nos salva. Dios permite la muerte de los inocentes. Dios no es padre de nadie’. Reconciliar la existencia de Dios-Padre nuestro con la iniquidad reinante es un desafío, desde antes los tiempos de Job. Los grandes análisis de las causas de la maldad y la comprensión detallada del dolor no acaban con estos: ‘Ustedes no son más que charlatanes y me traen remedios ilusorios’ (Job 13,4). Y la rebelión abre sus caminos de destrucciones en los corazones y por todas partes. Ni siquiera buscan, como Job, ‘hablarle al Todopoderoso y echárselo en cara’ (13,3). Esta actitud termina desencadenando más violencias y dolores.

2.      La resignación cómplice
Uno 2º grupo de personas se refugia en la resignación impotente y cómplice. ‘La creación se ve obligada a no lograr algo duradero’ (Romanos 7,20).
-        Unos justifican la actual situación con principios metafísicos, explicando que la realidad es a la vez buena y mala: Es ‘dios y diablo al mismo tiempo’ y que nada podemos hacer los humanos. La solución es buscar un equilibrio entre el bien y el mal, sin mayor esperanza que sobrevivir. No hay más que aceptar el mal campante, pasivamente resignados.
-        Otros dicen que ‘Dios es bueno, pero el hombre es malo’, a partir de una errónea interpretación del Génesis. El ser humano es víctima de su propia libertad, incapaz de fraternizar y redimirse. Hay que tener paciencia, ‘la salvación está en la otra vida’, donde Dios nos espera después del mal rato de la vida presente. Hay que aguantar resignados y cómplices.

3.      La esperanza activa ‘contra toda esperanza’
       Sin embargo, en medio de tantas desgracias, desalientos e insolidaridades, hay quienes ‘esperan contra toda esperanza’ (Romanos 4,18), siendo tan realistas como los anteriores. Para ellos también el mundo es un ‘valle de lágrimas’, se reconocen pecadores y siguen tentados por la violencia y la resignación. Pero, contra la calamidad de los sufrimientos, construyen personal y colectivamente el lento triunfo del bien sobre el mal de una manera tenaz y esperanzadora, desde su fe en Jesucristo y la solidaridad organizada. Creemos en una esperanza activa y transformadora.
-        A la raíz y al término del mundo, no vislumbramos el ‘caos’, sino el ‘cosmos’, o sea, no la desintegración sino la integración.
-        Afirmamos que el mundo es malo no por ser mundo, sino por la irresponsabilidad humana (o inhumana): ‘Advierto en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi espíritu y paso a ser esclavo de esa ley del pecado’ (Romanos 7,23).
-        Reconocemos que Dios permite y soporta el mal sin ser derrotado por él. Más bien, en Jesús resucitado, nos anuncia que el mal no tiene ni tendrá la última palabra: ‘¡Ánimo!, yo he vencido al mundo’ (Juan 16,33)
-        Demostramos por nuestra fraternidad y solidaridad que Dios no es lejano ni indiferente (Isaías 63,9), sino que escucha el grito de los pobres y los libera (Éxodo 3,8). Manifestamos cómo Jesús se hizo solidario (Salmo 91,15) hasta la muerte en la cruz (Isaías 53,7): ‘Ha sido probado por medio del sufrimiento, y ha sido reconocido capaz de ayudar a aquellos que son puestos a prueba’ (Hebreos 2,18). Decimos con palabras y hechos que esta redención empieza hoy y culminará mañana.
-        Celebramos estos pequeños y grandes logros como presencia del Resucitado y crecimiento del Reino de Dios en esta realidad desgarradora, ‘comenzando ya la fiesta que vendrá’.
Esta fe fraterna, solidaria y alegre no elimina el dolor, pero produce esperanza y cambios tanto en los que sufren como de los que se solidarizan con ellos, disminuye el sufrimiento, protege contra la desesperanza, crea espacios de vida, justicia y felicidad que podemos gozar, multiplicar y celebrar. Afirmamos que hay siempre espacios para la vida y para una vida mejor de la que vivimos.

D. ‘BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA’ (Mateo 6,33)
La experiencia bíblica nos abre a este camino de fe, lucha y esperanza, que es el Reino.

-        He aquí unos de los muchos ejemplos de la solicitud de Dios con su Pueblo: ‘He visto la humillación de mi Pueblo, he escuchado sus gritos, conozco sus sufrimientos. Por esta razón estoy bajando para liberarlo: Ve, pues, yo te envío’ (Éxodo 3,7-10). ‘Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas’ (Isaías 2,4). ‘Hará justicia a los débiles, el lobo habitará con el cordero, se llenará la tierra del conocimiento de Yahvé’ (11,4-9). ‘En la angustia estaré junto a él, lo salvaré’ (Salmo 91,15)…
-        Con Jesús, Dios ha intervenido a favor nuestro: ‘La gente que vivía en la oscuridad ha visto una luz muy grande’ (Mateo 4,16). ‘El tiempo se ha cumplido: El Reino está cerca’ (Marcos 1,15). ‘Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen y una Buena Nueva llega a los pobres’ (Mateo 11,5). ‘Nada ni nadie nos podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús’ (Romanos 8,39). ‘Ahora, todo lo hago nuevo’ (Apocalipsis 21,3)…
Todo en la Biblia está orientado hacia el Reino. Es el sueño de Dios que comenzó con Abraham, se concretó con Moisés, se mantuvo con los Profetas y los Sabios, y se inauguró definitivamente con Jesús. Pero el Reino de Dios no viene sólo de arriba, sino que necesita de nuestra colaboración personal y colectiva para hacerse realidad. El Reino es a la vez don de Dios y tarea nuestra. Nuestra felicidad y salvación se concretan en la participación y construcción del Reino. Para Jesús, como para nosotros, el Reino es la regeneración de toda la creación. Con relación a las cosas y los bienes, el Reino es repartir y compartir equitativos; individualmente el Reino es dignidad y participación; entre nosotros el Reino es fraternidad y justicia; con la naturaleza el Reino es comunión y belleza, y con Dios el Reino es celebración y gozo. Muchas personas, comenzando por nosotros, y muchas estructuras tienen que cambiar para entrar en este camino de libertad, fraternidad y fe. Esa es la perfecta liberación y la plenitud definitiva a las que somos llamados juntos y con toda la creación.

E. ANIMADOS POR JESÚS Y SU ESPÍRITU, NOS ATREVEMOS A DECIR ‘PADRE NUESTRO’ (ver Gálatas 4,6-7)
               Nos hemos detenido a mirar nuestra dura realidad: Realidad personal llena de límites, fallas y pecados; realidad social hecha de sufrimientos provocados y programados de los unos sobre los otros, realidad sorprendentemente violente de la naturaleza. Al mismo tiempo, se yergue el proyecto de Dios con miras al éxito de su Reino cuyos comienzos están a la vista entre nosotros. ‘El Reino de Dios es semejante a una semilla de mostaza. Es la más pequeña de todas las semillas, pero se hace más grande que todas las plantas del huerto’ (Marcos 431-32).

F. ‘NO BASTA CON DECIRME ‘¡SEÑOR, SEÑOR!’ PARA ENTRAR EN EL REINO’ (Mateo 7,21)

1.      La experiencia de Jesús y de las primeras comunidades cristianas
Esta realidad contradictoria constituye el contenido del Padrenuestro. En el Padrenuestro se cristaliza toda la experiencia de Jesús: Allí aparecen los grandes ejes de su revelación del Padre y de su llamado a la fraternidad universal. El mensaje de Jesús es eminentemente positivo. Es de alegría porque el Reino se establecerá definitivamente. El Padrenuestro es el camino hacia ello. Esa es la oración que Jesús enseñó a sus apóstoles y, por lo mismo, a nosotros.
La única oración del Padrenuestro enseñada por Jesús fue asimilada de forma diferente por las primeras Comunidades cristianas: Por esta razón tenemos 2 transmisiones diferentes. La fórmula original de Jesús es inalcanzable. Se piensa que la redacción de Lucas sería la más cerca del original, por ser la más corta. Se trata de una construcción poética, con ritmo y rima, para ser recitada de memoria y en alta voz por la Comunidad. He aquí las 2 versiones del Padrenuestro: La una más larga según San Mateo (6,9-13), y la otra más breve según San Lucas (11,2-4):

Según Mateo
Según Lucas
Padre nuestro del cielo,
Proclámese que tú eres santo,
Llegue tu reinado,
Realícese tu designo en la tierra como en el cielo;
Nuestro pan de cada día dánoslo hoy,
Y perdona nuestras deudas
Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores
Y no nos dejes caer en la prueba,
Sino libéranos del Malo.

Padre,
Proclámese que tú eres santo,
Llegue tu reinado;

Nuestro pan necesario, dánoslo cada día,
Y perdona nuestros pecados
Que también nosotros perdonamos a todo deudor nuestro
Y no nos dejes caer en la prueba.

El contexto de los 2 evangelistas nos ayuda a entender la diversidad en la expresión de la oración de Jesús.
-        En los textos anteriores al Padrenuestro de Mateo, tenemos unas orientaciones sobre la oración, dirigidas a los judíos, y se les incluye el Padrenuestro. Mateo es más litúrgico, y por esto es más largo. Define mejor el significado de la oración de Jesús, distinguiéndola de las otras prácticas de piedad como la limosna (6,1-4) y el ayuno (6,16-18).
-        En el contexto de Lucas, tenemos una iniciación a la oración, dirigida a los paganos. Lucas se concentra en lo esencial, y por esto es más corto. Nos deja entrever cómo surgió el Padrenuestro: Después de un momento de oración de Jesús, uno de los discípulos piden a Jesús enseñarles a rezar, según el ejemplo de Juan Bautista. Jesús comunica su ‘profesión de fe’: Con la invocación exclusiva de Jesús a su Padre, la venida del Reino, la providencia divina que cuida de la vida biológica (el pan) y de la vida social (perdón), de la gran crisis y de la tentación.

2.      El compromiso nuestro
La estructura del Padrenuestro consiste de 2 movimientos que se entrecruzan y se necesitan. Uno se eleva hacia el cielo con 4 deseos (el Padre, su santidad, su reinado y su voluntad) y el otro se pliega hacia la tierra también con 4 peticiones (el pan, el perdón, la tentación y el mal). Son como los 2 ojos de la fe: Uno se levanta hacia Dios contemplando su luz y el otro se dirige a la tierra topando con el drama de las tinieblas. Sentimos, por una parte, la fuerza interior (el espíritu) del ser humano que se alza hacia Dios y, por otra, su peso exterior (su ‘carne’ débil) que se curva hacia la tierra. Con su grandeza y sus debilidades se presenta delante de Dios.
Para introducir litúrgicamente el Padrenuestro, se ha conservado fórmulas muy antiguas: ‘Nos atrevemos a decir…’. Esto nos invita a darnos cuenta que estamos ante ‘el secreto de Jesús’ comunicado a sus apóstoles. La oración de Jesús supone la percepción de todo el drama de este mundo y, tras haber sufrido la pasión de la historia, se nos compromete a su liberación integral.
-        Profesamos nuestra fe en Dios como Padre, no obstante su distancia y la maldad del mundo.
-        Proclamamos nuestra esperanza en la capacidad de Dios de ‘enjuagar todas las lágrimas’ y modificar las estructuras del mundo mediante nuestra colaboración alegre y decidida.
-        Manifestamos nuestro amor, diciendo a Dios como Jesús ‘Papito bueno’, para expresar la intimidad del amor.
-        Nos sentimos hijas e hijos en el Hijo porque formamos con él la fraternidad venidera, movidos por el Espíritu.
-        Nos comprometemos a hacer realidad en nuestra vida y por nuestra manera de vivir las 2 dimensiones inseparables de nuestra fe: Por una parte, la santidad de Dios y su proyecto y, por otra, el compromiso para hacer realidad su Reino.

Recemos el Padrenuestro con los ojos abiertos, la manos unidas, el corazón rebelde y agradecido, el alma y el cuerpo entregados a la lucha por la liberación y la felicidad definitivas que han comenzado entre nosotros gracias a Jesucristo ‘el mismo ayer, hoy y siempre’ (Hebreos 13,8).






E L   P A D R E N U E S T R O   B R E V E M E N T E   C O M E N T A D O


PADRE NUESTRO:
         Al llamarte ‘padre’, somos conscientes de que todos los seres humanos somos hermanos y, por lo tanto, estamos llamados a vivir en fraternidad y la igualdad.

QUE ESTÁS EN LOS CIELOS:
         Nos enviaste a tu Hijo Jesús para que nos enseñara cómo debemos vivir en la tierra, o sea, construyendo tu Reino.

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE:
         Que seas conocido como Padre de todos, alabado por siempre en palabras y hechos y proclamado santo por todas tus criaturas, también en palabras y en hechos.

VENGA A NOSOTROS TU REINO:
         Que hagamos presente tu Reino mediante la vivencia del amor y la justicia, ya que sólo así alcanzaremos la paz que tú nos das.

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO:
         Que practiquemos el amor sustituyendo la violencia por el compartir, la ambición por el respeto, el poder que domina por el servicio que humaniza, la explotación por la igualdad, la mentira por la transparencia.

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA:
         Permitas que la tierra nos siga dando sus frutos para que todos participemos en la siembra y la cosecha, repartiéndolos en cada mesa afín de que nadie tenga hambre.

PERDONA NUESTRAS DEUDAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES:
         Que tu misericordia afectiva y efectiva siga viva en nosotros para que sepamos perdonar las deudas de nuestros deudores y así podamos ser perdonados.

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN:
         Aleja de nosotros la tentación de olvidar que la causa de los pobres es tu causa, afín de que sea también la nuestra, y no caigamos en proyectos de muerte que todo lo destruyen.

MÁS LÍBRANOS DEL MAL:
         Cuando el mal esté cerca, ilumínanos para ver claro e irradiar tu esperanza. En la realidad que vivimos, ayúdanos a reconocer las señales de tu salvación, luchar por la vida y fortalecer tu proyecto de amor.

AMEN, ASÍ SEA.