sábado, 1 de septiembre de 2012

Folleto Biblia APOCALIPSIS 3ª parte


E L   S U E Ñ O   D E L   P U E B L O   D E   L A   B I B L I A
Una  lectura  apocalíptica  de  la  Biblia  (3ª parte)

 

 

LAS  PRIMERAS  COMUNIDADES  CRISTIANAS  Y  LOS  MOVIMIENTOS  APOCALÍPTICOS

 

“LA VIDA ES TU PALABRA”, Quito, mayo de 2006, PR.

 

CONTENIDO

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1ª parte

Presentación. Puerta de entrada y clave de lectura. Introducción al Apocalipsis de Juan.

El libro del Apocalipsis es profundizado a lo largo de las siguientes 4 etapas.

Bloque 1:        Iglesia en discernimiento. Cartas católicas de Pedro y Judas.

Bloque 2:        Iglesia que se institucionaliza…

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2ª parte

Bloque 2:        … Cartas Pastorales a Tito y Timoteo.

Bloque 3:        Iglesia que vence por el amor: Cartas de Juan.

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3ª parte

Bloque 4:        Iglesia que celebra: Cartas a los Efesios y a los Hebreos.

Anexos: 1. Unos 3 aspectos del Apocalipsis. 2. El contexto de los años 70 a 135 dC. 3. El género literario apocalíptico. 4. Índice detallado.

 

 

 

B L O Q U E   4  :   I G L E S I A   Q U E   C E L E B R A
Apocalipsis 18 y 20-21. Cartas a los Efesios y a los Hebreos

 

 

PRESENTACIÓN

 

  1. Objetivo

-          Percibir cómo las celebraciones tocan el corazón de las Comunidades, alimentan su fe y esperanza, y ayudan a permanecer firmes en el testimonio, aún en medio de la persecución.

-          Descubrir cómo el fundamentalismo amenaza la verdadera perseverancia.

 

  1. Contenido

      Este bloque 4 tiene 6 temas con sus comentarios: Tres tratan del Apocalipsis y 3 de las Cartas a los Efesios y a los Hebreos.

-          El Apocalipsis se caracteriza por su carácter celebrativo (tema 16).

-          La Carta a los Efesios revela el contexto de fe que anima por dentro las celebraciones (17).

-          La Carta a los Hebreos desarrolla el tema del sacerdocio de Jesús (18) y el de la esperanza que se anticipa en las celebraciones (19).

-          La espera de la venida de Cristo, cuando se toma al pie de la letra, puede llevar a actitudes erróneas (20).

-          Finalmente haremos una lectura orante de la visión de futuro que anima el camino de la Iglesia (21).

 

 


 CARTAS  A  LOS  EFESIOS  Y  A  LOS  HEBREOS.

 

 

                La celebración es el alma de toda comunidad. ¿Cómo entrar en contacto con Dios a través de la vida y de su Palabra, y celebrar este encuentro? Las Comunidades Eclesiales de Base celebran mucho. Bastantes fragmentos del Nuevo Testamento tienen su origen en las celebraciones litúrgicas de las Comunidades. En testimonio exterior a ellas lo da el escritor romana Plinio en su carta-relatorio al emperador Trajano: ‘Se reúnen en día fijo, antes de que aparezca el sol, cantando alternadamente un himno a Cristo como si fuese un dios…’. En este bloque, vamos a profundizar la dimensión mística de las comunidades.

                Las celebraciones muestran a las comunidades cantando victoria, aún cuando estaban sumergidas en un ambiente hostil, marcado por las violentas persecuciones. Celebraban para obtener fuerzas, para mantener el ánimo, para fortificar la perseverancia. Celebraban la utopía que apuntaba al final del camino para continuar caminando, venciendo los obstáculos.

                En estas celebraciones, especialmente a partir de la Carta a los Hebreos, se percibe también una crisis. La mayor parte de las comunidades estaban integradas por judíos, hombres y mujeres, que habían abandonado su práctica litúrgica, sus ritos y tradiciones para seguir la novedad traída por Jesús. Necesitaban hacer un gran esfuerzo para encontrar nuevos caminos de celebración, releyendo y adaptando sus antiguos ritos a partir de misterio de Jesucristo muerto y resucitado.

                Los escritos que nos ayudarán en esta tarea son 2 cartas: La a los Efesios y la a los Hebreos. Las 2 tienen su contenido semejante al de una homilía, lo que indica su origen litúrgico. Ambas fueron consideradas como escritas por pablo. Actualmente percibimos por los asuntos que tratan, que sus autores u autoras actuaron mucho tiempo después del martirio de Pablo. Pero, las 2 tienen espiritualidad paulina. Dentro de esta dimensión celebrativa, los pasajes del Apocalipsis que enmarcan este bloque nos colocan dentro del ambiente litúrgico que tiene todo el libro.

 

 

Tema  16 :  ‘ ¡ ESTÁ  OSCURO,  PERO  CANTO ¡ ’

 

‘Un ángel poderoso levantó una piedra que era como una gran piedra de molino, y

lanzándola al mar, dijo: ¡Así será arrojada la gran ciudad!’ (Apocalipsis 18,21).

 

Mensaje: Las celebraciones son algo esencial en la vida humana y la vida cristiana. Manifiesta la fe, revelan la vitalidad de la comunidad y ayudan a denunciar el fracaso de la maldad y la caída de los imperios.

 

                En nuestros tiempos de neoliberalismo triunfante, es difícil discernir grandes signos de esperanza. Estamos en un sistema diabólico que destruye la fe, las personas, la naturaleza, la esperanza. Más que nunca, los cristianos debemos unirnos para reconocer los signos del Resucitado y la presencia liberadora del Reino. La lectura de hoy nos puede ayudar mucho.

                El Apocalipsis es por excelencia el libro de la esperanza, porque la fuerza de la resurrección está a la obra en las personas, los pueblos, las organizaciones. El texto de hoy es una gran liturgia de resistencia. Nos enseña que bien se pude cantar victoria, aún cuando está lejos, pero aparece en pequeños acontecimientos de la vida diaria. El Espíritu nos da ojos para discernir en la gran oscuridad de la noche la certera proximidad de la aurora. La lectura de hoy mezcla, para las comunidades perseguidas, anuncios y mensajes alentadores en medio de lamentos, advertencias y acontecimientos. El autor busca mantener viva la esperanza de las comunidades aún cuando el poder del imperio continúa muy fuerte y aparentemente invencible. ‘El Ángel de Dios’ anuncia el fin seguro de todos los males presentes si se sabe estar unidos, resistir y servir.

 

Bienvenida. Canto. Se pone a la vista de todos los símbolos traídos. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Celebrar la esperanza.

1.                   En medio de nuestras dificultades, ¿dónde sabemos discernir señales de esperanza?

2.                   ¿De qué maneras son nuestras oraciones y celebraciones manifestaciones de esperanza?

Palabra de Dios. Apocalipsis 18,1-19,8: Liturgia de esperanza.

  1. ¿Cuáles son, para las comunidades perseguidas, los anuncios del Ángel de Dios?
  2. ¿De dónde saca el autor del Apocalipsis su seguridad en la derrota del mal?

Hoy nosotros: Testigas y testigos de la esperanza.

  1. ¿Dónde y a quiénes más hace falta discernir los signos de aliento y esperanza?
  2. ¿Cómo vamos a manifestar personal y colectivamente la esperanza que nos anima?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros. Salmo 74 o Job 18,25-29. Canto. Bendición final.

 

Preparación del próximo encuentro

-          Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.

-          Leer la presentación de la carta a los Efesios.

-          Leer Efesios 1,1-23, también Gálatas 1,15-20 y el comentario correspondiente.

 

 

Comentario 16: CANTO, LITURGIA Y CELEBRACIÓN EN EL APOCALIPSIS

 

A. UN RÁPIDO ANÁLISIS DE LAS LITURGIAS EN EL APOCALIPSIS

                ‘Quien canta sus miedos, los males espanta’. Se canta mucho en el Apocalipsis, desde el comienzo hasta el fin, a tal punto que podría parecer un libro de canto, un manual de liturgia, la descripción de una gran celebración comunitaria. De alguna manera lo es con sus invocaciones, súplicas, lamentos, aclamaciones, gritos de victoria, preces, alabanzas, felicitaciones, acciones de gracias… porque ocupan gran parte de las páginas del libro. Veamos algunas.

-          4,4-11:    Liturgia cósmica ante el Trono de Dios que preside toda la creación.

-          5,8-4:      Celebración de la victoria del Cordero, que incluye a los ángeles y a toda la humanidad.

-          6,9-11:    Lamento de los perseguidos que brota debajo del altar.

-          7,0-17:    Inmensa procesión de la humanidad hacia las fuentes de agua viva.

-          8,2-5:      Solemne apertura del último sello con incienso y oración.

-          11,15-18: Liturgia que acompaña a la última trompeta anunciando la llegada del Reino.

-          12,10-12: Celebración de alabanza y acción de gracias con ocasión de la victoria del Niño.

-          14,2-3:    Cántico de victoria de los 144,000 elegidos alrededor del Cordero en el Monte Sión.

-          14,6-13: Triple Buena Noticia traída por los ángeles que anuncian la caída de Roma.

-          15,2-8:    Cántico de Moisés sobre un mar de vidrio, anunciando las últimas plagas.

-          18,1 a 19-10: Cántico, al mismo tiempo lamento y acción de gracias por la caída de Roma.

-          21,3-7:    Descripción litúrgica del nuevo cielo y de la nueva tierra.

 

B. MEDITACIÓN SOBRE LAS LITURGIAS

                La forma de orar revela la forma de creer. La liturgia es una expresión de la fe, de la esperanza y del amor de la comunidad. En ella se revelan y se transmiten la imagen y la experiencia que el pueblo tiene de Dios, de Jesucristo y de sí mismo. Al contemplar estas celebraciones, descubrimos la vida de aquel pueblo, que tiene gran utilidad para nosotros.

 

  1. La eternidad es el amor siempre vivo entre nosotros

        Lo que llama la atención en estas celebraciones es cómo se mezcla los tiempos: pasado, presente y futuro. En la liturgia que celebra la caída de Roma (18,1-19,8), ésta aparece tanto destruida con que debe ser destruida. Lo mismo ocurre en la celebración de la 7ª trompeta: Describe como ya sucedido lo que está por suceder (11,15-18). Contemplando el futuro, el apocalíptico habla como si fuera ya algo que pertenece al pasado. Mirando hacia el pasado, habla de él como si fuera algo que aún va a suceder. Es una actitud de total libertad ante el tiempo. El Apocalipsis habla a partir de una certidumbre de fe que no depende del tiempo. El la seguridad de la victoria del Cordero que ya sucedió, está sucediendo y va a suceder.

 

  1. Caminando y cantando con la certidumbre en la mente y la historia en la mano

        La mayor parte de las letras del los cantos del Apocalipsis es sacada del Antiguo Testamento. Retoma los antiguos cánticos de victoria. El ambiente litúrgico de cantos y alabanzas que así se crea, hace que el pueblo sienta que la victoria es hoy. Actualiza el pasado, despierta la memoria, recupera la identidad, destapa la fuente antigua y hace brotar, desde dentro del pueblo oprimido, el agua escondida que en él existe y estaba obstruida. El pueblo redescubre su misión: Es una nueva resurrección. Para nosotros que no tenemos una relación tan familiar con el Antiguo Testamento, los cánticos del Apocalipsis no logran evocar lo que evocaban en el pueblo de las comunidades de aquella época. Sería más o menos cuando nosotros, en momentos difíciles y dramáticos de la vida, entonamos cantos que nos devuelven la esperanza y el ánimo, como por ejemplo: ‘Yo tengo fe…’, ‘Cuando el pobre…’, ‘No nos moverán…’.

 

  1. De repente se nos clarifico la vista y descubrimos que tenemos valor

        El ambiente que se crea a través de la celebración, hace transparente el presente y ayuda al pueblo a percibir el alcance del que está sucediendo. Por ejemplo, la visión del trono en la gran liturgia cósmica (4,2-11), aunque no diga nada explícitamente, relativiza por completo el poderío del imperio romano y muestra su insignificancia cuando se lo mira dentro del amplio conjunto del proyecto de Dios. La letra de las estrofas que canta la caída de Roma (18,1-19,8) revela el motivo del canto: Dios, juez verdadero y justo, ya juzgó y condenó la ‘gran prostituta’. Además revela el motivo de la condenación: la corrupción que aplasta al pueblo de Dios. El objetivo de la condenación es vengar la sangre derramada de los Siervos de Dios. Así la letra del canto ayuda a percibir la realidad con otros ojos. Profundiza la Buena Noticia de Dios oculta en los hechos, y comunica a los que participan en la liturgia la experiencia nítida y segura de que, delante del poder de Dios, el poder del imperio no tiene consistencia.

 

  1. En la comunidad soy feliz; sí, soy feliz en la comunidad

        El estilo dialogal de las celebraciones del Apocalipsis envuelve a los lectores y oyentes, provoca su participación y hace crecer la conciencia comunitaria. Varias veces, el propio canto sugiere que se responda con aclamaciones: ‘¡Amén! Sí. Santo, santo, santo. ¡Aleluya! ¡Ven!...’. Todo esto revela el ambiente celebrativo, y cómo en aquel tiempo la liturgia de la comunidades cristiana era libre, creativa y participativa. Por ejemplo, el canto final por la caída de Roma, quien canta 1º es el pueblo (19,1); después cantan los que presiden, es decir los 24 ancianos y los 4 seres vivos. Ellos confirman la palabra del pueblo diciendo: ‘¡Amén, aleluya!’ (19,4). Enseguida, una voz venida de cerca del trono (19,5), hace otra invitación y, de nuevo, todo el pueblo aclama. En el saluda inicial, Juan involucra al lector pasando de repente a hablar en 1ª persona del plural: ‘Jesús nos amó y nos rescató del pecado por el precio de su sangre e hizo de nosotros un Reino de sacerdotes para nuestro Dios, su Padre’ (1,5-6). De este modo logra que los oyentes, perseguidos y desanimados, se sientan acogidos en una comunidad más amplia, de la que forma parte el autor.

 

  1. Sobre la mesa hay flores… para la fiesta que viene después

        Una de las características de los apocalípticos es que el tiempo presente de la persecución no consigue oscurecer ni esconder el futuro que ellos esperan. Por eso repiten sin cesar alabanzas como ‘¡Aleluya! y otras. El ‘aleluya’ procede del culto judía y significa ‘Alabemos al Señor’, algo como nuestros ‘¡Vivas!’: Viva Dios… Los apocalípticos aclaman con anticipación el fin victorioso que está por llegar. Las liturgias del Apocalipsis anticipan lo que todavía no se vislumbra. Son una muestra del futuro por el que se sufre y se lucha. Son fuentes de alegría y de esperanza. Hacen que los oyentes levanten la cabeza y los ojos para aguardar el futuro que va a llegar dentro de poco, y comiencen ya a cantar su esperanza segura. La esperanza que viene del futuro, penetra el tiempo presente y hace preparar flores para la fiesta que viene después: ‘Celebremos ya la fiesta que vendrá’.

 

  1. María, madre de los caminantes, enséñanos a caminar

        En las liturgias del Apocalipsis existe una dimensión catequística. Nuestras liturgias no son primero una catequesis: La explicación de las lecturas bíblicas no es ni puede ser una clase. Son exhortaciones para celebrar la vida, hacer crecer la fe, aumentar la esperanza y vivificar el amor. Indirectamente, sin embargo, la liturgia crea un ambiente para una buena catequesis: Enseña a caminar. Por ejemplo, al evocar la historia del Antiguo Testamento, mantiene vivas la memoria y la identidad de la comunidad. Al dirigirse a Jesús con varios títulos, hace que los oyentes consigan discernir las diferentes doctrinas. Celebrando y rezando los acontecimientos, enseña a leer los hechos con ojos de fe… La enseñanza no es discurso como en un curso o una exposición, sino a través de la experiencia que se comunica al pueblo mediante una nueva forma de mirar y sentir.

 

  1. ¡Alabado sea mi Dios por todas sus criaturas!

        Lo que más nos sorprende en las liturgias del Apocalipsis es que, en ellas, participan toda la humanidad, todos los pueblos, todos los seres vivos, el cosmos entero (7,9-10). Es un ‘ecumenismo’ que lo abarca todo. Están igualmente todos los tiempos: los siglos de ayer, de hoy y de mañana. Están todos los espacios: el cielo y el firmamento, la tierra y el mar, y todo lo que existe en el ‘mundo de abajo’ y el ‘mundo de arriba’. Están todos les seres vivos: Ángeles y demonios, humanos y animales, plantas. Están los elementos de la creación: fuego, aire, agua y tierra, en particular un sinnúmero de piedras preciosas. Están las culturas con todas las riquezas de las naciones, sin peligro de que una destruya a la otra, porque las puertas de la nueva Jerusalén están abiertas para todas y todos (21,24-27). Es el anuncio de la reconciliación definitiva y universal alrededor de aquel que es su origen y sus destino: ‘Dios-con-ellos (Yahvé) será su Dios’ (21,3).

 

C. LAS 7 BIENAVENTURANZAS DEL APOCALIPSIS

                El Apocalipsis es uno de los libros más alegres de la Biblia. Revela que, en su pobreza, los marginados viven una felicidad que, en su riqueza, los poderosos no consiguen ni poseer ni probar: ‘Lo poco, con Dios y los demás, es mucho’. Detrás del dolor de la persecución, los apocalípticos encuentran la seguridad de la presencia de Dios, de estar en la mano de Dios. Por esta razón, la alegría explota en un canto de alabanza y de acción de gracias. Así, a largo de las páginas, aparecen 7 bienaventuranzas: ‘¡Feliz o felices…!’. Se trata de la felicidad del ‘mundo de arriba’. La letra de estas bienaventuranzas muestra que la felicidad anunciada y prometida es fruto, al mismo tiempo, de la gratuidad de Dios y de la fidelidad del pueblo.

 

  1. ‘¡Feliz el lector y los oyentes de las palabras de esta profecía, si observan lo que en ella está escrito!’ (1,3).
  2. ‘¡Felices los muertos, lo que ahora mueren en el Señor, que descansan de sus fatigas, porque sus obras los acompañan!’ (14,13).
  3. ‘¡Feliz aquel que vigila y conserva sus vestiduras para no andar desnudo, dejando que vean su vergüenza!’ (16,15).
  4. ‘¡Felices aquellos que fueron convidados al banquete de la nupcias del Cordero!’ (19,9).
  5. ‘¡Feliz y santo aquel que participa de la 1ª resurrección!’ (20,6).
  6. ‘¡Feliz aquel que observa las palabras proféticas de este libro!’ (22,7).
  7. ‘¡Felices los que lavan sus vestiduras para tener poder sobre el árbol de la Vida y para entrar en la Ciudad por sus puertas abiertas!’ (22,14).

 

D. LITURGIA FINAL: ‘DIOS TODO EN TODOS’

                Al final de la celebración de la caída de Roma, la multitud anuncia cantando: ‘¡Aleluya, el Señor, el Dios todopoderoso pasó a reinar! ¡Alegrémonos… porque están por realizarse las nupcias del Cordero!’ (19,6-7). Y el vidente recibe la orden de escribir: ‘¡Felices los convidados al banquete de las nupcias del Cordero!’ (19,9). La liturgia final del futuro será la liturgia de fiesta de las bodas del Cordero.

                La esposa del Cordero es la Nueva Jerusalén (21,9-10), el Pueblo de Dios, o sea toda la humanidad. Esta, purificada y reconciliada, llegó al final del camino. Ahora está preparada, hermosa y toda engalanada para la fiesta definitiva (21,2). Esta liturgia final sella la unión definitiva de la humanidad con Dios: No hay luz de vela ni de lámpara ni del sol; el mismo Dios será su sol y el Cordero su lámpara (21,23; 22,5). Tampoco habrá templo: ‘El templo es el mismo Dios y el Cordero’ ((21,22). La catedral que imagina el vidente para el futuro, es el mismo universo, totalmente renovado e iluminado por la presencia amiga de Dios que invade todo, igual que la luz del sol lo invade todo cuando brilla en su apogeo del medio día: ‘¡Dios será todo en todos!’ (1 Corintios 15,28).

                La gloria de Dios es el ser humano vivo, solidario y feliz. La verdadera alabanza, la verdadera liturgia que agrada a Dios, es la vida plena y armoniosa con todo y con todos (Romanos 12,1). En esta fiesta eterna no habrá lo que desfigura y destruye la vida: No habrá muerte ni gemido ni luto ni pena ni lágrima ni dolor ni maldición ni noche (21,4; 22,5). Pero sí, habrá árboles de vida por todas partes, que dan frutos dulces 12 veces al año (22,2). Por fin, se realizó el gran objetivo por el que vino Jesús: ‘Que tengan vida y vida en abundancia’ (Juan 10,10). Esta liturgia definitiva será el eterno abrazo del Cordero y su novia, de Cristo y la humanidad en el regazo de Dios, abrazo de amor que suspende el tiempo, que adelantamos unos instante en nuestros abrazos de amor verdadero. Esta liturgia será también el fruto de las semillas de vida que plantamos hoy en las luchas y los dolores de parto de una nueva humanidad. Por eso ‘el Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!’ (22,7)… ‘¡Sí, ven, Señor Jesús!’, última palabra del Apocalipsis (22,20).

 

 

 INTRODUCCIÓN  A  LOS  EFESIOS.

 

 

A. AUTOR Y CONTEXTO

                ‘Efesios’ es una carta circular (la mención ‘a Éfeso’ en 1,1 falta en muchos manuscritos). Está dirigida a los cristianos de Asia Menor (hoy Turquía), donde está situada la ciudad de Éfeso. De carta solamente tiene la forma. Su contenido es una homilía.

                En realidad, una comparación con la carta a los Colosenses nos muestra que el autor se inspiró de ella y la transformó en un sermón destinado a un público más amplio. Poco importa si la transformación fue hecha por el mismo Pablo o por uno de sus discípulos; la carta es uno de los escritos más importante para la teología.

 

B. DIVISIÓN

 

  1. La 1ª parte está marcada por la alabanza a Dios (1,3) y la preces de intercesión (1,16; 3,1,14). Termina con una doxología litúrgica (3,21). El tema central es la Iglesia, que tiene a Cristo por cabeza. Dios eligió a la Iglesia antes de los tiempos y la convocó para ser su Pueblo (‘iglesia’ significa ‘convocación o congregación’, tal como se llamaba a la asamblea de Israel en el desierto). Por el bautismo, los fieles son arrebatados al poder de las tinieblas y unidos a Cristo (2,1-10). Nació un nuevo género humano, en el que quedo superada la oposición entre judíos y paganos en la paz fundada por Cristo, y eliminada la obligatoriedad de la ley para la salvación (2,11-22). Pablo fue el instrumento de Dios para construir la Iglesia de todos los pueblos.

 

  1. La 2ª parte es más práctica. Lo más importante es conservar la unidad y activar todos los servicios en la Iglesia (4,1-6). Los fieles son llamados a vencer el hombre viejo, esclavo del pecado, para realizar una vida nueva iluminada por Cristo (4,17-5,20). Esta vida nueva actúa en primer lugar en la familia y en el matrimonio (5,21-6,9). Y a partir de ahí, para terminar la carta, el autor evoca la imagen del ‘militante’ de Cristo (6,10-20).

 

C. CLAVES DE LECTURA

 

  1. Iglesia y familia

        Señal del progreso de los tiempos, el enfoque cristológico (de la carta a los Colosenses) se desplaza hacia la eclesiología. Estamos en un tiempo en que, como hoy, la preocupación por la solidez de la Iglesia está en primer plano. Y no sorprende que el 2º centro de atención, al nivel cotidiano, sea la familia, porque, además de ser la célula fundamental de la sociedad de aquel tiempo, es también la 1ª Iglesia, la ‘Iglesia doméstica’. Las comunidades ya no se reúnen en cualquier lugar y la palabra evangélica sobre el ‘abandono de casa y familia’ ciertamente no era considerada como una excepción. El acento puesto en la Iglesia se explica también porque la expectativa de la venida inmediata de Cristo había perdido terreno; después de todo, la Iglesia debe prepararse para durar unos siglos más.

 

  1. Ética para la vida en el mundo en vez de ‘parusía ya’ (fin del mundo)

        La demora de la parusía obliga a los fieles a construirse una casa en este mundo… Efesios presenta una prédica moral que puede parecer burguesa, pero que, mirándolo bien, es realista: La estabilidad de la familia forma también parte del misterio del amor de Cristo. En lugar de la advertencia de prepararnos para el juicio, aparece la exhortación al combate militante (6,10-20). Este concepto de militancia, sin embargo, tiene profundas raíces cristológicas y bíblicas y puede servir para revivir el concepto de militancia cristiana, a veces reducido a lo sociológica en nuestra pastoral de los últimos decenios.

 

  1. Cristología

        La cristología de Efesios es la de un Cristo glorioso y cósmico, lo cual tiene que ver con el progreso de los tiempos y la modificación de la esperanza escatológica. La expectativa ya no se centra en un Jesús de Nazaret cuya muerte y resurrección se entienden como un preludio de su venida para afirmar su Reino mesiánico. Él está en medio de nosotros en la vida cristiana que estamos viviendo. De ahí también el carácter eclesial de este Cristo: Él es la cabeza y nosotros somos el cuerpo, a través del cual Él está presente en el mundo. Podemos decir que Él volvió al mundo, no como Mesías poderoso, sino de otra manera.

 

  1. Salvación universal

En la cristología y la eclesiología aparece una visión de la salvación universal de la humanidad y del cosmos. Nos impresiona la explícita universalidad de la carta y la imagen de la Iglesia que evoca. Apertura significativa pero peligrosa. Nunca se debe olvidar la particularidad concreta de sus raíces. Se corre el riesgo de olvidar que Jesús era judío y, aún más, galileo, como también los primeros líderes cristianos. Respira esta carta el espíritu griego universalista, reforzado por las extensas dimensiones del imperio romano. Felizmente la rica memoria bíblica y la integración en el conjunto de los escritos cristianos - Marcos, Santiago… - constituyen una vacuna contra los vuelos exagerados de la mentalidad accidental.

                La lectura de la carta a los Efesios deber tener en cuenta, por lo tanto, los otros escritos del Nuevo Testamento, para que no se tenga una imagen unilateral de lo que sucedió con Jesucristo. Lo mismo vale para los demás escritos. De esta manera aprendemos que el Nuevo Testamento debe ser leído no como una colección de escritos cerrados, sino como un intento de integración de los diversos escritos. El Cristo de le fe presentado en Efesios debe unirse al Jesús de la historia marrado por los Evangelios.

 

 

Tema  17 :  LOS VARIOS ROSTROS DE JESÚS

 

‘Reunir todo el universo, tanto las cosas celestes como las terrestres, bajo una sola cabeza, Cristo’ (Efesios 1,10).

 

Mensaje: Todos tenemos una manera diferente de ver a Jesús. Lo importante es compartir nuestras diversas visiones para, por una parte, abarcar lo más posible toda la riqueza de la personalidad de Jesús y, por otra, vivir una fe que no sea parcial y parcializada, sino abierta y comprometida como fue la de Jesús.

 

                Vivimos en un mundo pluralista, fragmentado, sediento de mística. Hoy más que ayer, estamos rodeados de muchas y variadas experiencias religiosas. Las que se refieren a Cristo, lo presentan cada una a su manera con el peligro de afirmar que la suya es la única verdadera. No olvidemos tampoco que existen muchas otras expresiones religiosas muy valiosas tales como las religiones indígenas y negras, el espiritismo, el islam, el budismo, el yoga…

                Con la lectura de hoy, estamos ante una homilía dirigida a los cristianos de Asia Menor y no ante una carta exclusiva para la comunidad de Éfeso, en la misma región. Se trata de un himno cristológico donde el autor comunica 3 interpretaciones distintas coexistentes en la misma persona: el Jesús histórico, el Cristo de la fe y el Señor resucitado con dimensión cósmica. El Jesús histórico vivió en Palestina, región muy pequeña geográficamente. Él no dejó nada escrito; fueron las comunidades las que guardaron su memoria histórica. La mayoría de estas comunidades nacieron fuera de Palestina con influencias de otras culturas. Por esta razón, es natural que se mezclen diferentes interpretaciones de la persona de Jesús, acordes a lugar donde vivían y a las situaciones por las que estaban pasando. El texto aborda los 3 aspectos principales de la personalidad de Jesús: la histórica, la mesiánica y la cósmica. Profundicemos esto entre todos.

 

Bienvenida. Canto. Se pone a la vista de todos los símbolos traídos. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Los varios rostros de Cristo

  1. En las expresiones religiosas que nos rodean, ¿qué expresan sobre todo de la persona de Cristo?
  2. Y nosotras y nosotros, ¿qué aspecto de la personalidad de Cristo nos atrae más, explicando por qué?

Palabra de Dios. Efesios 1,1-23: Cántico a Cristo ayer, hoy y mañana.

  1. En esta lectura, separemos los 3 aspectos de la personalidad de Jesús: lo histórico, lo mesiánico y lo cósmico.
  2. ¿Habrá un aspecto en que insiste más el autor de la carta?

Hoy nosotros: Un Cristo vivo y… completo.

  1. A partir de nuestra reflexión, ¿de qué aspecto de la personalidad de Cristo nos estamos olvidando?
  2. ¿Cómo nos vamos a ayudar a valorizar y expresar mejor los aspectos olvidados de nuestra fe en Cristo?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros. Salmo 23 o el mismo himno a los Filipenses 2,5-11. Canto. Bendición final.

 

Preparación del próximo encuentro

-          Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.

-          Leer la presentación de la carta a los Hebreos.

-          Leer Hebreos 3,1-6 y 4,14-5,10, también 1 Pedro 2,4-10 y el comentario correspondiente.

 

 

Comentario 17: EL JESÚS DE LA HISTORIA Y EL CRISTO DE LA FE

 

A. UN PROBLEMA RECIENTE… QUE ES ANTIGUO

                Al principio del siglo pasado, la crítica literaria e histórica sobre los Evangelios, influenciada por los descubrimientos históricos y arqueológicos del tiempo de Jesús, entró en un impasse y se confesó incapaz de describir al Jesús de la historia. Fue el teólogo alemán R. Bultman, de confesión luterana, que abrió una salida diciendo que la fe de las comunidades en Cristo no dependía del todo del conocimiento histórico de Jesús ni de la historicidad de los relatos sobre Jesús. También intervenía el Espíritu Santo, la memoria de todos los apóstoles y las vivencias de las comunidades cristianas. De esta manera, Bultman abrió nuevos caminos para la exégesis afín de llegar más exactamente al Jesús de la historia, fundamento de nuestra fe en Cristo. Uno de los mejores resultados de las nuevas investigaciones fue el documento ‘El Verbo de Dios’, uno de los más importantes del Concilio Vaticano 2º.

                Este problema reciente remonta a las situaciones de fe que se presentaron en las primeras comunidades cristianas. Los escritos del Nuevo Testamento nos presentan un Cristo de la fe bastante diferente de cómo se expresó el Jesús histórico en la Palestina de su tiempo. De ahí la pregunta: ¿Cómo llegó Jesús, desde un espacio y un tiempo tan limitados, a ser una figura ‘universal y cósmica’ tal como aparece en las cartas de Pablo y en el Apocalipsis? (Colosenses 1.15-20; Efesios 1,1-2,22; Apocalipsis 1,12-16 y 5,6-14). A partir del análisis de 2 textos del final del 1º siglo (70-100), el Evangelio de Juan y la carta a los Efesios, vamos a ver cómo ese problema se planteaba para los primeros cristianos y cómo supieron resolverlo sin perjudicar ni la fe ni la historia.

 

B. LA TENSIÓN ENTRE EL JESÚS DE LA HISTORIA Y EL CRISTO DE LA FE: Juan 20,11-18

                Este texto de Juan es del final del siglo 1º. Describe la aparición de Jesús a María Magdalena el domingo de Pascua. El autor trata de orientar a la comunidad de Juan en la vivencia de la fe en Jesús resucitado, presente en la comunidad a través de la fe: ‘Felices los que no vieron y creyeron’ (20,29).

                María Magdalena está junto al sepulcro y llora. La muerte la privó para siempre de la presencia física de Jesús, su amado. El último punto de contacto que le quedaba, era el sepulcro, el lugar donde habían colocado el cuerpo de Jesús después de su muerte. María no quiere salir de ahí: Quiere conservar y revivir los momentos y lugares  donde había experimentado por última vez la presencia de aquel que había marcado su vida para siempre. Es una actitud humana de todos nosotros.

                Al mirar adentro del sepulcro, ve 2 ángeles que le preguntan: ‘Mujer, ¿por qué lloras?’ (21,11). El afecto y el dolor de María Magdalena le impiden entender lo que podía significar de nuevo la pregunta de los ángeles. No responde a la pregunta: ‘Llevaron a mi Señor y no sé dónde lo colocaron’. Enseguida el mismo Jesús se le presenta y le pregunta lo mismo: ‘Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?’. María Magdalena tampoco atina en percibir la presencia de Jesús que conversa con ella. Conclusión: El Jesús de la historia le impedía reconocer el Cristo de la fe.

                Los ojos de María Magdalena se abren cuando Jesús la llama por su nombre: ‘¡María!’. Pronunciado por Jesús, el nombre reanuda la relación interrumpida por la muerte: Reconoce a Jesús. Pero el simple reconocimiento aún no es la experiencia de la resurrección. Ella la contesta: ‘¡Maestro!’, el nombre de antes, del tiempo en que convivía con Jesús. Y agarra a Jesús sin comprender que su presencia es diferente. Jesús la ayuda a dar un paso más: ‘No me toques’. En vez de agarrar, María Magdalena debe aprender a soltar. Ella lo poseerá sólo cuando está dispuesta a perder a Jesús (Marcos 8,35). Lo que le sobra a ella, son las certidumbres construidas antes. Los discípulos de Emaús hicieron la misma experiencia: Jesús desaparece al momento en que lo reconocen (Lucas 24,31). La certeza de la fe les hace decir: ‘El Señor ha resucitado’, porque está vivo en medio de nosotros. Es en la entrega total de Jesús que se encuentra la fuente de la fe y la libertad plena. La experiencia de la gratuidad de la presencia y de su recepción por los discípulos llena su vida de tal manera que no hay duda y que hay que comunicar a otros esta misma certeza. María Magdalena termina anunciando: ‘¡Vi al Señor!’. Y termina Juan: ‘¡Felices los que no vieron y creyeron!’.

 

C. SÍNTESIS ENTRE EL JESÚS DE LA HISTORIA Y EL CRISTO DE LA FE: La Carta a los Efesios

                La carta a los Efesios expresa la nueva comprensión que la comunidades había logrado tener del ‘misterio de Cristo’ (3,4). Las promesas de Dios que antes eran solamente para el Pueblo de Moisés, ahora, en Cristo, pertenecen a todos los pueblos. Esta es la Buena Noticias que las comunidades anuncian por  todas partes. El alcance de esta Buena Noticia aparece en los cánticos conservados por la carta a los Efesios (3,2-13), a lo Colosenses (1,15-20) y a los Filipenses (2,6-11).En estos cantos, el Jesús de la historia que vivió unos 30 años es presentado como el Cristo de la fe, figura cósmica que ya existía antes de la creación del mundo y que estaba destinado por Dios para ser ‘aquel en quien serán recapitulados todas las cosas, las del cielo y las de la tierra’ (Efesios 1,10). ¿Cómo se realizó este paso de Jesús a Cristo?

                Existía el escándalo y la locura de la cruz (1 Corintios 1,23). ¿Cómo podía ser enviada de Dios y Mesías una persona suspendido en una cruz? Contradecía la maldición de esta clase de condena (Deuteronomio 21,23). Por eso que unos decían que la encarnación no fue real (1 Juan 4,2-4 y 2 Juan 7). Pero esta opinión no fue aceptada por las comunidades que identificaron a Jesús con el Siervo Sufriente desde el principio (Isaías 52,13-53,12). La gloria que se manifiesta en la vida de Jesús es también la revelación del destino de todos. Lo que los cristianos contemplan en el Cristo de la fe es el futuro que ellos esperan para sí y que comenzó con la vida en comunidad. La comunidad es la muestra de una nueva vida que tendrá su pleno desarrollo en el Reino definitiva: Es su anticipación. En ella aparece la fuerza de la resurrección. Quienes viven en comunidad ya resucitaron y participaron del destino final de Jesús: Ellos participan del poder que Dios usó para resucitar a Jesús (Efesios 1,19-23). El acceso a la comprensión del misterio de Jesús pasa por la experiencia de la comunidad, que es un cambio de vida: Sólo resucita quien ya ha muerto.

                El Señor resucitado es el mismo Jesús, pero transfigurado por la muerte entregada por amor a todos. Esto le da una nueva dimensión: Es el Salvador de todos los que entran colectivamente en su seguimiento. Es el liberador de la humanidad y del cosmos. Esta experiencia se desarrolla y se celebra en la comunidad cristiana. La mejor síntesis entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe está en el cántico de la carta a los Filipenses (2,6-11).

 

D. VIDA DE JESÚS, MUERTE EN LA CRUZ, FE EN LA RESURRECCIÓN

                Los discípulos y el pueblo judío, durante la vida de Jesús, se había encerrado en una contradicción. Se imaginaban que el Mesías esperado iba a ser un Cristo glorioso y que su obra, el Reino, iba ya a ser implantado definitivamente en la tierra. En vez de un Cristo, rey poderoso, vino un Jesús, humilde carpintero, rey pobre montado en un burro, condenado por todo un pueblo, servidor de los pobres y excluidos… Los grandes querían alguien de su rango, milagrero, dominador y vencedor de los romanos invasores… ‘Baja de la cruz creeremos’ Jesús pedía lo contrario: No reducir el Jesús de la historia al Cristo de las preferencias humanas. Era la conversión exigida para acoger la realidad de la resurrección de Jesús y su mesianismo. Las personas, las comunidades y los pueblos debían seguir los pasos de Jesús para llegar a la salvación: Jesús les mostraba el camino, pero no lo hacía en lugar de ellas y ellos. La cruz de la existencia humana y cósmica es el camino obligado de la resurrección, y esto para demostrar que ninguna vida es inútil, vacía y fracasada cuando se la sabe orientar hacia la superación personal y la solidaridad con los demás. La cruz de Jesús es la mayor expresión de su solidaridad con los crucificados de la tierra. La fe en Cristo tiene su fundamento en la cruz del Jesús de la historia.

                Esto es parte del misterio del sufrimiento. ¡Cuántos intentos para eliminar el sufrimiento de nuestras vidas! ¡Cuántas artimañas para eliminar la cruz de la vida de Jesús y de nuestras vidas! ‘Sufrimientos, nos; pero gloria, sí’. Esto fue la actitud de Pedro en la última ‘subida’ a Jerusalén: ‘Pasa tras mío: Eres un Satanás para mi’ (Mateo 16,21-23). Pablo tuvo la misma experiencia en el areópago de Atenas en un discurso de los mejores construidos conforme a la oratoria de la cultura griega, y no mencionó ni a Jesús ni a la cruz. Y fue un fracaso (Hechos 17,21-23). Aprendió la lección y escribió a los Corintios: ‘Me presenté a ustedes como un gran orador… Pero no quisieron saber otra cosa sino a Jesucristo y a éste crucificado’ (1ª carta 2,1-2).

                Hoy también, muchos queremos un Cristo a nuestra medida, desligado de la cruz, porque no se quiere mirar su presencia y su resurrección en un pueblo cargado injustamente de la cruz, en un continente crucificado. No se lo quiere ver en los héroes y mártires que dan la vida para aliviar estas cruces injustas y ajenas. La maldad de los grandes y de sus sistemas políticos ponen las cruces de su dominación, explotación y represión. Al mismo tiempo rechazan al Jesús de la historia para sustituirlo en un Cristo glorioso sin cruz y evitar de verlo en los crucificados de hoy.

                También separamos el Jesús de la historia del Cristo de la fe cuando interpretamos la muerte de Jesús como si el Padre hubiera querido que su propio Hijo sufriera y muriera para apaciguar su ira por los pecados de la humanidad. Escondemos, por una parte, la realidad de la misión de Jesús y, por otra, la realidad acusatoria de la inhumana miseria de hoy. Jesús murió por identificarse con los pobres y ayudarles a salir de su situación: Fue el Servidor sufriente que, desde la máxima solidaridad, denuncia la injusticia de las personas y las estructuras, asume el camino de la cruz y concreta el plan de Dios: Sacar vida hasta de la muerte, sacar esperanza en medio del sufrimiento, sacar fe de la locura de creer en los pobres. La resurrección y la gloria de Jesús arrancan de estas contradicciones, de esta solidaridad y de esta lucha contra la maldad. Nuestro camino no puede ser diferente, si aspiramos a una vida nueva, a la resurrección y a la gloria que nos quiere regalar Yahvé, el Dios de la Biblia, liberador de los pobres. Eso es tener el ‘espíritu de los pobres’ según el corazón de Dios, a los que Jesús prometió la felicidad y el Reino (Mateo 5,3).

                El Documento de Santo Domingo, al retomar la frase de la carta a los Hebreos -‘Cristo ayer, hoy y siempre’ (13,8)-, nos quiere recordar la misma realidad. El Cristo glorioso es el mismo que ‘durante su vida, elevó oraciones y súplicas… al Dios que lo podía salvar de la muerte… Aprendió a ser obediente a través del sufrimiento’ (5,7-9). La obediencia que aquí se trata, es el seguimiento y la manifestación de un Dios comprometido con los pobres y con la salvación de todos desde el sufrimiento de los pobres y de los que se identifican con ellos para emprender un camino de liberación desde esta vida que Dios colmará con la resurrección. Esa es la fe de ‘ayer, hoy y siempre’: Jesús es presente en los pobres y los que se hacen pobres por ellos. No existe vida sin cruz, sabiendo que esta cruz es camino de resurrección en la vivencia de las comunidades cristianas. Por eso podemos cantar la victoria sobre la miseria, la injusticia y la muerte mientras luchamos contra ellas, sabiendo que esta lucha está preñada de resurrección y gloria: ‘¿Quién nos separará del amor Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?... Nada ni nadie podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús’ (Romanos 8,35-39).

 

 

 CARTA  A  LOS  HEBREOS.

 

 

A. INTRODUCCIÓN

                El escrito que hoy conocemos como ‘Carta a los Hebreos’ es en realidad un sermón. Sólo por los saludos finales (13,22-25), precedidos de una legítima conclusión de sermón, se nota que ese sermón fue enviado como carta. Se dirige a los Judíos convertidos, familiarizados con el culto y el sacerdocio de Israel. Explica que ahora tenemos un sacerdocio y un sacrificio mejores: Jesucristo, quien se ofrece a sí mismo e instaura la nueva Alianza, sustituye y supera definitivamente a la 1ª alianza hecha por Dios con el Pueblo de Israel. El mismo autor afirma que este es el punto central del texto (8,1).

                Toda la carta es una lectura alegórica del Antiguo Testamento. La alegoría es una comparación muy trabajada. Lo que los lectores conocen – el culto judío – sirve para explicar simbólicamente lo que ellos no comprenden: el papel único, insustituible y definitivo de la salvación que Cristo nos ofrece por la práctica de su vida. Nuestra atención debe fijarse no en la imagen, sino en lo que es significado por la imagen: el tema no es el sacrificio…, sino la obra salvífica de Jesús (comparada con el sacerdocio, con el sacrificio, con las misiones de Moisés y Aarón…).

                La alegoría muestra tanto la semejanza como la diferencia. Existe semejanza entre los sacrificios del culto del Antiguo Testamento y Jesús que ofrece su vida a Dios (Hebreos 10,5-7 = Sirácides 40,7-9). Pero hay una diferencia: Jesús no es un animal degollado para purificar anualmente con su sangre al sacerdote y al pueblo, sino una persona libre que ofrece a Dios todo lo que es y hace, para manifestar el amor de Dios a sus hermanos y conducirlos a una vida nueva, de una vez para siempre. Jesús no es víctima de sacrificio violento para apaciguar a un Dios vengativo, sino sujeto de auto-donación hasta la muerte, para encarnar el amor liberador de Dios. No fue presentado para morir; murió porque se presentó… Su muerte es la consecuencia de su modo de vivir, sumamente significativo en una época de persecución. Del mismo modo la vida cristiana se asemeja a los (no sangrientos) sacrificios de alabanza y también los sustituye.

 

B. AUTORÍA Y FECHA

                La carta fue ubicada al final de los escritos de Pablo, después de las cartas pastorales, consideradas como el testamento del apóstol. Por causa del contenido fuera de la común y del estilo totalmente diferente, los especialistas son unánimes en afirmar que no se sabe exactamente quién escribió la carta. Pero sí, tiene de pablo la insistencia en la fe y la gracia, y en la superación de la Antigua Alianza y de sus instituciones. No se sabe cuando fue escrita. Algunos piensan que fue antes de la destrucción del templo de Jerusalén (70 aC.), porque no usa esta destrucción para desautorizar el antiguo culto. Pero la carta no se interesa en el culto judío ejercido en el templo. Habla del santuario ideal del Éxodo en el tiempo de Moisés y Aarón. Por lo tanto no se sabe si el templo existía o no cuando fue escrita.

 

C. ESQUEMA DE LA CARTA

                El sermón contenido en esta carta está escrito simétricamente: el comienzo corresponde al fin, y las partes intermediarias se responden mutuamente, como lo muestra es siguiente esquema.

Apertura (1,1-4)

Jesús, hijo de Dios, hermano de los hombres (,5-2,18)

Jesús mediador fiel y solidario (3,1-5,10)

                Exhortación (5,11-6,20)

                El sacerdocio de Melquisedec (7,21-29)

Tema central: Jesús, sacerdote de una alianza nueva (8,1-9,28)

                El perdón de los pecados (10,1-18)

                Exhortación (10,19-39)

-              La fe es la conversión (11,1-12,13)

La vida cristiana (12,14-13,17)

Doxología (13,20-21)

(Fórmula de envío de la carta: 13,22-25)

 

D. CLAVES DE LECTURA

                La carta a los Hebreos caracteriza a Jesús como siendo igual a nosotros en todo ‘menos el pecado’ y ‘aprendiendo’ por el sufrimiento (4,15; 5,2). Jesús es solidario con nosotros por ser el sumo sacerdote plenamente confiable, que realiza nuestro acceso a Dios, a la reconciliación y a la gloria.

 

1.       En la obra de Jesús, fiel hasta la muerte, Dios realiza su promesa de darnos la gloria, la felicidad en su amor, y nosotros podemos corresponder a ello por la fe constante (traducida en obras), porque ‘Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre’ (13,8): Él es la encarnación del amor y de la fidelidad de Dios, ayer en la tierra, hoy en el cielo, siempre en la gloria. Podemos creer en él.

2.       Escrita en tiempos de persecución, la carta llama a la resistencia permanente, hasta el martirio, evocado sobre todo en los capítulos 11 y 12.

3.       Repite y profundiza la enseñanza paulina de la vida comunitaria en caridad (cap. 13).

4.       No pretende dar fuerza al sacerdocio ni al sacrificio, como a veces se piensa. Al contrario sustituye el sacrificio y el sacrificio por la única auto-ofrenda que es la vida y la obra de Jesús, una vez para siempre. No sirve para fundamentar cualquier ritualismo o sacrificialismo.

5.       No enseña un modo cristiano de leer el Antiguo Testamento, con libertad, familiaridad y fidelidad creativa, dando un sentido más profundo a lo que las antiguas palabras nos recuerdan.

 

 

Tema  18 :  MEDIACIÓN DE CRISTO

 

‘Somos su casa, siempre que permanezcamos firmes hasta el fin’ (Hebreos 3,6).

 

Mensaje: Toda religión tiene sus sacerdotes. Jesús vino inaugurar una nueva forma de sacerdocio: Garantiza la comunión con Dios de un Pueblo que ofrece su propia fraternidad. Este pueblo es de hecho sacerdotal. Los sacerdotes ordenados representan la garantía de Cristo al lado de Dios de que su ofrenda es recibida y bendecida.

 

                En la vida en general las fiestas ocupan un lugar importante: Fiestas familiares, barriales o de pueblo, días especiales… Al nivel cristiano, las fiestas patronales y litúrgicas ocupan bastante lugar. Jesús vino a dar un sentido nuevo a la fiesta: Celebrar en ellas la presencia del Reino en nuestra vida. El Reino es, principalmente, dignidad personal, fraternidad compartida, justicia alcanzada, alegría verdadera, manifestación liberadora de Dios… En este sentido, la carta a los Hebreos nos ayuda a reubicar el papel del sacerdocio de todos los bautizados y el sacerdocio de los ministros ordenados. Nos invita a mirar la liturgia como un acto celebrativo de Dios, pero de un Dios reconocido presente, activo y liberador en nuestra vida.

                La lectura de hoy nos muestra a Jesús ‘sumo sacerdote’, superando a Moisés y a la forma de culto de las liturgias del Antiguo Testamento. Si Jesús ha sido condenado a muerte por los ‘sacerdotes judíos’, su sacerdocio tiene que ser diferente del de ellos, porque no supieron reconocer en él la presencia de Dios. El autor quiere ayudar a sus destinatarios a volver a las fuentes del sacerdocio para no caer en el desánimo. ¿Cuál debería ser, a la manera de Jesús, la dimensión sacerdotal de la comunidad y en ella la del sacerdote? Ayudémonos a entender bien la situación de la comunidad con su sacerdocio bautismal y la del los ministros ordenados al servicio del sacerdocio de todos.

 

Bienvenida. Canto. Se pone a la vista de todos los símbolos traídos. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Cristianos para animar la esperanza y celebrar la vida.

1.                   ¿Cuáles serían las mayores características de nuestra religión cristiana?

2.                   ¿Qué es lo que nos parece más importante del papel del sacerdote?

Palabra de Dios. Hebreos 3,1-6 y 4,14 a 5,10: Jesús sacerdote.

3.                   ¿Qué es lo que nos llama la atención del sacerdocio de Jesús?

4.                   ¿Cuál sería la característica mayor del sacerdocio de Jesús?

Hoy nosotros: El sacerdote como garante del sacerdocio de los bautizados.

5.                   ¿Cómo aplicamos el sacerdocio de Jesús a nosotros, nuestra comunidad y el ministro ordenado?

6.                   ¿Cómo podemos ayudar a vivir nuestro propio sacerdocio de bautizados?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros. Salmo 110. Canto. Bendición final.

 

Preparación del próximo encuentro

-          Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.

-          Leer Hebreos 11,1-12 y 17 a 12,4, también Sirácides 44,1-15 y el comentario correspondiente.

 

 

Comentario 18: EL SACERDOCIO DE CRISTO, SACERDOCIO DE VIDA

 

                Hay que notar primero que el Nuevo Testamento no atribuye el sacerdocio a ninguna persona particular de la comunidad. Los ministerios al servicio de la comunidad tienen varios otros términos: Apóstol, anciano-presbítero, diácono, obispo… El término ‘sacerdote’ sólo es utilizado para los ‘cuadros’ del judaísmo y de otras religiones, y para Jesús. En el caso de Jesús, se utiliza el término ‘sacerdote’ como una ‘metáfora’, es decir una comparación abierta. Está ampliamente desarrollada en la Carta a los Hebreos. Haciendo de la actuación histórica de Jesús, coronada con el don de su propia vida, la mediación (el puente) con Dios que los sacrificios de la Antigua Alianza intentaban realizar, el autor gana la lucha a favor de los seguidores de Cristo para la herencia del culto de Israel y su verdadera comunión con Dios.

 

A. LA ALEGORÍA DEL SACRIFICIO Y DEL SACERDOCIO, según la carta a los Hebreos

                En su conjunto, la carta a los Hebreos es una alegoría, es decir, un lenguaje figurativo ampliamente elaborado. Hace del culto del Antiguo Testamento la imagen de lo que sucedió a Cristo y sucede en nosotros. Ante la seducción que ejercía la rica liturgia judía y ante la propaganda romana a favor del culto imperial, el autor explica que todo aquello que tenía de valioso el culto del Antiguo Testamento, nosotros los cristianos lo tenemos con sentido pleno y con creces, en Jesucristo y en la comunidad de quienes lo siguen. Esto es válido, sobre todo, para el sacrificio de reconciliación, en que insistía mucho la liturgia judía. Todo lo que ese sacrificio buscaba alcanzar – de modo precario, ya que debía siempre ser repetido – nosotros, los cristianos, lo tenemos de manera plena y permanente, de ‘una vez por todas’, en Jesús. Vivir en Jesús es estar reconciliados con Dios. Su muerte por amor a los pobres en fidelidad a la misión divina, compartida por nosotros en la en la comunión fraternal y la convivencia solidaria, celebrada de la ‘fracción del pan’, o sea la eucaristía, sustituye perfectamente a los sacrificios sangrientos del Antiguo Testamento. Alegóricamente podemos decir que Jesús ‘aspergió al pueblo con su propia sangre’ y así se hizo ‘digno de entrar en el santuario de Dios’, mucho más y mejor que el sumo sacerdote judío del santuario terrestre cuando aspergía al pueblo con la sangre de algún animal.

                La Biblia se hace eco de 2 tipos de sacerdocios:

-              El sacerdocio ministerial que, en el pueblo israelita, era ejercido por miembros de la tribu de Leví, con la familia de Aarón a la cabeza. A estos sacerdotes ministeriales, les correspondía custodiar el Arca de la Alianza, ofrecer sacrificio, recordar a los israelitas la ley y demás beneficios divinos. No siempre fueron fieles, y los profetas anuncian un nuevo sacerdocio que tendrá pleno cumplimiento en Jesucristo de la nueva Alianza.

-              El sacerdocio común que es propiedad de todos los miembros del pueblo de Dios y del que el sacerdocio familiar es una especie de tipo. Ya el Antiguo Testamento proclama esta condición sacerdotal de todo el pueblo de Dios y el Nuevo lo confirma.

                Traducimos aquí una parte esencial de la carta a los Hebreos (8,4-13) que compara a Jesús con los otros sumos sacerdotes judíos. En el Antiguo Testamento, el sacerdote judío ha sido ordenado para ofrecer dones y sacrificios a Dios. Por lo tanto, Jesús debe tener ‘algo’ que ofrecer a Dios. Sin embargo, en el caso de Jesús, este ‘algo’ no son los dones prescritos por la ley. En realidad, al estar en la tierra, ni siquiera Jesús era sacerdote judío, ya que, para ofrecer los dones ordenados por la ley, existían sacerdotes señalados; además, Jesús no era de la tribu de Leví como tenía que ser para los sacerdotes del Antiguo Testamento. El culto celebrado por aquellos era ‘copia y sombra’ de la realidad que existe junto a Dios que reveló a Moisés el modelo celestial de culto que debían realizar en la Tienda de la Alianza (Éxodo 25,40). Lo que se realiza en el ‘Templo’ es apenas una sombra de lo que se realiza en el cielo. La realidad original está junto a Dios. Y Jesús, que viene de Dios, posee un ministerio sacerdotal superior al de esta tierra. El es el mediador de una alianza mejor, nueva y eterna, que la de Moisés. La alianza de Jesús se basa en promesas y realidades superiores. La 2ª Alianza instituida por Dios en Jesús es necesariamente superior a la 1ª, porque si la 1ª fuera perfecta y completa, no se necesitaría otra. Por lo tanto, los que afirman que la religión de Israel, por haber llegado 1º, es superiora al nuevo culto, se engañan y confunden a sus oyentes. La carta cita entonces el texto de Jeremías (31,31-34): ‘Concluiré con la casa de Israel una nueva alianza… Colocaré mis leyes en su mente y las grabaré en su corazón. Seré su Dios y ellos serán mi pueblo’. Al hablar Dios de una nueva Alianza, declara caduca la 1ª.

 

B. ENTONCES, ¿QUÉ CLASE DE SACERDOTE ES CRISTO?

                Según la carta a los Hebreos y los demás escritos del Nuevo Testamento, Jesús no fue un sacerdote judío: No ‘ofreció sacrificios’, no cuidó el templo, no oficializó ningún ministerio en el templo… Es cierto que Jesús visitaba la sinagoga, cumplía las leyes judías, celebró la Pascua desde los 12 años, predicó en el templo algunas veces, pero no como sacerdote reconocido o postulado. En Hebreos, se declara expresamente que Dios no necesita sacrificios, como lo dijeron Amos (5,21-23), Oseas (6,6), Isaías (66,1-4), el Salmista (50)… Hebreos cita el Salmo 40 para recordar la inutilidad de los sacrificios y la importancia de ofrecer la propia y el obrar al servicio de su proyecto. Ese fue la materia del sacerdocio de Cristo: El sacerdocio de la vida personal, colectiva y de fe, testimonio sellado por la muerte aceptada como consecuencia de la misión del Reino. Este ‘sacrificio’ realiza de manera incomparable lo que todo sacerdote y todo sacrificio del Antiguo Testamento quería lograr: La reconciliación entre hermanos y, por lo mismo, la reconciliación con Dios.

                La carta a los Hebreos llama esta clase de sacerdocio ‘el sacerdocio según la orden o categoría de Melquisedec’ (Génesis 14,17-20 y Salmo 11,4). Este no era de orden hereditario como el de la tribu de Leví, sino el sacerdocio único y sin réplica como el del misteriosos Melquisedec, ‘sin madre ni madre ni genealogía’, que es rey de Salem (o sea Jerusalén), recibe el diezmo de Abrahán (y de Leví, inscrito en su potencial genético: 7,10). Siendo así, Melquisedec es superior a todo lo que proviene de Abrahán, Leví, Aarón, padre de los sacerdotes levitas.

 

C. ¿ES EN REALIDAD JESÚS SACERDOTE?

 

  1. Si sacerdote significa ‘mediador’, Jesús lo es

        Pues su vida, su muerte y su resurrección nos abren el acceso hacia Dios y de una manera perfecta (9,15). La religión judía había restringido el acceso a Dios a solo un lugar: El del ‘Santísimo’ en el templo de Jerusalén, donde sólo el sumo sacerdote entraba una sola vez al año, con la sangre de los animales en la mano (9,7). Hebreos demuestra que Jesús supera con creces a todo esto. El mismo sentido tiene el velo del santuario, rasgado de arriaba hacia abajo en la hora de la muerte de Jesús (Marcos 15,38): Con la vida fiel hasta la muerte de Jesús, el Santísimo se vuelve accesible a todos sin sangre ni sacrificios ni sacerdote, por el amor gratuito de Dios encarnado para nosotros en Jesucristo.

 

  1. Si sacerdote significa ‘sanctificador’, Jesús lo es

        Cristo nos santifica por el don de su vida en la cruz, asumido por nosotros en la fidelidad de verdaderos fieles, tal como lo expresa el mismo Jesús en su ‘oración sacerdotal’ (Juan 17, 17-19): ‘Conságralos mediante la verdad’, es decir en la fidelidad al amor del Padre (para Juan la palabra ‘verdad’ es el sinónimo de ‘fidelidad’).

        Hay que notar que este sacerdocio de Jesús no es un ministerial, litúrgico o cultual, tal como ha vuelto a serlo en nuestra Iglesia católica a partir del siglo 2º hasta nuestros días. Es el sacerdocio de la vida, según una larga tradición bíblica: Éxodo 19,5; Romanos 12,1 y 1 Pedro 2,9, en donde se aplica este sacerdocio al pueblo como tal. El sacerdocio del Pueblo de Dios tiene su expresión más alta y fundante en la vida que Jesús vivió fiel hasta la muerte, como ofrenda perfecta al Padre Dios. El autor del Apocalipsis confirma esta visión diciendo que, en la Nueva Jerusalén, no hay templo ni sacerdocio cultual, basta del Cordero con su Pueblo y del mismo Dios todo en todos (21,22).

 

 

Tema  19 :  EL TESTIMONIO DE FE DE LOS ANTEPASADOS

 

‘Fue la fe que dio gloria a los antiguos’ (Hebreos 11,2).

 

Mensaje: Nuestros héroes y mártires nos abrieron un camino de vida por su entrega y en nombre de su fe. Al recordarles hacemos vivo su ejemplo para nosotros y todos los que luchan y dan la vida por un país mejor y una Iglesia más conforme al proyecto de Jesús.

 

                En nuestro continente, es inmensa la lista de testigos que dieron la vida para que nazca una nueva realidad humana y cristiana, y esto desde siempre. En los pueblos originarios, africanos, al comienza de la conquista, durante el período colonial y sobre todo en la 2ª mitad del siglo pasado, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, seglares y religiosos testificaron que una vida fraternal, justa, compartida es posible y nos hace felices: Sellaron con su sangre el compromiso de la dignidad o de la fe.

                La carta a los Hebreos se dirige a una comunidad debilitada y amenazada en su fe. Se trata de una comunidad de la 2ª generación, por tanto ya distante del fervor inicial. Para fortalecerla, el autor recuerda la fe de los antecesores y el ejemplo de los antepasados, cuya vida fue una entrega a la comunidad y un compromiso con Dios. Con el elenco de personajes del Antiguo Testamento, invita a un desafío: La perseverancia en medio de las dificultades. Los antiguos mostraron que la fe se demuestra en acciones concretas. Obraron motivados por una preocupación: Que esta humanidad creada por Dios se conserve y se desarrolle bajo el sueño de Dios que ‘preparó para nosotros lo mejor’. El desafío es también para nosotros.

 

Bienvenida. Canto. Se pone a la vista de todos los símbolos traídos. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Nuestros héroes y mártires de ayer y de hoy.

  1. ¿Cuáles son héroes y mártires de nuestro país que recordamos desde los tiempos pasados hasta hoy?
  2. Y hoy, ¿qué personas hemos conocido y conocemos que están dando la vida por el bienestar de los demás?

Palabra de Dios. Hebreos 11,1-12 y 17 a 12,4: Personajes ejemplar en la vida y en la fe.

  1. Entre los personajes evocados por esta lectura, ¿cuáles son los que más nos llaman la atención y por qué?
  2. Según nuestro parecer, ¿qué mensaje pretendía dejar el autor a la comunidad de los Hebreos?

Hoy nosotros: Conservar la lista de nuestras compañeras y nuestros compañeros.

  1. Estos testigos de anteayer, de ayer y de hoy, ¿qué compromiso nos exigen a nosotros?
  2. ¿Por qué no hacemos una lista de nuestros mejores testigos que vivieron entre nosotros para tenerles siempre delante de nosotros?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros. Salmo 16. Canto. Bendición final.

 

Preparación del próximo encuentro

-          Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.

-          Leer Apocalipsis 20,1-15, también Éxodo 38,1-16 y el comentario correspondiente.

 

 

Comentario 19: LA PARUSÍA QUE NO LLEGA

 

                A la gente de hoy, ya nos le importan los anuncios del ‘fin del mundo’ que no llegan nunca. No faltaron numerosos falsos profetas en anunciar este ‘fin de la historia’ con la globalización neoliberal; y, a los pocos años, nos damos cuenta que la utopía y la esperanza nunca fallan. En tiempos de Jesús y de los primeros cristianos sucedía lo mismo. Es que hay siempre gentes interesadas en mantenernos asustados para que las cosas que les beneficien, no cambien. Y si les hacemos caso, podemos perder el sentido de la resurrección, del Reino y de la presencia de Dios en medio de nosotros.

 

A. ACLARANDO UNOS TÉRMINOS

 

  1. Parusía

        La palabra ‘parusía’, de origen griego, significa ‘llegada, presencia’. Era el término oficial para indicar la visita de un personaje importante a una ciudad. En el Nuevo Testamento llegó a designar la ‘2ª venida’ de Jesucristo, al fin del mundo. Se refería sobre todo a la instauración del Reino de Dios en la tierra, inaugurado por Jesús. Al comienzo, se pensaba que ese día iba a llegar pronto. Pero con el pasar del tiempo, las comunidades se dieron cuenta que ‘para Dios, mil años son como un día, y un día como mil años’. Así que ‘parusía’ pasó a significar el ‘Día del Señor’, con varios sentidos: El final de los tiempos (1 Tesalonicenses 4,15 y 1 Corintios 15,23), una intervención punitiva de Jesús contra Jerusalén (Mateo 24,3-39), el juicio particular (1 Tesalonicenses 2,19), la muerte (1 Juan  2,28).

 

  1. Escatología

        Es otro término de origen griego que significa ‘último, definitivo’. La escatología se refiere a los sucesos finales de la vida y de la historia. Es la parte de la teología que analiza las últimas realidades de la vida humana y del mundo, tales como la muerte, el juicio, la vida con Dios, la perdición definitiva y la realización definitiva del Reino de Dios. Estas realidades se suelen llamar también ‘los novísimos’.

 

  1. Resurrección

        En su origen griego, la palabra resurrección tiene un doble sentido: Sea de levantarse o ponerse de pie, incorporarse, sea de despertar o hacer levantar. Al aplicar este término a Jesús, el Nuevo Testamento le da el sentido de volver a una vida totalmente nueva después de su muerte. No se trata de una simple reanimación del cuerpo como en el caso de Lázaro que Jesús ‘resucitó’: Lázaro y los demás resucitados por Jesús volvieron a morir. La resurrección de Jesús se expresa de 2 maneras: Jesús resucitó por sí mismo y el Padre lo resucito.

 

  1. Inmortalidad

        Es un concepto griego que no tiene correspondiente en la Biblia. Inicialmente los griegos consideraban inmortales sólo a los dioses. Luego consideraron que el alma humana también era inmortal cuando se separaba del cuerpo con la muerte. La consecuencia fue considerar el cuerpo como una realidad inferior, a veces despreciable y, por lo mismo, todo lo relacionado con el cuerpo: la sexualidad, la mujer… En la Biblia no se da esta oposición entre alma y cuerpo: El ser humano es uno sólo. ¿Qué es el ‘alma’, el ‘espíritu’, la ‘personalidad’? En la Biblia, la muerte del ser humano, cuerpo y alma es vista de otra manera: Es un paso hacia la resurrección o el castigo de todo el ser humano.

 

B. EL MESÍAS ESPERADO

                Por muchos de sus contemporáneos y en particular por sus seguidores, Jesús fue considerado como el ‘Enviado’ de Dios prometido desde siglos, el ‘Ungido’ por Dios como el Liberador a la manera de Moisés, el mayor de los Profeta, el gran Rey superior a David. La palabra griega ‘Cristo’ es la traducción de la palabra hebrea ‘Mesías’, y pasó a ser el nuevo nombre de Jesús.

                Según la Biblia (Génesis 49,10; Números 27,4; Deuteronomio 18,15; 2 Samuel 7; Salmos 72 y 110…), el Mesías iba a ser un gran personaje que restauraría la nación, dándole fuerza política y religiosa. Jesús no asumió esa perspectiva mesiánica. Asumió la visión de ciertos profetas: El Siervo sufriente de Isaías (53,12) y el rey montado sobre un burro de Zacarías (9,9). San Pablo es aquel que más insistía para demostrar a sus compatriotas que Jesús era el Mesías esperado, el Cristo de Dios (Hechos 18, 5,28; Romanos 1,3 y 9,5…).

 

C. LA ESPERA EN BREVE DE UN REENCUENTRO CON CRISTO

                La muerte de Jesús en la cruz, inesperada por sus seguidores, destruyó de repente la convicción de quienes pensaban que Jesús era el Mesías. Su resurrección, más inesperada todavía, creó confusión en un primer tiempo: No la podían creer. La imagen del Hijo del Hombre, un personaje misterioso del profeta Daniel, sirvió para ilustrar el misterio de la muerte y resurrección de Jesús. Al confirmarse la fe en su resurrección, se confirmó también su mesianismo y la responsabilidad de difundir su mensaje y su práctica del Reino.

                Por las ideas mesiánicas muy difundidas en la época de Jesús, se pensó que volvería glorioso y triunfante dentro de ‘poco tiempo’ para encontrarse con los suyos e instaurar definitivamente el Reino de Dios en la tierra desde la Palestina. Las ideas de ‘retorno glorioso’ de Jesús retomó fuerza con las persecuciones: Jesús no podía dejar morir sin más a sus discípulos y por lo mismo al Reino que había venido a inaugurar.

                En sus primeros escritos, San Pablo insiste en una venida próxima de Jesús (1 Tesalonicenses 4,13-5,11), pero insistiendo sobre la importancia de la resurrección. Esta creencia estuvo confirmada, según Mateo (24,30-31) por el mismo Jesús. Pero, poco a poco, los apóstoles van orientando que la venida de Jesús no sería tan inmediata y que no había que preocuparse demasiado por este tema (2 Tesalonicenses 2,1-10). Lo confirma San Lucas en los Hechos (1,11): ‘¿Por qué están ahí parados a mirar el cielo?’. El anuncio del Reino pasó a ser la manera de apresurar la vida de Jesús.

 

D. LA PARUSÍA

                En la 1ª carta a los Corintios aparece explícitamente la transformación completa de cada persona en el encuentro personal y definitivo de Cristo, después de la muerte. De una idea colectiva se pasa a un encuentro individual con Cristo. El profeta Ezequiel insistía en la retribución individual, es decir, cada persona es responsable de sus propios méritos y fracasos.

                La resurrección universal, cuyo anuncio de Pablo despertó la risa de los filósofos griegos en el areópago de Atenas (Hechos 17,32), pasó a ser un elemento fundamental de le fe cristiana, en contraposición con la idea de la época que la muerte era el final, sin mayor esperanza. La resurrección de Jesús ayudó a los cristianos a superar la idea de una próxima venida de Cristo. En esta resurrección de Jesús, las comunidades vieron su propio futuro y las personas contemplaron su propia resurrección. Fue el Resucitado que comenzó a transformar la vida de Pablo en el camino a Damasco y esta fe fue la que lo condujo a vislumbrar el sentido de la vida, de la muerte y de la parusía, como un llamado a llegar a la ‘plena estatura del hombre nuevo en Cristo’ (Efesios 4,13) que se encuentra colmado por el encuentro definitivo con él. La identificación con Jesús es progresiva (Gálatas 2,20: ‘No soy yo que vivo; es Cristo que vive en mi’). Esta identificación culmina con la muerte: Entonces, Cristo nos transforma definitivamente, por su propia resurrección, en resucitados también nosotros. Luego, al final de los tiempos se dará la transfiguración de toda la humanidad y de toda la creación con ella.

 

 

Tema  20 :  EL FIN DE UN MUNDO NO ES EL FIN DEL MUNDO

 

‘Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años’ (Apocalipsis 20,6).

 

Mensaje: El fin del mundo será el fin del mal. Será la plenitud del Reino. Mientras tanto trabajemos para que el mal retroceda y el Reino se haga más presente. Esa es la misión de todos nosotros.

 

                Nunca poseeremos el dominio total sobre las cosas. Esto está reservado a Dios. Para distraernos de esta limitación nos gusta inventar fuerzas ocultas en las cosas, las estrellas, los números… Ciertos números serían de buena suerte y otros de mala suerte. Por eso que se ha querido interpretar el Apocalipsis según nuestra necesidad de misterio, pensando que las cosas se hacen sin nosotros o contra nosotros. El número mil ha sido interpretado a la letra: El año 1,000 de nuestra era fue el escenario de miedos y anuncios proféticos, tal como pasó también por el año 2,000… Y esta fecha pasó como las demás, marcada simplemente por acontecimientos que querían resaltar el día y el año… Tal vez que los pobres anhelan el fin del mundo, porque, cómo no tienen qué perder y mucho que ganar en tranquilidad y paz, desean que venga siempre el fin del mundo, para que termine para él su perra vida y los maltratos por los que tiene que pasar.

                La lectura de hoy es como una recapitulación de todo el Apocalipsis. Al vivir momentos de incertidumbre sobre el término de las persecuciones y los sufrimientos, el Apocalipsis trae la esperanza de su fin, y hay un paso para imaginar que será el fin del mundo y la venida gloriosa del Señor. Usando la imagen simbólica de ‘los 1,000 años’, el autor nos describe a un ángel que baja del cielo y apresa el Dragón en un gran abismo donde permanecerá para ‘1,00 años’. E inmediatamente se realiza la ‘1ª resurrección’. También durante 1,000 años, los resucitados testimoniarán su fe y la comunidad de los elegidos se expandirá por todo el mundo. El sentido de los 1,000 años es el tiempo indefinido que separa la resurrección de los justo, o sea el fin de las persecuciones, hasta el fin del mundo cuando se realizará el juicio final. Nos quiere decir que el mal no tendrá la última palabra y que el Reino de Dios ha de expandirse antes de que llegue el fin del mundo. Conversemos.

 

Bienvenida. Canto. Se pone a la vista de todos los símbolos traídos. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: El fin del mundo agrícola…

1.                   ¿Conocemos personas que viven pensando que el fin del mundo está cerca? ¿Cómo lo justifican?

2.                   Otros dicen que estamos al fin de un mundo y que otro está amaneciendo: ¿Qué nos parece?

Palabra de Dios. Apocalipsis 20.1-15: Los ‘mil años’.

3.                   Mediante las imágenes, ¿qué peligros anunciaba esta lectura para las comunidades?

4.                   ¿Qué esperanza quería comunicar esta lectura a las comunidades?

Hoy nosotros: La esperanza es lo último que muere.

5.                   Después de esta reflexión, ¿cuáles serían los mayores peligros que tenemos que enfrentar?

6.                   ¿Cómo nos vamos a ayudar para enfrentar las dificultades que se nos vienen?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros. Salmo 127. Canto. Bendición final.

 

Preparación del próximo encuentro

-          Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.

-          Leer Apocalipsis 21,1 hasta 22,5, también Isaías 65,17-25 y el comentario correspondiente.

 

 

Comentario 20: MILENARISMO O DESTRUCCIÓN TOTAL DEL PODER DEL MAL

 

A. TODOS LOS PROBLEMAS EN UN SOLO CAPÍTULO

                En tan sólo 20 versículos (de este capítulo 20) aparecen todos los símbolos y las visiones del libro del Apocalipsis en su conjunto. Revelan las dificultades por las que están pasando las comunidades, con la idea de dárselas a conocer para enfrentarla mejor y encontrar cominos para superarla con esperanza.

  1. El abismo (1).
  2. El Dragón (2), o la antigua serpiente, o el diablo, o Satanás.
  3. Los 1,000 años (3) de prisión del Dragón en el abismo.
  4. La bestia y el falso profeta (4 y 10).
  5. La marca de la bestia en la frente y en la mano (4).
  6. Los decapitados resucitados para vivir 1,000 años con Cristo (6 y 14).
  7. La 1ª resurrección (5).
  8. La 2ª muerte en el lago de fuego (6 y 14).
  9. Pasados los 2,000 años Satanás volverá (7).
  10. Los reyes Gog y Magog (8).
  11. La fortaleza de los santos y la ciudad predilecta (9).
  12. El rayos que cae del cielo y los consume (9).
  13. El diablo arrojado al foso de fuego y azufre (10).
  14. El tormento día y noche por los siglos de los siglos (10).
  15. El trono blanco del juez (11).
  16. El cielo y la tierra desaparecen sin dejar rastro (11).
  17. Todos los muertos de pie ante el trono para ser juzgados (12).
  18. La apertura del libro y el libro de la vida (12).
  19. El mal, la muerte y Hades devuelven a los muertos (13).
  20. La muerte y Hades son arrojados el foso de fuego (14).
  21. Quien no está inscrito en el libro de la vida es arrojado al foso de fuego (14).

                Cada versículo trae uno o más problemas. Sin embargo, por más que parezca, este capítulo es el que tiene más claro el mensaje: No deja duda ni incertidumbre. Es la cierta destrucción de todo y cualquier poder del mal, incluso de la propia muerte que amenaza la vida y la fe del pueblo de la comunidades. La victoria final es tan segura que, a pesar de ser futura, es descrita como un hecho del pasado. De aquí que se mezclan los tiempos: pasado, presente y futuro.

                En Apocalipsis 11,18, se anuncia que el juicio tiene 2 momentos: Primero condenar y exterminar el mal, luego recompensar a los que hicieron el bien. En el capítulo 20, el primer momento del juicio alcanza su objetivo: El momento de la condenación. El mal desaparece del mundo de acá abajo; no deja ni rastro; no queda nada de él. Se remueve así el último obstáculo para que aparezca el otro momento del juicio: El de la recompensa para quienes fueron fieles al proyecto de Dios. Esta parte es descrita en los capítulos 21 y 22. Es la manifestación del mundo de allá arriba.

 

B. DIVISIÓN DEL CAPÍTULO 20

 

  1. 20,1-6: Los mil años de la derrota del Dragón:

-          Prisión por 1,000 años

-          Expansión del Reino de Cristo por 1,000 años

  1. 20,7-10: La última batalla entre el Dragón y la Mujer

̵            La fuerzas del Dragón como la arena del mar

̵            Las fuerzas de la Mujer como un campamento en el desierto

̵            Derrota definitiva del Dragón por un rayo caído del cielo

  1. 20,11-15: Juicio y condenación de la muerte

-          Juicio de los muertos

-          Juicio, condenación y destrucción de la propia muerte

 

C. VISIÓN GLOBAL DEL CAPÍTULO

                Los capítulos 12 al 22 representan la historia humana como lucha entre la Mujer y el Dragón, entre la vida y la muerte. En esta lucha el gran derrotado es el Dragón: Perdió la 1ª batalla contra la Mujer y el Niño (12,1-6); perdió la 2ª batalla contra Miguel y sus ángeles (12,7-9); perdió la 3ª batalla al ser vencido por los que son fieles a la Palabra (12,11); perdió la 4ª batalla vencido por la Mujer y la Tierra (12,13-16). En Apocalipsis 12,17, comienza la 5ª batalla ‘contra el resto de los descendientes de la Mujer, los que observan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús’. En el discurso de la 5ª batalla, descrita en los capítulos 13 al 19, el Dragón sigue siendo el perdedor. Perdió Roma (16,19 y 18,1-20). Perdieron la Bestia y el falso Profeta (19,20). Perdió la Bestia la batalla de las naciones (19,19-21).

                Y ahora, en el capítulo 20, sin ofrecer resistencia, el Dragón es apresado y encadenado por 1,000 años (1-3). Ya no tiene poder. Y comienza el tiempo de los 1,000 años en que el pueblo de las comunidades debe dar su triple  testimonio de profeta, rey-pastor y sacerdote: Juzgar (4), reinar (4) y celebrar (6). ¡Ya falta poco para la manifestación gloriosa y definitiva de la creación!

                Al final de los 1,000 años, sin embargo, todo parece volver a los comienzos. Nuevamente el Dragón está suelto y reúne a todas las naciones para el combate final contra las comunidades (20,8). Toda la tierra se une contra los defensores de la vida, presentados como un campamento desprotegido, como otrora el Pueblo en el desierto (20,9). Parece cierta la derrota de la descendencia de la Mujer, o sea, de las comunidades perseguidas. En realidad, llegó la hora de la victoria final. Como al comienzo, (12,5,14), ahora nuevamente interviene Dios en defensa de las comunidades contra el Dragón. Desde el cielo, un rayo destruye los ejércitos (20,9) y el Dragón es precipitado a lago de azufre para siempre como un eterno derrotado (20,10).

                Destruido el Dragón, sólo falta destruir la muerte y el resto de la vieja creación. Es la hora en que reaparece el Trono del Juez: El viejo cielo y la vieja tierra desaparecen sin dejar rastro (20,11). Se inicia el juicio final de toda la humanidad (20,12). El mar tiene que devolver a todos los que murieron en él. La muerte y la morada de los muertos (Hades) también son obligadas a devolver a los muertos. Entonces el poder de la muerte es aniquilado (20,13). Como el Dragón, también la muerte y el Hades son arrojados al abismo de fuego. La eliminación de la muerte es llamada ‘la 2ª muerte’ (20,14). ¡Es la muerte de la muerte! Es la victoria radical y total sobre el mal. El autor logró realizar lo imposible: Creó una dinámica en que todo el mal desaparece. No queda nada. ¡Llegó la hora de la nueva creación! Se espera el anuncio del Cielo Nuevo y de la Tierra Nueva (capítulo 21).

 

D. LA CUESTIÓN DE LOS 1,000 AÑOS Y EL FIN DEL MUNDO

                Acabamos de ver el mensaje del capítulo 20, mensaje claro sin sombra de duda. En medio de él corre el hilo simbólico de ‘los 1,000 años’ (3,4,6,7). Esclarecer lo de los 1,000 años es como deshilvanar el hilo y descubrir su valor. Esto nos confirmará el mensaje central de todo el capítulo.

 

Tomado al pie de la letra, este capítulo nos ofrece el siguiente cuadro:

-          Tenemos 1º los 1,000 años del reinado de Cristo. Luego habrá un tiempo de persecución, seguido de una intervención de Dios que pondrá fin al poder del Dragón (7-10). Después vendrá la destrucción del viejo cielo y de la vieja tierra, de la muerte y de la morada de los muertos (11,15). Seguirá el advenimiento del cielo nuevo y de la tierra nueva (capítulos 21-22).

-          Muchos pensaron así y en el año 1,000 se prepararon para la llegada del fin del mundo. Pero llegó el año 1,000 y no llegó el fin del mundo. ‘¡Pasó el 1,000, pero no pasará el 2,000!’: ‘Jesús viene pronto. Llegó el año 2,000, pero no llegó el fin del mundo. ¡Jesús no viene pronto! Esta interpretación al pie de la letra no era correcta. El Apocalipsis no se escribió como una película sobre el fin del mundo, sino para animar la esperanza del pueblo en el presente. Entonces, ¿cómo entender lo de los 1,000 años?

 

1.       El 7º día de la creación dura 1,000 años

        En el imaginario de los apocalípticos, la nueva creación sigue el mismo esquema que la 1ª. En la 1ª creación, Dios trabajó durante 6 días y descansó el 7º. El 7º día es el día del ‘paraíso’. Ellos decían que el 7º día había durado ‘1,000 años. Para entender esta creencia, hay que regresar al relato de la creación en que Dios dijo a Adán y Eva: ‘El día en que coman (del fruto del árbol prohibido), morirán’ Génesis 3,3). Pero, dice la Escritura que Adán vivió 930 años (Génesis 5,5). El Salmo 90,4 nos da la clave para entender: ‘Un día es como 1,000 años’. Por eso, se decía: ‘El 7º día de la creación también durará 1,000 años. El 7º día es el tiempo del Mesías. Comenzó el día en que Jesús, habiendo vencido a Satanás ‘en el mundo de arriba’, viene a revela su victoria a los que vivimos ‘en el mundo de abajo’. En el tiempo del Mesías, de hecho Jesús manifestó su victoria expulsando demonios y resucitando muertos. Detuvo a Satanás, ‘el hombre fuerte’ de la parábola (Mateo 12,28); echó fuera al príncipe de este mundo (Juan 12,31), y comenzó a reinar. La victoria de Jesús sobre el demonio es el signo de que el Reino de Dios ha llegado (Lucas 11,20). Así comenzó el 7º día de la nueva creación que dura 1,000 años. Y quien acepta a Jesús, recibe de él la misma vida nueva que vence la muerte: Este participa con Jesús en el Reino que… dura 1,000 años. ‘Si con él morimos, con él viviremos; si con él sufrimos, con él reinaremos’ (2 Timoteo 2,11-12). Esta es la 1ª resurrección.

 

2.       ¿Y los 1,000 años del Reino de Cristo?

        Primero, los 1,000 años no se cuentan en base al calendario. El número 1,000 es simbólico. Señala un ‘tiempo completo’ que va desde la venida de Jesús hasta el fin de la historia. Cuántos años tendrá este ‘tiempo completo’, nadie lo sabe, ‘ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sólo el Padre’ (Mateo 13,32). El fin está en las manos del Padre, pero depende también de la fidelidad de las comunidades: Ellas pueden acelerarlo o retrasarlo (Hechos 3,19-20). La llegada del fin es, a la vez, don y tarea, fruto de la gracia y de la lucha de las comunidades. Según el Apocalipsis, no todos reinarán los 1,000 años con Cristo, sino solamente los que hayan sido perseguidos y decapitados por ser testigos de Jesús (20,4). Los otros no participarán de la 1ª resurrección de los mil años.

        El reinado de 1,000 años con Cristo tampoco no indica la ‘lucha de la Iglesia contra el mundo’, sino la lucha de los que defienden la vida contra los que la atropellan, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Reinar con Cristo es hace lo que Cristo hizo: Manifestando el Reino de Dios combatiendo el poder del Dragón hoy, ‘para que todos tengan vida y vida en abundancia’ (Juan 10,10). Sin embargo, los cristianos, muchas veces, en vez de manifestar la victoria de la vida, manifestamos la muerte y colaboramos con ella, cuando por ejemplo buscamos el dinero, el poder y la fama, o sea, las 3 tentaciones que rechazó Jesús (Mateo 4,1-11). Entonces no reinaremos con Cristo; pues, reinar con Cristo es ejercer el poder como servicio de la defensa y promoción de la vida, combatiendo el poder y todas las formas de la muerte.

        El capítulo 20 tiene un solo objetivo: Mostrar que el poder de Satanás, o sea el poder del mal, es un poder vencido, aprisionado, sin autonomía propia ni futuro; está perfectamente controlado al interior del plan de Dios. Concluidos los 1,000 años, habrá un nuevo intento del ‘caos’ para destruir el mundo, pero sin éxito. Estando destruido el poder del mal, se manifestará finalmente la Nueva Creación, por lo tanto, ‘no tengan miedo’…

 

3.       ¿Y lo de la fin del mundo?

        En el Nuevo Testamento, la palabra ‘mundo’ tiene distintos sentidos. Por consiguiente, cuando hablamos del ‘fin del mundo’, ¿de qué mundo estamos hablando?

-          Juan nos dice que ‘Dios amó tanto al mundo hasta que entregó por él a su único Hijo’ (3,16). Este mundo que Dios ama no será destruido ni tendrá fin. Es la humanidad que busca ‘vida y vida en abundancia’; y la tendrá, como don de Dios y conquista de sus miembros.

-          Pero, el mismo Juan dice también que los discípulos, ‘mientras están en el mundo, no son de este mundo’ (17,11-16), y que el príncipe de este mundo será echado fuera (12,31). Este mundo es el mundo del poder del mal, con sus dirigentes, sus artífices, sus cómplices y sus estructuras. Es este mundo que hay que combatir y que, al final, será derrotado y sí, tendrá fin.

                El ‘fin del mundo’ es y será el fin de ‘aquel mundo donde reina el poder del mal que aplasta y de la muerte que destruye la vida. ‘No amen al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Pues toda la corriente del mundo – la codicia del hombre carnal, los ojos siempre ávidos, y la arrogancia de los ricos – en nada viene del Padre, sino del mundo. Pasa el mundo con todas sus codicias, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre’ (1 Juan 2,15-17). Este mundo de injusticia, explotación y mentira tendrá fin. No tendrá fin ‘la nueva creación’, es decir una humanidad reconciliada consigo misma, con la naturaleza y con Dios, donde nadie atropellará la vida, la belleza y la justicia. Este mundo más bien no tendrá fin porque será la morada de Dios para siempre (Apocalipsis 21.1-5).

                Por otra parte, ‘nadie sabe cuándo llegará el fin del mundo’ del poder del mal ni cuándo llegará el comienzo definitivo del mundo nuevo de la vida, de la belleza y de la justicia (Mateo 13,32). Sólo sabemos que, por nuestras luchas por la vida, lo estamos preparando y adelantando. ‘Nadie puede imaginar lo que Dios preparó para aquellos que lo aman’ (1 Corintios 2,9), porque el mundo de la vida lo sobrepasa todo, tal como el árbol sobrepasa lo que es su semilla (1 Corintios 15,35-38).

                Los primeros cristianos estaban ansiosos para que llegue pronto el fin del mundo (2 Tesalonicenses 3,11). Unos se quedaban ‘mirando al cielo’ esperando la nueva venida de Cristo (Hechos 1,11); otros dejaban de trabajar (2 Tesalonicenses 3,11): ‘No les toca a ustedes saber los tiempos y circunstancias que el Padre ha fijado con su exclusiva autoridad’ (Hechos 1,7). La única manera de contribuir a que llegue el fin y ‘recibir del Señor tiempos favorables’ (Hechos 3,19.20), es dar testimonio del Evangelio en todos los lugares, hasta los confines de la tierra (Hachos 1,8). La nueva creación ha comenzado y no se echará a perder: Vive con nosotros y vivirá sin fin con Dios, y nosotros somos parte de ella, como todos los y las que la están construyendo a lo largo y ancho del planeta.

 

 

Tema  21:  EL SUEÑO DEL PUEBLO DE DIOS

 

‘Sueño que se sueña con otros, es señal de salvación’.

 

Mensaje: El tema 21, que cierra toda esta colección de folletos sobre la Biblia, nos ofrece, para una lectura bíblica orante y militante, el texto del Apocalipsis que habla de la gran celebración de la utopía: La victoria definitiva del Reino de Dios. El comentario profundiza el misterio de las nupcias entre el Espíritu y la Esposa, o sea la victoria del plan de Dios.

 

                Hoy son muchos los sueños que movilizan al Pueblo de Dios en América Latina. La mayoría de estos sueños están falsamente alimentados por los medios de comunicación: Loterías, propagandas, promesas electorales, horóscopo, telenovelas… Otros sueños son colectivos y se lucha para que se realizan: Son los del Pueblo de los pobres y de los que optaron por sus causas. Estos sueños sintonizan con el sueño de Dios y se cumplirán, porque son ‘Palabra de Yahvé’, ‘Palabra de Dios’ encarnada en este Cristo colectivo que somos nosotros, el nuevo ‘Siervo sufriente’, vivo y maltratado, condenado y crucificado, resucitado y triunfante, todo esto a la vez.

                La lectura de hoy nos describe simbólicamente el sueño que Dios sueña desde siempre y que es siempre actual. No deja y no dejará de realizarse. Está garantizado por la resurrección de Jesús y por el obrar del Espíritu Santo en todas las mujeres dignas y todos los varones de buena voluntad que siguen el impulso interior del sueño de Dios. Esta visión final del Apocalipsis es como un río que se formó y creció gracias a decenas de afluentes, venidos de todos lados y rincones de la historia y de la vida de los hombres y mujeres, y que, ahora ancho y majestuoso, va entrando en la recta final de la desembocadura en el mar. El mar de su llegada es nada menos que Dios mismo quien lo asume para siempre. Está hecho de los sueños de vida, belleza y justicia de todas y todos, tal una inmensa colcha de retazos que se combinan y se juntan armoniosamente. Esta visión final retoma el poema del comienzo de la creación, nuevo paraíso, nueva alianza, nuevo Pueblo, nuevo cielo, nueva tierra.

                Nuestros mejores sueños revelan la utopía que nos anima en camino de la vida y de las luchas. Es la utopía de ‘una tierra sin males’, de una vida sin muerte, de una comunidad sin templo, de un mundo de luz, sin sol, porque Dios es todo en todos. Se trata de una esperanza ecuménica y cósmica nunca vista. El Pueblo de Dios ya no es separado de la humanidad, sino que es la propia humanidad unida y reconciliada. La victoria final no es de la Iglesia sola, sino de todas las religiones cobijadas por Dios mismo. Brotan las semillas que fueron sembradas a lo largo de los siglos y que fructificaron en las mujeres y los varones que supieron seguir su conciencia y escuchar en ellos la voz de Dios, el sueño de la vida, la llamada del paraíso.

 

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: ‘Soñar sólito es engañarse; soñar juntos es ya hacer los sueños realidad’.

1.                   ¿Cuáles son los sueños de vida que nos habitan?

2.                   ¿Cuáles son los mayores sueños de nuestro Pueblo que comienzan a hacerse realidad?

Palabra de Dios. Apocalipsis 21,1-22,5: El cielo nuevo y la tierra nueva ya, en parte, entre nosotras y nosotros.

3.                   ¿Qué es lo que más nos llama la atención de las imágenes y los símbolos de esta lectura?

4.                   ¿Qué mensaje de esperanza quería comunicar Juan a sus lectores?

Hoy nosotros: ‘Las utopías de hoy son las realidades de mañana’.

5.                   ¿Dónde se necesita más vivir utopías?

6.                   ¿Cómo nos ayudamos a hacer realidad estas utopías?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros. Salmo 95 o Salmos 1 y 50: Lucha y fiesta. Canto. Bendición final.

 

 

Comentario 21: ‘ENTONCES, VI UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA’

 

                El futuro que surge al final de nuestro camino aparece a la vez como don de Dios y como fruto de nuestras luchas personales y colectivas. La 1ª parte del Apocalipsis capítulos 4-11) o ‘Guía del Nuevo Éxodo’ encuentra aquí la libertad anunciada. Y la 2ª parte (capítulos 12-22) o ‘Guía del Juicio de Dios’ encuentra la justicia que siempre buscó. Los rasgos del rostro de Dios que, en el camino, todos anhelaban conocer, brillan ahora a la vista en todo su esplendor. Lo viejo y lo antiguo quedaron totalmente relegados. El rostro de Dios aparece ‘cara a cara’, impreso en un mundo transformado.

                Un rostro no se comenta: Se mira y se contempla, especialmente cuando se trata de la persona amada. Un comentario siempre reduce la belleza de la poesía y del amor. No queda más que mirar: Mirar y contemplar el futuro que se hace presente para alimentar la fe, hacer crecer la esperanza, sostener la lucha, intensificar el amor. Confirma en nosotros la resistencia contra el imperio del mal que, hasta hoy, quiere seguir tragando a las comunidades y todos cuantos luchan por la justicia, la verdad y el amor.

                Este futuro que Dios ofrece, está en gestación en lo escondido de la historia de cada día. Su semilla está en el pasado del pueblo. Un primer indicio de la victoria definitiva aparece en la 1ª lucha del pueblo esclavizado y perseguido que resiste, se libera y se organiza fraternalmente en el reagrupamiento de las tribus (Apocalipsis 7,1-8), luego en la multitud que sigue al Cordero hacia las fuentes de agua viva (7,9,17), en fin en el ejército innumerable del Cordero en el Monte Sión (14,1-5). Pero, ¿cómo será el futuro una vez terminada la lucha? Nadie lo sabe. ‘Nadie sabe lo que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman’ (1 Corintios 2,9). El autor del Apocalipsis intenta adivinarlo a partir de lo que Dios ha realizado en el pasado, en su pueblo, y sigue realizando en el presente, en las comunidades. Busca dibujar el futuro a partir de la semilla y de los indicios, proyectando lo más hermoso del pasado y del presente en la pantalla del futuro. Des este modo detalla la fiesta final de los capítulos 21,1 hasta 22,5.

                Sabemos que los sueños o son verdaderos o son falsos. Muchos sueños son falsos: Loterías, propagandas, promesas electorales, horóscopo, telenovelas… porque no sólo dejan intacto el sistema, sino que lo confirman y fortalecen. El sueño del futuro que nos presenta el Apocalipsis es real, porque es el sueño de Dios, porque es el sueño inscrito por en cada uno de nosotros: Le renueva todo, nos presenta la meta, nos ilumina el camino, fortalece la lucha, discierne la oscuridad y el mal… Es la visión de ‘la tierra sin males’ que sueñan los guaranís y que Jesús hacía realidad a través de sus palabras, su vida, sus milagros, su muerte y su resurrección.

 

A. ¿CÓMO ES ESTA ‘TIERRA SIN MALES’ INSCRITA EN TODOS LOS PUEBLOS, QUE SOÑABA Y SIGUE SONANDO EL PUEBLO DE LA COMUNIDADES?

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es una nueva creación, una creación renovada

        ¡Un cielo nuevo y una tierra nueva! El mar, símbolo del poder del mal, no existe (21,1). En la 1ª creación, Dios comienza su trabajo creando la luz, pero existen las tinieblas (Génesis 1,3-5). En la nueva creación, hay sólo luz: La noche y la oscuridad ya no existen (21,25 y 22,5). ¡Todo es luz, porque Dios mismo ilumina a su pueblo y Jesús, el Cordero, es la lámpara que brilla para todos! De lo antiguo, todo quedó transfigurado, purificado. El mundo de lo caduco y pasajero dejó de existir: La utopía se transformó en realidad. ‘Hago todas las cosas nuevas’ (21,5).

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es un nuevo paraíso terrestre

        En el 1º paraíso había un río que lo irrigaba todo y fertilizaba la tierra (Génesis 2,10-14). En el nuevo paraíso, la fuente del río es el trono de Dios (22,1). Sus aguas riegan toda la tierra y, en todos los rincones, hacen crecer no uno sino muchos árboles de vida (22,2), que dan frutos ’12 veces al año’. Hasta sus hojas curan a las naciones. Todo esto es una imagen para significar que la muerte ha sido vencida; sólo existe ahora la vida, la vida en abundancia, la vida para siempre. Hasta las heridas, secuelas de las brutales persecuciones, son curadas definitivamente. Las maldiciones presentes en el 1º paraíso (Génesis 3,14-19) han desaparecido (22,3): No hay más muerte ni dolor ni llanto ni pena, porque Dios enjuaga las lágrimas que aún pueden quedar (21,4). Él da de beber para siempre de las fuentes de las aguas de vida y de felicidad (21,6).

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es una nueva alianza

        Como antiguamente después de la salida de Egipto con ‘la nube’, Dios va a morar permanentemente en su pueblo, porque sigue siendo Yahvé, el Dios liberador en medio de su Pueblo, Emmanuel. Pone su tienda para siempre entre ellos y pronuncia las palabra de la alianza: ‘Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo’ (21,3). A cada uno en particular le dice: ‘Yo seré tu Dios y tú serás mi hijo, mi hija’ (21,7). La alianza es con todo el pueblo y con cada uno en particular. Es la armonía perfecta: del pueblo entre sí y con Dios, del individuo con la comunidad y de la comunidad con el individuo. Nadie se pierde en el anonimato de la masa, ni en el individualismo de una fe que lo hace pensar en sí sólo. El pueblo de la Alianza no será un pueblo separado de los demás, sino que toda la humanidad y todas las religiones serán el pueblo de la Alianza: La misma humanidad será la ‘tienda de Dios con los hombres’. Es el ecumenismo definitivo.

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es una nueva organización de las 12 tribus

        La organización en libertad, fraternidad e igualdad que comenzó en el desierto del Sinaí (Números 1-4), es resumida y mejorada por el pueblo de las comunidades, en oposición a la organización opresora, individualista y corrupta del imperio romano. (7,1-8). En la descripción final, reaparece en toda su plenitud y perfección: El número 12 está por todas partes; es la marca registrada de toda la creación. ¡12 puertas, 12 ángeles, 12 tribus, 12 apoyos, 12 apóstoles, 12,000 estadios, 12 veces, 12 codos, 12 tipos de piedras preciosas, 12 perlas, 12 colectas al año (21,12-21 y 22,2)! Es la organización perfecta del pueblo en el que nos hay infidelidad ni negligencia ni corrupción ni asesinato ni impureza ni magia ni culto a falsos dioses ni mentira (21,8,27). Todo fue derrotado: La fidelidad venció por medio de la obediencia al proyecto de Dios, su sueño, la utopía. El objetivo se alcanzó: Es la humanidad recreada porque es reconciliada consigo misma y con Dios.

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es una nueva ciudad santa, Jerusalén transfigurada

        Esta ciudad renovada baja del cielo del lado de Dios (21,2,10, adornada con perlas preciosas de todo tipo (21,19-21). En ella todo es perfecto: la extensión, la largura, la altura, las murallas, las puertas, el material usado, los cimientos (21,14-19). Las calles pavimentas de la ciudad son de oro macizo, como vidrio transparente (21,21); sus puertas están siempre abiertas (21,15); le traen las riquezas de las naciones (21,26). No hay peligro de invasión ni de robo, porque ya no existe nadie depravado y mentiroso (21,27). Jerusalén no es más la capital de un pueblo o el centro de una religión, porque se ha convertido en el corazón de la humanidad renovada. Es la gran ciudad abierta y ecuménica porque en ellas todos los pueblos y todas las religiones caben, junto con Dios (21,24-26).

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es un pueblo renovado, hermoso como una novia engalanada

        La capital del imperio era una ‘prostituta’ (17,1); la ciudad de Dios es una novia hermosa, adornada para su marido (21,2), y su esposo es el Cordero (21,0). Ella es la hija de Sión, símbolo del pueblo de Dios. Es la Mujer, símbolo de la humanidad que luchó victoriosa contra la Muerte y el Dragón  (12,1-6). Aquí en el futuro de Dios, se acabó la lucha; la serpiente no molesta más, porque fue arrojada al lago de fuego para siempre (20,10). La novia, que es el gran pueblo de la humanidad toda, se prepara para el encuentro y la unión definitiva con Dios, en las bodas del Cordero (19,7,9 y 21,9), así como lo anunció Isaías: ‘Tu esposo será tu creador’ (54,5). Es la fiesta del final del camino: ‘Como la alegría del novio por su novia, así será la alegría que tu Dios sentirá contigo’ (Isaías 62.5). Así lo anuncia también el profeta Sofonías (3,16-17): “Ese día le dirán a Jerusalén: ‘¡No tengas ningún miedo ni te tiemblen las manos! ¡Yahvé, tu Dios, está en medio de ti el héroe que te salva! El saltará de gozo al verte a ti y te renovará su amor. Por ti danzará y lanzará gritos de alegría como lo haces tú en el día de la Fiesta”.’ El milagro de Caná ya lo anticipaba (Juan 2,1-12).

 

  1. El futuro que Dios nos ofrece es Él mismo, Dios todo en todos

        El cielo desciende sobre la tierra (21,2), y está es transformada para siempre en la morada de Dios (21,3). Dios es la fuente de la vida, el principio y el fin de todo (21,6). Yahvé, el Dios con nosotros, el Liberador, será nuestro Dios para siempre (21,3). Este Dios padre, con el corazón de madre, enjuagará toda lágrima de los ojos (21,4,7). En el futuro que Dios nos ofrece no habrá necesidad de sol ni de luna ni de lámpara (21,23). Como la luz del sol que ilumina a todos, así será la presencia amiga de Dios: Su gloria iluminará a su pueblo y brillará sobre él (22,5). Y para siempre, todos contemplarán su rostro (22,4). En la nueva creación, Dios concluirá su obra eliminando la noche y venciendo el último vestigio de las tinieblas. ¡Todo será luz!

 

B. ‘¡VEN, SEÑOR JESÚS!’

                Ante el futuro de amor que Dios nos ha preparado, vale la pena repetir la promesa del mismo Apocalipsis: ‘¡Feliz el que guarda las palabras proféticas de este libro!’ (22,7), porque participará en la fiesta final del camino y se sentará en el banquete de las bodas del Cordero (19,9). Para que ese futuro no se demore y llegue pronto, “el Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’”. Ellos nos invitan a que digamos lo mismo: ‘¡Ven, Señor Jesús!’ (22,17,20). Y Jesús responde: ‘Si, vengo pronto. ¡No tengas miedo!… Mantén firme lo que tienes’ (22,20; 2,10). ‘Entonces vi la ciudad santa…’ (21,1).

                Para ayudarnos a seguir fieles en construir este cielo nuevo y esta tierra nueva, sí, ‘¡ven, Señor Jesús!’ en nuestros quehaceres diarios y nuestra luchas cotidianas. Aumenta nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor. ¡Gracias, Señor Jesús!

 

 

 

 A N E X O S.

 

 

                CONTENIDO

1.       Unos 3 aspectos sobre el Apocalipsis

2.       El contexto de los años 70 a 135 dC.

3.       El género literario apocalíptico: Características principales

 

 

ANEXO  1 :  UNOS  3  ASPECTOS  SOBRE  EL  APOCALIPSIS

 

He aquí los 3 aspectos que vamos a profundizar sobre el Apocalipsis:

 

  1. El ‘rostro’ del texto, es decir, la forma literaria y la historia de su composición.
  2. Los ‘pies’ del texto, es decir, el contexto histórico en que fue escrito y los problemas de las Comunidades, para los que trata de ser una luz o una respuesta.
  3. El ‘corazón’ del texto, es decir, el mensaje que el autor quiere transmitir y la esperanza que quiere animar.

 

A. EL ‘ROSTRO’ DEL TEXTO

 

  1. Cómo nació y creció el Apocalipsis

        El texto del Apocalipsis es difícil no sólo por las imágenes extrañas, sino también por las añadiduras y rupturas que en él existen. No es un texto con unidad armoniosa. Parece que no tiene un plan claro, y da la impresión que ha sido escrito en varias etapas.

        El Apocalipsis es como una casa popular: Fue creciendo poco a poco, de acuerdo a las capacidades financieras de la familia. Un albañil experimentado es capaz de descubrir las distintas etapas de la construcción de una casa… Así hacen los exegetas con el Apocalipsis, que sugieren lo siguiente.

 

a)       La parte más antigua son los capítulos 4 al 11. Probablemente fue escrita durante la persecución del emperador Nerón (64), o según otros en la época de la destrucción de Jerusalén (70). En esta etapa, el caminar de las Comunidades cristianas es visto como un ‘nuevo éxodo’. La buena nueva que se anuncia, es la liberación para el Pueblo asediado por los Romanos.

b)       Los capítulos 12 al 22 fueron escrito más tarde. Al final del gobierno de Domiciano (81-96), se dio una nueva persecución. Era necesaria una profundización sobre esta situación y un nuevo análisis del imperio romano. Para responder a esta problemática se añadieron unos capítulos a los anteriores, los cuales fueron concebidos como una continuación y ampliación de la 7ª plaga descrita años antes (11,14-19). En esta nueva etapa, la historia de la humanidad es vista como revelación progresiva del juicio de Dios. Allí, la buena nueva que se anuncia es la condenación de los opresores del Pueblo.

c)       Enseguida se le agregaron los capítulos 1 al 3. Estos 3 capítulos dan al Apocalipsis el aspecto de una carta cariñosa con destinatario cierto. Son como un alero acogedor en donde Juan acoge al Pueblo perseguido. La carta comienza con un preámbulo (1,4-20) que sirve de introducción a todo el libro. La buena nueva es presentada aquí como exigencia de fidelidad y de compromiso.

d)       La conclusión en 22,6-21. El nuevo redactor, después de haber puesta el portón de entrada, arregló el patio del fondo, que la conclusión actual del Apocalipsis. Y la casa quedó terminada…

        Esta presentación es una de las muchas teorías que existen sobre el Apocalipsis. La hemos elegido porque nos ha permitido, por una parte, resolver muchas dificultades y, por otra, entender más claramente el mensaje que presenta el texto para los pobres y los perseguidos de hoy. No sólo es importante conoce las etapas de la construcción de la casa del Apocalipsis; más importante nos ha parecido que el Pueblo pueda sentirse protegido en ella, por el poder de Dios. Pues, en esta casa vive gente hasta ahora.

 

  1. Esquema global del Apocalipsis y divisiones

                Portón de entrada: 1-3

-          Entrada al libro: 1,1-20.

-          Carta para las 7 Comunidades: 2,1-3,22.

                Dios libera a su Pueblo: 4-11

-          Visión del trono de Dios: 4,1-11.

-          Visión del Cordero herido de muerte: 5,1-14.

-          Apertura de los 6 primeros sellos del libro: 6,1-7-17.

-          Apertura del 7º sello: 8,1-10,7.

-          Intervalo que prepara el 2º itinerario: 10,8-11,13.

-          La 7ª plaga que marca la llegada definitiva del juicio de Dios: 11,14-19.

                Dios juzga a los opresores del Pueblo: 12,1-22,21

-          El pasado: Lucha entre la Mujer y el Dragón; 12,1-17.

-          El presente: Los 2 campos de lucha (la Bestia y el Cordero); 13,1-14,5.

-          El futuro: Juicio y condenación de los opresores; 14,6-20,15.

-          La fiesta final de todo el caminar del Pueblo de Dios: 21,1-22,5.

                Conclusión con recomendaciones finales: 22,6-21

 

B. LOS ‘PIES’ DEL TEXTO

 

  1. Época y destinatarios

        El Apocalipsis fue escrito entre los años 60 y 100. Después de haber leído las 7 cartas y recogido las informaciones del resto del libro, se obtiene el cuadro siguiente de la situación en la que se encontraban las Comunidades cristianas de aquella época:

-          Persecución por parte del imperio romano,

-          Infiltración de la ideología imperial en las Comunidades,

-          Invasión de doctrinas extrañas,

-          Divisiones internas por falsos líderes,

-          Conflicto creciente y doloroso con los Judíos,

-          Cansancio del caminar.

               Para este Pueblo escribe Juan su libro. Como actualmente, entre ellos había humildes y pobres que continuaban firmes en la fe y en la lucha, había gente que estaba perdida y sin rumbo, había quienes mezclaban las religiones sin entender bien su sentido, quienes se habían acomodado, y ricos que habían caído en la rutina. Allí aparecen 2 tendencias: Unos buscaban seguridad en una institución eclesial más firme y otros trataban de vivir la libertad y pluralidad de los dones del Espíritu. Los 2 grupos necesitaban de una aclaración, animación y orientación.

 

  1. Autor y motivación de la carta

        El autor se presenta: ‘Yo, Juan, su hermano y compañero de tribulación’ (1,9). Es de notar que no invoca ningún título, ni de obispo, ni de sacerdote, evangelista o apóstol. Está en la misma situación que todos: Por eso está en posibilidad de animarlos.

        El nombre de ‘Juan’ aparece 4 veces: 3 en la introducción y 1 en la conclusión. Una tradición lo identificó con el apóstol del mismo nombre, autor del 4º Evangelio. Eusebio, historiador de siglo 4, dijo que se trataba de un ‘anciano’ (presbítero) y lo distingue del apóstol-evangelista. Es posible que el autor se haya escondido detrás del nombre del apóstol Juan, ya que el recuerdo de este apóstol estaba vivo en Asia Menor, donde fue escrito el Apocalipsis.

        Por todo lo que se nos indica, ese Juan era el ‘coordinador’ de las Comunidades cristianas de la región. Conoce bien la situación de cada una, se presenta con autoridad y pide obediencia, el mismo encarnó la Palabra de Dios en su vida y sufre a causa de su testimonio… Con todo no tiene miedo de confesar lo que no sabe (5,4 y 7,13-14). En la polémica con los adversarios, utiliza palabras muy duras (2,9 y 3,9). El editor del libro presenta la palabra de Juan como una profecía y pide que sea obedecida (1,1-3 y 22,18-19).

        Los destinatarios son las 7 Comunidades cristianas del Asia Menor. El número 7 es simbólico: Escribiendo a las 7 Comunidades, Juan quiere animar a todas las Comunidades, incluso las de hoy. La condición para que uno sea tocado por su mensaje es que se sienta ‘hermano y compañero de tribulación’.

 

C. EL ‘CORAZÓN’ DEL TEXTO: El mensaje del Apocalipsis en forma de claves de lectura

 

  1. Quitar el velo de los ojos de la Biblia y de la historia

        Impaciente, el Pueblo decía: ‘¿Hasta cuándo, Señor?’ (6,10). Lo que escuchamos hoy también: ‘Si Dios todopoderoso es dueño del mundo, ¿cómo permite tantos sufrimientos y tantas muertes?’. El Apocalipsis busca desenmascarar la falsa propaganda del imperio romano y quitar el velo de los ojos para indicar las señales de victoria de Jesús. Además, usando textos del Antiguo Testamento para describir la situación del momento, quita también el velo de la Biblia. Muestra que el Dios de ayer continuaba presente y activo. Al mostrar ‘las cosas que deben suceder dentro de poco’ (1,1), quita el velo de la historia y sitúa la persecución dentro del conjunto del Plan de la Salvación.

 

  1. Jesucristo: Vencedor de la muerte, defensor del Pueblo y Señor de la historia

        Jesús es presentado con un definición de Dios muy comuna en el Antiguo Testamento: “Go’el”, que significa el pariente más próximo, el hermano mayor, el padrino fiel y eficaz. Es aquel que, por su propia entrega, rescata a sus hermanos perseguidos (5,9). Es el defensor del Pueblo. Por su muerte y resurrección, enfrentó y venció a Satanás, el acusador del Pueblo (12,10). Dios, el Juez supremo, ratificó la victoria de Jesús, y Satanás fue echado fuera (12,7-11). Y Jesús se convirtió en el Señor de la historia (5,7). Un resumen de esta imagen central está en la visión inaugural (1,9-20) y se lo recuerda repetidamente en los títulos dados a Jesús y en las frecuentes aclamaciones de victoria. Son como postes que conducen el hilo del mensaje a los largo de las páginas, hasta la visión final de la Jerusalén celeste (21-22). Se comunica así a las Comunidades perseguidas la certeza de la presencia de Jesús resucitado, vivo en medio de ellas.

 

  1. El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’

        Los 7 espíritus son de Dios y también del Cordero. Están delante del trono. Como fieles mensajeros, son enviados por la tierra para ejecutar el Plan de Dios. El Espíritu se comunica con las Comunidades y les hace saber cuál es la voluntad de Dios: ‘Quien tenga oído, que oiga lo que el Espíritu les dice a las comunidades’, refrán que se repite 7 veces para cada una de las Comunidades. El Espíritu habla por los profetas, arrebata al vidente para comunicarle visones y suscita en el ser humano el deseo de Dios y de unión con Él. El número 7 indica la plenitud de la presencia de Dios en medio de las Comunidades.

 

  1. Persecución y martirio

        El pan de cada día de las Comunidades era la persecución y el sufrimiento, la inseguridad y el miedo, el peligro y el cansancio, la falta de horizonte. ¿Cómo sobrevivir en esta situación y testimoniar de la buena noticia de Dios? El Apocalipsis es un mensaje de esperanza para un Pueblo perseguido. Por medio de imágenes y símbolos, hace otra lectura de los hechos. Aquello que aparentemente es derrota, debilidad y muerte, en realidad es expresión de la victoria de Jesús, es piedra en la construcción del Reino, es etapa en la realización del Plan de Dios. De este modo, la persecución pierde de su violencia y carácter invencible, y asume la dimensión de testimonio y de martirio.

 

  1. Símbolos del pasado

                El uso del Antiguo Testamento caracteriza el Apocalipsis. Su uso está marcado por una triple dimensión:

-          La familiaridad de quien se siente en casa,

-          La libertad de quien se siente heredero de la tradición y

-          La fidelidad de que se siente ligado al compromiso de la Alianza.

 

  1. La tensión entre institucionalización y pluralidad de carismas

        Las dificultades internas que las Comunidades enfrentan tiran en 2 direcciones. La necesidad de mantenerse unidas entre sí contra el enemigo común - el imperio -, lleva a favorecer a los líderes que buscan una mayor institucionalización y combaten la variedad en la expresión doctrinal. Por otra parte, la expresión siempre renovada del Espíritu lleva a buscar nuevas formas de expresión, para que pueda aparecer en toda su variedad y belleza la Buena Nueva de Dios para la vida del Pueblo.

 

  1. Lo específico del Apocalipsis es la fe en la resurrección

        Lo que marca el Apocalipsis y lo hace diferente de los otros Apocalipsis es el alcance y la centralidad de la fe en la resurrección. La ideología persa admitía 2 principios absolutos que gobiernan al mundo o interfieren en la historia: el bien y el mal. Los Apocalipsis cristianos no admiten este dualismo. Para ellos lo que existe es el Proyecto de Dios y el desvío de los que se colocan contra este proyecto. El poder del mal es real y es responsable por lo que hace de mal, pero no es dueño de la historia ni tiene autonomía total. Es un poder dependiente y limitado. Al final todo mal será totalmente eliminado. La victoria última será de Dios, será del bien.

 

 

ANEXO  2 :  EL  CONTEXTO  DE  LOS  AÑOS  70  A  135  dC.

 

                Se trata de conocer cómo interferían en la vida de la Comunidades cristianas los acontecimientos que van de los años 70 a 135 después de Cristo, y en particular cómo estimularon el movimiento apocalíptico.

 

A. LA REVUELTA DE JERUSALÉN Y SU DESTRUCCIÓN

                Desde los tiempos de los Macabeos (167 aC.), la situación socio-política de Palestina se volvía cada vez más confusa y pesada, sobre todo después del desastroso gobierno de Arquelao (4 aC. a 6 dC.). Esta difícil situación se traduce en las parábolas de Jesús. Por ejemplo: El dueño de la tierra que exige más de lo que puede producir el trabajador (Mateo 15,16), la gente sin empleo a la espera de un trabajo eventual (Mateo 20,1-6), el patrón que vive lejos y deja todo en mano del capataz (Mateo 21,33), la gente que vive llena de deudas y amenazada con la esclavitud (Mateo 18,23-26), la desesperación y explotación que corrompen y arrastran al pobre a asaltar (Mateo 21,34-39), y a explotar al propio compañero (Mateo 18,27-30 y 24,48-50), el peligro de los caminos por causa de los asaltos (Lucas 10,30), funcionarios corruptos que se enriquecen con los bienes de los demás (Lucas 17,1-7), riqueza que ofende a los pobres (Lucas 16,19-21), etc.

                Aún durante la vida de Jesús y sobre todo después de él, las explosiones populares fueron creciendo. Nuevos partidos iban surgiendo y se organizaban como los Zelotes y los Sicarios. La situación de radicalizaba cada vez más. La incapacidad y la brutalidad de los gobernantes romanos, junto con la corrupción y la lucha por el poder de la clase dirigente de Judea, dejó al pueblo sin protección ni alternativa. El movimiento armado ‘Zelo’ lo invadió todo y, en el año 66 dC., explotó una revuelta generalizada. Pero sirvió de poco. Llegaron las legiones romanas y fueron reconquistando Galilea y Judea a la espera del momento oportuno para el asalto final contra Jerusalén. Entre tanto, dentro de la ciudad de Jerusalén, grupos rivales luchaban entre sí para la hegemonía. Sin embargo, 2 grupos de Judíos no quisieron participar en la rebelión: Los fariseos y los cristianos. Eusebio de Cesarea, escritor cristiano, informa que los judíos cristianos se reunieron hacia Pela, cuidad del norte, del otro lado del río Jordán. De cualquier manera, la verdad es que los judíos rebeldes nacionalistas cada vez confiaban menos en los judíos que habían adherido a la fe en Jesús. Es posible que esta retirada estuviera relacionada con la palabra de Jesús: ‘Cuando vean la abominación del invasor…, huyan a la montaña’ (Marcos 13,14). En cuanto a los fariseos, Flavio Josefa, historiador judío, cuenta que el cerco de Jerusalén por los romanos, el líder de los fariseos ordenó que lo llevaran hacia fuera de la ciudad en señal de desacuerdo con la marcha de los hechos. Tanto para los cristianos como para los fariseos, la revuelta contra Roma no era expresión de la llegada del ‘Día de Yahvé’.

                Poco después de la Pascua del año 70, con la ciudad de Jerusalén todavía llena de peregrinos, Tito atacó con 4 legiones. El cerco duró 4 meses. Fue un asedio cruel con mucha hambre y muchas muertes. Finalmente Jerusalén fue tomada y totalmente destruida. El templo fue arrasado y, donde antes se ofrecían los sacrificios a Yahvé, Tito mandó ofrecer sacrificios a Júpiter, el dios de los romanos. Dos años después, el último reducto de resistencia terminó con el suicidio colectivo de los revoltosos en la fortaleza de Massada. Prefirieron morir de sus propias manos en vez de caer en manos de los romanos. La destrucción de Jerusalén afectó a todos, fariseos y cristianos. La extrema violencia y crueldad de la represión romana, sin ninguna piedad, acentuó en el pueblo el sentimiento de total impotencia ante el poder del imperio.

                En esos mismos años (68-70 dC.), después de la muerte de Nerón, allá en Roma, centro del poder, se sucedían revueltas y golpes militares con un ritmo acelerado. La confusión era tan grande que parecía el fin del imperio romano. El siguiente cuadro muestra la secuencia de los hechos.

-          29 aC.-14 dC.        Augusto, primer emperador decreta la ‘paz romana’ en todo el imperio.

-          14-37 dC.               El emperador Tiberio nombra y destituye a Pilato (26-36).

-          37-41                      Calígula quiere que su estatua sea colocada en el templo de Jerusalén.

-          41-45                      Claudio expulsa de Roma a los judíos ‘por causa de cierto Chresto’.

-          54-68                      Nerón persigue violentamente a los cristianos.

-          68                           Vendex comanda una rebelión romana en la Galia y Galba con las legiones en España.

-          60                           Otonio comanda el golpe militar de la guardia imperial en Roma. Vitelio comanda la rebelión de las legiones en Germania (hoy Alemania) y Vespasiano las de Egipto y Palestina.

-          69-79                      Vespasiano emperador. Su hijo Tito destruye Jerusalén en el año 70.

                Todos estos acontecimientos, tanto en Roma como en Palestina, alimentaban el movimiento apocalíptico que venía avanzando en las clases populares desde los tiempos de los Macabeos. Así la profanación del templo de Jerusalén por Tito, vista a la luz de la profecía de Daniel (9,27), se convirtió en imagen y símbolo apocalípticos de destrucción y de condenación (1 Macabeos 1,54; Marcos 13,14; Lucas 21,20-24). Para los sobrevivientes del desastre, tanto judíos como cristianos, la destrucción de Jerusalén marcó el fin de un período y el comienzo de otro: Ya nada iba a ser como antes.

 

B. LA PROGRESIVA SEPARACIÓN DE JUDÍOS Y CRISTIANOS

                La rebelión de los judíos de Palestina contra Roma, en lugar de ser la tan esperada llegada del ‘Día de Yahvé’, fue la causa de la destrucción de los grupos que en ella participaron. Sobrevivieron solamente los que no habían participado: los judíos de la línea farisaica y los judíos que habían adherido a la fe en Jesús. Terminado el enfrentamiento contra Roma, ambos se consideraron los legítimos herederos de las promesas de Dios y comenzaron a luchar entre sí por la posesión de la herencia. Así, a partir del año 70, crece la separación entre judíos y cristianos, y las relaciones entre los 2 se encaminan lentamente hacia la ruptura definitiva que acabo produciéndose en los años 90. Esta lenta y definitiva separación entre judíos y cristianos, tal vez sea uno de los sucesos más trágicos y lamentables de la historia de Occidente: ¡Misterio incomprensible! (Romanos 9-11).

                Después de la destrucción de Jerusalén, los fariseos se reagruparon en Galilea y comenzaron la reorganización del judaísmo. El rabino Iohanan ben Zakai fundó la Asamblea de Jamnia donde se establecen las normas para definir quién es judío y quien no lo es, quién puede ser rabino y quién no. Establecen la lista de los libros del Antiguo Testamento que deben ser reconocidos como ‘inspirados’, patrimonio de la fe judía. En esta lista no existen los libros bíblicos escritos o traducidos en el ambiente de la diáspora, no los del ambiente de los apocalípticos que habían resistido a la influencia de las élites de Jerusalén. Debido a la rápida divulgación de la fe en Jesús entre los mismos judíos, la reorganización del judaísmo tuvo un sello de defensa contra los (judíos) cristianos que pretendían ser los herederos.

                Los cristianos también se reorganizaron en este mismo período. Y también entre ellos, la reorganización se realiza, en parte, en oposición a los hermanos judíos que acusaban de infidelidad a la ley de Dios y los excluían de las sinagogas. Los cristianos aceptan como inspirados varios libros escritos o traducidos en el ambiente de la Diáspora: los 2 libros de los Macabeos, las novelas populares de Judit, Tobías, algunos fragmentos de Esther, los libros de Sabiduría, Eclesiástico y Baruc (1-5), la carta de Jeremías (Baruch 6) y algunos trozos de Daniel. Pero la mayor parte de la literatura apocalíptica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, tampoco entró en el canon de los cristianos.

                Bajo el emperador Trajano (98-117), la persecución se hizo tanto contra cristianos como contra los judíos. Lastimosamente, el peligro no los llevó a una defensa mutua. Al contrario, acusaciones y persecuciones mutuas los llevaron a separarse aún más. Este ambiente polémico se palpa en el Apocalipsis (2,9; 3,9). El conflicto entre cristianos y judíos se repercutió entre los cristianos y el imperio, sea por influencia de los judíos ante las autoridades romanas, sea por la confusión que identificaba cristianos y judíos como de una misma religión, sea por el desprecio aún mayor por parte de los romanos por el hecho de que los cristianos ni siquiera merecían ser judíos y eran expulsados de la sinagoga.

 

C. LAS MUCHAS RELIGIONES Y EL AVANCE DE LA ‘PAZ ROMANA’

                En la 2ª mitad del primer siglo, el fuerte renacimiento de las nacionalidades y de las religiones de los pueblos subyugados representaba una amenaza de desintegración del imperio. Eran religiones o doctrinas de 2 tipos, muchas veces mezcladas entre sí.

 

  1. Unas eran de línea gnóstica: ‘Gnosis’ es una palabra griega que significa ‘conocimiento’. Según el ‘gnosticismo’, para que una persona pudiera entrar en contacto con la divinidad, debía ser ‘iniciada’ a ciertos conocimientos superiores. Había varios grados en la iniciación y varias etapas de profundización. Era una religión o una tendencia religiosa muy divulgada. Creaba en sus miembros una cierta conciencia de élite
  2. Otras eran de tendencia mistérica: ‘Misterium’ es una palabra latina que ‘secreto’ o algo ‘escondido’ que hay que penetrar. Según esta doctrina, para una persona pudiera entrar en contacto con la divinidad, debía participar de ciertos ritos cultos secretos.

 

                El crecimiento de estas doctrinas revelaba un vacío en la sociedad de aquel tiempo. Para hacer frente al peligro de buscar fuera del imperio soluciones a este problema, la propaganda imperial enseñaba la ‘Paz de los dioses’ que se había introducido por medio de la ‘Paz romana’ y cuyo promotor era el emperador, llamada ‘dios de la tierra y señor de los hombres’. Ponía la religión al servicio de los intereses del imperio y de su ideología esclavista (Apocalipsis 13,4-14). Y se montó todo un sistema que controlaba y orientaba la vida y el pensamiento del pueblo (13,16-17). Este justificaba la explotación de los pobres para aumentar el lujo de los grandes (18,3,9,11-19). Jesús llamó esta organización ‘el mundo’: Es el pecado del mundo.

                Algo parecido a la actual ‘Nueva Era’, la ‘paz romana’, junto con otras tendencias, invadía las comunidades cristianas, produciendo una gran variedad de creencias y formulaciones, tanto en la doctrina como en la liturgia y la organización. Los ‘nicolaítas’, por ejemplo, y otros grupos que señalan el Apocalipsis de Juan y las cartas pastorales, pertenecían probablemente a estas tendencias mistéricas (Colosenses 2,8; 1 Timoteo 1,3-7; 2 Timoteo 2,16-18). El grupo que, en las comunidades cristianas de Tiátira, investigaba las ‘profundidades de Satanás’ (Apocalipsis 2,24) era probablemente una mezcla de gnosis y religión mistérica.

                En este proceso de discernimiento e inculturación del cristianismo, varios elementos tanto gnósticos y mistéricos como de la religión del imperio, fueron asimilados por los cristianos para expresar su fe. Otras comunidades, sin embargo, asumían una postura más defensiva frente a la invasión de estas doctrinas, como se ve en la carta a los Colosenses y en las cartas pastorales. La tensión entre el ‘conocimiento crítico’ (gnosis), como fruto de estudio o de revelación, y el ‘misterio’ que se revela en los sacramentos continúa hasta hoy. La frontera no es tan nítida. Hay grupos carismáticos que rechazan todo estudio crítico de la Biblia y de la Tradición eclesial y piden a sus miembros una participación ciega y exaltada en sus cultos y celebraciones. Hay otros que se consideran superiores debido al conocimiento que piensan tener sobre la realidad y la Palabra de Dios. El equilibrio se alcanza únicamente cuando se tiene el coraje de asumir esta tensión como condición de vida, sin condenar a quienes piensan de otras maneras ni imponer sus puntos de vista, sino que, en una actitud de respeto y diálogo, se corrijan y enriquezcan mutuamente.

 

D. PERSECUCIÓN CRECIENTE POR PARTE DEL IMPERIO

                Los judíos habían obtenido el privilegio que se los eximía de practicar ciertos gestos de culto al emperador. Los cristianos en vía de separación con los judíos, ya no participaban de ese privilegio. Por eso su rechazo a ofrecer culto al emperador sin tener la cobertura de la ley, se convertía en motivo de persecución. Varios escritos, sobre todo el Apocalipsis, tratan de animar a las comunidades a no ceder en este punto, porque el único Señor es Jesucristo.

                Dentro de este mundo de la ‘Paz romana’ y del culto al emperador ‘dios y señor’, mundo lleno de conflictos, es donde los cristianos avanzan con su mensaje: ‘Jesús es el Señor por excelencia’ (Apocalipsis 17,14; 19,16). Para ellos, Dios era uno solo, Padre de todos; entonces todos somos hermanos. Por eso en nombre de su fe, buscan vivir la fraternidad entre iguales. Ponen en común sus bienes (Hechos 2,42-45 y 4,32-34), enseñan que todos somos iguales (Gálatas 3,28; 1 Corintios 12,1-13; Colosenses 3,11), no aceptan el sistema injusto del imperio romano (Apocalipsis 18,4), condenan a los ricos que explotan a sus trabajadores (Santiago 5,1-6)… Y no es una controversia de puras palabras ni una discusión de los dioses allá en el cielo. Se trata de la organización de su vida en la comunidad y de la organización de la sociedad toda. La nueva organización iniciada por los criterios, que se acepte o no, avanza en el imperio y amenaza su sus bases: la esclavitud. No tardó en armarse la tempestad contra los cristianos.

                De hecho, unos 30 años después de la muerte de Jesús, en el año 64 exactamente, el emperador Nerón (54-68) decretó la primera gran persecución contra los cristianos: Pedro, Pablo y otros fueron sus víctimas. Después de Nerón, los conflictos al interior del imperio permitieron a los cristianos vivir en relativa paz. Pero era sólo una tregua. Las comunidades cristianas eran percibidas como la maleza que socava las base de una muralla: Socavaban las bases del imperio. Por los años 90, el emperador Domiciano decreta una nueva persecución, a la vez más organizada y más violenta. Se empezaba torturando a los cristianos para que dejaran su fe. La persecución se daba no tanto con relación al emperador, sino todo con el sistema mantenido por la violencia de las armas en todas partes. Conflictos surgían con la policía, la justicia, la opinión pública, la ideología y la religión oficial, las autoridades locales, los grupos de intereses y de presión…

                Al llegar el final del 1º siglo, parecía que había llegado también el final de las comunidades cristianas. Todas las puertas estaban cerradas y el poder omnipresente del imperio se les ponía en contra por todas partes. Muchos abandonaban el ‘Camino de Jesús’ y volvían ser sujetos del imperio en todo. Se decía en las comunidades que ‘Jesús es el Señor’, pero quien mandaba con poder de vida y de muerte, era el emperador de Roma.

 

E. VARIEDAD DE TENDENCIAS EN LAS COMUNIDADES

                Algo que llama la atención y que debe ser mencionado, es la variedad de tendencias que se reflejan, no sólo en la organización y en las prácticas y creencias de las comunidades. Ya habían aparecido diferencias en el período anterior (años 40-70), pero crecieron en las últimas décadas del siglo 1º. Eran muchas las causas que alimentaban esta variedad: las diferentes culturas, los distintas problemas según los países que exigían respuestas distintas, las diferencias de clases sociales, las diversas posiciones frente al imperio romano, la gran variedad de doctrinas y religiones, el doloroso conflictos entre cristianos y judíos, las persecuciones…

                A lo largo de los 2 primeros siglos, todos estos grupos produjeron sus escritos que reflejan estas tendencias. Además de los Evangelios, Hechos, Cartas y Apocalipsis conservados en el Nuevo Testamento, circulaban innumerables evangelios, cartas y Apocalipsis. Los arqueólogos dan constancia de la existencia de estos diversos grupos e comunidades en la Iglesia primitiva. Al mismo tiempo, existía confusión: ¿A quién creer? ¿A quién seguir?

                La destrucción de Jerusalén produjo un trauma tanto entre los judíos como entre los cristianos. Obligó a una nueva organización de los 2 bandos. Por una parte, del lado del imperio, se empezó un mayor control de los grupos religiosos. Por otra, del lado de los judíos y cristianos, se dio una unificación de criterios más estricta. Frente a las divergencias, creció la insistencia en la disciplina. Las Cartas Pastoral son el signo de esta situación: Insisten en la tradición y en el respeto a los líderes. Ya aparece, como lo señalan las cartas de Ignacio de Alejandría y Policarpo al comienzo del 2º siglo, la triple jerarquía eclesiástica: Obispos, sacerdotes y diáconos, que perdura hasta hoy… Se puede decir que, con el siglo 2º, se está terminando el tiempo de la revelación y creatividad, y comienza el de la institucionalización y centralización. Es de notar que entre los judíos pasó el mismo fenómeno.

                Esto no quiere decir que se terminó con la variedad y creatividad, pero la institución eclesial controlaba toda novedad. El desafío era y sigue siendo el equilibrio entre el carisma y la tradición, la creatividad y la institucionalidad, la originalidad y la obediencia. En nuestra Iglesia actual, la tendencia es a la tradición, la institucionalidad y la obediencia, pero no por eso se puede eliminar el carisma, la creatividad y la originalidad: ‘No extingan al Espíritu Santo’, escribía San Pablo (1 Tesalonicenses 5,19).

 

 

ANEXO  3 :  EL  GÉNERO  LITERARIO  APOCALÍPTICO.  Características  principales

 

A. EL APOCALIPSIS ES UNA FORMA DE ANUNCIAR LA BUENA NUEVA

                Existen varias maneras de transmitir un mensaje: versos, cuentos, novelas… La elección depende del mensajero. Depende también de la situación del oyente para que pueda entender más fácilmente. En el tiempo del pueblo de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, había varias formas de transmitir la Buena Noticia de Dios: profecía, salmo, sabiduría, evangelio cartas… También se hacía en forma de ‘apocalipsis’. Veamos.

                El ‘apocalipsis’ era una forma apropiada para anunciar la Buena Noticia en época de persecución. Era la manera de comunicar un mensaje de aliento y de esperanza a un pueblo amenazado y perseguido. Por eso, quien una los escritos apocalípticos para dar miedo al pueblo y aumentar su desánimo, está totalmente equivocado y va en contra del propósito de la intención del autor bíblico. Sería lo mismo que usar el sol para mojar o el agua para secar. Ya sería mala noticia para los pobres y oprimidos.

                El ‘apocalipsis’ es buena noticia porque, al iluminar los hechos a la luz de la fe, ayuda al pueblo a superar las causas de la crisis, tanto las causas externa de la persecución, como las causas internas que es el miedo, la falta de fe y de visión. Los ‘apocalípticos’ revelan el otro lado de los hechos, el lado escondido que solamente se pueden comprender a la luz de la fe. Según su origen griego, apocalipsis significa ‘revelar, desvelar, descubrir’. Ayuda al pueblo a reconocer que, a pesar de todas las apariencias en contra, la historia corre dentro de los plazos establecidos por Dios. Su fuerza es siempre mayor que la maldad humana. Los perseguidores parecen ser los dueños del mundo, pero no pasan de ser funcionarios de segunda categoría. Lo quieran o no, contribuyen de alguna manera negativa a la realización del plan de Dios. El imperio, por más que grite y oprima, tiene un poder limitado. Su destino será la derrota. La fuerza del proyecto de Dios es mayor.

                Al correr el velo de los hechos, los apocalípticos hacen aparecer la buena noticia que está escondida en la historia y que el pueblo perseguido no está viendo. La Buena Nueva del Apocalipsis es ésta: ¡Dios es el Señor de la historia! Conduce su pueblo hacia la victoria final. Nadie, por muy fuerte que sea, consigue cambiar el rumbo final del plan de Dios, de la fuerza de la vida. Los opresores del pueblo serán derrotados. Triunfará el Dios de la Vida.

                Esta anuncio fuerte y vigoroso, extendido por las páginas de los Apocalipsis, inclina el fiel de la balanza, disminuye le peso de la persecución (causa externa) y fortalece el peso de la fe (causa interna). Ayuda al pueblo a equilibrase de nuevo en la vida. Ahora no es la persecución la que enflaquece la fe, sino que es la fe renovada y clarificada la que disminuye el poder de los poderosos. El rostro de Dios reaparece en la vida. El pueblo agradece y estalla en cánticos de alegría, cánticos que retoma el autor del Apocalipsis.

                Quien transmite un mensaje en forma de versos, debe conocer el ritmo de la poesía del pueblo. Quien lo hace en forma de historieta, debe saber dibujar. Y quien anuncia la Buena Noticia en forma de Apocalipsis, ¿qué debe hacer para correr el velo de un hecho y revelar en él la presencia de la Buena Noticia? Debe hacer sobre todo 3 cosas juntas, mezcladas entre sí, que marcan el género literario del Apocalipsis, y que son las siguientes:

  1. Dividir la historia de la salvación en etapas y situar el momento presente dentro del conjunto.
  2. Expresarlo todo por medio de visiones y símbolos. Ésta es la parte que causa más dificultades.
  3. Usar un lenguaje radical, casi extremista. En la ‘televisión del apocalipsis’, no hay colores ni matices: Todo es blanco o negro.

 

  1. Dividir la historia en etapas para poder situar el presente

 

a)       Una comparación. Imaginemos lo siguiente. Estamos viajando de Quito a Guayaquil, Es de noche, cerca de la madrugada. Estamos durmiendo y nos despertamos. Conforme a nuestros cálculos, el bus ya debería estar llegando a Guayaquil. Pero no se ve ninguna señal de ciudad. Además en vez de asfalto, la carretera es de tierra y está llena de hoyos, lo cual no existe entre Quito y Guayaquil. Preocupados, preguntamos al chofer. ‘Un puente roto nos obligó a tomar otro camino. Pero dentro de poco llegaremos a Guayaquil’. Afuera, no cambió nada: Todo continúa igual… pero la explicación del chofer cambió todo nuestro interior.

               Un Apocalipsis es parecida al chofer del bus: Ayuda al pueblo a situarse. Desde tiempo camina a oscuras. La persecución hace sufrir a mucha gente. Nadie sabe cuánto tiempo durará el camino ni cuando se llegará a la meta. Angustiada, la gente pregunta: ‘¿Dónde estamos? ¿Qué está pasando? ¿Va a demorar mucho?...’ (Apocalipsis 6,10). El Apocalipsis informa cuantas son las etapas del plan de Dios y en qué etapa se encuentra la comunidad. Lo hace volviendo al pasado. Y desde el pasado mira hacia el futuro, iluminando el presente y describiendo las etapas del camino.

 

b)       Volver al pasado. Por medio de visiones, el apocalíptico se transporta al comienzo del plan de Dios o al inicio de una etapa importante del mismo. Por ejemplo, el autor del libro de Daniel, que vive en el período de los Macabeos (167 aC.), vuelve al tiempo del imaginado Baltasar (550 aC.), rey de Babilonia (Daniel 7,1; 8,1). Juan, que vivió al final del 1º siglo después de Cristo, se vuelve, en una de sus visiones, al año 33, en el momento en que Jesús acababa de resucitar y recibía el poder ‘a la derecha del Padre’ (Apocalipsis 5,6-8). Otros apocalípticos al tiempo de Abraham, Enoc, Elías…

               Lo mismo sucede hoy en la interpretación de la Biblia. Unos vuelven al Éxodo, otros al exilio. Algunos dicen que la historia bíblica comenzó con David y que lo anterior es prehistoria. En la historia de las Américas, unos sitúan su inicio en 1492 y otros vuelven a miles de años antes de Cristo… Cada uno conforme a su visión. Por eso es importante saber desde dónde cada uno ubica en su visión el comienzo de la historia, la historia de su comunidad y la de su pueblo.

 

c)       Mirar hacia el futuro y situar el tiempo presente. Desde el pasado, el apocalíptica mira hacia el futuro y describe el itinerario de las varias etapas de la historia de la salvación, desde el comienzo hasta el desenlace final. Pero es importante descubrir el criterio que usó el apocalíptico para dividir la historia en etapas, porque es ese criterio es la clave que abre el sentido del Apocalipsis.

               Por ejemplo, el libro de Daniel, en la visión de los animales (7,1-14), divide la historia en 5 etapas que representan a 5 reinos o imperios: 4 reinos son animalescos y el 5º tiene la figura del Hijo del Hombre. El Evangelio de Marcos trae una pequeña hoja de ruta en el discurso apocalíptico (13,5-27). Pablo trae elementos de alguna guía apocalíptica en la 2ª carta a los Tesalonicenses (2,1-17). Al Apocalipsis de Juan tiene 2 de estos itinerarios: El 1º describe el proceso de aquel entonces como un nuevo éxodo (capítulos 4 al 11) y el 2º itinerario describe el proceso como el juicio de Dios.

               Al leer estos itinerarios, el pueblo de Dios se mira como en un espejo y descubre en cual paso está. Reconoce cuál es la parte que pertenece al pasado, cuál es lo que está sucediendo ahora y cuál es lo que va a suceder. De este modo, la comunidad se sitúa y reconoce que su peregrinación, con éxitos, caídas y persecuciones, forma parte de un plan global con sus etapas respectivas hasta llegar a su fin. En todos los itinerarios, por más diversos que sean, el momento presente de las comunidades se sitúa siempre inmediatamente antes del fin, lo cual lleva a concluir: ‘El camino que estamos haciendo está conforme al plan d Dios. Él es quien conduce la historia. Vamos bien. Continuemos resistiendo…’. De este modo, la oscuridad de la persecución se ilumina por dentro y el velo que la cubre está cayendo: La Buena Noticia es el rostro liberador de Dios que reaparece en la historia del pueblo.

 

d)       Una comparación más. Hoy también, el sufrimiento del pueblo es grande. Fueron muchas las frustraciones durante estas últimas décadas. Mucha gente se desanimó. Para animar al pueblo, alguien volvió en algún punto del pasado. Desde ahí, abrió las 7 etapas – los 7 ‘sellos’ – de esa historia… Veamos si reconocemos esta historia.

-          ‘Tuve una visión. Después de 7 años de guerras y matanzas, hambre y destrucción, la paz se estableció. Terminó la guerra caliente y comenzó la guerra fría. Un ángel gritó: ‘¡Los que quieren la guerra y la muerte están avanzando! Obran con mucha maldad, pero su tiempo está limitado’.

-          Entonces abrí el 1º sello. Quien ostentaba el poder, llamado el ‘Padre de los Pobres’, fue destituido y se mató para Poder vivir en el corazón del pueblo.

-          Entonces fue abierto el 2º sello. Quienes fueron puestos para defender al pueblo y mantener el orden y la seguridad pública, engañaron al pueblo y establecieron el desorden para 3 veces 7 años.

-          Entonces se abrió el 3º sello. Quien era considerado como salvador de la patria, a la hora de tomar el poder, fue derribado por la enfermedad y el país quedó a la deriva, sin rumbo por 5 veces 2 meses.

-          Entonces se abrió el 4º sello. Quien había sido indicado por los pobres para conducir el pueblo a la paz, fue derribado en las urnas por el fraude  y el país cayó en las tinieblas.

-          Entonces se abrió el 5º sello. Oí la voz del pueblo, prisionero del salario mínimo, sacrificado en el altar de la patria, gritando en alta voz: ‘¿Hasta cuándo, Señor?’. Le contestaron: ‘¡Aguántense un poquito más porque pronto llegará el fin y la felicidad volverá para siempre!’.

-          Entonces se abrió el 6º sello. Un tumulto estalló en el cielo. El sol se oscureció, la luna sangró, la tierra tembló, el mar desbordó y cayeron las estrellas. De los 4º rincones de la tierra avanzaron los ángeles gritando: ‘Al fin se restablecerá el ‘Orden de Dios’ que él quiso desde la creación del mundo. Los grandes de la tierra tiemblan en sus palacios. ¡Es el comienzo del fin!’.

-          Cuando abrieron el 7º sello, un silencio recorrió el orbe. El universo entero cantaba un cántico nuevo ‘¡Te damos gracias, Señor, porque asumiste tu gran poder y entraste a reinar! Por fin fueron eliminadas la injusticia y la maldad. Por fin se devolvió la tierra a los pobres. Ahora todos tienen su lote, su casa y su empleo. Todos viven en paz y seguridad. ¡El cielo bajó hacia nosotros! Llegó la paz y la felicidad del pueblo para muchísimos años’.

                … Solución: ‘Claro, para los de Brasil, hemos reconocido la historia de la lucha del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil y sus distintas etapas en estos 50 últimos años’.

 

  1. Expresarlo todo por medio de imágenes, visiones y símbolos

        Los apocalípticos presentan muchas cosas muy extrañas: animales con 6 alas cubiertos de ojos alrededor y por adentro (Apocalipsis 4,8), un macho cabrío con 4 cuernos (Daniel 8,8), huesos secos que vuelven a vivir (Ezequiel 37,1-14), el sol que se oscurece y las estrellas que caen (Marcos 13,24)… También la literatura apocalíptica está llena de números: 70 semanas, una bestia con la cifra 666, los números 3, 4, 10, 1000 con sus combinaciones (7 = 3+4; 40 = 4x10; 14,000 = 12x12x1000)… ¡Es ‘otro mundo’! ¿Cómo se puede de esta manera clarificar la situación del pueblo con estas visiones complicadas? ¿Cómo puede entender estos mensajes simbólicos? He aquí unas explicaciones, porque el pueblo de aquel tiempo este lenguaje al cual estaba acostumbrado.

 

a)       Traer consuelo y coraje en la lucha. Por ejemplo, la visión de ‘los huesos secos’ (Ezequiel 37,1-14): El lector tal vez no entienda el significado de todos los detalles, pero sí capta el mensaje. Es como el niño que se pasea con su padre en lugares peligrosos: No entiende de fuerza y sabiduría, pero sí siente confianza y avanza tranquilo a su lado. Las visiones apocalípticas no dicen lo que es fuerza y protección, pero sí, hacen que el pueblo sienta confianza y ánimo para caminar con tranquilidad porque las visiones le comunican la certeza de la presencia de Dios a su lado.

 

b)       Transformar el pasado en símbolo del futuro. Algunas visiones no son sino construcciones nuevas hechas con los viejos y conocidos ladrillos del Antiguo Testamento. Dios había manifestado su presencia con grandes ‘milagros’: el éxodo, las plagas, el paso del mar Rojo, el maná, la travesía del Jordán… Estos milagros eran como pinturas muy bonitas colgadas en la pared del pasado. El apocalíptico, en sus visiones, destemporaliza estos grandes sucesos. Los saca de la pared del pasado y los pone delante de la comunidad: Es como si estuviera sucediendo ahora. El pasado se transforma así en símbolo del presente y del futuro. De este modo, las visiones quitan los obstáculos del camino a la fuente, a la identidad, y el pueblo redescubre la Buena Nueva. Así transforma la añoranza en esperanza.

 

c)       Comunicar algo de la paz que viene de Dios. Hoy mucha gente no comprometida se apoya en el Apocalipsis para no tener que entrar en la lucha. En la época de los Macabeos y de la persecución de las comunidades cristianas por el imperio romano, el pueblo ya estaba en la lucha. El Apocalipsis trata de ayudarles para que no se desanimen. Por medio de visiones transporta al pueblo cerca del trono de Dios (Daniel 7,9-10; Apocalipsis 4,1-11) y comunica algo de la paz con que, Dios, desde lo alto, sereno y firme, comanda la lucha contra la injusticia y la opresión. Desde ‘el centro de operación y el cuartel general’ del Cordero, ellos contemplan la lucha con los ojos de Dios y descubren que, aunque difícil, la lucha ya está ganada (Apocalipsis 14,9-12). Y vuelven al combate con sabor a victoria.

 

d)       Defender se contra los opresores del pueblo. En épocas de persecución, todo cuidado es poco. Decir abiertamente que el imperio es el gran enemigo que debe ser combatido, puede llevar a la muerte. Las visiones de los apocalípticos con sus símbolos son medio para permitir al pueblo defenderse de sus opresores. Es un lenguaje cifrado: Las visiones y los símbolos revelan su mensaje a los oprimidos y los esconden a sus opresores. Hablando de lo que sucede en el pasado y en el mundo de arriba, los apocalípticos hacen pensar, para los oprimidos, a lo que está pasando en el mundo de abajo y de ahora. Así esquivan la censura y los castigos de los opresores. ‘¡A buen entendedor, pocas palabras! Por ejemplo, Juan dice que el número de la ‘bestia’ es 666 (Apocalipsis 13,18). De acuerdo al número, el lector calculaba y descubría el mensaje: La ‘bestia’ era el emperador Nerón que perseguía a los cristianos…

 

e)       Hacerse entender por el pueblo de las comunidades

               Hoy un afiche con dibujos transmite mucho más que un montón de palabras. Una dramatización es más instructiva que un sermón. Una comparación dice mucho más que una frase… Para expresarse, el pueblo prefiere usar dibujos, teatro, imágenes, comparaciones. Un apocalipsis no es una sala de conferencias donde el pueblo entra a escuchar a alguien que habla. Se parece mucho más a una sala de exposiciones, llena de imágenes y retratos, pinturas y cuadros. El pueblo entra y puede moverse a gusto por las páginas del libro, observando, conversando, rezando. Puede elegir y caminar por sonde quiera, porque cada pintura, cada visión tiene su mensaje propio. Sin embargo, al seguir el orden en que el apocalíptico colocó las visiones, se aprovecha más. Poco a poco se va percibiendo el mensaje global, porque el nuevo cuadro aclara lo anterior: La luz del conjunto cae sobre los detalles y desdibuja el sentido general.

 

  1. Usar un lenguaje radical, sin términos medios

        En la mayoría de las visiones de los apocalípticos no hay término medio, sino sólo contrastes. Por un lado, están los imperios animalescos y, por el otros, el reino humano perfecto del Hijo del Hombre. De un lado el Dragón y la Bestia y por el otro el Cordero y la Mujer… Los apocalípticos saben muy bien que en la vida real las cosas no son así. Juan sabe muy bien que, en las comunidades, el bien y el mal están mezclados (Apocalipsis 2,-3,22). Sabe también que en el imperio hay cosas buenas y gente valiosa. ¿Cómo explicar esta actitud, porque este lenguaje extremista puede favorecer una lectura fundamentalista?

 

-          Por una parte, quieren ir a lo esencial. Al final del siglo 1º, la situación estaba confusa. En los Hechos, Lucas había presentado al imperio romano de una manera favorable para los cristianos y Pablo había enseñado que se debía obediencia a las autoridades (Romanos 13,1-5). Pero la situación había cambiado: Se perseguía ferozmente a los cristianos. ¿Quién era el culpable de esto? ¿Sólo algunos malos funcionarios aislados? Juan está claro: El culpable es el imperio, su organización y su pretensión de presentarse como ‘el señor del mundo’ (Apocalipsis 13,1-8). En su libro, Daniel procede de la misma manera.

-          Los apocalípticos juzgan en función de la victoria del bien y de la justicia. La victoria es cierta porque es garantizada por el poder de Dios. Todo lo que contribuye a esta victoria es bueno y viene de Dios, pero todo lo que la impide es malo y viene de Satanás. Los imperios helénico y romano, a pesar de sus cosas buenas, no estaban contribuyendo a la victoria del bien y de la justicia, entonces había que condenarlos en bloque: Son obras de Satanás. Así se prohibía toda colaboración. Es el caso de un navío usado por la guerra: Un navío es una obra de arte, pero su utilización lo hace peligroso y mortal. Para llamar la atención, se condena todo.

-          Los apocalípticos combaten la ingenuidad. De hecho, los imperios eran contrarios al Reino de Dios. Las cosas buenas podían engañar, en particular en tiempos de persecución. Para no dejarse atrapar y engañar, había que promover la idea de desvincularse totalmente, porque bien podía el imperio terminar con el pueblo de Dios y las comunidades cristianas. Los apocalípticos invitan a mantenerse firmes y resistir hasta la muerte: En esta lucha indomable se juega la victoria del bien y de la justicia. Es la semilla que prepara la victoria definitiva del Cordero y del juicio de Dios.

                El proceder tan radical de los apocalípticos era una manera de hacer un análisis de realidad para ayudar al pueblo a mirar su situación con claridad y poder definirse y actuar frente a la realidad. Había que tomar posición con todas las consecuencias y las responsabilidades correspondientes: O se está con el proyecto de Dios - la fe -, o se está con Satanás - la idolatría - y sus seguidores.

 

CONCLUSIÓN

                Un Apocalipsis es una determinada manera de leer la historia a partir de la fe. Los Apocalipsis surgen en épocas en que la visión de fe de las comunidades es cuestionada, perturbada y perseguida. La mentalidad de los imperios envuelve a las comunidades y las penetra por dentro, declarándolas desprovistas de valor, sin consistencia ni futuro. Si uno se acomoda y no se da una pronta reacción, se pueden acabar las comunidades. Era el peligro de las épocas de persecución.

                Los apocalípticos ayudan tanto a los líderes de las comunidades como a sus miembros a estar alertas y claros sobre la situación y los peligros. Retoman con vigor la antigua fe, especialmente en lo que tiene de crítica, resistencia y contestación. Obligan a releer el presente a la luz del pasado y a abrir caminos de esperanza. Reconocen la debilidad momentánea del Pueblo de Dios (Antiguo Testamento) o de las comunidades (Nuevo Testamento), pero regresan a la raíz de la experiencia del Yahvé, el Dios liberador, y resucitan la dinámica y la mística escondidas en el corazón del pueblo de Dios. Permiten así superar los momentos de desaliento y de peligro. Mantiene la resistencia y logran contrarrestar los mismos opresores, para que el proyecto de Dios siga vivo en el pueblo de las comunidades cristianas.

 

 


ANEXO  4 :  DESDE 63 ANTES DE CRISTO HASTA 135 DESPUÉS DE CRISTO

 

EL IMPERIO ROMANO
JESÚS Y
LAS COMUNIDADES
PLESTINA
(Judea, Samaria y Galilea)
 
63: Roma invade Palestina
 
 
44: Muerte de Julio Cesar
44 a 30: Guerras civiles y anarquía en Roma
 
30: Inicio del imperio
27 a 14: Octaviano. Emperador Augusto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nacimiento de Jesús
 
 
57: Levantamiento anti-Roma, sobre todo en Galilea
 
 
37 a 4: Herodes, el Grande, rey de toda Palestina
 
 
22: Comienza la construcción de la ciudad de Cesarea
20: Comienza la construcción del templo de Jerusalén
10: Inauguración de Cesarea
4 a 6: Arquelao en Judea. Pascua sangrienta en Jerusalén. Época de mucha violencia.
 
AÑO CERO
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
37 a 41: Calígula, emperador
38: Persecución de Judíos en Alejandría
39: Se pone estatua en el templo de Jerusalén
41 a 54: Claudio, emperador
41: Edicto de Claudio expulsa a los Judíos de Roma
 
 
 
51 a 52: Gálico, procónsul en Corinto, Grecia
54 a 68: Nerón, emperador
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
68-69: Gaba, emperador
69: Guerra civil en Roma: Oto y Vitelo
69: Vespasiano, emperador
 
 
 
81 a 96: Domiciano intensifica el culto al emperador
90: Decreto contra los cristianos cuya religión es prohibida
 
96 a 98: Nevra, emperador
98 a 117: Trajano, emperador
117 a 132: Adriano, emperador
Jesús convive en Nazaret
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
26: Juan Bautista
27: Predicación de Jesús. Muerte de Juan Bautista.
30: Pilato condena a Jesús. Pasión, muerte y resurrección de Jesús.
34: Martirio de Esteban. Conversión de Pablo. Expansión en Samaria y Siria. Pablo huye a Damasco.
 
 
 
 
40: Fundación de la Iglesia en Antioquía
 
 
43: Herodes Agripa persigue a la Iglesia. Muerte de Santiago.
50: Concilio de Jerusalén
51: Pablo en Corinto. 1ª y 2ª cartas a los Tesalonicenses
54: Cartas a Efesios, 1ª a Corintios, Filipenses
57: Cartas 2ª a Corintios, Romanos, Filemón
58: Pablo preso en Jerusalén
58 a 60: Pablo preso en Cesarea. Cartas a Colosenses y de Santiago
60 a 62: Pablo preso en domicilio de Roma
64-64: Persecución de Nerón. Muerte de Pedro y Pablo
 
69: Evangelio de Marcos
 
70: Comienzo de la separación progresiva entre los cristianos y los Judíos (la Sinagoga). 1ª carta de Pedro.
 
85…: Carta a los Hebreos. Evangelio de Lucas. Hechos. Efesios. Cartas a Timoteo y a Tito.
95-96: Persecución. Apocalipsis. Cartas de Juan y 2ª de Pedro.
Reyes mesiánicos por doquier. Revoluciones populares. Destrucción de la ciudad de Séforis, cerca de Nazaret.
6: Roma depone a Arquelao. Comienzo del movimiento zelote. Judea es provincia romana gobernada por procuradores romanos.
11: Construcción de la ciudad de Tiberíades.
26 a 36: Poncio Pilato es procurador de Judea
 
 
 
 
35: Pilato masacra a los Samaritanos
 
 
 
 
 
 
41 a 44: Herodes Agripa, último rey
44: Toda Palestina es provincia romana
 
 
 
 
52 a 60: Felix, procurador romano en Palestina
 
 
 
 
 
 
 
 
60 a 62: Festo, procurador romano
 
 
66 a 73: Guerra judía
 
 
 
70: El general Tito destruye Jerusalén
73: Toma de la fortaleza de Masada
 
 
85 a 90: Sínodo de Jamnia establece el canon judío y la separación con los cristianos
 
 
 
 
135: Revolución judía de Bar-Kochba y dispersión de los Judíos

 

 

ANEXO  5 :  ÍNDICE  DETALLADO  DEL  FOLLETO

 

Presentación. Puerta de entrada y clave de lectura. Introducción al Apocalipsis de Juan.

El libro del Apocalipsis es profundizado a lo largo de las siguientes 4 etapas y los 20 temas-comentarios.

 

Bloque 1: Iglesia en discernimiento. Cartas católicas de Pedro y Judas.

-          Cartas católicas

Tema 1: Qué te da seguridad cuando te entra el miedo. Comentario 1: Entrada al libro del Apocalipsis.

-          1ª carta de Pedro

Tema 2: El Pueblo de Dios en Cristo. Comentario 2: Comunidad solidaria: casa de los desamparados y excluidos.

-          La carta de Judas

Tema 3: Perseverar en el amor de Dios. Comentario 3: Los libros apócrifos.

-          2ª carta de Pedro

Tema 4: Nuevos cielos y nueva tierra donde habita la justicia. Comentario 4: El canon de los libros inspirados.

-          Apocalipsis 2 y 3

Tema 5: Fuerza y flaquezas de las Comunidades perseguidas. Comentario 5: Llave para las 7 cartas del Apocalipsis.

 

Bloque 2: Iglesia que se institucionaliza: Cartas Pastorales a Tito y Timoteo.

-          Las cartas pastorales

Tema 6: La visión del trono y del cordero. Comentario 6: Símbolos e imágenes en las visiones.

-          1ª carta a Timoteo

Tema 7: Comunidad cristiana: tensión entre carisma y poder. Comentario 7: Ministerio y poder en la Iglesia.

-          2ª carta a Timoteo

Tema 8: Un mártir que se despide. Comentario 8: La persecución y el martirio.

-          Carta a Tito

Tema 9: La dificultad de caminar juntos. Comentario 9: Herejías, religión y sectas.

-          Apocalipsis 6

Tema 10: De repente se clarificó nuestra vista. Comentario 10: Lectura orante de la historia y de la Escritura.

 

Bloque 3: Iglesia que vence por el amor: Cartas de Juan.

-          Apocalipsis 12

Tema 11: Una gran señal apareció en el cielo. Comentario 11: El conflicto entre la mujer y el dragón.

-          Introducción a las cartas de Juan

Tema 12: Un mandamiento nuevo que existe desde el principio. Comentario 12: “Ágape”: lo nuevo que es antiguo.

Tema 13: La práctica del amor comunitario: señal y presencia del amor de Dios-amor… Comentario 13: La Comunidad juanina y la vida religiosa.

Tema 14: Donde reinan el amor y la caridad, Dios  está presente. Comentario 14: Los escritos de los Padres apostólicos.

-          Apocalipsis 13

Tema 15: Las 2 bestias. Comentario 15: Roma al final del siglo 1º.

 

Bloque 4: Iglesia que celebra: Cartas a los Efesios y a los Hebreos.

-          Apocalipsis 18

Tema 16: ¡Está oscuro, pero canto! Comentario 16: Canto, liturgia y celebración en el Apocalipsis de Juan.

-          Introducción a la carta a los Efesios

Tema 17: Los varios rostros de Jesús. Comentario 17: El Jesús de la historia y el Cristo de la fe.

-          Carta a los Hebreos

Tema 18: Mediación de Cristo. Comentario 18: El sacerdocio de Cristo, sacerdocio de vida.

Tema 19: El testimonio de fe de los antepasados. Comentario 19: La parusía que no llega.

-          Apocalipsis 20 y 21

Tema 20: ¡Pasó un milenio, pero el 2000 no pasará! Comentario 20: Milenarismo.

Tema 21: El sueño del Pueblo de Dios. Comentario 21: “Vi entonces un nuevo cielo y una nueva tierra”. El Espíritu y la Esposa dicen: “Ven”.

 

Anexos: 1. Unos 3 aspectos del Apocalipsis. 2. El contexto de los años 70 a 135 dC. 3. El género literario apocalíptico. 4. Índice detallado.

 

 

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