martes, 10 de julio de 2012

FOLLETO BIBLIA - LOS HECHOS 3ª parte


VIVIR  Y  ANUNCIAR  LA  PALABRA :  LAS  PRIMERAS  COMUNIDADES  CRISTIANAS
Folleto  6º :  Los  Hechos  de  los  apóstoles  y  las  Cartas  de  Pablo.
En 3 partes separadas



 3 ª   p a r t e.



“LA VIDA ES TU PALABRA”, 2007. PR.



ÍNDICE

1ª parte: En otro espacio

Presentación

Una clave de lectura para los temas y comentarios

1ª parte: Comunidad modelo (5 temas y comentarios)

-          Breve historia del comienzo de la Iglesia

-          Hechos de los Apóstoles

2ª parte: La Palabra se abre camino (4 temas y comentarios)

1.       Breve historia del comienzo de la Iglesia

2.       Cuatro temas y comentarios

3ª parte: Las Iglesias en la dispersión (4 temas y comentarios)

3.       Las primeras Comunidades frente al judaísmo

4.       Cartas a Santiago

2ª parte: En otro espacio.

5.       Carta a los Gálatas

4ª parte: Las Iglesia en Europa (5 temas y comentarios)

6.       Breve historia de las Iglesias en el mundo griego

7.       Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses…

8.       Carta a los Corintios y a los Colosenses.



3ª parte: En otro espacio.

5ª parte: Hasta los confines del mundo (4 temas y comentarios)
9.       Breve historia de la Iglesia en Roma
10.    Carta a los Romanos y a Filemón.
Anexos
-          Presentación de la 1ª parte: Comunidad modelo
-          La situación de las primeras Comunidades Cristianas
-          Oración maya
-          Fechas del tiempo de Jesucristo
-          Índice más detallado del folleto 7 (títulos de los temas y comentarios)




5ª PARTE: HASTA LOS CONFINES DEL MUNDO CONOCIDO (4 temas)
Breve historia de la Iglesia en Roma. Carta a los Romanos y a Filemón.



“Los hermanos de Roma salieron a recibirnos… Pablo al verlos… cobró ánimo” (Hechos 28,15).



A. BREVE HISTORIA DE LA IGLESIA EN ROMA

  1. Los cristianos en Roma

        No sabemos con exactitud cuándo llegó a Roma la Buena Noticia de Jesús. La ciudad era la capital del imperio que englobaba a todo el mundo conocido; era el centro administrativo, militar, político y religioso del mundo occidental; era la gran ciudad “que reina sobre todos los reinos de la tierra” (Cf. Apocalipsis 17,18). Conocemos el dicho popular que resalta la importancia de la gran ciudad: “¡Todos los caminos llevan a Roma!”. También el cristianismo siguió el camino que llevaba a Roma.

        Al comienzo de la era cristiana la ciudad tenía cerca de un millón de habitantes esparcidos en múltiples barrios. Existía una colonia judía numerosa con cerca de 40.000 miembros, organizados en torno a once sinagogas. Es muy probable que alguno de estos judíos fueran los que llevaron a Roma el mensaje de Jesús. En Roma en un comienzo se confundían los judíos con los cristianos. Tenían los mismos privilegios en comparación con otros pueblos conquistados, por ejemplo, podían enviar donativos a Judea, estaban dispensados de hacer tareas públicas los sábados, de rendir culto al emperador y servir en el ejército, lo que incluía un juramento de fidelidad al emperador. Podemos afirmar que a los diez años después de la resurrección ya existía en Roma una comunidad cristiana. Esta comunidad tuvo conflictos con otros judíos de la ciudad y la causa, según un historiador romano, era “un tal Chresto” (Cristo). Los romanos al confundir judíos con cristianos, juzgaban que sus peleas internas entre los dos grupos debían resolverse en las sinagogas (Hechos 18,12-16). Debido a esto, los cristianos no podían apelar a los tribunales y asambleas populares, y por eso no tenían protección jurídica. Cuando el emperador Claudio, debido a las peleas, expulsó a los líderes judíos de Roma en el año 49 dC., también expulsó a los líderes cristianos, entre ellos al matrimonio Priscila y Aquila a quien Pablo encontró en Corinto (Cf. Hechos 18,1-3; Romanos 16,3-4).

  1. Las comunidades

        Por la carta de San Pablo a los Romanos sabemos que los cristianos se reunían en casas, como las de Aquila y Priscila (Romanos 16,3-5), de Aristóbulo (Cf. Romanos 16,10), de Narciso (Romanos 16,11), de Hermas (Romanos 16,14), la de Olimpa (16,15). También sabemos que los trabajos de la comunidad eran distribuidos entre hombres y mujeres, ya que Pablo habla de la diaconisa Febe (Romanos 16,1), de la apóstol Junia (Romanos 16,6), de María (Romanos 16,6), de Julia y de la hermana de Nereo (Romanos 16,15).

        No sabemos cuándo los gentiles comenzaron a integrar las comunidades en igualdad con los otros cristianos oriundos del judaísmo. Este hecho hace estremecer las relaciones al interior de la comunidad. Las tensiones entre los judeo-cristianos y los cristianos provenientes del paganismo hicieron que algunos propagasen chismes con respecto a Pablo y a su trabajo entre los gentiles (Cf. Romanos 16,17-18). Este grupo, argumentando con la carta de Pablo a los Gálatas, acusaba al Apóstol de que revocaba la Ley de Moisés y que menospreciaba la observancia de la Ley y las costumbres judías. Este hecho fue el que indujo a Pablo a escribir la carta a los Romanos para corregir las falsas interpretaciones dadas sobre su enseñanza.

        La tradición sostiene que Pablo y luego Pedro estuvieron en los comienzos de la Iglesia en Roma. Pero sabemos que históricamente no fue así. Pablo escribe a una comunidad que no fundó y en la carta a los Romanos manifiesta su voluntad de ir a Roma. Pero esto recién sucede con su prisión. El estuvo en Roma en prisión domiciliaria entre los años 58 y 60 dC. También es probable que Pedro haya llegado a Roma por esta época. La capital, dada su importancia, atrajo también a otros misioneros como Marcos y Silas (Cf. 1 Pe 5,12).

        La comunidad cristiana de Roma, viviendo en el centro del imperio, sufrió muchas tribulaciones por conflictos con las autoridades imperiales. Muchas de las persecuciones de las que oímos hablar tan solo tocaban a la comunidad cristiana de Roma. La primera, promovida por el emperador Nerón (66/67 dC), creó la situación que ya conocemos por el estudio del evangelio de Marcos. La persecución desencadenada por el emperador Domiciano, en el 95/96 dC motivó la reflexión de la comunidad contenida en el libro del Apocalipsis.

  1. Libros estudiados

        Los 2 libros del Nuevo Testamento que vamos a estudiar en este bloque son: la carta que Pablo envía a los cristianos de Roma y la pequeña carta de Pablo a Filemón. Esta última trata sobre el tema de la esclavitud. La esclavitud era la base del imperio romano. Cuestionar la esclavitud era hacer tambalear a la columna que sostenía a la sociedad romana. El proyecto de los cristianos era formar comunidades que se reunían en casas, dispersas por las ciudades del imperio. Vamos a intentar conocer la realidad de estas “iglesias domésticas”.

        En la teología del libro de los Hechos de los Apóstoles, la Palabra camina en dirección a los confines del Mundo. Veremos, pues, en el último guión la propuesta de una apertura universal. También es nuestra misión ser testigos de la Palabra hasta los confines del mundo de hoy: entre los marginados, los sin tierra, los sin techo, los hambrientos, los despreciados, todos aquellos que son excluidos por las políticas imperiales actuales.

B. INTRODUCCIÓN A LA CARTA A LOS ROMANOS: LEY Y GRACIA

  1. La Carta a los Romanos

        En general cuando decimos “carta” pensamos en un escrito personal, corto y directo. Esto no sirve para la carta a los Romanos. Esta carta es más extensa que el evangelio de Marcos. Sabemos que Pablo no la escribió solo sino que le ayudó su secretario Tercio (Cf. Romanos 16,22).

        La carta a los Romanos es el escrito más largo de Pablo. En un texto bien estructurado, Pablo expone su pensamiento teológico. Hace una gran reflexión doctrinal que contiene sus enseñanzas sobre los problemas que encontró en su ministerio apostólico. Podemos decir que la carta a los Romanos probablemente es uno de los últimos escritos de Pablo que contiene la síntesis de su pensamiento teológico, el resultado final de sus enseñanzas, fruto de su andanza pastoral. Con este escrito Pablo se constituye en el primer teólogo cristiano.

  1. La situación que lo llevó a escribir a los romanos

        Pablo escribe la carta a los Romanos desde Corinto cuando va por última vez a Jerusalén, para llevar la colecta que había hecho en las iglesias de Grecia en favor de su comunidad. Esto ocurre alrededor de los años 55/57 dC (Cf. Romanos 15,22-29). Pablo nunca había visitado Roma, pero conocía a muchos integrantes de la comunidad. Probablemente preparaba el camino para una futura visita a Roma, con la intención de hacer desde allí una escala en su tan soñada visita a España, considerada entonces el “confín del Occidente”. Ir a España, entonces significaba llegar a los confines del mundo conocido.

        Preparación del terreno con una carta tan larga y con temas tan doctrinales significaba que Pablo sospechaba que en Roma lo iban a recibir mal. Es probable que en aquel entonces las enseñanzas de Pablo contenidas en la carta a los Gálatas ya fueran conocidas en otras comunidades. Las noticias corrían (Hechos 21,21; Romanos 15,31) y no faltaba quien provocase habladurías incontables sobre Pablo y su doctrina sobre las nuevas obras hechas para observar la ley de Moisés (Gálatas 2,4). Muchos contaban que Pablo era un renegado del judaísmo y de la fe de los antiguos y que inducía a que abandonaran todas las observancias de la Ley de Dios.

        Debido a estas acusaciones, Pablo estaría ya sintetizando por escrito su pensamiento teológico respecto a la acción gratuita de Dios y sobre la observancia de la Ley como camino de salvación. La parte principal de la carta a los Romanos (Romanos 1,18-11,36) no hace ninguna referencia a Roma ni a otra comunidad. En verdad, es un escrito independiente que sirve para cualquier comunidad. Lo que debe haber sucedido es que Pablo, pensando ir a Roma, envió varios de sus estudios escritos en una sola carta para las comunidades de Roma.

        Ahora bien, la comunidad de Roma no había sido fundada por Pablo y por lo mismo, no tenía en ella amigos y conocidos con quienes podría contar. La comunidad de Roma era muy antigua, proveniente de la gran comunidad de los judíos de Roma. La comunidad, por lo tanto, era más de judeo-cristianos que de gentil-cristianos, con un ambiente algo hostil a Pablo. Quizá sus enseñanzas en la carta a los Gálatas eran la causa de muchos problemas con los cristianos de procedencia judía, Pablo retoma esas enseñanzas explicándolas y comentándolas con detalle. En algunos puntos llega hasta retomarlos de una manera más atenuada. En resumen, el contenido de la carta a los Romanos es la doctrina contenida en la carta a los Gálatas de forma ampliada y mejorada. Por ejemplo, se puede comparar Gálatas 3,19-22 con Romanos 3,20; 7,7-13; o Gálatas 5,12-21 con Romanos 8,5-13. El pensamiento es el mismo pero en Romanos está más claro y ameno. Pablo no repite las expresiones duras que escribió a los Gálatas (Cf. Gálatas 5,12).

        Pero la carta no contiene solo enseñanzas y doctrinas teológicas. En ella encontramos una serie de exhortaciones para los integrantes de la comunidad mostrando que Pablo estaba bien enterado de los problemas de la comunidad de Roma.

  1. División de la carta

Introducción (1,1-15)

-              Un saludo de Pablo (1,1-7)

-              Acción de gracias introductoria (1,8-15)

Parte doctrinaria (1,16 - 11,36)

-              Enunciado de lo que va a tratar (1,16-17)

-              La revelación de la “justicia de Dios” (1,18 hasta 4,25)

-              La nueva vida de los “justificados en la fe” (5,1 hasta 8,39)

-              La situación de los israelitas ante la novedad traída por Jesús (9,1 hasta 11,36)

Parte exhortativa (12,1 - 15,13)

-              Culto espiritual y comunión fraterna (12,1-21)

-              El comportamiento ante las autoridades del imperio (13,1-7)

-              El amor en la vida del cristiano (13,8-14)

-              El respeto al prójimo (14,1 hasta 15,1)

Saludos finales (15,14 - 16,27)

-              Pablo defiende su ministerio (15,14-21)

-              Proyecto de viajes futuros (15,22-33)

-              Recomendaciones y saludos a los romanos conocidos (16,1-16)

-              Advertencias (16,17-20)

Saludos de los compañeros de Pablo (16,21-23)

                Glorificación final (16,25-27)

  1. Temas de la carta

        La carta a los Romanos es un texto muy difícil de leer. Los temas tratados nos parecen fuera de época. ¿Qué significan para nosotros las cuestiones sobre el judaísmo, la vivencia de la ley y la salvación en Jesucristo? Sin embargo, la carta no trata tan solo estas cuestiones, sino también otras que influyen directamente en nuestra vivencia de la fe. La carta a los Romanos ha servido como punto de apoyo para grandes reformas en la vida del cristianismo. San Agustín después de leer esta carta cambia radicalmente de vida. Lutero inicia la Reforma a partir de sus reflexiones sobre la carta a los Romanos.

        De modo que algunos temas son fundamentales para nuestra fe, en esta carta de Pablo. Estos temas o claves de lectura en realidad nos dan un esquema para un estudio más completo de la carta. He aquí primero un resumen de cada uno.

Romanos 1-8

-          El Evangelio de Pablo (a)

-          Gratuidad de la Fe y la observancia de la Ley (b)

-          ¿Fe u obras? (c)

-          Vida en el Espíritu (d)

Romanos 9-11

-          Israel dentro del misterio de salvación (e)

-          La relectura del Antiguo Testamento (f)

Romanos 12-16

Pablo y la vida comunitaria (g)

  1. Breve desarrollo de cada tema, que son 7

a)                      El evangelio de Pablo (Romanos 1,16-8,39)

        Pablo es consciente de que transmite y defiende su Evangelio (Cf. Gálatas 1,11; Romanos 1,15-16). Para él Evangelio significa la fuerza salvadora de Dios obrando gratuitamente, llegando tanto a judíos como a gentiles en un proyecto de amor. Este pensamiento teológico comenzó a desarrollarlo en Gálatas, pero adquiere una forma más definitiva en Romanos. Esta reflexión de Pablo ocupa la parte principal de la carta. Para tener una mejor visión del conjunto, vamos a dividirlo con mayor claridad:

-          El tema general desarrollado: el Evangelio es la fuerza de Dios para salvar a todos 91,16-17).

-          Los gentiles y su modo de vida. Ciegos por la idolatría no perciben la presencia de Dios en la creación y viven en la injusticia y en el pecado (1,18-32).

̵            Los judíos y su modo de vida. Ciegos por la ley, desconocen a Dios y también viven en la injusticia y en el pecado (2,1-11).

̵            Ni la ley ni la circuncisión son caminos que garantizan la salvación. Convertirse al judaísmo farisaico no da garantía ninguna de salvación (2,12-29).

̵            Ante Dios no hay pueblo privilegiado, ya que todos, judíos y gentiles, son pecadores. Esto significa que, para Pablo, todos vivimos en la injusticia, o sea, no vivimos de acuerdo al plan de Dios (3,1-20).

̵            La justicia de Dios, la nueva manera de vivir como justos, se realiza en la fe en Jesús el Cristo (3,21-31).

̵            Abrahán es el ejemplo de alguien que, en la fe, espera contra toda esperanza, convirtiéndose de este modo en modelo del justo (4,1-25).

̵            Nuestra esperanza es vivir y morir como Cristo y resucitar con El (5,1 hasta 6,11).

̵            Vivir en Cristo es estar bajo el dominio de la gracia de Dios (6,12-23).

̵            Por la gracia de Dios el cristiano es liberado de la ley y del pecado (7,1-25).

̵            La propuesta de Pablo: la vida nueva en el Espíritu (8,1-39).

b)       ¿Gratuidad de la fe u observancia de la Ley?

        Este tema será siempre una cuestión fundamental para la lectura de la carta a los Romanos y para la vivencia del Evangelio en cualquier tiempo y lugar. Según Pablo los judíos se encerraron en una observancia ciega, despreciando la gratuidad del amor de Dios (Cf. 3,21-31). En la carta recuerda Pablo que la Ley, por sí sola, no tiene ningún valor. No se lo pone a Dios contra la pared diciéndole: “¡he cumplido con todo lo prescrito! Por lo tanto ¡estoy salvado!”. Nadie se salva a sí mismo con el cumplimiento de preceptos legales (Cf. 9,14-24). Pablo combate la idea de que alguien pretenda salvarse a sí mismo. Nadie se justifica cumpliendo preceptos legales. La justificación no proviene de las obras prescritas en la Ley.

        Para Pablo, Jesús resucitado es la prueba mayor del amor gratuito de Dios. Este amor gratuito es el que salva a todos. Los gentiles nada hicieron para Dios y, sin embargo, Dios les propone la salvación en la persona de su Hijo Jesús. Quien cree en Jesús, encuentra la salvación de Dios (10,10). ¡No necesita ninguna Ley! Los gentiles que no merecían nada de parte de Dios ¡encuentran también ahora la salvación! Para Pablo éste es el Evangelio: una Buena Noticia para gentiles y judíos.

c)       ¿Fe u obras?

        Este tema, ligado al anterior, también es muy polémico, especialmente después de la Reforma Luterana. Lutero afirmaba que solo la fe salva y no las obras. Por supuesto que aquí no discutimos estas cuestiones entre católicos y protestantes. Pero nos importa comprender lo que Pablo quiere decir al afirmar “lo que no brota de la fe es pecado” (Romanos 14,23).

        Para comprender el pensamiento de Pablo tenemos que entender la cuestión de los fariseos que practicaban las buenas obras de la Ley con la seguridad de conseguir la salvación de Dios. Para los fariseos el justo es siempre un justificado por Dios mediante la observancia de los preceptos legales. Esta actitud legalista ya la había condenado Jesús (Mateo 23,1-7). Lo que hace Pablo no significa la condenación de las buenas obras, sino la comprobación de que apoyarse en las buenas obras puede ser tan fatal como transgredir las normas legales. Pablo concluye: “Razonamos que el hombre recibe la justicia por la fe, independientemente de las obras de la Ley” (Romanos 3,28). Las obras son consecuencias de la fe.

d)       Vida en el Espíritu

        Pablo ve la vida cristiana como la vida de personas liberadas por la acción del Espíritu Santo (Cf. Romanos 8,1-4). Quien es bautizado vive “según el Espíritu” (8,4) y no “según la carne”. Pablo opone el espíritu a la carne. Para Pablo “carne” significa vivir de acuerdo a la mentalidad de la época. La cultura greco-romana, con actitudes opuestas al plan de Dios, vive en la idolatría, lejos de Dios. Por esto “carne” no significa “cuerpo”, sino pecado y esclavitud.

        Vivir en el Espíritu, por el contrario, es la vida de los que son hijos de Dios. Estos, adoptados como hijos en Jesucristo (Romanos 8,15) tienen una relación nueva con Dios, relación nueva que se traduce en actitudes prácticas como la vida en comunidad, en su actitud ante la sociedad sumergida en la esclavitud, en el pecado y la muerte. El cristiano vence todo esto, ¡gracias a aquel que nos amó! (Romanos 8,37).

e)       Israel entra en el misterio de salvación

        Pablo era judío. Después de una experiencia personal descubre la acción gratuita de la salvación de Dios en Jesucristo y cambia de vida. Para él, es un gran misterio ver a sus hermanos en la fe rechazando la propuesta ofrecida por Dios, crucificando a Jesús; era un interrogante doloroso (9,1-5).

        Intenta resolver este problema escribiendo un artículo sobre la relación entre judíos y cristianos. Este estudio es una unidad independiente dentro de la carta a los Romanos: Romanos 9 hasta el 11.

        Pablo apunta al verdadero Israel, a los descendientes legítimos de Abrahán: los que heredan la verdadera fe de Abrahán (9,6-13). Los que heredan la fe de Abrahán reciben la misericordia de Dios. Dios, en su plena libertad, es misericordioso con quien le agrada (9,14-29). Los gentiles reciben también esta misericordia y llegan al conocimiento de Dios. Sin embargo, la reciben gracias a la fe que viene de los judíos (9,30-10,13).

        Si Israel no aceptó el Evangelio, no quiere decir que Dios rechazó a Israel (10,14 hasta 11,10). Por el contrario, si los gentiles son llamados, es para que Israel se despierte y pueda acoger también la acción salvadora de Dios, resucitando también ellos para el Reino (11,11-15). Los gentiles no deben despreciar a Israel por su actitud. Israel es y será siempre la raíz histórica. Los gentiles son frutos que se alimentan de esta raíz (11,16.36).

f)        La relectura del Antiguo Testamento

        Pablo, a partir de su conversión, de su vida familiar, de su trabajo y de sus comienzos en una comunidad de la Diáspora, pensaba diferente a los seguidores de Jesús que nunca habían salido de Palestina. Esta es la razón por qué Pablo pensaba de manera tan distinta a como pensaba Santiago, basta confrontar las posiciones de uno y otro sobre la figura de Abrahán.

        Pablo era fariseo, por opción y formación (Cf. Gálatas 1,14; Filipenses 3,6). Estudió en Jerusalén, a los pies del maestro Gamaliel (Hechos 22,3), aprendiendo las normas y reglas de interpretación de las escuelas rabínicas. Por eso Pablo lee el Antiguo Testamento de una manera muy propia. El lee e interpreta la Escritura a partir de su experiencia personal en medio de las comunidades de origen pagano, a partir de ciudades y de la cultura greco-romana muy diferentes a las aldeas de la Palestina. Basta caer en cuenta de la importancia que da en sus ejemplos a los juegos, propios de las ciudades griegas (Cf. 1 Corintios 9,24-25; Filipenses 3,12-14).

        Para Pablo la Biblia es el “Antiguo” Testamento (Cf. 2 Corintios 3,14) escrito para nuestra instrucción y nuestra esperanza (Romanos 4,18; 15,4) ayudándonos a percibir la gratuidad de Dios salvando a todos, judíos y gentiles, en el misterio de Cristo.

g)       Pablo y la vida comunitaria

        Para Pablo la vida comunitaria supone algunos criterios. En primer lugar, vida cristiana es vida en el Espíritu (Cf. Romanos 8). Otro criterio es el respeto al cuerpo, porque el cristiano es templo de Dios (Romanos 12,1). Un tercer criterio es la vida comunitaria, como variados cuerpos formando un solo cuerpo en Cristo (Romanos 12,4).

CONCLUSIÓN

                Tal vez hoy estos criterios nos sugieran algún moralismo con respecto a comportamientos o actitudes (Cf. Romanos 13,2). Lo que debemos entender es que en aquella época ser cristiano era un riesgo, podía terminar en la cárcel o la muerte. Pablo pide a los seguidores y seguidoras de Jesús que tengan un proceder digno, de acuerdo a la situación de quien debe estar pronto para encontrarse súbitamente con Dios en un contexto de persecución. Para Pablo enfrentar al imperio no significa solamente enfrentarse a las autoridades, sino también al sistema de vida, a la ideología, a la religión de las ciudades, a las instituciones.

                Pablo señala que en toda comunidad hay “fuertes y débiles”. Para Pablo los “débiles” son quienes no están abiertos a la radicalidad de la acción de Dios y todavía están atrapados por las prácticas religiosas superadas del judaísmo (Romanos 14,1 hasta 15,13). Los fuertes han de aguantar la flaqueza de los débiles (15,1), pero la debilidad de algunos dentro de la comunidad no puede ser un obstáculo a la evangelización: ¡es necesario vivir no para sí, sino para el Señor! (Cf. 14,6-8).



 Tema 19: LOS DOLORES DE PARTE DE LA NUEVA HUMANIDAD.



‘¡ Quién nos apartará del amor de Cristo !’ (Romanos 8,35).

Mensaje

                Vivimos, como nunca, el momento transitorio de crisis, donde las seguridades son rechazadas como superadas y las novedades son rechazadas por el miedo y la desconfianza. ¡Parece que nunca llega la Nueva Creación!

                Iniciamos un nuevo capítulo: el estudio de la iglesia en Roma. El texto que vamos a estudiar hoy es el punto central de la reflexión de Pablo en su carta a la comunidad en Roma. El escribe mostrando la fidelidad de Dios en realizar todas las promesas hechas al Pueblo enviando a su Hijo Jesucristo. Sin embargo las palabras de Pablo traen un cuestionamiento. Después de tanto tiempo la Humanidad sigue aún sufriendo dolores de parte porque espera el nacimiento de un Mundo Nuevo. Estos dolores de parto están provocados por el Antiguo que muere cuando el Nuevo aún está naciendo.

                El capítulo 8 de la carta de Pablo a los Romanos forma una unidad. En ella Pablo intenta demostrar a los lectores y lectoras las evidencias del surgimiento de la Nueva Creación por la acción del Espíritu de Dios. En este capítulo él muestra:

-          La nueva vida en el Espíritu (8,1-13)

-          Somos todos hijos y herederos (8,14-17)

-          Esperamos al Mundo Nuevo (8,18-27)

-          El proyecto de Dios en realización (8,28-30)

-          Nada nos impedirá vivir con Dios (8,31-39)

                Con estas explicaciones Pablo cierra la exposición sobre su Evangelio. Al dirigirse a la comunidad por medio de una carta, Pablo intenta transmitir esperanza y, al mismo tiempo, convoca a todos a enfrentar las dificultades de la hora presente, porque está en marcha el proyecto de Dios.

                “Si Dios está de nuestra parte ¿quién estará en contra?” (Romanos 8,31). “Nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Romanos 8,35). Al enviar a su Hijo el mismo Dios asume las realidades humanas, cortando de raíz lo que impedía el triunfo de su plan de amor. La realización de las promesas divinas apuntan hacia un Mundo Nuevo donde todos los seguidores y seguidoras de Jesús se convierten en herederos de las promesas. ¡Nosotros somos hoy los herederos de la Promesa, queriendo vivir en la realidad de este Mundo Nuevo!

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: El futuro ya está germinando.

  1. ¿Qué señales nos indican la presencia de una Nueva Humanidad que está surgiendo en nuestra sociedad?
  2. ¿Qué relación hacemos entre estas novedades y el Reino de Dios?

Palabra de Dios. Romanos 8,18-39: El universo espera su redención.

  1. ¿Cuál nos parece ser la pare central de esta lectura?
  2. ¿Qué quiere decir Pablo con “predestinados”? (Cf. Romanos 8,28-30).

Hoy nosotros: Leer los ‘signos de los tiempos’.

  1. ¿Qué relación hacemos entre la lectura de hoy y nuestra realidad actual?
  2. Después de estas reflexiones, ¿a qué nos sentimos llamados?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

                En la próxima reunión conoceremos la vida de las personas en la comunidad, también llamadas Iglesias Domésticas. El texto para el encuentro es Romanos 16,1-27 y el texto de apoyo: Apocalipsis 2,8-11 et 3,7-13.

Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 19: “¿Quién nos separará?”

“Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?” (Romanos 8,31).

A. EL AMOR DE DIOS EN LA COTIDIANIDAD DE LA VIDA

                En los guarda-choques de los camiones se lee a veces esta frase: “Si Dios está con nosotros ¿quién estará en contra?”. La frase es antigua. Proviene de la carta a los Romanos (Romanos 8,31). Todavía es más antiguo el tema de la frase. Viene de la fe del pueblo del Antiguo Testamento: “¡Dios está con nosotros!”. La expresión más linda de esta fe es el nombre de Dios: Yahvé, Emmanuel, Dios con nosotros (Éxodo 3,15). El nombre expresa lo que el pueblo sentía y vivía: Yahvé era una presencia amiga y gratuita, asumida y garantizada por El en solemne promesa: “¡Yo estaré con ustedes!” (Éxodo 3,11). Esta presencia se convirtió en el centro generador y la certidumbre más profunda de la fe del pueblo de Dios. El Nombre aparece unas 6000 veces en el Antiguo Testamento.

                El redescubrimiento de esta fe antigua y siempre nueva fue la que revolucionó la vida de Pablo. Antes él buscaba aproximarse a Dios y sentir su presencia apoyándose en el esfuerzo que él mismo hacía por observar en todo la Ley de Moisés. Pero tuvo que confesar que no era capaz (Romanos 7,14-23). Angustiado se pregunta: “¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de esta condición mortal?” (7,24). Fue la experiencia del amor de Dios la que lo liberó de su angustia. Por eso él mismo se responde: “¡Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!” (7,24). Ahora liberado de su angustia puede acercarse a Dios y experimentar su presencia, no por haber observado la Ley, sino porque Dios, en su bondad, lo aproximó y lo atrajo. “El amor de Dios se infunde en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo” (5,5). Pablo experimentó lo que había anunciado Oseas: “Con correas de amor los atraía, con lazos de cariño” (Oseas 11,4).

                Esta experiencia invadió la vida de Pablo en todos sus niveles: cabeza, corazón, voluntad, espíritu, mente, manos, pies. ¡Lo invadió todo! Y comenzó a mirar todas las cosas a partir de esta nueva experiencia: la vida, la historia, la Ley, las personas, el trabajo, la gran lucha, el día a día del camino, la misión, al mismo Dios. La experiencia del amor de Dios está en la raíz de todo. “Si Dios está de nuestra parte ¿quién estará en contra?” (Romanos 8,31).

B. EL CAPÍTULO 8 DE LA CARTA A LOS ROMANOS

                En el capítulo 7, Pablo describe su sentimiento de incapacidad. Al final del capítulo, relataba cómo alcanzó la liberación después de un largo y doloroso camino. Ahora, en el capítulo 8, intenta expresar algo de la nueva experiencia que Dios realizó en él por medio de Jesucristo. En el contexto de la carta a los Romanos el capítulo 8 es, por así decirlo, el descanso, la cima de la montaña donde está el foco que ilumina el camino hacia atrás (capítulos 1 al 17) y hacia adelante (capítulos 9 al 16). Veamos de cerca la división del capítulo 8.

1.         Ley del Espíritu o Ley del pecado (8,1-4). Antes la Ley condenaba a Pablo como trasgresor y pecador, porque era incapaz de observarla. Ahora, sin mérito de su parte, se ha liberado del pecado y de la Ley, porque por medio del Espíritu de Jesús, Dios entró en su vida dándole la convicción de estar en paz con Dios, acogido por El.

2.         Vida según el Espíritu y vida según la carne (8,5-13). Antes, Pablo vivía en la muerte, no era capaz de agradar a Dios. Ahora, por el Espíritu de Jesús que le fue dado, resucita y pasa a vivir una vida nueva. ¡Pasó de la muerte a la vida!

3.         Los efectos de la vida nueva en el Espíritu (8,14-30). Son varios:

̵            vv. 14-17: La nueva relación con Dios confiere nueva conciencia de hijo de Dios. Dios no es un juez distante que amenaza con la Ley en la mano, sino un Padre que acoge y abraza.

̵            vv. 18-25: La nueva vida es semilla de nueva humanidad. Hace mirar la historia como un proceso de gravidez con dolores de parto, que envuelve a toda la creación y tiene nacimiento garantizado.

̵            vv. 26-27: El Espíritu de Jesús da vida a una nueva oración, a una nueva espiritualidad. El reza en nosotros, nos sostiene y nos hace pedir lo que conviene para nosotros y para el proyecto de Dios.

̵            vv. 28-31: Nos abre a un nuevo futuro que ya está asegurado y para el cual todo contribuye, aún las contradicciones de la vida: “Todo concurre al bien de los que aman a Dios” (Romanos 8,28).

4.         La supremacía del Amor (8,31-39). En un final de singular belleza Pablo saca las conclusiones: “Teniendo esto en cuenta ¿qué podemos decir? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?

         En esta conclusión del capítulo aflora la convicción más profunda de Pablo. ¡Está convencido de que nada en este mundo es capaz de separarlo del amor de Dios! Pablo enumera todo lo que hace sufrir y que podría ser visto como expresión de la condenación por parte de Dios: “tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada” (Romanos 8,35). Sin embargo, ¡nada de esto tiene fuerza! Continúa con la enumeración: “ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes ni altura ni hondura”. Y para que no quede ninguna duda añade: “ni criatura alguna”. ¡Realmente nada, nada “nos podrá separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro!” (Romanos 8,31-39).

         Aquí tenemos la raíz de la libertad ¡Libre ante cualquier poder de este mundo! Libre para servir y donarse. Libre para pensar con libertad y ver todo con mirada nueva, sabiéndose semilla y constructor de la Nueva Humanidad. Esta convicción de fe lo penetra todo: la oración (Romanos 8,26), la conciencia (Romanos 8,16), la visión de la historia (Romanos 8,18-25), la vida comunitaria (Romanos 13,8-10), lo cotidiano (Romanos 14,1-15), ¡todo! Hasta las contrariedades de la vida que dificultan el caminar y parecen contradecir el plan de Dios, consiguen ser integradas dentro de la nueva visión (Romanos 8,28.35).

C. EL AMOR SE DESPARRAMA EN LO COTIDIANO DE LA VIDA

                El amor se desparrama en todo lo que Pablo vive y hace. Por eso, en la extensa reflexión que sigue en los capítulos 9 al 11, se trasluce cómo este amor se revela en la relación de Pablo con sus hermanos de raza, los judíos. Llega a decir que está dispuesto a que “yo por mis hermanos, los de mi linaje, quería estar excluido de la compañía del Mesías” (Romanos 9,3).

                En los capítulos del 12 al 15 describe cómo la experiencia del amor de Dios puede renovar por dentro la vida comunitaria y la relación entre las personas. Citamos algunas frases de estos capítulos. Nos sirven de ventanas. Permiten mirar hacia adentro de lo cotidiano de la vida de Pablo y de los primeros cristianos y adivinar algo de la experiencia de amor que intentan vivir en el día a día. Vale la pena confrontar con lo que nosotros vivimos y experimentamos en lo cotidiano.

1.         “El amor sea sin fingir: detestando el mal y adheridos al bien. El amor fraterno sea afectuoso, estimando en más a los otros. Con celo incansable y fervor de espíritu sirvan al Señor. Alégrense con la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento, persistentes en la oración; solidarios de los consagrados en sus necesidades, practicando la hospitalidad” (Romanos 12,9-13).

2.         “No tengas deuda con nadie, si no es la del amor mutuo. De hecho, el no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro precepto, se resumen en este: Amarás al prójimo como a ti mismo. Quien ama no hace mal al prójimo, por eso el amor es el cumplimiento cabal de la Ley” (Romanos 13,8-10).

3.         “Acojan al que flaquea en la fe sin discutir sus razonamientos. Y tu ¿quién eres para criticar a un empleado ajeno? Que esté en pie o caído es asunto de su amo. Ninguno vive para sí, ninguno muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor” (Romanos 14,1.4.7-8).

                Estos pocos ejemplos nos muestran cómo la experiencia del amor de Dios era algo bien concreto en la vida de Pablo. Ella no corría por los alambres de alta tensión, distantes de las casas del pueblo, sino en los cables de la red doméstica, metidos en la pared de las experiencias humanas: ayuda, lucha, conflicto, sufrimiento, tensiones, amistad, amor.

                Por ejemplo, la experiencia que Pablo tuvo del amor de Dios se fortalecía por medio de la mediación de personas amigas bien concretas: Esteban (Hechos 7,55-60), Ananías (Hechos 9,17), Bernabé (Hechos 9,27; 11,25; 13,2; 1 Corintios 9,6), Eunice y Loide (2 Timoteo 1,5), Timoteo (Romanos 16,21; 1 Tesalonicenses 3,2.6; 1 Corintios 16,10; 1 Timoteo 1,2), Pedro, Santiago y Juan (Gálatas 2,9), Febe, la diaconisa (Romanos 16,1), el matrimonio Priscila y Aquila (Hechos 18,2.18; Romanos 16,3), Lidia (Hechos 16,14-50), y tantos amigos y amigas…

                La espiritualidad de Pablo no consiste en un conjunto de ideas lindas para la meditación, sino en la experiencia concreta del amor de Dios en la comunidad y en la lucha por el pueblo. Por ejemplo, cuando dice: “cuando nos bautizamos consagrándonos al Mesías, Jesús nos sumergió en su muerte” (Romanos 6,3), el debía pensar en concreto cuando en Listra casi lo mataron a pedradas (Hechos 14,19), cuando sufrió prisión “peor que la muerte” en Efeso (2 Corintios 1,8-9), en la flagelación recibida en Filipos (Hechos 16,22-23)…

                En todo esto la fuerza que lo mantiene es la seguridad del amor: “me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2,20). Pablo considera a Jesús como el pariente más cercano que, de acuerdo con la Ley (Levítico 25,25-55) pagó el rescate para liberarlo de la esclavitud y restablecerlo en sus derechos. Por causa de Cristo, Pablo “rompió con el mundo”, con la ideología dominante y se considera como que “el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo” (Gálatas 6,14). “¡Ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí!” (Gálatas 2,20). Pablo ya no se pertenece. Desocupó el rancho de su vida y dejó que Cristo se instalase en él.

D. ¿QUÉ ES EL AMOR DE DIOS?

                Para Pablo, la experiencia del amor de Dios es el pozo más profundo de dónde saca él agua para saciar su sed y animar su lucha. ¿Qué es el amor para Pablo? ¡Aquí la cabeza no logra expresar lo que siente y vive el corazón! El intenta decirlo de la siguiente manera (1 Corintios 13,1):

-          “Puedo hablar todas las lenguas”, es decir, puedo tener un gran poder de comunicación y anunciar correctamente la Buena Noticia; pero sin amor ¡nada soy!

-          “Puedo tener el don de profecía” (1 Corintios 13,2), es decir, puedo hacer grandes denuncias y animar al pueblo; pero sin amor ¡nada soy!

-          “Puedo conocer los misterios todos y la ciencia entera” (1 Corintios 13,2), es decir, puedo ser un gran teólogo y un científico eximio; pero sin amor ¡nada soy!

-          “Puedo tener una fe como para mover montañas” (1 Corintios 13,2), es decir, puedo estar seguro doctrinalmente y tener una fe milagrosa; pero sin amor ¡nada soy!

-          “Puedo entregar todos mis bienes” (1 Corintios 13,3), es decir, puedo hacer la opción por los pobres y darles todo; pero sin amor ¡nada soy!

-          “Puedo entregar mi cuerpo a las llamas” (1 Corintios 13,3), es decir, puedo ir a la cárcel y ser torturado; pero sin amor ¡nada soy!

                Todas estas cosas tan importantes en la vida de una persona o de una comunidad expresan y revelan el amor, pero no lo agotan ni consiguen definirlo. ¡El amor es un don que está en la raíz de todo esto y lo supera! Entonces ¿qué es el amor? Pablo no responde, pero cita la letra de un canto de la comunidad que describe cómo se ama en lo cotidiano de la vida. En esta lectura nos ofrece una clave para que evaluemos si en nuestra vida existe o no este amor. He aquí la letra, cuya luz nos ayuda a caminar en la oscuridad y cuya melodía hace sonoro el silencio de Dios:

“El amor es paciente, es amable, el amor no es envidioso

ni fanfarrón, no es orgulloso, ni destemplado,

no busca su interés, no se irrita, no apunta las ofensas,

no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad.

Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca acabará” (1 Corintios 13,4-8).



 Tema 20: RETRATO DE UNA COMUNIDAD.



“Me alegro por vosotros” (Romanos 16,19).

Mensaje

                Hoy existen muchos proyectos de intercambio entre las comunidades: Asambleas, Encuentros regionales o intereclesiales se propone para romper el aislamiento y la autosuficiencia. La comunicación rompe el aislamiento y todos comparten sus experiencias, reforzando unos el caminar de los otros. Esta relación fecunda era una garantía para que el evangelio siguiera adelante.

                La última parte de la carta de Pablo a los Romanos es un intercambio de experiencias entre personas que nunca se habían visto. Buscan romper así el aislamiento. Quieren compartir la vida nueva en comunidad. De una parte Pablo y sus colaboradores; de la otra la comunidad cristiana en Roma. Pablo nunca había estado en Roma, pero conoce a muchos de allí. Los que estaban con Pablo aprovechan para saludar a los Romanos.

                Pablo y sus colaboradores envían esta carta por intermedio de Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas. La carta nos resulta un buen retrato de las comunidades en Roma, con una gran variedad de personas y de servicios. La vida de la comunidad de Roma y el trabajo de Pablo y sus colaboradores están centrados en Jesucristo.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.                   ¿Qué hacemos hoy para romper el aislamiento entre nuestras comunidades?

2.                   ¿Qué beneficios traen estas comunicaciones?

Palabra de Dios. Romanos 16,1-27: Una comunidad responsable

3.                   ¿Cuáles eran, dentro de la Comunidad, las funciones de las personas que Pablo nombra en esta lectura?

4.                   ¿De qué manera Jesús está presente en la vida y el trabajo de estas personas?

Hoy nosotros:

5.                   Todo esto, ¿qué nos enseña para hoy tanto personalmente como para nuestras Comunidades?

6.                   ¿De qué maneras vamos a fortalecer la comunicación entre nosotros?

7.                   ¿Por qué no escribimos una carta una carta a alguna Comunidad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

-          En el próximo encuentro conoceremos la carta de Pablo a Filemón. Para prepararnos leeremos la introducción y la carta. El texto de apoyo es Gálatas 5,13-26.

-          Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 20: Iglesias domésticas

                Es muy común hablar de la crisis familiar actual. Grandes campañas por restablecer los valores familiares no obtienen sus objetivos y las estadísticas, en forma alarmante, se inclinan cada vez más hacia resultados negativos.

                También es común comprobar que la parroquia está en crisis y que grandes instituciones eclesiásticas ya no responden a los anhelos del pueblo. Estos grandes graneros del pasado ya no sacian el hambre espiritual de quienes desean vivir el Evangelio con mayor profundidad.

                En nuestro continente, una nueva forma de ser Iglesia suscitó la participación de millones de pobres y llamó la atención de todo el mundo por la forma de realizar el Reinado de Dios, como Comunidades Eclesiales de Base.

                El Vaticano 2º no menciona a estas Iglesias y el Código de Derecho Canónico no cae en la cuenta de su existencia. Pero el Nuevo Testamento y más en particular los escritos paulinos proporcionan abundante fundamento para una eclesiología de base, principalmente para las iglesias domésticas, o iglesias en casas, o casas-iglesias.

                Queremos observar que no se trata aquí de concepto de iglesia doméstica comprendido como familia con padre, madre e hijos. Este concepto es el normal y bastante conocido en los documentos de la Iglesia.

A. LAS RAÍCES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

                El concepto de iglesia-casa adquiere otro sentido cuando se lo considera a partir de las costumbres judías expresadas en el Antiguo Testamento. En él, el concepto de familia o de casa traduce un concepto diferente del nuestro y se refiere más bien al clan, a las personas que viven bajo un mismo techo, incluyendo huéspedes… No se reduce a sólo padres e hijos, como en nuestros días.

                En este ambiente, especialmente en la época de los patriarcas y matriarcas, es donde se realiza la vida política, económica, social y religiosa. Al correr de los años, con la reunificación tribal y posteriormente con la formación de un estado unitario, este modelo se estremeció, pero resistió en formas diversas.

                Josué expresa muy bien la idea de casa-iglesia cuando afirma: “Yo y mi casa serviremos al Señor” (24,15). Esta frase, que los hebreos ponían en los umbrales de sus puertas, es empleada de manera semejante por familias coptas de Etiopía y por muchos hogares evangélicos de Brasil.

                Pero la eclesiología del Antiguo Testamento fue enriquecida por el concepto de ‘asamblea o convocatoria’. Aquellos grupos de familias, sintiéndose convocados por Dios, formaban una gran asamblea, en alianza con su Dios. De aquí salió la idea de ‘Iglesia’ del Nuevo Testamento, como la reunión de todas las personas llamadas por Cristo. Viendo que era imposible reunir a todas las personas del mundo, al mismo tiempo, el Antiguo Testamento proyectó la idea de una reunión universal para el futuro escatológico, idea que viene asociada a la de la Iglesia universal.

B. LA EXPERIENCIA DE JESÚS

                Aunque no es posible saber con precisión cómo Jesús vivió su predicación, las investigaciones últimas nos proporcionan algunos datos.

                Los años de predicación Jesús los vivió como misionero itinerante, viajando de aldea en aldea. Lo acompañaban varias personas, hombres y mujeres. En este andar misionero las casas cumplieron una función esencial.

                Jesús creció en una casa y en sus andanzas se hospedaba, noches y días, en casas de amigos. Hasta el nuevo concepto del Reino se expresa como una familia, la familia de Dios (Cf. Marcos 10,29-30). En fin, Jesús se esfuerza por rehacer la casa o el clan familiar. Por eso El nos revela a Dios en su proyecto, no como rey, sino como padre. Y en el cuarto evangelio dirá: “en casa de mi Padre hay muchas habitaciones” (Juan 14,2).

C. LA CASA EN MARCOS Y LUCAS

  1. En Marcos

        En el Evangelio de Marcos, particularmente, Jesús evangeliza a partir de una casa, probable alusión a las costumbres de los primeros misioneros itinerantes. En Cafarnaún, al saber que El estaba en casa, la multitud acude a El (Cf. 2,1-2; 3,20). Justamente estando en una casa vienen sus parientes a buscarlo (Cf. 3,21.31-34). La casa es también uno de los lugares de formación de los discípulos (Cf. 7,17; 9,28). Especialmente significativo fue el hecho de que Jesús hubiera celebrado la última cena en una casa, “una gran sala amueblada ya lista” (14,15). En Marcos, la casa es también el lugar de la aparición, de la misión y de la ascensión (Cf. 16,14-20).

  1. En Lucas

        En la obra de Lucas, tienen un lugar privilegiado las casas y el templo. No se oponen. El templo es visto como “la casa de mi Padre” (2,49). Pero el templo es transitorio, pues la comunidad está presente en las casas.

̵            Ya el anuncio a María (Cf. 1,26-28) se da en una casa, en cuanto a lo de Zacarías (Cf. 1,5-25) ocurre en el templo. Zacarías, el hombre sacerdote del templo, representa la antigua economía. María, la mujer de la casa, representa la nueva economía de salvación.

̵            La recuperación de la vida de Zaqueo comienza por una invitación de Jesús: “Hoy tengo que quedarme en tu casa” (19,5), y se completa por la constatación: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (v. 9).

̵            La presencia de Jesús en la casa de Martha y María, evangelizando, anticipa la futura Iglesia de la casa (Cf. 10,38).

̵            Es en una casa en la que se da Pentecostés, cuando: una invitación de Jesús: “Hoy tengo que quedarme en tu casa” (19,5), y se completa por la constatación: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (v. 9).

̵            Es en una casa en la que se da Pentecostés, cuando: “vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa” (Hechos 2,2).

̵            También los hechos comunitarios se daban en el mismo espacio, pues los cristianos “compartían el pan en sus casas, comiendo con alegría y sencillez” (Hechos 2,46).

̵            Igualmente la predicación de los apóstoles era hecha en las casas. “Y todos los días enseñaban y anunciaban en el templo y en las casas la Buena Nueva de Cristo Jesús” (Hechos 5,42).

̵            Pablo, cuando era perseguido, sabía muy bien que las iglesias estaban en las casas, como testimonia en su hagiógrafo: “Saulo hacía destrozos en la Iglesia, entraba a las casas, llevaba a la fuerza hombres y mujeres y los metía en la cárcel” (Hechos 8,3).

̵            En la casa de Cornelio, centurión romano, se inicia la Iglesia entre los paganos (Cf. Hechos 10,22; 11,12.13.14). En Filipos, Pablo fue acogido en casa de Lidia, y después en la casa del carcelero (Cf. Hechos 16,15.31.34).

D. LA IGLESIA DE LA CASA EN LOS ESCRITOS PAULINOS

                Es principalmente en los escritos paulinos que el concepto iglesia de la casa es más explícito.

  1. La pareja Priscila y Aquila es muy conocida en los Hechos, tienen participación esencial en las misiones. Su casa sirvió para fundar Iglesias en Corinto, Éfeso, Roma. Es así que Pablo escribe en Romanos 16,3-5: “Saluden a Priscila y Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús. Sepan que para salvar mi vida arriesgaron la suya. Les estoy muy agradecido y conmigo todas las Iglesias del mundo pagano. Saluden también a la Iglesia que se reúne en su casa”. Pablo continúa unido a la Iglesia de ese matrimonio, en Efeso, desde donde escribe: “Los saludan las Iglesias de Asia, Aquila y Priscila los saludan en el Señor, lo mismo que la Iglesia que se reúne en casa de ellos: (1 Corintios 16,19). Igualmente a Filemón le escribe saludando a “toda la comunidad que se reúne en tu casa” (Filemón 2).
  2. Otro texto significativo es el de Col 4,15: “Saluden a los hermanos que están en Laodicea, sin olvidar a Ninfás y la Iglesia que se reúne en su casa”. Además de ser otro ejemplo de Iglesia de la casa, hay aquí posiblemente, un caso de una mujer dirigiendo una de esas comunidades. Ahora, los manuscritos vacilan en hacer de Ninfás un nombre masculino o femenino, nada impide que en esa época liderasen Iglesias las mujeres, como era el caso de Priscila, Febe, Lida, Junas y otras.

E. RECUPERAR EL CONCEPTO DE CASAS-IGLESIAS

                Vimos la importancia que tuvieron las Iglesias de la casa en el cristianismo primitivo. Ese concepto, a lo largo de la historia, se fue diluyendo a causa de la imposición de la gran Iglesia. Hoy, se está recuperando una práctica tan antigua como el propio cristianismo.

                Fue en una casa (cenáculo) que Jesús instituyó la cena (Cf. Lucas 22,12), allí mismo, apareció en domingo de Pascua (Cf. Juan 20,19.26), y posiblemente, también fue allí que el Espíritu Santo descendió sobre la comunidad reunida.

                Conocemos la casa de Jasón en Tesalónica (Cf. Hechos 17,5), la casa de Tito Justo en Corinto (Cf. he 18,7), la casa de Ninfás en Laodicea, y de Priscila y Aquila en varias ciudades, además de muchas otras.

                Iglesia de la casa es un concepto amplio que no se confunde con la casa o con la familia. De hecho, en una casa se reunían varias familias vecinas, constituyéndose en verdadera Iglesia. Lo que les unía no eran los lazos de sangre sino la convocación de Jesús.

                Esas iglesias de la casa eran depositarias de toda la eclesialidad. Ciertamente, allí, se celebraba el bautismo y la eucaristía. Era principalmente el compartir lo que caracterizaba esas reuniones del Señor. En fin, allí se daba toda la formación de base a los cristianos.

                Para el modelo de evangelización paulina, centrado en las grandes ciudades, la casa era un espacio esencial, como vuelve a ser actualmente en estos días. Naturalmente, ya no tenemos una gran familia, patriarcal, reuniendo a todos los parientes, pero el nuevo modelo, basado en el círculo de amigos, favorece una reaproximación al concepto bíblico de casa. Hoy, las personas, como en otrora, están carentes del afecto de otras personas, son solo las relaciones humanas próximas inmediatas, las que pueden satisfacer esa necesidad.

                El espacio del templo y de la parroquia, más rural, fue ciertamente una evolución posterior de la historia. La fidelidad e intención de los apóstoles y del propio Jesús nos invitan a recuperar el concepto de casa como hogar amplio y como Iglesia.



 INTRODUCCIÓN A LA CARTA A FILEMÓN.



INTRODUCCIÓN

                Entre las epístolas paulinas, la carta a Filemón es la más breve y particular. Se trata de un caso personal de Pablo, comprometiendo a un esclavo fugitivo, Onésimo, y su dueño, Filemón. La carta es un testimonio impresionante sobre cómo Pablo respondió y enfrentó las relaciones de dominación y esclavitud.

A. ¿PARA QUIÉN Y POR QUÉ FUE ESCRITA LA CARTA?

                En la carta a Filemón, Pablo escribe: “Le pido en favor de Onésimo, el hijo que yo generé en la prisión” (v. 10). Onésimo se encontró con Pablo en la prisión, probablemente de Éfeso, alrededor del año 55 dC. Acabó convirtiéndose, siendo bautizado y volviéndose así “hijo” de Pablo (v. 9). Fue en favor de este hijo que Pablo escribe una carta para su otro “hijo” de bautismo, Filemón (v. 19), que era un dirigente importante de la Iglesia de Colosas (v. 2). Pidió a éste, el dueño de Onésimo, que lo acoja como hermano: “Ahora lo tendrás, no más como esclavo: lo tendrán como hermano querido…” (v. 16).

                Aunque la carta fuese dirigida a una sola persona, ella relacionó e involucró a toda la comunidad (v. 2). ¿Cómo la comunidad cristiana responde al hecho de la esclavitud? ¿Qué hacer? Por medio de la carta, Pablo implícitamente ilegitima la institución vigente. Muestra que la solidaridad (ágape) practicada por la comunidad (koinonía) cristiana es capaz de superar las estructuras de dominación y de formar una nueva relación entre iguales y libres.

B. ESQUEMA DE LA CARTA A FILEMÓN

                Viendo de cerca el desarrollo de esta carta, se descubre el siguiente esquema:

1-3          Dirección y saludo

4-7          Agradecimiento y elogio la entrega de Filemón

8-14        El amor fraterno no admite la esclavitud

15-17      La solidaridad, una nueva relación de comunidad

18-19      El valor de la gracia destruye el valor del cambio

20-22      Confianza y elogio de la solidaridad de Filemón

23-25      Despedida

                Al centro, está el pedido de Pablo sobre el establecimiento de nuevas relaciones de solidaridad cristiana. En torno de él hay la destrucción de la esclavitud y su relación de cambio por la práctica de la caridad cristiana. Esta estructura muestra que Pablo invoca el poder de la solidaridad, que es el centro del Evangelio cristiano, para crear una nueva sociedad de gentes libres e iguales.

C. CLAVES DE LECTURA

                La lectura de la carta a Filemón nos ayuda a responder y a tomar una posición ante la esclavitud en que se encuentra la mayoría del pueblo hoy. El imperio romano era una sociedad que se mantenía mediante la esclavitud, donde de hecho la mayoría de la población vivía como esclava, produciendo riqueza para una minoría: los señores. Los esclavos no eran considerados personas, sino, simple medio de producción, patrimonio de su señor. Ellos no tenían derechos, vivían en una miseria absoluta y podían ser vendidos como objetos. En una situación semejante, mucha gente vive hoy. En ese contexto la carta a Filemón nos ofrece importantes llaves de lectura.

  1. El amor cristiano, que se manifiesta por la “solidaridad” es más que una actitud subjetiva de Amor. El expresa una dinámica de las relaciones sociales de iguales, y de servicios voluntarios y mutuos (Cf. Gálatas 5,13-15).
  2. Los cristianos, al practicar solidariamente la solidaridad, viven como hermanos responsables en conjunto por el bien de todos (Cf. Romanos 8,28; 2 Co 5,14).
  3. La comunidad se establece en la solidaridad. Y en la igualdad de esos asociados, es la generadora de una nueva sociedad (Cf. 1 Corintios 8,1).
  4. La esclavitud niega la dignidad de persona e hijo de Dios, porque la considera como un patrimonio del amo. No tenía derechos y podía ser vendido como simple mercadería.

                Con esta clave de lectura podemos leer e interpretar la carta a Filemón, un proyecto para crear hoy una nueva sociedad de libertad y solidaridad.



 Tema 21: UNA NUEVA RELACIÓN CON CRISTO.



“Lo tendrás como hermano querido” (Filemón 16).

Mensaje

                En nuestra sociedad, percibimos muchas señales de una esclavitud que todavía no fue abolida porque sigue bien vigente. Encontramos, por ejemplo, los hombres y mujeres trabajando en acciones comunales con salario de miseria y trabajo de esclavo. Los periódicos informan frecuentemente la presencia de millares de niños y adolescentes sometidos a condiciones de esclavitud y de prostitución.

                El texto que vamos a estudiar relata la respuesta de Pablo con respecto a la esclavitud. La esclavitud era considerada como una actividad común en una necesidad económica natural en el tiempo de Pablo. La economía del imperio romano dependía básicamente del trabajo esclavo. Las grandes y pequeñas industrias estaban repletas de trabajadores comprados. Eso porque el precio de los esclavos era barato y su manutención exigía pocos gastos. Con el poder absoluto de los propietarios, los señores instigaban en tratarlos como máquinas y animales y exigían de ellos todo lo que las fuerzas humanas podían dar. Un excelente negocio. Era así que los esclavos eran tratados como medios de producir riquezas para los señores.

                En la sociedad romana, cuando un esclavo fugitivo era capturado, se lo devolvía a su ‘dueño’, era castigado, marcado con fierro incandescente o hasta crucificado. Para el caso de Onésimo, Pablo tenía otras soluciones:

-          Comprar la libertad de él en una negociación con su hijo de fe, Filemón;

-          Usar su autoridad eclesial para obligar a Filemón a dar la libertad a Onésimo o tratarlo como hermano;

-          Buscar un refugio seguro para Onésimo.

                Pero Pablo acepta el desafío de responder al hecho de la esclavitud, y pregona la fuerza del ágape que es capaz de crear una nueva sociedad de libertad y solidaridad. Para Pablo, en Cristo todos los seres humanos son hermanos, en la igualdad y en la solidaridad

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: La esclavitud a la vista

1.                   ¿Qué situaciones en nuestro alrededor podemos calificar de esclavitud?

2.                   Digámonos lo que permite y hace posibles estas situaciones de esclavitud.

Palabra de Dios. Carta a Filemón.

3.                   Según nuestro parecer, ¿cuáles son los versículos claves en la carta de Pablo a Filemón?

4.                   ¿Qué razones empleó Pablo para solicitar a Filemón la superación de relaciones de esclavitud con Onésimo?

Hoy nosotros: Eliminar las complicidades contra las esclavitudes modernas.

5.                   ¿Qué mensajes sacamos de estas reflexiones?

6.                   ¿Cuando nos hacemos cómplices de situaciones de esclavitud?

7.                   ¿Qué vamos a hacer para combatir las actuales situaciones de esclavitud?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Magníficat: Canto de una sociedad igual y solidaria. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

                En el próximo encuentro, vamos a concluir nuestro estudio sobre las primeras comunidades cristianas con el tema “Vayan por el mundo”. El texto de estudio es Hechos 28,17-31. Los textos de apoyo: Mateo 28,9-20 e Isaías 66,18-24.

                Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión, como una oración indígena o negra.



Comentario 21: La clase social de los primeros cristianos en la época de Pablo

                Ya vimos que los misioneros, especialmente Pablo, creaban comunidades cristianas en lugares por donde pasaban. De ellas participaban los varios segmentos de la sociedad, como Filemón, el dueño del esclavo, y Onésimo, el esclavo fugitivo. Las comunidades congregaban personas de varios niveles sociales. Vamos a profundizar más este tema.

                No es fácil describir, con detalles, el nivel social de los cristianos en la época de Pablo. De buena parte de ellos, mencionados nominalmente en las cartas de Pablo y en los Hechos, no aparecen informaciones sobre sus posiciones sociales, excepto de algunos líderes o figuras importantes en las comunidades. Por medio de la lista de estos hombres y mujeres podemos destacar algunas características del nivel social de los primeros cristianos.

A. LAS DIFERENTES CLASES SOCIALES DE LA SOCIEDAD ROMANA

                Organizaremos la lista de nombres de persona según la posición social, renta o riqueza y ocupación:

  1. Personas de situación económica razonable

-          Bernabé (Hechos 4,36-37; 1 Corintios 9,6): era propietario de un campo y después adoptó la vida de artesano itinerante para sustentar su misión.

-          Febe (Romanos 16,1-2): que es “servidora” (diaconisa) en Cencrea disponía de recursos para ayudar a muchos cristianos y quedó encargada de llevar la carta de Pablo para la comunidad de Roma.

-          Filemón: es dueño de esclavos y poseía una casa grande como para acomodar la reunión de la comunidad y tener huéspedes.

-          Gayo (Romanos 16,23; 1 Corintios 1,14): poseía una casa bastante grande como para hospedar a toda la comunidad de Corinto.

-          Jasón (Hechos 17,5-9): hospeda a los misioneros en Tesalónica.

-          Ninfa (Colosenses 4,15): la Iglesia en Colosas se reúne en su casa.

-          María, la madre de Marcos (Hechos 12,12): poseía una casa suficientemente amplia como para recibir a muchos cristianos.

-          Las mujeres griegas de clase alta (Hechos 17,12).

  1. Oficiales y altos funcionarios

-          Cornelio (Hechos 10,1): Centurión en Cesarea.

-          Crispo (Hechos 18,8; 1 Corintios 1,14): Jefe de la sinagoga de Corinto (“archi-synagogos”).

-          Erasto (Romanos 16,23): Tesorero de la ciudad de Corinto.

  1. Comerciantes y artesanos libres

-          Lidia (Hechos 16,14): comerciante de púrpura en Filipos. Ella fundó el primer núcleo de la comunidad con reuniones en su casa.

-          Priscila y Aquila (Hechos 18,1-3; Romanos 16,3-5; 1 Corintios 16,19; 2 Timoteo 4,19): son fabricantes de carpas y poseen una casa amplia donde se reúne la comunidad de Roma.

-          Pablo (Hechos 18,3): fabricante de lonas.

  1. Secretario

        Tercio: era secretario de Pablo y escribe la carta a los Romanos (Romanos 16,22).

  1. Médico: (muchas veces eran esclavos)

        Lucas (Filipenses 24; Col 4,14): tenía que ser, como era la costumbre en esa época, médico esclavo de alguna familia romana.

  1. Esclavos o antiguos esclavos

-          Ampliato (Romanos 16,8): su nombre es el común de un esclavo latino.

-          Onésimo (Filemón).

-          Una esclava (Hechos 16,16).

-          Algunos de la casa de Cloe (1 Corintios 1,11): probablemente los esclavos de Cloe.

B. LA IRRUPCIÓN DE LA VIDA CRISTIANA

                Esta lista es solo una muestra. Enumera tan solo a aquellos sobre quienes los textos nos ofrecen alguna indicación clara sobre su posición social. Sabemos también que muchos hombres y mujeres anónimos están presentes en la historia de las primeras comunidades (1 Corintios 6,9-11). Es posible, sin embargo, que la lista ayude a quien quiera esbozar la fisonomía de los primeros cristianos. Siguen a continuación algunas características de su nivel social.

  1. Ausencia de la clase dominante

                Las comunidades estaban formadas por cristianos provenientes de distintos segmentos de la sociedad. Y, si damos crédito a lo que nos dice el texto bíblico, no encontramos en las comunidades la camada superior en la escala social greco-romana, como aristócratas, terratenientes, ni senadores.

  1. La clase media pobre

                La lista nos atestigua la presencia significativa de la clase media que poseía casas, esclavos y recursos para viajes. Era muy probable que sus empleados o esclavos formaran parte de la misma comunidad. Esta característica, que incluye tanto propietarios de esclavos como esclavos, se ve reforzada por varios de los consejos de las cartas de Pablo, dirigidos a ambos grupos: “Esclavos, obedezcan a sus amos terrenos con profundo respeto y sencillez de corazón, como si de Cristo se tratara. Y ustedes amos compórtense de la misma manera con ellos; dejen a un lado las amenazas y tengan presente que el Señor de ellos que es también de ustedes, está en los cielos y que en él no hay lugar a favoritismos” (Efesios 6,5.9). Tal recomendación expresa el desafío que tenían las comunidades “pluriclasistas”, en la que convivían ricos y pobres.

  1. Una clase media acomodada

-          Están muy bien representados los pequeños comerciantes o artesanos libres. A este grupo Pablo les dirige varias instrucciones: “…y a que pongan su empeño en vivir pacíficamente, ocupándose cada uno de lo suyo y trabajando con su propias manos como les hemos recomendado. Así se ganarán el aprecio de los que no son cristianos y no tendrán necesidad de nadie” (1 Tesalonicenses 4,11-12).

-          Hay que destacar que encontramos varias mujeres ricas e independientes que desempeñan el papel de líderes en las comunidades. Se hace transparente un ambiente de fraternidad e igualdad: “Ya no se distinguen judío o griego, esclavo y libre, hombre y mujer, pues con Cristo Jesús todos sois uno” (Gálatas 3,28).

  1. Una mayoría de gente pobre

                Todo esto nos permite reafirmar que en las primeras comunidades cristianas encontramos representantes de distintos niveles sociales. Pues bien, ¿podríamos tener la posibilidad de evidenciar el nivel social de la mayoría de los integrantes de las comunidades? Las personas puestas en la lista se distinguen como líderes y figuras importantes en las comunidades representan a la minoría. Una de las pocas pistas para una respuesta seria la que encontramos en las palabras de Pablo en su carta a los de Corinto: “Observen, hermanos, quiénes han sido llamados: no muchos sabios en lo humano, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes bien, Dios ha elegido los necios del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes, a los plebeyos y despreciados del mundo ha elegido Dios, a los que nada son, para anular a los que son algo” (1 Corintios 1,26-28).

                La mayoría de la comunidad de Corinto, por tanto, estaba formada por personas de las camadas más modestas de la sociedad. ¿En las otras comunidades, la situación era similar? Sabiendo que las comunidades del Asia Menor y de Grecia tuvieron que ayudar a los hermanos de Palestina (Cf. Hechos 11,29; 2 Corintios 8-9; Gálatas 2,10) llegamos a la conclusión de que las primeras comunidades de la Palestina estaban formadas, en su mayoría, por pobres y carenciados. ¿Y en las otras comunidades? No sabemos con exactitud.

                Todo lo que hemos dicho solo nos muestra la variedad del nivel social de los primeros cristianos. Al mismo tiempo, nos muestra las dificultades y la riqueza de una experiencia vivida en sus comunidades. No olvidemos nunca la novedad que aportó la comunidad cristiana: Se realiza en la solidaridad y en la igualdad de sus integrantes. Por eso, cuando nosotros participamos de la Comunidad de Jesús surge la pregunta: ¿estamos aceptando vivir en la solidaridad e igualdad entre nosotros, los cristianos, especialmente con los excluidos? ¿Estamos aceptando construir la solidaridad y la igualdad en toda nuestra sociedad tan desigual?



 Tema 22: EXPANSIÓN UNIVERSAL HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA.



“Pues sepan que esta salvación de Dios se envía a los paganos y ellos escucharán”

(Hechos 28,28).

Mensaje

                En la 8ª Reunión Intereclesial de las Comunidades Eclesiales de Base en Brasil, Albérico, Pai de Santo y Católico, miembro de la Irmandade de Nossa Senhora do Rosario, declaró en público ante tres mil personas: “¡Soy de candomblé y soy católico! ¡Soy bautizado!” Los negros de candomblé pedimos el derecho de ocupar el lugar que nos compete. ¡Somos cristianos y queremos serlo como ustedes!” Esta declaración provocó mucha discusión. Unos a favor, otros en contra. Unos decían: “¡Es un llamado del Espíritu!” Otros respondían: “¡Sincretismo!”. No se trata de un acontecimiento trivial cualquiera. Se trata, sí, de millones de negros y negras que hacen cuestión de ser católicos y que, al mismo tiempo, quieren continuar en la práctica religiosa recibida de sus padres. Durante siglos esta práctica fue la fuerza que los sostuvo para no perder su identidad.

                La lectura de hoy nos presenta cómo los apóstoles y la 1ª Comunidad cristiana, de origen judío, se abrió a los no Judíos.

-          Primero Pedro quiso negar el bautismo a Cornelio que no era judío. Pero el Espíritu Santo se anticipó y le dijo tres veces: “Pedro, no llames impuro lo que Dios declaró puro” (Hechos 10,15-16). Los hechos obligaron a Pedro a recibir a un gentil en la comunidad (Hechos 10,44).

-          Luego Pablo, judío convertido, acaba de llegar a Roma. Convoca a los animadores de la comunidad judía. Estos no comparten las ideas cristianas. En la visita que le hacen reaparece el mismo conflicto que Pablo ya ha enfrentado en otras partes.

                La última frase de Pablo en el libro de los Hechos dice así: “Sepan que esta salvación de Dios se envía a los paganos y ellos escucharán” (Hechos 28,28). Esta frase acentúa la apertura universal de la Buena Noticia. Es el punto de llegada para el libro de los Hechos de los Apóstoles. Al final de su libro Lucas ofrece una clave de lectura que ayuda a percibir el objetivo que busca. Miremos de cerca el texto para encontrar el sentido.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad: Indígenas, Negros y cristianos a la vez.

1.       ¿Cómo entendemos a los Indígenas y a los Negros que se dicen cristianos y conservan sus prácticas religiosas propias?

Palabra de Dios. Hechos 28,17-31: Conversión y conflictos.

2.       En esta lectura, ¿qué personas aparecen y cómo se relacionan?

3.       ¿Cuál es el conflicto que surgió y cómo se expresa en el texto de Lucas?

4.       ¿Cómo enfrentó Pablo el conflicto?

Hoy nosotros: Conversión e identidad respetada.

5.       ¿Cómo relacionamos esta lectura con los Indígenas y Negro cristianos que conservan sus prácticas religiosas propias?

6.       ¿Qué vamos a cambiar en nuestras actitudes religiosas para ser más acogedores a los Indígenas y a los Negros?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezamos alguna oración indígena o negra que podemos conocer (ver Anexo 3). Canto. Bendición final.



Comentario 22: Ser luz de las naciones

El Evangelio y su inculturación en la historia de los pueblos

A. DESAFÍOS PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN HOY

  1. Ecuador: ¿País católico?...

        Se oye decir con frecuencia: “¡Ecuador, país católico!, ¡América Latina, continente cristiano!” De hecho en nuestros países se practica poco el ideal evangélico descrito en Latina: Hay mucho racismo y mucha injusticia, cuanto confrontaciones y cuanta violencia. Tenemos en abundancia: empobrecidos, excluidos, marginados. ¡Lo contrario del Evangelio! ¡Es de preguntarse si hubo evangelización!

  1. Las invasiones coloniales y religiosas: Un cristianismo impuesto a la fuerza

        En el siglo 16, el cristianismo consiguió entrar en América Latina, porque los europeos cristianos que vinieron destruyeron las culturas y religiones indígenas. En ese mismo siglo el cristianismo intentó entrar en Asia, pero no lo logró. Las religiones asiáticas se mostraron más resistentes. Y hoy, algunas de ellas se presentan más humanas que naciones de “cultura occidental cristiana”. Este pasado constituye una acusación contra los métodos usados en la evangelización y es un desafío para el futuro.

  1. Los Negros en búsqueda de identidad: El despertar de las religiones negras

        Durante más de 400 años, los negros de América Latina resistieron contra la dominación. Supieron conservar su identidad, porque, oculta en una aceptación de valores cristianos, supieron conservar la religión recibida de sus padres, traída del Afrecha. ¿Se realizó la evangelización? ¿O fue una conversión del cristianismo a la cultura de los negros?

  1. La decristianización de las ciudades

        La masa humana, la sociedad industrializada, las periferias de las grandes ciudades, ¡millones de personas viviendo en un mismo lugar! Nunca se había visto algo así en toda la historia de la humanidad. Hasta ahora no sabemos cómo encarnar el Evangelio en esta realidad nueva. Los evangélicos parecen penetrar más en esta área que los católicos. ¿Cómo evangelizar las grandes ciudades?

  1. La dominación de una cultura ajena con los medios de comunicación

        Los medios de comunicación logran movilizar a la opinión pública. Influyen en la forma de pensar y de vivir del pueblo. ¡Quien controla los medios de comunicación elige al presidente! ¿Cómo hacer para que los medios de comunicación puedan ser usados al servicio de la vida, defensores de los derechos humanos e instrumentos de divulgación de la Buena Noticia?

  1. La marginación y el despertar de las mujeres en la Iglesia

        El despertar de las mujeres tal vez sea el cambio más profundo en la marcha de este final del milenio. Es un fenómeno que abarca a la mitad de la humanidad y sacude las raíces más profundas de la dominación. La Iglesia Católica, hasta ahora, no se abre a la participación significativa de la mujer. Insiste en prohibir cualquier protagonismo de la mujer en el poder sagrado. ¿Qué alcance tiene este fenómeno para la evangelización?

  1. Las nuevas corrientes religiosas

        La Nueva Era llegó y se divulga como una especie de religión transnacional. Un fenómeno que crece en el mundo entero. Unos están a favor, otros lo condenan. ¿No será un instrumento ideológico del neoliberalismo para debilitar la fuerza transformadora del evangelio? Puede ser que sí, puede ser que no. De cualquier forma es algo que tiene más fuerza que nuestra crítica.

  1. La división de los cristianos: La brecha entre la dimensión espiritual y el compromiso social

        En la praxis pastoral tenemos por una parte a los movimientos carismáticos y por otra a los grupos cristianos liberadores. No están unidos. Los carismáticos se dedican a rezar, pero muchas veces carecen de visión crítica. Los movimientos de liberación tienen mucha conciencia crítica, pero, a veces, carecen de perseverancia y de fe. Cuando se trata de enfrentar situaciones sociales, económicas y políticas, pocos contribuyen a la transformación de la sociedad. ¿Cómo unir, en la práctica, estas dos fases inseparables de la Palabra de Dios: energía que anima y da calor, y luz que hace discernir y transformar?

  1. El desafío de la tecnología

        La ciencia progresa y penetra en el secreto más íntimo tanto del átomo como del universo. Crece la posibilidad de que el hombre altere el curso de su propia naturaleza y de realizar cosas hasta hace poco inimaginables. Los descubrimientos de la psicología modifican los conceptos tradicionales sobre el comportamiento y la responsabilidad humanas. ¿Cómo evangelizar estos nuevos campos que se abren?



  1. Las 3 grandes religiones que se reclaman de Abrahán

        Judíos, Cristianos, Musulmanes. Tres grandes religiones. De las tres la que crece más es la musulmana. Las tres adoran al mismo Dios de Abrahán. ¡Son las tres que más pugnan entre sí por motivos religiosos! ¿Cómo anunciar la Buena Noticia del Dios de Abrahán, revelada por Jesús?



B. REFLEXIONES, PENSAMIENTOS, PISTAS: El Dios de los caminos múltiples

  1. La apertura religiosa de San Pablo

        Cristo “es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación pues por El fue creado todo, en el cielo y en la tierra: lo visible y lo invisible, majestades, señoríos, autoridades y potestades. Todo fue creado por El y para El. El es anterior a todo y todo tiene en El su consistencia. El es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Es el principio, primogénito de los muertos, para ser el primero de todos. En El decidió Dios que residiera la plenitud: que por medio de El todo fuera reconciliado consigo, haciendo las paces por la sangre de la cruz entre las criaturas de la tierra y las del cielo” (Colosenses 1,15-20).

  1. Una reflexión de San Agustín

        “Actualmente esta gran fábrica del mundo quedó casi enteramente opaca. Sólo revela su sentido con mucha dificultad y trabajo de nuestra mente. Tenemos necesidad de otro libro, más legible, para comentar al primero. Por eso el Espíritu Santo, que ya había modelado a la creación, puso manos a la obra para componer este nuevo libro. Extendió así sobre nosotros el cielo de las Escrituras. Es como un segundo firmamento, el cual, como el primero, narra el poder de Dios y su misericordia. Gracias a ellas se nos devolvió el mirar de la contemplación y así toda criatura se transformó en una revelación de Dios (teofanía)” (H. de Lubac, Roma, 1962).

  1. Una conclusión

        La Biblia es la gramática, dada por Dios para ayudarnos a leer la vida. Pablo y Agustín usaron la gramática e hicieron un descubrimiento importante. La acción de Dios, descrita en la Biblia, no fue la única acción de Dios en la historia de la humanidad, quizá ni la más grandiosa. Pero Dios obra en todo y en todos, a fin de encaminar todo y a todos a la plenitud de la vida revelada en Cristo. El desafío fundamental de cada ser humano y de cada pueblo, es saber cómo su vida está siendo orientada por el Creador hacia esa vida plena. Es descubrir cómo Dios está recapitulando todo en Cristo. Clemente de Alejandría formuló la misma intuición de la siguiente manera: “Dios salvó a los judíos judaicamente, a los griegos griegamente, a los bárbaros bárbaramente” Y podemos ir completando: “…a los ecuatorianos ‘ecuatorianamente’, a los negros ‘negramente’, a los indios ‘indiamente’…”.

  1. Formulándolo de otra manera

                Podemos decir que persona como cada pueblo:

-          Tiene en su propia vida el lugar donde Dios se le revela y le dirige su Palabra.

-          Tiene en su historia la historia de su salvación.

-          Tiene su antiguo testamento, lleno de promesas que suscitan en él una esperanza de vida.

-          Tiene en su Ley, a su pedagogo, que lo conduce hacia la vida plena revelada en Cristo.

-          Debe pasar de su Antiguo Testamento al Nuevo y descubrir la realización de la promesa divina.

-          Tiene en la Biblia una experiencia modelo, para orientarlo en su búsqueda de la vida plena y eterna.

  1. Las palabras y la práctica de Jesús

-          Marcos 9,38-40. En cierta ocasión Juan dijo a Jesús: ‘Maestro, vimos a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo impedíamos, porque no va con nosotros. Jesús respondió: No se lo impidáis. Uno que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. quien no está en contra de nosotros, está a nuestro favor’. En nombre de la comunidad, ¡Juan quiso impedir una buena acción! Jesús piensa al revés. Para El lo que importa no es si la persona pertenece o no a la comunidad, sino si ella hace el bien o no, el bien que la comunidad debe realizar. Los discípulos querían una comunidad encerrada sobre sí misma. Pensaban que eran dueños de Jesús y querían prohibir que otros usasen el nombre de Él para hacer el bien.

-          Juan 4,21-23. A la Samaritana, Jesús dijo: ‘Llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será en este cerro o en Jerusalén. Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad’. Para Jesús lo que importa es ¡la misión del Reino! ¡Jesús era más abierto que los apóstoles y que todos nosotros! Sigamos su ejemplo.

Lo importante es buscar lo que une – la promoción de la vida, la defensa de los derechos humanos, el crecimiento del Reino – y no lo que separa, para que Cristo sea todo en todos (1 Corintios 5,28).





A N E X O S



ÍNDICE

  1. Primera parte: Comunidad modelo (Hechos 1-5)
  2. Situación de las primeras Comunidades cristianas (3 ventanas y 1 puerta de entra)
  3. Oración maya
  4. De los años 63 antes de Cristo a los años 135 después de Cristo
  5. Índice más detallado del folleto 7



Anexo 1: COMUNIDAD MODELO (Hechos 1-5)



“El Señor cada día agregaba al grupo de los creyentes aquellos que aceptaban la salvación”

 (Hechos 2,47)

A. BREVE HISTORIA DEL COMIENZO DE LA IGLESIA

                Del comienzo de las comunidades cristianas sabemos muy poco, casi nada. Los primeros cinco capítulos de los Hechos apenas si relatan algunos discursos (Hechos 2,14-36; 3,12-26; 4,8-12), dos o tres descripciones de la vida comunitaria (2,42-47; 4,32-35; 5,12-16) y unos pocos acontecimientos más significativos: Pentecostés (2,1-13), la curación de un paralítico (3,1-11), la prisión y defensa de los apóstoles (Hechos 4,1-22; 5,17-33), el comportamiento en las persecuciones (4,23-31), la actitud de Bernabé, Ananías y Safira (4,36-5,11) y la opinión de Gamaliel (5,34-42).

  1. El comienzo de la nueva vida

        A pesar de ser pocas, estas informaciones nos muestran algo de mucha importancia. El comienzo de la Iglesia fue el comienzo de una nueva vida que de repente apareció en la historia de la humanidad. De acuerdo al evangelio de Juan, El Espíritu Santo fue comunicado a los discípulos el mismo día de la resurrección de Jesús (Juan 20,22). Fue una experiencia profunda del poder de Dios. Experiencia de vida victoriosa con varios momentos fuertes, varios pentecostés (Cf. Subsidio 2). Esta vida nueva en el Espíritu se divulgó especialmente en Galilea, a donde el mismo Jesús había dicho a los discípulos que volviesen (Marcos 14,28; 16,7). Fue allá, alrededor de la “familia de Jesús”, que fueron surgiendo las primeras comunidades. Es de esta experiencia comunitaria que nació la Iglesia.

        Todos los evangelios relatan las apariciones de Jesús Resucitado. Sin embargo, son relatos bastante tardíos, que nos transmite la perplejidad ante la novedad de la fe en la resurrección. La gran aparición de Jesús al pueblo, que se prolonga en la comunidad cristiana, cuyo ideal está descrito en Hechos 1 a 5. Como Jesús (Lucas 2,10), la comunidad es una Buena Nueva de Dios para todo el pueblo. En ella nació una nueva manera de leer la Biblia y una voluntad grande de rehacer la historia del pueblo de Dios. Ella se caracteriza por una nueva manera fraterna y solidaria de convivir (Hechos 2,42-47; 4,32-35), realizando así, el ideal del Antiguo Testamento, a saber, “entre ustedes no puede haber pobres” (Deuteronomio 15,4). Esa nueva manera de vivir y de convivir molestaba a los hombres de poder y, por eso mismo, fue perseguida. Con todo, gracias a la experiencia de la resurrección, en vez de desánimo, las persecuciones suscitaban en ellas mayor coraje y mayor deseo de anunciar la Buena Nueva.

  1. Modelo para los que vendrán

        El interés de Lucas no es describir cómo fue la vida de las comunidades, sino cómo debe ser. Quiere ofrecer un modelo de cómo las comunidades deben vivir para ser fieles al ideal y el espíritu que animaron a los apóstoles. El hace lo mismo que el autor del libro del Génesis que proyectó en el pasado, en el Paraíso Terrestre (Génesis 2,8-25), el ideal de humanidad a ser realizado en el futuro. A través de la descripción idealizada de la comunidad de los primeros cristianos, el evangelista invita a los lectores y lectoras a participar del caminar, para transformar la nostalgia del comienzo en esperanza para todos. Usa la palabra caminar (camino), para designar el nuevo modo de ser y de obrar de las comunidades (Hechos 9,2; 16,17; 18,25.26; 19,9.23; 22,4; 24,14.22).

  1. El tema de las Guías y Subsidios

        Este primer bloque, en sus guías y subsidios, trata de resaltar los elementos que para Lucas son básicos en la construcción de una comunidad cristiana: Guía 1: la fidelidad a la palabra de Dios y de Jesús, expresada en la elección del sustituto de Judas y en la espera obediente del Espíritu prometido. Guía 2: la apertura a la acción del Espíritu de Jesús resucitado que conduce la Iglesia en todos sus pasos. Guía 3: la fidelidad a la Ley de Dios que se expresa en la nueva convivencia fraterna de compartir y de celebración. Guía 4: la conciencia misionera que se expresa en el servicio y en el anuncio de la Buena Nueva a los demás. Guía 5: la expansión de la Palabra por el mundo es vista como consecuencia de la persecución de los cristianos y de su constancia en los conflictos.

B. HECHOS DE LOS APÓSTOLES

  1. Introducción

        En estos últimos años nuestras comunidades están estudiando mucho el libro de los Hechos. Las comunidades viven momentos de tensión y de conflictos, porque están experimentando algo nuevo en su marcha. Y lo nuevo siempre es generado en medio de conflictos.

        Esta novedad que surge pide experiencias y maneras nuevas de organización y de vivencia. Las necesidades y los desafíos que surgen piden nuevas respuestas. Se percibe hoy una crisis de instituciones, pero la vivencia de la mística continúa fuerte. Se buscan nuevas maneras de vivir la espiritualidad. La inculturación es un gran desafío. Ante esto queda más claro para nosotros el por qué de la lectura continua del libro de los Hechos por las comunidades.

        ¿Qué buscan las comunidades en este libro? Ahora bien, el libro se llama “Hechos” (del griego ‘práctica’) porque narra hechos y la práctica de las primeras comunidades después de la despedida – eso es la ascensión – de Jesús. El libro de los “Hechos” también acentúa las dificultades de estas comunidades al enfrentar no solamente las amenazas venidas del judaísmo y del paganismo, sino también las amenazas, los desafíos y las crisis internas. Las comunidades enfrentaban a la sinagoga y al imperio y también a sus propias divisiones y conflictos (Cf. Hechos 20,29-31). No era nada fácil. Por eso mismo, este libro es como un mapa para la vida de las comunidades hoy, amenazadas por la violencia económica, social, política, religiosa, ideológica y cultural.

  1. Autor y fecha

        El libro de los Hechos es la segunda parte de una obra literaria que engloba el evangelio de Lucas y los Hechos. Ambos se atribuyen a la comunidad representada por Lucas. De este modo, el libro de los Hechos es la continuación natural de las narraciones contenidas en el evangelio de Lucas.

        Lo que une a estos dos libros es la Resurrección de Jesús. Para las comunidades, lo que daba fuerza en el camino era esta afirmación radical: “¡Jesús resucitó!” (Hechos 1,3-4). La comunidad veía en la resurrección de Jesús la realización de todas las promesas hechas por Dios al pueblo a lo largo de todo el Antiguo Testamento (Lucas 24,49-53). Era el mayor de todos los acontecimientos en la vida de quienes esperaban la realización de estas promesas libertadoras de Dios. Sin embargo, la Resurrección no significaba que las esperanzas apocalípticas de una instauración inmediata del Reino estuvieran sucediendo (Cf. Hechos 1,6). Al contrario. El Reino es construido lentamente y su crecimiento se dará por el trabajo y el testimonio de los seguidores y seguidoras de Jesús (Hechos 5,42). Gracias a la Resurrección, el Espíritu Santo obra continuamente en medio de las comunidades (Cf. Hechos 2,33.38; 4,31), animando la práctica de los seguidores de Jesús. Por medio de esta práctica, la Palabra de Dios camina en medio de la humanidad hasta el día de hoy.

        El libro de los Hechos muestra una preocupación ya presente en el evangelio de Lucas. El texto evangélico quiere transmitir informaciones sobre todo lo que sucedió con Jesús (Lucas 1,3). En los Hechos el objetivo es mostrar la realización de las promesas hechas al pueblo a través de la acción del Espíritu Santo, memoria viva de las comunidades. El Espíritu Santo es una presencia celebrada y vivida diariamente en las comunidades. Los libros, el evangelio y los Hechos, quieren mostrar que Jesús continúa actuando por medio del Espíritu. El Espíritu Santo es el mismo Espíritu de Jesús Resucitado.

        El libro parece ser un relato histórico de las actividades de los hombres y de las mujeres empeñados en propagar la Palabra de Jesús. En verdad, se trata de una lectura teológica de la historia de las primeras comunidades. No podemos considerarlo como una historiografía de la Iglesia Primitiva. Algunos apóstoles, como Pedro y Pablo, son más enfocados y sus pasos son contados en detalles. De los demás apóstoles el libro habla poco o simplemente calla.

        Esta historia teológica engloba los primeros 30 años de la vida de las comunidades. Se extiende desde la desaparición física de Jesús hasta la llegada de Pablo a Roma, quien llega a la capital del mundo mediterráneo por primera vez, como un prisionero, aunque con alguna libertad mientras espera ser juzgado. Eso debe haber sucedido alrededor del año 60 dC. (Cf. Hechos 28,30-31). La razón por qué el libro paró en este acontecimiento no la sabemos bien. El testimonio de Pablo en Roma parece confirmar que la Palabra llegó “a los confines del mundo” (Cf. Hechos 1,8). De alguna forma, la comunidad de Lucas encontró que estaba bien guardar la memoria de estos hechos, contando el comienzo de la marcha de la Iglesia.

        De cualquier manera, cuando surgió el libro, juntamente con el evangelio de Lucas, la Iglesia estaba enfrentando serias dificultades. Estamos entre los año 80 a 90 dC. Todos los grandes líderes de la era apostólica ya habían muerto. Estaba en ejecución la trágica separación entre judíos y cristianos. El imperio comenzaba a perseguir a las comunidades.      Pero no solo estos hechos externos amenazaban la vida de las comunidades. También enfrentaban crisis internas, surgidas por el crecimiento y por la aparición de nuevos líderes y por los paganos que estaban entrando en la comunidad. Frente a todo esto, las comunidades buscaban la memoria de los hechos pasados como navegantes que, ante un mar desconocido, leen con cuidado las informaciones dejadas por aquellos que ya enfrentaron el mismo mar.

  1. División del libro

        Existen muchas sugerencias de autores en las formas de dividir el libro de los Hechos. Proponemos aquí una división que siga los criterios de los modelos presentados en los Hechos: la comunidad y el agente de pastoral.

a)       El prólogo

        A semejanza del evangelio de Lucas, el libro de los Hechos se inicia con un prólogo dedicado al mismo Teófilo (Hechos 1,1-5). En este Prólogo encontramos los objetivos del libro: la misión de Jesús continúa en el trabajo de sus seguidores y seguidoras. La Palabra de Dios, impulsada por el Espíritu Santo, se encuentra en un proceso de expansión a partir de Jerusalén en dirección hacia los confines del mundo.

b)       Primera parte: La comunidad modelo (Hechos 1,12 hasta 15,35)

        Esta parte describe el desarrollo de la Palabra después de la partida de Jesús. Muestra la vida de las comunidades en su nacimiento y va hasta el gran encuentro conocido como “Concilio de Jerusalén”. Esta narración comprende:

̵            La desaparición de Jesús (1,6-11).

̵            La vida de la comunidad modelo de Jerusalén (1,12 a 7,60).

̵            La marcha de la Palabra hacia fuera de Judea (8,1-40).

̵            La conversión de Pablo (9,1-31).

̵            Las actividades de Pedro en la costa: la conversión de Cornelio (Hechos 9,32 a 11,18).

̵            La iglesia de Antioquia, de Siria (11,19-30).

̵            Una persecución que produce la expansión (12,1-25).

̵            El primer viaje misionero de Bernabé y Pablo (13,1 a 14,28).

̵            El problema de los convertidos del paganismo y el Concilio (15,1-35).

c)       Segunda parte: El Apóstol-modelo (Hechos 15,36 hasta 28,31)

        El libro acompaña al apóstol Pablo en sus viajes. Con él la Palabra de Dios viaja llegando “hasta los confines del mundo”. Esta narración comprende:

-          Los viajes de Pablo por Asia Menor y Europa (15,36 a 21,17).

-          La prisión de Pablo en el Templo de Jerusalén (21,18-40).

-          El proceso contra Pablo y sus años de prisión (22,1 a 26,30).

-          El viaje marítimo a Roma (27,1 a 28,16).

-          La prisión domiciliar mientras espera el juicio (28,17-31).

  1. Otras propuestas de estructura

        Para un estudio más completo de los Hechos, en toda su importancia y riqueza, presentamos tres propuestas de un plan literario que trata de clarificar la estructura del libro.

a)       Estructura geográfica

        La narración del libro va en círculos siempre más amplios, mostrando que el proceso de expansión de la Palabra va en aumento, llegando a regiones geográficas cada vez más distantes, hasta llegar a los confines de la Tierra.

-          1-7:         Jerusalén

-          8:            Samaria y toda Judea

-          9-12:       Siria

-          13-14:     Chipre y Asia

-          16-21:     Grecia

-          24-28:     Roma y los confines de la Tierra

b)       Estructura por estilos eclesiales: Pedro y Pablo

        Este plan muestra que existen básicamente dos “iglesias” articuladas: la de la Circuncisión, representada por Pedro, y la de los Gentiles, representada por Pablo. Los capítulos 13 a 15 funcionan como una “bisagra” articulando a las dos iglesias.

-          1-15:       La Iglesia de la Circuncisión (Pedro)

-          13-28:     La Iglesia de los Gentiles (Pablo)

c)       Estructura a partir de la marcha de la Palabra

        Este esquema muestra la marcha de la Palabra. Nuevamente el centro de todo está en los capítulos 13 a 15, en particular el Concilio de Jerusalén (15). A partir del problema de los gentiles surgido en Antioquía, la Palabra, que parte siempre de Jerusalén, llegará a los confines del mundo conocido simbolizados en la ciudad de Roma

1-7:
Los Doce
6-12:
Los Siete
13-15:
Asia
16-23:
Grecia
21-28:
Proceso-Roma
Jerusalén
Jerusalén
Misión a partir de Antioquia
Jerusalén - Antioquía
Jerusalén - Roma

C. CLAVES DE LECTURA

                Antes de iniciar las claves de lectura del libro de los Hechos, es bueno que recordemos las claves de lectura del evangelio de Lucas que están en el Volumen 2 de esta colección. Y como ya dijimos en la Introducción General, el libro de los Hechos es el que une todo este Volumen. Por eso mismo, conviene leer las Introducciones a los diversos bloques, percibiendo las diversas etapas de la marcha de la Palabra.

  1. La marcha de la Palabra hecha vida

        En los Hechos existe una especie de refrán que da unidad al libro: “la Palabra se expandía…” (5,42; 6,7; 8,4.25; 9,31; 12,24; 13,49; 15,36; 19,20; 28,31). Esta secuencia de pasajes muestra que uno de los objetivos del libro es narrar la evangelización dentro de un proceso progresivo de expansión. Los Hechos quieren mostrar que la Buena Nueva de Jesús crecía, se expandía y progresaba. El libro demuestra la preocupación en transmitir datos numéricos que confirmen este progreso de la Palabra (2,42; 2,47; 4,4; 5,14; 6,1.7; 11,21.24; 16,5).

        La Palabra progresa dentro de la marcha, del Camino. Este Camino (9,2) es la Comunidad que da testimonio en medio de un ambiente hostil, pero que debe estar presente en todos los tiempos y lugares (1,8; 28,31).

  1. El verdadero sentido de la historia

        Lucas presenta su obra como una inmersión que penetra hondamente en el sentido de toda la historia del pueblo de Dios. El sentido último y verdadero de la historia del pueblo es la Resurrección de Jesús. La Resurrección de Jesús es la realización de todas las promesas hechas por Dios al pueblo, desde el llamado de Abrahán, pasando por Moisés y todos los profetas (2,16.30.39; 3,13.22-25; 8,30-35). Para revelar este sentido último de la historia, el Cristo Resucitado, Lucas utiliza las Escrituras para clarificar los hechos aún no comprendidos por la comunidad. Lucas hace con el libro de los Hechos lo mismo que Jesús hizo con los discípulos de Emaús: “comenzando por Moisés y por los profetas, les interpretó las Escrituras y lo que decían respecto de El” (Cf. Lucas 24,25-27).

        Lucas presenta este sentido pleno de la historia en grandes discursos, como los de Pedro (2,14-36; 3,11-26), el de Esteban (7,2-53) o de Pablo (13,16-41). Esta interpretación teológica de la historia, hecha para animar a las comunidades dándoles la visión de fe en que Dios es el Señor de toda la historia, muestra que vivimos el “tiempo de la Iglesia”. La misión de la Iglesia, animada por el Espíritu, es difundir la Palabra hecha vida por el mundo entero.

  1. La irrupción de lo nuevo: El nuevo Israel

        El evangelio de Lucas testimonia una novedad: los seguidores de Jesús forman el Nuevo Israel (Cf. Lucas 13,29-30). Por eso mismo, después de la traición de Judas, Matías es elegido para rehacer el número de doce patriarcas de la Nueva Alianza (1,22). Al mismo tiempo, este nuevo modo de ser fiel a Dios comienza a germinar en Jerusalén, la ciudad de la Alianza, pero fuera del antiguo Templo. Lo nuevo surge en las comunidades, reunidas en comunión fraterna, en la oración, en la fracción del pan y de los bienes. Los seguidores y seguidoras de Jesús viven esta novedad delante de todo el pueblo, y este testimonio de la Palabra va tocando gradualmente a todo el mundo (19,20). Atrae la simpatía de otras personas (2,44-46), la comunidad reunida es el verdadero Templo de Dios (1,12.14; 2,42-47; 4,23-31).

  1. Lo Nuevo Engendrado En Medio De Los Conflictos

        Toda novedad provoca simpatías (2,44) y a la vez muchas antipatías de parte de aquellos que sienten que pierden dominio sobre otras personas. Las autoridades pretenden sofocar esta novedad (4,1-23). Pero también, dentro de la misma comunidad, había gente que no quería vivir la propuesta nueva en su radicalidad. Así, tratan de engañar a la comunidad, reteniendo las cosas para sí mismos (5,1-11), sin darse cuenta que también engañan al mismo Dios y desafían la acción del Espíritu (5,4.9).

                Estas dos vertientes de amenazas hacen que la comunidad corra graves riesgos. Por un lado, existe la tentación de huir por miedo a las autoridades, abandonar la fe ante una persecución. Por otro lado, las disputas internas disminuyen las fuerzas del mensaje del Evangelio, ya que los cristianos no traducen en gestos concretos su fe en Jesús, hacen trampas a sus exigencias más radicales, como Ananías y Safira.

  1. El desafío de la inculturación

        La comunidad surgió del seno del pueblo judío. Vive la fe en Jesús dentro del marco cultural del judaísmo. Mientras tanto, muy temprano apareció un gran desafío: ¡evangelizar! y junto a ello, varios interrogantes: ¿Evangelizar significaba exclusivamente transmitir la fe desde determinados valores de la cultura hebraica? ¿Cómo transmitir la fe penetrando culturas e historias diferentes? ¿Cómo ser fiel al mensaje de Jesús, sin destruir los valores de las otras culturas? El Evangelio era anunciado como fuerza transformadora, pero podía destruir o unificar las culturas: ¿Cómo vencer este desafío?

        Los Hechos muestran que las diferentes barreras culturales fueron vencidas paulatinamente, no sin muchas resistencias de los grupos más conservadores. En su camino, la Palabra rompió barreras culturales enormes. Primero rompió la barrera entre judíos y samaritanos (8,5-8.25). Enseguida, un negro esclavo, eunuco, al servicio de la reina de Etiopía, es evangelizado y bautizado (8,26-40). Gracias a este esclavo fueron superadas barreras de pueblos (es africano de Etiopía), de razas (es negro), de preceptos legales (es eunuco) y de clases sociales (es esclavo). El Evangelio llegó primero al Afrecha Negra por medio de la evangelización de un empleado.

        Pero el episodio central que demuestra haber vencido el desafío de la inculturación está en la conversión de Cornelio (10,1-47). Cornelio es un centurión romano, simpatizante de la religión judía. Pedro, en representación de la comunidad, acoge a este pagano no sin antes realizar un trabajo personal: Vence preconceptos profundamente arraigados en su modo de ser como judío observante de los preceptos legales (10,15). La conversión de Cornelio ocasionó un gran conflicto dentro de la comunidad, y ocasionó el encuentro conocido como Concilio de Jerusalén.

        Se nos transmiten otros ejemplos, como el de Pablo en el Areópago de Atenas, predicando a partir de textos de la cultura griega (17,28). Mientras tanto, cuando el problema es la vida y la libertad humana, el Evangelio no puede dejar de denunciar el error o la desviación de una cultura. Pablo y Bernabé no permiten que los aclamen como dioses (14,11-13). Pablo no deja que la joven esclava sea explotada por sus patrones (16,16) y no acepta las imposiciones de los plateros de Éfeso (19,23-40).

  1. La difícil convivencia con el imperio

        En los Hechos podemos percibir una preocupación de Lucas: evitar un conflicto abierto con Roma. Eso puede significar un miedo de las comunidades ante la fuerza del imperio. De hecho, en los Hechos, los romanos son tratados hasta con cierta simpatía por los seguidores de Jesús. Pablo se declara ciudadano romano y apela para ser juzgado en Roma, como era su derecho (16,35-39; 22,22-29). Queda claro que las comunidades temen una persecución y el libro busca decir que el imperio no tiene nada que temer de los seguidores de Jesús.

        Por esta razón, los Hechos muestran que un oficial romano abraza la fe (13,12). El gobernador de Corinto no quiere condenar a los cristianos (18,14-27). Las autoridades romanas de Filipos reconocen que fue un error el poner preso a Pablo (16,35-40) y las autoridades de Éfeso absolvieron al Apóstol (19,40). Cuando Pablo entra en conflicto con los judíos en Jerusalén, dos oficiales romanos reconocen que él no es subversivo (21,38; 23,29) y el propio gobernador de Judea reconoce la inocencia de Pablo (25,25-26; 26,32).

        Pero el libro no consigue esconder que, a pesar de esta benevolencia hacia las autoridades del imperio, ya comienza a quedar claro el conflicto entre Roma y la Iglesia naciente y que la situación de los cristianos de la época en que los Hechos fueron escritos ya no es nada buena. Comienzan a surgir procesos contra los cristianos y las acusaciones ya las encontramos aquí: agitan a las ciudades (16,20), revolucionan el mundo (Hechos 17,6), están contra las leyes del imperio, porque reconocen solo a un rey, Cristo (17,7) y predican divinidades nuevas (17,18).

  1. Pablo, el apóstol-modelo

        En los Hechos de la misma manera en que se presenta una comunidad modelo, surge también una figura que simboliza todo el trabajo evangelizador hecho por un gran número de apóstoles y apóstolas. El “Pablo” presentado en los Hechos es diferente del Pablo “histórico”, que podemos conocer a través de las cartas. En el libro de los Hechos, Pablo es misionero-símbolo de un trabajo evangelizador, abierto a los judíos y al imperio romano, llevando el Evangelio de Jesús hasta los confines del mundo. Lucas traza un retrato de Pablo.

̵            Muestra que él es un hombre con poderes extraordinarios (20,4)

̵            Unido a Pedro y a los Doce (9,26-29)

̵            Obra siempre por delegación de la comunidad (13,3)

̵            Trabaja para su propio sustento (Hechos 18,3).

La preocupación de Lucas es demostrar para su época las cualidades de un misionero y de un pastor. Pone en boca de Pablo un discurso en el que este retrato aparece de una manera más evidente (20,17-38).

̵            El verdadero misionero es aquel que se coloca al servicio del Señor, testimoniando su Palabra, anunciando el Evangelio (20,19-20).

̵            En esta misión enfrenta todas las amenazas y dificultades (20,24).

̵            Debe buscar el bien de la comunidad y no considerarla como propiedad suya (0,28), ayudándola a enfrentar los peligros externos y las divisiones internas (20,29-30).

̵            No ser un peso para la comunidad, sino trabajar con sus propias manos (20,35). Todos deben buscar fuerzas para el ejercicio de esta misión en la oración común (20,36).

CONCLUSIÓN: Un libro para nosotros hoy

                Los Hechos fueron escritos alrededor de los años 80-90 dC. Estaba surgiendo una nueva generación de cristianos que no conocía a los antiguos apóstoles. Gente nueva que podría enfrentar los desafíos de una manera más arriesgada, pero que también podría desvirtuar el Evangelio de Jesús. Todo esto engendraba grandes problemas y desafíos para las comunidades de aquella época. Por eso, el libro describe todo con una preocupación: ser una respuesta para los desafíos impuestos en aquellos tiempos.

                Aquí está el gran valor de los Hechos para nosotros hoy. Si Lucas escribió con los ojos bien abiertos para la realidad de su época, también nosotros debemos leerlo con los ojos bien abiertos hacia la realidad de nuestra época. ¿Estamos atentos a lo que sucede hoy, aquí, en nuestras Iglesias, en nuestras Comunidades Eclesiales de Base, a la Iglesia en nuestro país y en toda América Latina? ¿Valorizamos a las personas que hoy testimonian la Palabra frente a las mayores dificultades? ¿Buscamos saber cuáles son los hechos o las prácticas más significativas de nuestros apóstoles y apóstolas de hoy? ¿Qué estamos aprendiendo de la marcha de nuestra Iglesia ante los desafíos impuestos por una sociedad violenta, injusta, egoísta, materialista, machista, como la que vivimos hoy?



Anexo 2: SITUACIÓN DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS



Contenido: Tres ventanas y una puerta de entrada

-          1ª ventana: Un recorrido histórico de los años 30 a 100.

-          2ª ventana: Distintas tendencias al interior de la Iglesia primitiva para enfrentar, fuera de Palestina, un ambiente desconocido.

-          3ª ventana: La variedad en la doctrina y la organización en la Iglesia primitiva.



PRIMERA VENTANA: LAS ETAPAS DE LA HISTORIA



                Hay muchas maneras de dividir la historia en periodos. Depende del criterio que se adopte. Aquí adoptamos el criterio relacionado con el contexto nacional de Palestina y el internacional del imperio romano. Porque, tanto ayer como hoy, es la situación o coyuntura nacional e internacional lo que más influye en la vida de las comunidades, tal vez más que cualquier otro criterio. Ella ayuda a entender los cambios que suceden en el mundo y en las iglesias. Por falta de análisis de la coyuntura, se cometieron muchos errores y aún se cometen. Son tres las etapas.

  1. Del año 30 al 40, el anuncio del Evangelio entre los judíos.
  2. Del 40 al 70: la expansión misionera en el mundo griego.
  3. Del 70 hasta el fin del primer siglo: la organización y consolidación de la vida de las comunidades.

A. DESDE EL AÑO 30 AL 40 EL ANUNCIO DEL EVANGELIO ENTRE LOS JUDÍOS

                Son más o menos diez años. ¡Poco tiempo! Todo comienza el día de Pentecostés con el primer anuncio de la Buena Nueva (2,1-36), que se extiende rápidamente por Palestina (2,41.47; 4,4; 5,14; 6,7; 9,31). Es el periodo del así llamado “Movimiento de Jesús”, que termina con la crisis provocada por la política del emperador Calígula (37-41) y por la persecución de los cristianos por parte del “rey” Herodes Agripa (41-44).

  1. Vivencias, tensiones y escritos

        Sobre este comienzo de las comunidades sabemos muy poco. Los Hechos poco informan, casi nada. El interés de sus primeros cinco capítulos no es describir cómo fue la vida de las comunidades, sino cómo debe ser.

        En esta fase inicial, los cristianos eran casi todos judíos convertidos. Tenían la simpatía del pueblo (2,47). Eran vistos como muchos movimientos de renovación y contestatarios en lo interior del judaísmo. Formaban pequeñas comunidades alrededor de las sinagogas, al margen del judaísmo oficial. El crecimiento, tanto geográfico como numérico, los obligó a crear nuevas formas de organización, como por ejemplo, escoger nuevos animadores y misioneros, llamados diáconos (6,2-6).

        Las primeras comunidades eran apoyadas y animadas por misioneros ambulantes. Estos, a diferencia de los misioneros judíos, no llevaban nada en el camino ni bultos ni dinero, sino que confiaban en la solidaridad del pueblo. En la primera casa en que eran recibidos, allí permanecían, viviendo la vida del pueblo. Muchos pasajes de los evangelios se refieren a estos primeros misioneros (Cf. Mateo 10,5-10; Lucas 10,2-9).

        Al comienzo, la proclamación de la Buena Noticia se concentraba en el anuncio del Reino (Mateo 10,6) y de la Muerte y Resurrección de Jesús (2,23-36; 3,14-15; 4,10-12). Entonces no existían los escritos del Nuevo Testamento. La Biblia de los primeros cristianos era la Escritura Sagrada de los judíos. La expresión Antiguo Testamento o Antigua Alianza viene de Pablo (2 Corintios 3,14). Antes de él, se decía simplemente Escrituras (Mateo 21,42; Marcos 12,24). El Nuevo Testamento hasta entonces, existía solamente en el corazón, en los ojos, en las manos y en los pies de los cristianos.

        Ellos leían y releían la Biblia con ojos nuevos, nacidos de la nueva práctica y del nuevo ambiente comunitario de fe en la resurrección, y encontraban en ella los textos para entender mejor el alcance de la novedad que estaban viviendo en Cristo. Por ejemplo, los textos de la profecía de Moisés sobre el futuro profeta (Deuteronomio 18,15.19 y Hechos 3,22), los de Isaías sobre el Siervo de Yahvé (Isaías 53,7-8 y Hechos 8,32), de Daniel sobre el Hijo del Hombre (Daniel 7,13 y Mateo 24,30), ciertos salmos: Salmo 2 (Hechos 4,23-26), Salmo 110 (Hechos 2,34) y otros. Aquí, en esta relectura cristiana de la Escritura de los judíos, está la semilla de lo que más tarde será llamado el Nuevo Testamento.

        Donde las palabras de la Escritura de los judíos no eran suficientes, los cristianos comenzaban a recordar las palabras y gestos del mismo Jesús, para que sirvieran de orientación y de animación en el camino (10,38; 11,16). Este recuerdo y transmisión estaban basados en el testimonio de aquellos que habían convivido con Jesús, “desde el bautismo de Juan hasta que fue arrebatado de entre nosotros” (1,22). Aquí está el comienzo de nuestros evangelios.

        En esta primera etapa aparece la semilla de una divergencia que ya existía en el judaísmo, y que, a lo largo de los años, se fue acentuando en las comunidades cristianas. Por una parte, había un grupo alrededor de Esteban, unido a los judíos de la diáspora, quienes procuraban una apertura hacia la cultura helénica y que, en vista de eso, hacían una lectura diferente de la Biblia (7,1-53). Por la otra, había un grupo alrededor de Santiago y los hermanos de Jesús, unido a los judíos de la Palestina, quienes defendían la fidelidad estricta a la Ley de Moisés y a la “Tradición de los Antiguos” (Marcos 7,5; Gálatas 1,14). En la primera persecución contra los cristianos fue el grupo de Esteban el que sufrió y tuvo que huir de Jerusalén. Los otros no eran molestados (8,1). A lo largo de la historia, la coyuntura interna y externa acentuó estas dos tendencias. ¡Hasta hoy!

  1. El cambio de la situación política

        La situación política de Palestina cambió profundamente cuando Calígula decidió intensificar el culto al Emperador como factor de unificación del imperio. Ello obligaba a los pueblos a colocar su estatua en los templos de las respectivas divinidades. En el año 39, dio orden expresa de introducir su estatua en el Templo de Jerusalén. ¡La imagen de un Emperador pagano en el Santo de los Santos de la Casa de Yahvé! Doscientos años antes, un decreto semejante de Antíoco Epifanes desencadenó la revuelta de los Macabeos (1 Macabeos 1,54; Daniel 9,27; 2 Macabeos 6,1-9). También ahora la protesta popular fue inmediata y radical. Flavio Josefo relata algunos incidentes que ocurrieron, especialmente en Galilea. Cuando Petronio, el Legado Romano, en la provincia de Siria llegó con un ejército para ejecutar la orden del Emperador, diez mil campesinos se reunieron para protestar delante del palacio en Tolemaida (la actual Akko, al norte de Haifa). La misma protesta se repitió en Tiberíades. Petronio preguntó: “¿Ustedes quieren guerra? Respondieron: ¡No queremos guerra! ¡Preferimos morir antes que ver transgredida nuestra Ley! Y Flavio Josefo comenta. “Ellos se echaron al suelo, estiraron el pescuezo y dijeron que estaban prontos para que los mataran. E hicieron esto durante cuarenta días, juntos, y en este tiempo no trabajaron en el campo, cuando la época del año les exigía que fueran a sembrar”.

        Gracias a la intervención de Petronio y Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, la ejecución del decreto fue siendo postergada. Al final, el asesinato de Calígula en el año 41, suspendió la amenaza. En esta misma época, Herodes Agripa estaba en Roma, En el 39, había recibido de Calígula el título de “Rey de Galilea”. Después, el asesinato de Calígula contribuyó para que Claudio fuera proclamado nuevo emperador. Como recompensa, lo nombró Rey de toda la Palestina. Queriendo ser fiel a la política romana, Herodes Agripa procuraba reprimir cualquier movimiento de rebelión. Este es probablemente el motivo por el que comenzó a perseguir a las comunidades. Dice el libro de los Hechos: “El Rey Herodes comenzó a tomar medidas procurando maltratar a algunos miembros de la Iglesia. Mandó matar a espada a Santiago, hermano de Juan, y viendo que eso agradaba a los judíos, mandó encarcelar también a Pedro” (Hechos 12,1-3). Después de la muerte de Herodes Agripa en el 44 (Hechos 12,23), Roma intervino, cambió el régimen y toda Palestina pasó a ser una Provincia romana gobernada directamente por un procurador con residencia en Cesarea Marítima.

        A veces se confunden los cuatro Herodes que vivieron en aquella época, porque los cuatro aparecen en el Nuevo Testamento con el mismo nombre:

-          Herodes, llamado el Grande, gobernó sobre toda la Palestina desde el 37 al 4 aC. Aparece en el nacimiento de Jesús. Mató a los niños de Belén (Mateo 2,1.16).

-          Herodes, llamado Antipas, gobernó toda la Galilea desde el 4 aC. hasta el 39 dC. Es el que aparece en la muerte de Jesús (Lucas 23,7). Mató a Juan el Bautista (Marcos 6,14-29).

-          Herodes, llamado Agripa gobernó toda la Palestina desde el 41 hasta el 44 dC. Es el que aparece en los Hechos (Hechos 12,1.20). Mató al Apóstol Santiago (Hechos 12,2).

-          Herodes, llamado Agripa 2º, participa del juzgamiento de Pablo (Hechos 26,1-23).

  1. Influencia de esta situación sobre la vida de las comunidades cristianas

        Todos estos hechos, desde el decreto de Calígula en el año 39 hasta el cambio de régimen ocurrido en el 44 después de la muerte de Herodes, dejaron marcas profundas en el pueblo judío. De repente se vio amenazado por el poder del imperio, cuya sede estaba entonces en Cesarea, bien cerca de la propia tierra. Esta nueva amenaza reencendió el sentimiento anti-romano, estimuló la desconfianza hacia los extranjeros, hizo crecer los movimientos nacionalistas y, por eso mismo, aumentó las divergencias entre los mismos judíos, al punto de volver casi imposible la reconciliación. Así, a partir de los años cuarenta, la Rebelión retomó fuerza, el Zelo aumentaba y comenzaba a organizarse en el partido más radical, el de los Zelotes. Fueron surgiendo nuevos Movimientos Mesiánicos. En una palabra, a partir del decreto de Calígula, la situación ya no era la misma. ¡Cambió el cuadro político!

        La nueva situación repercutió también en las Comunidades Cristianas, cuyos miembros eran casi todos judíos. O sea, la política se mezclaba con la religión y dificultaba la convivencia entre los cristianos. De un lado, se fortaleció la tendencia de aquellos que insistían en la observancia de la Ley de Moisés y de las tradiciones judías. Este grupo, más unido a Santiago y a los “hermanos de Jesús”, sigue la tendencia general del pueblo judío y comienza a evitar el contacto con los extranjeros (Gálatas 2,11-13). Son ellos los que ahora sufren la persecución por parte de Herodes Agripa (Hechos 12,1-3). Del otro lado, personas como Bernabé y Pablo, seguidores del rumbo de Esteban, ya no se sienten a gusto en la comunidad de Jerusalén. Se van y buscan otro lugar para vivir y trabajar y allí ellos se ponen a anunciar la Buena Noticia (Hechos 29-30). Con otras palabras, la crisis provocada por los cambios políticos favoreció la misión fuera de la Palestina. Los primeros cristianos supieron leer los signos de los tiempos. Así, se inició una nueva etapa.

B. DESDE EL AÑO 40 AL 70 LA EXPANSIÓN MISIONERA EN EL MUNDO GRIEGO

                Persecuciones, cambios de situación política y voluntad de anunciar la Buena Nueva “a todas la criaturas” (Marcos 16,15) llevan a los cristianos fuera de Palestina. En poco tiempo, más o menos treinta años, la Buena Nueva se expande por el imperio y penetra prácticamente todas las grandes ciudades, inclusive Roma, la capital, el “fin del mundo” (Hechos 1,8). La rebelión de los judíos y la brutal destrucción de Jerusalén por los romanos (año 70 dC.) crea una nueva situación y marca el fin de este periodo.

  1. La transición

        Este es el periodo de la impresionante expansión misionera en el mundo griego, el mundo de la polis. En sus tres viajes, tal como los describen los hechos, Pablo y sus compañeros ¡recorrieron cerca de 16.000 kms! Enfrentaron muchos problemas, no solo de viaje (2 Corintios 11,25-26), sino también problemas que tenían que ver con la fidelidad al mensaje. Las cartas de Pablo testimonian el enorme esfuerzo hecho para discernir cuál era la voluntad de Dios en cada momento y circunstancia. Es el aspecto lento y difícil de la transición:

̵            De Oriente hacia Occidente

̵            De Palestina para Asia Menor, Grecia e Italia

̵            Del mundo cultural judío hacia el mundo cosmopolita de la cultura griega

̵            De una realidad rural para una realidad urbana

̵            De comunidades que surgieron alrededor de las sinagogas, desparramadas por la Palestina y Siria, para comunidades más organizadas que surgieron alrededor de la casa en las periferias de las grandes ciudades del Asia y de Europa.

        Esta transición está marcada por la fuerte tensión entre los cristianos venidos del judaísmo y los nuevos que venían llegando de otras etnias y culturas. No se trataba sólo de un cambio geográfico y cultural de Palestina a Grecia e Italia, sino sobre todo de un cambio interior hecho a través de un doloroso proceso de conversión. Personajes claves para realizar esta difícil transición fueron Bernabé y Saulo de Tarso. De hecho, dentro de sus propias vidas, ellos pasaron del mundo de la observancia de la ley que acusa y condena, al mundo de la gratuidad del amor de Dios que acoge y perdona (Romanos 8,1-4.31-32; Hechos 4,36-37). Habían pasado de la conciencia de pertenecer al único pueblo elegido, privilegiado por Dios entre todos los pueblos, a la certidumbre de que en Cristo todos los pueblos habían sido fundidos en un pueblo único (multi-racial y pluri-cultural) delante de Dios (Efesios 2,17-18; 3,6).

        Es en este periodo que las Comunidades comienzan a despertar a su propia identidad. Los primeros en percibir algo diferente, sin embargo, no fueron los miembros de las comunidades, sino otros. Fue el pueblo de Antioquía el que comenzó a percibir la diferencia entre los judíos y los que creían en Cristo. Para distinguirlos, les dio a estos el nombre de “Cristianos” (11,26). A partir del nombre que les dio el pueblo, la comunidad comienza a darse cuenta de su identidad. El despertar de la conciencia se realiza en diálogo con el pueblo que está alrededor. ¡Hasta hoy!

        Toda conquista de identidad se hace con dolores de parto. El creciente sentimiento nacionalista anti-romano de los judíos penetraba también en las comunidades y hacía surgir varias tendencias que se encarnaban en determinadas personas y lugares. Así, Santiago y la comunidad de Jerusalén, se convirtieron en el símbolo de aquellos que exigían de los paganos convertidos la observancia de la Ley de Moisés (Hechos 15,5.20-21; Gálatas 2,12). Bernabé, Pablo y la Comunidad de Antioquía fueron el símbolo de apertura para los no judíos. Ellos no exigían la observancia de la Ley ni la circuncisión a los paganos que querían convertirse (Gálatas 2,6; Hechos 15,1-2.12).

  1. Misioneros y Misioneras

        Nuestras informaciones de este segundo periodo, provienen sobre todo de los Hechos y de las Cartas de Pablo. Son informaciones buenas, pero limitadas, ya que hablan solamente de la actividad de Pablo y sobre la expansión de las Comunidades en el Asia Menor y en Grecia. Poco o nada informan sobre los otros misioneros y misioneras y sobre las Comunidades que, en este mismo periodo, se expandían por el Norte de Afrecha, por Italia y por las otras regiones mencionadas por Lucas como presentes en Jerusalén el día de Pentecostés (2,9-10). Igualmente poco informan sobre las Comunidades de Siria y Arabia, cuyo centro era Antioquía. La comunidad de Antioquía llegó a competir en autoridad e influencia con la de Jerusalén.

        Con todo, si Lucas, en esta segunda parte de los Hechos (16 hasta 28), habla únicamente de Pablo, no es porque haya sido el único misionero. Sino porque a Pablo se lo mira como símbolo de todos los misioneros de este periodo, que supieron llevar la Buena Noticia por el mundo. De hecho, Pablo nunca habría realizado lo que hizo, sin la ayuda de los compañeros de viaje, sin las personas amigas, mujeres y hombres, que lo recibían en sus casas (16,15.34; 18,3.7) y contribuían con alguna ayuda a sus necesidades (Filipenses 4,15-16; 2 Corintios 11,9). Había comunidades que lo apoyaban en la fe, lo animaban con su testimonio (1 Tesalonicenses 3,7-9), cuidaban su salud y sus heridas (16,33; 14,19-20; Gálatas 4,13-15) y lo defendían en las persecuciones (17,10; 19,30).

        Lucas deja claro que, en muchos lugares, Pablo simplemente continuó el trabajo ya iniciado por otros misioneros. Por ejemplo, cuando llega a Corinto, encuentra a la pareja Priscila y Aquila, ambos, expulsados de Roma, habían ido a Corinto donde contribuyeron a la creación de la comunidad (18,1-4). Cuando Pablo llega a Efeso, Apolo originario de Alejandría ya había estado allí (18,24-28). También en Roma ya había una comunidad bastante antes de su llegada (28,15; Romanos 1,11-15). El mismo Pablo, en la Carta a los Romanos, menciona un gran número de mujeres y hombres que trabajan en el anuncio de la Buena Noticia y en la coordinación de las comunidades (Romanos 16,1-6).

        Además de estos, había otros apóstoles que, como Pablo, anunciaban la Buena Noticia. Poco sabemos de la actividad misionera de Pedro (9,32; 12,17). Nada o casi nada sabemos de las actividades de Mateo, Bartolomé, Andrés, Santiago, Tomás, Tadeo, Simón el zelota y otros. Había además siete diáconos (6,5). Solamente sabemos un poco de la actividad de Felipe (8,5-8.26-40) y de Esteban (6,8; 8,2). De los otros, solamente el nombre (6,5). Había también coordinadores y coordinadoras de muchas comunidades en todas estas regiones (14,23; 16,15).

        Finalmente, conviene recordar a los misioneros anónimos cuyos nombres solo Dios conoce. Innumerables cristianos y cristianas, jóvenes y viejos, padres y madres de familia, que anunciaban la Buena Nueva en sus quehaceres diarios, en la casa, en la calle, en el mercado, en la lucha. Exactamente como hoy: la evangelización a través de las Comunidades Eclesiales de Base.

  1. La actuación de las mujeres

        La presencia y actuación de las mujeres son fundamentales en este periodo. Dentro de la cultura de la época, la mujer no podía participar de la vida pública. Su función estaba en la vida familiar. Su influencia en la organización interna de la casa. Solamente podía tener un papel activo en la Iglesia si funcionaba en el interior de las casas. Ahora bien, las comunidades fundadas en este segundo periodo se reunían no en lugares públicos, sino en las casas del pueblo: en la casa de Priscila y Aquila, tanto en Roma (Romanos 16,5), como en Éfeso (1 Corintios 16,19); en la casa de Filemón y Apia en Colosas (Filemón 2); en la casa de Lidia en Filipos (16,15); en la casa de Ninfa en Laodicea (Colosenses 4,15); en las casas de Filólogo y Julia, Nereo y su hermana y de Olimpas (Romanos 16,15). La creación de las “iglesias domésticas” posibilitó una mayor influencia y participación de la mujer.

        En las recomendaciones finales de la Carta a los Romanos, se trasluce algo del lugar que ellas ocupaban en la vida de las comunidades. Pablo recomienda a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la comunidad de Cencrea. Ella ha ayudado a mucha gente y a mí también” (16,1-2). Pide que le den recuerdos a Priscila y Aquila, “mis colaboradores en Jesucristo, que arriesgaron su propia cabeza para salvar mi vida” (16,3). Era en la casa de esta pareja que la comunidad se reunía (16,5). Manda saludar a “María que mucho hizo por ustedes” (16,6). Manda recuerdos para “Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, apóstoles importantes” (16,7). Además de estas, varias otras mujeres son recordadas en la misma carta (16,12.15).

        Estas y otras afirmaciones, muestran que las mujeres ocupaban funciones importantes en la vida y en la organización de las primeras comunidades. El Nuevo Testamento habla con toda naturalidad de las mujeres que son discípulas (Hechos 9,36), diaconisa (Romanos 16,7), colaboradoras en Jesucristo (Romanos 16,3), compañera o apóstola (Romanos 16,7), que se fatigan por los otros (Romanos 16,2.3.6.12).

  1. La condición social de los primeros cristianos

        En la primera carta a los Corintios, Pablo se refiere a la condición social de los miembros de aquella comunidad: “Vean bien quiénes son ustedes: entre ustedes no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos de la alta sociedad” (1 Corintios 1,26). En otras palabras, no eran gente rica ni poderosa ni con estudios. Posiblemente había algunos ricos o que poseían medios, en cuyas casas la comunidad se reunía. Con todo, la mayoría eran personas de los suburbios pobres de Corinto. Los muchos consejos relacionados con los esclavos, dejan traslucir que una gran parte de los primeros cristianos eran esclavos (1 Corintios 12,13; Efesios 6,5; Colosenses 3,22; 1 Timoteo 6,1). En la carta a Filemón, Pablo intercede por un esclavo convertido, Onésimo (Filemón 10).

        En la carta de Santiago es clara la alusión a los numerosos pobres que había en la comunidad (Santiago 2,2-9; 5,1-5). Lo mismo vale para las recomendaciones de Pablo respecto a la Cena del Señor, en la que había gente que tenía para comer mientras otros no tenían nada y pasaban hambre (1 Corintios 11,20-22). En la primera carta de Pedro se percibe que gran parte de la comunidad era de migrantes y extranjeros (1 Pedro 1,1; 2,11).

  1. Lectura, Re-lectura, Escritos ¡Comienzo del Nuevo Testamento!

        En este segundo periodo comienza a surgir lo que nosotros llamamos el Nuevo Testamento. La experiencia de una vida nueva en Cristo era tan grande y los problemas vividos eran tan diferentes que las palabras de la Escritura de los judíos ya no bastaban para orientar a los cristianos. El Nuevo Testamento surge del esfuerzo hecho para verbalizar la nueva experiencia y para encontrar una solución a los nuevos problemas.

        De este modo, en este segundo periodo, Pablo escribe para animar a las comunidades fundadas por él en Tesalónica, Corinto, Filipos y en la región de Galacia. Escribe también para la comunidad de Roma, donde no había estado antes (Romanos 15,22-24). Manda una carta corta para su amigo Filemón, a fin de interceder por un esclavo fugitivo. De este mismo periodo es la carta de Santiago. Estos nuevos escritos eran conservados por las comunidades y sumados a la lista de los Libros Sagrados. En poco tiempo comenzaron a ser vistos como una nueva expresión de la Palabra de Dios, al lado de la Biblia de los judíos.

        Al mismo tiempo, continúa el esfuerzo para recoger, releer y transmitir las palabras y los gestos de Jesús. Alrededor del 45, surge una colección de las palabras de Jesús, utilizadas más tarde por los evangelistas para componer sus evangelios. Al final de este segundo periodo, alrededor del año 70, se concluyó la redacción del Evangelio de Marcos.

        Como veremos en las Guías y Subsidios, no siempre fue posible determinar el periodo exacto en que fue escrita esta o aquella carta. Ni es posible determinar si todas las cartas son realmente de la persona a la que se le atribuye. De cualquier manera, todas ellas fueron conservadas por las comunidades como signo y expresión de su fe. Por eso mismo, fueron integradas en la lista, canon, y se volvieron canónicas. Así el Nuevo Testamento que, antes, estaba solamente en el corazón, en los ojos, en las manos y en los pies, comienza a expresarse también en el papel. Nace de la conciencia de ser un nuevo acceso a Dios a través de Jesucristo.

  1. Cambio de la situación

        En el año 68, como consecuencia de la política centralizadora de Nerón, el imperio se debilita por las guerras civiles. En todas partes, tanto en las provincias como en el mismo centro del imperio, estallan revueltas. Varios pretendientes se autoproclaman emperadores. En un año ¡Roma tuvo cinco emperadores! la confusión era grande. Al final, vence Vespaciano, apoyado por las provincias orientales.

29 aC - 14 dC:              Augusto Primer Emperador, decretó la ‘Paz Romana’ y el censo del que se habla con ocasión del nacimiento de Jesús (Lucas 2,1).

14-37                            Tiberio: envió y destituyó a Pilato (26-36).

37-41                            Calígula: quiso su estatua en el Templo de Jerusalén.

41-54                            Claudio: expulsó a los judíos de Roma

54-68                            Nerón: persiguió a los cristianos en Roma. Muerte de Pedro y Pablo

68                                  Vindex: luchas internas

-                              Galba      Golpes militares

-                              Oto         Revuelta de las Legiones en las Provincias

-                              Vitelio    Revuelta de los judíos en Palestina

69-79                            Vespasiano: su hijo Tito destruyó Jerusalén en el 70

        En este contexto turbulento de cambios, tres acontecimientos causan una crisis muy grande en la vida de las comunidades cristianas:

-      La persecución de Nerón en Roma (64).

-      El levantamiento y masacre de los judíos en varias partes del imperio, especialmente en Egipto (66).

-      La revolución judaica en Palestina (66), que llevó a la brutal destrucción de Jerusalén por los romanos (70).

                Un cuarto acontecimiento más íntimo de las comunidades, es la muerte de los apóstoles y de los testigos de la primera generación que hizo aumentar esta crisis y contribuyó a que la vida de las comunidades entrase en una nueva fase.

                Debido a todos estos factores de la situación internacional, judíos y cristianos pierden los privilegios frente al imperio que los judíos habían conquistado a lo largo de dos siglos. Por ejemplo, la exención del culto al emperador. Por eso, se convierten en blanco de las persecuciones por parte del imperio. No son persecuciones generalizadas decretadas por el poder central de Roma, sino conflictos locales con la sociedad civil. Las instituciones del imperio son movilizadas contra los cristianos con una facilidad cada vez mayor por personas que se sienten perjudicadas en sus intereses por el mensaje cristiano (Hechos 13,50; 14,5.19; 16,19-24; 17,5-8; 18,12; 19,23-40). Con todo, estas mismas instituciones casi no consiguen ser movilizadas por los mismos cristianos para defender la justicia y la verdad. Los cristianos viven la situación de una pequeña minoría sin ninguna influencia política. No consiguen mover la opinión pública a su favor. Son gente sin poder.

                La creciente resistencia del imperio contra las comunidades cristianas, la destrucción de Jerusalén y la desaparición de la primera generación de testigos de la resurrección ponen en crisis la identidad de muchos, producen una inseguridad muy grande en los cristianos y hacen que las comunidades se vuelvan sobre sí mismas para sobrevivir. Comienza la tercera etapa.

C. DESDE EL 70 AL 100: ORGANIZACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LAS COMUNIDADES

                Este periodo será tratado más extensamente en el próximo volumen. Aquí hacemos apenas un resumen, para evitar que la separación en dos volúmenes separe dos periodos de historia que entre sí hacen una unidad.

                Es un periodo difícil, marcado por graves conflictos y problemas. Continúa y se hace más profunda la lenta transición del judaísmo hacia el mundo griego. El trauma que quedó de la destrucción de Jerusalén, se vio aumentado por la trágica separación entre judíos y cristianos. Los dos, en lugar de ser juntos el pulmón de la humanidad, se transformaron en dos religiones diferentes, enemigas entre sí, que mutuamente se excomulgan. Además de eso, en este periodo, muchas doctrinas y religiones diferentes, tanto agnósticas como mistéricas, comienzan a invadir el imperio romano. Señal de crisis espiritual y de inestabilidad general. Ellas penetran también en las comunidades y provocan nuevas tensiones y conflictos. Separados de los judíos, los cristianos se convierten en blanco de persecuciones cada vez más fuertes por parte del imperio. Al final del primer siglo, bajo el gobierno de Domiciano, junto con otros cultos mistéricos, fueron declarados “Religión ilícita”. Todo esto obligó a los cristianos a repensar y rever muchas cosas.

                De este tercer periodo son las “Cartas Católicas” (de Juan, Pedro y Judas), el Apocalipsis, las “Cartas Pastorales” (a Timoteo y a Tito) y, probablemente, las cartas a los Efesios y a los Colosenses. Es en este periodo que se hace la redacción final de los evangelios de Mateo, Lucas y Juan, y los Hechos.



2ª VENTANA: LA INCULTURACIÓN DE LA BUENA NOTICIA

Las fuerzas que interaccionan en la vida de las comunidades



                Dentro de las comunidades, tanto ayer como hoy, existe una interacción de fuerzas e intereses, que tienen que ver con la cultura, la religión y la fe, y que no siempre llegan al nivel de la conciencia. Por eso mismo, muchas veces, son fuente de tensiones y de conflictos. Con finalidad didáctica, para organizar mejor los muchos asuntos de esta segunda ventana, concentraremos nuestra atención en las tres áreas de donde venían las fuerzas e intereses que interaccionaban en la vida de las primeras comunidades cristianas, a saber: (1) la raíz judía; (2) la cultura griega; (3) los intereses del imperio romano.

A. LA RAÍZ JUDÍA

                La raíz judía incluye todo aquello que, de una manera u otra, está unido al origen de la Buena Noticia: Las regiones geográficas de Palestina con sus respectivas poblaciones – Judea, Samaria y Galilea. La cultura judía de origen rural y tribal, tan diferente de la cultura helénica. La Escritura Sagrada de los judíos con sus varias interpretaciones. Las personas que fueron los primeros anunciadores de la Buena Noticia, todas ellas judías. Al judaísmo con su organización, sus tradiciones, observancias y costumbres, la así llamada “Tradición de los Antiguos” (Marcos 7,5). Las tensiones y contradicciones entre los varios grupos y movimientos en el interior del judaísmo. De un lado, los sumos sacerdotes y los saduceos que apoyaban al poder romano. De otro lado, los grupos más nacionalistas de los fariseos, esenios y zelotes, todos ellos con sus escribas o doctores de la ley, y los grupos más populares y marginados de los ‘anawin’ (pobres), ‘hassidim’ (piadosos), samaritanos, publicanos. La persona de Jesús y la memoria de todo aquello que El hizo y enseñó.

  1. La fuerza ambivalente de la “tradición de los antiguos”

        La vivencia de la religión, cultura y fe siempre están unidas inseparablemente. En la religión de los judíos, las costumbres alimentarias, las observancias rituales, la forma de las celebraciones y tantas otras prescripciones de la Ley de Moisés, provenientes de la cultura rural y nómada o de la reforma de Esdras y Nehemías, eran interpretadas y vividas por ellos como expresión de la voluntad de Dios. Y de hecho, lo eran para ellos. Porque la fe en Dios solo puede existir encarnada en una cultura y una historia concretas. Fuera de eso, a lo largo de los siglos, todas o casi todas estas costumbres y observancias, reunidas en la así llamada Tradición de los Antiguos, fueron instrumentos providenciales para que el pueblo mantuviera su identidad y no se extraviase en el camino. Muchos judíos dieron su vida para no transgredir, por ejemplo, los preceptos del sábado (1 Macabeos 2,29-38), de la circuncisión (1 Macabeos 1,60-61) y el de no comer carne de puerco (2 Macabeos 7,1). Muchos de los que así murieron eran venerados como mártires. El libro de los Macabeos conservó la memoria del martirio de algunos de ellos: del viejo Eleazar (2 Macabeos 6,18-31); de la madre de los Macabeos con sus siete hijos (2 Macabeos 7,1-41). El recuerdo de estos y otros mártires, animó la fe de muchas generaciones. La fidelidad a estas observancias fue la que hizo que la Buena Noticia de Dios pudiese llegar hasta el tiempo de Jesús. El mismo las observó durante toda su vida.

        Pero esta Tradición que para los judíos era la revelación de la voluntad de Dios, poco o nada significaba para los cristianos venidos de otras razas. Los gentiles, llamados “prosélitos” (Hechos 2,11; 13,43), “adoradores de Dios” (16,14; 17,4.17; 18,7), o “temerosos de Dios” (13,16.26), se sentían atraídos por la seriedad de la doctrina y la moral del judaísmo. Participaban de las celebraciones en las sinagogas, pero la obligación de la circuncisión y las otras observancias alimentarias les impedían una adhesión plena al Pueblo de Dios.

        Esta casi identidad entre fe y cultura se manifestaba además de otra manera. La Tradición de los Antiguos tenía que ver con la tradición de las familias y con la fidelidad a los antepasados. Por ejemplo, Ezequías, guerrillero que actuaba al Norte de Galilea, fue muerto en el 47 antes de Cristo. Su familia o clan continuó la tradición guerrillera, y, cincuenta años después, ya en el comienzo de la era cristiana, Judas, un hijo de Ezequías, fiel a la tradición de la familia, se proclamó rey mesiánico. ¡Fidelidad al clan, fidelidad a la Tradición de los Antiguos, fidelidad a Dios! En la vida concreta, las tres fidelidades se mezclaban.

        Del mismo modo, después de la muerte de Jesús, los parientes, “los hermanos de Jesús”, liderados por Santiago, se consideraban los continuadores de la tradición iniciada por Jesús. Ellos formaban la familia de Jesús y coordinaban la Iglesia de Jerusalén (12,17; 21,18; Gálatas 1,19; 2,9). Para muchos, ser fiel a Jesús y a Dios significaba comprometerse con la “familia de Jesús”. Los evangelios reaccionan contra esta interpretación reduccionista e insisten en decir que ser de la familia de Jesús no es una manifestación de parentesco (Juan 1,13). Para ser hermano o hermana de Jesús, basta hacer la voluntad del Padre (Marcos 3,35).

        El mismo conflicto aparece de otra forma en el martirio de Esteban. Hasta entonces, de acuerdo con la Tradición de los Antiguos, el acceso a Dios, o sea, la conquista de la justicia se realizaba a través de la observancia a la Ley de Moisés y al culto oficial en el Templo. Mientras, a pesar de todo su esfuerzo por observar la Ley, Pablo tuvo que reconocer su total incapacidad para alcanzar el ideal de justicia (Romanos 7,14-25). Y ahora, de repente, en la actitud de Esteban, él ve realizado este ideal. Esteban está en paz con Dios, ve el cielo abierto y a Jesús a la derecha de Dios (Hechos 7,55-56). ¡El posee la justicia! pero la posee sin observar la Ley, sin pasar por el Templo (6,13). Por eso, su actitud cuestiona la Tradición de los Antiguos y la declara superada como único camino para llegar a Dios.

  1. La difícil tarea del discernimiento

        Los cristianos venidos del judaísmo sufrieron mucho, ya que tuvieron que redimensionar todo lo que habían vivido hasta aquel momento. Durante siglos se preparaban. Crearon una expectativa, elaboraron visiones respecto al Mesías. Y cuando, finalmente, el Mesías aparece, ni siquiera los mismos discípulos consiguieron ver en El al Mesías (Marcos 8,31-33). La realización de las promesas fue muy diferente de lo que ellos esperaban. En el origen y en el centro de este trágico desencuentro estaba la cruz. Era muy difícil para un judío creer que Dios hubiera aceptado como Mesías a alguien que había sido condenado como blasfemo (Marcos 14,64), que quedó colgado de la cruz, y por lo tanto, conforme a la Ley de Moisés, era un maldito (Deuteronomio 21,22-23).

        Todo esto ayuda a entender el grave conflicto que desanimó a las primeras comunidades y trae una luz para los conflictos que hoy vivimos. La fidelidad al origen judío era una fuerza que apoyaba a unos y apartaba a otros. Hoy, los que luchan por la renovación, lo hacen porque quieren ser fieles a Dios. Pero muchos de los que están en contra de la renovación también lo hacen por fidelidad a Dios. ¡En la vida concreta todo existe mezclado! Ya decía Jesús: “Los matarán pensando que son fieles a Dios” (Juan 16,2). Por eso es tan difícil discernir las cosas y llegar a la raíz del problema. Porque tiene que ver con la conciencia de las personas y de los grupos, con la cultura y con la ideología que en ellas se infiltra.

        Una frase de Pablo a los cristianos de Roma hace sentir de cerca cómo era difícil y doloroso el discernimiento: “Quisiera yo mismo ser anatema, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, de mis parientes según la carne, que son los israelitas, a quienes pertenece la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas, a quienes pertenecen los patriarcas, y de los cuales desciende el Cristo según la carne” (Romanos 9,3-5). Pablo se pregunta: ¿Será que Dios falló? (9,6); ¿fue injusto? (9,14); ¿repudió al pueblo de Israel? (11,1); ¿hubo o no hubo un cambio por parte de Dios? Pues lo que Dios da no lo quita (11,29). Pero al final, responde: “¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos” (11,33). El discernimiento no era fácil. ¡Continúa difícil, hasta hoy! La búsqueda de una solución para este problema es el telón de fondo del evangelio de Mateo, de las cartas a los Gálatas y a los Romanos, y la carta de Santiago.

  1. La fuerza del “peligroso recuerdo de Jesús”

        Fue la nueva experiencia de Dios, manifestada en Jesús, en su práctica libertadora, en su vida, muerte y resurrección, lo que llevó a algunos judíos convertidos a problematizar lo que hasta aquel momento había sido enseñado y aceptado como la expresión normal de la voluntad de Dios. A la luz de lo que Jesús había hecho y enseñado, ellos releían la Biblia, descubrían en ella un nuevo sentido (2 Corintios 3,16) y se volvían capaces de discernir el llamado de Dios dentro de los hechos.

        Jesús nació, vivió y murió judío. ¡Judío de Galilea! Durante treinta años convivió con su pueblo en Nazaret. Durante los tres años de su vida pública, hablaba y obraba a partir de sus raíces judías y procuraba transmitir la Buena Noticia al pueblo de su tierra. Jesús fue un judío fiel, fiel a la identidad más profunda de su pueblo. A través de palabras y gestos, mostraba que no todo lo que se enseñaba en nombre de la tradición pertenecía a la tradición (Marcos 2,25; 7,8-16). Por eso, fue acusado de ser infiel a la tradición (Marcos 2,16.24; 7,5). En realidad, Jesús fue tan fiel, que logró que las contradicciones internas del judaísmo aparecieran y explotasen por dentro. Y es por eso, por haber sido El tan fiel a la tradición y a la cultura de su pueblo, que su mensaje es tan universal. Porque, la raíz más profunda y más fiel de cualquier raza, cultura o religión, está en la vida humana, la existencia es la base común de todos los pueblos, donde Dios nos habla. ¡El pozo de donde todos bebemos! La cultura, la tradición, es como un camino que cada pueblo va abriendo para llegar a este pozo y matar su sed. Jesús quería que la tradición fuera nuevamente un canal abierto para que el pueblo descubriese el sentido de la vida humana. El ayudó a su pueblo a ser más judío, más fiel a sí mismo, y así, más humano.

        El recuerdo de esta actitud de Jesús frente al judaísmo era más fuerte que las costumbres culturales. Cuando algunos, en nombre de la fidelidad a la cultura judía, querían impedir la divulgación del Evangelio entre los gentiles, era siempre esta memoria viva de Jesús que despertaba en ellos y los hacía descubrir y superar los obstáculos culturales. Ellos imitaban al propio Jesús.

        Todo esto obligó y ayudó a los cristianos, tanto a los de origen judío como a los de origen griego, a realizar una nueva lectura del Antiguo Testamento y de su origen judaico. El comienzo de esta relectura aparece en las cartas de San Pablo. El dice que todo fue escrito para que nosotros que vivimos en el fin de los tiempos (1 Corintios 10,11), no errásemos donde ellos erraron (1 Corintios 10,6-10). Un ejemplo concreto de esta relectura es el discurso de Esteban).

        El deseo de fidelidad al origen judío que es la memoria de Jesús, llevó y lleva a los cristianos, tanto de origen judío como a los de otras razas, a conservar las palabras y los gestos de Jesús. En este sentido, el origen judío marcaba y marca profundamente la identidad cristiana y la vivencia de las comunidades. La memoria de Jesús siempre renace. ¡Hasta hoy! Proporciona un contacto directo con la fuente que es Cristo vivo, presente en las comunidades. En los Hechos, este contacto con la fuente es expresado a través de la acción del Espíritu que dirige todas las actividades, tanto de las personas como de las comunidades. En las cartas de Pablo, este contacto directo con Jesús se expresa en la vivencia de vida en Cristo (Cf. Romanos 6,4-11; 8,31-39). La memoria de Jesús es como el mismo Jesús: una fuente de paz (Lucas 2,14) y de contradicción (Lucas 2,34).

B. LA CULTURA GRIEGA

                Por cultura griega entendemos todo aquello que, de una u otra manera, era portadora de los valores y contra-valores del modo de vivir griego o helenista: su economía, su organización social, su política, su visión del mundo, del ser humano y de Dios.

  1. La cultura griega: su difusión, su ambivalencia, su fuerza

        La sociedad griega estaba basada en la explotación del trabajo esclavo. Por eso, puede producir y alimentar una cultura, cuyo sueño era este: vida tranquila, solo de estudio y meditación, sin trabajo manual. Esta manera de vivir entró en choque con el judaísmo y con el Evangelio. “Trabajar con las propias manos” (1 Corintios 4,12; 1 Tesalonicenses 4,11), como pretendía Pablo, era despreciado como inferior e impropio de un ciudadano griego.

        La cultura helenista era una cultura urbana. El foco de su irradiación por el mundo era la polis, la ciudad. La vida en la polis griega tenía mentalidad, organización e ideales bien diferentes de la vida rural de Palestina. Así como actualmente la manera de vivir del sistema capitalista se difunde a través de mil canales, así, en aquel tiempo, la manera griega de vivir se difundía de muchas maneras:

-          A través del estilo de vida y de organización, características de las ciudades griegas con su democracia.

-          A través del comercio, de los productos y monedas y de la administración eficiente del desenvolvimiento de la agricultura en el tiempo de los Ptolomeos. A través de la cobranza de los tributos, tazas e impuestos.

-          A través de viajantes, soldados mercenarios licenciados que volvían a casa, y de filósofos itinerantes: estoicos, gnósticos, epicúreos, cínicos.

-          A través de la lengua llamada 'koiné', que era la lengua internacional del comercio, como lo es hoy el inglés y de la religión con su panteón y su mitología.

-          A través de las artes y diversiones, ya que en cada ciudad existían escuelas, liceos, teatros. Había hipódromos y circos con juegos cada cuatro años y a través de las armas, de la estrategia militar y de la ferocidad en la represión de los revoltosos.

-          A través de la construcción de ciudades con su arquitectura característica (había más de treinta ciudades helenistas alrededor de Palestina) y de la mentalidad: “Lo que es de Grecia es lo mejor”, esto llevaba a los gobernantes de otros países a convidar gente de Grecia para ir a ejercer cargos de confianza.

-          A través del mismo imperio romano, pues la cultura helenista suponía una estratificación social muy rígida con tres capas inmutables: los libres, los libertos y los esclavos (extranjeros). Solo los libres formaban parte del demos (pueblo). Los esclavos, los mismos libertos, los extranjeros, las mujeres, niños, enfermos, esto es, la gran mayoría del pueblo, no tenían ninguna participación. A través de todo esto se propagaba un estilo de vida, una ideología que sustentaba el sistema del imperio por dentro.

                La influencia griega o helenista entre los judíos ya venía de lejos, desde antes de Alejandro Magno (323 aC). En la cultura griega había algunos elementos distantes y otros bien próximos a la tradición de los judíos. Por eso, unos estaban en contra y otros a favor. Los judíos de Alejandría, en Egipto, por ejemplo, siempre tuvieron una apertura muy grande con relación a la cultura griega. Hasta iniciaron un proceso de inculturación cuyo principal autor fue el célebre Filón de Alejandría. Como fruto de esta inculturación, la Biblia conserva el libro de la Sabiduría, escrito en griego allá en Egipto.

                En cambio entre los judíos de Palestina, el helenismo llegó a provocar divisiones internas profundas. La clase dirigente de los sacerdotes y saduceos era favorable a la apertura. En parte, porque veían en él algunos valores coincidentes con la Tradición de los Antiguos. En parte, porque para ellos el helenismo era una fuente de riqueza. No dudaron introducirlo por la fuerza, sin respetar las tradiciones del pueblo (2 Macabeos 4,7-17). Por eso, el pueblo del mundo rural palestino reaccionó con fuerza y luchó durante más de cien años, para defender su identidad contra la fuerza desintegradora de la cultura helenista. Esta defensa de la identidad y de la misión como pueblo de Dios está en el origen de la lucha de los Macabeos (1 Macabeos 1,15-28).

  1. Conflicto cultural en las comunidades cristianas

        A partir del momento en que griegos sin noción ni contacto con la tradición judía, comenzaron a entrar en las comunidades cristianas, el enfrentamiento ya antiguo con el helenismo entró dentro de casa. La mentalidad de la ciudad, polis, se convirtió en presencia familiar. Otros valores, extraños a la cultura judaica, comenzaron a interferir directamente en el comportamiento diario y provocaban tensiones y problemas para la convivencia fraterna.

        El problema que más dificultó la convivencia fue el de la pureza legal relacionada con el compartir la mesa. Para un judío observante estaba prohibido entrar en la casa de un pagano (Hechos 10,28), sentarse en la mesa con un pagano era impuro (Marcos 2,16) como comer carne con sangre (Génesis 9,4-5; Hechos 15,20). Porque de la observancia de estas normas dependía la posibilidad de poder entrar en contacto con Dios y recibir de El la bendición prometida a Abrahán: pueblo, tierra, descendencia (Cf. Génesis 12,1-3).

        Inicialmente, antes de la entrada de los gentiles, los judíos convertidos continuaban observando todas estas normas, que tenían que ver sobretodo con el compartir la mesa, costumbres de alimentación y ritos de purificación, provenientes del Levítico y de la Tradición de los Antiguos. Ellas formaban parte de su vida, como el agua en la vida de los peces, como el “cafecito” forma parte de la vida de los latinoamericanos. Fue la entrada de los gentiles que, de repente, puso en evidencia el problema.

        ¡El gentil convertido aparecía en la reunión de la comunidad para participar de la misma mesa de la Cena del Señor! ¿Podía o o podía? El problema no estaba en que si un gentil podía ser cristiano sin observar la ley de Moisés y sin practicar la circuncisión. El problema era: “¿A nosotros judíos, aún convertidos, nos es permitido convivir con los de otras razas que también creen en Jesús? ¿Podemos comer con ellos en la misma mesa?” El problema era de convivencia. Pablo respondía: ¡Puede! Santiago decía: ¡No puede! (Hechos 15,20-21). La Iglesia estaba dividida. No había acuerdo ni aún en el Concilio de Jerusalén.

  1. La comunidad una escuela de formación permanente

        Problemas, conflictos, tensiones y desafíos no les faltaron a los primeros cristianos. En la raíz había casi siempre un problema cultural que se manifestaba en los muchos conflictos diarios. En los problemas familiares: conflicto entre el marido que se convierte y la mujer que no se convierte y viceversa (1 Corintios 7,12-16). En los problemas de relación entre las personas: la disputa entre Pedro y Pablo en Antioquía (Gálatas 2,14). La disputa entre Pablo y los falsos hermanos que aparecen en la comunidad de los Gálatas (Gálatas 2,4). La disputa entre Pablo y Bernabé por causa de Juan Marcos, sobrino de Bernabé (Hechos 15,26-40), las grandes tensiones acostumbraban a estallar en disputas personales, ¡hasta hoy! Las disputas entre personas suelen tener mucha influencia en la marcha comunitaria. ¡También hoy!

        Aquello que en la superficie aparecía un problema de fe, en la realidad era un problema cultural. Esto se percibe en el conflicto de Pablo con la comunidad de Corinto. Pablo era judío, los corintios griegos. Además del problema de participación en la mesa, en que Pablo asumía una posición abierta, había otras diferencias entre las dos culturas.

        Presentamos algunos casos en que aparece este conflicto y que Pablo intenta superarlos, no siempre con buenos resultados.

a)       El modo de ejercer la autoridad

        La manera de tomar decisiones, discutir los asuntos y resolver los problemas. Entre los judíos, la autoridad se imponía a través del argumento de la “tradición” (1 Corintios 15,3; 11,16.23), mientras que entre los griegos se ejercía a través de la participación y discusión en las asambleas. Pablo obraba y hablaba partiendo de la manera judía de encarar la autoridad. Los griegos reaccionaban a partir de la mentalidad griega de encarar el ejercicio de la autoridad. Esta diferencia fue fuente de conflicto y de sufrimiento para ambos (Cf. Introducción a las Cartas a los corintios).

b).   La manera de vivenciar la religión

        El enfrentamiento surgió en Licaonia cuando el pueblo fiel a su cultura, quiso ofrecer un sacrificio a Pablo y Bernabé, pensando que ambos eran una especie de dioses (Hechos 14,11-13). La reacción de Pablo fue la de un judío (14,14-15) y no consiguió convencer al pueblo (14,18). Tal vez fue por eso, que poco después, este mismo pueblo pudo ser manipulado para apedrear a Pablo, y casi murió (14,19).

c).   Una tentativa de inculturación

        En Atenas, enfrentado con el paganismo puro, Pablo no veía cómo anunciar la Buena Nueva (Hechos 17,23). Encontró una forma a partir de la cultura de los propios paganos: hizo un discurso de acuerdo con las leyes de la oratoria (17,22-31), habló del “Dios desconocido” (17,23), y citó frases de autores griegos para transmitir su mensaje (17,28). Curiosamente, en todo su discurso, Pablo no habló de la cruz ni citó el nombre de Jesús. Tal vez por eso consiguió tan poco resultado (17,32-34). Pero aprendió una lección. Después de la experiencia amarga de Atenas, dejó de lado la oratoria y resolvió hablar abiertamente de Jesús, y de Jesús crucificado (1 Corintios 2,1-5).

d).   Una afirmación de fe para superar los límites de la cultura

        De acuerdo con la concepción del mundo de la cultura griega, no era posible admitir la posibilidad de la resurrección. Una vez, cuando Pablo hablaba de este asunto, los griegos se burlaron de él y no quisieron escucharlo más (Hechos 17,32). En la carta a los Corintios, Pablo enfrenta el problema e intenta superar los obstáculos culturales que impedían la aceptación de la fe en la resurrección (1 Corintios 15,1-53).

        Este choque o conflicto cultural fue el problema más grave que los primeros cristianos tuvieron que enfrentar. Problema eminentemente práctico, en el que la religión, la fe y la cultura estaban de tal manera mezcladas, que parecían formar una unidad. Fue también uno de los conflictos más fecundos de toda la historia de la Iglesia. Para resolverlo Jesús no había pronunciado ni una palabra ni dejó nada escrito. Al enfrentar el problema creativamente crecía la conciencia y ellos aprendían lo que Dios les estaba pidiendo. Una verdadera escuela de formación permanente. Y siempre la memoria de Jesús fue lo que les ayudó en el discernimiento y en la solución de los problemas provocados por este choque cultural.

C. LOS INTERESES DEL IMPERIO ROMANO

  1. ¿Cómo entender al imperio romano?

        En aquel tiempo, no había países o naciones como actualmente. El imperio romano era un gran mosaico de reinos, ciudades y tribus. Cada piedra del mosaico mantenía su propia religión, sus propias leyes, y, hasta cierto punto, su propia autonomía de gobierno. Pero todos juntos debían estar integrados dentro de los intereses comunes del imperio: pagar el tributo, los impuestos, las tasas, no hacer guerra entre sí, ofrecer soldados para el ejército romano, reconocer la autoridad divina del emperador, y dar culto a sus divinidades.

        Cuando hablamos de conflicto con el imperio romano, no entendemos solamente los grandes conflictos con el gobierno central de Roma, que en realidad no fueron muchos, sino todo tipo de conflicto que los cristianos tuvieron con el sistema mantenido por el imperio en el mundo entero. Es decir, conflictos con la policía, con la justicia, con la opinión pública, con la ideología y la religión oficial, con las autoridades locales, con los grupos de interés o de presión. A lo largo de los años, todo este conjunto de instituciones se movilizaba, con una frecuencia y una facilidad cada vez mayores, contra los cristianos, tanto por los judíos como por los paganos.

  1. La paz romana: instrumento de dominación

        Durante el periodo del 30 al 70 dC., el imperio romano continuaba sus esfuerzos para concentrar el poder y la riqueza en Roma. Este proceso ya venía desde el siglo anterior, desde los tiempos de Augusto, cuando acaeció el turbulento cambio de república a imperio. Las guerras civiles habían destruido la economía y el comercio. Era necesario un periodo de paz para poder reconstruir la economía en vista de ulteriores conquistas. Entonces, resultó que “¡La paz que reinaba entre los dioses descendió a la tierra, gracias al emperador!” Así cantaban los poetas. El emperador era venerado como un instrumento privilegiado de los dioses para establecer la paz y la armonía en el mundo. En realidad, el objetivo real de la 'Pax Romana' era legitimar y expandir el dominio romano en el mundo, favorecer el comercio internacional, garantizar la cobranza tranquila de los impuestos y tributos y, por consiguiente, intensificar la concentración de la riqueza y el poder en Roma.

Resultado: esclavitud creciente en las periferias y exceso de lujo en los centros de poder, sobre todo en Roma (Apocalipsis 18,9-20). De un lado, sufrimientos y revueltas. Del otro, insensibilidad, alienación y aflojamiento de costumbres (Romanos 1,18-32). Pablo define bien la situación cuando dice: “ellos mantienen a la verdad prisionera de la injusticia” (Romanos 1,18).

  1. ¿Cómo sobrevivir en un sistema que amenazaba de muerte?

        El imperio romano detentaba el poder absoluto y utilizaba la polis griega para alcanzar sus objetivos de expansión y dominación. La cultura era helenista, el gobierno era romano. Mientras las Comunidades cristianas no interferían los intereses del Estado, podían vivir y crecer. Pero cuando presentaban cualquier amenaza para el poder, comenzaban a ser perseguidas sin piedad.

        Como entre los judíos y así también entre los cristianos las opiniones estaban divididas respecto a qué posición tomar frente al imperio. Había quienes procuraban evitar los conflictos y estaban a favor de la obediencia a las autoridades. Pensaban que toda autoridad venía de Dios. Esta opinión se trasluce en la carta a los romanos (Romanos 13,1-7). Otros, especialmente después de la persecución de Nerón, veían en el imperio la encarnación del mal. Rechazaban cualquier posibilidad de entendimiento. Esta posición está en el libro del Apocalipsis (13,18; 17,9).

        El Apocalipsis conserva el recuerdo de las persecuciones que no dejaban libertad a los cristianos (Apocalipsis 13,16-17). Por eso, para poder sobrevivir y no ser aniquilados, las comunidades cristianas trataban de adaptar su organización dentro de las posibilidades que las leyes del imperio les ofrecían. Las instituciones romanas que tuvieron gran influencia en la organización de las comunidades en este periodo son dos: la Domus, Casa y el Collegium, Asociación.

  1. La Casa como lugar donde la comunidad se reúne

        La palabra ‘casa’ aparece con una cierta frecuencia en la organización de las primeras comunidades. Varias veces se habla de la Iglesia que se reúne en casa de fulano o fulana (Romanos 16,5.15; 1 Corintios 16,19; Filemón 2; Hechos 16,15; Colosenses 4,15). O cuando una persona se convierte se refiere a “ella y toda su casa” (Hechos 16,15.31; 18,8; 1 Corintios 1,16).

-          La Casa indicaba la unidad básica de la sociedad. Producía todo lo que se necesitaba para vivir y sobrevivir. Para pertenecer a la “casa” de alguien no era necesario tener lazos de sangre. Todos los que en ella vivían eran considerados de la casa: mujer, hijos, parientes, amigos, empleados, esclavos. Había una cierta semejanza entre casa y clan. El clan era la unidad básica del pueblo de Israel. Quedarse sin casa (paroikos), como dice la carta de Pedro (1 Pe 1,1), en cierto sentido era peor que el ser esclavo, porque el esclavo tenía “casa”, tenía raíz, tenía identidad. El migrante no tenía nada de eso.

-          La casa representaba el sistema patriarcal. El Padre o Patriarca era como un rey con poder absoluto dentro de la casa. Este poder tenía tres dimensiones: el dominio sobre los hijos, el dominio sobre los animales, los esclavos y las cosas, y el dominio sobre la mujer. Con todo había casamientos en que la mujer permanecía independiente. Era la mujer quien organizaba y administraba la casa. Era la “matrona”.

-          La casa tenía una dimensión religiosa. El universo entero era visto como una copia de la casa. Era la Casa de Dios. Leyes estables rigen el universo y producen el orden de la naturaleza que garantiza a todos la vida: la sucesión de los días y las noches, de los meses y los años, el ciclo del sol y de la luna, la secuencia de las cuatro estaciones. De la misma manera, leyes estables deben regir la Casa en la tierra, tanto la casa del padre que es la familia, como la casa del emperador que es el imperio. Quien no acepta la ley de la casa está en contra del orden que Dios creó. Así, la autoridad del padre de familia y la del emperador era legitimada por la religión.

-          Entre los cristianos, con todo, la casa adquiere un nuevo sentido. El hecho de que ellos se reunían en la Casa de fulano o de fulana, no quiere decir que la comunidad reproduzca la autoridad de la Casa romana, del imperio, sino que significa que Dios es mirado como Padre de familia y que solamente a El le cabe la potestas o el dominium y la manus. De este modo, desaparecía el poder absoluto tanto del padre de familia como del emperador. Además considerando a la comunidad como a su Casa, los cristianos encontraban en ella su raíz, su identidad. Era el nuevo lugar de inserción dentro de la convivencia humana. En cuanto a la manera de organizarse la comunidad dentro de la casa, esto se explica mejor a partir de la institución del Collegium.

  1. El “Collegium” y su influencia

        La palabra collegium indicaba la asociación de personas de una misma categoría. Era lo que en griego se llamaba politeuma. Tales asociaciones eran reconocidas jurídicamente y servían para ayudar a las personas de una u otra categoría a defender sus derechos dentro de la ciudad (polis). Por ejemplo, personas de la misma profesión: panaderos, herreros, tenderos, etc. Existía también el collegium de los pobres para garantizar un buen entierro, y el collegium que se creaba para hacer fiestas y comer bien. Y había aún la organización de los extranjeros en collegium alrededor de su fe y de su Dios.

        La institución de la casa sustenta el régimen patriarcal. La del collegium representa una tendencia más democrática de organización podía ser de esclavos y de libres, de hombres y de mujeres, de negros y de blancos, de ricos y de pobres. Tenía una tendencia más igualitaria.

        La institución collegium tenía una dimensión religiosa. Los que se reunían en collegium siempre tenían un dios como factor de unión. Una especie de cofradía con su santo Patrono. Así, durante muchos años, las sinagogas de los judíos de la diáspora se organizaban como collegium o politeuma para defender sus derechos y garantizar la observancia de la Ley de Moisés.

        Esta experiencia secular de los judíos fue de mucho provecho para los cristianos y los ayudó a crear un estilo legal que les permitía vivir su fe. Los cristianos, como los judíos, utilizaban la institución del collegium para organizar, con cierta autonomía, las diversas iglesias domésticas, en las que convivían “judíos y griegos, esclavos y libres, hombres y mujeres” (Gálatas 3,28). Las comunidades o iglesias domésticas ofrecían una casa, un lugar para los sin casa, los migrantes y los excluidos de la sociedad de la época.

CONCLUSIÓN

                Origen judío, cultura griega e intereses del imperio romano. Vimos cómo estas tres fuerzas intervenían en la vida de las comunidades cristianas. Intervenían hasta el punto de tocar las cosas más íntimas y las relaciones más profundas tanto de la vida como de la fe. Causa admiración y santa envidia el equilibrio y el coraje con que aquellos primeros hermanos y hermanas nuestras supieron enfrentar el problema. Muy probablemente, ellos no eran mejores ni más santos que nosotros. Pero sin duda, supieron ser muy creativos. Nos desafían a tener actualmente, aquí en América Latina, la misma creatividad, la misma libertad, el mismo coraje, la misma fe en la presencia viva de Jesucristo en nuestras comunidades, en las que actúan e intervienen las mismas fuerzas.

                En efecto, los intereses del imperio neo-liberal penetran hoy todos los sectores, tanto de la vida como de la fe y encuentran sus defensores dentro de las iglesias, desde los más altos cargos hasta los fieles más humildes. ¡El conflicto cultural está a la vista! Felizmente, fueron los mismos obispos reunidos en Asamblea en Santo Domingo, quienes llamaron la atención de todos hacia la necesidad de la inculturación de la Buena Noticia y nos convocaron para el difícil y tan necesario esfuerzo de encarnar el mensaje de Jesús en las culturas oprimidas. Juntamente con la atención de las exigencias y las ambivalencias de las culturas, aparece hoy una atención mayor de la historia: el pasado y los orígenes tanto de los pueblos como de las personas. Porque está escondida en el pasado la llave que abre la puerta del futuro. Que el testimonio de las primeras comunidades nos provoque, nos ayude y nos oriente en la Nueva Evangelización y en la búsqueda de nuevos caminos para la Vida Religiosa en este fin del milenio.



3ª VENTANA: LA VARIEDAD

EN LA DOCTRINA Y EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES



A. FACTORES QUE HACÍAN APARECER DIFERENCIAS

                A lo largo de los años 30 a 70 comienzan a aparecer diferencias entre las comunidades. Como vimos, la semilla de estas diferencias ya estaba en la tierra desde el comienzo, desde antes de la venida de Jesús. Varios factores contribuyeron a que ellas comenzasen a aparecer y crecer a lo largo de los años.

  1. Variedad de tendencias en el judaísmo

        Después del exilio surgieron diversos proyectos de reconstrucción del pueblo. Unos querían restablecer la monarquía. Otros, que se aplicase la Ley de Moisés sin la monarquía. Otros deseaban una mayor apertura, querían que el pueblo fuese Siervo y Luz de las Naciones. Prevaleció el proyecto de Nehemías y Esdras, que proponían la reorganización basada en la estricta observancia de la Ley, en el culto centralizado en Jerusalén alrededor del Templo y la preservación de la pureza de la raza. A pesar de ser hegemónica, esta tendencia nunca consiguió la adhesión de todos. Las otras tendencias continuaban activas, aunque medio clandestinas. Además, dentro del propio movimiento de observancia surgieron varios grupos, cada uno con la pretensión de ser más observante que el otro: ‘hassidim’, fariseos, esenios, zelotes. Así, ya en las puertas del Nuevo Testamento existía en el judaísmo una variedad muy grande de grupos y tendencias. Estas mismas tendencias, de una manera u otra, continúan activas en las comunidades cristianas.

  1. Variedad de culturas y distancias geográficas

        En el mosaico del imperio romano, era grande la variedad de razas, lenguas, costumbres y religiones: Los Gálatas, por ejemplo, eran migrantes, que habían llegado de Europa, de la Galia. Tesalónica era una ciudad de ex-combatientes romanos; Alejandría, una metrópoli multiracial de cultura egipcia-helenística-judía. Antioquía, la capital de Siria la parte oriental del imperio, tenía una población helenista. Corinto era un centro comercial entre dos puertos, reconstruida por los romanos con una población heterogénea, en su mayoría de esclavos. Roma tenía alrededor de un millón de habitantes, llegados de todas las regiones del imperio. Los habitantes de Jerusalén eran judíos, provenientes de casi todas las partes del mundo. En aquel tiempo las comunicaciones eran diferentes de las actuales. Desde Jerusalén a Roma son casi tres mil kilómetros. No había asfalto ni buses. No había teléfono ni radio. Se viajaba a pie o en barcos. Así mismo, a pesar de las dificultades y de las distancias (2 Corintios 11,25-26) había comunicación entre las comunidades (1 Corintios 1,11; 1 Tesalonicenses 3,6).

        Por las diferentes condiciones de vida, era imposible que las comunidades tuvieran todas el mismo rostro. Era como hoy. Por ejemplo, en las comunidades indígenas la manera de realizar las celebraciones de la Palabra es diferente que en las ciudades. Una capilla del interior de la provincia, tiene adornos diferentes a la de una capilla urbana. Una misa en rito afro tiene que ser diferente a una misa cantada en un monasterio de clausura.

  1. Variedad en la historia de cada comunidad

        Cada comunidad tiene su historia. Ninguna se repite. La de Tesalónica nació en medio de la contradicción y la persecución (17,5-9). La de los Gálatas surgió debido a una parada forzosa durante el segundo viaje de Pablo, que quedó enfermo cuando pasaba por la región (16,6; Gálatas 4,13-15). La de Antioquía nació por iniciativa de algunos cristianos anónimos de Chipre y de Cirene, que huyeron de la persecución de Palestina (Hechos 11,19-21). Estas historias diferentes tuvieron su influencia en la vivencia y la organización de las comunidades. La comunidad de Filipos, por ejemplo, era coordinada por Lidia (16,15.40). Las de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia por un grupo de personas de más edad, llamadas ancianos (14,23). Una comunidad fundada por Pablo entre los griegos era diferente que la comunidad de Jerusalén, coordinada por Santiago (21,20-21).

        De acuerdo con las necesidades y la cultura del lugar, surgían ministerios y servicios diferentes: diáconos, profetas, evangelistas, presbíteros y obispos. O surgían nombres diferentes para los mismos ministerios. Era como hoy: animadores, coordinadores, encargados, líderes, responsables y directores. Son nombres diferentes para los mismos servicios, o servicios diferentes de acuerdo con las necesidades del lugar. Una parroquia urbana tiene y debe tener una organización diferente de una parroquia campesina.

  1. Los variados centros de irradiación

        Al comienzo, el centro de irradiación pastoral era Jerusalén en Judea (8,1). Poco a poco, crece la influencia de Antioquía en Siria (11,19.26; 13,1-3). Más tarde surgen otros centros de irradiación: Éfeso en Asia Menor; Roma en Italia; Alejandría al Norte de África; Corinto en Grecia. Cada uno de estos centros tenía su modo de vivir la fe, su forma de anunciar la Buena Noticia y su costumbre de celebrar la presencia de Jesús. Había también centros de irradiación unidos a ciertas personas. Por ejemplo: la línea de Pablo, la de Pedro, la de Santiago y la de Apolo (1 Corintios 1,12; Hechos 15,13-21; 21,16-25).

        Actualmente tenemos muchos centros de irradiación pastoral que orientan a las comunidades. Algunos orientan a través de publicaciones. Otros se abren paso a través de una determinada línea pastoral. Existen centros oficiales como la CEE (Conferencia Episcopal Ecuatoriana, la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos/as), el CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana), la CER (Conferencia Ecuatoriana de Religiosos/as). Hay centros creados a partir de necesidades del pueblo: CLAI (Conferencia Latinoamericana de Iglesias), CEBs, DD.HH. (Derechos Humanos)…

B. LA VARIEDAD DE DOCTRINA EN LA ORGANIZACIÓN

                Al comienzo, entre los años 30 al 70, las diferencias creadas por estos y otros factores aún eran pequeñas, pero continuaban creciendo como crecen las ramas de un árbol. El árbol, por su propia naturaleza, desenvuelve un equilibrio de fuerzas que permite sustentar el peso de las ramas hacia todas las direcciones. La variedad de ramas hace aparecer la belleza del árbol de la Iglesia. Vamos a ver cómo esta variedad se manifestaba en algunos puntos bien centrales de la doctrina y de la organización de las primeras comunidades.

  1. La variedad en la transmisión de las palabras de Jesús

        Mateo dice que quien escucha y observa las palabras de Jesús “es como el hombre prudente que construyó su casa sobre la roca” (Mateo 7,24). Lucas escribe diferente. Dice: “es como el hombre que construyó su casa, cavó profundamente y colocó los cimientos sobre la roca (Lucas 6,48). Lucas cambió porque el pueblo para el que escribía, no acostumbraba a construir sus casas sobre roca. Ellos cavaban la tierra y construían cimientos. Lucas adaptó las palabras de Jesús a la cultura de su pueblo. Hay muchos ejemplos de este tipo.

        En el evangelio de Marcos, a la hora de la muerte de Jesús, el soldado dice “Realmente, este hombre era hijo de Dios” (Marcos 15,39). En el evangelio de Lucas, dice: “Realmente este hombre era un justo” (Lucas 23,47). Cada evangelista tiene su propio objetivo, dentro del cual arregla y adapta sus informaciones sobre Jesús. Marcos tiene por objetivo anunciar la “Buena Noticia de Jesucristo, hijo de Dios” (Marcos 1,1). Este anuncio se completa a la hora de la muerte. El pagano lo reconoce y dice: “Realmente, este hombre era el hijo de Dios”. Lucas presenta a Jesús como modelo del Justo, tal como lo describe el libro de la Sabiduría (Sabiduría 2,1-20; 3,1-6; 4,13-16). Quien entrega su vida hasta la muerte se transforma en Justo.

        La preocupación de los primeros cristianos no era tanto la fidelidad a la letra, sino la fidelidad en vivir la Palabra en la situación concreta. Por eso, se tomaban cierta libertad en la transmisión de las palabras de Jesús, para que las personas pudiesen percibir el alcance para su vida. Era una fidelidad creativa.

  1. Variedad en la interpretación del Antiguo Testamento

a).   La figura de Abrahán

        Pablo enseña que no es por las obras de observancia de la Ley que nos transformamos en justos delante de Dios, sino por la fe en Jesucristo. Invoca el ejemplo de Abrahán y dice que Abrahán fue justificado no por sus obras, sino por la fe, pues tuvo el coraje de creer en la promesa de Dios contra toda esperanza, encontrando que era posible el nacimiento de un hijo de él y de Sara (Cf. Romanos 4,1-25).

Santiago, por el contrario, insiste en decir que “el hombre es justificado por las obras y no simplemente por la fe” (Santiago 2,24). Y pregunta al lector: “¿Quiere ver cómo la fe sin obras no tiene valor?” (Santiago 2,20). Y el ejemplo que coloca es el de Abrahán (Santiago 2,14-26). “Cuando nuestro padre Abrahán ofreció su hijo Isaac sobre el altar, ¿no fue por las obras que se convirtió en justo? Por ahí ustedes pueden ver que la fe cooperó con las obras de él y que por las obras esa fe se volvió perfecta” (Santiago 2,21-22).

La diferencia entre los dos no proviene del texto del Antiguo Testamento, ya que era el mismo para ambos. La diferencia venía de los pies: cada uno vivía en un ambiente diferente. Pablo, en las ciudades griegas en contacto directo con los gentiles convertidos. Santiago, en el ambiente palestino en contacto con los judíos convertidos, fieles a sus tradiciones. El lugar donde están los pies es lo que más influye sobre el modo de pensar de alguien. ¡Hasta hoy!

b).   “Tú eres mi Hijo, hoy te engendré” (Salmo 2,7)

El Nuevo Testamento aplica este texto a Jesús, pero con sentidos diferentes: En el discurso de Pablo a los judíos de Antioquía de Pisidia, para significar la resurrección de Jesús (Hechos 13,33). En la carta a los Hebreos, para significar que Jesús es el Hijo de Dios (Hebreos 1,5). Y en los evangelios, para significar la voluntad de Dios Padre respecto a la misión de Jesús manifestada en el Bautismo y en la Transfiguración (Marcos 1,11; 9,7). ¡Filiación divina, Misión aquí en la tierra, Resurrección! Tres significados diferentes, uno al lado de otro, dentro del mismo Nuevo Testamento.

                Aquí también, la diferencia no viene del texto, sino de los ojos de quienes leen e interpretan el texto. Viene de la Cristología diferente que ya existía en varias comunidades. Para unos, Jesús es el Hijo de Dios antes del nacimiento. Para otros, la filiación divina solamente aparece claramente en la resurrección (Romanos 1,4). Para otros aún, esta fe pascual influye en la manera de comprender y describir el bautismo y la transfiguración (2 Pedro 1,17).

  1. Variedad en la interpretación de la muerte de Jesús

        El evangelio de Marcos, en la descripción de la muerte, pone en evidencia el abandono de Jesús por parte de todos. Jesús es abandonado por los discípulos que huyen (Marcos 14,50), por el pueblo que pide su condena (15,8-13), por los jefes que se burlan y provocan (15,31-32). Es abandonado hasta en la más elemental comunicación. Cuando Jesús reza: “Elí, Elí” (15,34), los transeúntes piensan que es un pobre desgraciado que, como todo el mundo, en la hora del aprieto, invoca al profeta Elías, el santo de los imposibles (Marcos 15,35). Jesús es abandonado hasta por el Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (15,34). Para Marcos, es en esta figura humana trágica, torturada, abandonada por todos, en la que se revela la divinidad de Jesús. “Realmente, este hombre era el Hijo de Dios” (15,39).

        En el evangelio de Juan, por lo contrario, Jesús muere como Señor de la vida y de la muerte, que entrega libremente su vida. “Nadie me la quita, la doy libremente. Tengo el poder de entregarla y de retomarla” (Juan 10,18). En Juan, Jesús no sufre la agonía en el Huerto. El comanda los hechos y los provoca (14,31). En la hora de la prisión, es El quien permite a los soldados que lo prendan, después de hacerlos caer en el suelo al decir “Yo Soy” (18,5-6). Antes de entregarse, cuida la vida de sus amigos (18,8-9). Jesús es el Rey que permite que su vida se entregada (18,33-37). Cuando sube a la cruz, es como si subiese al trono real desde donde va a reinar sobre la humanidad (19,19). Hasta el último momento, tiene la conciencia de su misión (19,28). “Y para que se cumpliese la Escritura hasta el fin, El dice: “Tengo sed” (19,28). Después que cumplió totalmente la voluntad del Padre, podía decir: “Todo está consumado”. Ahí, es Él quien entrega su espíritu y devuelve al Padre la misión recibida (19,30).

        Son dos maneras bien distintas de ver a Jesús. Una, que insiste en su humanidad, en su igualdad con nosotros, especialmente con los más pobres y desfigurados. Otra, que insiste en el poder victorioso de Jesús sobre las fuerzas de la muerte que arruinan su vida. Las dos se completan y se enriquecen mutuamente. Las dos son importantes para la vivencia del Evangelio. Impedir esta variedad perjudicaría no solamente la verdad sobre Jesús, sino que mutilaría la propia vida humana.

  1. La Cristología: los títulos de Jesús

        En el Comentario 4 del libro “Seguir a Jesús en los Evangelios”, vimos los títulos que los cristianos daban a Jesús. Algunos de estos títulos merecen ser destacados debido a la frecuencia con que aparecen y por razón de la cristología que representan.

a)       Jesús: el Hijo del Hombre

        Es el título que Jesús más usaba para sí mismo y que nosotros menos usamos respecto a El. La expresión “Hijo del Hombre” aparece 77 veces en los evangelios, una sola vez en los Hechos (7,56), y ninguna vez en los demás escritos del Nuevo Testamento. Este título proviene del Antiguo Testamento, donde aparece con dos sentidos aparentemente opuestos: uno en Ezequiel y otro en Daniel.

        En Daniel aparece en una de las visiones apocalípticas, en la que el profeta describe los imperios de los Babilonios, Medos, Persas y Griegos. Estos cuatro imperios tienen ahí una apariencia de “animales monstruosos” (Daniel 7,3-8). Son imperios animalescos, brutales, que persiguen y matan (Daniel 7,21.25). Después de estos reinos inhumanos, aparece el Reino de Dios que tiene una apariencia no de animal, sino de “un Hijo de Hombre”. Osea, es un reino con apariencia de gente, reino humano, que promueve la vida (Daniel 7,13-14). Aquí en Daniel la figura de Hijo del Hombre representa al Pueblo de Dios, “el Pueblo de los Santos del Altísimo” (7,18.27). La misión que el Hijo del Hombre recibe es la misión de todo el Pueblo de Dios. Consiste en realizar el Reino de Dios que es un reino humano, reino que no destruye la vida sino que la promueve.

        Usando el título Hijo del Hombre, Jesús asume esta misión y no la asume solo. Al presentarse como Hijo del Hombre está diciendo a sus discípulos y a todos nosotros: “¡Vengan conmigo! Vamos a realizar la misión que Dios nos dio. Vamos a realizar el Reino que El soñó. Esta misión no es solamente mía, es de todos nosotros.

En Ezequiel el título Hijo del Hombre aparece más de noventa veces. Es Dios, que sin parar llama “Hijo del Hombre” al profeta. Aquí la expresión indica el aspecto humano del profeta. La Biblia pastoral lo traduce acertadamente por Criatura humana. Usando este título, Jesús acentúa su condición humana, es igual a nosotros en todo menos en el pecado (Hebreos 4,15; Filipenses 2,7).

b)       Jesús: el Siervo

        Desde el exilio, este título estaba asociado a la figura del Siervo de Yahvé, que aparece en los cuatro cánticos de Isaías (42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). En él se manifiesta la nueva conciencia de concebir la misión del pueblo de Dios como un servicio a la humanidad. El contexto de los capítulos 40 a 55 del libro de Isaías deja bien claro que el Siervo es el pueblo (41,8-9; 42,18-20; 43,10; 44,1-2; 44,21; 45,4; 48,20; 54,17). La figura del Siervo era un espejo en el que el pueblo descubría su misión.

        Jesús miró este espejo y se guió por él en la realización de su misión. Instruido por el Padre y por los pobres recorrió los cuatro pasos de los cuatro cánticos y realizó el ideal del Siervo (Mateo 20,28). De este modo, El se convirtió en la clave definitiva de interpretación de los cuatro pasos de los cuatro cánticos de Isaías. Así los entendían y releían los primeros cristianos. Para ellos, Jesús era el Siervo (Hechos 3,13.26; 4,27.30; Marcos 10,34). Usando textos de los mismos cánticos, procuraban explicar el significado de Jesús para sus vidas y para su misión (Mateo 12,18; Marcos 9,35; Lucas 1,38.48).

c)       Jesús: el Cristo

        Cristo es una palabra griega que traduce la palabra hebrea Mesías. Ambas significan Ungido. Al contrario que Hijo del Hombre, es el título menos usado por el mismo Jesús y el más usado por los cristianos. Fue tan frecuente, que llegó a ser un nombre propio. El nombre de Jesús de Nazaret pasó a ser Jesucristo.

        En el tiempo de Jesús, todos esperaban la llegada del Reino, la venida del Ungido, del Mesías (Marcos 8,29). Pero no todos lo esperaban de la misma manera. Unos esperaban un Mesías rey, hijo de David (Marcos 10,48; 12,35), que vendría a combatir a los romanos (Marcos 13,22; Mateo 4,9). Otros, un Mesías sacerdote, el “Santo de Dios” (Marcos 1,24), o un Mesías doctor de la Ley, que vendría a enseñar lo que faltaba saber sobre la Ley (Juan 4,25). Otros un Mesías juez, para ejercer el juicio (Lucas 3,7-9), o un Mesías profeta para guiar al pueblo como un nuevo Moisés (Juan 6,14 y Deuteronomio 18,15). Nadie esperaba un Mesías siervo. Por eso, el título Cristo, Mesías o Ungido, tenía ambivalencia. Manipulado por la ideología dominante, era asociado al mesianismo regio y nacionalista. Jesús siempre evitó usarlo para no ser mal interpretado. Aún en la hora del juicio, interrogado explícitamente por sus acusadores, no se pronunció claramente (Mateo 26,64).

        Con todo, después de la resurrección, pasó a ser el título más usado, especialmente por Pablo. Aparece más de 500 veces en los escritos del Nuevo Testamento. Indica que Jesús recibió la unción para ser aquel en quien Dios realizó todas sus promesas. En Cristo y por Cristo se da al pueblo el gran don del Espíritu Santo. El título Cristo indica el misterio de la presencia de Jesús en la vivencia de la fe. En las cartas más tardías llega a dimensiones cósmicas: todo fue creado en El, por El y para El (Colosenses 1,16).

d)       Jesús: el Señor

        El título Señor, junto con el de Cristo, es el primer nombre que se lo da a Jesús después de su resurrección. En el día de Pentecostés, Pedro declara solemnemente: “Que todo el pueblo de Israel quede sabiendo con toda certidumbre: a este Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo hizo Señor y Cristo” (Hechos 2,36). Aparece más de 140 veces solo en el Nuevo Testamento. Se convirtió en el nombre más común de Jesús, que pasó a ser llamado Nuestro Señor.

        Señor es la traducción del nombre Adonai. En la Biblia hebrea, Adonai es el nombre más frecuente de Dios. Después del exilio los judíos, por causa de una interpretación demasiado rígida del segundo mandamiento que prohíbe usar en vano el nombre de Dios (Éxodo 20,7; Deuteronomio 5,11), y por un respeto exagerado inspirado en las leyes de pureza legal, sustituyeron el nombre Yahvé por Adonai que significa Señor. El nombre Yahvé aparece seis mil veces en el Antiguo Testamento. Su sentido es explicado en ocasión de la vocación de Moisés (Éxodo 3,11-15). Es el corazón de la Revelación. Sugiere, evoca y afirma la presencia amiga y liberadora de Dios en medio de su pueblo y en cada uno de sus miembros: “Yo estaré contigo” (3,12). En otras palabras, aplicando este nombre a Jesús, los primeros cristianos expresaban su fe de que Jesús resucitado es la prueba de que Dios continúa siendo Yahvé, esto es, presencia liberadora en medio de su pueblo.

        Y no era solamente esto. En aquel tiempo, Señor era un título imperial. Su aplicación a Jesús traía consigo ciertos riesgos, ya que el único Señor del mundo era el emperador de Roma. Especialmente después del año 70, en la medida en que crece la hostilidad del imperio contra los cristianos, crece también el riesgo de persecución para todos los que proclamaban que Jesús era el Señor. El uso de este nombre asume una dimensión aún más política en el Apocalipsis, que insiste en decir que Jesús es el “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19,16; 17,14).

e)       Jesús: el Hijo de Dios

        Este título, tan importante para nosotros, es muy poco usado en el Nuevo Testamento. Menos de cinco veces. Inicialmente era un título común. ¡Todos somos hijos de Dios! Recién después del año 100 los cristianos profundizarán todo su significado y confirmarán de qué manera Jesús era Hijo de Dios.

  1. La variedad en la manera de ver y de organizar la Iglesia

a)       La figura de Pedro

        En el evangelio de Marcos, Pedro aparece como líder del grupo de los doce (Marcos 1,16; 2,16; 5,37; 8,29; 9,2.5; 10,28). Sin embargo, Marcos no tiene miedo de conservar críticas fuertes a la persona de Pedro (Marcos 8,32; 14,30.37.66-72). En el evangelio de Lucas se omiten los pasajes más duros de Marcos. Por ejemplo, Pedro no es llamado Satanás (Lucas 9,20-22). Además de eso, Pedro es objeto de oración especial de parte de Jesús, para que pueda confirmar a sus hermanos en la fe (Lucas 22,31), y Jesús fija su mirada en Pedro en el momento de la traición (Lucas 22,61). En el evangelio de Mateo, permanece la expresión 'satanás' (Marcos 16,23), pero añade el texto en que Jesús lo establece a Pedro como piedra y fundamento de su Iglesia (Mateo 16,17-19). Esta diferencia en la presentación de la figura de Pedro en los evangelios sinópticos refleja la evolución que existió en la Iglesia con relación al ministerio de Pedro. Conservando textos, en que Jesús llama a Pedro de Satanás, las comunidades relativizan el poder ejercido por Pedro. Llaman la atención de los fieles para no confiar demasiado en los hombres, porque su fe depende ante todo del mismo Jesús.

b)       Liturgia y celebración diferente

        No existía una forma única de celebrar la presencia viva de Jesús en las comunidades. Por ejemplo, las comunidades de Mateo rezaban el Padre nuestro de un modo (Mateo 6,9-13), mientras que las de Lucas lo rezaban de otro (Lucas 11,2-4). También había diferencias en el modo de celebrar la Cena del Señor, la Eucaristía. Marcos y Mateo conservan las palabras de Jesús de una manera (Marcos 14,22-25; Mateo 26,26-29), mientras Lucas y Pablo las conservan de otra (Lucas 22,19-20; 1 Corintios 11,23-25). En la comunidad de Corinto, la celebración de la Cena del Señor se asemejaba a un encuentro fraterno, en que cada uno llevaba comida y bebida. Pablo critica a la comunidad; porque el elemento principal de la Cena, que era el compartir como expresión de igualdad entre todos, estaba siendo negado en los hechos. Y conforme se evidencia en la crítica que Pablo hace de las comidas sagradas de los paganos, parece que en la memoria del Señor Jesús la bendición del cáliz venía antes de la bendición del pan (1 Corintios 10,16-21).

c)       La Iglesia frente al imperio

        En la carta a los Romanos, Pablo pide que los cristianos obedezcan en todo a las autoridades constituidas y explica: “Toda autoridad viene de Dios” (Romanos 13,1). En los Hechos, Lucas trata de mostrar que el imperio no necesita tener miedo de los cristianos. Al contrario de ello solo puede obtener ganancias. Esta actitud bastante acrítica frente al imperio comienza a cambiar cuando, después del año 70, las persecuciones aumentan y se multiplican. Al final del primer siglo, en el libro del Apocalipsis, la posición es totalmente contraria. Se mira al imperio como vómito de Satanás (Apocalipsis 12,15-16).

RESUMEN Y CONCLUSIÓN

                Entre los años 30 al 70, cada comunidad expresaba su fe a su estilo, de acuerdo a su cultura. A pesar de las graves tensiones internas de convivencia entre judíos y gentiles, los primeros cristianos no tuvieron miedo a las diferencias. Supieron acogerlas e integrarlas. Encarnaron la Buena Noticia en sus culturas y descubrieron la variedad y la riqueza tanto de la Buena Noticia como de las culturas. Combatían el error y la doctrina falsa para que no pervirtiese el sentido del Evangelio y de la vida (Gálatas 1,6-10). Pero no se daba la imposición del mismo esquema de pensamiento o de una forma única de expresión doctrinal de la vivencia del mismo Jesús. Fueron plurales.

                Había una preocupación por la unidad (Juan 17,1-26). El medio que usaban era el diálogo y el respeto por la variedad de funciones y de ministerios. El diálogo se trasluce, por ejemplo, en el intercambio de puntos de vista en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15,1-29); en las reuniones de Pablo con las “columnas de la Iglesia” para evitar que hubiese “corrido en vano” (Gálatas 2,2; 1,18); en la división del trabajo que resultó de allí (Gálatas 2,6-9) y en la comprensión de personas como Bernabé que supo evaluar y acoger lo nuevo y lo diferente y así atenuar las divergencias y evitar rupturas (Hechos 9,27; 11,19-26).

                El respeto por la variedad de funciones y de ministerios aparece en numerosas recomendaciones de Pablo. El insiste en la importancia de la variedad como expresión de una misma fe, de un mismo bautismo, del mismo Jesús, del mismo Dios (1 Corintios 12,4-30). Se trasluce aún en las palabras y gestos de Jesús que fueron conservadas con esta finalidad. Muchas palabras de Jesús testimonian su apertura a lo diferente y estimulan a los cristianos a tener una actitud igual. El evangelio de Marcos, cuya redacción final se hizo alrededor del año 70, conserva las siguientes palabras de Jesús: “Quien no está en contra mía está a mi favor” (Marcos 9,38-40). Jesús reconoce el bien que existe en los que son de otro grupo. Le dice a un escriba: “No estás lejos del Reino” (Marcos 12,34). Supo acoger el pedido de los gentiles y reconocer que en ellos podía existir más fe que en los judíos (Mateo 8,10). Le dice a la mujer cananea: “¡Oh mujer! Tu hija vive” (Marcos 7,29). Después del año 70, ante nuevos problemas, comienza a surgir una tendencia para limitar y restringir la variedad, y así, conseguir una cierta uniformidad. Al final del siglo primero, había un gran número de doctrinas y religiones venidas especialmente de Oriente, que invadían el imperio romano y se infiltraban también en las Comunidades cristianas. Eran motivo de mucha confusión y exigían una orientación más segura. Además de eso, después de la destrucción de Jerusalén, sobrevivió una única tendencia del judaísmo, la de los fariseos. Estos, durante los años 70 a 100, comenzaron la reconstrucción del judaísmo dentro de los moldes del fariseísmo. Las otras formas ya no existían o fueron eliminadas. Paralelamente a este fenómeno del judaísmo, surge dentro de algunas comunidades cristianas una misma tendencia que se manifiesta en las cartas a Timoteo y a Tito: restringir lo diferente e insistir en la uniformidad. ¡Hasta hoy!

                Para terminar. Todo esto nos hace ver con mayor simpatía, gratitud y respeto a los primeros años de anuncio del mensaje evangélico, y admirar, aún más, cómo estos primeros cristianos supieron ser fieles tanto al Evangelio como a las culturas de los pueblos de la época. El resultado se expresa en la variedad que constatamos entre las comunidades. Este modo de vivir la unidad en la pluralidad produjo una riqueza que hasta hoy aparece en el Nuevo Testamento. Aún no era el punto final. Esto solo va a aparecer al final de la historia. Era apenas una muestra de cómo se podría hacer. ¡También hoy!



ANEXO 3: ORACIÓN MAYA



PREPARACIÓN: Esta oración es de realizar al amanecer: puede hacerse de una manera personal. Para un grupo: Este se dispone en círculo al momento de la aurora. Es necesario haber preparado varios elementos:

-          Las 5 cartulinas de color, cuadradas y grandes que representan los 4 puntos cardinales y la interioridad.

-          Cinco personas levantan las cartulinas, menos la del centro, ubicándose en los 4 puntos cardenales, y las depositan después de haber terminado la oración correspondiente a cada punto.

-          La ubicación es la siguiente: al oriente, el rojo, símbolo del sol y del renacer; al occidente, el negro, símbolo de la luna y de la paz; al norte el blanco, símbolo de la muerte y de las armas; al sur, el amarillo, símbolo del maíz y de la vida, y al centro, el verde, símbolo de la naturaleza y de la plenitud.

-          Una o 2 personas ayudan para cada paso tanto para rezar como para hacer respetar breves momentos de silencio.

MOTIVACIÓN: Para nuestros antepasados, la naturaleza era presencia cercana y manifestación amorosa de Dios. Es la Madre Tierra: de ella venimos, por ella vivimos y a ella volvemos. Acostumbraban hacer una oración simbólica, dirigiéndose a los 4 puntos cardenales y, luego, al centro de una cruz imaginaria que abrazaba todo el universo y todas sus criaturas. Se sentían personalmente vivificados, colectivamente hermanados y agradecidos de estos dones de Dios para una vida mejor.

                Vamos a entrar en esa herencia, hecha de religiosidad y sabiduría, para recibir de la Madre Tierra, del Padre Sol, de la Hermana Luna, las gracias que Dios nos sigue regalando cuando se lo pedimos con fe y en comunidad. Él hará nacer de nuestras manos unidas el mundo que sueña desde el comienzo la creación.

                Mantengamos un silencio abierto al encuentro con el Dios de la vida, mientras nuestra oración va a comenzar. Miramos todos el punto y la lámina que se nos va a señalar.

1. ‘FIJÉMONOS EN EL ORIENTE ROJO’

-          El oriente es la cuna del sol, es la vida que nace y renace sin cesar. El sol es el padre de la vida.

-          El sol es rojo como el parto para dar a luz, es fuego que ilumina y calienta, es la sangre que nos rejuvenece continuamente.

-          El amanecer es fuerza, esperanza, sabiduría, crecimiento, novedad.

Después de un momento de silencio, cruzando nuestras manos en el pecho, rezamos repitiendo:

-          Sol de nuestras vidas/, sangre de nuestras venas/, fuego de nuestro corazón/, energía original/: nos bañas de tu luz/, nos envuelves de tu fuerza/, nos inundas de eternidad/.

-          Haz brotar en nosotros y nosotras/ el anhelo incontenible/ de comulgar con la vida/ que siempre se entrega/ y nunca se acaba/. Amén, así sea/.

2. ‘FIJÉMONOS EN EL PONIENTE NEGRO’

-          El poniente es la alcoba del sol, es reposo después del esfuerzo, es la puerta de la noche, es la paz de la muerte.

-          El negro es un cerrar de ojo, es el descanso del cuerpo, es el final del camino, es la intimidad de la muerte.

-          El anochecer es el sueño apacible, es el silencio del alma, es la entrada en otro mundo.

Después de un momento de silencio, con nuestras manos abiertas hacia adelante, rezamos repitiendo:

-          Hermana noche/, cara escondida y silenciosa de la vida/, descanso que vivifica/, te agradecemos por el don de la paz/, por la protección de tu manto de tinieblas/, por el regalo del tiempo/.

-          Haz brotar en nosotros y nosotras/ el anhelo incontenible/ de hundirnos en la gracia de tus dones/ para ser renovados/ por el corazón de la tierra/. Amén, así sea/.

3. ‘FIJÉMONOS EN EL NORTE BLANCO’

-          El norte es el viento frío, es la corriente helada, es la nieve destructora, es la muerte sin piedad.

-          El blanco es la estepa muerta, es la arena seca, es la destrucción de los hombres del norte, es la borrasca que arrasó con nuestras culturas.

Después de un momento de silencio, con nuestras manos rectas de rechazo, rezamos repitiendo:

-          Tejedor del universo/, enigma de los siglos/, misterio de la historia/, callas ante el silencio de la tumba/, de la muerte del inocente/, el genocidio de nuestros Pueblos/.

-          Haz brotar en nosotros y nosotras/ el anhelo incontenible/ de ser por ti/, el grito de disconformidad/, la voz de los que no han muerto para siempre/, el alma de toda esperanza/, el llamado del futuro. Amén, así sea/.



4. ‘FIJÉMONOS EN EL SUR AMARILLO’

-          El sur es la brisa cariñosa, la fragancia de la naturaleza, el perfume de las mieses, la ternura de las flores, el regalo de las frutas.

-          El amarillo es la esperanza de los pequeños, la unión de los humildes, la fuerza de los pobres, la sonrisa de los rebeldes.

Después de un momento de silencio, con nuestras manos alzadas de alegría, rezamos repitiendo:

-          Madre Tierra/, utopía de los Pueblos/, solidaridad planetaria/, despiertas a los resignados/, sacudes a los cobardes/, resucitas a los desesperados/.

-          Haz brotar en nosotros y nosotras/ el anhelo incontenible/ de forjar una Humanidad nueva/, sin dueños ni señores/, sin siervos ni esclavos/, más sí de hombres servidores/ de mujeres dignas/, en una comunión de hermanas y hermanos iguales/. Amén, así sea/.

5. ‘FIJÉMONOS EN EL CENTRO VERDE’

-          El centro es el alma de las cosas, el corazón de la vida, la plenitud del amor, el eje del mundo.

-          El verde es vitalidad de la naturaleza, esperanza del mañana, fuerza sin términos, fruto de la fraternidad.

Después de un momento de silencio, con nuestras manos juntas en el pecho, rezamos repitiendo:

-          Comunidad total/, convergencia absoluta/, conciencia universal/, centro de nuestras vidas/, somos muchísimos/, y en ti somos una sola mano/.

-          Haz brotar en nosotros y nosotras/ el anhelo incontenible/ de amar juntos/, de caminar juntos/, de luchar juntos/, para ser una misma barca/, una única familia/, una Humanidad nueva/, una sola unidad contigo/. Amén, así sea/.



ANEXO 4: DE LOS AÑOS 63 ANTES DE CRISTO A LOS AÑOS 135 DESPUÉS DE CRISTO



Imperio romano
Palestina
Jesús y las Comunidades
63: Roma invade Palestina


44: Asesinato de Julio César
44-30: Guerra civil en Roma
30: Comienza el Imperio
27 aC.-14 dC.: Octaviano, emperador

57: Revuelta contra Roma desde Galilea
47: Herodes, comandante en Galilea

37-4: Herodes el Grande, rey de Palestina
22-10: Construcción de Cesarea
20: Construcción del Templo
4-39: Herodes Antipas en Galilea
4-6 dC.: Arquelao en Judea, Pascua sangrienta en Jerusalén y destrucción de Séforis










6: Nacimiento de Jesús en Belén
Calendario cristiano


14-37: Tiberio, emperador






37-41: Calígula, emperador


39: Calígula quiere una estatua en el templo de Jerusalén
41-54: Claudio, emperador
41: Claudio expulsa a los Judíos de Roma


51-52: Galió, procónsul en Corinto

54-68: Nerón, emperador





68-69: Galba, emperador
69: Guerra civil en Roma y Vespasiano emperador
70-81: Tito, emperador



90: El cristianismo es declarado ‘religión ilícita’
96-98: Nerva, emperador
98-117: Trajano, emperador
117-132: Adriano, emperador
6: Roma deporta a Arquelao y Judea es provincia romana con gobernadores romanos
17: Construcción de Tiberíades
26-36: Poncio Pilato, gobernador







39: Revuelta en Jerusalén por el decreto de Calígula
41-44: Herodes Agripa, último rey

44:Toda Palestina es provincia romana


52-60: Félix, procurador romano




60-62: Festo, procurador romano

66-73: Revuelta judía


70: Tito destruye Jerusalén

85-90: Sínodo de Jamnia donde se establece el canon de la Biblia judía




135: Revuelta y dispersión de los Judíos




26: Predicación de Juan Bautista
27: Predicación de Jesús y asesinato de Juan Bautista
30: Pasión y muerte de Jesús
34: Martirio de Estaban, conversión de Saulo-Pablo, conversiones en Samaria, Pablo huye de Damasco
35: Pilato masacra a los Samaritanos
37: Persecución de los Judíos de Alejandría (Siria)
40: Fundación de la Iglesia de Antioquía
43: Persecuciones de Agripa y muerte de Santiago en Jerusalén
50: Concilio de Jerusalén
51: Pablo en Corinto y Cartas a los Tesalonicenses
54: Gálatas, 1ª Corintios, Filemón
58: Pablo preso en Jerusalén
58-60: Pablo preso en Cesarea y Cartas Colosenses y de Santiago
60-62: Pablo preso domiciliar en Roma
64-65: Persecución de Nerón y martirios de Pedro y Pablo en Roma



80: Evangelio de Marcos y progresiva separación en la Iglesia y la Sinagoga
85: 1ª de Pedro
90: Hebreos, Mateo, Lucas, Hechos, 2ª Pedro, Efesios, Tito, 1ª y 2ª Timoteo
95: Persecución y Apocalipsis
100: Evangelio y Cartas de Juan
120: Cartas de Judas y 2ª Pedro



Anexo  5 :  I N D I C E   más  detallado  del  folleto  6



Presentación

Una clave de lectura para los temas y comentarios

1ª parte: Comunidad modelo (5 temas y comentarios)

-      Breve historia del comienzo de la Iglesia

-      Hechos de los Apóstoles

  1. Preparar el nacimiento de la comunidad. Con María la madre de Jesús
  2. 2.: Pentecostés: nace la iglesia. La acción del Espíritu Santo en el surgimiento y en la vida de las comunidades
  3. Comunidad modelo. La comunidad modelo de los primeros cristianos
  4. El anuncio del Evangelio. La nueva evangelización y el anuncio hecho por los apóstoles
  5. La expansión a través de la persecución y de los conflictos. Espiritualidad en el conflicto

2ª parte: La Palabra se abre camino (4 temas y comentarios)

-      Breve historia del comienzo de la Iglesia

  1. Organización de las Comunidades. Organización y coordinación de las comunidades
  2. Nueva lectura del mismo pasado. Las comunidades cristianas reinterpretan la Escritura
  3. El martirio: testimoniar la buena noticia. Romper con el templo de la antigua alianza
  4. Expansión a través del crecimiento de la conciencia misionera. La Evangelización itinerante

3ª parte: Las Iglesias en la dispersión (4 temas y comentarios)

-      Las primeras Comunidades frente al judaísmo

-      Cartas a Santiago y a los Gálatas

  1. Coherencia entre fe y vida. La fe de Abrahán
  2. La libertad en Cristo: libres para hacer el bien. “Para ser libres, nos ha liberado Cristo”
  3. El concilio de Jerusalén. El primer Concilio ecuménico
  4. Expansión en respuesta a un llamado. La vida urbana y su influencia en la vida de las comunidades

4ª parte: Las Iglesia en Europa (5 temas y comentarios)

-      Breve historia de las Iglesias en el mundo griego

-      Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses, a los Corintios y a los Colosenses

  1. El testimonio de Pablo. El lugar de las mujeres en la vida de las comunidades cristianas
  2. La parusía: el reencuentro con el Señor. El trabajo
  3. Los carismas. El buen uso del poder
  4. Doctrinas extrañas. Religiosidad popular, doctrinas extrañas, anuncio de la Buena Noticia
  5. Expansión por la defensa de los derechos. Conversión de Pablo y su importancia en la vida de fe

5ª parte: Hasta los confines del mundo (4 temas y comentarios)

-      Breve historia de la Iglesia en Roma

-      Carta a los Romanos y a Filemón

  1. Los dolores de parte de la nueva humanidad. “¿Quién nos separará?”
  2. Retrato de una comunidad. Iglesias domésticas
  3. Una nueva relación con Cristo. La clase social de los primeros cristianos en la época de Pablo
  4. Expansión universal hasta los confines de la tierra. El Evangelio y su inculturación en la historia de los pueblos

Anexos

̵            Presentación de la 1ª parte: Comunidad modelo

̵            La situación de las primeras Comunidades Cristianas

̵            Oración Maya

̵            Índice de todos los temas


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