martes, 10 de julio de 2012

FOLLETO LOS HECHOS 2ª parte


VIVIR  Y  ANUNCIAR  LA  PALABRA:  LAS  PRIMERAS  COMUNIDADES  CRISTIANAS
Folleto  6º :  Los  Hechos  de  los  apóstoles  y  las  Cartas  de  Pablo.
En 3 partes separadas



 2 ª   p a r t e.



“LA VIDA ES TU PALABRA”, 2007. PR.



ÍNDICE

1ª parte: En otro espacio.

Presentación

Una clave de lectura para los temas y comentarios

1ª parte: Comunidad modelo (5 temas y comentarios)

-          Breve historia del comienzo de la Iglesia

-          Hechos de los Apóstoles

2ª parte: La Palabra se abre camino (4 temas y comentarios)

1.       Breve historia del comienzo de la Iglesia

2.       Cuatro temas y comentarios

3ª parte: Las Iglesias en la dispersión (4 temas y comentarios)

3.       Las primeras Comunidades frente al judaísmo

4.       Cartas a Santiago

2ª parte: A continuación.

  1. Carta a los Gálatas
4ª parte: Las Iglesia en Europa (5 temas y comentarios)
2.       Breve historia de las Iglesias en el mundo griego
3.       Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses…
4.       Carta a los Corintios y a los Colosenses.


3ª parte: En otro espacio.



5ª parte: Hasta los confines del mundo (4 temas y comentarios)

5.       Breve historia de la Iglesia en Roma

6.       Carta a los Romanos y a Filemón.

Anexos

-          Presentación de la 1ª parte: Comunidad modelo

-          La situación de las primeras Comunidades Cristianas

-          Oración maya

-          Fechas del tiempo de Jesucristo

-          Índice más detallado del folleto 7 (títulos de los temas y comentarios)



 INTRODUCCIÓN A LA CARTA A LOS GÁLATAS: ‘LEY Y GRACIA’.



                Pablo escribió la Carta a los Gálatas durante el tercer viaje misionero, en el que nuevamente visitó a las iglesias fundadas durante su segundo viaje al Asia Menor (Turquía) y Europa (Grecia). Tal vez la haya escrito en el invierno del 57-58, en la época en que escribió, desde Corinto, la Carta a los Romanos, que parece exponer en forma más sistemática y menos pasional las mismas ideas que en Gálatas.

                Pablo visitó la Galacia, en el interior del Asia Menor, durante el segundo viaje (año 50-52) y en el comienzo del tercero (alrededor del año 54). La primera visita se produjo por casualidad. La intensidad de su acogida se expresa en Gálatas 4,15: “hasta se habrían sacado los ojos para dármelos a mí”. Muy significativo, sobre todo si pensamos que la dolencia de Pablo mencionada en 4,13 fuese de la vista.

A. LOS GÁLATAS

                Los Gálatas son un pueblo desubicado del mapa. Su hábitat estaba en Europa occidental, en Galia (hoy Francia), Galicia (España/Portu“gal”) y Gales (Gran Bretaña). En el siglo 3 aC, parte de ellos fueron atraídos como mercenarios al Asia Menor, la actual Turquía. Allí se quedaron, desarraigados, hablando su lengua “bárbara”, como decían los griegos que dominaban la región.

B. EL PROBLEMA

                En el corto lapso de tiempo transcurrido entre la segunda visita y la carta, la iglesia de los Gálatas, según Pablo, “involucionó”. Los Gálatas deben haber recibido la visita de propagandistas judíos tal vez hasta de judío-cristianos insuficientemente conscientes de la novedad cristiana. Estos seducían a los Gálatas mediante la propaganda por la circuncisión, aunque según 5,3 y 6,13, no observan la Ley integralmente; al final, es más fácil dejarse circuncidar y observar ayunos y fiestas, que observar la Ley en todos los momentos

                Lo que Pablo no acepta, es que alguien propague otro evangelio fuera del que él anuncia, el Evangelio de Cristo. Para quien se adhirió a Cristo, éste es el único camino de salvación, abierto a todos, en cualquier cultura. Pablo, que se hace judío con los judíos, y gentil con los gentiles (Cf. 1 Corintios 9,20-21), no admite que se obligue a los gentiles a hacerse judíos para recibir la salvación que viene de Dios. En Cristo, no existe esa cuestión de ser o no judío. Es una u otra cosa: o la salvación se da por Cristo, para todos, prescindiendo de la Ley, o se da a través de la Ley para los que se le someten. En este último caso, Cristo sería superfluo.

                Si los cristianos de Galacia fuesen de tradición judaica, su “tentación” de adoptar la Ley sería bastante comprensible: el apego afectivo a su tradición es una cuestión cultural. Pero siendo gentiles, que nada tenían que ver con las costumbres judías, el hecho de adoptar la circuncisión y otras obligaciones del judaísmo, era particularmente chocante. Es como si fuese un regreso a la idolatría de su pasado pagano: volver a cosas meramente humanas, en detrimento de la libertad ofrecida por Dios en Cristo (4,8-11). Era como si esquimales que hoy reciben el Evangelio, mañana se esforzasen por aprender el latín o el canto gregoriano, pensando que en estas hermosas tradiciones de la cristiandad occidental, se encuentra la salvación…

                ¿Cómo se explica ese retroceso de los Gálatas? Puede ser que esos Gálatas desarraigados, después de ser liberados por Pablo de su paganismo, se impresionaran con la riqueza de la tradición judaica que los judaizantes les hicieron conocer. En cierto modo, los hermosos ritos del judaísmo eran más acogedores que el despojado mensaje cristiano, “escándalo para los judíos y locura para los gentiles” (1 Corintios 1,23). Pero la razón que se transparenta del texto puede ser aún más profunda: los Gálatas sentían necesidad de una religión que les diese “trabajo”, ritos y observancias, que fuese más misteriosos que lo que el simple cristianismo que giraba alrededor del amor. Tal vez sintiesen la necesidad de “hacer algo para Dios…” mientras que El solo desea que amemos a nuestros hermanos (Gálatas 5,14).

                Es difícil dejarse salvar gratuitamente. Dios no está obligando a nadie, y nadie sería capaz de pagar la salvación que El ofrece en Jesucristo. Los Gálatas fueron llamados de gracia (1,6.15; Cf. 5,4). Eso no se paga. Eso se recibe, adhiriendo a la palabra de Jesús, que irrumpe en la vida de Pablo. Y esta palabra es la palabra del amor, que estamos llamados a practicar, no por obligación, sino libremente, como hijos herederos en el sentido en que Israel fue una vez heredero del patrimonio otorgado por Dios.

C. CONTENIDO Y DIVISIÓN

Introducción: 1,1-5 destinatario, ya anunciando los dos temas de la primera parte: la misión de Pablo (versículos 1-2) y su evangelio (versículo 3-4).

Primera parte: 1,6-2,21

1.       1,6-10:                    Situación. El único evangelio predicado por Pablo fue tergiversado.

2.       1,11-2,10:               La misión de Pablo.

̵            1,11-24:  Pablo recibió de Cristo resucitado la misión de anunciar el Evangelio.

̵            2,1-10:    La salvación es concedida a todos, gratuitamente; los paganos no deben ser sometidos a la circuncisión, como reconocieron Pedro y la iglesia de Jerusalén.

3.       2,11-21:  El evangelio de Pablo, ilustrado por un hecho de vida: Pedro se dejó doblegar por los mismos judaizantes que presionan también a los Gálatas. Pablo mantiene “su presentación del evangelio”: la salvación gratuita acogida por la fe; es necesario optar entre la fe y la “Ley”.

Segunda parte: 3,1-6,18

1.       Introducción. 3,1-5: Delante de Cristo crucificado, Pablo censura a los Gálatas por volver a categorías humanas superadas (la ‘carne’).

2.       El régimen de la fe y de la Ley. 3,6-4,7: Vistos en la historia de la salvación.

̵            3,6-14:    La promesa hecha a Abrahán concierne a Cristo; la salvación prometida, se realiza por el don del Espíritu.

̵            3,15-29: La Ley no es condición para recibir este don, sino instrumento de educación para mostrar el pecado; adhiriendo a Jesús se permanece libre en el Hijo de Dios.

̵            4,1-7:      “En Cristo” se da el paso de la esclavitud del mundo a la libertad de los hijos de Dios, por el don del Espíritu.

̵            4,8-6,10: Exhortación: no volver a la esclavitud; la libertad cristiana.

̵            4,8-20:    Pablo angustiado, porque intentan esclavizar a aquellos a quienes el Evangelio liberó.

̵            4,21-31: Ser libre, “hijo de Abrahán” no según la carne (circuncisión) sino según el Espíritu.

̵            5,1-12:    La nueva vida en Cristo, en la fe y en la caridad.

̵            5,13-25: Oposición radical entre la “carne” y el Espíritu.

̵            5,26-6,10: El Espíritu libera del juramento, volviendo fiel a la Ley de Cristo.

Conclusión: 6,11-18.

D. CLAVE DE LECTURA

                La carta a los Gálatas es rica en temas fundamentales para la comprensión de la vida cristiana: libertad cristiana, fe, “carne” y “espíritu”, tradición (Antiguo Testamento) y novedad cristiana, igualdad en Cristo, frutos del Espíritu, etc.

                En lugar de un puñado de claves de lectura, tomamos la clave maestra, que sirve para todo el conjunto; la irreducible unicidad de la salvación en Cristo, ofrecida gratuitamente por Dios libertándonos de cualquier otro compromiso. Dios entró en la vida de Pablo sin ningún mérito de su parte, por el contrario, ya que Pablo era perseguidor de Cristo. Por eso Pablo no consideraba al judaísmo como camino de salvación. Por otro lado, Jesús fue víctima de la Ley (3,12-13).

D. ACTUALIZACIÓN

                Al hablar de los judaizantes de Galacia, pensamos también hoy en los que tratan de comprar la felicidad y la seguridad aumentando las prácticas religiosas, tradicionales o nuevas. Pero Dios no se deja comprar. La gran Tradición, que se expresó en el Concilio Vaticano 2º, es la de la gracia y la gratuidad, de la fe que es confianza, de la apertura al mundo, de la Ley que se cumple en el amor.

                Pero aún existe otra manera de faltar a la gracia, la de poner su confianza en elementos puramente humanos. En nuestra vida cristiana, el compromiso exclusivo de la lucha por la justicia puede darnos la sensación de que estamos salvando al mundo, de ser nosotros los constructores del Reino de Dios, los libertadores de la humanidad. Corremos el riesgo de olvidar la gratuidad. Ahora bien, los que de verdad se esfuerzan por la justicia como exigencia del amor, no son personas arrogantes, impositivas y autosuficientes. Se reconocen como “alcanzadas por Cristo” (Filemón 3,12), humildes, capaces de recibir y de escuchar, capaces de gracia y de gratuidad.

                La libertad fundamental no es aquella que conquistamos sino aquella que recibimos de Cristo. Es en nombre de esta libertad recibida que luchamos por su encarnación en las estructuras y en las prácticas de nuestra sociedad. Queremos liberación porque ya hemos sido liberados. “Es para la libertad que Cristo nos liberó” (Gálatas 5,1).



 Tema 11: LA LIBERTAD EN CRISTO: LIBRES PARA HACER EL BIEN.



 “Nada me impusieron… solamente que nos recordáramos de los pobres” (Gálatas 2,6.10).

Mensaje

                Un impresionante testimonio de libertad humana nos dio el pianista Rubinstein, cuando tenía “noventa y tantos” años, declaró que en su vida nunca había hecho nada contra su voluntad contrariado. Era un hombre libre.

                Nunca se habló tanto de libertad como actualmente. Esta presente: en la propaganda de cigarrillos, pantalones, gaseosas… “Free” (libre). En la teología (de la liberación). En la política (neoliberalismo). Libertad aparece como una palabra mágica. Por otro lado, no faltan casas religiosas en que no se tiene ni siquiera la libertad de hacer el bien, y eso, no por interferencia de los superiores, sino por el propio conformismo y desconfianza de los/las que ahí conviven.

                Toda la carta revela un gran conflicto. Pablo anunció el Evangelio, la liberación de la antigua esclavitud de los cultos y supersticiones del paganismo, con todo lo que significan de conformismo, de miedo y de sujeción. Por otro lado, surgieron los “judaizantes” diciendo que se está bien con Dios cuando se practica la circuncisión y algunas leyes judaicas. En medio de todo eso, Pablo reclama la libertad de los hijos de Dios, que orientan su vida por la fe exclusivamente, en Jesús y en su Padre y por la práctica de la caridad, que es el fruto de esta fe.

                Para los judaizantes y para los Gálatas que se dejan tentar por el “sistema” de ellos, ser “salvo” o “libre” consistía en observar la Ley hasta en los mínimos detalles. Eso daría una garantía de estar bien con Dios: “Así quiere el patrón…” Pablo dice que la salvación-liberación consiste en la fe/adhesión a Cristo y en sus consecuencias prácticas, la caridad y los frutos del Espíritu. Vamos a sacar de ello un mensaje para nosotros hoy.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

  1. ¿Cómo se vive hoy la libertad, tanto negativa como positivamente?
  2. ¿De qué nos sentimos esclavos nosotros?

Palabra de Dios. Gálatas 5,1-26: La libertad según San Pablo

  1. Según esta lectura, ¿qué es lo que aprisionaba a los Gálatas?
  2. ¿En qué frases aparecen más claramente los mensajes que nos quiere comunicar San Pablo?

Hoy nosotros: Una libertad con responsabilidad

  1. ¿Cómo aplicamos esta lectura a nuestra realidad?
  2. ¿Cómo nos vamos a ayudar para liberarnos de lo que más nos esclaviza?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Demos gracias por las señales de verdadera libertad. Salmo. Canto. Bendición final.



Preparación del próximo encuentro

̵            Leer los textos de Hechos 15 y Gálatas 2,1-14, sobre el “Concilio de los Apóstoles”. Textos de apoyo: Hechos 10. Investigar algo sobre lo que nos dejó el Concilio Vaticano 2º.

̵            Repartirnos las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 11: “Para ser libres, nos ha liberado Cristo” (Gálatas 5,1)

A. “Y EN TUS FRUTOS COSECHARÉ LIBERTAD”

                La carta a los Gálatas a veces es llamada el manifiesto de la libertad cristiana. Conviene entender bien esta denominación. Como expusimos en la introducción a la carta, el problema es la tentación de los Gálatas de seguir las prácticas de la Ley judía. A los ojos de los de fuera, la predicación de Pablo se presentaba como una variante del judaísmo. Los adversarios de Pablo representarían a los ojos de los impresionables Gálatas, el “judaísmo legítimo”, con circuncisión y todo, mientras Pablo pasaría por ser un judío extravagante que predicaba un judaísmo diluido… Tal vez por eso Pablo observe que los propios opositores no cumplen la Ley (5,3; 6,13).

                No se sabe si esos opositores de Pablo eran cristianos “judaizantes” o simplemente judíos en busca de prosélitos (paganos que se convierten al judaísmo). Sea como fuera, a la tentación de adoptar un judaísmo más completo, Pablo opone su evangelio, que es el Evangelio de la salvación por la fe en Jesucristo, y no por las obras de la Ley judía. Ahora conviene definir mejor estos conceptos: fe y libertad.

B. LA FE

                Fe no es la aceptación intelectual de verdades, decir “amén” a las fórmulas del catecismo, sino significa, en primera lugar, adhesión personal y fiel a la persona de Jesús. Si Pablo predica la salvación por la fe, eso no quiere decir un cristianismo que se contente con repetir la profesión de fe, sino un cristianismo práctico, en el que el fiel muestra por la práctica que él adhiere al modo de vida que Jesús le mostró. Esa adhesión práctica, seguimiento a Jesús, es posible porque el Espíritu de Jesús está en el corazón de aquel que a El se adhiere (Gálatas 4,6) y produce sus frutos (5,22-23a).

                Por otro lado, si Pablo dice que las “obras” no salvan, esto no quiere decir que él rechaza la praxis ética, pues la fe “actúa por la caridad” (Gálatas 5,6). El rechaza, sí a las observancias específicamente religiosas o confesionales del judaísmo “ortodoxo” (circuncisión, etc.) a las que se les diera la capacidad salvífica. Eso, basado en dos intuiciones. La primera respecto a su propia historia: él se encontró, en el camino de Damasco, con Cristo resucitado, el Señor vencedor. La segunda intuición viene a completar la primera, este Cristo vencedor fue condenado en base a la Ley de Moisés (Gálatas 3,13; Cf. Deuteronomio 21,23). Por lo tanto, esa Ley está superada, aunque haya servido como “educador” (Gálatas 3,24), para mostrar la necesidad de la salvación.

                La Ley (de Moisés) es entendida por Pablo no como un código de mandamientos éticos, sino como un sistema, hoy diríamos una ideología, que engloba toda la vida. Este sistema ya no sirve, según juzga Pablo. Es esclarecedor ver que Santiago usa ese concepto complexivo de la Ley en el sentido propuesto por Pablo. Santiago, hablando a una comunidad de judeo-cristianos, resalta la coherencia ética de la Ley. Por ejemplo, quien observa el mandamiento relativo al orden matrimonial – ¿y quién se atrevería a infringirlo en aquel ambiente super rígido?– debe también observar el mandamiento “supremo” que es el de la caridad (Santiago 2,8-13). Asumir conscientemente esa coherencia “en Cristo” (Santiago 2,1) nos hace aptos a ser juzgados conforme a la “ley de la libertad” (Santiago 2,12; Cf. 1,25). Pablo, por otra parte, preconiza el mismo mandamiento de la caridad, pero como resumen y sustitutivo de la Ley (Gálatas 5,13). Son dos maneras diferentes de explicar la enseñanza de Jesús sobre el amor como supremo mandamiento que resume toda la Ley (Cf. también Romanos 13,9; Marcos 12,28-34; Mateo 22,34-40; Lucas 10,25-28).

C. LA LIBERTAD

                Para Santiago, la Ley observada coherentemente y “en Cristo”, es una ley de libertad (Santiago 1,25; 2,12); Pablo opone la libertad a la Ley, considerada como sistema de salvación en sí misma (Gálatas 4,21-31). ¿Cuál es esa libertad que según Santiago se encarna en la Ley y según Pablo está libre de ella?

                La solución tal vez nos venga de un tercer teólogo de la joven Iglesia: Juan nos dice que “la verdad nos hace libres” (Juan 8,32). La verdad en Juan, es la adhesión a Dios que se revela en Jesucristo, o también, la fidelidad, la lealtad práctica (Cf. Juan 3,21; 1 Juan 1,6). Esa adhesión y práctica –no muy diferente de la “fe que actúa en la caridad” de Gálatas 5,6 – que nos hace libres: asemejándonos al hijo que, en comunión con el padre, dispone de la casa y por derecho permanece en ella, en oposición al esclavo, que puede ser despedido, vendido, etc. Pablo explica con imágenes semejantes en Gálatas 4,21-30, que ser libre es ser hijo de mujer libre, que es la comunidad de la Nueva Alianza.

                La libertad, en estos textos, no es la libertad “negativa” de nuestro mundo moderno, la ausencia de obligaciones y eventualmente de responsabilidad; no es la mera “libertad de”. Es la “libertad para”, la libertad de quien tiene derecho y por lo tanto responsabilidad sobre la casa y el patrimonio. Pues la casa y el patrimonio son de Dios y de la comunidad. Libertad entonces es sinónimo de responsabilidad, fraternidad, ciudadanía cristiana. En este sentido, la expresión “ley de libertad” de Santiago significa la regla de conducta de esta ciudadanía. Santiago presenta la coherencia de las normas éticas que los judeo-cristianos heredan de sus padres, reinterpretadas “en Cristo”, como instrumento garantizado para ejercer la ciudadanía del Reino; por eso, la ley de la caridad es “ley suprema” (Santiago 2,8).

                Pablo niega que la Ley como sistema farisaico pueda garantizar tal ciudadanía. En este sentido, no produce libertad o salvación de la esclavitud. Pablo propone el mandamiento del amor como norma general para la “fe que actúa en la caridad” (Gálatas 5,6.13), haciendo que ella produzca los “frutos del Espíritu” de Cristo en nosotros (5,22-23), opuestos al egoísmo humano (= carne). En la carta a los Romanos, él resume su visión en esta paradoja: “La Ley del Espíritu de vida te ha liberado de la Ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8,2).

D. LIBRES PARA SERVIR

                En la Biblia, libertad es ante todo libertad “para” – aunque la libertad “de” sea necesaria para que exista la libertad “para”. Es una libertad que abre a la comunidad. No es individualista y solitaria, sino solidaria. Es ser miembro del pueblo, de la casa, y no esclavo, como fueron los israelitas en Egipto. Liberación significa ser rescatado de la esclavitud y transformarse en pueblo fraternal.

                La libertad cristiana es, por lo tanto, para Pablo como para Santiago y Juan, mucho más que quedar libre de la Ley de Moisés. Ciertamente, para los tres, la Ley de Moisés tiene un valor relativo, como norma de comportamiento ético. Pablo, con todo, le niega valor como sistema de salvación, porque deja a quienes la practican tan esclavos como a los israelitas en Egipto. Un judeo-cristiano practicante, como Santiago, difícilmente diría tal cosa, aunque critiquen a los que confían en una observancia formalista de la Ley de Moisés. Ahora bien, lo importante, tanto para Pablo como para Santiago y Juan, es la libertad positiva, no como individualismo o veleidad arbitraria, sino como ejercicio responsable de la ciudadanía del Reino de Dios por quien podemos decir: “el Reino es nuestro…” Y este Reino tiene su Ley suprema: la caridad (Santiago 2,8).

                La plenitud de esta visión se expresa en las palabras de Jesús en su despedida, cuando El deja a los suyos la misión de fructificar en el amor (Juan 15,16). Es el fruto del Espíritu que crece en nuestra libertad cristiana, según Pablo (Gálatas 5,22-23). Y esta libertad, en Juan, tiene el nombre de amistad: “Ya no los llamaré siervos, sino amigos” (Juan 15,15).



 Tema 12: EL CONCILIO DE JERUSALÉN.



‘Nada me impusieron, solamente que nos recordáramos de los pobres’.

Mensaje

                El Concilio Vaticano 2º, por sus documentos, pero sobre todo por el procedimiento audaz de Juan 23, Pablo 6º y los obispos como Helder Cámara y otros, trató de “abrir las ventanas de la Iglesia al mundo”. De modo semejante, las reuniones de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992) realizados como consecuencia del Concilio, apuntaron en la misma dirección. La Iglesia latinoamericana tradujo esta apertura en la opción por los pobres como sujeto eclesial, después de largos siglos en que, en la mejor hipótesis, ellos fueron tan solo objetos de beneficencia.

                El Papa Juan Pablo 2º confirmó el llamado de Juan 23 para que ‘seamos verdaderamente Iglesia de los Pobres’ (El trabajo humano 8). El periodo post-conciliar hizo más palpable el Reino de Dios para el pueblo, más concreto, más próximo. Pero continúa habiendo divisiones, discriminaciones, exclusiones dentro y fuera de la Iglesia. Todavía muchas cosas dificultaban el camino de la Palabra y la acción del Espíritu: clero y religiosos separados del pueblo, liturgia inaccesible, derecho anticuado, estrechez intelectual, elitismo, Iglesia-poder, cristiandad constantiniana, distancia y aún enemistad con relación a los cristianos no católicos.

                En Antioquia de Siria surgió el problema de la misión de Pablo y Bernabé, de parte de la gente de Judea, cuya capital era Jerusalén. Se decidió enviar a Pablo y Bernabé a Jerusalén para discutir el problema (Hechos 15,1-4). Esta discusión, el “concilio de los apóstoles en Jerusalén”, constituye la parte central, el relleno del sánduche (15,5-29). Al final Pablo y Bernabé vuelven a Antioquía, donde continúan su misión, ahora respaldados por la decisión de Jerusalén. En la parte central, tres “instancias” se manifiestan respecto a la práctica de Pablo y Bernabé (identificadas en los vv. 7,13 y 22 respectivamente). Habiendo identificado los pronunciamientos de Pedro y Santiago, debemos descubrir a qué situación de las comunidades de entonces ellas se aplican. El hecho es que en el ámbito de las comunidades cristianas hay también sinagogas judías, donde se enseñan las leyes de la pureza. Pedro dirige una crítica a cierta tendencia (v. 10), Santiago, por otro lado, quiere preservar algo que él encuentra importante (vv. 20-21). Debemos descubrir cuál es el razonamiento profundo en virtud del cual Pedro se opone a los que levantan problemas contra la práctica apostólica de Pablo y Bernabé. Ya el argumento de Santiago, bajo otro ángulo, viene a completar el de Pedro.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

  1. ¿Qué cambios positivos se hicieron en nuestra Iglesia después del Concilio?
  2. ¿Qué obstáculos detienen actualmente el crecimiento de la Iglesia de los pobres?

Palabra de Dios. Hechos 15,1-35: El primer concilio de la Iglesia de Jesús

  1. ¿Cómo podríamos resumir los argumentos de Pedro y los de Santiago?
  2. ¿A qué conclusiones llegó el Concilio de Jerusalén?

Hoy nosotros: Confirmar las orientaciones del Concilio Vaticano 2º

  1. ¿Qué nos enseñan hoy la práctica y las orientaciones del Concilio de Jerusalén?
  2. ¿Cómo vamos a seguir haciendo realidad las grandes orientaciones del Concilio Vaticano 2º?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar por una Iglesia latinoamericana. Salmo 133. Canto. Bendición final.



Preparación del próximo encuentro

̵            Preparar Hechos 16,4-40 y Filemón 4,10-19.

̵            Repartirse las tareas de la próxima reunión. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 12: El primer Concilio ecuménico

                El encuentro de los apóstoles en Jerusalén, Hechos 15,1-35, a veces es llamado el Concilio de los apóstoles o el primer concilio ecuménico. En Gálatas 2, tenemos, por así decir, el relato vivo, escrito por el principal implicado, que es Pablo lo que es una ventaja, pero también trae el riesgo de cierto subjetivismo.

A. EL EVANGELIO DE PABLO EN MEDIO DE LOS GÁLATAS

                Como vimos en el encuentro anterior, la carta a los Gálatas es un escrito circunstancial, provocado por la dificultad de poner en práctica la libertad cristiana en relación a los mandamientos rituales de la Ley de Moisés. Los Gálatas, que eran de origen pagano, influenciados por judaizantes no identificados, querían asumir las prácticas rituales de la Ley de Moisés. Ahora bien, eso era una negación de la práctica misionera de Pablo, que admite en la comunidad nuevos miembros sin exigir observancias rituales de este tipo, especialmente la circuncisión, símbolo de sumisión a la Ley judía. Pablo no quería que las generosas comunidades de la diáspora excluyesen a alguien por no ser judío según la sangre o al menos por la circuncisión.

                En Gálatas 1, Pablo expresa su decepción con los Gálatas que, habiendo sido encaminados del modo “paulino”, de repente se entregan a las tendencias judaizantes. Pablo pone de por medio su autoridad apostólica, explicando que él recibió “su” evangelio de Cristo resucitado en persona. Sin duda se refiere al acontecimiento del camino de Damasco (Cf. Hechos 9,3-6). Después relata los hechos sucesivos, su estadía en Arabia y su paso por Jerusalén tres años más tarde (Cf. 9,26). Enseguida, durante catorce años, Pablo predicó el Evangelio en el ámbito de la iglesia de Antioquía, junto con Bernabé, en Siria y en Cilicia: es el desarrollo del “primer viaje” apostólico de Pablo, resumido esquemáticamente en Hechos 13-14. Finalmente, fue a Jerusalén, para compartir con los otros apóstoles su trabajo misionero, y, probablemente, entregar una colecta para los pobres de la comunidad. A esta visita, mencionada en Gálatas 2,1 correspondería el “Concilio de Jerusalén” descrito en Hechos 15.

B. EL ENCUENTRO DE JERUSALÉN SEGÚN PABLO (Gálatas 2)

                En Gálatas 2,1 Pablo explica el encuentro de Jerusalén en términos favorables para su actuación. Quiere explicar su ministerio “a fin de no correr o no haber corrido en vano” (2,2), esto es, fuera de la comunión fraterna, indispensable para propagar la práctica de Cristo que es el núcleo del Evangelio. Constata que fue bien aceptado. Nadie le impuso exigencias de tipo judaizante. No le exigieron, por ejemplo, que Tito fuera circuncidado, aunque los judíos de la estricta observancia ciertamente lo exigirían como condición indispensable para la “comunión de mesa”. La comunión de mesa, tomar las comidas en conjunto, es una forma de hospitalidad y señal de unidad. Ahora bien, los judíos observantes debían comer alimentos “puros”, y el contacto con un incircunciso, es decir, un impuro, convertía en impuro a los alimentos: compartir la mesa con incircuncisos era problemático.

                Pablo no se sometió a aquellos que observaban con cuidado su libertad. Y las “columnas” de la comunidad de Jerusalén no le pidieron nada en ese sentido. “Al contrario, vieron que la evangelización de los incircuncisos (no judíos) me había sido confiada, como a Pedro la de los circuncisos… Santiago, Cefas y Juan, considerados las columnas, nos dieron sus manos a mí y a Bernabé, en señal de comunión, a fin de que fuésemos nosotros a los paganos y ellos a los circuncisos. Tendríamos apenas que acordarnos de los pobres, lo que tuve mucho cuidado en hacer” (Gálatas 2,7-10).

                Este breve relato del encuentro de Jerusalén fundamentó el pasaje siguiente de la carta (2,11-21), en el que Pablo relata su protesta contra Pedro por causa de su incoherencia cuando visitó Antioquía: inicialmente participaba tranquilamente de la mesa con los cristianos no circuncidados, pero desistió de esta práctica liberal, por causa de algunos del grupo de Santiago, que querían imponer las observancias judaicas (2,11-14).

C. LA REUNIÓN DE JERUSALÉN SEGÚN LUCAS (Hechos 15)

                El texto de Hechos 15 describe el encuentro de Jerusalén a la luz de la historia de la Salvación que Lucas desenvuelve en sus escritos (Lucas - Hechos), Lucas da mucha mayor importancia de lo que la carta a los Gálatas dejó entrever. Veamos lo que eso significa en el conjunto de la doble obra de Lucas: el Evangelio y los Hechos.

                El evangelio de Lucas describe esencialmente una gran subida de Jesús, desde su tierra natal, Nazaret de Galilea (4,16) hasta Jerusalén. El profeta Isaías anunció que “de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor” (2,3; Cf. 24,47: “comenzando desde Jerusalén”). Cuando Jesús realiza su misión en Jerusalén, termina el primer libro de Lucas y comienza el segundo, que narra la propagación de la palabra a partir de Jerusalén. El libro de los Hechos muestra cómo, bajo la fuerza del Espíritu prometido y enviado por el Resucitado, se realiza la palabra de Isaías 2,3: describe el testimonio en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra (Hechos 1,8).

                Esto se realiza por intermedio, en primer lugar, de la comunidad de los testigos del Resucitado en Jerusalén, la comunidad-madre descrita al comienzo, (Hechos 1,12-14; 2,42-47; 4,32-34 y 5,12-16), presidida por los Doce, cuyo principal portavoz es Pedro (2,14). Después la comunidad se diversifica mediante el grupo de los “Siete” (Esteban etc.; Cf. 6-7); luego mediante la predicación del diácono Felipe en Samaria (8); y sobretodo mediante la conversión de Pablo, seguida por su actividad junto a Bernabé en el ámbito de la iglesia de Antioquía (9-14). Esta ampliación siempre es ratificada por la presencia de los Doce, especialmente de Pedro y Juan. Ellos dan aval a la institución de los Siete (Hechos 6,2), hacen una visita apostólica a Samaria (8,14) y confirmarán también la práctica misionera de Pablo, especialmente la admisión de incircuncisos en la comunión de mesa (15). Aún más, el mismo Pedro aprendió por enseñanza divina que éste era el camino a seguir. Eso nos los explica el largo episodio de la conversión de Cornelio (10-11), que se entrecruza con la descripción de la primera actividad de Pablo (9-14). En Hechos 15, en el “Concilio de Jerusalén”, Pedro se basará en esta experiencia personal suya para defender la práctica de Pablo (comparar 15,8-9 con 10,34.44-47; 11,15-17). En otros términos, la práctica de Pablo no es solo suya, sino de la Iglesia bajo el impulso del Espíritu.

D. EL “DECRETO APOSTÓLICO” (Hechos 15,22-29)

                De acuerdo a Hechos 15, la deliberación de los Apóstoles es consecuencia del así llamado “decreto apostólico”, fruto de la decisión colegial bajo la influencia del Espíritu (15,28).

  1. Restricciones

-          Este decreto promulga 4 restricciones que, por respeto para con los cristianos de origen judío, también los cristianos provenientes del paganismo (los gentil-cristianos) deben observar. Abstenerse de:

-          La carne “contaminada por los ídolos” (es decir, la que sobró de los sacrificios ofrecidos por los responsables paganos en honra a sus dioses);

-          Las “uniones ilegítimas” (casamiento en grado de parentesco prohibido por el judaísmo);

-          Las carnes sin sangrar;

-          La sangre.

No se impone, con todo, ni la circuncisión ni la separación de mesa, los puntos polémicos de Gálatas 2. Por otro lado, las “restricciones” de Hechos 15 no son mencionadas en Gálatas, pero textos como Romanos 15,20; 1 Corintios 8, muestran que Pablo acostumbraba tener en consideración las sensibilidades peculiares de este tipo y no se opondría a que se respetasen esos “tabús” judaicos en comunidades mixtas, (esto es, de judeo-cristianos y gentil-cristianos).

  1. Confirmaciones

        El “decreto apostólico” reproducido en Hechos 15,23-29 refuerza y no disminuye el respaldo a la práctica de Pablo, pues lo que Pablo defiende en Gálatas es la comunión de mesa con cristianos no circuncidados, y el “decreto apostólico” no prohíbe, sino que la supone. Si no hubiese incircuncisos en la comunidad, no tendría sentido pedir que en la convivencia con los circuncisos se respetasen esas reglas. Más aún, el principal protagonista del decreto, Pedro, jefe de los Doce, bajo la guía del Espíritu Santo, ya había desarrollado anteriormente una práctica análoga a la de Pablo en el episodio de Cornelio.

Podemos entonces conceder a Hechos 15 el nombre de “primer concilio ecuménico” (es decir, ‘universal’), en el sentido de que respalda simultáneamente a Pablo y, en la persona de su jefe, al grupo de los Doce. De allí se sigue la máxima, como en el más reciente concilio ecuménico Vaticano 2º: “En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad”.

E. NOSOTROS HOY

                Hemos recibido del Concilio Vaticano 2º una importante herencia, que debemos resguardar contra el olvido y las tendencias de volver a la falsa seguridad de que “todo está definido”. Unos permanecen tentados a ver en el Código de Derecho canónico o en el Catecismo Universal, la solución de todos los problemas de la Iglesia y de la evangelización. Una tentación semejante, con todo, también puede provenir de un indefinidamente repetido “discurso libertador” o algo semejante. En ambos casos, se manifiesta la tentación de desear fórmulas definitivas, que nos dispensen de la creatividad exigida por un Evangelio que no se identifica con ningún discurso u organización humana, con ninguna tradición o cultura, porque pertenece a Cristo y a su Espíritu.

                La apertura universal del Evangelio exige que la evangelización esté dispuesta a relativizar todo aquello que no pertenece estrictamente al Evangelio, que es la inauguración del “reinado”, o sea, de la voluntad operativa del amor de Dios. Esto es universal no por la fijación y rigidez de ritos y tabús, sino por el llamado al débil y al pequeño. No depende de las más respetables costumbres judías, pero donde los judíos representan un grupo débil, el Apóstol de los gentiles reclama respeto por sus sensibilidades (Romanos 14). “El Reino de Dios no es un problema de comida o bebida; es de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (14,17).



 Tema 13: EXPANSIÓN EN RESPUESTA A UN LLAMADO.



“Ven, socórrenos” (Hechos 16,9).

Mensaje

                Al lanzarnos en una Nueva Evangelización, el Papa Juan Pablo 2º nos ha dejado varios retos:

-          El Evangelio no ha calado hondo en la vida cristiana en general.

-          El trabajo pastoral se queda demasiado en la sola administración de sacramentos.

-          Los medios de comunicación al servicio del sistema neoliberal promueven una sociedad individualista, materialista y consumista.

-          Por el vacío misionero de los católicos, las sectas conquistan los sectores populares.

-          No hay una pastoral urbana que enfrente los retos de hoy.

-          La jerarquía se fortalece en el tradicionalismo, perdiendo su voz profética y liberadora…

                Conocemos la expresión “nuevas fronteras misioneras”. Algunas veces significa nuevas regiones geográficas, donde la palabra aún no fue anunciada (nuevos grupos indígenas) o donde por mucho tiempo estuvo prohibida (países del Este). Para Pablo, que vivió en el mundo oriental, aunque no sin contacto con el Occidente (Roma), el “grito que viene de la noche” (Dom Helder Cámara, Brasil) tenía un sentido geográfico, era la visión de un macedonio, de un occidental, un europeo… Para nosotros, hoy, podría ser un africano…

                Pero la nueva frontera misionera también puede estar en el plano sociológico: el grito que viene de los suburbios. O tal vez resuene en la dimensión cultural, viniendo de los ambientes en que la Palabra difícilmente entra; el centro urbano, el mundo de las ciencias, sobre todo en los campos de la economía y de la biología, en los que el hombre actualmente se porta como si fuese Dios o abandonado por Dios…

                La narración de hoy comprende los siguientes momentos:

-          El fracasado viaje de Pablo y Silas a Tróade y la visión del macedonio que los llama hacia otro rumbo (vv. 6-10).

-          La llegada a Filipos y la invitación de Lidia (vv. 11-15).

-          La participación en la comunidad, la curación de la “médium” y el conflicto con los que se enriquecían con ella, terminando en prisión (vv. 16-24).

-          La liberación de la prisión y la acogida en la casa del carcelero (vv. 25-34).

-          El testimonio ante las autoridades romanas y la despedida (vv. 35-40).

                En los versículos 10-17, nos sorprende el uso de la primera persona en plural, como sucede también en Hechos 20,5-15; 21,11-8; 27,1; 28,16, siempre en relación con viajes en barco. En estos pasajes, el narrador parece que se incluye en la comitiva de Pablo. No sabemos exactamente por qué el macedonio llamó a Pablo en la noche, pero al leer atentamente el texto podemos adivinar algunos elementos que constituían su “noche”. Pablo quería seguir viajando por el mundo de Asia, que ya conocía. Pero fracasó su viaje a Tróade. Volvamos a mirar nuestra propia experiencia y los desafíos que estamos percibiendo o que tal vez no queremos percibir…

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.                   Según nuestro parecer, ¿cuáles son hoy los grandes retos para nuestra Iglesia?

2.                   ¿Cómo estamos respondiendo nosotros a estos retos?

Palabra de Dios. Hechos 16,6-40: El llamado a ir siempre más allá.

3.                   ¿Qué dicen y hacen los principales personajes de esta lectura?

4.                   ¿Quién es el ‘madeconio’ y cuál es su mensaje?

Hoy nosotros: Ir siempre adelante

5.                   ¿Qué luces nos da esta lectura para la tarea de la evangelización?

6.                   ¿Qué tareas sacamos de toda nuestra reflexión?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar para una verdadera nueva evangelización. Salmo 8 o 19. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

̵            El próximo encuentro tratará de las Iglesias de Europa, en el mundo helénico. Vale la pena leer la introducción a la 4ª parte y la Carta a los Filipenses. Profundizar Filipenses 3,1b-21. Textos de apoyo: Hechos 26,1-32 y Romanos 8,28-39.

̵            Definir la dinámica y la organización del próximo encuentro. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 13: La vida urbana y su influencia en la vida de las comunidades

                Cuando el cristianismo comenzó a difundirse, el Próximo y Medio Oriente estaban en un proceso de anexión por el imperio romano. En muchas regiones, la organización metódica del imperio ya estaba encaminada. Los territorios anexados eran transformados en provincias imperiales, gobernadas directamente por un legado del emperador, y senatoriales, administradas en nombre del senado. Las leyes existentes eran respetadas, cuando no eran contrarias al derecho romano. Mientras tanto, las provincias romanas requerían la presencia de tropas (legiones) y eran administradas por un legado con poderes militares. En las áreas en que la existencia de una monarquía local fuerte hacía innecesario o inoportuno organizar una provincia, los mismos reyes locales se transformaban en representantes del poder romano. En las regiones de conflicto, el emperador nombraba un prefecto: era el caso de Judea.

                El dominio romano trataba de estructurarse en base a la solidaridad de las ciudades autogobernadas. Era en las ciudades en que se concentraba el poder, y a partir de ellas se llegaba al campo. Las ciudades constituían los espacios de los cambios culturales y sociales encaminados hacia una cultura greco-romana común. Roma inauguró una era de estabilidad y abrió nuevas oportunidades para la vida urbana. Por otra parte, ya los griegos –particularmente Alejandro Magno– habían descubierto que la ciudad era un vehículo privilegiado para la helenización del mundo. En sus dominios, habían fundado o reorganizado ciudades con instituciones griegas: la ciudadanía, la asamblea y la educación generalizada de los niños. La organización urbana implicaba en la liturgia pública, el culto al dios de la polis, y el acceso al tribunal. A quien no gozaba de estas condiciones se lo contaba como población extranjera: así, los judíos y, con ellos, los cristianos.

A. EL CRECIMIENTO DE LAS CIUDADES

                El emperador Augusto (30 aC. - 14 dC.) continuó con la política griega de la urbanización y al mismo tiempo creó un clima generalizado de estabilidad y seguridad para las ciudades de las provincias romanas del imperio. Se respiraba la “paz romana”. Con los romanos, la ciudad se volvió más compleja de lo que era en el mundo griego. Al comienzo de la era cristiana, Roma se transformó en una ciudad gigantesca, cuya población se calcula en más de un millón de habitantes, sucediendo lo mismo con Alejandría en Egipto.

                Con el tiempo, las ciudades se llenaron de “residentes” sin ciudadanía: comerciantes, artesanos, exiliados, etc. Esos residentes conservaban cierto sentido de identidad étnico-religiosa, que se expresaba en el culto y en asociaciones voluntarias. Entre los residentes extranjeros, los judíos ocupaban una posición especial: acostumbraban estar organizados como comunidad específica, regida por sus propias leyes e instituciones, siempre luchando por alcanzar la ciudadanía y la igualdad de derechos con los ciudadanos. Aunque los diversos grupos de la ciudad creasen medios de afirmación de su identidad étnico-religiosa, las ciudades fueron al mismo tiempo el espacio de universalización de la cultura greco-romana. El griego era la lengua común. No es por casualidad que todos los escritos del Nuevo Testamento estén en griego, como prácticamente todos los escritos cristianos de los primeros siglos.

                La expansión de las “vías romanas” y el combate a los bandidos y piratas, permitía una movilidad por mar y por tierra que beneficiaba el desenvolvimiento urbano y las comunicaciones. Eso se puede ejemplificar por medio del libro de los Hechos, conforme al cual, las distancias recorridas por Pablo en sus viajes apostólicos suman cerca de 16.000 kms. También en Romanos 16 –sin entrar en la autenticidad paulina de este texto– aparece una lista numerosa de saludos a miembros de la comunidad antes de la llegada de Pablo a Roma; se puede deducir de esta lista, una presencia amplia y activa de cristianos que se trasladaban de un territorio a otro.

                La historia de la expansión del cristianismo primitivo estuvo estrechamente unida a la movilidad social. Los viajantes cristianos de la época, junto con sus mercaderías y artesanías, llevaban como marca el impacto de Jesús de Nazaret en sus vidas.

B. ¿QUIÉNES SE INCORPORABAN A LA FE CRISTIANA?

                Los apóstoles y misioneros cristianos predicaban a Jesús, narrando lo que Él había hecho y lo que Dios hizo con El. Hablar de Dios Crucificado, para los griegos era una estupidez (1 Corintios 1,23). Anunciar la resurrección del Crucificado, para los atenienses, era charlatanería absurda (Hechos 21,32).

                Con todo, sin duda, para algunas personas, ese Jesús respondía a una esperanza. Todo nos hace pensar que quienes acogían la fe cristiana, pertenecían a los estratos menos favorecidos de la sociedad. Así nos lo da a entender Pablo en una censura que le dirige a la comunidad de Corinto en 1 Corintios 1,26-29. Insiste en el término “elegir” para señalar la opción de Dios por aquellos que no cuentan a los ojos del mundo. En 1 Corintios 17-31, Pablo explicita con vigor una teología que respira la mística de los “últimos”, relacionada con el carácter marginal del Crucificado, expresión máxima de la debilidad humana y de la sabiduría y fuerza de Dios. Sin embargo, algunas otras cartas muestran que no todos los cristianos eran pobres (Filemón).

                En una fase ulterior, la presencia de los pobres y excluidos se aumentaría aún más notoriamente. En los últimos decenios del primer siglo, la 1 Pe se dirige a los cristianos sin ciudadanía, fuera de su patria, sin derechos, sin defensa, pero con conciencia de sí mismos. No obstante su situación, estos cristianos tienen clara la idea de su misión (Cf. 1 Pedro 2,9-10) y de la forma de realizarla (Cf. 2,11-25) en las circunstancias concretas en que viven. La segregación de los cristianos aún aumentaría por las resistencias insuperables en aceptar el culto imperial, como lo muestra el Apocalipsis. Factor de la nueva marginación, este hecho les proporciona también una identidad.

C. ¿CÓMO SE SITUABAN ANTE EL IMPERIO?

                Podemos preguntarnos si la fe cristiana vivida en tales situaciones incentivaba algún compromiso con transformaciones sociales profundas. Los primeros cristianos asumieron una opción de vida que, sin pretender afrontar al imperio como tal, no deja de cuestionarlo, provocando persecución y martirio.

                El Jesús de la fe de las primeras comunidades no es un líder social en el sentido moderno de la palabra, pero sí, un transformador de las relaciones humanas a partir del corazón y de la conciencia. Por encima de la permanencia de las estructuras sociales, el abismo entre el esclavo y el patrón solo se supera por el amor, que une a ambos con Jesús (la carta de Pablo a Filemón).

                Estas comunidades, viviendo y celebrando a Jesús resucitado, como fermento “levantan” preguntas y provocan admiración. Plinio Joven dirá de ellas: “una superstición absurda y extravagante, acompañada de perfecta inocencia en cuanto a las costumbres”.

D. IDENTIDAD, MODELO SOCIAL

                El cristianismo de los orígenes, tenía profundas raíces judías. Por su fe, sus creencias y sus prácticas religiosas, las primeras comunidades cristianas tienen rostro judío. Y aunque el interés en un Mesías nacionalista haya sido suplantado por la figura del Crucificado y las Escrituras sean reflexionadas a la luz de la “Buena Nueva” de Jesús, es necesario un notable lapso de tiempo antes que el cristianismo se presente como algo diferente del judaísmo. Tal distinción tendrá importancia solamente a partir de la guerra judía y la caída de Jerusalén (66-73 dC) y el conflicto con el judaísmo reconstituido por el sínodo de Jamnia (a partir de los años 80).

                Al mismo tiempo que se afirmaba la identidad propia, las iglesias nacientes asumían el desafío del anuncio del kerigma a los paganos y gentiles, es decir, a los no judíos (Romanos 12,1-15,13). El medio urbano se vuelve esencialmente plural, no solamente en el aspecto religioso, sino también en el aspecto étnico y cultural. En ese ámbito, la fe en el Resucitado recrea la vida y las relaciones sociales. La manera de enfrentar ese desafío suscitó muchos conflictos, en los primeros años y eso continúa hasta hoy. En cuanto a la estructura social de la esclavitud: por ejemplo, la práctica de las primeras comunidades cambiaba por sí misma las normas vigentes que consideraban normal tal estratificación social (Gálatas 3,22; 4,1).

                Las primeras comunidades cristianas que se extienden en el paisaje de la diáspora judía son tributarias de la sinagoga, en cuanto a su modelo de comunidad (la asamblea del pueblo del Israel, la configuración de la sinagoga judaica). Tanto para los judíos, como para los cristianos, y hasta para los propios romanos tradicionales, el culto al emperador era una abominación insoportable. En torno a este culto, la administración romana buscaba el consenso popular. Dentro de este marco social helenizado, las comunidades autónomas orientales, como por ejemplo la sinagoga, siempre fueron vistas con sospecha por los romanos.

                Las comunidades cristianas, diferenciadas o no de la sinagoga judía, estaban constituidas con base en la familia (1 Corintios 16,19), unidas en la fe y al mismo tiempo autónomas. A través de ellas, por la fuerza del Espíritu, la Iglesia sobrevivió frente al poder imperial y también creció, abriendo a partir de la fe compartida en Jesús, un nuevo camino de vida (1 Pedro 3,8-9).

                Virtudes que los romanos no valorizaban, marcaron la conducta de los cristianos. La primacía del amor hacia que la fraternidad crease espacios en los que se encontrasen a nivel de igualdad: ciudadanos, libertos y esclavos, hombres y mujeres, judíos y griegos (Gálatas 3,27-28), recordando, cada vez que celebraban la Cena del Señor, que Jesús se hizo servidor de todos. Por otra parte, debemos reconocer que la ciudad helenística romana no dejó de ofrecer al cristianismo elementos para su organización. La entrada de ciudadanos romanos en la Iglesia, antiguos militares y otros – como el mismo Pablo – influyó ciertamente en este sentido. La ruptura con el judaísmo también debe haber facilitado la aproximación popular urbana sin distinción de estatuto étnico. La iglesia doméstica correspondía a la estructura greco-romana, en cuanto también la reunión de diversos jefes de familia tenía su estructura, el collegium, y los términos ‘parroquia’, ‘diócesis’, ‘obispo’ provienen de la organización de las ciudades helenísticas.

                En medio de una nueva cultura urbana, proveniente de una raíz judía y buscando una identidad propia, el cristianismo privilegió la experiencia de Jesús vivo, muerto y resucitado, y tiene la convicción de que el Espíritu está actuando dentro de la historia de la humanidad toda, convicción esa que se manifiesta en el discernimiento de aquellos que son los portadores de la memoria de Jesús. Sin duda, esta experiencia única no inválida, para ellos, otras expresiones del Reino y de la revelación de Dios en la historia, como reconoce la carta a los Hebreos: “De modo fragmentario y de muchas maneras, habló Dios en el pasado a nuestros padres por los profetas” (Hebreos 1,1).



4ª PARTE: LAS IGLESIA EN EUROPA (5 temas)
“Un macedonio estaba en pie y le suplicaba: Ven a Macedonia a ayudarnos” (Hechos 16,9).
Breve historia de las Iglesias en el mundo griego.
Cartas a los Filipenses, Tesalonicenses, a los Corintios y a los Colosenses.



A. BREVE HISTORIA DE LAS IGLESIAS EN EL MUNDO HELÉNICO

                En los cinco guiones y subsidios del bloque cuarto continuamos examinando de cerca cómo la Palabra de Dios se abre camino y se expande por el mundo. Veremos la expansión geográfica de la Buena Noticia por Europa siguiendo los pasos señalados en los Hechos (Cf. 16-25) y su inculturación en el mundo helénico.

  1. La expansión geográfica en Europa

Es bueno recordar que Jesús era asiático y no europeo. Europa fue evangelizada a partir de Asia y África. Del Asia Menor llegaron Pablo y sus compañeros (Hechos 16,6-10) y muchos otros misioneros y misioneras. Del África vino Apolo, nacido en Alejandría, Egipto (Hechos 18,24; 19,1; 1 Corintios 1,12).

La secuencia de los hechos por los que entró el Evangelio en Europa, tal como nos lo narra Lucas en los Hechos es la siguiente: una travesía que parte de Tróade y hace escala en Filipos donde se fundó la primera comunidad, animada por una mujer, Lidia (16,11-40). Enseguida la fundación de una comunidad en Tesalónica (17,1-9), una estadía breve en Berea (17,10-14) y Atenas, el centro del mundo helénico (17,15-34), y la llegada a Corinto donde permanecieron año y medio (18,1-18).

El Evangelio no fue bien recibido en Europa. En Filipos Pablo fue preso y flagelado (16,19-28). En Tesalónica y Berea fue amenazado y tuvo que huir (17,5-10.13-14). En Atenas fue recibido con arrogancia, soberbia e indiferencia (17,17-18.21.32). En Corinto con mucha oposición (18,6.12-17) y división (1 Corintios 1,12).

  1. La expansión cultural en el mundo helénico

La Iglesia ya se encontraba en un proceso de inculturación en el mundo heleno-asiático, porque había comunidades en Antioquía, ciudad helenista de Siria (Hechos 11,19-26) y en varias ciudades del Asia Menor como, por ejemplo, Derbe, Listra, Iconio, Antioquía de Pisidia y Perge (14,20-25). La cuestión central de la inculturación de la Buena Noticia es que nos exige a todos la revisión de muchos conceptos, normas y preconceptos.

Por eso, los judíos se vieron obligados por la fe en Jesús a hacer una seria revisión de la manera cómo concebían la condición de pueblo elegido por Dios. Tuvieron que revisar cómo concebían la observancia de la Ley de Moisés, todo quedó relativizado desde Jesús.

Y los griegos, por su parte, debieron superar el helenocentrismo y corregir la soberbia en su concepción de la vida. Por ejemplo, tuvieron que desistir de la ideología helénica. Ellos, que despreciaban el trabajo manual como propio de esclavos, tuvieron que recibir el Evangelio de Pablo para quien era un honor trabajar con sus propias manos y estimulaba a los integrantes de las comunidades a hacer otro tanto (1 Corintios 4,12; 1 Tesalonicenses 4,11-12; 2 Tesalonicenses 3,8; Hechos 20,34). Tuvieron que compartir con los pobres pobladores de las periferias (1 Corintios 1,26-30). La “sabiduría del mundo” fue descalificada por la locura de Dios (1 Corintios 1,20-25). La Cruz de Cristo era “escándalo para los judíos y locura para los griegos” (1 Corintios 1,23), pero para los cristianos se convirtió en la expresión de la sabiduría de Dios (1 Corintios 1,24).

  1. Las cartas y materia de la 4ª Parte

En esta 4ª Parte veremos las cartas a los Filipenses, a los Tesalonicenses, a los de Corinto y a los Colosenses. Los encuentros tratan respectivamente del “Testimonio de Pablo” (14), de la cuestión de la venida del Señor o de la Parusía (15), de los carismas en las comunidades (16) y de doctrinas extrañas (17). En los subsidios se tratarán asuntos que ayuden a conocer mejor algunos aspectos de la situación social, económica, política y religiosa de la época: el lugar de la mujer en la vida de las comunidades (social) (14), del trabajo del misionero (económico) (15), los carismas y el buen uso del poder (político) (16), la religiosidad popular y el anuncio de la Buena Noticia (religiosa) (17).

Finalmente, en el encuentro 18, la expansión de la Palabra de Dios por el mundo se ve como consecuencia de la defensa de los cristianos por sus derechos. Pablo llega a Roma, “los confines de la tierra” (Hechos 1,8), porque había apelado al César para defender su derecho de ser juzgado con objetividad y justicia (25,12).

B. INTRODUCCIÓN A LA CARTA A LOS FILIPENSES

  1. La ciudad de Filipos

Filipos es “la primera ciudad de la provincia de Macedonia” en Grecia, Europa (Hechos 16,12). Recibió este nombre porque su fundador fue Filipos 2º, rey de Macedonia. Se destaca, en primer lugar, por su ubicación geográfica. Por la ciudad de Filipos pasaba la vía 'egnatia', una de las más importantes de la época, que unía Occidente con el Oriente. Era la puerta de entrada para el continente europeo y la salida para Asia y el Oriente.

Filipos era una colonia romana (Cf. Hechos 16,12). Sus moradores eran en gran parte militares retirados del imperio romano. Por esto, Filipos gozaba de ciertos privilegios políticos y económicos comparados con otras ciudades vecinas. La desigualdad social se hace patente en el contexto donde unos lucran, tienen privilegios y se enriquecen a costa de la esclavitud y la explotación de los indefensos y pobres. Ejemplo típico es el caso de la joven esclava explotada en su don de adivinación, para ganancia de sus dueños (Cf. Hechos 16,16-18). El sincretismo religioso era notable en esta región, debido a la coexistencia del ocultismo, las religiones mistéricas venidas de Oriente, y el culto al emperador romano, obligatorio en todas las colonias romanas.

  1. Origen de la comunidad cristiana: entrada en Europa

El autor de los Hechos da mucha importancia a la llegada del Evangelio a Europa (Macedonia). Cuenta el hecho como respuesta a una visión de Pablo. Pablo ve a un macedonio de pie que le grita: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!”. Sensible a este grito del macedonio percibe que es el mismo Dios que lo está llamando para evangelizar (Hechos 16,9-10). De esta forma se abre camino la Palabra de Dios y llega hasta Filipos, o sea en Europa, por 1ª vez. Pablo comienza su segundo viaje misionero (Cf. 15,39-18,22) entre los años 50 a 52 dC. El estilo literario “nosotros” (Cf. Hechos 16,10ss) nos indica que cuando Pablo llegó a Filipos estaba acompañado por Silas, Timoteo y Lucas. Estos misioneros itinerantes son los instrumentos de la expansión del Evangelio bajo el impulso del Espíritu Santo (Cf. 16,6-15).

La acogida del mensaje de los misioneros y el nacimiento de la comunidad se realiza por un grupo de mujeres. Este hecho hoy no nos sorprende, cuando vemos que muchas comunidades eclesiales nacen a partir de las mujeres. Pero en aquel entonces (50-52 dC) los judíos consideraban  miembros de la sinagoga solo a los hombres. A las mujeres no se las tenía en cuenta. Por eso, leyendo los Hechos (16,13-15) nos da la impresión de que en Filipos no había sinagoga porque no existía un grupo consistente de hombres, como lo exigía el judaísmo.

Las mujeres se reunían en un lugar junto al río y rezaban (Cf. 16,13). Entre ellas se destaca Lidia, trabajadora en púrpura. Originaria de Tiatira, Lidia participaba de las oraciones con un grupo de mujeres filipenses. El sábado, Pablo y sus compañeros se dirigen al lugar donde oraban y comienzan a hablar con el grupo de mujeres. Después de escuchar con atención la Palabra anunciada y recibir el bautismo, Lidia, con toda su “casa”, acoge a los misioneros. Ahí nació la nueva comunidad cristiana que Pablo quiere más y a quien dedica el mayor afecto y ternura de su corazón (Cf. Filipenses 1,3-8). Era la primicia de su misión en tierra europea. Solo de esta comunidad acepta que comparta sus bienes, para proveer a sus necesidades (Cf. 4,15-16). Pablo visitó varias veces a la comunidad de Filipos (Cf. Hechos 20,1.3).

  1. La carta

La ternura y el cariño que Pablo siente por la comunidad de Filipos hacen que la carta a los Filipenses sea la más afectuosa entre todas sus cartas. El Apóstol ardoroso del Evangelio de Jesucristo lleva en su corazón a la comunidad (Cf. 1,7). Dios mismo es testigo de su añoranza y de su ternura por esta comunidad (Cf. 1,8). Esta carta paulina es una de las consideradas auténticas. Fue escrita cuando Pablo estaba en la prisión (1,13). La carta de un prisionero apasionado por Jesucristo, que no permite que el Evangelio también esté prisionero (Cf. 1,12-14).

  1. ¿Qué motivó a Pablo para escribir la carta?

Los Filipenses supieron de la prisión de Pablo y le enviaron saludos, regalos por intermedio de Epafrodito, compañero y colaborador, miembro de la comunidad. Este se enfermó de gravedad. Pero una vez restablecido, Pablo lo envía a Filipos con una carta de agradecimiento.

El principal motivo de la carta es, ciertamente, la ternura, el afecto, el amor que tiene Pablo a la comunidad de Filipos. La carta es una comunicación personal.

También hay preocupaciones relacionadas con la comunidad que está en peligro por causa de unos misioneros judeo-cristianos llegados a la ciudad macedónica (Cf. Filipenses 3,1-4,1). Pablo cambia de tono. De la ternura pasa a un lenguaje áspero y fuerte para advertir a la comunidad contra los intrusos, llamándolos “perros”, “chapuceros” y “mutiladores” (3,2).

Prevalece, sin embargo, en toda la carta un tono afectuoso de gran estima que el autor quiere expresar para la comunidad de los Filipenses.

Los principales motivos de la carta se pueden resumir así: compartir su experiencia de Cristo en su condición de prisionero, agradecer la solidaridad de los Filipenses y denunciar a los falsos hermanos que confunden a la comunidad.

  1. ¿Dónde y cuándo fue escrita la carta a los Filipenses?

        Todo lleva a creer que el texto de la carta, tal como la encontramos hoy en la Biblia, no fue escrito de una vez.

        En el capítulo tercero (3,1a) parece que finaliza la carta. Luego Pablo, por lo mismo, comienza un tema nuevo y lo desarrolla en tono polémico alertando a la comunidad de algunos peligros que le acechan (Cf. Filipenses 3,2ss).

        Lo mismo sucede en 4,8-9 que es una conclusión y saludo final. Debido a esto podemos pensar en una colección de cartas escritas en situaciones y lugares distintos.

        Tenemos tres posibilidades de fechas y lugares en que fueron escritas partes de la carta:

-          En la prisión en Éfeso, durante su tercer viaje misionero (56-57);

-          En la prisión en Cesarea del 58-60 (Cf. Hechos 24,23-26.32);

-          En la prisión en Roma del 61-63 (Cf. Hechos 28,16ss).

En resumen, de acuerdo con la mayoría de los exegetas, podemos decir que la carta a los Filipenses está formada por 3 cartitas que fueron integradas en una sola carta por la comunidad:

                1. Una cartita de agradecimiento (4,10-23)

                2. La carta principal sobre su situación (1,1-3, 1a + 4,4-7)

                3. Una carta más breve, contra los enemigos de la comunidad (3,16-4,3 + 4,8-9).

  1. La división de la carta

        La carta a los Filipenses es corta. Consta tan solo de cuatro capítulos. Como corresponde al estilo epistolar, la carta a los Filipenses no tiene muchas divisiones temáticas. Podemos leerla como una gran unidad en la cual encontramos los destinatarios y el saludo inicial, seguida por el cuerpo de la carta, con sus diversos temas y, al final, los saludos con los deseos de bendición.

̵            Introducción, dirección y saludo inicial. (1,1-2)

̵            Cuerpo de la carta:

                Oración de acción de gracias por la comunidad (1,3-11)

                Situación personal y expansión del Evangelio (1,12-16)

                Llamado a la unidad y perseverancia fiel en la lucha (1.27-2,18)

                Proyectos y recomendaciones a los colaboradores (2,19-3,1a)

                Advertencia a los cristianos y testimonio personal (3,1b-21)

                Consejos y animación (4,1-9)

̵            Agradecimiento y revisión de vida (4,10-20)

̵            Conclusión, saludos finales y voto de bendición (4,21-23)

  1. Claves de lectura

        La carta a los Filipenses puede ser leída y meditada desde diversas claves de lectura. Aquí proponemos algunas:

a).   Alegría

La alegría es una característica de las primeras comunidades cristianas (Hechos 2,46). La “alegría” es un hilo de ternura y amistad que teje la carta a los Filipenses: “siempre que me acuerdo de ustedes, doy gracias a mi Dios y siempre que pido cualquier cosa por todos ustedes, lo hago con gozo…” (Filipenses 1,3-4; 1,18; 4,1.10).

La carta a los Filipenses fue escrita como manifestación efusiva de sentimientos humanos de querer bien, de afecto y amistad. Por eso debe leerse con los mismos sentimientos de ternura, alegría y gratitud.

b).   Opción radical por Jesucristo: mantenerse en el camino

Jesucristo es el centro de la comunidad. Pablo insiste en que Jesús debe experimentarse cercano. La relación personal con El es la primera condición radical del seguimiento: “todo lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida… todo lo considero pérdida comparado con el superior conocimiento de Cristo Jesús mi Señor; por el cual doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme a Cristo y estar unido con El” (3,7-9).

El seguimiento de Cristo no es un “estado de perfección”, sino un camino dinámico, un proceso: “No es que lo haya conseguido ya ni que sea ya consumado; yo continúo para alcanzarlo como Cristo me alcanzó… Únicamente, olvidando lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús” (3,12-14). Lo más importante no es el pasado, sino mantener la dirección.

c).   Perseverar en la lucha

Seguir a Jesús significa tener los mismos sentimientos y ser militante en la causa de la fe. La comunidad debe estar “unidos en espíritu y corazón, luchando juntos por la fe en la Buena Noticia” (1,27). Se requiere coraje para no asustarse ante los adversarios (1,28).

d).   Himno cristológico: Vaciamiento para asumir condición de siervo y alcanzar la bendición de Dios

Uno de los textos más conocidos de la carta a los Filipenses es el himno cristológico (2,6-11). Algunos lo llaman la “piedra preciosa incrustada en la carta”. Ciertamente es la clave principal para penetrar en la carta y comprender dos interrogantes: ¿quién es Jesús? ¿Cómo es la praxis del seguimiento de Jesús?

Jesús es presentado como el “Hijo de Dios” que no se apegó a su condición divina (2,6), sino que se anonadó y se vació hasta el punto de hacerse “Siervo de Dios” (2,7). Por esto justamente, por su actitud de total despojo y aniquilamiento con la que Jesús llegó a la máxima solidaridad con la persona humana desfigurada, es por lo que Dios lo exalta constituyéndolo Señor de la Historia.



 Tema 14: EL TESTIMONIO DE PABLO.



 “Lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida” (Filipenses 3,7).

Mensaje

                En la sociedad capitalista en que vivimos se habla y se piensa poco de gratuidad y mucho de ganancias y lucro. Pablo pensaba así antes de dejarse conquistar por el amor de Cristo Jesús. Después todo cambió en su vida. Sus búsquedas eran orientadas por nuevos criterios y nuevos valores. Por eso nos da un testimonio muy lindo: “lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida” (Filipenses 3,7).

                El texto de hoy nos trae el mensaje de Pablo a través de su testimonio. Al fin, Pablo nos presenta su vida como modelo e invita a los Filipenses a que lo imiten. La comunidad de Filipos merecía el afecto y la ternura de Pablo. Su celo por esta comunidad era grande y, por eso, los alerta sobre algunos peligros. “Olvidando lo que queda atrás me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús” (Filipenses 3,13-14).

                En nuestra próxima reunión trataremos de conocer algo sobre la comunidad de Tesalónica. El texto que estudiaremos será 1 Tesalonicenses 4,1-5,11. Para nuestro mayor provecho conviene leer toda la primera carta a los Tesalonicenses.



Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

  1. Al profundizar la meta de nuestros trabajos y nuestras fatigas, en definitiva, ¿qué buscamos lograr?
  2. ¿Qué valores humanos y criterios cristianos nos ayudan a priorizar ciertas metas?

Palabra de Dios. Filipenses 3,1-21: ‘Alégrense en el Señor’.

  1. ¿Qué buscaba Pablo con la Comunidad de Filipos al darles su testimonio personal?
  2. ¿Cuál es la parte des testimonio de Pablo que más nos llama la atención? Expliquemos por qué.

Hoy nosotros: Cuidar la ternura en nuestras relaciones humanas

  1. Digámonos qué signos de la ternura hay en nuestra vida y nuestra pequeña comunidad.
  2. ¿Qué entusiasmo para enfrentar las dificultades y los retos estamos sacando de esta reunión?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Hagamos una relación llena de ternura. Salmo. Canto. Bendición final.



Preparación del próximo encuentro

̵            En la próxima reunión vamos a profundizar las cartas a los Tesalonicenses. Leamos la introducción a la carta y el texto del próximo encuentro: 1 Tesalonicenses 4,1-5,11. Texto de apoyo: Marcos 13,28-37.

̵            Organicemos la dinámica del próximo encuentro, distribuyendo las tareas entre los participantes. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 14: El lugar de las mujeres en la vida de las comunidades cristianas

                El libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas paulinas mencionan varias veces la presencia de mujeres en la organización y en la animación de la vida de las primeras comunidades. Estos escritos nos presentan a mujeres en diferentes contextos o situaciones. No existe un lenguaje uniforme y homogéneo sobre ellas. Lo cual es un reflejo de la realidad. Revela la existencia de conflictos sobre la presencia y el ministerio de las mujeres en las comunidades nacientes.

                Los Hechos nos narran fragmentos de experiencias que muestran la presencia decisiva de mujeres, como parte de un mosaico, dentro del cuadro mayor de la expansión del Evangelio. A través de ella continuaba vivo el Espíritu de Pentecostés (Hechos 1,8).

A. MUJERES REUNIDAS PARA CELEBRAR Y ALABAR A YAHVÉ EL DÍA DEL SÁBADO

                La comunidad de Filipos, que abrió las puertas de Europa al Evangelio, surgió a partir de un grupo de mujeres de la religión judía que se reunían para rezar a la orilla de un río. Tal vez estas mujeres porque no satisfacían plenamente los criterios de los Judíos: Para poder constituir y construir se sinagoga que requería un grupo estable de 10 varones. Las mujeres solo podían acompañar a los hombres en las asambleas y oraciones, calladas y ubicadas en lugares especiales reservados para ellas.

                La historia de Lidia (Hechos 16,11ss) nos mostraría que se daban, dentro del judaísmo, grupos de mujeres que practicaban su religión y alababan a Yahvé independientemente de los hombres. La expresión “estaban reunidas” significa algo más que una oración ocasional. Podemos pensar en una acción litúrgica, por ejemplo una celebración sabática, en la que Pablo y sus compañeros vienen a participar. Sin ellos la celebración se hubiera hecho.

B. LIDIA Y SU CASA ABRAZAN LA FE CRISTIANA, ABRIENDO LAS PUERTAS DE EUROPA AL EVANGELIO

                Tenemos la noticia de que Lidia abrazó la fe cristiana y fue bautizada con toda su casa (Hechos 16,14-15), después de haber oído atentamente la Palabra anunciada por los misioneros. El texto calla sobre la reacción de las otras mujeres. Toda la atención se concentra en Lidia, la mujer que trabajaba con púrpura, natural de Tiatira, del Asia Menor. Ahora bien, el trabajo con púrpura requería el trabajo de un grupo de personas. Tales empresas se percibían como “casa”. Históricamente no es necesario entender “su casa” por familia, en el sentido actual. Aquí (Hechos 16,15) el término “casa” puede interpretarse con la significación de un grupo de personas, en nuestro caso, de mujeres trabajadoras en púrpura, lideradas por Lidia.

C. UNA INVITACIÓN EXIGENTE: “¡ENTREN EN MI CASA!”

                “Vengan a hospedarse en mi casa” (Hechos 16,15; Cf. Lucas 24,28-32). Esta invitación de Lidia es también una exigencia, porque la narración continúa diciendo: “y les insistía”. No se trata en este texto de la invitación de una mujer rica que insiste en hospedar a los misioneros en su casa. Es más bien un gesto de solidaridad cristiana, como consecuencia de su fe. El motivo de la invitación está explícitamente dicho: “si me tienen por creyente en el Señor”. Ofrecer hospedaje en casa es más que dar una posada. Es asumir un doble compromiso con los hermanos. Por una parte, es ofrecer protección y abrigo para quien está sufriendo o puede sufrir persecución y amenazas. Con esta protección Lidia asume la responsabilidad de los misioneros ante la autoridad local, como lo hizo también Jasón en Tesalónica (Hechos 17,6ss). Por otra parte, era para Pablo y sus compañeros entrar a formar parte de esta ‘casa’, de esta Comunidad.

                Si Lucas, narrador, da importancia a este hecho es porque, con la decisión de invitar a los misioneros de una manera insistente por parte de Lidia, surgió la comunidad de Filipos. En esta casa, como en la de Tabita (Hechos 9,36ss) y de María (12,12ss) no encontramos la figura de un hombre con la función de “padre de familia”, sino la de una mujer. Por medio de la información de los Hechos 16,40 sabemos que también hombres se adhirieron a la fe en Cristo Jesús, lo que se supone fruto del trabajo misionero de Lidia y su casa.

D. MUJERES QUE RECIBEN LA FE CRISTIANA Y COLABORAN EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES

                El libro de los Hechos nos informa sobre muchas mujeres que, como Lidia y su casa (16,11ss), se convirtieron a la fe cristiana y dieron un aporte significativo para el desarrollo de la primitiva Iglesia. Recorriendo las páginas de los Hechos nos vamos a encontrar con pasajes donde la presencia de la mujer y su apertura al Evangelio abre camino para que la palabra anunciada por los apóstoles eche raíz y encuentre consistencia en una comunidad concreta (Cf. Tabita: 9,36ss; 17,12-34; Priscila: 18,1ss).

-          1,14                “Todos ellos, con algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la oración…”.

-          5,14                “Se les iba agregando un número creciente de creyentes en el Señor, hombres y mujeres…”.

-          8,12                “Hombres y mujeres se bautizaban…”.

-          9,36                “En Jafa vivía una discípula, llamada Tabita (que significa gacela); repartía muchas limosnas y hacía obras de caridad…”. A semejanza de Lidia, también Tabita aparece como discípula del Señor liderando un grupo de viudas. Con ellas se reúne para confeccionar ropas y para orar.

-          9,1-2               “Para llevar presos a Jerusalén a cuantos secuaces del Camino encontrase, hombres y mujeres”.

-          12,12ss          “Se dirigió a casa de la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde estaban unos cuantos reunidos rezando…”. Nos encontramos con una comunidad reunida para celebrar la memoria pascual en casa de María en Jerusalén. Pedro, el líder de la Iglesia Apostólica, conocía este local, por eso se dirigió allí para celebrar con la comunidad su liberación de la cárcel.

-          16,11ss          Es el relato vivaz del comienzo de la comunidad cristiana en casa de Lidia.

-          17,4                “No pocas mujeres influyentes” de Tesalónica se adhirieron a la fe y se unieron a Pablo y Silas.

-          17,12              “Algunos de ellos abrazaron la fe, lo mismo que algunas mujeres nobles…”.

-          17,34              “Una mujer llamada Dámaris” se destaca en el grupo de hombres que abrazan la fe.

-          18,1ss            “Priscila y Aquila, su marido, son mencionados como cristianos que orientaban a otros hacia el “Camino”.



                Las mujeres aparecen como hilos vivos de una corriente que va construyendo la red de las primeras comunidades cristianas. Son colaboradas fieles del ministerio apostólico en la expansión del Evangelio y su encarnación en comunidades concretas. No solo ayudan, sino que lideran la organización y la animación de estas comunidades de mujeres y hombres.

E. LA LIBERACIÓN DE LA MUJER: UN CAMINO POR HACER…

                Los escritos neotestamentarios reflejan la realidad de la mujer cristiana en la vida de la comunidad bajo los más diversos ángulos. Desde la perspectiva más liberadora hasta la condición más esclavizante de la mujer. Los mismos escritos que afirman el principio igualitario: “no hay hombre ni mujer” (Gálatas 3,28), admiten también el principio de sumisión de la mujer al hombre: “mujeres, sométanse a sus maridos” (Colosenses 3,18); “Las mujeres se deben callar en las asambleas” (1 Corintios 14,34-35).

                La valoración y liberación de la mujer es siempre un proceso de confrontación permanente. La actitud y la práctica histórica de Jesús de Nazaret será siempre el referente absoluto para la actitud y práctica de la Iglesia.

F. JESÚS ES LA REFERENCIA DEFINITIVA

                Debemos admitir que las comunidades cristianas no lograron asimilar y traducir plenamente, con relación a la mujer, el principio liberador instaurado por Jesús. En lugar de una ética legalista, discriminatoria e inflexible con relación a la mujer, Jesús crea una ética de responsabilidad, de amor y de relación fraterna.

-          La adúltera, condenada por la ley de los escribas y fariseos, es motivo de reflexión para los hombres sobre sus propias acciones y un llamado a la conversión (Cf. Juan 8,1-11).

-          La mujer que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas, los enjugó con su cabellera y los ungió con perfume es considerada pecadora por los judíos. A los ojos de Jesús, por el contrario, ella es la “que ha amado mucho” (Cf. Lucas 7,36-50).

                Esta tarea aún continúa, porque la semilla arrojada por Jesús todavía está por germinar y mostrar toda su fuerza generadora de vida y liberación en las manos y el corazón de la mujer. Hace bien contemplar a las mujeres de las primeras comunidades cristianas para encontrar renovado ánimo y coraje.

                Como ayer, encontramos también hoy en muchos rincones de América Latina, mujeres dedicadas a la animación a las comunidades cristianas y de las celebraciones litúrgicas. Actúan, por lo general, en el anonimato y en la gratuidad total, en lugares periféricos, con pocos recursos, pero con mucho entusiasmo, ternura y amor. Así se unen a la corriente de mujeres que, como hilos vivos, van tejiendo la gran red de comunidades eclesiales de base. Por medio de ellas continúa vivo el Espíritu de Pentecostés, de acuerdo al programa de los Hechos: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaria y hasta el confín del mundo” (Hechos 1,8).



INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS A LOS TESALONICENSES



                La comunidad de Tesalónica tiene en su haber el privilegio de haber recibido la primera carta de Pablo, Silvano y Timoteo. Y es el primer escrito del Nuevo Testamento, anterior a los evangelios. Sobre la segunda carta a los Tesalonicenses hay muchas controversias. Sin tener en cuenta estas discusiones vamos a tratar aquí de las dos cartas en conjunto.

A. LA CIUDAD DE TESALÓNICA

                Está situada a la orilla del mar, junto a una cadena de colinas. La ciudad siempre fue blanco de la codicia imperial. Después de la conquista en 146 aC los romanos la convirtieron en capital de Macedonia. La urbanización y los favoritismos impulsaron su desarrollo. Hasta el nombre de Tesalónica fue puesto en homenaje a Tesalia, hermana de Alejandro y esposa de Casandro, fundador de la ciudad en el 315 aC. Además de tener uno de los mejores puertos naturales del mar Egeo, a Tesalónica la atravesaba la vía egnatia, una carretera que unía a Oriente con Roma.

                Después de la batalla de Filipos en el 42 aC Augusto le concedió el título de ciudad libre, lo que le permitió que Tesalónica poseyera su Asamblea popular y sus magistrados, llamados politarcas (Cf. Hechos 17,8). Aunque jurídicamente libre, la ciudad dependía ideológicamente de Roma. De hecho, en los años de la evangelización en la ciudad, estaba desarticulada la asamblea popular. Desde el punto de vista religioso, Tesalónica era una típica ciudad sincretista del imperio romano. Tenía los antiguos cultos locales, las divinidades del Olimpo griego (Atis, Cibeles), las divinidades egipcias (Serapis, Isis, Osiris, Anubis) y también los cultos romanos (a Roma y al emperador).

                Una revolución era impensable a pesar de que la mayoría, quizás dos tercios, eran esclavos. Estos sostenían a la clase superior de la población: funcionarios públicos, comerciantes, industriales, grandes terratenientes, militares retirados… De esta forma se comprenden los graves conflictos que se reflejan en las dos cartas.

B. LOS COMIENZOS DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

                La llegada del Evangelio a Tesalónica y los inicios de la comunidad están narrados en Hechos 17,1-9, en una exposición resumida y esquemática. La fuente más directa para comprender el proceso son las cartas a los Tesalonicenses.

                Ciudad de negociantes y puerto próspero, habitualmente al ir y venir de las gentes, Tesalónica poseía una comunidad judía bastante numerosa, hecho atestiguado por la sinagoga del lugar (Cf. 1 Tesalonicenses 2,14-16; Hechos 17,1). A ésta se dirigen Pablo y Silas, en el segundo viaje misionero, viniendo de Filipos. Durante tres sábados predican a los judíos (Hechos 17,1-2). Ante la posibilidad de éxito convocan a los fieles a la casa de Jasón. Fue allí donde lo buscaron los amotinados para entregarlos al senado de la ciudad (Cf. Hechos 17,5). En la fuga nocturna se dirigieron a Berea y luego pasaron a Atenas.

                Este viaje duró unos dos meses. En Atenas, Pablo temeroso “no pudiendo aguantar más” (1 Tesalonicenses 3,1), envió a Timoteo a Tesalónica quedándose solo.

C. MOTIVACIÓN DE LAS CARTAS

                El fracaso ya conocido de Pablo en Atenas lo lleva a Corinto, donde es absorbido por el trabajo y durante un año y medio intenta acompañar el crecimiento de una comunidad pobre. Fue en Corinto donde Timoteo alcanzó a Pablo, trayéndole noticias de Tesalónica. En general la situación era satisfactoria: se mantenían firmes en la fe, a pesar de las persecuciones; conservaban un gran afecto por los misioneros y hasta ansiedad por volver a verlos a pesar de algunas calumnias.

                Pero había sombras en el horizonte: el paganismo ganaba terreno en algunos sectores, sobre todo en el moral; otros no trabajaban y esta ociosidad comprometía a la comunidad naciente. Corría el rumor de que Cristo estaba a punto de llegar y esto traía serias consecuencias. Para esclarecer la situación escribe la primera carta a los Tesalonicenses hacia el final del año 51 o al principio del 52. Pero la situación no se arregló. La persecución cerraba el círculo y amenazaba a la firmeza de la fe; por eso algunos pedían encarecidamente la venida inmediata de Cristo para poner fin a los padecimientos. Ante esto, otros querían abandonar las preocupaciones diarias y el trabajo. Tal vez algunos meses después llega la segunda carta más breve y más categórica.

D. CONTENIDO DE LAS CARTAS A LOS TESALONICENSES

Primera carta a los Tesalonicenses

Destinatario (1,1)

1ª Parte: Los comienzos de la comunidad (1,2-3,13)

̵            Acción de gracias y felicitaciones (1,2-10)

̵            Evangelización y aliento (2,1-12)

̵            Actitud de los Tesalonicenses (2,13-18)

̵            La misión de Timoteo (3,1-5)

̵            Alegría por los informes recibidos (3,6-13)

2ª Parte: recomendaciones para la vida comunitaria (4,1-5,28)

̵            Recomendaciones (4,1-12)

̵            La venida del Señor (4,13-5,11)

̵            Exigencias de la vida comunitaria (5,12-22)

̵            Oración final y despedida (5,23-28)

Segunda carta a los Tesalonicenses

Saludo (1,1-2)

1.                   Agradecimiento, valoración y motivación (1,3-12)

2.                   Animación para perseverar (2,1-3,5)

3.                   Propuesta de trabajar (3,6-15)

Saludo final (3,16-18)

E. ALGUNAS CLAVES DE LECTURA

  1. Los conflictos se destacan en estas cartas.

Hay persecuciones y tribulaciones por parte del imperio (Cf. 1 Tesalonicenses 3,7; 2 Tes 1,4); dificultades con los paganos (Cf. 1 Tes 4,3-8); enfrentamientos con la sinagoga (Cf. 1 Tes 2,14-16). La segunda carta distingue una oposición abierta entre lo que llama “Iglesia de los Tesalonicenses” (1,1) y la “fuerza oculta de la iniquidad” (2,7), destinados los primeros a la participación en la gloria de Cristo (Cf. 1,10.12; 2,14) y los segundos a la ruina eterna (Cf. 1,9).

  1. La cuestión de la escatología constituye otro núcleo de dificultades.

La primera carta parece apuntar hacia una venida inminente de Jesús (Cf. 4,13-5,11). Pero en la segunda cualquier expectativa es alejada con vehemencia: “por la venida del Señor nuestro Jesucristo y nuestra reunión con El, les pedimos que no pierdan fácilmente la cabeza…” (2 Tes 2,1-2).

  1. El tema del trabajo constituye una de las mejores riquezas de las dos cartas.

Queda claro el sentido cristiano del trabajo, del trabajo con las propias manos (Cf. 1 Tes 4,11; 2 Tes 3,6-12). Ya los misioneros habían evangelizado la ciudad por medio del trabajo e insistían en su propuesta como alternativa, en contra de la mentalidad de la época para la cual el trabajo era actividad de esclavos. Por eso la carta dignifica el valor del trabajo manual y rompe con el sistema romano esclavista.



 Tema 15: LA PARUSÍA: EL REENCUENTRO CON EL SEÑOR.



“No durmamos como los demás, sino vigilemos” (1 Tes 5,6).

Mensaje

                Dicen los historiadores que el año 1000 fue de gran carestía porque el año anterior, esperando el fin del mundo, muchos no trabajaron. ¡Y el mundo no acabó! Ahora por la llegada del año 2000, reaparecieron ideas parecidas sobre la venida de Jesús. Algunas personas y movimientos se especializaron en anunciar la vuelta de Jesús, solo que no acertaron. Los pobres y las personas que sufren, fácilmente son enredadas con estas ideas y viven un proceso de alienación.

                El texto de hoy trata dos temas íntimamente ligados entre sí: 1 Tesalonicenses 4,1-12 habla sobre cómo el cristiano vive en el mundo, inclusive trabajando. Y 4,13-5,11 habla sobre los muertos ante la venida de Jesús esperada como cercana. ¿Los que ya murieron no participarán del encuentro con el Señor? Pablo responde: si Dios resucitó a Cristo, resucitará también a los que son de Cristo para ir a su encuentro juntamente con los que aún viven. Y entre estos se cuenta Pablo a sí mismo. Después sigue describiendo el reencuentro con las conocidas imágenes del judaísmo. En fin, volviendo a la tierra concluye que debemos llevar una vida consciente, regulada y pronta para el reencuentro.

                Pensar en la vuelta de Cristo no significa necesariamente desinteresarse de este mundo. Nuestra esperanza del reencuentro tiene un efecto animador.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.     ¿Qué nos parecen los anuncios regulares del fin del mundo?

2.     ¿Qué decimos nosotros de tales anuncios?

Palabra de Dios. 1 Tesalonicenses 4,1 hasta 5,11: El regreso de Cristo.

3.     ¿Con qué imágenes describió Pablo la vida cristiana (4,1-12) y la Parusía del Señor al fin del mundo (4,13-5,11)?

4.     ¿Qué consejos daba Pablo a los Tesalonicenses?

Hoy nosotros: Testigos de un Cristo vivo y liberador

5.   ¿De qué manera es nuestra vida un testimonio de alegría y esperanza en la resurrección?

6.   ¿Cómo nos podemos preparar al nuestro encuentro definitivo con Cristo?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Recordemos personas parientes o amigos que ya participan de la resurrección con Cristo. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

̵            En la próxima reunión conoceremos a la comunidad de Corinto. Leamos la introducción a las cartas a los Corintios. Texto de estudio: 1 Corintios 14,1-33a. Texto de apoyo: 1 Corintios 12,31-13,13.

̵            Para aprovechar bien el próximo encuentro. distribuir las tareas. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 15: El trabajo

                Trabajar es ciertamente una actividad ligada a la existencia humana. Junto a la vocación a la vida está la vocación al trabajo. Pero muchas veces, en fuente de felicidad, el trabajo se convierte en un castigo sin fin. Digamos que es por el trabajo que se esclaviza y también que por él se libera. Por esto se puede decir “Hay quien trabaja esclavo del dinero y hay quien trabaja por el mundo mejorar”. En los sistemas políticos actuales la explotación del trabajo humano conseguirá cada vez más situaciones de inestabilidad con el creciente desempleo, el subempleo y el empleo esclavizante.

A. ¿CÓMO TRABAJABA JESÚS?

                Una curiosidad es conocer cuál era la profesión de Jesús durante su vida en Nazaret. Mateo (13,55) dice que Jesús era hijo de un carpintero y Marcos (6,3) trabajaba como carpintero (ver Lucas 4,22). En una aldea pobre como Nazaret, su lenguaje tan simple y su vocabulario campestre lo manifiestan como campesino. Fuera de estas afirmaciones y conjeturas los evangelios prácticamente no nos dicen nada sobre Jesús como trabajador. En otro sentido y en un contexto diferente El afirma: “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (Juan 5,1-8).

                Al llamar a otros para colaborar con Él, el Maestro los saca aún de sus trabajos, de forma que dejan su fuente de sustento, las redes, y lo siguen (Cf. Marcos 1,18.20). El insinúa que su discipulado dispensa del trabajo porque “el obrero tiene derecho al sustento” (Mateo 10,10). Aún más, en otro contexto Jesús llama la atención sobre las aves del cielo y los lirios del campo (Cf. Mateo 6,26-29), que, además de vivir sin sembrar ni segar, superan a Salomón en esplendor y gloria.

B. LA PROPUESTA DE PABLO

                Pablo y los otros misioneros inauguran una forma original: Vivían el Evangelio trabajando. Evangelizar trabajando y trabajar evangelizando es el desafío que nos plantean. En ese tiempo sólo trabajaban las mujeres y los esclavos. Tanto en su vida como en sus escritos Pablo se presenta como un trabajador manual incansable. El gran apóstol puede enorgullecerse, con frecuencia, de sus manos encallecidas y presentarlas en su predicación como argumento. Cuando se despide en Éfeso de los líderes afirma: “Ustedes saben que trabajé con mis manos para conseguir lo necesario para mí y mis compañeros” (Hechos 20,34). La garantía de la propia subsistencia no era solamente un detalle en la vida de Pablo y de sus compañeros. Sin honorarios, en condiciones precarias, su actividad evangelizadora era también incansable. “Noche y día trabajamos para no ser una carga a ustedes, mientras les proclamábamos la Buena Noticia de Dios” (1 Tes 2,9; Cf. 2 Tes 3,8).

C. TRABAJAR CON LAS MANOS

                En varios textos paulinos sobre el tema subraya el trabajo manual. En 1 Corintios 4,12, por ejemplo, se lee: “nos fatigamos trabajando con nuestras manos”. La propuesta, por lo tanto, no se refiere a cualquier trabajo, sino específicamente a trabajar con las manos. ¿Por qué tanta insistencia sobre este modo de trabajar? Porque en aquella época no se valoraba el trabajo manual. La mentalidad griega de entonces consideraba el trabajo con las manos como una actividad indigna, de segunda categoría, reservada a los esclavos. Al contrario, los predicadores cristianos insistían en valorizar el trabajo manual.

                Pablo mismo, según consta, ejercía una profesión difícil, porque exigía tiempo, paciencia y dedicación manual. Fabricante de carpas (Cf. Hechos 18,3) debía tejer la cobertura espesa de las tiendas de campaña. Era un trabajo insalubre que deformaba las costillas y las manos, además de forzar la vista y ser naturalmente poco higiénico.

D. NECESIDAD Y DERECHO AL TRABAJO

                Se requerían motivos de peso para que Pablo y los demás misioneros, como Aquila, Priscila, Silvano, Timoteo, optaran por una evangelización a partir del mundo del trabajo. Veamos algunos de sus motivos:

  1. Evangelizar. Participando en el trabajo como los demás, los predicadores pueden llevar la Buena Noticia a los obreros de su tiempo, pues, identificándose con ellos, comprenden mejor sus necesidades. De esta forma, crean situaciones alternativas dentro del sistema imperial, gracias a la nueva orientación cristiana (Cf. 1 Tesalonicenses 2,9).
  2. Ser ejemplo. Antes de mandar a los otros a trabajar, los evangelizadores trabajan. Por eso dicen: “quisiéramos dar un ejemplo que imitar” (2 Tes 3,9). Se trata de una manera de vivir, un modo de proceder natural (Cf. 2 Tes 3,6).
  3. Renunciar a un derecho. Pablo y sus colaboradores podrían vivir sin trabajar, porque deberían ser retribuidos por la predicación del Evangelio; pero ellos aclaran: “no usamos este derecho” (1 Corintios 9,12; Cf. 9,15-18) y lo hacemos para no poner obstáculos a la Palabra de Dios. En aquel entonces muchos predicadores y filósofos se peleaban por hablar debido a la paga que se les daba. Los misioneros cristianos intentaban crear un sistema nuevo de predicación, renunciando a ese derecho (Cf. 1 Corintios 9,6; 2 Tes 3,9). Naturalmente este modo de proceder daba más credibilidad al Evangelio.
  4. No ser una carga para nadie. Las comunidades no eran ricas y poco se les podía exigir en su pobreza. Los misioneros cristianos no querían vivir de donaciones; por el contrario, “no pedimos el pan a nadie y nos fatigamos día y noche para no ser una carga para ninguno de ustedes” (2 Tes 3,8; Cf. 1 Tes 2,9; 2 Corintios 12,13-14).
  5. Ganarse el pan. La motivación más inmediata es trabajar para vivir dignamente. Cualquiera quiere tener el honor de ganarse su propio pan (Cf. 1 Tes 4,11-12). Pablo lo tiene como “título de gloria” (1 Corintios 9,15). De su esfuerzo depende su sobrevivencia. De ahí la norma: “quien se niegue a trabajar que no coma” (2 Tes 3,10).
  6. Trabajar con comunidades pobres. El trabajo del que se habla en las cartas paulinas es siempre arduo, penoso, “con fatiga y esfuerzo” (2 Tes 3,8). El trabajo manual, como ya se ha dicho, es un trabajo duro, de pobres, en donde prima el desinterés por enriquecerse (1 Corintios 4,11-12; 2 Corintios 11,7-12; Hechos 20,33-34).
  7. Compartir. “El que robaba no robe más, antes trabaje con sus manos para ganar algo y poder socorrer al que tiene necesidad” (Efesios 4,28). El compartir es esencial en el modo cristiano de vivir, porque ayudando a los débiles (Cf. Hechos 20,35), es como se crea comunión. La explotación y acumulación de bienes contradicen la vida de comunidad e igualdad cristiana.

E. CONCLUSIÓN

                Por su modo de vivir y por su doctrina, Pablo y demás colaboradores crearon una nueva praxis y una nueva mística en relación al trabajo. En la sociedad de esa época el trabajo era despreciado y sólo para los esclavos. El filósofo Platón codificó explícitamente esta comprensión. Los primeros evangelizadores invalidaron esta ideología yendo al encuentro de los trabajadores y convirtiéndose ellos mismos en trabajadores como los demás.

                Esta propuesta es actual y desafiante, porque nos estimula a ir al encuentro de la clase trabajadora, a identificarnos con el mundo de los pobres y, a partir de ahí, vivir y predicar la doctrina cristiana. La forma de vida de las primeras comunidades subvierte el orden establecido en el imperio romano hasta el punto de provocar la persecución violenta. También el actual orden vigente con su sistema social injusto y explotador, nos invita a tomar posiciones nuevas para denunciar esta situación y crear relaciones humanas nuevas.

                Pablo y los otros misioneros nos presentan una nueva espiritualidad, viviendo el Evangelio en el mundo del trabajo. Es allí, junto a los otros artesanos, que se hace realidad la predicación cristiana. Esta mística los hace resistentes a las presiones del imperio y crean una fe arraigada y transformadora. Lo central no es el lucro, ni el capital, sino la persona que con su trabajo va construyendo un mundo nuevo.



 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS DE PABLO A LOS CORINTIOS.



A. LA CIUDAD DE CORINTO, EN GRECIA

                La antigua Corinto fue destruida por los romanos en el año 146 aC. Cien años después, en el 44 aC, fue reconstruida por Julio César y, en el 25 aC., constituida capital de la Provincia de Acaya. Situada en el centro de Grecia, Corinto era favorecida por los mares Adriático y Egeo con dos puertos. Debido a esta posición geográfica tan favorable se convirtió en un centro comercial e industrial tan importante que atrajo inmigrantes de todas partes de tal modo que en poco tiempo fue una ciudad cosmopolita con una gran variedad de lenguas, culturas y razas. También era un centro intelectual, en donde tenían sus escuelas las corrientes filosóficas y un centro religioso, en donde los cultos de Oriente y Egipto tenían sus santuarios con gran aceptación popular. También había una comunidad judía floreciente con su sinagoga (Hechos 8,4).

                En la época de Pablo, Corinto tenía aproximadamente 500.000 habitantes. Dos tercios eran esclavos. La pequeña élite de la clase dominante estaba compuesta principalmente por ciudadanos libres romanos que la colonizaron. La riqueza escandalosa de esta minoría estaba al lado de la miseria de muchos. Inclusive surgió la expresión “vivir a lo Corinto” que significaba vivir lujosamente y en orgía.

B. ORIGEN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

                Pablo llegó a Corinto durante su segundo viaje misionero. Venía de Atenas donde su predicación no tuvo éxito (Hechos 17,32-34). Llegó abatido y desanimado (1 Corintios 2,1-3). Se hospedó en casa de Aquila y Priscila, recién expulsados de Roma (Hechos 18,2-3). Como acostumbraba inició su anuncio de la Buena Noticia en la sinagoga, hablando a judíos y griegos (Hechos 18,4). En el espacio de dieciocho meses (Hechos 18,11), entre los años 50 y 52, ayudó a formar y consolidar la comunidad (1 Corintios 3,6-10; Hechos 18,1-18) compuesta en su mayoría por gente pobre, sin mucha instrucción (1 Corintios 1,26; 7,21; 11,21-22), muy probablemente esclavos, cargadores del puerto. Pero era una comunidad dinámica, llena de entusiasmo, con muchos dones y carismas (1 Corintios 14,1-25). Era también una comunidad conflictiva, llena de tensiones y divisiones.

                El trabajo evangelizador en Corinto estuvo marcado por muchos conflictos ya con los judíos ya con los griegos.

  1. El conflicto con los judíos trajo mucha oposición contra Pablo, pero no se desanimó. Sacaba fuerza en su experiencia mística de fe y en la seguridad siempre renovada, propia de los profetas, de que Dios estaba con él: “¡No temas, sigue hablando y no te calles que yo estoy contigo!” (Hechos 18,9-10; Cf. Jeremías 1,8; 15,20). Por fin, siendo imposible su trabajo en la sinagoga, comenzó a reunirse en casa de Ticio Justo, un pagano simpatizante del judaísmo (Hechos 18,6-7). Los judíos acusaron a Pablo ante el tribunal romano, presidido por Galión, hermano de Séneca. El proceso no prosperó (Hechos 18,15).
  2. El conflicto con los griegos tenía su origen, en parte, en las tensiones internas provenientes de la composición social de la comunidad (1 Corintios 1,26; 11,21); en parte, de las diversas tendencias que existían entre los cristianos (1 Corintios 1,11-12); y, en parte, por la diferencia cultural entre griegos y judíos, por ejemplo, en la incompatibilidad entre la cultura griega y la fe en la resurrección (1 Corintios 15,1-58) o en la decisión de Pablo de vivir de su propio trabajo para anunciar el Evangelio gratuitamente (Hechos 20,33-34; 1 Tesalonicenses 2,9; 2 Tesalonicenses 3,8; 1 Corintios 4,12; 9,18; 2 Corintios 11,7) y hacer de esto “un título de gloria” (1 Corintios 9,15; 2 Corintios 11,10). Esta actitud de Pablo debe haber chocado con la mentalidad griega de los corintios. Para ellos “trabajar con las manos” era indigno de un ciudadano libre. ¿Cómo recibir la Buena Noticia de Dios de un hombre socialmente inferior?

C. LAS CARTAS: MOTIVO, LUGAR, FECHA

                Esta situación conflictiva llevó a una correspondencia intensa entre Pablo y los de Corinto. ¡Mucho más que dos cartas! Algunos entendidos encuentran en la segunda carta la globalización de por lo menos cinco cartas escritas en diferentes ocasiones. Sin adentrarnos en los argumentos de esta cuestión preferimos atenernos a las informaciones que el mismo Pablo nos ofrece en sus dos cartas.

1.       La Carta perdida. En 1 Corintios 5,9-13 Pablo habla de una carta escrita para orientar a los corintios en su relación con las personas viciosas y corruptas. Esta carta se perdió. Algunos señalan fragmentos en el actual 2 Corintios 6,14-7,1.

2.       La 1ª Carta a los Corintios. Los motivos que indujeron a Pablo a escribir esta carta fueron

̵            Información que recibió de personas de la casa de Cloe (1 Corintios 1,11) sobre algunos problemas de la comunidad, a saber: divisiones (1 Corintios 1,12-16), escándalo notorio de incesto (1 Corintios 5,1), peleas internas llevadas al tribunal civil (1 Corintios 6,1), inmoralidad de algunos.

̵            Una carta que la comunidad dirigió a Pablo (1 Corintios 7,1) pidiendo orientación para saber cómo conducirse en ciertos problemas relacionados con el casamiento de las jóvenes (7,1-40), en la compra de carne ofrecida a los ídolos (8,1-10,33) y sobre el comportamiento en las asambleas (11,2-14,40).

3.       La Carta escrita con lágrimas. En 2 Corintios 2,3.4.9; 7,8.12 Pablo menciona otra carta escrita “derramando lágrimas” (2 Corintios 2,4) para solucionar el desencuentro entre él y la comunidad. Esta es otra carta que se perdió. Algunos estudiosos creen encontrarla en parte en 2 Corintios 10-13.

4.       La Segunda Carta a los Corintios. Fue escrita para refutar las calumnias contra Pablo y para resolver los conflictos que surgieron relacionados con la comunidad. En un estilo vivo y apasionado esclarece los malentendidos (2 Corintios 1,12-2,11), y defiende su ministerio (2 Corintios 10-13). Así, en total, serían como mínimo cuatro cartas.

5.       La carta sobre la solidaridad. Parece probable que los capítulos 8 y 9 de la segunda Carta a los Corintios haya sido una especie de circular enviada a las comunidades de Grecia con el fin de hacer una colecta para los pobres de Jerusalén.

                No sabemos exactamente ni cuando, ni dónde fueron escritas estas cartas. En todo caso la primera Carta a los Corintios fue escrita cuando Pablo estaba en Éfeso (1 Corintios 16,8), durante su tercer viaje misionero, en la primavera del año 55 ó 57 (1 Corintios 5,7-8). La segunda fue escrita hacia el fin del año 55 ó 57 cuando Pablo, viniendo de Éfeso, viajaba por la Macedonia para visitar a la comunidad de Corinto (2 Corintios 7,5).

D. LA PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

  1. Esquema la 1ª Carta a los corintios

Introducción: saludos y acción de gracias: 1,1-9

1ª Parte:       Trata de los problemas que Pablo recibió de Cloe: 1,10-6,20

1,10-4,21        Divisiones, partidos y tendencias

5,1-13             El caso escandaloso del incesto

6,1-11             Incapacidad para resolver los propios problemas

6,12-20           El problema de la inmoralidad

2ª Parte:       Respuesta a los problemas presentados por la comunidad: 7,14-40

7,1-40             Casamiento o no casamiento: matrimonio y virginidad

8,1-10,33        Las carnes sacrificadas a los ídolos

11,2-14,40      Comportamiento en las asambleas

-      Mujeres: 11,2-16

-      Eucaristía: 11,17-34

-      Carismas: 12,1-14,40

3ª Parte: Fe en la resurrección: 15,1-58

Conclusión: 16,1-24

  1. Claves de lectura o temas importantes

a)       La mística del conflicto. Conflictos y tensiones marcan toda existencia humana. Pablo sugiere vivirlos como actualización de Cristo crucificado (1 Corintios 1,23). Los conflictos marcan también la relación entre Pablo y la comunidad. Leyendo la carta desde la clave del conflicto, se percibe la capacidad admirable de Pablo para iluminar los problemas más concretos del día a día con la luz del misterio más profundo de la fe. Toda la carta está centrada en torno a la vivencia del misterio pascual, es decir, de la cruz y la resurrección. La cruz aparece al comienzo (capítulos 1 al 4), la resurrección al final (capítulo 15). Entre el comienzo y el final se encuentra el largo caminar, lleno de problemas y tensiones.

b)       La locura de la cruz y la sabiduría del mundo. El contraste entre la “locura de la cruz” y la “sabiduría del mundo” atraviesa la carta del comienzo al final, explícita o implícitamente. Con la luz que nos viene de la cruz de Cristo, Pablo condena las divisiones de la comunidad (1 Corintios 5,1-13), cuestiona la vanagloria de los que escandalizan (1 Corintios 5,1-13), critica la interpretación errónea que hacían de ciertas frases que él, Pablo, había enseñado (1 Corintios 6,12-20), reprueba el comportamiento egoísta de algunos en las asambleas (1 Corintios 11,17-34).

c)       La resurrección de Cristo y nuestra resurrección. Pablo consigue aceptar la locura de la cruz y deshacerse de la sabiduría del mundo porque cree en la resurrección. Pero la cultura griega de los corintios no era preparada para aceptar la resurrección. Y sin la resurrección toda la argumentación sobre la locura de la cruz, por más buena que fuera, no tendría valor para él. Desde el comienzo, la fe en la resurrección ya estaba implícitamente presente en la argumentación de Pablo. Pero, ahora al final, en el capítulo más extenso de la carta, él profesa explícitamente y refuta con fuerza los argumentos en contra de aquella (1 Corintios 15,1-58).

d)       La tarea ardua de la inculturación. La primera carta a los Corintios tal vez sea, entre todas las cartas de Pablo, el ejemplo más claro de la dificultad y de la necesidad de la inculturación del mensaje cristiano. Leer la carta bajo esta clave puede ser particularmente esclarecedor para nosotros que vivimos el reto de encarnar la Buena Noticia en las culturas de nuestros pueblos. Entre otros puntos vale la pena examinar con detenimiento la manera cómo Pablo enfrentó varios problemas:

-          Las carnes sacrificadas a los ídolos (1 Corintios 8-10),

-          La fe en la resurrección (1 Corintios 15),

-          El ambiente pagano de la ciudad que se introducía en el modo de vida de la comunidad (1 Corintios 5-6).

e.)      Los problemas de la comunidad. Otra clave importante que muestra la actualidad de la carta a los Corintios es ver de cerca cómo Pablo enfrentaba y resolvía los problemas de la convivencia comunitaria: las divisiones internas (1 Corintios 1,10-4,21), la ética sexual (1 Corintios 5,1-13), las riñas ante el tribunal (1 Corintios 6,1-11), el respeto por la conciencia de los más débiles (1 Corintios 8,7-9,27), el buen orden en las asambleas (1 Corintios 11,1-34), el problema del don de lenguas (1 Corintios 12-14), etc.

f.)       Los límites de la carta. Pablo es hijo de su tiempo. Tiene sus límites. No podemos juzgarlo con los parámetros del conocimiento que tenemos hoy de la condición humana. Sus límites aparecen, por ejemplo, en su actitud con respecto a la mujer (1 Corintios 11,2-16; 14,34-35). Estos textos difíciles deben ser interpretados no como enseñanza universal, válida para todos los tiempos, sino como una respuesta a un problema concreto y localizado. Además de esto, hay que situarlo dentro del contexto más amplio, tanto de la cultura de la época como del empeño de Pablo para que la mujer pudiera tener una función de líder en las iglesias domésticas.

g.)     Tradición, Escritura, Espíritu y Libertad en Cristo. Para los fariseos tenía mucha autoridad la Tradición de los Antiguo. Pablo, judío de la línea de los fariseos (Filipenses 3,5) atribuye mucha autoridad a la Tradición que se transmite en las comunidades. A ella se refiere cuando habla de la Cena del Señor (1 Corintios 11,23-27), de los testimonios sobre la resurrección (1 Corintios 15,3-8) y del comportamiento en las reuniones (1 Corintios 11,2). La misma autoridad le atribuye a la Escritura (1 Corintios 10,11). Ambas, la Escritura y la Tradición, tienen autoridad como Palabra o Precepto del Señor (1 Corintios 7,10.25). Sin embargo, reconociendo su autoridad, ellas no son una camisa de fuerza. Ante problemas nuevos, Pablo se toma la libertad de dar consejos inéditos que no se fundamentan ni en la Tradición, ni en la Escritura: “les digo yo, no el Señor” (1 Corintios 7,12.25). Y la razón de esta libertad valiente es la seguridad de la acción del Espíritu del Señor: “pienso que también yo poseo el Espíritu de Dios” (1 Corintios 7,40). Esta libertad, por lo tanto, no es desenfreno. ¡Todo lo contrario! Es fuente de un compromiso mayor. “Todo me es permitido, pero no todo es conveniente” (1 Corintios 10,23).

E. LA SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS

  1. División

Introducción: Saludo y agradecimiento: 1,1-7

1ª Parte: Pablo, su ministerio y sus relaciones con la comunidad: 1,8-7,16

-      Explica el cambio del proyecto del viaje: 1,8-2,13

-      Defiende la superioridad del ministerio de la Nueva Alianza: 2,14-4,6

-      Expone las angustias y esperanzas del ministerio: 4,7-5,10

-      Ejerce el ministerio como embajador de Cristo: 5,11-21

-      Habla de las dificultades que enfrenta en el ministerio: 6,1-7,4

-      Informa que con la llegada de Tito se esclareció todo: 7,5-16

2ª Parte: Sobre la colecta en favor de los pobres de Jerusalén: 8,1-9,14

3ª Parte: Defensa apasionada de su misión como apóstol: 10,1-13,10

Conclusión: Invita a la alegría y el saludo final: 13,11-13

  1. Claves de lectura o temas principales de la segunda carta a los Corintios

        La mayor parte de las claves de lectura de la Primera Carta a los Corintios abren también el sentido y el alcance de la Segunda Carta. Por ejemplo, los temas de la “mística del conflicto”, “la locura de la cruz y la sabiduría del mundo”, “los problemas de la comunidad”, “la tarea ardua de la inculturación”, aunque de otra manera, atraviesan también a la segunda Carta.



a).   Defensa y consuelo del misionero. Conviene leer la segunda Carta a los Corintios bajo la clave del misionero que, atacado y calumniado por falsos apóstoles (2 Corintios 11,12-13), se ve en la obligación de defender su ministerio. Pablo fue acusado de ser torpe y débil (2 Corintios 10,10), ambicioso (2 Corintios 10,12-17), que no ama a la comunidad (2 Corintios 11,7-11), inferior a los otros evangelizadores (2 Corintios 11,4-5). Fue gravemente injuriado (2 Corintios 7,12; 2,5-11). El se defiende no pensando en él, sino por causa del Evangelio que él quiere anunciar (2 Corintios 12,19). Entrelíneas se hace transparente su vivencia como misionero.

b).   El uso de las Escrituras. En 2 Corintios 3,1-4,6 tenemos uno de los textos más importantes para saber cómo Pablo encaraba la Escritura y su interpretación. Es aquí que él expresa por primera vez las palabras “Antiguo Testamento o Antigua Alianza” (2 Corintios 3,14). La Nueva Alianza, anunciada por Jeremías (Jeremías 31,33) es la comunidad cristiana. Ella es la “carta de Cristo, escrita no con tinta en piedras, sino con el Espíritu de Dios vivo en la carne de los corazones” (2 Corintios 3,2-3). Es la comunidad quien posee el Espíritu y da vida a la letra. De lo contrario la letra podría matar a la fe (2 Corintios 3,6.

c).   Mística y resistencia en las tribulaciones (2 Corintios 4,7-6,10). Para conocer el carácter y la persona de Pablo no hay nada mejor que las dos cartas a los de Corinto. Son la revelación de Pablo. Por ejemplo, en 2 Corintios 4.7-6,10 se manifiesta cómo él vive y se mantiene en medio de los conflictos de su misión. En 2 Corintios 12,1-6 habla de las experiencias místicas que tuvo en los primeros años después de su conversión, y de la debilidad interior que siente (2 Corintios 2,7-10). Estas cartas sirven para completar la biografía de Pablo y la cronología bastante deficiente de los Hechos.

d).   Un grupo de trabajo en favor de los oprimidos. En 2 Corintios 8-9 Pablo utiliza todos los medios para incentivar la generosidad de los griegos en favor de los pobres de Jerusalén. La iniciativa de la colecta revela creatividad. Era una forma de realizar a nivel más amplio que la comunidad de Jerusalén había realizado a nivel local: “Los cristianos tenían todo en común, compartían sus bienes con alegría y no había necesitados entre ellos” (Cf. Hechos 2,44-45; 4,32.34). Así intentaban cumplir con la ley que decía: “entre ustedes no puede haber pobres” (Deuteronomio 15,4.



 Tema 16: LOS CARISMAS.



“Todo para la edificación común” (1 Corintios 14,26c).

Mensaje

                Cada persona como cada uno de nosotras y nosotros tenemos talentos. Toda organización funciona gracias a la puesta en marcha de estos talentos al servicio del grupo. Esta fue la experiencia de la 1ª Comunidad cristiana. La diversidad de dones es, sin duda, el gran tesoro de cualquier comunidad. Cada miembro de la comunidad se distingue por su don peculiar. Sin embargo, puestos en común para la edificación de la comunidad se convierten en eslabón de una sola cadena, en hilos del mismo tejido (12,7-11). Pablo emplea la imagen de cuerpo para explicar mejor este aspecto: “aún siendo muchos formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada uno, a su vez, es miembro de los otros” (12,12,20.25).

                Nuestro texto de hoy habla de carismas o dones presentes en la comunidad de Corinto. En su primera carta a los Corintios Pablo habla de “dones” y “carismas”. En el capítulo 14 distingue el valor y la utilidad de cada uno. La carta revela que la comunidad de Corinto era muy rica en dones, pero también revela que había problemas. “Buscar el amor” (1 Corintios 14,1). Los carismas son dones regalados para la edificación de la comunidad.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.       Revisemos cada uno las organizaciones a las que pertenecemos para ver que talentos ponemos al servicio de ellas.

2.       ¿Cuándo funciona bien una organización y cuándo no?

Palabra de Dios. 1 Corintios 14,1-33: La variedad de talentos en la Iglesia.

  1. En esta lectura, ¿cuáles son los dones o carismas que Pablo?
  2. ¿Cuál era la importancia de estos dones para la Comunidad de Corinto?

Hoy nosotros: Poner nuestros talentos al servicio de los demás

  1. ¿Qué mensajes sacamos nosotros de esta reflexión?
  2. ¿Qué talentos y servicios vamos a desarrollar para hacer crecer nuestra comunidad?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Celebrar con creatividad lo que produjo en nosotros la lectura orante de la primera carta a los Corintios. Rezar en común, a dos coros, o por versículos el Himno a la Caridad (1 Corintios 13,1-13), agradeciendo a Dios los carismas que hemos compartido al iniciar la celebración. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

̵            Conoceremos mejor la comunidad de Colosas. Leamos la introducción a la carta de Pablo a los colosenses. El texto a estudiar es: Colosenses 2,6-3,4. Texto de apoyo: Efesios 2,1,22.

̵            Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 16: Carismas: el buen uso del poder

                Para expresar la estructura fundamental de una comunidad, en la que cada miembro tiene su talento peculiar, puesto al servicio de los demás, Pablo usa la palabra “carisma”. Para Pablo el carisma es don de Dios (1 Corintios 12,1; Romanos 12,6a) usando con el poder de Dios (1 Corintios 2,5; 4,20; 5,4; 2 Corintios 4,7; 6,7) en beneficio de los demás (ver Efesios 4,11-12; Hechos 19,11-12 y 1 Corintios 12,14). El poder dado a los discípulos (Mateo 10,1-16; 28,18-19; Marcos 3,13-15) y los dones gratuitos son la misma participación al misterio de Jesús y al Reino de Dios.

                El Señor Jesús es el carisma por excelencia, el carisma decisivo que incluye todos los demás carismas y da a los suyos lo que posee. Carisma y poder coinciden en el hecho salvífico de modo que se convierten en un acontecimiento único y con la misma finalidad: llevar a la persona humana a la plena participación del misterio escondido en Dios y revelado por Jesucristo (Éfeso 2,4-6).

A. EL PODER LIBERADOR EN LA COMUNIDAD CARISMÁTICA

                Pablo usa raramente la palabra ‘poder’, aún cuando la realidad del poder y de la autoridad sea algo decisivo para él y sus comunidades helenistas. Pablo usa ese término tan solo en situaciones de antagonismo de poder: que la comunidad sea libre, o sea participativa y no dominadora (2 Corintios 1,23; 2,4.10).

                Para Pablo la autoridad que se hace valer sobre los más débiles no es autoridad, sino autoritarismo (2 Corintios 10,1-4). De ahí que trate sobre el “poder” en confrontación con la ley o ante un hermano más débil. Partiendo de esto, él da normas e instrucciones para el “buen uso del poder” evitando que para otros sea fatal o tiranía (1 Corintios 8,12ss). Pablo habla de este “poder” como propio de quien tenga una conciencia recta lúcida y pura (1 Corintios 10,13-25). Aún más, llega el caso de tener que renunciar a esa libertad si a nuestro lado hay un hermano de conciencia no tan esclarecida y débil en la fe (ver 1 Corintios 8,9-10; Gálatas 5,13; 1 Timoteo 1,5-7). Pablo resume la libertad en el mandamiento del Señor: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Romanos 13,9-10; Gálatas 5,14). Para él este es el mayor poder, la mayor autoridad, el don por excelencia dado al ser humano.

B. EL LUGAR DE LOS CARISMAS

                Pablo supone que la comunidad es el lugar ideal donde florecen y actúan los carismas. No quiere que los de Corinto vivan en la ignorancia acerca de los “dones” del Espíritu (ver 1 Corintios 12,1). Pero sucede que ciertas “vivencias” religiosas muy codiciadas pueden ser verdaderas. Por eso intenta esclarecer cuál es el lugar de los “dones” y cómo usarlos convenientemente. Por esto Pablo da orientaciones disciplinares y hace exhortaciones enérgicas de orden moral (1 Corintios 12,27-31a). Quiere erradicar el fanatismo de algunos, el orgullo de otros y la ignorancia de muchos, todos estos factores que pueden producir la desunión y el desamor. Para él es necesario analizar el contenido del mensaje y averiguar si el carismático es un auténtico cristiano (1 Corintios 1,13-14; 12,10c).

C. CRITERIOS: LIBERTAD Y COMUNIDAD

                Pablo no se preocupa por saber si ciertas “señales” o manifestaciones extrañas se pueden explicar racionalmente. Hoy, por ejemplo, hacemos un análisis psicológico para discernirlo paranormal o parafísico. A él le interesa solamente si esas “señales” están o no de acuerdo con el mensaje central del Evangelio: el amor: “Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor, soy un metal estridente o un platillo estruendoso” (1 Corintios 13,1; 2 Corintios 6,4-6). Si su origen es el Espíritu no pueden ser causa de tristeza para la comunidad (1 Corintios 13,4-6). Tampoco pueden violentar la libertad de los hermanos (1 Corintios 14,26-28.39-40). Los “carismas”, si son auténticos, deben producir los frutos del espíritu: paz, benignidad, alegría, concordia, ternura, bondad, unión, mansedumbre, fidelidad, autodominio, solidaridad y sobre todo amor capaz de sacrificio (Gálatas 5,22; 1 Tesalonicenses 1,2).

D. VARIEDAD DE CARISMAS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

                La evaluación de los carismas se hace atendiendo tanto a su origen como a su finalidad (1 Corintios 14,37). Los carismas son dados únicamente para la edificación de la comunidad (Romanos 12,4-6). Es inútil establecer límites definidos entre los diversos carismas. Pablo enumera varios, pero con esto no pretende poner punto final (1 Corintios 12,4-11).

                Siempre teniendo ante sí la edificación de la comunidad, Pablo exhorta a los de Corinto a hacer mucho discernimiento frente a los dones espectaculares (1 Corintios 14,6). Hablar en lenguas consistía en hablar, durante el culto, una lengua desconocida para los demás. En las “religiones mistéricas” era frecuente usar una lengua arcaica. Pablo dice que esto puede ayudar al que reza, pero es inútil para quien escucha si no se puede interpretar (14,5b). El don de lenguas, como oración, está para provecho del individuo (14,4a.14.17). Lo que debe quedar evidente es que los dones están al servicio de la comunidad (14,24-25).

                No es suficiente que el carismático sea arrebatado solo en “espíritu”, esto es, en su dimensión emotiva y afectiva. Hay que añadir a esto el crecimiento de la “conciencia crítica” para no caer en el ridículo (1 Corintios 14,23). Por eso el don de lenguas, de acuerdo a 1 Corintios 14,10-11, se parece más al don de una buena comunicación. Pablo prefiere el don de profecía. La profecía es algo semejante a nuestra predicación –al anuncio– ya que tiene como finalidad el exhortar, consolar, denunciar (1 Corintios 14,3; Romanos 12,6b). Pablo le da una cierta primacía (1 Corintios 14,15) y dice que es preferible un mensaje comprensible a decir palabras en lenguas. Hay que distinguir entre profetizar y ser profeta. Ser profeta es poseer en forma constante el don de la profecía, mientras que profetizar puede ser un acto aislado y ocasional.

                Cuando alguien instruye se convierte en más útil para la comunidad. Nadie puede pensar que por poseer algún “carisma” ya es maestro de los demás. O que ya no tiene nada que aprender. Todo lo contrario, cuando uno es más humilde tanto más Dios se revelará en él por medio de él (ver Lucas 10,21). Pablo termina amonestando que haya orden en la función carismática (14,33a) y que no se pierda de vista lo que es constructivo: la comunión fraterna.

CONCLUSIÓN

                Pablo deja establecido con claridad que lo que importa es el Amor. En toda su exposición sobre los “dones” reconoce que los “carismas” son dones relativos y hasta caducos y pasajeros (1 Corintios 13,9-10) ante el único carisma que realmente merece ese nombre: el Amor (13,8a). El amor se expresa en gestos concretos de solidaridad, de servicio (13,8a), de acogida sobre todo de los más necesitados, los excluidos y crucificados de la sociedad (2 Corintios 8,1-6). Para enaltecer este carisma Pablo cita las palabras bien concretas del bellísimo Himno al Amor.



INTRODUCCIÓN A LA CARTA A LOS COLOSENSES



A. LA CIUDAD DE COLOSAS

                Colosas, hoy en ruinas, era una ciudad de Frigia occidental, hoy Turquía a lo largo de la carretera que conduce a la parte oriental de Éfeso. En la época de Pablo era una insignificante ciudad comercial, que contrastaba con las ciudades vecinas, más grandes y más desarrolladas (Cf. Col 4,13.15). Desde el año 129 aC. Colosas pertenecía a la provincia romana del Asia.

B. EL ORIGEN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA EN COLOSAS

                Pablo no desconocía la zona de Frigia, pero es casi seguro que nunca visitó Colosas (Cf. Col 1,4.7ss; 2,1). En sus viajes por Frigia (Hechos 16,6; 18,23) no llegó hasta la región sudoeste donde se encuentra Colosas. La comunidad de Colosas, como la de Laodicea y Hierápolis, se inició por la predicación de un colosense, llamado Épafras, discípulo y colaborador de Pablo (Cf. Col 1,7; 4,12-13). Pablo, por lo mismo, acompaña con sumo interés el desarrollo de esta comunidad y manifiesta un cariño especial por su compañero de misión: Épafras: “Así lo aprendieron de nuestro querido compañero Épafras, que es para ustedes fiel servidor de Cristo. Ha sido él también quien nos ha informado cómo se aman en el Espíritu” (Col 1,7). Podemos deducir que el trabajo de Épafras en Colosas fue orientado directamente por Pablo.

                La comunidad estaba formada en su mayoría por cristianos gentiles (Col 1,21.27; 2,13). En la carta a los Colosenses se menciona dos residencias que sirven de local para las oraciones y aún celebraciones (Col 4,15.17; Cf. Filemón 2). No hay signos de la presencia de judeo-cristianos en la comunidad de Colosas.

C. LA CARTA

  1. Autor

a)       Dudas. Se afirma que la carta no es auténtica de Pablo, sino atribuida a él. Para sostener esta postura presentan las razones siguientes:

̵            El lenguaje y estilo literario de la carta a los Colosenses evidencian diferencias en relación a otras cartas auténticas de Pablo.

̵            La comparación teológica, más en concreto la Cristología de los Colosenses, con las principales cartas de Pablo confirma las diferencias.

̵            Hay mucha cercanía entre la carta a los Colosenses y la de los Efesios. Esta última ciertamente no es de Pablo, sino atribuida a él.

b).   A favor de Pablo. Hay quienes consideran a la carta a los Colosenses como auténtica de Pablo, escrita en el cautiverio como las cartas a los Filipenses y a Filemón.

        En conclusión podemos decir que, aunque esta carta no fuera de Pablo, continúa su pensamiento. Es probable que un discípulo de Pablo elaborase el texto de la carta para entablar un diálogo de fe en medio de un creciente sincretismo religioso. De cualquier forma, la carta fue escrita en nombre de Pablo.

  1. ¿Dónde y cuándo fue escrita la carta a los Colosenses?

        El vínculo con la tradición paulina y la cercanía que tiene con la situación de las comunidades del Asia Menor, llevan a pensar que la última redacción de la carta fue escrita en Efeso en torno al año 80 dC. La carta, sin embargo, hace referencia a la situación de Pablo en la prisión (Cf. Col 4,3ss.10.18). Si aceptamos que la carta fue escrita usando material de Pablo este provendría de su cautiverio o en Cesarea o en Roma (56-58 ó 58-60 dC).

  1. ¿Qué motivos movieron al autor para escribir esta carta?

        El contenido de la carta nos revela el motivo principal de su redacción. Fue la infiltración de doctrinas heréticas y de filosofías extrañas que producían confusión en la comunidad de Colosas. Para nosotros la cuestión es oscura. Podría tratarse de un movimiento sincretista de carácter judeo-gnóstico, o de infiltración de ideas de otro origen. Otra posibilidad es que se trate de la influencia del sincretismo helenista en la región del Asia Menor. Los Colosenses “que fueron sacados del paganismo para servir a Cristo” (Col 3,24) se dejaban seducir por las ideas provenientes de otras fuentes como las “vacías y engañadoras especulaciones de la filosofía” (Col 2,8), de la religión de los “elementos del mundo y del culto a los ángeles” (Col 2,8; 2,18.20).

                El objetivo de la carta es contrarrestar las falsas doctrinas y reafirmar la primacía de la plenitud de Cristo (Col 1,19; 2,10). En El desaparecieron las ventajas atribuidas a determinada religión, status o cultura, porque en El todo fue reconciliado (Col 1,20). Fueron superadas todas las distinciones discriminatorias: griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, libre, esclavo, porque Cristo es todo en todos (Col 3,11; Cf. Gálatas 3,8 donde Pablo alude también a la superación de la discriminación entre hombre y mujer).

  1. División de la carta

                Después del remitente y el saludo la carta a los Colosenses se divide en tres partes temáticas y concluye con algunos complementos y saludo final.

Remitente: Col 1,1-2

1ª parte: Doctrina: Riqueza de la fe cristiana y primado de Cristo (Col 1,3-2,5)

̵            Acción de gracias por las noticias recibidas (Col 1,3-8)

̵            Oración que culmina con el Himno Cristológico (Col 1,9-20).

̵            Esperanza que nace con el anuncio del Evangelio (Col 1,21-29)

̵            El cuidado de Pablo por la comunidad (Col 2,1-5)

2ª parte: Advertencia: sobre errores (Col 2,6-3,4)

̵            Las diversas doctrinas y la verdadera fe en Cristo (Col 2,6-15)

̵            La superación de la religión de los “elementos del mundo”, en Cristo (Col 2,16-3,4)

3ª parte: Exhortación: Consecuencias prácticas y éticas de la fe cristiana (Col 3,5-4,6)

̵            Una nueva relación en la comunidad de los reconciliados en Cristo (Col 3,5-17)

̵            Preceptos de moral doméstica y exhortación al espíritu apostólico (Col 3,18-4,6)

Complementos y saludo final

̵            Envío de Tíquico y Onésimo (Col 4,7-9)

̵            Saludos de los compañeros de Pablo (Col 4,10-14)

̵            Saludos a los destinatarios (Col 4,15-17)

̵            Saludo final (Col 4,18)

D. CLAVES DE LECTURA

                La carta a los Colosenses puede ser leída desde muchas puertas de entrada.

1.       Vigilancia. Vigilar y saber aprovechar bien el momento presente. Esto es no dejarse esclavizar. Es asumir la lucha por la vida, en la seguridad de que desde ahora nuestra vida está escondida en Dios (Col 3,3). La fe en la resurrección no nos debe llevar a la resignación. Al contrario, es para el cristiano motivo para la lucha y la militancia. Creer en la resurrección es mantenerse alerta y vigilante en el tiempo presente.

2.       Cristo todo en todos. Si Cristo es todo en todos, no hay razón para privilegiar a unos sobre otros (Cf. Col 3,11). La comunidad eclesial está llamada a dar testimonio de unidad en la diversidad de culturas y de ritos religiosos.

3.       Ascesis falsa. La ascesis no tiene valor en sí misma. La carta a los Colosenses llama la atención sobre la ascesis equivocada (Cf. Col 2,16-23). La verdadera ascesis está en crear nuevas relaciones de justicia y de compartir. Es seguir a Jesús, revestirse de sus sentimientos y continuar su praxis (Cf. Col 3,12-15).

4.       Nuevas relaciones justas. En una comunidad que sigue a Jesús no hay lugar para privilegios personales. Hombres y mujeres (Col 3,18-19), empleados y empleadores, todos somos servidores del único Señor (Col 3,24). “Quien cometa injusticia lo pagará, pues no hay favoritismos” (Col 3,25).



 Tema 17: DOCTRINAS EXTRAÑAS.



“Han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3,3).

Mensaje

                Vivimos en un tiempo de fuerte emergencia religiosa o espiritual en América Latina. Esto es muy bueno. El pueblo sufrido se agarra de Dios de cualquier manera. Poco le importa qué nombre tiene la religión. Se puede dar mucha manipulación y explotación de símbolos religiosos. Más que nunca estamos llamados a discernir en un diálogo inter-religioso qué es lo que enriquece y qué es manipulación o explotación religiosa.

                Los primeros misioneros del Camino, en el seguimiento de Jesús, vivieron una situación similar a la nuestra, en Asia Menor. El encuentro de la cultura hebrea con la helenista estaba marcado por la mezcla de etnias, corrientes filosóficas, doctrinas y creencias religiosas. Es a partir de esta realidad que fue escrita la carta a los Colosenses (Cf. Col 2,6-8.16-23).

                En el texto de hoy que leemos encontramos muchas advertencias y alertas ante los peligros que amenazan a la fe cristiana. La carta a los Colosenses es bastante realista, con los pies en la tierra. Esta Palabra de Dios nos habla a nosotros sobre la realidad que vivimos. Somos llamados para ser presencia profética de discernimiento junto al pueblo en América Latina. Este servicio implica una actitud de apertura y acogida de lo nuevo.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

  1. Conversemos sobre el de creencias religiosas en los ambientes donde estamos insertos.
  2. Según nuestro parecer, ¿qué valores nuevos podemos asumir? Digamos la razón.

Palabra de Dios. Colosenses 2,6-3,4: ¡Cuidado con los falsos profetas!

  1. ¿Cuáles son los puntos más importantes de esta lectura?
  2. ¿Qué soluciones le ofrece la carta a los problemas planteados?

Hoy nosotros: Discernir lo que construye el Reino de Dios

  1. ¿Qué significa para nosotros la certeza de que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios?
  2. ¿Qué actitudes concretas debemos asumir si queremos vivir como resucitados en Cristo?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo indígena en medio de nosotros.

                Celebremos con alegría y gratitud, las fuerzas y luces que hoy hemos encontrado para nuestra vida. El símbolo religioso puede ser de los Indios antes de la llegada de Colón a América. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

̵            Seguiremos el estudio de los Hechos, que muestra cómo las primeras comunidades cristianas se expanden por la fuerza de la Palabra y del Espíritu. El texto de estudio es: Hechos 25,1-12. Texto de estudio: Hechos 25,1-12.

̵            Distribuir las tareas entre los participantes. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 17: Religiosidad popular, doctrinas extrañas, anuncio de la Buena Noticia

                Los discípulos de Jesús y las primeras comunidades son enviados a anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios. Fuera de las fronteras culturales y geográficas del mundo judaico, vivieron el desafío de leer el mensaje de Jesús en las diferentes culturas de la época.

                Hoy tenemos el mismo desafío. Vivimos en un continente pluricultural. Esto, por una parte, significa una gran riqueza y variedad de símbolos culturales y religiosos. Pero, por otra parte, encontramos dificultad para releer nuestra historia y descubrir nuestra identidad cultural y religiosa como pueblo latinoamericano.

A. NUEVO DESPERTAR RELIGIOSO

                La primera evangelización de América Latina combatió la existencia de los símbolos culturales y religiosos que tenían los moradores originarios del continente, conocidos como indígenas. Hasta hoy llegan los reflejos de ese modo de pensar la evangelización. La rica simbología religiosa india o afro tiene poco lugar en nuestras celebraciones. En la relectura de los 500 años de la evangelización notamos una fuerte reacción contra la imposición europea. Se ha dado una vuelta consciente hacia la valorización de la cultura y religiosidad autóctona.

                Es importante tomar nota de que estamos al principio de un nuevo milenio. La historia nos enseña que siempre es un tiempo propicio para el surgimiento de ideas apocalípticas y espiritualistas. Con ellas surgen muchas doctrinas y diferentes creencias, llamadas por lo general sectas.

                En ese contexto surgen algunas preguntas fundamentales: ¿Qué es el diálogo inter-religioso y qué es la manipulación religiosa? ¿Cómo continuar hoy el movimiento de Jesús que se convierte en praxis en la vivencia comunitaria?

B. CLARIFICANDO ALGUNOS CONCEPTOS

  1. Experiencia religiosa popular

        La religiosidad popular es una predisposición de apertura, sed de conocimiento que el pueblo tiene de Dios, aún antes de cualquier anuncio explícito. Por esta religiosidad el pueblo es vulnerable y no siempre asume la propuesta del Evangelio de Jesús, al anuncio de la Buena Noticia. El pueblo latinoamericano es religioso. Las señales de su experiencia religiosa popular aparece en cada instante: cuando alguien hace la señal de la cruz al pasar frente a una iglesia, cuando al acabar de comer alguien dice: “Dios se le pague”.

        El pueblo latinoamericano tiene una experiencia directa de lo sagrado. De hecho, no son los conceptos racionales y disciplinarios los que dan fuerza al pueblo para aguantar la dureza de tanta injusticia y sufrimiento de cada día. Hay otras fuentes donde el pueblo bebe y saca fuerza para el caminar en el deseo de religar todas las cosas con Dios. Es el mismo Dios de la Vida que camina con su pueblo rumbo a la Tierra Prometida.

        Fiestas, peregrinaciones, romerías, devociones, música, todo forma parte del gran potencial religioso presente en el pueblo latinoamericano. Este potencial proviene del conjunto de muchas culturas y de la convergencia de variados ritos religiosos, indígenas, afro-americanos. Rescatar y valorizar la riqueza de la experiencia religiosa popular es un desafío permanente para los que seguimos el camino de Jesús.

  1. ¿Iglesias o Sectas?

        Un grupo religioso se convierte en secta cuando comienza a cerrarse dentro de sí mismo y su proyecto de salvación. Se da cuando sus miembros comienzan a creer que solo ellos tienen la verdad y van al cielo: Solo ellos conocen la verdad y son santos; los demás son pecadores. El miembro de una secta tan solo pretende ser espiritual y acaba volviéndose ingenuo, desligado de la realidad y alienado por sus creencias. Por eso dicen: “No mire la crisis, mire a Jesús”. Peor pasa aún cuando estos grupos fanáticos explotan al pueblo para quitarle lo poco que le queda para su sustento en cambio de una supuesta salvación espiritual. En algunas sectas, además del diezmo, se les cobra el rescate de salvación a precio altísimo.

        Ninguna religión está libre de tener tendencias sectarias, ni la religión católica. Por eso todas las religiones deben permanecer siempre en la dinámica del camino, como nos enseñan los Hechos. Esto implica revisión permanente de sus expresiones simbólicas y manifestaciones religiosas.

  1. Es necesario discernir

        La sabiduría nos dice que es tiempo de discernir y no de juzgar. Creemos que el Espíritu Santo sopla donde quiere y como quiere. Las semillas del Evangelio ya están sembradas en todas las culturas y por todas partes por el Espíritu de Dios. Hemos aprendido esta convicción de fe a partir de la experiencia de las primeras comunidades cristianas. Pero es necesario discernir.

        En la comunidad de Colosas había una situación muy parecida a la que vivimos hoy en nuestras comunidades. Las especulaciones filosóficas fueron consideradas vacías, engañosas y esclavizadoras por el autor de la carta a los Colosenses (Col 2,8). Este pone en alerta aún sobre un grupo religioso que da culto a los ángeles. Otro tiene como criterio de discernimiento la influencia de “elementos de este mundo” y no de Jesús. La carta advierte sobre una falsa religiosidad aparente que está destinada a desaparecer por desgaste, como preceptos y enseñanzas de hombres y no de Dios (Col 2,22-23). La búsqueda de otras plenitudes al margen de Cristo. Pues él es la única plenitud: Esa es la gran preocupación que está detrás de la carta a los Colosenses.

        A pesar de todas estas dificultades, fruto de la mezcla de grupos religiosos de la ciudad de Colosas, el autor de la carta concluye que el mayor criterio evangélico es este: “Cristo es todo en todos” (Col 3,11). Queda por preguntar si ese criterio es parte de la diversidad cultural y religiosa vivida por la comunidad de Colosas.

  1. ¡Cristo es todo en todos!

        Esta afirmación es la culminación de todo lo dicho en la carta. Hay que acabar con las divisiones entre griegos y judíos, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavo y libre. En esta lista de reconciliados en Cristo, el autor, lastimosamente, se comió un par de palabras “hombre y mujer” que saldrán en Gálatas 3,28.

        ¡Cristo es todo en todos! He aquí la referencia mayor para cualquier cultura, grupo religioso o teoría filosófica. Viviendo de acuerdo a este criterio sabremos dialogar con personas de otras sectas religiosas sin convertirnos en sus adeptos. No podemos perder la oportunidad de vivir libremente como hijas e hijos de Dios, abiertos al amor, al diálogo, firmes en la fe y la esperanza de un mundo mejor, en la lucha por una nueva sociedad justa y fraterna donde Cristo, de hecho, pueda ser “Todo en Todos” (Col 3,11). La referencia obligatoria para todas las religiones es Cristo.

  1. La semilla de la Palabra de Dios, ya está presente

        Creemos que la semilla y los frutos de la Palabra de Dios están presentes en todas las culturas. Es necesario reconocer esta realidad y fomentar las condiciones para que crezca y fructifique.

        En conclusión podemos decir que ninguna cultura, como tampoco ninguna creencia religiosa, es completa, en sí misma, que en ella se pueda agotar la Buena Noticia, el Evangelio de Jesucristo. Por otra parte, ninguna cultura o religión es tan insignificante que no contenga ya en sí la semilla de la Palabra de Dios revelada plenamente por Jesús.



 Tema 18: EXPANSIÓN POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS.



“¡ Has apelado al César, irás al emperador !” (Hechos 25,12).

Mensaje

                Dios se revela a través de mediaciones humanas. En nuestra vida se dan acontecimientos que no entendemos cuando todavía estamos metidos en ellos todavía con la cabeza caliente. Solo después, en una relectura de estos hechos de nuestra vida reconocemos que allí se manifestó Dios.

                Toda la expansión del Evangelio, como lo narra Lucas en los Hechos, se dio dentro de la dinámica de una relectura de los acontecimientos desde la fe. Pablo, en el texto de hoy, nos enseña que necesitamos ir a la búsqueda de nuestros derechos. Esto es, la voluntad de Dios manifestada en su Palabra. Ser cristiano no significa ser engañado o ingenuo. Este texto es la preparación del último viaje de Pablo con destino a Roma. El Apóstol reivindica sus derechos como ciudadano romano y apela al César. La narración histórica de Lucas es interrumpida por las palabras de Festo y de Pablo.

                El texto es un reflejo de la situación vivida por las primeras comunidades cristianas. Nos muestra la actitud sabia y aguda de Pablo ante el Tribunal. No se dejó amedrentar por las amenazas de las autoridades judías que tramaban su muerte. Conocedor de las leyes sabía que no podía escaparse del proceso ante el Sanedrín, sino apelando a su privilegio de ciudadano romano. Después de probar su inocencia con respecto a las acusaciones hechas contra él, dice: “¡Apelo al César!” La respuesta de Festo después de oír el parecer de su consejo fue clara: “¡Apelaste al César, irás al César!”

                El texto no nos proporciona una frase linda o piadosa para meditar, sino cómo el cristiano debe estar comprometido con la realidad y conocer sus derechos para reivindicarlos. La fe hay que vivirla con los pies en la tierra, dentro de la realidad. Pablo utilizó su privilegio de ciudadano romano para expandir el Evangelio.

Bienvenida. Canto. Acogida y motivación. Breve oración al Espíritu Santo.

Nuestra realidad:

1.         ¿Cómo reivindicamos nuestros derechos como pobres, mujeres, negros, mestizos, indígenas?

2.         Entre nosotros, ¿dónde se atropella más a los derechos de las personas?

Palabra de Dios. Hechos 25,1-12: La valentía de Pablo.

3.         En esta lectura, ¿cuáles son las actitudes y palabras que más nos llaman la atención?

4.         ¿Cómo enfrentó Pablo los conflictos de los que nos habla en esta lectura?

Hoy nosotros: Nuestros derechos no se condicionan.

5.         ¿Qué nos enseña a nosotros la actitud de Pablo?

6.         ¿A qué nos sentimos llamados para vivir más dignamente?

Oraciones comunitarias. Poner el símbolo en medio de nosotros.

                Rezar a partir de los derechos, los unos atropellados, los otros alcanzados. Salmo. Canto. Bendición final.

Preparación del próximo encuentro

̵            Acompañaremos en parte la vida de las primeras comunidades en Roma, mediante la Carta de Pablo a los Romanos. Leamos la introducción a esta carta y a la 5ª y última parte. El texto de estudio es: Romanos 8,18-38. Texto de apoyo: Colosenses 1,13-20; Éfeso 1,3-23.

̵            Repartirnos las tareas del próximo encuentro. Traer un símbolo acorde al tema de la próxima reunión.



Comentario 18: Conversión de Pablo y su importancia en la vida de fe

                Cuando leemos el relato de la conversión de Pablo, en los Hechos, nos queda la impresión de que en su vida todo cambió, en un abrir y cerrar de ojos. La realidad fue otra. La conversión es siempre un proceso. Conversión no significa un cambio mágico en la vida de una persona. Aunque implica un cambio radical, la conversión está acompañada siempre por un proceso de vida, que se da poco a poco. Exige ruptura y continuidad. Requiere un cambio de mentalidad, de comprensión y del corazón, que se traduce en una nueva praxis. Veamos cómo sucedió esto en la vida de Pablo.

                El autor de los Hechos da mucha importancia al episodio de la conversión de Pablo, no como un acontecimiento personal, sino como un viraje histórico en la expansión del Camino y de la Palabra de Dios. Narra tres veces cómo se dio la conversión repentina en el camino de Damasco (Hechos 9,1-19; 22,5-16; 26,9-18). No informa nada sobre la conversión prolongada, o sobre el lento proceso de maduración que se extendió por trece años. Son 13 años de silencio. En las cartas que escribe Pablo a las comunidades cristianas encontramos un pequeño espejo y reflejo de este tiempo oculto de su vida.

A. EL CAMINO DE DAMASCO

                Pablo tendría unos 28 años de edad cuando viajaba hacia Damasco, capital de Siria, con las credenciales del Sumo Sacerdote, para traer presos a los que pertenecían al Camino, tanto hombres como mujeres (Cf. Hechos 9,1-2). Damasco dista de Jerusalén 250 kilómetros al norte de Palestina. Por su belleza se la llamaba la “perla del oriente”, o el “ojo del desierto”. Allí, en la encrucijada de grandes caravanas comerciales, existía una floreciente colonia judía, con sinagogas propias. El Sumo Sacerdote, presidente del Sanedrín de Jerusalén, ejercía la autoridad central sobre las comunidades judías de la diáspora. El imperio romano concedía cierta jurisdicción al Sanedrín sobre los judíos en lo referente a cuestiones religiosas. El hecho de que Pablo tuviera en sus manos credenciales del Sumo Sacerdote significa que no solamente era en nombre propio, sino que la persecución de los cristianos formaba parte del plan de las autoridades judías en connivencia con el imperio romano.

                Esta descripción inicial de las circunstancias que llevaban a Pablo a Damasco sirve para demostrar el contraste y el viraje total que se dio en su vida y en la historia de las primeras comunidades cristianas.

B. GRATUIDAD DIVINA: UNA LUZ, UNA CAÍDA, UNA VOZ…

                Súbitamente el camino de Pablo hacia Damasco lo interrumpió una luz venida del cielo, que lo hace caer en tierra y oír una voz. Esta descripción de elementos y fenómenos que rodean a Pablo y actúan sobre él, muestran que la conversión no fue primariamente una decisión de Pablo, sino una iniciativa divina. Tirado en el suelo, Pablo oye una voz: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9,3-4). Pablo pregunta: “¿Quién eres, Señor?” Jesús se auto-presenta: “Yo soy Jesús a quien tú persigues” (Hechos 9,5). Jesús aquí se identifica con la comunidad perseguida, con los discípulos y las discípulas que siguen el mismo Camino que El trilló. Colocándose de parte del perseguido, Jesús desaprueba al perseguidor. Las credenciales que Pablo había conseguido del Sanedrín no tienen valor, no le daban ninguna autoridad. Estaba caído en el suelo.

                Jesús no deja a Pablo sin perspectivas, sino que lo invita a levantarse e ir al encuentro de los hermanos: “Ahora levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que has de hacer” (Hechos 9,6). Pablo se levantó, pero, aún con los ojos abiertos, no veía nada. Fue llevado de la mano hasta la ciudad de Damasco donde permaneció tres días sin ver, ni comer o beber. Se invirtieron los papeles. El líder fue conducido de la mano por los liderados (Hechos 9,8).

                La conversión de Pablo se inscribe en la misma línea de los profetas. Como Jeremías Pablo podía decir: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, me violaste” (Jeremías 20,7). Caído en tierra se entrega. Como Ezequiel, Pablo cayó por tierra al ver la luz de la gloria de Yahvé (Ezequiel 1,27-28). Luz tan fuerte que lo dejó ciego. Su ceguera y los tres días sin comer ni beber (Hechos 9,8-9) simbolizan los tres días de oscuridad y de muerte anteriores a la resurrección. Con este relato dramático y simbólico que lo pone a Pablo en total dependencia, el autor de los Hechos subraya la libre y gratuita iniciativa de Dios.

C. PARTICIPACIÓN HUMANA

                Además de la iniciativa divina, la conversión requiere la participación humana, no solo de la persona, sino también de la comunidad. La participación de Ananías en el proceso de la conversión de Pablo es preparada por medio de visiones del mismo Jesús que se encontró con Pablo en el camino a Damasco (Hechos 9,10-19).

                Ananías aparece como quien ya reconoce la voz del Señor. Al oír su nombre: “¡Ananías!”, él responde inmediatamente: “¡Aquí estoy, Señor!” Recibe a continuación la misión de ir al encuentro de Saulo de Tarso, que se encuentra en Damasco. Ananías está bien informado sobre la situación de Pablo y vacila en cumplir la misión recibida. Pero el Señor insiste: “Ve, que ése es mi instrumento elegido para difundir mi nombre entre paganos, reyes e israelitas. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre” (Hechos 9,15-16). Entonces Ananías fue al encuentro de Pablo en Damasco. Entra en la casa, le impone las manos y le dice: “Hermano Saulo, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado, para que recobres la vista y que quedes lleno del Espíritu Santo” (Hechos 9,17).

                Con este gesto Pablo era acogido en la comunidad de “hermanos”, de los discípulos seguidores del Camino del Señor. De ahí en adelante comienza su lucha en favor de los cristianos que antes perseguía. Una lucha que provocó muchos conflictos y exigió cultivar una profunda mística.

D. LO “NUEVO” SIEMPRE SUCEDE EN LA DINÁMICA DE RUPTURA Y CONTINUIDAD

                Mirando la conversión de Pablo vemos una clara línea divisoria en su vida. Hay un antes y un después del camino a Damasco. La primera impresión que da es de ruptura total. Todo se quebró: el proyecto de vida, la observancia de la ley judaica, en fin, todo lo que había aprendido desde niño a los pies de Gamaliel. Se desmoronó el mundo en que vivía.

                Pero, es exactamente en el momento de la ruptura, de la caída, cuando aparece Dios. Este interviene en la historia de Pablo. No lo deja sin perspectivas. Esta experiencia de la fuerza y la bondad de Dios fue una luz tan poderosa que lo dejó ciego. Esta no entraba en el esquema de su comprensión de Dios quien provocó la ruptura. Ahora Pablo no confía en aquello que él hace por Dios, sino sólo en lo que Dios hace por él. Ya no pone su seguridad en la observancia de la ley, sino en el amor de Dios por él (Gálatas 2,20-21; Romanos 3,21-26).

                Lo “nuevo” que provoca este giro radical en la vida de Pablo está marcado por el encuentro con Jesús. Esta experiencia se convierte en el núcleo central de su fe y de la evangelización de las comunidades cristianas. A los Filipenses les escribe: “Lo que para mí era ganancia lo tuve por pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3,7). Pablo habla muchas veces de la experiencia de su conversión como un proceso que se completó de parte de Dios, pero continúa incompleto en él: “No es que lo haya conseguido ya, ni que sea ya consumado; yo continúo para alcanzarlo como Cristo me alcanzó” (Filipenses 3,12).

                “Ser alcanzado por Cristo” queda como la experiencia fundante del amor gratuito de Dios que va a orientar la vida de Pablo y mantenerlo en las crisis, dificultades y sufrimientos que vendrán. Es la fuente nueva de espiritualidad a la que siempre puede volver. De ella brota una “poderosa energía” (Col 1,29) que impulsa su vida y su misión. Nadie logra extinguir este fuego que arde y nunca se consume (Cf. Éxodo 3,1-12; Jeremías 20,9; Lucas 24,42). Dentro de la misma experiencia de ruptura, Pablo tiene la seguridad de que es el mismo Dios, a quien buscaba alcanzar antes por medio de la observancia de la ley quien lo alcanzó de un modo gratuito. Dios, que es mayor que cualquier ruptura, es garantía de la continuidad. La ruptura se dio para que el proyecto de Dios pudiese tener continuidad “conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15,3; Hechos 17,2-3; 18,28). La conversión a Cristo significó para Pablo un cambio profundo en su vida, pero no un cambio con Dios. Pablo continuó fiel a su Dios. Continuó fiel también a su pueblo. Haciéndose cristiano no deja de ser judío. ¡Todo lo contrario! Fue el querer ser fiel a las esperanzas de su pueblo y a las promesas de su Dios que lo llevó a aceptar a Jesús como el Mesías y Señor. Reconoció en Jesús el sí de Dios a las promesas hechas a su pueblo en el pasado (2 Corintios 1,20). Recupera así las raíces originales del judaísmo con la nueva clave de lectura: Jesús, el Cristo, es el Señor (Hechos 25,12).

CONCLUSIÓN: VIDA CRISTIANA Y CONVERSIÓN

                La conversión de Pablo nos enseña muchas cosas.

1.         La fidelidad al Evangelio debe llevarnos a una mayor fidelidad al pueblo. Dios habla en los acontecimientos de la historia y nos invita a leer sus señales y a permanecer en un proceso continuado de conversión. Lo nuevo solamente es engendrado en la dinámica de ruptura y continuidad: “Solo es duradero aquello que se renueva todos los días”.

2.         Ser un convertido no nos quita errores y debilidades. Aún después de la conversión Pablo sigue siendo un hombre normal: santo y pecador. Tenía sus fuerzas y flaquezas. El mismo lo reconocía: “Cuando soy débil entonces soy fuerte” (2 Corintios 12,10). Pablo se reconocía débil cuando reconocía sus límites y condicionamientos humanos. Pero después de la caída en el camino a Damasco ahí hace la experiencia de que Dios puede obrar con toda su fuerza. A partir de esta experiencia escribe a su comunidad preferida de Filipos: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece” (Filipenses 4,13). Reconocer las debilidades y abrir espacio para la acción de Dios en nosotros, es la gran lección que dejó Pablo a las comunidades cristianas de su tiempo y para nosotros hoy.

                La vida cristiana es el seguimiento creativo de Jesús. Es un permanente estar en camino. Su lugar no es estable en ninguna estructura. Con su estilo de vida itinerante, Pablo nos llama a estar atentos a los signos de los tiempos en fidelidad dinámica al Espíritu Santo. El sopla donde quiere, no sabemos de dónde viene ni a dónde va (Cf. Juan 3,8).

                Como la vocación y la misión de Pablo también nuestra vida cristiana tiene su origen en la total gratuidad de Dios. Nuestra fidelidad solo será dinámica si nos encaminamos en un proceso permanente de conversión. Sigamos en esta conversión permanente. Recordemos cuando fue ‘nuestro camino de Damasco’, qué voz escuchamos, cuáles eran nuestras cegueras, quiénes fueron los hermanos que, como “Ananías”, nos ayudaron hoy a descubrir un nuevo sentido comunitario para nuestra misión… Confirmemos la fidelidad a esta inspiración fundamental.


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